3. EN POESÍA
La poesía romántica comparte con otros géneros los temas
y ambientes que caracterizan a este movimiento: el amor, la
soledad, los motivos sobrenaturales, la libertad, etc.
El Romanticismo cultiva tanto la poesía narrativa como la
poesía lírica, aunque es en esta última en la que el
sentimiento romántico encuentra su mejor medio de
expresión.
En la poesía (lirica), Gustavo Adolfo Bécquer (Rimas), José
de Espronceda (La canción del pirata). José Zorrilla ( A
buen juez, mejor testigo), Rosalía de Castro (Follas novas).
4. EJEMPLO
José de Espronceda: La canción del pirata
Con diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela, no corta el mar, sino vuela un velero
bergantín. Bajel pirata que llaman, por su bravura, El Temido, en todo mar conocido del uno al otro
confín. La luna en el mar riela en la lona gime el viento, y alza en blando movimiento olas de plata y
azul; y va el capitán pirata, cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su
frente Estambul: Navega, velero mío sin temor, que ni enemigo navío ni tormenta, ni bonanza tu
rumbo a torcer alcanza, ni a sujetar tu valor. Veinte presas hemos hecho a despecho del inglés y han
rendido sus pendones cien naciones a mis pies. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la
libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. Allá; muevan feroz guerra ciegos reyes
por un palmo más de tierra; que yo aquí; tengo por mío cuanto abarca el mar bravío, a quien nadie
impuso leyes. Y no hay playa, sea cualquiera, ni bandera de esplendor, que no sienta mi derecho y
dé pechos mi valor. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el
viento, mi única patria, la mar. A la voz de “¡barco viene!” es de ver cómo vira y se previene a todo
trapo a escapar; que yo soy el rey del mar, y mi furia es de temer. En las presas yo divido lo cogido
por igual; sólo quiero por riqueza la belleza sin rival. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la
libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. ¡Sentenciado estoy a muerte! Yo me río
no me abandone la suerte, y al mismo que me condena, colgaré de alguna antena, quizá; en su
propio navío Y si caigo, ¿qué es la vida? Por perdida ya la di, cuando el yugo del esclavo, como un
bravo, sacudí. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi
única patria, la mar. Son mi música mejor aquilones, el estrépito y temblor de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos y el rugir de mis cañones. Y del trueno al son violento, y del viento al
rebramar, yo me duermo sosegado, arrullado por el mar. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios
la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.
5. EL TEATRO
El teatro romántico no se movió en una sola dirección.
Habiéndose propuesto retratar al hombre, al mundo y
a la historia, tuvo que ensanchar continuamente sus
horizontes. Sin embargo, las formas que por lo general
tomó, las más adecuadas a sus características fueron la
tragedia y el melodrama. Y se desarrolló un género
fundamental para su expresión: la ópera.
En el teatro (dramático), Juan Eugenio Hartzenbusch
(los amantes de Teruel), José Zorrilla (Don Juan
Tenorio) son algunas de las obras y autores principales
de la época en España
6. EJEMPLO
José Zorrilla (Don Juan Tenorio)
La obra narra las peripecias de don Juan Tenorio, un joven
caballero entregado a una vida desenfrenada de apuestas,
amoríos y duelos. El comienzo de la trama es de hecho una
apuesta entre él y otro joven por ver quién en un año hace
más maldad con más fortuna. Esto a su vez desencadena
otra apuesto a ser posible más descabellada que consiste en
que don Juan consiga seducir a una joven novicia, doña
Inés, y a la prometida del otro joven. Don Juan con gran
maestría va consiguiendo todo lo que se propone, pero cada
vez su alma se va perdiendo más y más. Al final de la obra
debe de enfrentarse literalmente a sus fantasmas y solo el
amor que por él siente la joven Inés es capaz de salvarle de
perecer eternamente en el infierno.
7. LA NARRATIVA
En las novelas históricas del romanticismo la selección del
asunto estuvo por lo general guiada por la posibilidad de
establecer paralelismos con problemas contemporáneos. La
nutrida nómina de obras que tienen a las luchas de bandos
medievales como telón de fondo, por ejemplo, se relacionan de
forma evidente con las guerras carlistas, de la misma forma que
la frecuente aparición de los problemas suscitados por la
disolución de la Orden del Temple tienen que ver con los
procesos de desamortización emprendidos por el estado liberal.
Siguiendo el modelo scottiano, las narraciones tendieron a
estar protagonizadas por personajes imaginarios arropados por
otros, secundarios, sacados de la documentación histórica. Sin
embargo, no era infrecuente que se dieran
flagrantes anacronismos en su comportamiento, especialmente
cuando revelan su estado anímico.
8. EJEMPLO
Con “La gaviota” se abre en España el camino hacia la novela
realista del siglo XIX. Es al mismo tiempo una novela de
costumbres, una novela regional y, en cierto sentido, de tesis.
A la manera de Balzac, por quien la autora siente gran
admiración, trata de presentar de forma realista conductas
humanas enmarcadas en un determinado contexto histórico y
social. Su apoyo a determinadas opciones religiosas (catolicismo
tradicional), morales (condena del amor-pasión y del adulterio),
políticas (visión irrisoria de los políticos liberales) y de clase
(sublimación de la conducta de los nobles) le valió la crítica
negativa de ciertos intelectuales cuyos prejuicios ideológicos
primaron sobre la calidad artística del texto.
http://www.youtube.com/watch?v=htMLijBG8nc
9.
10. EL REALISMO EN ESPAÑA
En España el Realismo calló con suma facilidad, ya que existía un
precedente en las novelas picarescas y en El Quijote. Alcanzó su
máximo esplendor en la segunda mitad del siglo XIX (Juan
Valera, Pereda y Galdós), aunque sin llegar al punto de
rigurosidad de los cánones establecidos por la escuela de Balzac.
En Galdós, y posteriormente en Clarín, Pardo Bazán y Blasco
Ibáñez, existen claras influencias naturalistas, pero sin los
fundamentos científicos y experimentales que Zola quiso
imprimir en sus obras. Únicamente comparten el espíritu de
lucha contra la ideología conservadora y, en muchas ocasiones,
su comportamiento subversivo.
La novela realista refleja generalmente ambientes regionales,
como Pereda en Cantabria, Juan Valera
en Andalucía, Clarín en Asturias, etc. Benito Pérez Galdós es una
excepción, pues prefiere ambientarse en el espacio
urbano madrileño.
11. POESIA
Hacia la segunda mitad del siglo XIX la novela
evolucionó rápidamente hacia el Realismo, pero esto
no ocurrió con la lírica y en el teatro, cuya
transformación fue menos violenta y aún continuaron
impregnados de romanticismo hasta final de siglo.
Los escritores más representativos son Gaspar Núñez
de Arce y Ramón de Campoamor
12. HUMORADAS
Busqué la ciencia, y me enseño el vacío.
Logré el amor, y conquisté el hastío.
¡Quién de su pecho desterrar pudiera,
la duda, nuestra eterna compañera!.
¿Qué es preciso tener en la existencia?
Fuerza en el alma y paz en la conciencia.
No tengáis duda alguna:
felicidad suprema no hay ninguna.
Aunque tú por modestia no lo creas,
las flores en tu sien parecen feas.
Te pintaré en un cantar
la rueda de la existencia:
Pecar, hacer penitencia
y, luego, vuelta a empezar.
En este mundo traidor,
nada es verdad, ni mentira,
Todo es según el color
del cristal con que se mira.
13. EL REALISMO MÁGICO
El realismo mágico, es una característica propia de la literatura
latinoamericana de la segunda mitad de siglo XX que funde la realidad
narrativa con elementos fantásticos y fabulosos, no tanto para
reconciliarlos como para exagerar su aparente discordancia. El reto que
esto supone para la noción común de la “realidad” lleva implícito un
cuestionamiento de la “verdad” que a su vez puede socavar de manera
deliberada el texto y las palabras, y en ocasiones, la autoridad de la
propia novela.
Pero el realismo mágico floreció con esplendor en la literatura
latinoamericana de los años sesenta y setenta, a raíz de las
discrepancias surgidas entre cultura de la tecnología y cultura de la
superstición
Los principales autores del género son Miguel Ángel Asturias, Carlos
Fuentes, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa y, sobre todo, Gabriel
García Márquez. Las novelas de este último, Cien años de
soledad (1967), El otoño del patriarca (1975) y Crónica de una muerte
anunciada (1981)
14. EL TEATRO
La segunda mitad del siglo XIX está dominada por dos tendencias
literarias que tienen su reflejo también en la literatura dramática y en la
forma de representación teatral: el Realismo y el Naturalismo.
El Realismo en teatro presenta un lenguaje cotidiano y familiar y sus
personajes no sólo hablan en forma natural, sino que poseen una
psicología de seres comunes; sus acciones se asemejan todo cuanto se
pueda a las acciones de la gente real. Representadas sobre el escenario
tienen que convencer al público de que la acción que desarrollan podría
darse en la vida. Teatralmente, estas obras tienen dos importantes
retos; una es alcanzar la elevación de espíritu y expresión, y otra
conseguir el efecto dramático sin perder la sensación de naturalidad.
Los vestuarios y escenografías, rigurosos y fieles a la realidad, y el
escenario de “medio cajón” tenderían precisamente a proporcionar esta
sensación ilusoria de estar contemplando algo que sucede realmente.
15. NARRATIVA
Los largos y profundos procesos de cambio ocurridos en el siglo XIX no
fueron ajenos a las artes y a la literatura. Los procesos de urbanización e
industrialización, el cambio del paisaje urbano y rural, las nuevas
formas de vida, los nuevos conflictos de clase, la secularización o las
utopías sociales y políticas hubieron de atraer el interés de los artistas y
de los escritores, que poco a poco se fueron alejando del idealista y
evocador alejamiento de la realidad que había sido el romanticismo, y
empezaron a interesarse por los asuntos cotidianos de sus
contemporáneos, por sus miedos y esperanzas, por sus realidades.
En su afán por mostrar la realidad “tal como era”, los escritores realistas
trataron de “desaparecer” de sus obras, hacerse invisibles, de forma que
los hechos y los personajes fueran todo cuanto pudiera llamar la
atención del lector. La literatura realista estuvo en efecto muy
influenciada por el contemporáneo avance de la ciencia, y quiso
representar con palabras lo que la fotografía había supuesto en el
mundo de las imágenes: ser un testimonio fiel, objetivo, imparcial y
veraz de su época.
16. LA REJENTA
La Regenta es, sin duda, la obra maestra de Clarín y una de las novelas
más importantes de la literatura española. En ella se retrata en toda su
complejidad una ciudad de provincias, Vetusta (nombre tras el que e
esconde Oviedo), en la que está representada la sociedad española de la
Restauración. Clarín somete a una irónica crítica a todos los
estamentos de la ciudad: la aristocracia decadente, el clero corrupto, las
damas hipócritas, los partidos políticos. Todo ello conforma una
atmósfera social asfixiante, opresiva, con la que choca la protagonista,
Ana Ozores. Su temperamento sensible y soñador la lleva a refugiarse
en el misticismo, pero su confesor, el canónigo Fermín de Pas, la
decepciona cuando intenta aprovecharse de ella. Cae entonces en
brazos de Álvaro Mesía, un mediocre don Juan, con el que vivirá una
relación amorosa que no resultará ser más que un sucedáneo de sus
ideales románticos. En el enfrentamiento entre Ana y Vetusta, la
primera acabará siendo vencida, y, en consecuencia, marginada. La
importancia de la presión ambiental, social, sobre la protagonista
acerca la novela a las teorías del Naturalismo.