La escultura románica se caracterizó por el renacimiento de la escultura y la pintura después de la caída del Imperio Romano. Tuvo una finalidad didáctica y moralizante, representando temas bíblicos para enseñar a la gente. Fue un arte idealizado y abstracto, subordinado a la arquitectura, que evolucionó de frisos rectangulares en el siglo X a composiciones más complejas en los siglos XI-XIII.