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EL LIBRO

coordinación: jorge pantoja
EL LIBRO
coordinación: jorge pantoja
Galería

Con el apoyo invaluable de:
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes

Comisión de Cultura y Cinematografía
LXII Legislatura de la Cámara de Diputados

Rafael Tovar y de Teresa
Presidente

Dip. Margarita Saldaña Hernández
Presidenta

Guillermo Núñez Herrera
Secretario Ejecutivo
Saúl Juárez Vega
Secretario Cultural y Artístico

© Rupestre, el libro
Ediciones imposible
Primera edición: febrero, 2013
Derechos reservados conoforme a la ley
Distribución gratuita
Jorge Pantoja
Coordinación general
Rafael Catana
Asesoría
Manuel Arias Leal
Cuidado de la edición
Andrés Mario Ramírez Cuevas
Diseño
Aristeo Pantoja
Corrección de estilo

Galería
Galería de la cueva
	6	

Socavón

	8	

Breve historia pre-Rupestre: Alejandro de la Garza

	16	

Mírame aparecer, espejo dual de Roberto Ponce

	32	

Eblen Macari, un producto del mestizaje

	50	

Un gato de corazón púrpura: Rafael Catana

	70	

Roberto González: alvaradeño, kafkiano y jipi

	84	

Nina Galindo: “Soy la víscera, soy el sentimiento”

	100	

Fausto Arrellín, inventor de sí mismo

112		

Rodrigo González; 1985, el año en que ocurrió todo

124	
		

Armando Rosas, Carlos Arellano, El Haragán,
Armando Palomas, Gerardo Enciso, Arturo Meza e Iván Rosas

154	

Me fumé un toque de rock en Xochimilco, carta a Sergio García

156	

Rupestrólogos

		

		

		

		

		

		

		

		

Raúl Silva

Felipe Cabello

Rodrigo de Oyarzabal

Raúl Silva

Liliana García

Félix Morriña

Juan Pablo Proal

Jorge Pantoja

Pasadizo

		

		

Javier Hernández Chelico

Armando Palomas
Rockdrigo

Nina Galindo

Eblén Macari

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Roberto Gonzá

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4

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Rafael Catana

Fausto Arrellí

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Roberto Ponc

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Galería de la cueva

5
Socavón

E

n su naturaleza más elemental, esta obra pretende responder a una pregunta clave: ¿qué ha pasado con los Rupestres? Muchos aún no tienen idea de la
existencia de este movimiento, otros más creen que sus
integrantes se extinguieron cual dinosaurios; pero no:
una legión de fieles seguidores los acompaña a cualquier recóndito bar donde se presentan.
Este libro reúne estampas y retratos inéditos de fundadores y personajes vecinos del colectivo nacido a principios de los ochenta: Rodrigo González, Rafael Catana,
Eblen Macari, Roberto Ponce, Fausto Arrellín, Alejandro
de la Garza, Nina Galindo, Roberto González, Carlos Arellano, Armando Rosas, Armando Palomas, Arturo Meza,
El Haragán y el biógrafo en video de todos ellos: Sergio
García. Desde una visión desenfadada, los textos se divierten y se confrontan con los personajes de Rupestre,
el libro, primera obra en compendiar a estos cronistas
melódicos del asfalto.

6
En cada una de las entrevistas realizadas durante la
producción de este título estuvo presente una cámara, por lo que la segunda parte de este proyecto
será: Rupestre, el documental.
Rupestre, el libro, forma parte del proyecto Radiografía de la Promoción Cultural fuera de la Esfera
Gubernamental en la Ciudad de México, coordinado por la asociación civil Asamblea para la Cultura
y la Democracia, con el apoyo invaluable de la Comisión de Cultura de la LXI Legislatura de la Cámara
de Diputados, a través del Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes.
Febrero, 2013

7
A

la distancia, ese instante fugaz que fue el nacimiento del Movimiento Rupestre, a mediados de los ochenta, se asoma con su esplendorosa riqueza para mostrar
sus huellas de una manera más evidente. La vida simplemente sucede y en ese vértigo de su transcurrir no alcanzamos a mirar sus estelas. Pero el tiempo, ese escultor
impecable, se ha encargado de forjar una imagen posible de lo que fueron, son y
serán estos seres Rupestres.

Brev
raúl silva
8
Su herencia es la herencia de una generación, porque los Rupestres no fueron un
suceso aislado. Nacieron, crecieron y se reprodujeron en el centro de una incesante
acción cultural y social. Su andar se entrelaza con el de muchos que a través de la
música, la literatura y todo arte posible, construyeron un oxígeno necesario entre
tanta polución.
Un testigo cercano de la biografía Rupestre es Alejandro de la Garza, que en este
recuento memorioso nos asoma a una época que la lejanía no alcanza a disolver,
sino al contrario: la vuelve más nítida desde sus más vibrantes resonancias.

e

HISTORIA
PRE-RUPESTRE:

Alejandro de la Garza

9
El poeta Rupestre
Pasé buena parte de 1982 viajando por Nueva York y Europa. A lo largo de ese
viaje fui escribiendo una serie de textos que eran como sketches o algo muy semejante a los Artefactos, de Nicanor Parra, muy neuróticos y angustiantes, para
representarse más que para leerse. Algunos los había leído en el hoy célebre Foro
Tlalpan, donde hicimos varios ciclos musicales y teatrales.
La historia del Foro Tlalpan es interesante porque se volvió un catalizador
cultural y musical de insospechadas consecuencias; sin duda un antecedente claro
del Movimiento Rupestre. En 1981, Jaime López, Eblen Macari, Maru Uthoff y yo
(que, por cierto, veníamos regresando después de pasar diez alucinantes días de
concierto en Jamaica, celebraciones de su independencia y primer aniversario de
la muerte de Bob Marley; pero esa es otra historia...), nos acercamos al Salón 8½,
donde Sergio García daba funciones de cine, al sur del DF. De esa reunión acordamos utilizar el Foro Tlalpan para presentar el ciclo ‘La respuesta está en el viernes’.
Estaban de base Roberto González, Emilia Almazán, José Cruz, Jorge Luis El Cox
Gaitán, Cecilia Toussaint y Maru Enríquez. Entre 1981 y 1982 el Foro funcionó
muy bien y reunió a muchísimos de los músicos que luego cobrarían importancia,
como Rafael Catana o Rodrigo González, en ciclos diversos como ‘Sólo los viernes vienes’. Fue una experiencia enriquecedora que nos nutrió a todos.
Yo regresé de Europa al inicio de 1983 con mis textos y me encontré de nuevo
con Jaime López, que estaba trabajando ahora con el poeta Ricardo Castillo, a quien
ya leíamos desde que su primer libro El pobrecito señor X, a finales de los setenta. Es
curioso que esa edición la hiciera el Centro de Estudios del Folklore Latinoamericano (CEFOL) y la poesía de Ricardo es todo menos eso: es estridente, rupestre, ácida,
crítica y cuestionadora, tristísima a veces, pero celebratoria y divertida también. El
CEFOL realizaba muchos encuentros y conciertos, pero sólo publicó dos libros de
poesía: el de Ricardo y Ciudad tan personal, de José Joaquín Blanco.
López y Castillo presentaban un espectáculo de música y poesía bastante bueno y fuertemente tramado, con base en el libro Concierto en vivo, de Ricardo, y en
las potentes y muy líricas canciones de Jaime. Yo pulí mis textos y pensé en presentarlos también con música. La oportunidad se dio en marzo de 1983, cuando
estaba programada una presentación de Concierto en vivo en la Sala José Martí,
junto a la Alameda Central de la ciudad y, por no recuerdo qué causas, Ricardo no
pudo regresar de Guadalajara para la presentación. Ya armado el evento me tocó
sustituirlo y presentar mis textos junto con Jaime y sus canciones. Era algo que ya
10
Portada del histórico álbum Sesiones con Emilia (1980),
editado por primera vez por Discos Fotón.

Emilia Almazán.
(Foto: Sergio Arellano, 2000).

11
habíamos hecho en el Foro Tlalpan e incluso para el Canal 11 de televisión, así
que no fue complicado. Ahí fue cuando ese conjunto de mis textos se titularon
finalmente ‘El poeta rupestre’. A la presentación llegó mucha gente; recuerdo bien
a Catana y a la que fue su esposa, Elina Cariño, quien por cierto hizo un pequeño
dibujo, unos trazos rupestres sobre una hoja que aún atesoro pegada en una pared
de mi casa. De esto se están cumpliendo ahora, en marzo de 2013, exactamente
30 años. Éramos veinteañeros aún, llenos de rabia, poesía, música y talento...
Luego de ese “éxito” seguí presentando mis textos, acompañado ahora por el
mismo Ricardo Castillo y por la poeta Beatriz Stellino. El espectáculo era circense y locochón, se llamaba ‘Borrachos y semilocos’, con tres personajes: El pobrecito
señor X (Ricardo), La mujer lagarto (Beatriz) y El poeta rupestre (tu seguro servibar). Hicimos varias presentaciones con este material y luego un espectáculo
con Tepito Arte Acá. Era la presentación de unos carteles-cuentos que venían en
un paquete y que eran leídos (el actor-lector fue Rolando Isita); había música
de Catana, Fausto Arrellín y yo también cantaba canciones de Jaime y del Cox.
Ese espectáculo lo presentamos en varios lugares y llegamos a la Sala Manuel M.
Ponce en 1984. Para entonces, Catana, Rodrigo González, Nina Galindo, Fausto
Arrellín y ahora sí que toda esa banda andaban ya en lo que llamaron Movimiento
Rupestre, con su manifiesto y todo. Así que como antecedente pueden incluirse
entonces esos textos y las presentaciones varias de lo que fue El poeta rupestre.
(Escritos que acaso hoy me daría pena mostrar de tan elementales, aunque conservan su fuerza original).
¿Yo Rupestre?
Yo he escrito siempre, y casi digo que es lo que mejor hago, aunque me gusta la
música. Toqué varias veces y compuse algunas canciones (siempre apoyado por
mi carnalazo Catana), pero decidí dedicarme a escribir y eso he hecho. En cuanto
al Movimiento Rupestre, yo no me sentía parte de un grupo, y pienso que Jaime
menos, porque no es muy gregario que digamos. Además, Jaime confrontó entonces otros retos mayúsculos y por muy distintos caminos, como presentarse en la
OTI con el Blue Demon Blues y aparecer en Siempre en Domingo cantando Bonzo,
Ella empacó su bistec y El mequetrefe. Muchos lo atacaron por eso, sin darse cuenta
cómo abrió brecha.

12
El saber callejero y popular de los Rupestres
Su espíritu independiente, el recrear una sensibilidad urbana contemporánea,
veraz, real, y saberlo hacer con gran manejo lírico, con canciones que te llevan
de sorpresa en sorpresa, de hallazgo en hallazgo. La mezcla del saber callejero y
popular, alburero y rocambolesco con refinadas metáforas urbanas y sofisticado
conocimiento poético. El modo de vivir la ciudad y de cantarla con tal fuerza radical es una aportación inconfundible e innegable de los Rupestres.
Sesiones con Emilia
Veníamos de la represión al rock y la presentación de espectáculos que se derivó
luego de Avándaro. Fue el momento en que, más allá de la trova y el folklore,
el rock y la música pesada regresaron de los hoyos fonqui y volvieron a cobrar
aliento. Un primer impulso fue, sin duda, el disco Sesiones con Emilia, de Roberto
González, Emilia Almazán y Jaime López, que les editó Discos Fotón, del PSUM.
Esa música trascendía lo trovero y lo folklórico para convertirse en una expresión
urbana genuina de la Ciudad de México.
Emilia Almazán era muy buena compositora, hacía coros con una imaginación
sorprendente y tenía una voz cálida muy sabrosa. En el disco Sesiones con Emilia se
puede apreciar el papel de equilibrio y balance que jugó entre dos compositores
fuertes y diferentes, como son Roberto González y Jaime López. Muchas sutilezas corales muy bluseras, la intención en su fraseo al cantar la hacían un músico
completo, porque además tocaba la lira con eficacia y placer. No sé si ella dejó
la música, pero se cansó de todos estos ambientes (que también son pesaditos).
Con José Cruz hizo cosas memorables en el Foro Tlalpan y una canción de ellos,
Don Diablo, anda por ahí en YouTube. Me imagino que nunca dejó la música, que
sigue tocando en su casa y componiendo.

13
14
Fotos instantáneas del grupo Un Viejo Amor, en 1978. (Archivo: Roberto González).

Portada del sencillo Seguir al sol
(1973), de Pájaro Alberto.

Portada del álbum Canciones (1979),
de León Chávez Teixeiro.

15
Mírame aparecer, espejo dual de

Roberto
felipe cabello zúñiga
16
A

(Archivo: Roberto Ponce).

l este de Coyoacán, una curiosa luna menguante destila su inspiración onírica de medianoche en casa de los Ponce. Ahí, con mi pareja viajera, Laura Tejeda
Paz, y ocho nuevas amistades, pasaremos el último día del moribundo 2012, en
un ambiente de buena vibra, ricos vinos y frutillas. Preside la tertulia el coordinador de la sección cultural de la revista Proceso, Armando Ponce, más los canapés
sonoros que convidan la lira y el canto Rupestre de Beto Ponce, El Tercero de la
Tarde o El Enano Molón, como su padre El Brujo Ponce lo bautizó tras nacer a las
18:30 horas un 2 de junio de 1955, en Orizaba 109 y Álvaro Obregón, cerca de
17
la Casa del Poeta ‘Ramón López Velarde’, colonia Roma, donde Beto estudiaría
piano con una tía materna:
Cuando pude echar mi guaco, empecé a galopar.

Mi papá dijo: “A este enano, por molón hay que mandar…
…lo en camión al otro lado”, mi mamá rompió a llorar.
Y salté solito el charco, fue el enano a rupestrear.

Roberto Enrique Ponce Padilla pesó al nacer 4 kilos 800 gramos.
PADRES: Fausto Ponce Sotelo; 39 años, periodista. Martha Leticia Padilla de Ponce;

35 años, labores del hogar. DOMICILIO: Heriberto Frías 304-5. ABUELOS PATERNOS:
Francisco Ponce, finado. Victoria Sotelo, Ensenada Baja California. ABUELOS MATERNOS: Julián Padilla, se ignora domicilio. Leonor Martínez de Silva, Tajín 149.

“El Enrique no sé de dónde me venga, pero Roberto estuvo bien y al cambiarnos a la colonia Avante, en 1963, las pirujitas del barrio se referían a mí como ‘el
famoso Beto Ponce’, que es lo que significa su origen germánico. Un nombre te
marca; fuimos cinco hermanos y a todos nos pusieron dos. La única mujer fue
Martha Leticia; ella nació después, en 1960, y el quinto de 1962, Ricardo Alberto.
Desde chico preferí a Arman y Lety. Los parientes decían que yo había sido el
consentido de El Brujo cuando falleció el 21 de agosto de 1993. La verdad que
mi relación con La mamma creció al infinito. Me sentía muy cercano a ella y su
muerte, el 22 de noviembre de 2006, ha sido lo más amargo que pudo sucederme”.
Canto por ti que estás dormida, chica que guarda mi mar
la serenata de vida hecha con perlas y hogar.

“Jorge Negrete era el ídolo de mi madre, pero El Brujo prefería a Gardel, Los
Churumbeles de España con Juan Legido, o Kiko Mendive. Mis papás se adoraban; nunca nos faltó nada. Mis discos: Ricordate Marcellino, de Renato Carosone,
y Holiday in Italy, con una orquesta muy chida; además de las canciones populares
italianas E Calosc (Isla de Capri), Marietta monta in gondola o ‘A Canzone ‘e Napule. Éramos los únicos con tele de bulbos en el vecindario, la Narvarte en pleno
se metió al edificio cuando descargaron el mueble de madera con ese aparatoso
receptor de imágenes: TV blanco y negro, ¡más el radio y el tocadiscos!”.
18
A sus 57 años de edad en 2013, Roberto Ponce cumple 40 de haber comenzado
su profesión periodística escribiendo sobre música. Su padre y Paco, el hermano mayor de los Ponce, Fausto Francisco (1944-1999), eran redactores de planta en deportes del periódico Excelsior, donde también colaboraba Armando con notas de arte,
pero en las planas principales. Ambos hermanos abandonaron el periódico con el
golpe a Julio Scherer y con él fundaron en 1976 el semanario Proceso, siendo Armando elegido coordinador de la sección cultural, cargo que ostenta hasta el día de hoy.
Desde hace 15 años, Beto coordina las páginas de espectáculos en dicha revista y ha participado en los libros editados en 2002 y 2008 por su jefe, Armando
Ponce. “Los Ponce fueron inoculados genéticamente por el oficio periodístico”,
señalaría acertadamente el dramaturgo Vicente Leñero durante la presentación
en el Polyforum Cultural Siqueiros del primer volumen que elaboró la sección
cultural de Proceso: México: su apuesta por la cultura. El siglo XX. Testimonios desde
el presente (Proceso, Grijalbo, UNAM, 700 páginas).
“Papá había sido campeón nacional de salto largo antes de casarse, era cronista deportivo de Excélsior y acostumbraba llevarnos a importantes eventos que
cubría; por ejemplo, a los pentagonales de fut internacional. Vimos jugar y convivimos en los vestidores del estadio de CU con los cracks del futbol brasileño:
Pelé, Didí, Vavá, Garrincha y Djalma Santos. Con él fuimos Armando y yo al campeonato nacional de básquetbol en Chihuahua, que ganaron Los Dorados con
La Aguja Quintanar al equipo verde del DF en un partido de alaridos. Un viaje
increíble y divertidísimo de dos noches en el tren Chihuahua-Pacífico”.
Boleto a Rupestrelandia
Políglota, traductor de poesía femenina danesa y con estudios de Letras Inglesas en
la UNAM y la Aarhus Universitet de Dinamarca, el oficio cantautor de Beto repuntó
la noche del jueves 22 de noviembre de 1984 al frente del conjunto Cen, alternando
con Alex Lora, del Tri, y Guillermo Briseño. Ocurrió en la célebre jornada final del
2° Festival de la Canción Rupestre del Museo Universitario del Chopo.
“Fue una noche gloriosa; los chavos entraban al camerino del Chopo, emocionados: ‘¡Yo también soy Rupestre, yo también soy Rupestre!’. Los veía y preguntaba: ‘¿Qué querrán decir con esto?’ Me dio risa. Con el paso de los días si me
decían rupestre me daba risa. A unos les caía en gracia y a otros los mortificaba.
¡Eso era formidable! Que a unos les guste llamarse así y a otros no, pero que nadie
19
sepa lo que significa ser Rupestre es que lo Rupestre no pertenece a nadie. Todos
podemos compartirlo”.
“Encontrarme a Rockdrigo y formar parte del movimiento del rock Rupestre es
de lo más extraordinario que viví. Sólo fue un año y pico juntos, periodo breve pero
intenso para yo quererlo mucho, ser su fan y respetar su talento artístico. Rockdrigo
y yo tuvimos problemas al final y nos distanciamos los últimos tres meses de su
vida. No importa. A 27 años de los sismos, aquel cariño sincero permanece todavía en mi memoria”.
La magia Rupestre floreció en el momento justo de apertura a las tocadas de
rock con la voluntad de gente precisa y en el lugar más adecuado. Rockdrigo y los
cantautores Rupestres dejaron un sello notable en el historial rockero mexicano.
Su influencia puede ser minimizada o soslayada, mas no su existir.
Para comprender al hombre, desde Adán hasta Lacan,
recorrí folio tras folio, de Platón a Carlos Marx.
Me gustaron Julio Verne, Jorge Byron y Tarzán,

pero nadie como mi héroe: el Profeta del Nopal.

En pos de información sobre canciones inéditas de Rockdrigo, busqué por correo electrónico a comienzos de enero del 2010 a Beto Ponce, y me enteré que una
de sus últimas actuaciones musicales había tenido lugar en el Museo del Estanquillo, por mayo del 2009, con Rafael González, alias Kazt, y el percusionista Ricardo
Jacob del grupo Escalera de Jacob, durante la presentación del libro coordinado
por Susana Cato y Armando Ponce: 100 Poemas en papel revolución (Secretaría de
Educación del Gobierno del DF, 315 páginas).
La Escalera de Jacob acompañó a Beto en el Tributo a Rockdrigo 2005, en el
Zócalo, junto con Poncho Figueroa, de Santa Sabina, al bajo. De él, grabaron las
piezas Calzada de Tlalpan, Mírame desaparecer y Murmullos de La Paz o El tren de
los locos y Qué hacer, de Rockdrigo, entre otras, cantando Beto.
El segador, con pausas de música, segaba la tarde.
Su hoz es tan fina que siega las dulces espigas
y siega la tarde…

Entona el primero de los poemas de Carlos Pellicer Cámara, que musicalizó
en una guitarra española prestada, por septiembre de 1972, para su compañera
20
del grupo 410, Clara Stella Turner Barragán, con la que actuaba cantando en la
Prepa 6 de Coyoacán (denominada no por coincidencia pelliceriana ‘José Vasconcelos’). Ella le presentó a Nina Galindo y los tres integrarían el sexteto Mezclilla,
que en el Concurso de Rock del Instituto Don Bosco 1973 triunfó con una canción escrita en inglés por Beto: Voces del bosque.
Maybe it’s a summer flower	
Maybe it’s a lemon tree	

Puede ser una flor de verano,
puede ser un limonero.

Maybe it’s love		Quizás Amor

Which calls me low		me llama quedo.
I just don’t know, no.		No, no lo sé, no.

Armando recita versos de Pellicer como el Nocturno a mi madre, y pide a Beto
su versión musical del poemario Cosillas para el Nacimiento, realizada entre 1986
y 1990 durante su estadía en Villahermosa, casado con la pedagoga tabasqueña
Marina Wade García (que conoció el 18 de febrero de 1985, un mes antes de los
sismos del jueves 19 de septiembre y quien indirectamente lo salvó de morir en el
departamento de Rockdrigo).
Por el agua y la tierra, noche en el aire;
por el agua del día, vienen los ángeles.
Apenas en el mundo, un niño cabe,
pedacitos de cielo son sus pañales.

Pese a sostener opiniones contrastantes aun frente a perfectos desconocidos
como mi amiga Laura y yo (‘La delegación queretana’ desde la noche anterior en
casa de los Ponce), Armando y Beto discuten pero sus diferencias no son irreconciliables. El carácter tolerante de Armando es factor de equilibrio a los embates
mercuriales del Enano Molón, quien conoció a Carlos Pellicer por Armando en
1975. Al oírlo cantar El segador, exclamó: “Muy bien, Ponce, siga, va muy bien;
no se pierda”.
“Las canciones de Pellicer han sido el proyecto en el que más fe he tenido, en
el que más creo; lo he presentado muchos años con lecturas de divas y actrices,
la mejor Alejandra Montalvo: mi ex del grupo Teatro La Rendija. En 1987 casi
concreté el disco con apoyos de la escritora Julieta Campos, cuando gobernó Tabasco con Enrique González Pedrero. El pianista de jazz Heberto Castillo montó
21
arreglos pero todo se desinfló por una trilogía nefasta: la inútil directora del Instituto de Cultura, Laura Ramírez Rasgado; un pusilánime Heberto, y el ingrato
pintor heredero, Carlos Pellicer López, que se hizo tres veces pendejo. A Nina le
gustó uno de aquellos poemas, Madrigal de junio, y un día la grabaremos juntos”.
Si yo te fuera olvidando, todo el amor te daría.
Escúchalo y no lo entiendas, llévelo la poesía…

Orillas del mes de junio que en una estatua se aíslan,
la lluvia después le deja cadáveres de caricias.

Aprovecho un brindis del Jägermeister con que Beto agasaja nuestra presencia
y solicito Qual es la onda, que me cantó a medias tintas Pepe Rolas, escudero del
grupo Qual.
“¡Gulp! ¿Cuá, cuá, cuál? ¡Uta, esa rola está cañón, ya ni me acuerdo de la letra!
Te refieres a Cuchillo pedernal, ¿no? Sueño imposible, Jelipón; no puedo, ni me la
sé bien ya. Tendría que clavarme en terapia familiar para regresar el cassette, ¡ya
me pegó el Aljaime (Alzheimer)! Y no me refiero al Jaime López, que conste, ¿eh?
La grabé en los Estudios Meztli, de Federico Luna, ya lo dijo el Profeta del Nopal:
‘Todas las canciones son fáciles’. Deja ver… ”.
¿Me puedes decir si el polvo lunar afecta el cerebro de un gato?
¿O cómo al volver de un sueño espacial

encuentro que aquí ya no estás? Ya no estás.

14 manos aplauden “¡las chidas rolas del Beto Ponce!”. “Qué bárbaro, ¿están inéditas?” “¡Qué lástima…!, ¿por qué no has grabado ni un disco?”, pregunta el amigo
que estudia cine. “¿Tienes videos?”, dice la chavita de boca feliz junto a Beto; yo lanzo la obligada de: “¿Cuándo fue la última vez que tocaste, Roberto?”. Laura Tejeda
me hace segunda: “¿Por qué ya no tocas?”. “Hay que darle chance a los nuevos valores,” dice. Respuestas así desconciertan a quienes no conocen el carácter dual de
Beto y lo consideran alguien que no toma nada seriamente. Tardé dos años en acostumbrarme al vaivén. Intrigado acerca del porqué no editó disco solista alguno, Beto
me invitó en 2010 a que charlásemos luego del brindis de fin de año de la revista
Proceso, ocasión que probó ser poco propicia. Al ser inaugurada en el Metro Balderas la estatua de Rockdrigo por Alfonso López Kasanovita, le envié un cuestionario
de 16 preguntas que él respondió profusamente en 20 hojas por correo electrónico.
22
Recorte de prensa sobre los loquísimos Nina Galindo y Roberto Ponce,
testimonio del inicio de su carrera profesional como rockeros.

23
Cagaleras y los propios dioses
“El de esta foto soy yo en el Festival de la Miel 2001 de la Plaza Hidago, en Coyoacán. Estoy cantando con mi novia Audrey Schmilcker Cul de sac; se la compuse en francés. Entre el público estaba mi madre. Y una luminaria parisina, Citlali
Anaïs Le Clerre Ponce, preciosa hija de mi hermana Lety”.
Je suis la fille plus diabolique,	

(Soy la niña más diabólica

Mais su tu vais mon âme,	

Pero si quieres mi alma,

Je fais pleurer les hommes.,	
Je te donne un cul de sac…,	

Mon amour qui viens du Sud,	

Attend mon chat, qui’l dorme…,	

que hace llorar a los hombres.
te doy un callejón sin salida…

Amor mío, que vienes del sur,
oye a mi gato que duerme…)

“Pero ustedes preguntaron por qué no doy a conocer mis canciones y por qué
no grabo un disco. Bueno, va que va... Son dos razones. No sé si ultrapoderosas
pero me funcionaron lo suficiente para justificar rachas depresivas a la muerte de
mi mamá. Esa fue la primera, su muerte. Y la segunda, bueno, Audrey, o sea… Ella
terminaba en la UAM-X su licenciatura de socióloga cuando la conocí en Proceso;
Jorge Munguía Espitia se la había recomendado a Arman para apoyarnos con las
encuestas del libro México: su apuesta por la cultura, en octubre del 2001. Hizo
un trabajo limpio, delicado, mega eficaz con Gaby Casas Morell; pero a mí me
enamoró por su voz. Juntos escribimos Baja nena, que grabé al morir mamá en
2007, con Samantha Byers y el hijo de Daniel Tuchman en Cabo San Lucas, para
mi cuate Poncho Varitas, dueño del bar Las Varitas”.
Baja, nena, a la península azul

para robar la perla que John Steinbeck perdió.

Todos Santos o todas diablas, allá por Finisterre
la vida late mejor, en… ¡Baja California Sur!

“Fuimos un par de veces a Europa, viajamos como no te imaginas, aguantamos
vara las cagoladas del puto mundo. Nos amamos, no sé si todavía, ¡pero cuánto
la quise! Audrey Schmilker no era particularmente fan de los Rupestres, pero le
gustó un cassette de Jaime Moreno Villarreal con Está valiendo madre el corazón, y
me acompañaba en las tocadas como la de septiembre del 2007 por los Derechos
24
Humanos, en Anahuacalli. Yo ya había caído en la secuela depre gachísimo, desarrollé problemas de riñones y diabetes, le di al trago con fe, enflaqué por descontrolar dietas y, total, en octubre del 2010 también Audrey se fue de mi lado.
En medio del teatro del absurdo y la paradoja, no supe a dónde ir y todavía sigo
buscando de dónde vengo. Ni pedo. Me quedé sin lágrimas. Neta”.
Y cuando quiero pararle a mi viaje, me doy cuenta
que el boleto tiene un chance aún para rolar.

“Trato de ser fiel en este recuento,
Felipe, a lo largo de cuatro décadas hay
cosas de las que no me acuerdo bien
cómo o cuándo sucedieron y algunas
imágenes difieren de lo que otros protagonistas han dibujado. Por decirte:
mi ex cuñado, El Chivo (Rodrigo de
Oyarzabal), me incluyó en su blog Los
12 grandes del rock nacional por internet y menciona datos de piezas que
él me grabó de 1973 a 1996 y que yo
había olvidado por completo. Desafortunadamente, varias cosas que escribió
allí son erróneas. Es lógico. ¿Cómo dar
forma unilateralmente a un trabajo
que necesita la colaboración forzosa
de alguien más, en este caso yo como
creador, para completarse? Ni siquiera
uno como creador de una obra artística puede renunciar a su derecho de autor. Al subir esa información a la red, El
Chivo no me consultó y su revisionis- Cartel de la presentación de Rockdrigo
mo de 12 apóstoles rocanroleros mexi- y Roberto Ponce en el foro La Puerta,
canos, que luego creció a 15, presenta en Guadalajara, en 1984.
mi discografía a medios chiles. Cagola.
El Chivo se molestó conmigo en 1997 y desde entonces no hablamos. Esta situación me entristece porque nos conocimos hace 42 años, en 1971. ¡Oye, es un tipo
25
que sabe un chingo de música y por el que sentí mucho afecto, no obstante estar
ahora distanciados! Pero contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano”.
Adiós a las armas
De un baúl apilado con papeles saca un ejemplar de La Rosita, periódico gratuito dirigido por Susana Cato para la Delegación Coyoacán, y lo desdobla para que leamos
su texto Hurbanistorias del profeta del Nopal, acerca de la placa del escultor Felipe de
la Torre, inaugurada “por obstinación del promotor Jorge Pantoja” en la estación del
Metro Balderas, el 19 septiembre del año 2001, a los 16 de morir Rockdrigo.
“Salimos contentos con una promesa firme de las oficinas del INBA en Chapultepec ante un atardecer húmedo con desganados grises, Rockdrigo encendió un
cigarrillo que todos aspiramos, hizo gala de su cotorreo profético y en un alucine
que provocó carcajadas, anunció socarrón: Algún día cambiarán las calles de este
circuito del Auditorio Nacional por los nombres de los músicos Rupestres. Ésta se llamará ‘Avenida Roberto González’… Esa otra, ´Boulevard Roberto Ponce’… Allá, en
aquella esquinita, estará el ‘Callejón Rafael Catana’… ”.
“Rafa Catana no iba con nosotros y ya por entonces era obvia la antipatía que
Rockdrigo y Fausto sentían hacia él. Como dueño del balón Rupestre que se arrogaba El Rockdrigo, yo también pasé a formar parte de su lista negra después de los
jaloneos que nos dimos hasta rodar por las escaleras del Auditorio Nacional, el domingo 9 de junio, durante el Festival PSUM 85; así que cada vez que oigo A ver cuándo vas (a la casa a cagar), pienso que sí se la dedicó a Catana, como dicen las malas
lenguas. Esa rola de Rockdrigo aplica conmigo y no es bluff ni wishful thinking. ¡La
última vez que fui a su depar’, allí hice caca y pipí en su baño del edificio de Bruselas,
hecho mierda y en reparación. ¡Si él cagola fuera de la bacinica, yo también!”.
A ver cuándo vas a la casa a cagar,

a ver si tus celos y envidias puedes desafanar.

“Yo le dediqué Profeta del nopal, una baladita rock pensando en su muerte y en
su hija Amanda Lalena, por 1999. A ella no le agradó porque al final puse ‘Adiós,
Lalena tropical’ en la letra y luego que se la canté en público, ella me dijo: ‘¡Cómo
que Lalena tropical… !’. Ella aún no se apodaba Amandititita, porque entonces la
habría cambiado a algo menos fresa, como:
26
Fue con el temblor que escuché el rumor y nadie sabía si era cierto.
Pero con dolor alguien confirmó

que Rockdrigo estaba entre los muertos

Adiós, Profeta del Nopal… adiós, Lalena transexual,

nos volveremos a topar cuando abordemos en Balderas aquel Metro.”

Extrae de un cajón con cuadernos de sus diarios personales, aquel que acaba
abruptamente en septiembre de 1985. Abre la página del mes de junio donde escribió una carta a su hermana Lety, quien se encontraba en Europa con su esposo
El Chivo y que comienza, así:
Querida hermana, trucha mía, te escribo estas líneas justo después d’ terminado el
Festival PSUM 1985. Nina y yo finalmente nos aventamos unas rolas (Estas son mis

manos, Diluvio Nal., Blues d’ la difunta, donde rompí una cuerda, y Me siento bien, d’
Jaime López), en el foro de la explanada del Auditorio Nal. y esto me llena d’ orgullo

sabes, xq’ Nina tiene un quiste en su único ovario y se presentó (¡finalmente!) conmigo,
luego d’ q’ yo canté. Sin embargo, con los Rupestres la onda no anda muy bien fundamentalmente x el conflicto: ROCKDRIGO + QUAL VS. CATANA y ¡YO!... La onda Rupestre

sólo queda en el corazón de los chavos q’ nos han ido a ver y aunq’ creo q’ seguiremos
haciendo cosas juntos, x el momento la onda Rupestre queda en un impasse puesto

q’ x ahora –en este momento- hay broncas con el Rockdrigo -¡imagina!- y Nina está a
punto de perder su única posibilidad d’ tener hijos en una operación q’ tendrá lugar en
un mes + o -… tenía q’ sacar este rollo, carajo, x q’ no pude ni siquiera proponerles a los

demás la posibilidad d’ Radio 3 en España, tan deprimido me sentí. Pero insisto, es por
q’ estoy ½ triste porq’ lo Rupestre está literalmente BAILANDO BERTA.

“Te juro que no supe por qué Rockdrigo la agarró contra mí esa pinche tarde.
Fausto me lo dijo en 2003, cuando filmamos con Montero No tuvo tiempo. Aun
aceptando que tuvo motivos para burlarse a costa mía y tratarme mal cuando fui
a su depar’ a cagar días antes de los sismos, me parece que las razones que tuviera
o el derecho de creerse dueño del balón Rupestre sólo son reverendas mamadas”.
Pudo más el amor. A las 11 y media de la noche, Beto regresó a casa de los
Ponce para telefonear a Villahermosa. Así evitó tener que esperar a Rockdrigo y
quedarse en su depar’ a dormir como quería El señor Iván. En una palabra, Marina
los salvó de morirse a Beto e Iván Guzmán pues el sismo fue a las 7 y fracción de la
mañana del jueves 19 de septiembre.
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Era septiembre en la ciudad, todo tenía que terminar
con un gorrión volando hacia mar abierto.

“En el caso particular de Rockdrigo, su trascendencia es casi patrimonio de
las nuevas generaciones de músicos y admiradores, valoración bastante peculiar
toda vez que la música generalmente suele brillar en determinada época, y si
una canción original no impactó al público cuando la presentó su autor, sería
milagroso que guste después. Por otra parte, el fenómeno del Rockdrigo mítico pareciera sobrevolar por encima de la creatividad rolera de los que rupestreamos con él a mediados de los ochenta, cuando la mayoría han continuado
produciendo sus propios discos, más allá de la nostalgia. Esta omisión es uno
de los logros del libro propuesto por Jorge Pantoja y otro, dar reconocimiento
a una figura titánica en el movimiento Rupestre femenino, con la entrevista a
Nina Galindo”.
Dame un poema, manda una hoja que en el invierno recoja.
No importa cuál sea mi suerte. Valkiria, tráeme la muerte.

Pero hazme fuerte en invierno hasta que el tiempo nos encuentre.

“Quizá falte evocar la ausencia del cineasta rocanrolero Sergio García Michel,
maestrazo de la lente en formato Súper 8 milímetros, fallecido tras 25 años de los
sismos, en septiembre del 2010; colega del rol que documentó con fidelidad y humor el imaginario Rupestre para la posteridad. Su bella alumna norteamericana,
Jennifer Boles, charló conmigo en septiembre del 2011 en Proceso, recabando
ella testimonios para la película de su doctorado en la Universidad de Indiana,
campus Bloomington, y yo le conté algunas anécdotas que compartimos. En especial, de cuánto gozamos con Jessy Bulbo el festival en homenaje por un centenar de películas suyas que le organizó Susana Cato, el miércoles 19 de noviembre
en el CCH Vallejo, al compás chunga-chaca de Ricardo Jacob, cantando en vivo La
carrera del oso”.
“Sería el último fulgor de nuestra larga experiencia amistosa; luego él me dejó
de hablar debido a una serie de malentendidos telefónicos. La cinta de Jennifer
tiene ya un probable título: Prohibido prohibir. Posiblemente se le ocurrió por
aquella conversación, cuando de plano chillé ante su cámara. Me dolió mucho
su muerte sin habernos reconciliado. Presiento que será un filme formidable en
28
Guadalupe Trigo y Roberto Ponce en una
gran comunión espiritual, pensando en la
canción mexicana. (Archivo: Roberto Ponce).

Callo y Colmillo, dueto de Nina Galindo
con Roberto Ponce. Presentación en algún
lugar de la Ciudad de México en la década
de los ochenta. (Archivo: Roberto Ponce).

El súper profesional periodista Roberto Ponce conversa
con Cesárea Évora, en 2002. (Archivo: Roberto Ponce).

29
honor al mejor retratista de los Rupestres, que lo atrape en su máximo erotismo, valentía e independencia. Ojalá Jennifer Boles lo esté editando ya para verlo
pronto.”
El amor de Palomita y del Oso Correlón

fue un amor de siete lunas que la guerra interrumpió.

Vuelta al hogar me detengo en la puerta
Beto guarda buena parte de las múltiples entrevistas que grabó en 40 años de su
carrera periodística, que sumadas a unos 200 cassettes familiares y con sus canciones, llegan al millar y medio de cintas. Escuchamos sus primeras piezas de 1973,
las de Prepa 6, Guitarrero de cuando fue al Festival de la Juventud 1979, en La
Habana, o Jardín mental y La canción de Lene, del demo Gato Loco, en Dinamarca
con Jens Viggo, de 1981. A su regreso, cantó con Rosina Conde y la única vez que
grabó con Rockdrigo fue Ropa vieja, que tiene coros de la actriz Zamira Bringas,
quien le ayudó a realizar lecturas de poesía danesa en la librería Gandhi y en el
Museo del Chopo.
	
Vuelta al hogar me detengo en la puerta,
la ropa vieja se seca al viento.

Fue un largo viaje y estoy fatigado,
llueve la tarde en mi patio.

“Clara y yo nos acoplamos súper, cantamos juntos hasta 1981 en Aarhus. Con
unos primos reaccionarios míos estrenamos El tiempo del cambio. Profética. Marcos y los zapatistas de Chiapas se levantaron en armas 13 años después, pero en
1973 les sonamos a utopía comunista”.
Debe llegar un tiempo, ser un tiempo del cambio.
Los que no tengan tierra bajarán por la sierra...

Y vendrán porque es tiempo de exigir más salarios.

“Cantar con Nina era otro boleto. Únicamente le doy crédito como cantautora
de Llévate lejos tu blues, pero me enseñó muchísimo en el plano profesional, dio a
30
conocer mis piezas y, en suma, no tengo palabras para agradecerle tanta simpatía
y amor. El tren de Guanatos, de mayo de 1985, fue una rola cumbre que nos alabó
Alejandro de la Garza, inventor del término Rupestre. Es rola que me late, está
bien hecha y es pegajosa”.
Ya por Querétaro se ve el estadio y se escucha una oración.

Todas aquellas casonas gigantes les sobra mucha habitación.
Pero yo ya me voy durmiendo con mi guía, en el tren…

En casa de los Ponce la tertulia se apaga silenciosa. Armando nos obsequia 100
Poemas en papel revolución. Laura y yo subimos a descansar. Al otro día, cuando
partíamos para pasar el año viejo con nuestras familias en Querétaro, al bajar del
segundo piso donde dormimos esas dos noches, Roberto nos dejó en la mesa del
comedor regalitos. El mío eran dos cassettes con extractos de sus viejas canciones y
con la rola Qual es la onda, que le grabó Federico Luna. Esa noche mandó un mail:
Así como fui escribiendo mis diarios y grabé cientos de cassettes, debí registrar cada

canción para no tener que comenzar a cada rato de cero. Por ti nuevamente soy la lluvia, voy a retomar aquel proyecto del audiolibro que te conté. Mientras, recibe con tu
amiga Laura Tejada un… ¡¡¡Feliz año nuevo 2013!!! Tu GodFather 2: BETO PONCE.

Notas
Canciones de Roberto Ponce cuyos fragmentos, en cursivas, se han reproducido: Baja, nena, Cuchillo pedernal, Qual es la onda, Cul de sac, El rol debe
seguir, Jardín mental, Piñata de peces, Profeta del nopal, Ropa vieja, Tiempo
del cambio, Tren de Guanatos, Voices of the Forest y Ya voy por los 34 años
(El Enano Feroz).
Segador, Cosillas para El Nacimiento y Madrigal de junio son tres poemas
del tabasqueño Carlos Pellicer Cámara (1897-1977), musicalizados por
Beto Ponce. De Rockdrigo González es A ver cuando vas (a la casa a cagar). El
oso corredor o La carrera del oso fue un cover de Los Sinners, del original en
inglés Running Bear, de Johnny Preston, de 1959. La frase ‘Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano’ es del filósofo alemán Federico Schiller (1759-1805) e inspiró el título de la novela de ciencia ficción Los propios
dioses, del novelista judío norteamericano Isaac Asimov (1920-1992).

31
un producto del mestizaje
rodrigo de oyarzabal
32
Eblen Macari en su casa en Villa Coapa, al sur de la Ciudad de México. (Foto: Gabriela Ávila, 2012).

H

ace muchos años, en esta misma sala, Eblen Macari me mostraba el primer
disco de un grupo irlandés fundamental en la universalización de ese género alrededor del mundo: The Chieftains. Hoy, con un delicioso café árabe en la mano y una rica
tortilla de patatas preparada por Olga, más unas chocolate stout esperándonos en la
nevera, mientras Gaby prepara toda la parafernalia para la grabación, charlamos con
Eblen sobre su presente y nos echamos un clavado en los viejos tiempos, rescatando
de entre los recuerdos, todo un viaje por una época definitoria del rock mexicano y
que sentó las bases que le permitieron encontrar un sitio propio dentro de la música

33
mexicana contemporánea a un grupo de músicos aferrados a sus propias ideas, a
sus propios conceptos: los Rupestres.

Provenientes de distintos espacios y con diferentes influencias musicales, confluyeron en un momento en el que México iba saliendo de las secuelas del 68 y su
juventud pedía a gritos esbozar, cuando menos, una identidad propia.
Las músicas y las letras desbordaban las guitarras y buscaban espacios para
ser compartidas; y ellos se organizaron para encontrarlos, para usarlos y para
aprovecharlos.
Así, crearon un colectivo y un sello distintivo. A los músicos que participaron
en los primeros dos festivales rupestres se les asociará siempre con el término,
aunque su trabajo y sus intereses no vayan necesariamente en ese camino, ya que
definieron una época, dejaron constancias grabadas, fue vital escucharlos entonces, marcaron muchas pautas, sembraron muchas semillas, escribieron muchas
páginas (y muchas rolas), quedaron en el imaginario musical de quienes los escucharon, han influido a varias generaciones, pero lo más importante es que un
altísimo porcentaje de ellos, a treinta años de aquellos ayeres, sigue, aferrado, haciendo su música, grabando sus discos, encontrando sus espacios.
Entre ellos destaca la trayectoria de Eblen Macari, con 16 discos a cuestas (los
más recientes en 2011 y 2012), un palmarés de presentaciones por tres continentes y un desarrollo musical sostenido a través de sus propios gustos.
De las guitarras procesadas a los espacios sonoros modales, de los sintetizadores a la jarana, pasando por la experimentación y hasta por las canciones, Eblen ha
sabido siempre por dónde moverse.
Compositor de la clásica Yo no nací en la Huasteca, se ha internado en el son jarocho y en el folk universal, ha llevado a su obra una vasta influencia sonora y una
rica instrumentación. Ha vivido de su trabajo, ha abrevado en muchas culturas, ha
confrontado sus rolas en diversos y muy diferentes ámbitos, se las ha ingeniado siempre
para tocar con los músicos de su preferencia, ha sabido integrar la vida familiar con su
música. Es, como él mismo diría, un músico feliz.
Durante los últimos dos años sacaste a la venta un par de discos:
De Beirut a Cosamaloapan y Avant-Folk, ¿cuál ha sido la respuesta del público?

Los dos son proyectos paralelos. Uno, Avant-Folk es con mi hijo Kabalan, en la percusión, y con Mauricio Sotelo, de Cabezas de Cera; es más electrónico, más electroacústico, más duro, más en la línea de la improvisación, un poquito rayando con
el jazz. De Beirut a Cosamaloapan es un proyecto acústico más delicado, con músicas
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mías, composiciones con elementos árabes, música barroca que toca Olga en el clavecín, sones. Es un proyecto que había estado buscando durante los últimos diez
años y lo pude hacer en este disco. Ha gustado mucho, a mí me parece que está
redondito, bien hecho, bien grabado y sí, ha tenido muy buena respuesta.
¿Es rentable para ti la venta de tus discos?

Es rentable en los conciertos, fue rentable también el primer tiraje que vendimos
a una compañía europea. Lo vendemos en conciertos, está en las tiendas de Fonarte Latino. No se vende mucho porque los discos ya no se venden mucho. Ahora en Navidad pude, por un correo que envié, vender varios discos.
Empieza a jalar en iTunes; casi todos mis discos están ahí. Ése es el futuro. Por
primera vez pude cobrar algún dinero de ahí. El disco tiende a desaparecer y hay
que acostumbrarse que así va a ser. Hay que tener las cosas en iTunes, que es una
buena opción.
En 1981, al ver la luz tu primer disco Un producto de los sesentas,
¿imaginabas que treinta años después tendrías un lugar destacado dentro
de la música experimental mexicana y seguirías produciendo discos?

La verdad sí. Siempre he tenido claro, desde muy joven, que iba a ser músico y que
mi vida iba a ser esto: tocar. Al contrario, hasta esperaba más. Siento que tengo un
lugar en la música. A mí me gustaría estar todo el tiempo viajando, en conciertos,
en giras. Grabo mucho, he hecho música para películas, para documentales, he
dado conciertos, estoy contento.
No me quejo por falta de apoyos. México es un país donde la cultura sí tiene
manera; hay gente que vive muy bien de las becas. Yo vivo bien de los conciertos
que en la mayoría doy con los institutos de cultura.
En noviembre del año 84 se celebró el 2º Festival Rupestre de los Cantantes
Errantes. Si bien el llamado Movimiento Rupestre comenzaba entonces a ser
conocido en el inframundo musical, para mucha gente en aquel entonces
resultaba, por decirlo de alguna forma, extraño encontrarte como parte integral
del colectivo. ¿Cuál y cómo fue el punto de encuentro con el resto de los Rupestres?

Esa es una historia que a veces yo tampoco entiendo mucho. Rupestre originalmente es un término que utilizaba Jaime López con Alejandro de la Garza (El
Cholibrí), decía ‘rupestrón’ cuando se refería a algo medio crudo… rupestre, y él
fue el primero que lo utilizó. Yo con Jaime, que para mí es un gran artista y hemos
35
sido buenos amigos, viajé a Jamaica para ver al grupo de Bob Marley y decidimos
hacer conciertos porque íbamos a las instituciones de esa época y no teníamos
mucho pegue. Había otros artistas que estaban de moda como La Nopalera, un
grupo que tenía mucho jale.
Entonces decidimos que teníamos que tocar y hacer conciertos y creamos el
Foro Tlalpan con el ciclo ‘Cada quien sus rolas’, apoyados por Sergio García, que
era el dueño del lugar, y de ahí después se hizo todo el movimiento. Pero no fue
una idea original ni de Rockdrigo ni de Catana; era una idea de Jaime López con
El Cholibrí. Ese es el origen.
Después tuve la oportunidad de tener buen contacto con Rodrigo González,
que era muy buen músico, buen compositor. Con él me identifiqué como amigo
y me invitaba a tocar. Así tuve ese vínculo. A Jaime ya lo conocía, a Roberto González lo conocía también de antes, a Catana desde el CEFOL, Armando Rosas era
más reciente, ya después los otros, pues ya no sé quiénes son. Esos fueron con los
que tuve relación en aquel momento.
¿Qué recuerdos tienes del primer Festival Rupestre en el Chopo?

Era como el reinicio del Chopo. Lo volvían a habilitar e hicieron un forito muy
bonito, pero la acústica era pésima. Fue una etapa de transición importante en la
cultura mexicana, que iba saliendo del 68 y todavía había mucha represión hacia
los movimientos de jóvenes y nosotros veíamos dónde nos podíamos juntar para
hacer cosas, era más interesante que ahora que está más dividida la banda. En esa
época había una necesidad de buscar espacios que no estaban tan habilitados. El
rock sufría primero porque no había el equipo necesario, los grupos no tocaban
bien porque el equipo era muy malo, las grabaciones eran pésimas. Ahora todo
mundo puede tener un estudio como Pink Floyd, Genesis, Peter Gabriel y en la
casa ya se puede tener un buen equipo. Pero entonces había una falta de profesionalismo, de técnica.
Los Rupestres son resultado de un encuentro entre gente que salía de las peñas, gente que le gustaba Bob Dylan; a mí que me gustaban otras cosas, pero que
no sabíamos dónde meternos. Y por eso está el manifiesto que dice ‘Somos de
palo’. Sí, somos de palo porque no nos quedaba de otra. Entonces me gustaban los
sintetizadores, me encantaba la electrónica; ahora esto ya está payo, ya lo usan los
Bukis, ya no tiene chiste. En esa época la electrónica llegó a su máxima expresión
con Genesis, Pink Floyd. Los robots, entonces los usaban ellos; hoy los usa Televisa y se ha vuelto chafa presentarse así. Pero en esa época teníamos esa necesidad
36
Oscar Reynoso El Bugy y
Eblen Macari; contraportada
del álbum Un producto
de los sesentas (1981).

Portada del álbum Un
producto de los sesentas
(1981), de Eblen Macari.

37
y este movimiento era como entre folklóricos, bobdylanes y músicos gringos. Ese
era el Movimiento Rupestre.
Por eso era una música no fácil de entender, porque a los de las peñas les gustaba la cosa boliviana y a los rockeros no les gustaba eso. La gente rockera de los
años sesenta y setenta era muy reaccionaria, muy pro-gringa: “Vamos al gabacho”.
Es un movimiento que no está bien definido, que no tiene un lugar, con excepción
de Rodrigo y de Jaime, cuyas propuestas son más sólidas.
Esto viene de Avándaro. Yo estuve en Avándaro y conocí de cerca a la Tinta Blanca,
Peace & Love, El Ritual. Su rollo no de propuesta sino de protesta era jipioso, eran pachecos; pero a la hora de la cosa política eran muy pro-gringos, muy establecidos. Después vinieron los grupos profesionales o asesorados por profesionales de la industria,
como los Caifanes, y ya se hizo un rock más serio. El rock necesita tecnología. Ahora
cualquier grupo de Televisa se oye bien. Para mí el rock ya no tiene sentido; Peter Gabriel es igual al sonido que tiene cualquier grupo, se ha estandarizado.
La música de jaranas, la música huasteca es algo vivo, diferente; algo que tiene
raíz. Es muy bonito; es a grandes rasgos esta cuestión con el rock y con la música
rupestre, la música tradicional, todos estos encuentros, toda esta mescolanza.
¿Qué cercanía hubo entre el disco Glaciares (sobre todo la pieza Navegabas,
cuya letra compuso Jaime López) y el Movimiento Rupestre? ¿Tuvo algo que ver
tu relación con Juan Valdés, la Distribuidora Unicornio, Editorial Penélope
y el disco Trayectos, editado en 1983?

Es un disco lindísimo, de lo mejor que he hecho en mi vida y estoy por volverlo a
sacar. Más bien es lo que yo siempre quise hacer y es lo que hago, esa línea. Puedo
decir que es bueno, lo oigo y me sorprende la calidad que teníamos tan jóvenes
y que, desafortunadamente, no fue querido por la crítica de jazz. Fue un poquito
frustrante porque ya no lo pude mandar a las compañías (en esa época se mandaban los discos a las compañías europeas), además eran acetatos que suenan muy
feo, pero ahorita tengo la copia en dat y suena muy bien.
Ese disco fue muy importante para mí. Después regresé a las canciones, que
es algo que no llego a entender; yo no tengo buena dicción; mi voz es buena para
cantar música tradicional, canciones bretonas, cuando hago sonidos; pero para
mí siempre la letra era una cosa que me causaba conflicto. Me gusta Silvio Rodríguez pero no sé qué dice, no hago mucho caso; igual con Simon & Garfunkel.
Hasta hace poco supe qué era Scarborough Fair, ¡ay, qué bonita! Y toda mi vida la
he oído. Mi interés siempre ha sido musical.
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Soy lector, me gusta mucho leer, pero no es algo que vea como la relación de
la música con la palabra. Tú oyes las letras de Yes y son cosas muy piradas; no
son buenas. Escuchas a Simon & Garfunkel y te das cuenta que estudiaron o les
gusta la poesía, así como cuando oyes a Jaime López, al mismo Catana, que están
clavados; pero yo no.
Últimamente toco sones porque me encantan. La petenera es La petenera y La
lloroncita es La lloroncita. Y ahora que fui a Portugal tomé dos que tres palabras de
Pessoa, que me gustan mucho, y las pongo como citas. No me gusta la trova. Silvio
Rodríguez es un gran artista, pero siento que es mucho rollo; para eso mejor leo
un libro de filosofía. Paul Simon es un gran músico; Leonard Cohen me gusta,
pero primero fue poeta y después a su poesía le puso música.
En el 2º Festival Rupestre formaste parte del cartel del sábado 27 de noviembre
de 1984 alternando con el mismo Jaime y con Rafael Catana. Además de tu
participación en este festival, ¿realizaste más eventos públicos o privados con
el Colectivo?

Hicimos varios conciertos; recuerdo haber alternado con Jaime muchas veces;
con Rodrigo también hicimos varias cosas, programas de televisión. Me acuerdo
de un programa de televisión donde alternábamos; salía Rodrigo con unos animales. Hace unos diez años hicimos un documental que parece que tuvo éxito.
¿Por qué participaste en ese proyecto?

Por falta de espacios. No era sencillo en México ir en solitario; no daba frutos. No
es que uno quisiera ir por la sola; en los ochenta los espacios estaban cerrados y
un colectivo tenía más peso.
Musicalmente nunca me sentí como en la misma línea; nunca he hecho un
blues, nunca me ha gustado la canción urbana como algo que yo escuchara. Era
muy joven y tenía amistad con ellos; nos gustaba juntarnos, platicar, tomar cerveza. Era más una relación de amistad y de simpatía que un movimiento.
¿Qué te dice hoy aquella experiencia?

Después de tantos años está un poquito en el recuerdo ya; puedo pensar en
Rodrigo, Jaime López, Catana, Roberto González y cada quien hemos hecho
nuestras cosas. Se sigue usando el término. Hay nuevos Rupestres, unos que ni
conocemos, como que el sello se quedó y hay todo un movimiento urbano de
consideración.
39
Quedaron para bien los movimientos de los ochenta, que eran alternativos,
contestatarios, necesarios en un país que salía de una represión muy reciente; era
muy importante en esa época. Para mal: pensar que cualquier manifestación mal
hecha puede ser rupestre. No está padre que cualquier cosa que cante cualquier
compositor rudimentario sea rupestre. El término Rupestre como algo esencial
está bien; todos somos Rupestres cuando hacemos bien las cosas, pero ese otro
término de mal hecho, de no estudio, no afino, no canto: eso no ayuda mucho.
En el disco citado, Un producto de los sesentas, grabaste una pieza que reflejaba
mucho a toda nuestra generación: Yo no nací en la Huasteca, que, sin duda, es la
que te abre un espacio propio dentro del Colectivo Rupestre y en la cual fijabas,
cuando menos, tres puntos básicos que los chilangos de entonces debíamos ir
definiendo para poder darle valor a nuestra identidad: el folklore, la ciudad y ser
productos bitleanos. Háblame de esos tres puntos y cómo logras sincretizarlos en
tu obra.

Es una pieza que sale cuando estaba muy reciente el movimiento de las peñas y
por lo tanto era un movimiento muy politizado, muy a favor de la izquierda de
esa época. Quién sabe por qué, o es parte de los setenta, la música tradicional
era música de izquierda, era algo vinculado. Había peñas donde le cantaban al
Ché Guevara o a Salvador Allende. Éramos gente muy joven y era una moda. Yo
lo siento como una moda estar a la izquierda, en las peñas. Pero la gente estaba
muy acostumbrada a las canciones contestatarias como La paloma o lo que hacía
Gabino Palomares.
Yo vengo de otra manera de concebir la música: desde muy niño toco y escuchaba sobre todo la música de los sesenta: Beatles, Doors, Cream, después Simon
& Garfunkel, después la música barroca; pero uno debe estar ad hoc en el momento y tenías que hacer canciones y en español. Cantar en inglés ya había pasado,
era parte de los jipis; no estabas en el momento. Y empecé a hacer esta canción
y me vino la idea de que era medio artificial, que siendo nosotros como éramos,
viniendo de clases medias de los cincuenta, de repente éramos pro-campo o prohuastecos y, pues no: éramos otra cosa. Y es una canción que sale a partir de esa
idea de ser honesto con que somos de clase media y escuchamos a los Beatles sin
entenderles nada, pero así crecimos.
Por ahí está como una de las mejores cien canciones de la historia del rock mexicano. Hoy en día me piden que la cante, pero yo no puedo cantar algo con lo cual ya
no… ¡a mí sí ya me gusta la música huasteca! Y sobre todo la jarocha, pero es algo
40
Avant-Folk, proyecto paralelo de Eblen Macari y Mauricio Sotelo, de Cabezas de Cera.
(Archivo: Eblen Macari).

que en su momento era necesario; de ahí muchos ya empezaron a hacer canciones
más honestas, que tenían que ver con lo que vivíamos. Ahora ya se han hecho demasiadas canciones sobre la ciudad; se ha abusado de las canciones urbanas.
Siendo producto de la migración y cuando te han formado más de una cultura,
eres más proclive al mestizaje. La fusión y la transculturización son más naturales.
Yo ubico tu música en una dimensión tri-continental.

Me encanta la música europea, fue lo primero que abordé de la música tradicional,
sobre todo la música irlandesa, la música bretona, la música inglesa. De repente
siento que las canciones que hacemos nosotros tienen mucho del bolero, son muy
habladas con melodías muy pobres y yo, como soy zurdo y tengo problemas con
el lenguaje, gustaba mucho de oír a los irlandeses, y aunque no entendía nada oía
que la línea melódica era muy bonita y entonces descubrí que las canciones bien
hechas podrían ser música como la música celta, la música de las lenguas gaélicas.
Me gusta mucho Pentangle; descubrí que estos músicos podían hacer canciones
igual que los jarochos, que hacen líneas muy interesantes, y ese fue mi encuentro
con la música europea.
41
Por muchos años toqué la guitarra arpegiada y el ritmo no lo entendía, hasta hace relativamente poco; el ritmo vital lo entendí cuando empecé a tocar con
percusionistas, hace quince años: primero con José Sefami, después con Bringas
que tocó la tabla, luego con el maestro Peña y ahora con mi hijo Kabalan, que toca
muy bien la música árabe; ahí empecé a ver que la canción a veces es muy estática.
Si escuchas a Cohen está bien, pero es mucho discurso también.
Cuando creciste haciendo canciones tienes un poquito ese defecto, de no trabajar el ritmo; pero ahora sin eso ya no puedo componer. Esa parte la descubrí
con el mundo árabe y esa herencia es maravillosa, esa música es increíble. La música africana, la música árabe y la música de la India vinieron después. A mí de
chavo no me gustaba la percusión; ahora siento que es importante para que la
música salga.
Mis piezas pueden sonar a música celta, a música árabe, a la India; desde muy chavo
me volví compositor porque nunca tuve el don de sacar las rolas de otros. A mí me
costaba mucho trabajo y prefería hacer una pieza. No me gusta engañar y decir: “Sí,
soy especialista en música árabe o música de la India”, no; sólo la conozco y la oigo.
Eso y lo poco que estudié de música europea: armonía, contrapunto y orquestación.
La colonia libanesa en México es bastante amplia y ha dejado huella.
¿Cuándo llega a tu entorno tu origen árabe?

Yo tardé muchos años en volverme libanés porque cuando yo era niño, en los
sesenta, ser emigrante no era algo muy agradable. Ser africano o árabe era mal
visto en el mundo y crecimos con eso. Mi papá, que es un libanés cien por ciento,
no lo exteriorizaba por eso. Es una historia complicada. Nadie entendía qué es ser
árabe porque en nuestro caso somos de origen cristiano. Todo mundo cree que
los árabes son narizones, musulmanes, que usan camellos… y eso no es cierto, es
un mundo muy amplio, con muchas variantes.
Yo lo descubrí ya grande y cuando fui a Líbano fue una experiencia única; sentí
que era libanés aunque no hablara la lengua, aunque no tuviera ese acercamiento.
Hay algo ahí muy fuerte en ellos porque toda su vida han sido migrantes; hay más
libaneses fuera de Líbano. La historia de nuestros abuelos es un acoplamiento a
la primera con mexicanos: se casaron con mexicanas: se volvieron mexicanos; así
son los libaneses, que se adaptan y no lloran.
La esencia está y me da mucho gusto porque cuando toqué en Líbano y cuando toco con los libaneses, ellos sienten algo cercano, como un artista de origen
mexicano pero que tiene cosas comunes.
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Soy mestizo cien por ciento y nunca he tenido problema por mezclar ni la comida ni la lengua ni la cerveza. Soy una persona a la que le encantan todas las
culturas, todas las mujeres de cualquier color, todas las comidas me gustan; no
tengo ese prejuicio y posiblemente es una herencia libanesa el darse cuenta de esa
manera de interactuar.
Pareciera que el Sureste es una obsesión en ti: pejelagarto, Macuspana,
Cosamaloapan, Pochitoque e Istmo son palabras incluidas en los títulos de algunas
de tus piezas. Ya sea en ámbitos etéreos como rítmicos y, junto con el son y el
bambuco, son la parte mexicana dentro de la fusión que tu música representa.
¿Lo contemplabas desde los principios?

Esos títulos son tabasqueños porque Olga, mi mujer, también tiene el mismo origen, es libanesa-tabasqueña y yo soy libanés-yucateco. Visité mucho Villahermosa cuando hice la Música para planetarios; me gusta más Tabasco: es un estado
libre de pensamiento. Yucatán es, si no más cerrado, sí más tradicional. Es mucho
del misticismo que se da en nuestro país. Musicalmente, las melodías de Veracruz
son de las más importantes de México. Desde el Sotavento la música jarocha llegaba hasta Huimanguillo, en Tabasco.
¿Cuáles son para ti los puntos de encuentro musicales entre los tres continentes y
cómo los integras a tu obra?

Hoy en día todos los músicos que se jacten de serlo tienen diferentes influencias,
es algo que ha pasado en toda la historia de la música. En el caso del son jarocho,
es la música barroca del siglo XVII, la música africana que llegó con los esclavos
negros traídos por los portugueses y la influencia indígena que, aunque es muy
poquita, está ahí.
No podemos hacer algo que no tenga diferentes raíces, toda la música es mestiza, afortunadamente. Hoy esto es más claro por el Internet, por la apertura que
hay para viajar, por los acercamientos, pero la música toda la vida ha sido un encuentro de diferentes raíces desde Bach, Telemann, Pourcel...
En la España medieval del siglo XV, donde vivían musulmanes, judíos y cristianos
y donde había todas esas influencias, las Cantigas de Santa María, de Alfonso X,
son así, con esas músicas que toman de todos lados.
En varias entrevistas has manifestado que la búsqueda de sonoridades
y ritmos, de un espacio sonoro abierto, son parte esencial de tu estilo musical.

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De los ambientes sutiles, sobre todo a partir de Música para planetarios, hasta
las sonoridades rítmicas de De Beirut a Cosamaloapan se siente una fuerza
interpretativa más intensa. ¿Cómo has sentido tu evolución musical en
estos más de 30 años en escena?

Desde muy joven me interesaron los sonidos abiertos, esto es técnicamente la
resonancia de los armónicos. Me gusta la música mojada, que tiene eco, que tiene
resonancia; de ahí que mis músicas favoritas sean las gaitas, las sitars de la India,
la música barroca, los clavecines, la jarana. He trabajado en eso; no es algo que se
dé mucho en los músicos porque ahora se está muy en la forma de la armonía y se
descuida eso, desde mi punto de vista.
Creo que De Beirut a Cosamaloapan es un disco acústico con piezas como Costa fenicia, donde el clavecín y la guitarra están al unísono a propósito, donde los armónicos resuenan de manera simpática, muy especial, y van creando otras voces.
¿Cómo trabajas, técnicamente, tus espacios sonoros?

Depende de lo que voy a componer, si es una música para un audiovisual, una película o un documental. Estudié composición, entonces puedo utilizar diferentes
técnicas; puedo escribir desde una manera antigua, renacentista, clásica, romántica; puedo hacer un blues, algo de jazz. Conozco la armonía y conozco los estilos,
no los domino pero sí sé de qué tratan. Mi música técnicamente está llena de espacios modales: la armonía medieval que, trabajada de una manera contemporánea,
acepta otras notas; se añaden otras disonancias que no tiene la música medieval,
pero se trabaja como una técnica renacentista-medieval llevada al siglo XX.
A través de tu discografía han sido muchos y de muy variadas influencias
los músicos con quienes has compartido escenario y estudio de grabación: Óscar
Reynoso, Juan Valdés, José Luis Almeida, Yusuf Cuevas, Sotelo y por supuesto, Olga
y Eblen. ¿Te sientes más cómodo con un solo acompañante o prefieres
un ensamble?

Últimamente me gusta tocar en grupo; ya no me gusta tocar solo. Eso dejó de
funcionar hace algunos años; se dio mucho en los ochenta, los noventa: Jorge
Reyes, Luis Pérez, Antonio Zepeda, Macari como solistas. Hoy en día es muy
difícil mantener la atención del público, la gente no te pela; bueno, ni Paco de
Lucía toca solo. Se requiere de una técnica muy depurada, una variedad de repertorio y de tener varias guitarras para que puedas ser interesante. Tocar solo es
como comer solo.
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Yo me siento muy a gusto tocando en ensamble con mi familia, con mi hijo
Kabalan que es un gran percusionista, con Olga que toca el clavecín de maravilla;
con Óscar Reynoso que es el mejor músico que he conocido en mi vida, con un
talento impresionante; con Juan Valdés, con quien hice el disco que más me gusta
en mi carrera: Trayectos; Cuevas, que toca todos estos alientos y en realidad es
como otro elemento encima de la música que hacemos; Sotelo, de Cabezas de
Cera, que es muy talentoso. Me siento a gusto tocando con este tipo de gente.
Lo que más hago ahora es palomear: me meto a tocar con celtas, con jarochos,
con quien sea, y palomeo con la guitarra. Y eso me gusta mucho.
¿Cómo decides la instrumentación de tus piezas?

Hablando técnicamente, no me gustan los ensambles tradicionales; creo que ahí
pierde mucho la música. Por eso me gustaba tocar con Cabezas de Cera; Sotelo
toca instrumentos muy raros, Jesús toca instrumentos muy raros: el clavecín es un
instrumento en desuso, afortunadamente, y la percusión árabe no es algo común
en el drum-set de la parte armónica.
A partir de sonidos decido trabajar con la jarana, que es sonora; con la guitarra
de ocho cuerdas, que es sonora; con la guitarra de metal. Busco ser original de
esa manera, no repetir la alineación tradicional. Es una concepción más barroca,
más antigua. Usar la misma instrumentación y las mismas formas es un concepto
romántico, del siglo XIX, con la sinfonía, con el cuarteto. Aquí es un concepto más
de dosificar los instrumentos, de buscarles su lugar. No es necesario tanto, por eso
me siento cómodo tocando en trío o en cuarteto; no veo la necesidad de tocar con
una sinfónica, no me hace muy feliz esa sonoridad: uno puede lograr una sonoridad fuerte como los tibetanos con sus coros, los celtas… Es una cuestión técnica
de resonancia de los armónicos.
Casi la totalidad de los músicos participantes en aquel 2º Festival Rupestre
no viven, a 28 o 29 años de distancia, de sus composiciones e interpretaciones
o de alguna actividad cercana a la música y se mantienen dentro de la
marginalidad por falta de espacios en la colectividad comercial; sin embargo,
tú mencionas que has podido vivir de la música en México.

México, como un país latino, es un lugar donde la música se da bien, como Brasil,
Venezuela, Cuba o Colombia. México es un país con el mismo potencial, su único
problema es que está muy cerca de Estados Unidos y eso ha hecho que exista
ese malinchismo. Por otro lado, las instituciones han sido maravillosas a partir
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de Vasconcelos, que creó la SEP. Los institutos de cultura sí han funcionado en
México; hay dinero para la cultura. Los gobiernos, aunque sean de derecha, le dan
importancia, saben que es necesario que la cultura exista y hay dónde moverse.
Yo vivo bien de la música.
México es un país noble, a la gente le gusta escuchar música. Un festival mexicano bien realizado no le pide nada a ningún festival europeo. Es un país que está
abierto a las músicas, un país bueno para hacer música.
¿Es factible, económicamente, para el público asistir a los conciertos? Sabemos
que hay una diferencia muy marcada cuando viene un artista extranjero a cuando
se trata de un artista nacional.

En la Ciudad de México hay muchos conciertos. Si uno busca, bien puede escuchar
a músicos extranjeros en el Zócalo o en una plaza. Paul McCartney tocó en el Zócalo gratis. Sí es caro de repente ir al Teatro de la Ciudad, al Metropólitan, pero la Sala
Netzahualcóyotl, la UNAM, son accesibles: puedes ir a un concierto internacional y
el precio es factible: ahí escuché a Jordi Saval y a Keith Jarret y no fue caro.
No es un país donde todo sea bisnes, aunque sí tiende a ser eso; pero todavía
se puede. Hasta se peca, a Eblen Macari lo puedes escuchar gratis en cualquier
delegación y es malo también porque la gente dice: “Ay, pues es gratis” o “voy
después”. También tiene su punto débil esta oferta tan amplia.
Muchos grupos se quejan de que no hay espacios. Siempre he sido una persona
que está adelante de lo que va a pasar, me doy cuenta; digo si algo va a funcionar
o si algo no a nivel de cómo se mueve. Lo mío funciona porque no toco igual que
hace veinte años, ya no hago Música para planetarios, ahora hago una fusión con
percusión, no uso nada de secuencias en vivo y me funciona; no va a ser para toda
la vida, un día va a tener que ser otra cosa, ahora estamos con música barroca que
me gusta; sé por dónde va.
Hay que cambiar o morir. Lo más sano que te puede pasar es tocar con jóvenes:
mi hijo tiene ventitantos años y es una maravilla, es fresco, te da mucho. Están
muy gruesos, traen muchas pilas; McLaughlin toca con chavos que tienen energía, técnica y eso te prende y tú les enseñas también; aprenden las tablas, el escenario, el timing; no es fácil, uno sabe cómo hacer un concierto pero ellos tienen la
fuerza, la sangre fresca y eso hay que tomarlo.
No me quiero comparar con los Bach, estaría fuera de lugar, pero ellos pasaron la
estafeta por 400 años hasta llegar al máximo músico que ha dado la humanidad y que
es Johan Sebastian Bach. Y aquí lo podemos ver con los Nandayapa, Los Utrera, Los
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Eblen Macari Trio, en 2012. (Archivo: Eblen Macari).

Portada del álbum De Beirut a
Cosamaloapan (2012), de Eblen Macari.

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Vega. En las familias musicales deben pasar la estafeta porque es una herencia que
facilita el camino: lo que yo hice en veinte años mi hijo lo hizo en los primeros cinco
años, a los veinte ya había grabado un disco fuera del país. ¡Yo hubiera dado saltos!
¿Qué significa la posibilidad de mostrar tu trabajo fuera de México
y qué representa el haberlo hecho?

De mi vida es lo mejor que me ha pasado. A los quince años dije: “Yo quiero viajar
por el mundo” y lo he hecho haciendo música. Realmente agradezco a la vida porque cuando voy a tocar representando a México realmente me siento mexicano.
Cuando estás en Indonesia o en la India o en Líbano o Haití y dices: “Qué bonito
que vengo a representar a México”. Me han tocado muchos 16 de septiembre fuera del país y me ha emocionado mucho poder representarlo, porque México es
complejo: no nada más mariachi; también somos nosotros. Y nos aceptan bien;
nada más les dices: “No soy mariachi; hay otras cosas”. Y entonces entramos al
mismo canal.
¿Conoces, en términos generales, la obra de tus compañeros Rupestres
de entonces al día de hoy?

Sí, cómo no: hace poco trabajé en el disco de Roberto González titulado Por ahora. Los primeros acordes yo los hago, una guitarra pulsada. Conozco lo de Catana
que me gusta mucho: Caballo. A Jaime lo he oído un poco menos; de él me gusta
la obra vieja. Armando Rosas es buen músico, muy buen guitarrista. A Fausto
Arrellín lo veo porque su hijo es un gran diseñador y ahí grabamos y hacemos
cosas. A Roberto Ponce, la última vez que lo encontré me preguntó, para Proceso,
sobre la música que estaba haciendo sobre Teotihuacán. A Nina, no reciente, pero
sí la ubico bien. A Guillermo Briseño también, por su escuela.
¿Con cuál o cuáles Rupestres te gustaría trabajar hoy en día?

Me gustaría grabar algo con Catana en sus discos, hemos tratado y estaría bien
hacer algo; con Jaime también. Con ellos son con los que más relación tengo. Han
sido una generación provechosa para el país. No es fácil que los músicos sobrevivan tanto tiempo; las cosas van cambiando y no es fácil mantener una carrera. La
mayoría ha abrevado y puesto en sus obras música folk de algún sitio del país. El
folk es la raíz que le da vida a las cosas. Una música sin raíz no tiene mucho futuro.
La música tradicional como base es buena para crear.

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Eblen ¿eres feliz como músico?

Es una vida muy profunda, complicada: existe; la música tiene altibajos, no todo
el día estoy en eso. Como decía hace poco: “Vamos a hablar de comida, de cerveza, de viajes y, después, de música”. No soy un artista intenso que todo el día digo
que sueño con la música porque sería mentir.
Sé mucho de música, soy melómano, toda mi vida; vivo de ella, me ha hecho
viajar por todo el mundo, conocí a mi mujer que es músico, mis hijos lo son. Sí,
estoy agradecido con la vida; es algo lindo. La casa es de música también. Tiene
sus bemoles; no es todo maravilloso: de repente la economía, a veces no hay conciertos, a veces no te ganas la beca. Pero tengo 30 años viviendo de la música.

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Rafael
Un gato de corazón púrpura
raúl silva
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Rafael Catana en el Salón Bombay, con Federico Schumcler al fondo. (Foto: Aristeo Pantoja, 2012).

H

Catana va silbando por la calle una rola,

su pelo es un poema, o quizá alguna broma
Desolación, de Arturo Meza

ace muchos años, caminando con Rafael Catana por entre la selva citadina
del Tianguis del Chopo, unos chavos que lo vieron pasar le gritaron: “Catana, no te
mueras nunca”. Este gesto amoroso no sólo es un buen deseo, sino también una
consigna que la música es capaz de convertir en realidad. Pero no sólo la música. En
la intrincada trama de la vida mexicana contemporánea, de la urbe y sus recovecos
más misteriosos, Rafael Catana es uno de esos personajes que nutren y se nutren
con alimentos tan diversos como la generosidad, el sentido del humor, la irreverencia, el canto popular, la poesía, la solidaridad y la memoria. La desmesura es también

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su fuerte y con ella ha podido capotear un temporal donde los cataclismos no son
escasos. Músico, activista cultural y social, conductor de radio, poeta, profesor y tallerista, Catana ha dejado rastros de su andar por este mundo en cinco producciones
sonoras. Sus títulos revelan intenciones: Un gato de corazón púrpura (1989), Polvo de
ángel (1991), El nagual (1997), La rabia de los locos (2001) y Caballo (2011).

Catana ha poblado su ser y su música con todo tipo de literatura. De Henry
Miller aprendió cierta indolencia para el arte del amor, de Roque Dalton ese chispazo luciérnaga que dejan las causas perdidas y de Mario Santiago el regocijo de
reírse de sí mismo, por ejemplo. Su lectura de la ciudad y de la vida está en sus
canciones; es un viaje en Metro, avistado por miradas y sensaciones que buscan
descifrar una realidad que se escapa.
El don de la conversación y una memoria fresca, la necesidad de dejar la mayor cantidad de huellas, el sentido crítico que mantiene abierta la puerta para los
reclamos, (porque evidentemente que Rafael Catana también tiene huesos en el
armario), son atributos con los que se ha reconstruido este capítulo.
La vida
Prehistoria

Mi vida era ser fanático de Un Viejo Amor y de La Nopalera. Había vivido muchas tocadas de los hoyos fonquis, amaba a Bandido, El Ritual, Comunicación.
Soy fan de Eblen Macari desde 1972. Norma Valdez y Javier Bátiz, el Pájaro Alberto, Polvo, Medusa, El Hangar Ambulante, están en mi memoria, imagínate:
un niño precoz. Me tocó fundar el Centro Libre de Experimentación Teatral
(CLETA), en Sullivan 43, junto con una bola de locos como Los Mascarones,
Los Nakos, el grupo Informe, Enrique Ballesté, León Chávez Teixeiro, Luis
Cisneros, Roberto Pata Loca, Víctor Hugo Santos, Manolo Rodríguez, José de
Molina, Eduardo Lobo González; me tocó ver a Judith Reyes en el CCH Vallejo
y tocar con ella en la peña Tecuicanime, cuando yo era un aficionado más que
un profesional de la música. Por entonces estudiaba en la Escuela de Música y
hacía guiones para Radio Universidad, daba clases en escuelas, me enamoraba
perdidamente y buscaba una parte de la ciudad que se me había escapado en
mi adolescencia. En mi post-adolescencia empecé a descubrir ese DF lleno de
recovecos, lugares y espacios.
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Milité en la izquierda y me tocó ver su ruptura, en el sentido de la derrota de
la Revolución. Estuve en el CEFOL y conocí a la gente del grupo La Peña Móvil,
Cuicani, a Víctor Martínez, a Cade. Yo venía de la peña El Mosco Pasa y, antes de
formar parte de algún movimiento, me acerqué a la Liga Independiente de Músicos y Artistas Revolucionarios (LIMAR), donde conocí a muchos amigos como
Álvaro Guzmán, guitarrista de La Piel, Beto Delgado, la gente de On’ta, MCC, entre muchos que se me barren porque mi Alzheimer progresa… Luego estuve en
TIEMPO (Taller de Experimentación y Música Política) y componía unas canciones tan divertidas que las he olvidado. Pero fue precisamente el rollo colectivo lo
que me llevó a los Rupestres, con la creencia de que en conjunto se pueden hacer
las cosas y con la conciencia de que siempre alguien de nosotros se va a desarrollar
más, porque en los colectivos así es. Los Rupestres fueron una forma de despegar.
Tengo muchos pasados negros. Estuve en los talleres de El Ciervo Herido.
Aprendí que, más que poeta, lo que yo quería era escribir canciones. Pero fui becario de Bellas Artes en poesía, estuve en talleres con Ricardo Castillo, publiqué
una plaquette en la editorial Penélope, con Ilya de Gortari. Empecé a trabajar con
Fausto Arrellín en el 83. También me reunía seguido con Jaime López; trabajábamos cosas y nos veíamos para echar desmadre. Tomé un curso intensivo con él,
que en realidad fue un curso de vida. Él me invitaba a ver sus tocadas y a tocar con
él, todo desde el mundo de la amistad.
Hacía una vida común y corriente a partir de mi trabajo artístico, descubriéndolo y aprendiendo a componer canciones, buscando entender cómo se hace una
rola y cuál es el patín de esa creación: el texto y la música, algo que a lo mejor nunca he aprendido a hacer correctamente. Viajé a Centroamérica haciendo teatro
con una bola de locos y nos tocó estar cerca de la Revolución. Luego conocí a los
infrarrealistas y a una generación de poetas hermanos: Ricardo Castillo, Beatriz
Stellino, Pedro Damián, Silvia Tomasa Rivera, Hermann Bellinghausen, David
Huerta y mucha gente con la que comencé a formar mi familia, una gran familia
que ahora tengo. Soy de una generación con mucha suerte, mucha química, vibra
y energía, en el sentido del rol, el viaje, el movimiento y los movimientos sociales.
El otro lado

Lo primero que recuerdo haber escuchado fue un disco de Daniel Valdez, Mestizo (1974), y me pareció muy raro que alguien cantara a Joaquín Murrieta; se me
hacían muy raras esas canciones de bandidos. Luego conocí la música de Santana
y lo viví como una cuestión de identidad nacional con el rock, que se potenció al
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conocer a Los Lobos, esa banda chicana que en Estados Unidos canta en español. Se me hizo un mundo maravilloso, en el sentido de reconocer una identidad
nacional mexicana que a nosotros nos da pena, porque no tenemos autoestima
colectiva y nos avergüenza reconocernos. Esa búsqueda de la identidad la viví
cuando estuve en Los Ángeles, pensando mucho en la diversidad del rock mexicoamericano, que se la ha rifado en un ambiente cultural muy rico pero también
muy selectivo y hasta racista. En los ochenta escuché mucho a esa tremenda
banda que son The Cruzados y a esa cantante angelina maravillosa que es Linda
Ronstadt, en su época rockera. También tengo recuerdos de infancia escuchando
a Freddy Fender. Es inolvidable esa imagen suya, romántica, con su guitarra Telecaster. O Lalo Guerrero, que era tan cercano y por eso mismo no lo pelaba tanto y
ni siquiera sabía que era mexicoamericano. Todos ellos me dieron una referencia
cultural que a fin de cuentas es la mía.
Centroamérica

En 1975 viajé a Centroamérica con un grupo de teatro de la prepa. Habíamos ganado un concurso en el CCH. Fue un viaje que duró dos meses y medio. Íbamos Luis
Cisneros (que era el director), Macondo, El Rizos, Abigail Viveros, entre otros. Viajamos de México a Panamá de aventón. Fue un momento muy intenso en el sentido
de la creatividad artística, porque fue descubrir la realidad social de México y de
América Latina. Originalmente íbamos a viajar a Colombia, pero no pudimos llegar
porque había estado de sitio. Conocimos a muchos grupos musicales; vimos cómo
se formaba un partido político, que después sería el Frente Farabundo Martí para
la Liberación Nacional (FMLN), y la Liga de la Liberación. Estuvimos en Managua
con la gente del Frente Sandinista y en León durante una manifestación donde la
Guardia Nacional pasaba en sus jeeps a gran velocidad. Me enamoré de una niña
que me dio la mano y resultó ser del cuerpo de seguridad que nos estaba cuidando. Cantamos en las calles de Nicaragua las canciones de Carlos Mejía Godoy, que
estaban prohibidas. En fin, fue un viaje intenso donde, sin darnos cuenta, arriesgamos nuestra seguridad porque éramos unos niños muy vivaces y bastante ingenuos.
Después, muchos se retiraron de todo: de la música, de la poesía, de la política, del
arte. Esa aventura me dio muchas cosas, sobre todo, una visión del poder como algo
que está incrustado en la condición humana. Este viaje tiene que ver también con
cierta inteligencia emocional, resumida en una pregunta: ¿qué pinche onda con la
Revolución?

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Los Rupestres
¿Qué somos los Rupestres?

Cuando nosotros ideamos esto no pensábamos en cantarle a la revolución social ni
si íbamos a ser cantantes de la televisión, aunque Rockdrigo sí lo quería ser. Pero hay
sucesos en los que uno no cabe: o sea, no estás en el mainstream y tienes la necedad
de hacer tu trabajo hasta que estés viejito. Esto no es ser un perdedor, sino estar en
una batalla permanente que tal vez no ganes, pero sabes que no vas a perder. En
ese sentido nosotros ni íbamos a ser cantantes de la televisión y tampoco íbamos
a ser los cantantes de la Revolución, ni de la “revolución” del PRI ni de la “revolución” de la izquierda. ¿Por qué? porque los cantantes de la Revolución ya estaban y
la gente los escogió: son Silvio Rodríguez, Gabino Palomares, Amparo Ochoa…
Pero también sabemos que esta es una revolución derrotada y ahí es donde viene el
cuestionamiento sobre qué hacemos en el Movimiento Rupestre. ¿Qué somos? ¿Le
cantamos a una revolución derrotada, hacemos canciones existencialistas o simplemente la estamos pasando poca madre? Quién sabe. En todo caso, venimos de Sesiones con Emilia, el disco de Jaime López, Roberto González y Emilia Almazán. De ahí
venimos y también de El Pájaro Alberto, de Javier Bátiz, de León Chávez Teixeiro.
Recuerdo esa época como si fuera el principio de un sueño: el sueño de poder
construir un movimiento de rock con canción de autor y gente de bien creando
buenas rolas, con amor al escenario, a la música, al espíritu creativo de un país
que pensábamos que podía cambiar. Fue bien importante que en ese momento
existiera esa ilusión, y creo que actualmente hay una especie de reencuentro con
esa época, en el sentido de poder entablar permanentemente un diálogo con ese
sueño. Los ochenta fueron una época híbrida, porque veníamos de unos setenta
igualmente híbridos. Pero… había un sueño y ese sueño se ha podido realizar de
diferentes formas.
El Movimiento Rupestre no sólo se hizo con los músicos que lo integramos,
sino también con otra gente que fue fundamental. Jorge Pantoja es uno de ellos.
Era subdirector del Museo del Chopo y nos abría las puertas para ensayar y tocar.
Su apoyo, su presencia y su locura por inventar cosas son esenciales. Fundó el
colectivo La Agrupación Imposible y es un caso dentro de la contracultura mexicana: inventó los concursos de rock del Chopo, de donde salió mucha gente, y
también fundó el Tianguis del Chopo. Es un tipo que tiene ideas todos los días y
de pronto enloquece y las comienza a desarrollar.
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Pienso en Rodrigo de Oyarzabal, que tenía su programa ‘El rol de todos los
días’, en Radio Educación, y nos cobijó (de hecho debería estar en la famosa foto
de los Rupestres). Otros personajes cercanos han sido Pepe Návar, José Luis Torres (El Capitán Chorizo), Víctor Ezkide, Alain Derbez, Jorge García Montemayor
(que nos ha arropado a todos con su maravillosa guitarra), el poeta Pedro Damián, Edgar Arrellín (un autodidacta que nos ha sonorizado infinidad de veces)...
Luego están proyectos culturales como el Foro Alicia, la Editorial Penélope y todos los espacios donde hemos tocado.
El colectivo

A partir de las relaciones que Rockdrigo y yo teníamos empezamos a juntar a esta
serie de compositores, un poco alejándonos de la gente del canto nuevo y buscando otro ambiente del rock que no fuera tan gandalla como el de los hoyos fonquis.
Así nos organizamos y se me ocurrió que le pusiéramos ‘Colectivo Rupestre de
los Cantantes Bofos’, siempre en un sentido de broma porque éramos los más
bofos de la música en México en cuanto al crecimiento y el desarrollo, en cuanto
a lo feito que puede ser un cantante rupestre en medio de un glamuroso rockero
heavy metal de la época o una estrella de pop de televisa o un cantante de izquierda
que le rinde tributo a la Revolución.
El manifiesto

La idea de escribir un manifiesto se la debemos a Jorge Pantoja. Rockdrigo fue el
que la llevó a cabo en un momento en que la vida simplemente sucedía. Digo esto
porque el Movimiento Rupestre se dio sin que lo premeditáramos. El Manifiesto
que escribió Rockdrigo nos daba mucha risa y no estábamos tan de acuerdo, en un
sentido figurado y real. Yo vengo del rock y del folk, y siempre me ha interesado la
tecnología. Pero una de las cosas que siempre he pensado es que la gente necesita
tener buen humor; tu éxito puede ser a partir del buen humor. En ese sentido,
creo que el Manifiesto Rupestre es una buena broma, tiene un excelente sentido
del humor y cuestiona a la tecnología. Pero el Movimiento era de facto, se estuviera a favor o en contra del Manifiesto. Claro, ahí también había una estrategia
para estar vivos y eso fue muy importante, porque a veces uno tiene que hacer
los ambientes y realizar diferentes cosas en diferentes momentos de la vida. Una
de ellas es el poder estar en el rock y también en la canción de autor o, en aquellos tiempos, en el canto nuevo; aunque de pronto no estábamos en ninguno. Los
rockeros nos veían como muy fresas y la gente del canto nuevo se espantaba con
nuestras canciones, porque no eran la típica canción de Silvio Rodríguez.
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Los Rupestres no se acabaron con la muerte de Rockdrigo

El Movimiento fue creciendo después de que murió Rockdrigo. Los fundamentalistas creyeron que se había acabado, pero no. Se integraron Arturo Meza, Gerardo Enciso, Mauricio González Gómez, Armando Rosas, Carlos Arellano, Marco
Ruiz y revoloteaba por ahí Normando López, entre otros. Se dio un suceso en
donde lo más importante no fue Rockdrigo González, sino toda la gente que se
identificó y ha estado ahí. Roberto Ponce dice que en cuanto muere Rockdrigo
muere el Movimiento; yo digo todo lo contrario: en cuanto muere Rockdrigo el
Movimiento se consolida, dura un tiempo y desaparece. Sí, estábamos muy tristes, pero la vida tenía que seguir; llegó gente nueva, músicas nuevas, otras formas
de hacer canciones. El Movimiento Rupestre forma parte de la memoria de nuestras vidas y de las vidas de mucha gente. Yo tengo ese sambenito de ser Rupestre y
me lo quisiera quitar, pero es muy difícil porque ya es algo histórico.
Concierto en vivo y El poeta rupestre

Es memorable, para esta historia del Movimiento Rupestre, el espectáculo que
montaron el poeta Ricardo Castillo y Jaime López: Concierto en vivo. Fue una
bomba para el underground de la época y no está registrado a nivel discográfico.
Fue el primer espectáculo de un poeta y de un rocanrolero en vivo. También, otro
antecedente memorable está en El poeta rupestre, una serie de textos de Alejandro
de la Garza, que leyó una noche en que Ricardo Castillo no pudo hacer Concierto
en vivo. Es una obra que habla de José Pepe Nador, de Iztapalapa, y fue la primera
vez que escuché el término rupestre. No sé si es un término despectivo. Recuerdo
una película donde sale un ogro y un burro que le dice: “Quítate de allí, tipo rupestre”, lo cual tenía que ver con una connotación racista y primitiva. Creo que se
debe reconocer a Alejandro de la Garza, El Cholibrí, como el primero que utilizó
ese término, aunque Rockdrigo después lo integrara al Manifiesto porque sabía
captar muy bien las ideas que estaban en el aire. Detectar el origen del uso de ese
término es una discusión que espero suceda en forma antropológica y que algún
estudiante de la ENAH haga su tesis al respecto.
La ideología Rupestre

Tiene que ver con el outsider y con el tipo con un punto de vista crítico. Por supuesto
que siempre estuvimos en la izquierda. El patín de estar de gira en la ciudad después
del terremoto, tocando en los campamentos y en las colonias, era una necesidad.
Luego la huelga del CEU, en 1986, cuando tocamos en Ciudad Universitaria y se
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integraron Trolebús y Armando Rosas. Había una parte glamurosa del rock que no
se unía y que de pronto, a partir de la aparición de ‘Rock en tu idioma’, comenzaron
a participar en movimientos sociales, en esa huelga del CEU con el famoso camión
de redilas de Maldita Vecindad. Empiezan a verse otras perspectivas y nuevos horizontes; nos organizamos más y después viene el movimiento zapatista. Por supuesto que hay un punto de vista ideológico, pero a la vez siempre ha existido un
cuestionamiento a esa izquierda menopáusica, tradicional, estalinista, chafa, nepotista, burocrática, conservadora, más papista que el Papa, que cree que el poder es
más importante y no los seres humanos. En ese sentido es una lucha contra el poder,
porque esa izquierda o la derecha asesina llegan a ser dos enemigos del trabajo artístico, y eso no lo digo yo, es algo histórico, desde el patín que traían León Trotsky,
André Breton y Diego Rivera por un arte revolucionario e independiente.
Una senda sin redención

¿Ha servido este viaje? Bueno, creo que sí ha servido pero no ha sido masivo.
Hay nuevas generaciones que siguen nuestro trabajo, tienen una idea de lo que
significa y saben que estamos en una senda donde no hay redención ni queremos
que haya redención. Simplemente es un camino donde nosotros cantamos lo que
vivimos, lo que nos pasa, el amor y el desamor, el poder, la izquierda, la policía, la
derecha, cuestionando cosas que tal vez no habíamos pensado. Porque imagínate
que la trova cubana, a pesar de que también se enfrentó a la burocracia, ha sido un
movimiento promovido por el Estado. Nosotros no hemos sido promovidos por
la izquierda ni por la derecha, nos promovemos a nosotros mismos ante un público que nos ha valorado y que nos ha seguido. Cierto, de pronto hay una historia
fuerte de desencuentro, porque las generaciones van cambiando y los públicos
van cambiando. Hay público fiel, pero la gente envejece y tiene otras prioridades
en la vida, le va cambiando el patín del cerebro o le van cambiando las ideas o se
vuelve conservadora o se muere. Estamos a contracorriente, siempre, es mi caso.
Infrarrealistas y Rupestres

Mario Santiago y Rockdrigo jamás hicieron buena química. Cuando se conocieron
en mi casa hubo un choque eléctrico: punta contra punta. No se dio un entendimiento ni un encuentro sino más bien una especie de odio entre ellos, pero sin violencia. Cada uno, con su tremendo ego, quería brillar más que John Lennon; algo
realmente imposible. Pienso que esto tiene que ver con el ego de la generación de
Rockdrigo, gente con una gran megalomanía en un mundo donde deberíamos hacer
58
Propaganda de la tocada en apoyo al CEU, de 1986.

59
más música; aunque por otro lado es un empoderamiento necesario para conservarte vivo en un mundo de hijos de la chingada. Rockdrigo era un hijo de la chingada.
Todo mundo lo mitifica pero era un hijo de la chingada, en el estricto sentido de la
palabra, porque le tocó venir de los setenta, donde en el ambiente del rock te tenías
que cuidar la espalda. Afortunadamente, esta generación del Movimiento Rupestre
la hicimos para no tener que cuidarnos la espalda del otro músico. Rockdrigo sí se
cuidaba la espalda y agandallaba a otros músicos, porque era su lógica de vida y tenía
cierta negatividad en ese sentido. Eso no le quita lo gran artista, por supuesto.
Ecos Rupestres

Creo que la influencia del Movimiento Rupestre es vital porque ha arropado a
una generación, sobre todo a través de sus individualidades; un poco pensando en
la escuela que han hecho Arturo Meza, Carlos Arellano, Armando Rosas, Roberto
González; en la escuela para cantantes que ha hecho Nina Galindo; en todo el
desarrollo de la música progresiva a partir del trabajo de Eblen Macari. A nivel de
los cantautores, está el trabajo de Roberto Ponce que, a pesar de no tener un disco
grabado, ha sido determinante para muchos compositores, y en esos incluyo a
algunos que no están cerca del Movimiento pero que tienen una presencia, como
Jaime Moreno Villarreal o Pepe Elorza. Entonces sí, claro que hay una influencia
a partir de la canción de autor y eso ha sido determinante para las nuevas generaciones. A lo mejor no soy la persona más capacitada para decirlo, pero creo que
hay muchos seguidores de Carlos Arellano, de Armando Rosas, de Roberto González, de Gerardo Enciso y de Arturo Meza, en un sentido de escuela. En mi caso
no sé, creo que soy el más modesto de todos y así me asumo, como un modesto
escritor de canciones de rock que nunca dejará de hacerlo.
Están los más jóvenes: Armando Palomas, Kristos, Leticia Servín, Carcará
Muñoz, Iván Antillón, Iván García, La Trola… Palomas es una manifestación plena de nuestra cultura popular y cábula, Kristos es hijo directo de Normando López y de Marco Blues, que a su vez viene de Rockdrigo y de los Rupestres; Leticia
Servín es una gran cantante y una compositora notable.
El Foro Alicia y Nacho Pineda son importantísimos para la historia del Movimiento Rupestre; ahí se renovó ese espíritu de las tocadas colectivas, con Nina Galindo,
Roberto González, Armando Rosas, Carlos Arellano, Gerardo Enciso y con las nuevas generaciones, donde están Leticia Servín, Kristos, Armando Palomas, que no son
precisamente Rupestres. Más allá de que el Movimiento ya está ‘pelas’, el Foro Alicia
es un sitio donde se manifiesta el espíritu de lo colectivo como un camino posible.
60
La luz del camino
Elina

Elina Cariño fue mi compañera y juntos tuvimos a nuestro hijo Arlo. Ella murió
en un accidente trágico en el Tianguis del Chopo, en 1986. Fue una pendejada
de unos escuincles babosos que ni siquiera supieron qué fue lo que pasó, y esto
también tiene que ver con el machismo de una sociedad que odia a las mujeres.
Lo que pasó con Elina fue la manifestación de una sociedad machista que ve a una
chava sola y la hostiga; de pronto hay una bronca y recibe un golpe en la cabeza.
Todo mundo se echó a correr; no hubo solidaridad.
Su espíritu siempre está conmigo, es mi compañía permanente. Elina está más
allá del bien y del mal, es un espíritu vivo que cada día me dice lo que tengo que
hacer y lo que no tengo que hacer. Y no soy esquizofrénico. Además era una mujer
guapísima y maravillosa; murió a los 26 años cuando yo tenía 32. Me quedé con
nuestro hijo y tuve que sacarlo adelante. El apoyo de mucha gente me ayudó a no
vivir en la eterna depresión. Tenía que sacar el corazón y los testículos.
Amigos entrañables

Llevo tocando más de 15 años con los hermanos Rivadeneyra; ellos son mis hermanos. Daniel es un virtuoso del rock progresivo, del flamenco y de la guitarra
acústica. Yo empecé a trabajar con él después de que dejó Delirium, un grupo
mítico dentro del rock progresivo mexicano. Para mí ha sido una bendición de la
vida haber podido tocar con él tantos años, recorrer muchas partes del país y estar
de gira por Europa. Lo mismo que David, que es un ser fresco y muy talentoso; ha
sido una gran inspiración en mi vida.
En realidad no tengo fans sino un montón de amigos; entre ellos Beto y Magda,
que realmente están safaditos y se les bota la canica, en el sentido amoroso. Nos
han seguido toda la vida y ya no recuerdo cuándo empezaron a ir a mis conciertos.
Los he visto también una y otra vez en las presentaciones de Gerardo Enciso, José
Cruz, Jaime López, Carlos Arellano, y hemos compartido viajes; me han salvado
la vida con su inmensa generosidad. Los fans enloquecen, pero los amigos son lo
mejor que te puede pasar.
Jaime López es una maravilla de arista y de ser humano. Me encanta su prendidez escénica. Aunque él no fue parte del Movimiento Rupestre, ha sido fundamental para la canción contemporánea mexicana. Él está más allá de cualquier
movimiento, es un individuo y un artista muy completo. Estuvo en el 2º Festival
61
Miguel Ordoñez,
Rafael Catana y Daniel
Rivadeneyra.
(Archivo: Rafael Catana).

Rafael Catana con los hermanos Rivadeneyra en el concierto
Noche de Primavera. (Foto: Juan Espinosa Torres, 2009).

Portada del álbum Polvo de ángel
(1991), de Rafael Catana; el diseño
corrió a cargo del artista José
Antonio Platas Olvera El Japo.

Rafael Catana y Los Dibujos Animados, en 1993. (Archivo: Rafael Catana).

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Rupestre
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Rupestre

  • 1. abajo en la El papel del tr ión del mono transformac en hombre gels Federico En guitarra en El papel de la ción de siete la transforma upestres músicos en R ería loco. Darwin se volv lo XX nacería un década del sig músicos sin ot Un grupo de olucionaría la arra de palo ev que una guit a de asfalto. de esta jungl toria musical his lebre deslave oriría en un cé sus profetas m gado en Uno de r grabado su le sin antes habe terremoto, no parecía que re. Y aunque ifiesto Rupest , piedra: el Man ia la extinción se dirigía hac pecie entera la es stinto in su marcha; su la tribu siguió lvó. gregario los sa da y la guitarra, ca o, la inspiración que los calor del fueg do Al visión del mun muy personal bas uno aportó su o con las prue . Y de acuerd la gran ciudad rodeaba: son el eslabón icólogos, ellos 14 varios mus urbano. de carbonoesta y el rock música de prot rdido entre la pe fue dejando os, este éxodo de los siglos añ se narró Con el paso nos; su origen do mitos urba contradas. ellas y sembran hu s en tener versione ca, llegando a lería de boca en bo socavón, a la ga entrar, por el de te invitamos a Por ello, sin dejar el pasadizo (y sta atravesar de la cueva, ha n esta labor que realizaro rupestrólogos mos conocer a los ción a la que he de esta excava arqueológica) casi stre, el libro. Jorge Pantoja llamado: Rupe ED C O N ES M POS I LE SIB EL LIBRO d i s t r i b u c i ó n   g r a t u i ta a . En la penúltim a las cavernas haría regresar ta iento que nos movim ra herramien EL LIBRO coordinación: jorge pantoja
  • 3. Galería Con el apoyo invaluable de: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes Comisión de Cultura y Cinematografía LXII Legislatura de la Cámara de Diputados Rafael Tovar y de Teresa Presidente Dip. Margarita Saldaña Hernández Presidenta Guillermo Núñez Herrera Secretario Ejecutivo Saúl Juárez Vega Secretario Cultural y Artístico © Rupestre, el libro Ediciones imposible Primera edición: febrero, 2013 Derechos reservados conoforme a la ley Distribución gratuita Jorge Pantoja Coordinación general Rafael Catana Asesoría Manuel Arias Leal Cuidado de la edición Andrés Mario Ramírez Cuevas Diseño Aristeo Pantoja Corrección de estilo Galería
  • 4. Galería de la cueva 6 Socavón 8 Breve historia pre-Rupestre: Alejandro de la Garza 16 Mírame aparecer, espejo dual de Roberto Ponce 32 Eblen Macari, un producto del mestizaje 50 Un gato de corazón púrpura: Rafael Catana 70 Roberto González: alvaradeño, kafkiano y jipi 84 Nina Galindo: “Soy la víscera, soy el sentimiento” 100 Fausto Arrellín, inventor de sí mismo 112 Rodrigo González; 1985, el año en que ocurrió todo 124 Armando Rosas, Carlos Arellano, El Haragán, Armando Palomas, Gerardo Enciso, Arturo Meza e Iván Rosas 154 Me fumé un toque de rock en Xochimilco, carta a Sergio García 156 Rupestrólogos Raúl Silva Felipe Cabello Rodrigo de Oyarzabal Raúl Silva Liliana García Félix Morriña Juan Pablo Proal Jorge Pantoja Pasadizo Javier Hernández Chelico Armando Palomas
  • 6. Rafael Catana Fausto Arrellí n Roberto Ponc e < < < Galería de la cueva 5
  • 7. Socavón E n su naturaleza más elemental, esta obra pretende responder a una pregunta clave: ¿qué ha pasado con los Rupestres? Muchos aún no tienen idea de la existencia de este movimiento, otros más creen que sus integrantes se extinguieron cual dinosaurios; pero no: una legión de fieles seguidores los acompaña a cualquier recóndito bar donde se presentan. Este libro reúne estampas y retratos inéditos de fundadores y personajes vecinos del colectivo nacido a principios de los ochenta: Rodrigo González, Rafael Catana, Eblen Macari, Roberto Ponce, Fausto Arrellín, Alejandro de la Garza, Nina Galindo, Roberto González, Carlos Arellano, Armando Rosas, Armando Palomas, Arturo Meza, El Haragán y el biógrafo en video de todos ellos: Sergio García. Desde una visión desenfadada, los textos se divierten y se confrontan con los personajes de Rupestre, el libro, primera obra en compendiar a estos cronistas melódicos del asfalto. 6
  • 8. En cada una de las entrevistas realizadas durante la producción de este título estuvo presente una cámara, por lo que la segunda parte de este proyecto será: Rupestre, el documental. Rupestre, el libro, forma parte del proyecto Radiografía de la Promoción Cultural fuera de la Esfera Gubernamental en la Ciudad de México, coordinado por la asociación civil Asamblea para la Cultura y la Democracia, con el apoyo invaluable de la Comisión de Cultura de la LXI Legislatura de la Cámara de Diputados, a través del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Febrero, 2013 7
  • 9. A la distancia, ese instante fugaz que fue el nacimiento del Movimiento Rupestre, a mediados de los ochenta, se asoma con su esplendorosa riqueza para mostrar sus huellas de una manera más evidente. La vida simplemente sucede y en ese vértigo de su transcurrir no alcanzamos a mirar sus estelas. Pero el tiempo, ese escultor impecable, se ha encargado de forjar una imagen posible de lo que fueron, son y serán estos seres Rupestres. Brev raúl silva 8
  • 10. Su herencia es la herencia de una generación, porque los Rupestres no fueron un suceso aislado. Nacieron, crecieron y se reprodujeron en el centro de una incesante acción cultural y social. Su andar se entrelaza con el de muchos que a través de la música, la literatura y todo arte posible, construyeron un oxígeno necesario entre tanta polución. Un testigo cercano de la biografía Rupestre es Alejandro de la Garza, que en este recuento memorioso nos asoma a una época que la lejanía no alcanza a disolver, sino al contrario: la vuelve más nítida desde sus más vibrantes resonancias. e HISTORIA PRE-RUPESTRE: Alejandro de la Garza 9
  • 11. El poeta Rupestre Pasé buena parte de 1982 viajando por Nueva York y Europa. A lo largo de ese viaje fui escribiendo una serie de textos que eran como sketches o algo muy semejante a los Artefactos, de Nicanor Parra, muy neuróticos y angustiantes, para representarse más que para leerse. Algunos los había leído en el hoy célebre Foro Tlalpan, donde hicimos varios ciclos musicales y teatrales. La historia del Foro Tlalpan es interesante porque se volvió un catalizador cultural y musical de insospechadas consecuencias; sin duda un antecedente claro del Movimiento Rupestre. En 1981, Jaime López, Eblen Macari, Maru Uthoff y yo (que, por cierto, veníamos regresando después de pasar diez alucinantes días de concierto en Jamaica, celebraciones de su independencia y primer aniversario de la muerte de Bob Marley; pero esa es otra historia...), nos acercamos al Salón 8½, donde Sergio García daba funciones de cine, al sur del DF. De esa reunión acordamos utilizar el Foro Tlalpan para presentar el ciclo ‘La respuesta está en el viernes’. Estaban de base Roberto González, Emilia Almazán, José Cruz, Jorge Luis El Cox Gaitán, Cecilia Toussaint y Maru Enríquez. Entre 1981 y 1982 el Foro funcionó muy bien y reunió a muchísimos de los músicos que luego cobrarían importancia, como Rafael Catana o Rodrigo González, en ciclos diversos como ‘Sólo los viernes vienes’. Fue una experiencia enriquecedora que nos nutrió a todos. Yo regresé de Europa al inicio de 1983 con mis textos y me encontré de nuevo con Jaime López, que estaba trabajando ahora con el poeta Ricardo Castillo, a quien ya leíamos desde que su primer libro El pobrecito señor X, a finales de los setenta. Es curioso que esa edición la hiciera el Centro de Estudios del Folklore Latinoamericano (CEFOL) y la poesía de Ricardo es todo menos eso: es estridente, rupestre, ácida, crítica y cuestionadora, tristísima a veces, pero celebratoria y divertida también. El CEFOL realizaba muchos encuentros y conciertos, pero sólo publicó dos libros de poesía: el de Ricardo y Ciudad tan personal, de José Joaquín Blanco. López y Castillo presentaban un espectáculo de música y poesía bastante bueno y fuertemente tramado, con base en el libro Concierto en vivo, de Ricardo, y en las potentes y muy líricas canciones de Jaime. Yo pulí mis textos y pensé en presentarlos también con música. La oportunidad se dio en marzo de 1983, cuando estaba programada una presentación de Concierto en vivo en la Sala José Martí, junto a la Alameda Central de la ciudad y, por no recuerdo qué causas, Ricardo no pudo regresar de Guadalajara para la presentación. Ya armado el evento me tocó sustituirlo y presentar mis textos junto con Jaime y sus canciones. Era algo que ya 10
  • 12. Portada del histórico álbum Sesiones con Emilia (1980), editado por primera vez por Discos Fotón. Emilia Almazán. (Foto: Sergio Arellano, 2000). 11
  • 13. habíamos hecho en el Foro Tlalpan e incluso para el Canal 11 de televisión, así que no fue complicado. Ahí fue cuando ese conjunto de mis textos se titularon finalmente ‘El poeta rupestre’. A la presentación llegó mucha gente; recuerdo bien a Catana y a la que fue su esposa, Elina Cariño, quien por cierto hizo un pequeño dibujo, unos trazos rupestres sobre una hoja que aún atesoro pegada en una pared de mi casa. De esto se están cumpliendo ahora, en marzo de 2013, exactamente 30 años. Éramos veinteañeros aún, llenos de rabia, poesía, música y talento... Luego de ese “éxito” seguí presentando mis textos, acompañado ahora por el mismo Ricardo Castillo y por la poeta Beatriz Stellino. El espectáculo era circense y locochón, se llamaba ‘Borrachos y semilocos’, con tres personajes: El pobrecito señor X (Ricardo), La mujer lagarto (Beatriz) y El poeta rupestre (tu seguro servibar). Hicimos varias presentaciones con este material y luego un espectáculo con Tepito Arte Acá. Era la presentación de unos carteles-cuentos que venían en un paquete y que eran leídos (el actor-lector fue Rolando Isita); había música de Catana, Fausto Arrellín y yo también cantaba canciones de Jaime y del Cox. Ese espectáculo lo presentamos en varios lugares y llegamos a la Sala Manuel M. Ponce en 1984. Para entonces, Catana, Rodrigo González, Nina Galindo, Fausto Arrellín y ahora sí que toda esa banda andaban ya en lo que llamaron Movimiento Rupestre, con su manifiesto y todo. Así que como antecedente pueden incluirse entonces esos textos y las presentaciones varias de lo que fue El poeta rupestre. (Escritos que acaso hoy me daría pena mostrar de tan elementales, aunque conservan su fuerza original). ¿Yo Rupestre? Yo he escrito siempre, y casi digo que es lo que mejor hago, aunque me gusta la música. Toqué varias veces y compuse algunas canciones (siempre apoyado por mi carnalazo Catana), pero decidí dedicarme a escribir y eso he hecho. En cuanto al Movimiento Rupestre, yo no me sentía parte de un grupo, y pienso que Jaime menos, porque no es muy gregario que digamos. Además, Jaime confrontó entonces otros retos mayúsculos y por muy distintos caminos, como presentarse en la OTI con el Blue Demon Blues y aparecer en Siempre en Domingo cantando Bonzo, Ella empacó su bistec y El mequetrefe. Muchos lo atacaron por eso, sin darse cuenta cómo abrió brecha. 12
  • 14. El saber callejero y popular de los Rupestres Su espíritu independiente, el recrear una sensibilidad urbana contemporánea, veraz, real, y saberlo hacer con gran manejo lírico, con canciones que te llevan de sorpresa en sorpresa, de hallazgo en hallazgo. La mezcla del saber callejero y popular, alburero y rocambolesco con refinadas metáforas urbanas y sofisticado conocimiento poético. El modo de vivir la ciudad y de cantarla con tal fuerza radical es una aportación inconfundible e innegable de los Rupestres. Sesiones con Emilia Veníamos de la represión al rock y la presentación de espectáculos que se derivó luego de Avándaro. Fue el momento en que, más allá de la trova y el folklore, el rock y la música pesada regresaron de los hoyos fonqui y volvieron a cobrar aliento. Un primer impulso fue, sin duda, el disco Sesiones con Emilia, de Roberto González, Emilia Almazán y Jaime López, que les editó Discos Fotón, del PSUM. Esa música trascendía lo trovero y lo folklórico para convertirse en una expresión urbana genuina de la Ciudad de México. Emilia Almazán era muy buena compositora, hacía coros con una imaginación sorprendente y tenía una voz cálida muy sabrosa. En el disco Sesiones con Emilia se puede apreciar el papel de equilibrio y balance que jugó entre dos compositores fuertes y diferentes, como son Roberto González y Jaime López. Muchas sutilezas corales muy bluseras, la intención en su fraseo al cantar la hacían un músico completo, porque además tocaba la lira con eficacia y placer. No sé si ella dejó la música, pero se cansó de todos estos ambientes (que también son pesaditos). Con José Cruz hizo cosas memorables en el Foro Tlalpan y una canción de ellos, Don Diablo, anda por ahí en YouTube. Me imagino que nunca dejó la música, que sigue tocando en su casa y componiendo. 13
  • 15. 14
  • 16. Fotos instantáneas del grupo Un Viejo Amor, en 1978. (Archivo: Roberto González). Portada del sencillo Seguir al sol (1973), de Pájaro Alberto. Portada del álbum Canciones (1979), de León Chávez Teixeiro. 15
  • 17. Mírame aparecer, espejo dual de Roberto felipe cabello zúñiga 16
  • 18. A (Archivo: Roberto Ponce). l este de Coyoacán, una curiosa luna menguante destila su inspiración onírica de medianoche en casa de los Ponce. Ahí, con mi pareja viajera, Laura Tejeda Paz, y ocho nuevas amistades, pasaremos el último día del moribundo 2012, en un ambiente de buena vibra, ricos vinos y frutillas. Preside la tertulia el coordinador de la sección cultural de la revista Proceso, Armando Ponce, más los canapés sonoros que convidan la lira y el canto Rupestre de Beto Ponce, El Tercero de la Tarde o El Enano Molón, como su padre El Brujo Ponce lo bautizó tras nacer a las 18:30 horas un 2 de junio de 1955, en Orizaba 109 y Álvaro Obregón, cerca de 17
  • 19. la Casa del Poeta ‘Ramón López Velarde’, colonia Roma, donde Beto estudiaría piano con una tía materna: Cuando pude echar mi guaco, empecé a galopar. Mi papá dijo: “A este enano, por molón hay que mandar… …lo en camión al otro lado”, mi mamá rompió a llorar. Y salté solito el charco, fue el enano a rupestrear. Roberto Enrique Ponce Padilla pesó al nacer 4 kilos 800 gramos. PADRES: Fausto Ponce Sotelo; 39 años, periodista. Martha Leticia Padilla de Ponce; 35 años, labores del hogar. DOMICILIO: Heriberto Frías 304-5. ABUELOS PATERNOS: Francisco Ponce, finado. Victoria Sotelo, Ensenada Baja California. ABUELOS MATERNOS: Julián Padilla, se ignora domicilio. Leonor Martínez de Silva, Tajín 149. “El Enrique no sé de dónde me venga, pero Roberto estuvo bien y al cambiarnos a la colonia Avante, en 1963, las pirujitas del barrio se referían a mí como ‘el famoso Beto Ponce’, que es lo que significa su origen germánico. Un nombre te marca; fuimos cinco hermanos y a todos nos pusieron dos. La única mujer fue Martha Leticia; ella nació después, en 1960, y el quinto de 1962, Ricardo Alberto. Desde chico preferí a Arman y Lety. Los parientes decían que yo había sido el consentido de El Brujo cuando falleció el 21 de agosto de 1993. La verdad que mi relación con La mamma creció al infinito. Me sentía muy cercano a ella y su muerte, el 22 de noviembre de 2006, ha sido lo más amargo que pudo sucederme”. Canto por ti que estás dormida, chica que guarda mi mar la serenata de vida hecha con perlas y hogar. “Jorge Negrete era el ídolo de mi madre, pero El Brujo prefería a Gardel, Los Churumbeles de España con Juan Legido, o Kiko Mendive. Mis papás se adoraban; nunca nos faltó nada. Mis discos: Ricordate Marcellino, de Renato Carosone, y Holiday in Italy, con una orquesta muy chida; además de las canciones populares italianas E Calosc (Isla de Capri), Marietta monta in gondola o ‘A Canzone ‘e Napule. Éramos los únicos con tele de bulbos en el vecindario, la Narvarte en pleno se metió al edificio cuando descargaron el mueble de madera con ese aparatoso receptor de imágenes: TV blanco y negro, ¡más el radio y el tocadiscos!”. 18
  • 20. A sus 57 años de edad en 2013, Roberto Ponce cumple 40 de haber comenzado su profesión periodística escribiendo sobre música. Su padre y Paco, el hermano mayor de los Ponce, Fausto Francisco (1944-1999), eran redactores de planta en deportes del periódico Excelsior, donde también colaboraba Armando con notas de arte, pero en las planas principales. Ambos hermanos abandonaron el periódico con el golpe a Julio Scherer y con él fundaron en 1976 el semanario Proceso, siendo Armando elegido coordinador de la sección cultural, cargo que ostenta hasta el día de hoy. Desde hace 15 años, Beto coordina las páginas de espectáculos en dicha revista y ha participado en los libros editados en 2002 y 2008 por su jefe, Armando Ponce. “Los Ponce fueron inoculados genéticamente por el oficio periodístico”, señalaría acertadamente el dramaturgo Vicente Leñero durante la presentación en el Polyforum Cultural Siqueiros del primer volumen que elaboró la sección cultural de Proceso: México: su apuesta por la cultura. El siglo XX. Testimonios desde el presente (Proceso, Grijalbo, UNAM, 700 páginas). “Papá había sido campeón nacional de salto largo antes de casarse, era cronista deportivo de Excélsior y acostumbraba llevarnos a importantes eventos que cubría; por ejemplo, a los pentagonales de fut internacional. Vimos jugar y convivimos en los vestidores del estadio de CU con los cracks del futbol brasileño: Pelé, Didí, Vavá, Garrincha y Djalma Santos. Con él fuimos Armando y yo al campeonato nacional de básquetbol en Chihuahua, que ganaron Los Dorados con La Aguja Quintanar al equipo verde del DF en un partido de alaridos. Un viaje increíble y divertidísimo de dos noches en el tren Chihuahua-Pacífico”. Boleto a Rupestrelandia Políglota, traductor de poesía femenina danesa y con estudios de Letras Inglesas en la UNAM y la Aarhus Universitet de Dinamarca, el oficio cantautor de Beto repuntó la noche del jueves 22 de noviembre de 1984 al frente del conjunto Cen, alternando con Alex Lora, del Tri, y Guillermo Briseño. Ocurrió en la célebre jornada final del 2° Festival de la Canción Rupestre del Museo Universitario del Chopo. “Fue una noche gloriosa; los chavos entraban al camerino del Chopo, emocionados: ‘¡Yo también soy Rupestre, yo también soy Rupestre!’. Los veía y preguntaba: ‘¿Qué querrán decir con esto?’ Me dio risa. Con el paso de los días si me decían rupestre me daba risa. A unos les caía en gracia y a otros los mortificaba. ¡Eso era formidable! Que a unos les guste llamarse así y a otros no, pero que nadie 19
  • 21. sepa lo que significa ser Rupestre es que lo Rupestre no pertenece a nadie. Todos podemos compartirlo”. “Encontrarme a Rockdrigo y formar parte del movimiento del rock Rupestre es de lo más extraordinario que viví. Sólo fue un año y pico juntos, periodo breve pero intenso para yo quererlo mucho, ser su fan y respetar su talento artístico. Rockdrigo y yo tuvimos problemas al final y nos distanciamos los últimos tres meses de su vida. No importa. A 27 años de los sismos, aquel cariño sincero permanece todavía en mi memoria”. La magia Rupestre floreció en el momento justo de apertura a las tocadas de rock con la voluntad de gente precisa y en el lugar más adecuado. Rockdrigo y los cantautores Rupestres dejaron un sello notable en el historial rockero mexicano. Su influencia puede ser minimizada o soslayada, mas no su existir. Para comprender al hombre, desde Adán hasta Lacan, recorrí folio tras folio, de Platón a Carlos Marx. Me gustaron Julio Verne, Jorge Byron y Tarzán, pero nadie como mi héroe: el Profeta del Nopal. En pos de información sobre canciones inéditas de Rockdrigo, busqué por correo electrónico a comienzos de enero del 2010 a Beto Ponce, y me enteré que una de sus últimas actuaciones musicales había tenido lugar en el Museo del Estanquillo, por mayo del 2009, con Rafael González, alias Kazt, y el percusionista Ricardo Jacob del grupo Escalera de Jacob, durante la presentación del libro coordinado por Susana Cato y Armando Ponce: 100 Poemas en papel revolución (Secretaría de Educación del Gobierno del DF, 315 páginas). La Escalera de Jacob acompañó a Beto en el Tributo a Rockdrigo 2005, en el Zócalo, junto con Poncho Figueroa, de Santa Sabina, al bajo. De él, grabaron las piezas Calzada de Tlalpan, Mírame desaparecer y Murmullos de La Paz o El tren de los locos y Qué hacer, de Rockdrigo, entre otras, cantando Beto. El segador, con pausas de música, segaba la tarde. Su hoz es tan fina que siega las dulces espigas y siega la tarde… Entona el primero de los poemas de Carlos Pellicer Cámara, que musicalizó en una guitarra española prestada, por septiembre de 1972, para su compañera 20
  • 22. del grupo 410, Clara Stella Turner Barragán, con la que actuaba cantando en la Prepa 6 de Coyoacán (denominada no por coincidencia pelliceriana ‘José Vasconcelos’). Ella le presentó a Nina Galindo y los tres integrarían el sexteto Mezclilla, que en el Concurso de Rock del Instituto Don Bosco 1973 triunfó con una canción escrita en inglés por Beto: Voces del bosque. Maybe it’s a summer flower Maybe it’s a lemon tree Puede ser una flor de verano, puede ser un limonero. Maybe it’s love Quizás Amor Which calls me low me llama quedo. I just don’t know, no. No, no lo sé, no. Armando recita versos de Pellicer como el Nocturno a mi madre, y pide a Beto su versión musical del poemario Cosillas para el Nacimiento, realizada entre 1986 y 1990 durante su estadía en Villahermosa, casado con la pedagoga tabasqueña Marina Wade García (que conoció el 18 de febrero de 1985, un mes antes de los sismos del jueves 19 de septiembre y quien indirectamente lo salvó de morir en el departamento de Rockdrigo). Por el agua y la tierra, noche en el aire; por el agua del día, vienen los ángeles. Apenas en el mundo, un niño cabe, pedacitos de cielo son sus pañales. Pese a sostener opiniones contrastantes aun frente a perfectos desconocidos como mi amiga Laura y yo (‘La delegación queretana’ desde la noche anterior en casa de los Ponce), Armando y Beto discuten pero sus diferencias no son irreconciliables. El carácter tolerante de Armando es factor de equilibrio a los embates mercuriales del Enano Molón, quien conoció a Carlos Pellicer por Armando en 1975. Al oírlo cantar El segador, exclamó: “Muy bien, Ponce, siga, va muy bien; no se pierda”. “Las canciones de Pellicer han sido el proyecto en el que más fe he tenido, en el que más creo; lo he presentado muchos años con lecturas de divas y actrices, la mejor Alejandra Montalvo: mi ex del grupo Teatro La Rendija. En 1987 casi concreté el disco con apoyos de la escritora Julieta Campos, cuando gobernó Tabasco con Enrique González Pedrero. El pianista de jazz Heberto Castillo montó 21
  • 23. arreglos pero todo se desinfló por una trilogía nefasta: la inútil directora del Instituto de Cultura, Laura Ramírez Rasgado; un pusilánime Heberto, y el ingrato pintor heredero, Carlos Pellicer López, que se hizo tres veces pendejo. A Nina le gustó uno de aquellos poemas, Madrigal de junio, y un día la grabaremos juntos”. Si yo te fuera olvidando, todo el amor te daría. Escúchalo y no lo entiendas, llévelo la poesía… Orillas del mes de junio que en una estatua se aíslan, la lluvia después le deja cadáveres de caricias. Aprovecho un brindis del Jägermeister con que Beto agasaja nuestra presencia y solicito Qual es la onda, que me cantó a medias tintas Pepe Rolas, escudero del grupo Qual. “¡Gulp! ¿Cuá, cuá, cuál? ¡Uta, esa rola está cañón, ya ni me acuerdo de la letra! Te refieres a Cuchillo pedernal, ¿no? Sueño imposible, Jelipón; no puedo, ni me la sé bien ya. Tendría que clavarme en terapia familiar para regresar el cassette, ¡ya me pegó el Aljaime (Alzheimer)! Y no me refiero al Jaime López, que conste, ¿eh? La grabé en los Estudios Meztli, de Federico Luna, ya lo dijo el Profeta del Nopal: ‘Todas las canciones son fáciles’. Deja ver… ”. ¿Me puedes decir si el polvo lunar afecta el cerebro de un gato? ¿O cómo al volver de un sueño espacial encuentro que aquí ya no estás? Ya no estás. 14 manos aplauden “¡las chidas rolas del Beto Ponce!”. “Qué bárbaro, ¿están inéditas?” “¡Qué lástima…!, ¿por qué no has grabado ni un disco?”, pregunta el amigo que estudia cine. “¿Tienes videos?”, dice la chavita de boca feliz junto a Beto; yo lanzo la obligada de: “¿Cuándo fue la última vez que tocaste, Roberto?”. Laura Tejeda me hace segunda: “¿Por qué ya no tocas?”. “Hay que darle chance a los nuevos valores,” dice. Respuestas así desconciertan a quienes no conocen el carácter dual de Beto y lo consideran alguien que no toma nada seriamente. Tardé dos años en acostumbrarme al vaivén. Intrigado acerca del porqué no editó disco solista alguno, Beto me invitó en 2010 a que charlásemos luego del brindis de fin de año de la revista Proceso, ocasión que probó ser poco propicia. Al ser inaugurada en el Metro Balderas la estatua de Rockdrigo por Alfonso López Kasanovita, le envié un cuestionario de 16 preguntas que él respondió profusamente en 20 hojas por correo electrónico. 22
  • 24. Recorte de prensa sobre los loquísimos Nina Galindo y Roberto Ponce, testimonio del inicio de su carrera profesional como rockeros. 23
  • 25. Cagaleras y los propios dioses “El de esta foto soy yo en el Festival de la Miel 2001 de la Plaza Hidago, en Coyoacán. Estoy cantando con mi novia Audrey Schmilcker Cul de sac; se la compuse en francés. Entre el público estaba mi madre. Y una luminaria parisina, Citlali Anaïs Le Clerre Ponce, preciosa hija de mi hermana Lety”. Je suis la fille plus diabolique, (Soy la niña más diabólica Mais su tu vais mon âme, Pero si quieres mi alma, Je fais pleurer les hommes., Je te donne un cul de sac…, Mon amour qui viens du Sud, Attend mon chat, qui’l dorme…, que hace llorar a los hombres. te doy un callejón sin salida… Amor mío, que vienes del sur, oye a mi gato que duerme…) “Pero ustedes preguntaron por qué no doy a conocer mis canciones y por qué no grabo un disco. Bueno, va que va... Son dos razones. No sé si ultrapoderosas pero me funcionaron lo suficiente para justificar rachas depresivas a la muerte de mi mamá. Esa fue la primera, su muerte. Y la segunda, bueno, Audrey, o sea… Ella terminaba en la UAM-X su licenciatura de socióloga cuando la conocí en Proceso; Jorge Munguía Espitia se la había recomendado a Arman para apoyarnos con las encuestas del libro México: su apuesta por la cultura, en octubre del 2001. Hizo un trabajo limpio, delicado, mega eficaz con Gaby Casas Morell; pero a mí me enamoró por su voz. Juntos escribimos Baja nena, que grabé al morir mamá en 2007, con Samantha Byers y el hijo de Daniel Tuchman en Cabo San Lucas, para mi cuate Poncho Varitas, dueño del bar Las Varitas”. Baja, nena, a la península azul para robar la perla que John Steinbeck perdió. Todos Santos o todas diablas, allá por Finisterre la vida late mejor, en… ¡Baja California Sur! “Fuimos un par de veces a Europa, viajamos como no te imaginas, aguantamos vara las cagoladas del puto mundo. Nos amamos, no sé si todavía, ¡pero cuánto la quise! Audrey Schmilker no era particularmente fan de los Rupestres, pero le gustó un cassette de Jaime Moreno Villarreal con Está valiendo madre el corazón, y me acompañaba en las tocadas como la de septiembre del 2007 por los Derechos 24
  • 26. Humanos, en Anahuacalli. Yo ya había caído en la secuela depre gachísimo, desarrollé problemas de riñones y diabetes, le di al trago con fe, enflaqué por descontrolar dietas y, total, en octubre del 2010 también Audrey se fue de mi lado. En medio del teatro del absurdo y la paradoja, no supe a dónde ir y todavía sigo buscando de dónde vengo. Ni pedo. Me quedé sin lágrimas. Neta”. Y cuando quiero pararle a mi viaje, me doy cuenta que el boleto tiene un chance aún para rolar. “Trato de ser fiel en este recuento, Felipe, a lo largo de cuatro décadas hay cosas de las que no me acuerdo bien cómo o cuándo sucedieron y algunas imágenes difieren de lo que otros protagonistas han dibujado. Por decirte: mi ex cuñado, El Chivo (Rodrigo de Oyarzabal), me incluyó en su blog Los 12 grandes del rock nacional por internet y menciona datos de piezas que él me grabó de 1973 a 1996 y que yo había olvidado por completo. Desafortunadamente, varias cosas que escribió allí son erróneas. Es lógico. ¿Cómo dar forma unilateralmente a un trabajo que necesita la colaboración forzosa de alguien más, en este caso yo como creador, para completarse? Ni siquiera uno como creador de una obra artística puede renunciar a su derecho de autor. Al subir esa información a la red, El Chivo no me consultó y su revisionis- Cartel de la presentación de Rockdrigo mo de 12 apóstoles rocanroleros mexi- y Roberto Ponce en el foro La Puerta, canos, que luego creció a 15, presenta en Guadalajara, en 1984. mi discografía a medios chiles. Cagola. El Chivo se molestó conmigo en 1997 y desde entonces no hablamos. Esta situación me entristece porque nos conocimos hace 42 años, en 1971. ¡Oye, es un tipo 25
  • 27. que sabe un chingo de música y por el que sentí mucho afecto, no obstante estar ahora distanciados! Pero contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano”. Adiós a las armas De un baúl apilado con papeles saca un ejemplar de La Rosita, periódico gratuito dirigido por Susana Cato para la Delegación Coyoacán, y lo desdobla para que leamos su texto Hurbanistorias del profeta del Nopal, acerca de la placa del escultor Felipe de la Torre, inaugurada “por obstinación del promotor Jorge Pantoja” en la estación del Metro Balderas, el 19 septiembre del año 2001, a los 16 de morir Rockdrigo. “Salimos contentos con una promesa firme de las oficinas del INBA en Chapultepec ante un atardecer húmedo con desganados grises, Rockdrigo encendió un cigarrillo que todos aspiramos, hizo gala de su cotorreo profético y en un alucine que provocó carcajadas, anunció socarrón: Algún día cambiarán las calles de este circuito del Auditorio Nacional por los nombres de los músicos Rupestres. Ésta se llamará ‘Avenida Roberto González’… Esa otra, ´Boulevard Roberto Ponce’… Allá, en aquella esquinita, estará el ‘Callejón Rafael Catana’… ”. “Rafa Catana no iba con nosotros y ya por entonces era obvia la antipatía que Rockdrigo y Fausto sentían hacia él. Como dueño del balón Rupestre que se arrogaba El Rockdrigo, yo también pasé a formar parte de su lista negra después de los jaloneos que nos dimos hasta rodar por las escaleras del Auditorio Nacional, el domingo 9 de junio, durante el Festival PSUM 85; así que cada vez que oigo A ver cuándo vas (a la casa a cagar), pienso que sí se la dedicó a Catana, como dicen las malas lenguas. Esa rola de Rockdrigo aplica conmigo y no es bluff ni wishful thinking. ¡La última vez que fui a su depar’, allí hice caca y pipí en su baño del edificio de Bruselas, hecho mierda y en reparación. ¡Si él cagola fuera de la bacinica, yo también!”. A ver cuándo vas a la casa a cagar, a ver si tus celos y envidias puedes desafanar. “Yo le dediqué Profeta del nopal, una baladita rock pensando en su muerte y en su hija Amanda Lalena, por 1999. A ella no le agradó porque al final puse ‘Adiós, Lalena tropical’ en la letra y luego que se la canté en público, ella me dijo: ‘¡Cómo que Lalena tropical… !’. Ella aún no se apodaba Amandititita, porque entonces la habría cambiado a algo menos fresa, como: 26
  • 28. Fue con el temblor que escuché el rumor y nadie sabía si era cierto. Pero con dolor alguien confirmó que Rockdrigo estaba entre los muertos Adiós, Profeta del Nopal… adiós, Lalena transexual, nos volveremos a topar cuando abordemos en Balderas aquel Metro.” Extrae de un cajón con cuadernos de sus diarios personales, aquel que acaba abruptamente en septiembre de 1985. Abre la página del mes de junio donde escribió una carta a su hermana Lety, quien se encontraba en Europa con su esposo El Chivo y que comienza, así: Querida hermana, trucha mía, te escribo estas líneas justo después d’ terminado el Festival PSUM 1985. Nina y yo finalmente nos aventamos unas rolas (Estas son mis manos, Diluvio Nal., Blues d’ la difunta, donde rompí una cuerda, y Me siento bien, d’ Jaime López), en el foro de la explanada del Auditorio Nal. y esto me llena d’ orgullo sabes, xq’ Nina tiene un quiste en su único ovario y se presentó (¡finalmente!) conmigo, luego d’ q’ yo canté. Sin embargo, con los Rupestres la onda no anda muy bien fundamentalmente x el conflicto: ROCKDRIGO + QUAL VS. CATANA y ¡YO!... La onda Rupestre sólo queda en el corazón de los chavos q’ nos han ido a ver y aunq’ creo q’ seguiremos haciendo cosas juntos, x el momento la onda Rupestre queda en un impasse puesto q’ x ahora –en este momento- hay broncas con el Rockdrigo -¡imagina!- y Nina está a punto de perder su única posibilidad d’ tener hijos en una operación q’ tendrá lugar en un mes + o -… tenía q’ sacar este rollo, carajo, x q’ no pude ni siquiera proponerles a los demás la posibilidad d’ Radio 3 en España, tan deprimido me sentí. Pero insisto, es por q’ estoy ½ triste porq’ lo Rupestre está literalmente BAILANDO BERTA. “Te juro que no supe por qué Rockdrigo la agarró contra mí esa pinche tarde. Fausto me lo dijo en 2003, cuando filmamos con Montero No tuvo tiempo. Aun aceptando que tuvo motivos para burlarse a costa mía y tratarme mal cuando fui a su depar’ a cagar días antes de los sismos, me parece que las razones que tuviera o el derecho de creerse dueño del balón Rupestre sólo son reverendas mamadas”. Pudo más el amor. A las 11 y media de la noche, Beto regresó a casa de los Ponce para telefonear a Villahermosa. Así evitó tener que esperar a Rockdrigo y quedarse en su depar’ a dormir como quería El señor Iván. En una palabra, Marina los salvó de morirse a Beto e Iván Guzmán pues el sismo fue a las 7 y fracción de la mañana del jueves 19 de septiembre. 27
  • 29. Era septiembre en la ciudad, todo tenía que terminar con un gorrión volando hacia mar abierto. “En el caso particular de Rockdrigo, su trascendencia es casi patrimonio de las nuevas generaciones de músicos y admiradores, valoración bastante peculiar toda vez que la música generalmente suele brillar en determinada época, y si una canción original no impactó al público cuando la presentó su autor, sería milagroso que guste después. Por otra parte, el fenómeno del Rockdrigo mítico pareciera sobrevolar por encima de la creatividad rolera de los que rupestreamos con él a mediados de los ochenta, cuando la mayoría han continuado produciendo sus propios discos, más allá de la nostalgia. Esta omisión es uno de los logros del libro propuesto por Jorge Pantoja y otro, dar reconocimiento a una figura titánica en el movimiento Rupestre femenino, con la entrevista a Nina Galindo”. Dame un poema, manda una hoja que en el invierno recoja. No importa cuál sea mi suerte. Valkiria, tráeme la muerte. Pero hazme fuerte en invierno hasta que el tiempo nos encuentre. “Quizá falte evocar la ausencia del cineasta rocanrolero Sergio García Michel, maestrazo de la lente en formato Súper 8 milímetros, fallecido tras 25 años de los sismos, en septiembre del 2010; colega del rol que documentó con fidelidad y humor el imaginario Rupestre para la posteridad. Su bella alumna norteamericana, Jennifer Boles, charló conmigo en septiembre del 2011 en Proceso, recabando ella testimonios para la película de su doctorado en la Universidad de Indiana, campus Bloomington, y yo le conté algunas anécdotas que compartimos. En especial, de cuánto gozamos con Jessy Bulbo el festival en homenaje por un centenar de películas suyas que le organizó Susana Cato, el miércoles 19 de noviembre en el CCH Vallejo, al compás chunga-chaca de Ricardo Jacob, cantando en vivo La carrera del oso”. “Sería el último fulgor de nuestra larga experiencia amistosa; luego él me dejó de hablar debido a una serie de malentendidos telefónicos. La cinta de Jennifer tiene ya un probable título: Prohibido prohibir. Posiblemente se le ocurrió por aquella conversación, cuando de plano chillé ante su cámara. Me dolió mucho su muerte sin habernos reconciliado. Presiento que será un filme formidable en 28
  • 30. Guadalupe Trigo y Roberto Ponce en una gran comunión espiritual, pensando en la canción mexicana. (Archivo: Roberto Ponce). Callo y Colmillo, dueto de Nina Galindo con Roberto Ponce. Presentación en algún lugar de la Ciudad de México en la década de los ochenta. (Archivo: Roberto Ponce). El súper profesional periodista Roberto Ponce conversa con Cesárea Évora, en 2002. (Archivo: Roberto Ponce). 29
  • 31. honor al mejor retratista de los Rupestres, que lo atrape en su máximo erotismo, valentía e independencia. Ojalá Jennifer Boles lo esté editando ya para verlo pronto.” El amor de Palomita y del Oso Correlón fue un amor de siete lunas que la guerra interrumpió. Vuelta al hogar me detengo en la puerta Beto guarda buena parte de las múltiples entrevistas que grabó en 40 años de su carrera periodística, que sumadas a unos 200 cassettes familiares y con sus canciones, llegan al millar y medio de cintas. Escuchamos sus primeras piezas de 1973, las de Prepa 6, Guitarrero de cuando fue al Festival de la Juventud 1979, en La Habana, o Jardín mental y La canción de Lene, del demo Gato Loco, en Dinamarca con Jens Viggo, de 1981. A su regreso, cantó con Rosina Conde y la única vez que grabó con Rockdrigo fue Ropa vieja, que tiene coros de la actriz Zamira Bringas, quien le ayudó a realizar lecturas de poesía danesa en la librería Gandhi y en el Museo del Chopo. Vuelta al hogar me detengo en la puerta, la ropa vieja se seca al viento. Fue un largo viaje y estoy fatigado, llueve la tarde en mi patio. “Clara y yo nos acoplamos súper, cantamos juntos hasta 1981 en Aarhus. Con unos primos reaccionarios míos estrenamos El tiempo del cambio. Profética. Marcos y los zapatistas de Chiapas se levantaron en armas 13 años después, pero en 1973 les sonamos a utopía comunista”. Debe llegar un tiempo, ser un tiempo del cambio. Los que no tengan tierra bajarán por la sierra... Y vendrán porque es tiempo de exigir más salarios. “Cantar con Nina era otro boleto. Únicamente le doy crédito como cantautora de Llévate lejos tu blues, pero me enseñó muchísimo en el plano profesional, dio a 30
  • 32. conocer mis piezas y, en suma, no tengo palabras para agradecerle tanta simpatía y amor. El tren de Guanatos, de mayo de 1985, fue una rola cumbre que nos alabó Alejandro de la Garza, inventor del término Rupestre. Es rola que me late, está bien hecha y es pegajosa”. Ya por Querétaro se ve el estadio y se escucha una oración. Todas aquellas casonas gigantes les sobra mucha habitación. Pero yo ya me voy durmiendo con mi guía, en el tren… En casa de los Ponce la tertulia se apaga silenciosa. Armando nos obsequia 100 Poemas en papel revolución. Laura y yo subimos a descansar. Al otro día, cuando partíamos para pasar el año viejo con nuestras familias en Querétaro, al bajar del segundo piso donde dormimos esas dos noches, Roberto nos dejó en la mesa del comedor regalitos. El mío eran dos cassettes con extractos de sus viejas canciones y con la rola Qual es la onda, que le grabó Federico Luna. Esa noche mandó un mail: Así como fui escribiendo mis diarios y grabé cientos de cassettes, debí registrar cada canción para no tener que comenzar a cada rato de cero. Por ti nuevamente soy la lluvia, voy a retomar aquel proyecto del audiolibro que te conté. Mientras, recibe con tu amiga Laura Tejada un… ¡¡¡Feliz año nuevo 2013!!! Tu GodFather 2: BETO PONCE. Notas Canciones de Roberto Ponce cuyos fragmentos, en cursivas, se han reproducido: Baja, nena, Cuchillo pedernal, Qual es la onda, Cul de sac, El rol debe seguir, Jardín mental, Piñata de peces, Profeta del nopal, Ropa vieja, Tiempo del cambio, Tren de Guanatos, Voices of the Forest y Ya voy por los 34 años (El Enano Feroz). Segador, Cosillas para El Nacimiento y Madrigal de junio son tres poemas del tabasqueño Carlos Pellicer Cámara (1897-1977), musicalizados por Beto Ponce. De Rockdrigo González es A ver cuando vas (a la casa a cagar). El oso corredor o La carrera del oso fue un cover de Los Sinners, del original en inglés Running Bear, de Johnny Preston, de 1959. La frase ‘Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano’ es del filósofo alemán Federico Schiller (1759-1805) e inspiró el título de la novela de ciencia ficción Los propios dioses, del novelista judío norteamericano Isaac Asimov (1920-1992). 31
  • 33. un producto del mestizaje rodrigo de oyarzabal 32
  • 34. Eblen Macari en su casa en Villa Coapa, al sur de la Ciudad de México. (Foto: Gabriela Ávila, 2012). H ace muchos años, en esta misma sala, Eblen Macari me mostraba el primer disco de un grupo irlandés fundamental en la universalización de ese género alrededor del mundo: The Chieftains. Hoy, con un delicioso café árabe en la mano y una rica tortilla de patatas preparada por Olga, más unas chocolate stout esperándonos en la nevera, mientras Gaby prepara toda la parafernalia para la grabación, charlamos con Eblen sobre su presente y nos echamos un clavado en los viejos tiempos, rescatando de entre los recuerdos, todo un viaje por una época definitoria del rock mexicano y que sentó las bases que le permitieron encontrar un sitio propio dentro de la música 33
  • 35. mexicana contemporánea a un grupo de músicos aferrados a sus propias ideas, a sus propios conceptos: los Rupestres. Provenientes de distintos espacios y con diferentes influencias musicales, confluyeron en un momento en el que México iba saliendo de las secuelas del 68 y su juventud pedía a gritos esbozar, cuando menos, una identidad propia. Las músicas y las letras desbordaban las guitarras y buscaban espacios para ser compartidas; y ellos se organizaron para encontrarlos, para usarlos y para aprovecharlos. Así, crearon un colectivo y un sello distintivo. A los músicos que participaron en los primeros dos festivales rupestres se les asociará siempre con el término, aunque su trabajo y sus intereses no vayan necesariamente en ese camino, ya que definieron una época, dejaron constancias grabadas, fue vital escucharlos entonces, marcaron muchas pautas, sembraron muchas semillas, escribieron muchas páginas (y muchas rolas), quedaron en el imaginario musical de quienes los escucharon, han influido a varias generaciones, pero lo más importante es que un altísimo porcentaje de ellos, a treinta años de aquellos ayeres, sigue, aferrado, haciendo su música, grabando sus discos, encontrando sus espacios. Entre ellos destaca la trayectoria de Eblen Macari, con 16 discos a cuestas (los más recientes en 2011 y 2012), un palmarés de presentaciones por tres continentes y un desarrollo musical sostenido a través de sus propios gustos. De las guitarras procesadas a los espacios sonoros modales, de los sintetizadores a la jarana, pasando por la experimentación y hasta por las canciones, Eblen ha sabido siempre por dónde moverse. Compositor de la clásica Yo no nací en la Huasteca, se ha internado en el son jarocho y en el folk universal, ha llevado a su obra una vasta influencia sonora y una rica instrumentación. Ha vivido de su trabajo, ha abrevado en muchas culturas, ha confrontado sus rolas en diversos y muy diferentes ámbitos, se las ha ingeniado siempre para tocar con los músicos de su preferencia, ha sabido integrar la vida familiar con su música. Es, como él mismo diría, un músico feliz. Durante los últimos dos años sacaste a la venta un par de discos: De Beirut a Cosamaloapan y Avant-Folk, ¿cuál ha sido la respuesta del público? Los dos son proyectos paralelos. Uno, Avant-Folk es con mi hijo Kabalan, en la percusión, y con Mauricio Sotelo, de Cabezas de Cera; es más electrónico, más electroacústico, más duro, más en la línea de la improvisación, un poquito rayando con el jazz. De Beirut a Cosamaloapan es un proyecto acústico más delicado, con músicas 34
  • 36. mías, composiciones con elementos árabes, música barroca que toca Olga en el clavecín, sones. Es un proyecto que había estado buscando durante los últimos diez años y lo pude hacer en este disco. Ha gustado mucho, a mí me parece que está redondito, bien hecho, bien grabado y sí, ha tenido muy buena respuesta. ¿Es rentable para ti la venta de tus discos? Es rentable en los conciertos, fue rentable también el primer tiraje que vendimos a una compañía europea. Lo vendemos en conciertos, está en las tiendas de Fonarte Latino. No se vende mucho porque los discos ya no se venden mucho. Ahora en Navidad pude, por un correo que envié, vender varios discos. Empieza a jalar en iTunes; casi todos mis discos están ahí. Ése es el futuro. Por primera vez pude cobrar algún dinero de ahí. El disco tiende a desaparecer y hay que acostumbrarse que así va a ser. Hay que tener las cosas en iTunes, que es una buena opción. En 1981, al ver la luz tu primer disco Un producto de los sesentas, ¿imaginabas que treinta años después tendrías un lugar destacado dentro de la música experimental mexicana y seguirías produciendo discos? La verdad sí. Siempre he tenido claro, desde muy joven, que iba a ser músico y que mi vida iba a ser esto: tocar. Al contrario, hasta esperaba más. Siento que tengo un lugar en la música. A mí me gustaría estar todo el tiempo viajando, en conciertos, en giras. Grabo mucho, he hecho música para películas, para documentales, he dado conciertos, estoy contento. No me quejo por falta de apoyos. México es un país donde la cultura sí tiene manera; hay gente que vive muy bien de las becas. Yo vivo bien de los conciertos que en la mayoría doy con los institutos de cultura. En noviembre del año 84 se celebró el 2º Festival Rupestre de los Cantantes Errantes. Si bien el llamado Movimiento Rupestre comenzaba entonces a ser conocido en el inframundo musical, para mucha gente en aquel entonces resultaba, por decirlo de alguna forma, extraño encontrarte como parte integral del colectivo. ¿Cuál y cómo fue el punto de encuentro con el resto de los Rupestres? Esa es una historia que a veces yo tampoco entiendo mucho. Rupestre originalmente es un término que utilizaba Jaime López con Alejandro de la Garza (El Cholibrí), decía ‘rupestrón’ cuando se refería a algo medio crudo… rupestre, y él fue el primero que lo utilizó. Yo con Jaime, que para mí es un gran artista y hemos 35
  • 37. sido buenos amigos, viajé a Jamaica para ver al grupo de Bob Marley y decidimos hacer conciertos porque íbamos a las instituciones de esa época y no teníamos mucho pegue. Había otros artistas que estaban de moda como La Nopalera, un grupo que tenía mucho jale. Entonces decidimos que teníamos que tocar y hacer conciertos y creamos el Foro Tlalpan con el ciclo ‘Cada quien sus rolas’, apoyados por Sergio García, que era el dueño del lugar, y de ahí después se hizo todo el movimiento. Pero no fue una idea original ni de Rockdrigo ni de Catana; era una idea de Jaime López con El Cholibrí. Ese es el origen. Después tuve la oportunidad de tener buen contacto con Rodrigo González, que era muy buen músico, buen compositor. Con él me identifiqué como amigo y me invitaba a tocar. Así tuve ese vínculo. A Jaime ya lo conocía, a Roberto González lo conocía también de antes, a Catana desde el CEFOL, Armando Rosas era más reciente, ya después los otros, pues ya no sé quiénes son. Esos fueron con los que tuve relación en aquel momento. ¿Qué recuerdos tienes del primer Festival Rupestre en el Chopo? Era como el reinicio del Chopo. Lo volvían a habilitar e hicieron un forito muy bonito, pero la acústica era pésima. Fue una etapa de transición importante en la cultura mexicana, que iba saliendo del 68 y todavía había mucha represión hacia los movimientos de jóvenes y nosotros veíamos dónde nos podíamos juntar para hacer cosas, era más interesante que ahora que está más dividida la banda. En esa época había una necesidad de buscar espacios que no estaban tan habilitados. El rock sufría primero porque no había el equipo necesario, los grupos no tocaban bien porque el equipo era muy malo, las grabaciones eran pésimas. Ahora todo mundo puede tener un estudio como Pink Floyd, Genesis, Peter Gabriel y en la casa ya se puede tener un buen equipo. Pero entonces había una falta de profesionalismo, de técnica. Los Rupestres son resultado de un encuentro entre gente que salía de las peñas, gente que le gustaba Bob Dylan; a mí que me gustaban otras cosas, pero que no sabíamos dónde meternos. Y por eso está el manifiesto que dice ‘Somos de palo’. Sí, somos de palo porque no nos quedaba de otra. Entonces me gustaban los sintetizadores, me encantaba la electrónica; ahora esto ya está payo, ya lo usan los Bukis, ya no tiene chiste. En esa época la electrónica llegó a su máxima expresión con Genesis, Pink Floyd. Los robots, entonces los usaban ellos; hoy los usa Televisa y se ha vuelto chafa presentarse así. Pero en esa época teníamos esa necesidad 36
  • 38. Oscar Reynoso El Bugy y Eblen Macari; contraportada del álbum Un producto de los sesentas (1981). Portada del álbum Un producto de los sesentas (1981), de Eblen Macari. 37
  • 39. y este movimiento era como entre folklóricos, bobdylanes y músicos gringos. Ese era el Movimiento Rupestre. Por eso era una música no fácil de entender, porque a los de las peñas les gustaba la cosa boliviana y a los rockeros no les gustaba eso. La gente rockera de los años sesenta y setenta era muy reaccionaria, muy pro-gringa: “Vamos al gabacho”. Es un movimiento que no está bien definido, que no tiene un lugar, con excepción de Rodrigo y de Jaime, cuyas propuestas son más sólidas. Esto viene de Avándaro. Yo estuve en Avándaro y conocí de cerca a la Tinta Blanca, Peace & Love, El Ritual. Su rollo no de propuesta sino de protesta era jipioso, eran pachecos; pero a la hora de la cosa política eran muy pro-gringos, muy establecidos. Después vinieron los grupos profesionales o asesorados por profesionales de la industria, como los Caifanes, y ya se hizo un rock más serio. El rock necesita tecnología. Ahora cualquier grupo de Televisa se oye bien. Para mí el rock ya no tiene sentido; Peter Gabriel es igual al sonido que tiene cualquier grupo, se ha estandarizado. La música de jaranas, la música huasteca es algo vivo, diferente; algo que tiene raíz. Es muy bonito; es a grandes rasgos esta cuestión con el rock y con la música rupestre, la música tradicional, todos estos encuentros, toda esta mescolanza. ¿Qué cercanía hubo entre el disco Glaciares (sobre todo la pieza Navegabas, cuya letra compuso Jaime López) y el Movimiento Rupestre? ¿Tuvo algo que ver tu relación con Juan Valdés, la Distribuidora Unicornio, Editorial Penélope y el disco Trayectos, editado en 1983? Es un disco lindísimo, de lo mejor que he hecho en mi vida y estoy por volverlo a sacar. Más bien es lo que yo siempre quise hacer y es lo que hago, esa línea. Puedo decir que es bueno, lo oigo y me sorprende la calidad que teníamos tan jóvenes y que, desafortunadamente, no fue querido por la crítica de jazz. Fue un poquito frustrante porque ya no lo pude mandar a las compañías (en esa época se mandaban los discos a las compañías europeas), además eran acetatos que suenan muy feo, pero ahorita tengo la copia en dat y suena muy bien. Ese disco fue muy importante para mí. Después regresé a las canciones, que es algo que no llego a entender; yo no tengo buena dicción; mi voz es buena para cantar música tradicional, canciones bretonas, cuando hago sonidos; pero para mí siempre la letra era una cosa que me causaba conflicto. Me gusta Silvio Rodríguez pero no sé qué dice, no hago mucho caso; igual con Simon & Garfunkel. Hasta hace poco supe qué era Scarborough Fair, ¡ay, qué bonita! Y toda mi vida la he oído. Mi interés siempre ha sido musical. 38
  • 40. Soy lector, me gusta mucho leer, pero no es algo que vea como la relación de la música con la palabra. Tú oyes las letras de Yes y son cosas muy piradas; no son buenas. Escuchas a Simon & Garfunkel y te das cuenta que estudiaron o les gusta la poesía, así como cuando oyes a Jaime López, al mismo Catana, que están clavados; pero yo no. Últimamente toco sones porque me encantan. La petenera es La petenera y La lloroncita es La lloroncita. Y ahora que fui a Portugal tomé dos que tres palabras de Pessoa, que me gustan mucho, y las pongo como citas. No me gusta la trova. Silvio Rodríguez es un gran artista, pero siento que es mucho rollo; para eso mejor leo un libro de filosofía. Paul Simon es un gran músico; Leonard Cohen me gusta, pero primero fue poeta y después a su poesía le puso música. En el 2º Festival Rupestre formaste parte del cartel del sábado 27 de noviembre de 1984 alternando con el mismo Jaime y con Rafael Catana. Además de tu participación en este festival, ¿realizaste más eventos públicos o privados con el Colectivo? Hicimos varios conciertos; recuerdo haber alternado con Jaime muchas veces; con Rodrigo también hicimos varias cosas, programas de televisión. Me acuerdo de un programa de televisión donde alternábamos; salía Rodrigo con unos animales. Hace unos diez años hicimos un documental que parece que tuvo éxito. ¿Por qué participaste en ese proyecto? Por falta de espacios. No era sencillo en México ir en solitario; no daba frutos. No es que uno quisiera ir por la sola; en los ochenta los espacios estaban cerrados y un colectivo tenía más peso. Musicalmente nunca me sentí como en la misma línea; nunca he hecho un blues, nunca me ha gustado la canción urbana como algo que yo escuchara. Era muy joven y tenía amistad con ellos; nos gustaba juntarnos, platicar, tomar cerveza. Era más una relación de amistad y de simpatía que un movimiento. ¿Qué te dice hoy aquella experiencia? Después de tantos años está un poquito en el recuerdo ya; puedo pensar en Rodrigo, Jaime López, Catana, Roberto González y cada quien hemos hecho nuestras cosas. Se sigue usando el término. Hay nuevos Rupestres, unos que ni conocemos, como que el sello se quedó y hay todo un movimiento urbano de consideración. 39
  • 41. Quedaron para bien los movimientos de los ochenta, que eran alternativos, contestatarios, necesarios en un país que salía de una represión muy reciente; era muy importante en esa época. Para mal: pensar que cualquier manifestación mal hecha puede ser rupestre. No está padre que cualquier cosa que cante cualquier compositor rudimentario sea rupestre. El término Rupestre como algo esencial está bien; todos somos Rupestres cuando hacemos bien las cosas, pero ese otro término de mal hecho, de no estudio, no afino, no canto: eso no ayuda mucho. En el disco citado, Un producto de los sesentas, grabaste una pieza que reflejaba mucho a toda nuestra generación: Yo no nací en la Huasteca, que, sin duda, es la que te abre un espacio propio dentro del Colectivo Rupestre y en la cual fijabas, cuando menos, tres puntos básicos que los chilangos de entonces debíamos ir definiendo para poder darle valor a nuestra identidad: el folklore, la ciudad y ser productos bitleanos. Háblame de esos tres puntos y cómo logras sincretizarlos en tu obra. Es una pieza que sale cuando estaba muy reciente el movimiento de las peñas y por lo tanto era un movimiento muy politizado, muy a favor de la izquierda de esa época. Quién sabe por qué, o es parte de los setenta, la música tradicional era música de izquierda, era algo vinculado. Había peñas donde le cantaban al Ché Guevara o a Salvador Allende. Éramos gente muy joven y era una moda. Yo lo siento como una moda estar a la izquierda, en las peñas. Pero la gente estaba muy acostumbrada a las canciones contestatarias como La paloma o lo que hacía Gabino Palomares. Yo vengo de otra manera de concebir la música: desde muy niño toco y escuchaba sobre todo la música de los sesenta: Beatles, Doors, Cream, después Simon & Garfunkel, después la música barroca; pero uno debe estar ad hoc en el momento y tenías que hacer canciones y en español. Cantar en inglés ya había pasado, era parte de los jipis; no estabas en el momento. Y empecé a hacer esta canción y me vino la idea de que era medio artificial, que siendo nosotros como éramos, viniendo de clases medias de los cincuenta, de repente éramos pro-campo o prohuastecos y, pues no: éramos otra cosa. Y es una canción que sale a partir de esa idea de ser honesto con que somos de clase media y escuchamos a los Beatles sin entenderles nada, pero así crecimos. Por ahí está como una de las mejores cien canciones de la historia del rock mexicano. Hoy en día me piden que la cante, pero yo no puedo cantar algo con lo cual ya no… ¡a mí sí ya me gusta la música huasteca! Y sobre todo la jarocha, pero es algo 40
  • 42. Avant-Folk, proyecto paralelo de Eblen Macari y Mauricio Sotelo, de Cabezas de Cera. (Archivo: Eblen Macari). que en su momento era necesario; de ahí muchos ya empezaron a hacer canciones más honestas, que tenían que ver con lo que vivíamos. Ahora ya se han hecho demasiadas canciones sobre la ciudad; se ha abusado de las canciones urbanas. Siendo producto de la migración y cuando te han formado más de una cultura, eres más proclive al mestizaje. La fusión y la transculturización son más naturales. Yo ubico tu música en una dimensión tri-continental. Me encanta la música europea, fue lo primero que abordé de la música tradicional, sobre todo la música irlandesa, la música bretona, la música inglesa. De repente siento que las canciones que hacemos nosotros tienen mucho del bolero, son muy habladas con melodías muy pobres y yo, como soy zurdo y tengo problemas con el lenguaje, gustaba mucho de oír a los irlandeses, y aunque no entendía nada oía que la línea melódica era muy bonita y entonces descubrí que las canciones bien hechas podrían ser música como la música celta, la música de las lenguas gaélicas. Me gusta mucho Pentangle; descubrí que estos músicos podían hacer canciones igual que los jarochos, que hacen líneas muy interesantes, y ese fue mi encuentro con la música europea. 41
  • 43. Por muchos años toqué la guitarra arpegiada y el ritmo no lo entendía, hasta hace relativamente poco; el ritmo vital lo entendí cuando empecé a tocar con percusionistas, hace quince años: primero con José Sefami, después con Bringas que tocó la tabla, luego con el maestro Peña y ahora con mi hijo Kabalan, que toca muy bien la música árabe; ahí empecé a ver que la canción a veces es muy estática. Si escuchas a Cohen está bien, pero es mucho discurso también. Cuando creciste haciendo canciones tienes un poquito ese defecto, de no trabajar el ritmo; pero ahora sin eso ya no puedo componer. Esa parte la descubrí con el mundo árabe y esa herencia es maravillosa, esa música es increíble. La música africana, la música árabe y la música de la India vinieron después. A mí de chavo no me gustaba la percusión; ahora siento que es importante para que la música salga. Mis piezas pueden sonar a música celta, a música árabe, a la India; desde muy chavo me volví compositor porque nunca tuve el don de sacar las rolas de otros. A mí me costaba mucho trabajo y prefería hacer una pieza. No me gusta engañar y decir: “Sí, soy especialista en música árabe o música de la India”, no; sólo la conozco y la oigo. Eso y lo poco que estudié de música europea: armonía, contrapunto y orquestación. La colonia libanesa en México es bastante amplia y ha dejado huella. ¿Cuándo llega a tu entorno tu origen árabe? Yo tardé muchos años en volverme libanés porque cuando yo era niño, en los sesenta, ser emigrante no era algo muy agradable. Ser africano o árabe era mal visto en el mundo y crecimos con eso. Mi papá, que es un libanés cien por ciento, no lo exteriorizaba por eso. Es una historia complicada. Nadie entendía qué es ser árabe porque en nuestro caso somos de origen cristiano. Todo mundo cree que los árabes son narizones, musulmanes, que usan camellos… y eso no es cierto, es un mundo muy amplio, con muchas variantes. Yo lo descubrí ya grande y cuando fui a Líbano fue una experiencia única; sentí que era libanés aunque no hablara la lengua, aunque no tuviera ese acercamiento. Hay algo ahí muy fuerte en ellos porque toda su vida han sido migrantes; hay más libaneses fuera de Líbano. La historia de nuestros abuelos es un acoplamiento a la primera con mexicanos: se casaron con mexicanas: se volvieron mexicanos; así son los libaneses, que se adaptan y no lloran. La esencia está y me da mucho gusto porque cuando toqué en Líbano y cuando toco con los libaneses, ellos sienten algo cercano, como un artista de origen mexicano pero que tiene cosas comunes. 42
  • 44. Soy mestizo cien por ciento y nunca he tenido problema por mezclar ni la comida ni la lengua ni la cerveza. Soy una persona a la que le encantan todas las culturas, todas las mujeres de cualquier color, todas las comidas me gustan; no tengo ese prejuicio y posiblemente es una herencia libanesa el darse cuenta de esa manera de interactuar. Pareciera que el Sureste es una obsesión en ti: pejelagarto, Macuspana, Cosamaloapan, Pochitoque e Istmo son palabras incluidas en los títulos de algunas de tus piezas. Ya sea en ámbitos etéreos como rítmicos y, junto con el son y el bambuco, son la parte mexicana dentro de la fusión que tu música representa. ¿Lo contemplabas desde los principios? Esos títulos son tabasqueños porque Olga, mi mujer, también tiene el mismo origen, es libanesa-tabasqueña y yo soy libanés-yucateco. Visité mucho Villahermosa cuando hice la Música para planetarios; me gusta más Tabasco: es un estado libre de pensamiento. Yucatán es, si no más cerrado, sí más tradicional. Es mucho del misticismo que se da en nuestro país. Musicalmente, las melodías de Veracruz son de las más importantes de México. Desde el Sotavento la música jarocha llegaba hasta Huimanguillo, en Tabasco. ¿Cuáles son para ti los puntos de encuentro musicales entre los tres continentes y cómo los integras a tu obra? Hoy en día todos los músicos que se jacten de serlo tienen diferentes influencias, es algo que ha pasado en toda la historia de la música. En el caso del son jarocho, es la música barroca del siglo XVII, la música africana que llegó con los esclavos negros traídos por los portugueses y la influencia indígena que, aunque es muy poquita, está ahí. No podemos hacer algo que no tenga diferentes raíces, toda la música es mestiza, afortunadamente. Hoy esto es más claro por el Internet, por la apertura que hay para viajar, por los acercamientos, pero la música toda la vida ha sido un encuentro de diferentes raíces desde Bach, Telemann, Pourcel... En la España medieval del siglo XV, donde vivían musulmanes, judíos y cristianos y donde había todas esas influencias, las Cantigas de Santa María, de Alfonso X, son así, con esas músicas que toman de todos lados. En varias entrevistas has manifestado que la búsqueda de sonoridades y ritmos, de un espacio sonoro abierto, son parte esencial de tu estilo musical. 43
  • 45. De los ambientes sutiles, sobre todo a partir de Música para planetarios, hasta las sonoridades rítmicas de De Beirut a Cosamaloapan se siente una fuerza interpretativa más intensa. ¿Cómo has sentido tu evolución musical en estos más de 30 años en escena? Desde muy joven me interesaron los sonidos abiertos, esto es técnicamente la resonancia de los armónicos. Me gusta la música mojada, que tiene eco, que tiene resonancia; de ahí que mis músicas favoritas sean las gaitas, las sitars de la India, la música barroca, los clavecines, la jarana. He trabajado en eso; no es algo que se dé mucho en los músicos porque ahora se está muy en la forma de la armonía y se descuida eso, desde mi punto de vista. Creo que De Beirut a Cosamaloapan es un disco acústico con piezas como Costa fenicia, donde el clavecín y la guitarra están al unísono a propósito, donde los armónicos resuenan de manera simpática, muy especial, y van creando otras voces. ¿Cómo trabajas, técnicamente, tus espacios sonoros? Depende de lo que voy a componer, si es una música para un audiovisual, una película o un documental. Estudié composición, entonces puedo utilizar diferentes técnicas; puedo escribir desde una manera antigua, renacentista, clásica, romántica; puedo hacer un blues, algo de jazz. Conozco la armonía y conozco los estilos, no los domino pero sí sé de qué tratan. Mi música técnicamente está llena de espacios modales: la armonía medieval que, trabajada de una manera contemporánea, acepta otras notas; se añaden otras disonancias que no tiene la música medieval, pero se trabaja como una técnica renacentista-medieval llevada al siglo XX. A través de tu discografía han sido muchos y de muy variadas influencias los músicos con quienes has compartido escenario y estudio de grabación: Óscar Reynoso, Juan Valdés, José Luis Almeida, Yusuf Cuevas, Sotelo y por supuesto, Olga y Eblen. ¿Te sientes más cómodo con un solo acompañante o prefieres un ensamble? Últimamente me gusta tocar en grupo; ya no me gusta tocar solo. Eso dejó de funcionar hace algunos años; se dio mucho en los ochenta, los noventa: Jorge Reyes, Luis Pérez, Antonio Zepeda, Macari como solistas. Hoy en día es muy difícil mantener la atención del público, la gente no te pela; bueno, ni Paco de Lucía toca solo. Se requiere de una técnica muy depurada, una variedad de repertorio y de tener varias guitarras para que puedas ser interesante. Tocar solo es como comer solo. 44
  • 46. Yo me siento muy a gusto tocando en ensamble con mi familia, con mi hijo Kabalan que es un gran percusionista, con Olga que toca el clavecín de maravilla; con Óscar Reynoso que es el mejor músico que he conocido en mi vida, con un talento impresionante; con Juan Valdés, con quien hice el disco que más me gusta en mi carrera: Trayectos; Cuevas, que toca todos estos alientos y en realidad es como otro elemento encima de la música que hacemos; Sotelo, de Cabezas de Cera, que es muy talentoso. Me siento a gusto tocando con este tipo de gente. Lo que más hago ahora es palomear: me meto a tocar con celtas, con jarochos, con quien sea, y palomeo con la guitarra. Y eso me gusta mucho. ¿Cómo decides la instrumentación de tus piezas? Hablando técnicamente, no me gustan los ensambles tradicionales; creo que ahí pierde mucho la música. Por eso me gustaba tocar con Cabezas de Cera; Sotelo toca instrumentos muy raros, Jesús toca instrumentos muy raros: el clavecín es un instrumento en desuso, afortunadamente, y la percusión árabe no es algo común en el drum-set de la parte armónica. A partir de sonidos decido trabajar con la jarana, que es sonora; con la guitarra de ocho cuerdas, que es sonora; con la guitarra de metal. Busco ser original de esa manera, no repetir la alineación tradicional. Es una concepción más barroca, más antigua. Usar la misma instrumentación y las mismas formas es un concepto romántico, del siglo XIX, con la sinfonía, con el cuarteto. Aquí es un concepto más de dosificar los instrumentos, de buscarles su lugar. No es necesario tanto, por eso me siento cómodo tocando en trío o en cuarteto; no veo la necesidad de tocar con una sinfónica, no me hace muy feliz esa sonoridad: uno puede lograr una sonoridad fuerte como los tibetanos con sus coros, los celtas… Es una cuestión técnica de resonancia de los armónicos. Casi la totalidad de los músicos participantes en aquel 2º Festival Rupestre no viven, a 28 o 29 años de distancia, de sus composiciones e interpretaciones o de alguna actividad cercana a la música y se mantienen dentro de la marginalidad por falta de espacios en la colectividad comercial; sin embargo, tú mencionas que has podido vivir de la música en México. México, como un país latino, es un lugar donde la música se da bien, como Brasil, Venezuela, Cuba o Colombia. México es un país con el mismo potencial, su único problema es que está muy cerca de Estados Unidos y eso ha hecho que exista ese malinchismo. Por otro lado, las instituciones han sido maravillosas a partir 45
  • 47. de Vasconcelos, que creó la SEP. Los institutos de cultura sí han funcionado en México; hay dinero para la cultura. Los gobiernos, aunque sean de derecha, le dan importancia, saben que es necesario que la cultura exista y hay dónde moverse. Yo vivo bien de la música. México es un país noble, a la gente le gusta escuchar música. Un festival mexicano bien realizado no le pide nada a ningún festival europeo. Es un país que está abierto a las músicas, un país bueno para hacer música. ¿Es factible, económicamente, para el público asistir a los conciertos? Sabemos que hay una diferencia muy marcada cuando viene un artista extranjero a cuando se trata de un artista nacional. En la Ciudad de México hay muchos conciertos. Si uno busca, bien puede escuchar a músicos extranjeros en el Zócalo o en una plaza. Paul McCartney tocó en el Zócalo gratis. Sí es caro de repente ir al Teatro de la Ciudad, al Metropólitan, pero la Sala Netzahualcóyotl, la UNAM, son accesibles: puedes ir a un concierto internacional y el precio es factible: ahí escuché a Jordi Saval y a Keith Jarret y no fue caro. No es un país donde todo sea bisnes, aunque sí tiende a ser eso; pero todavía se puede. Hasta se peca, a Eblen Macari lo puedes escuchar gratis en cualquier delegación y es malo también porque la gente dice: “Ay, pues es gratis” o “voy después”. También tiene su punto débil esta oferta tan amplia. Muchos grupos se quejan de que no hay espacios. Siempre he sido una persona que está adelante de lo que va a pasar, me doy cuenta; digo si algo va a funcionar o si algo no a nivel de cómo se mueve. Lo mío funciona porque no toco igual que hace veinte años, ya no hago Música para planetarios, ahora hago una fusión con percusión, no uso nada de secuencias en vivo y me funciona; no va a ser para toda la vida, un día va a tener que ser otra cosa, ahora estamos con música barroca que me gusta; sé por dónde va. Hay que cambiar o morir. Lo más sano que te puede pasar es tocar con jóvenes: mi hijo tiene ventitantos años y es una maravilla, es fresco, te da mucho. Están muy gruesos, traen muchas pilas; McLaughlin toca con chavos que tienen energía, técnica y eso te prende y tú les enseñas también; aprenden las tablas, el escenario, el timing; no es fácil, uno sabe cómo hacer un concierto pero ellos tienen la fuerza, la sangre fresca y eso hay que tomarlo. No me quiero comparar con los Bach, estaría fuera de lugar, pero ellos pasaron la estafeta por 400 años hasta llegar al máximo músico que ha dado la humanidad y que es Johan Sebastian Bach. Y aquí lo podemos ver con los Nandayapa, Los Utrera, Los 46
  • 48. Eblen Macari Trio, en 2012. (Archivo: Eblen Macari). Portada del álbum De Beirut a Cosamaloapan (2012), de Eblen Macari. 47
  • 49. Vega. En las familias musicales deben pasar la estafeta porque es una herencia que facilita el camino: lo que yo hice en veinte años mi hijo lo hizo en los primeros cinco años, a los veinte ya había grabado un disco fuera del país. ¡Yo hubiera dado saltos! ¿Qué significa la posibilidad de mostrar tu trabajo fuera de México y qué representa el haberlo hecho? De mi vida es lo mejor que me ha pasado. A los quince años dije: “Yo quiero viajar por el mundo” y lo he hecho haciendo música. Realmente agradezco a la vida porque cuando voy a tocar representando a México realmente me siento mexicano. Cuando estás en Indonesia o en la India o en Líbano o Haití y dices: “Qué bonito que vengo a representar a México”. Me han tocado muchos 16 de septiembre fuera del país y me ha emocionado mucho poder representarlo, porque México es complejo: no nada más mariachi; también somos nosotros. Y nos aceptan bien; nada más les dices: “No soy mariachi; hay otras cosas”. Y entonces entramos al mismo canal. ¿Conoces, en términos generales, la obra de tus compañeros Rupestres de entonces al día de hoy? Sí, cómo no: hace poco trabajé en el disco de Roberto González titulado Por ahora. Los primeros acordes yo los hago, una guitarra pulsada. Conozco lo de Catana que me gusta mucho: Caballo. A Jaime lo he oído un poco menos; de él me gusta la obra vieja. Armando Rosas es buen músico, muy buen guitarrista. A Fausto Arrellín lo veo porque su hijo es un gran diseñador y ahí grabamos y hacemos cosas. A Roberto Ponce, la última vez que lo encontré me preguntó, para Proceso, sobre la música que estaba haciendo sobre Teotihuacán. A Nina, no reciente, pero sí la ubico bien. A Guillermo Briseño también, por su escuela. ¿Con cuál o cuáles Rupestres te gustaría trabajar hoy en día? Me gustaría grabar algo con Catana en sus discos, hemos tratado y estaría bien hacer algo; con Jaime también. Con ellos son con los que más relación tengo. Han sido una generación provechosa para el país. No es fácil que los músicos sobrevivan tanto tiempo; las cosas van cambiando y no es fácil mantener una carrera. La mayoría ha abrevado y puesto en sus obras música folk de algún sitio del país. El folk es la raíz que le da vida a las cosas. Una música sin raíz no tiene mucho futuro. La música tradicional como base es buena para crear. 48
  • 50. Eblen ¿eres feliz como músico? Es una vida muy profunda, complicada: existe; la música tiene altibajos, no todo el día estoy en eso. Como decía hace poco: “Vamos a hablar de comida, de cerveza, de viajes y, después, de música”. No soy un artista intenso que todo el día digo que sueño con la música porque sería mentir. Sé mucho de música, soy melómano, toda mi vida; vivo de ella, me ha hecho viajar por todo el mundo, conocí a mi mujer que es músico, mis hijos lo son. Sí, estoy agradecido con la vida; es algo lindo. La casa es de música también. Tiene sus bemoles; no es todo maravilloso: de repente la economía, a veces no hay conciertos, a veces no te ganas la beca. Pero tengo 30 años viviendo de la música. 49
  • 51. Rafael Un gato de corazón púrpura raúl silva 50
  • 52. Rafael Catana en el Salón Bombay, con Federico Schumcler al fondo. (Foto: Aristeo Pantoja, 2012). H Catana va silbando por la calle una rola, su pelo es un poema, o quizá alguna broma Desolación, de Arturo Meza ace muchos años, caminando con Rafael Catana por entre la selva citadina del Tianguis del Chopo, unos chavos que lo vieron pasar le gritaron: “Catana, no te mueras nunca”. Este gesto amoroso no sólo es un buen deseo, sino también una consigna que la música es capaz de convertir en realidad. Pero no sólo la música. En la intrincada trama de la vida mexicana contemporánea, de la urbe y sus recovecos más misteriosos, Rafael Catana es uno de esos personajes que nutren y se nutren con alimentos tan diversos como la generosidad, el sentido del humor, la irreverencia, el canto popular, la poesía, la solidaridad y la memoria. La desmesura es también 51
  • 53. su fuerte y con ella ha podido capotear un temporal donde los cataclismos no son escasos. Músico, activista cultural y social, conductor de radio, poeta, profesor y tallerista, Catana ha dejado rastros de su andar por este mundo en cinco producciones sonoras. Sus títulos revelan intenciones: Un gato de corazón púrpura (1989), Polvo de ángel (1991), El nagual (1997), La rabia de los locos (2001) y Caballo (2011). Catana ha poblado su ser y su música con todo tipo de literatura. De Henry Miller aprendió cierta indolencia para el arte del amor, de Roque Dalton ese chispazo luciérnaga que dejan las causas perdidas y de Mario Santiago el regocijo de reírse de sí mismo, por ejemplo. Su lectura de la ciudad y de la vida está en sus canciones; es un viaje en Metro, avistado por miradas y sensaciones que buscan descifrar una realidad que se escapa. El don de la conversación y una memoria fresca, la necesidad de dejar la mayor cantidad de huellas, el sentido crítico que mantiene abierta la puerta para los reclamos, (porque evidentemente que Rafael Catana también tiene huesos en el armario), son atributos con los que se ha reconstruido este capítulo. La vida Prehistoria Mi vida era ser fanático de Un Viejo Amor y de La Nopalera. Había vivido muchas tocadas de los hoyos fonquis, amaba a Bandido, El Ritual, Comunicación. Soy fan de Eblen Macari desde 1972. Norma Valdez y Javier Bátiz, el Pájaro Alberto, Polvo, Medusa, El Hangar Ambulante, están en mi memoria, imagínate: un niño precoz. Me tocó fundar el Centro Libre de Experimentación Teatral (CLETA), en Sullivan 43, junto con una bola de locos como Los Mascarones, Los Nakos, el grupo Informe, Enrique Ballesté, León Chávez Teixeiro, Luis Cisneros, Roberto Pata Loca, Víctor Hugo Santos, Manolo Rodríguez, José de Molina, Eduardo Lobo González; me tocó ver a Judith Reyes en el CCH Vallejo y tocar con ella en la peña Tecuicanime, cuando yo era un aficionado más que un profesional de la música. Por entonces estudiaba en la Escuela de Música y hacía guiones para Radio Universidad, daba clases en escuelas, me enamoraba perdidamente y buscaba una parte de la ciudad que se me había escapado en mi adolescencia. En mi post-adolescencia empecé a descubrir ese DF lleno de recovecos, lugares y espacios. 52
  • 54. Milité en la izquierda y me tocó ver su ruptura, en el sentido de la derrota de la Revolución. Estuve en el CEFOL y conocí a la gente del grupo La Peña Móvil, Cuicani, a Víctor Martínez, a Cade. Yo venía de la peña El Mosco Pasa y, antes de formar parte de algún movimiento, me acerqué a la Liga Independiente de Músicos y Artistas Revolucionarios (LIMAR), donde conocí a muchos amigos como Álvaro Guzmán, guitarrista de La Piel, Beto Delgado, la gente de On’ta, MCC, entre muchos que se me barren porque mi Alzheimer progresa… Luego estuve en TIEMPO (Taller de Experimentación y Música Política) y componía unas canciones tan divertidas que las he olvidado. Pero fue precisamente el rollo colectivo lo que me llevó a los Rupestres, con la creencia de que en conjunto se pueden hacer las cosas y con la conciencia de que siempre alguien de nosotros se va a desarrollar más, porque en los colectivos así es. Los Rupestres fueron una forma de despegar. Tengo muchos pasados negros. Estuve en los talleres de El Ciervo Herido. Aprendí que, más que poeta, lo que yo quería era escribir canciones. Pero fui becario de Bellas Artes en poesía, estuve en talleres con Ricardo Castillo, publiqué una plaquette en la editorial Penélope, con Ilya de Gortari. Empecé a trabajar con Fausto Arrellín en el 83. También me reunía seguido con Jaime López; trabajábamos cosas y nos veíamos para echar desmadre. Tomé un curso intensivo con él, que en realidad fue un curso de vida. Él me invitaba a ver sus tocadas y a tocar con él, todo desde el mundo de la amistad. Hacía una vida común y corriente a partir de mi trabajo artístico, descubriéndolo y aprendiendo a componer canciones, buscando entender cómo se hace una rola y cuál es el patín de esa creación: el texto y la música, algo que a lo mejor nunca he aprendido a hacer correctamente. Viajé a Centroamérica haciendo teatro con una bola de locos y nos tocó estar cerca de la Revolución. Luego conocí a los infrarrealistas y a una generación de poetas hermanos: Ricardo Castillo, Beatriz Stellino, Pedro Damián, Silvia Tomasa Rivera, Hermann Bellinghausen, David Huerta y mucha gente con la que comencé a formar mi familia, una gran familia que ahora tengo. Soy de una generación con mucha suerte, mucha química, vibra y energía, en el sentido del rol, el viaje, el movimiento y los movimientos sociales. El otro lado Lo primero que recuerdo haber escuchado fue un disco de Daniel Valdez, Mestizo (1974), y me pareció muy raro que alguien cantara a Joaquín Murrieta; se me hacían muy raras esas canciones de bandidos. Luego conocí la música de Santana y lo viví como una cuestión de identidad nacional con el rock, que se potenció al 53
  • 55. conocer a Los Lobos, esa banda chicana que en Estados Unidos canta en español. Se me hizo un mundo maravilloso, en el sentido de reconocer una identidad nacional mexicana que a nosotros nos da pena, porque no tenemos autoestima colectiva y nos avergüenza reconocernos. Esa búsqueda de la identidad la viví cuando estuve en Los Ángeles, pensando mucho en la diversidad del rock mexicoamericano, que se la ha rifado en un ambiente cultural muy rico pero también muy selectivo y hasta racista. En los ochenta escuché mucho a esa tremenda banda que son The Cruzados y a esa cantante angelina maravillosa que es Linda Ronstadt, en su época rockera. También tengo recuerdos de infancia escuchando a Freddy Fender. Es inolvidable esa imagen suya, romántica, con su guitarra Telecaster. O Lalo Guerrero, que era tan cercano y por eso mismo no lo pelaba tanto y ni siquiera sabía que era mexicoamericano. Todos ellos me dieron una referencia cultural que a fin de cuentas es la mía. Centroamérica En 1975 viajé a Centroamérica con un grupo de teatro de la prepa. Habíamos ganado un concurso en el CCH. Fue un viaje que duró dos meses y medio. Íbamos Luis Cisneros (que era el director), Macondo, El Rizos, Abigail Viveros, entre otros. Viajamos de México a Panamá de aventón. Fue un momento muy intenso en el sentido de la creatividad artística, porque fue descubrir la realidad social de México y de América Latina. Originalmente íbamos a viajar a Colombia, pero no pudimos llegar porque había estado de sitio. Conocimos a muchos grupos musicales; vimos cómo se formaba un partido político, que después sería el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), y la Liga de la Liberación. Estuvimos en Managua con la gente del Frente Sandinista y en León durante una manifestación donde la Guardia Nacional pasaba en sus jeeps a gran velocidad. Me enamoré de una niña que me dio la mano y resultó ser del cuerpo de seguridad que nos estaba cuidando. Cantamos en las calles de Nicaragua las canciones de Carlos Mejía Godoy, que estaban prohibidas. En fin, fue un viaje intenso donde, sin darnos cuenta, arriesgamos nuestra seguridad porque éramos unos niños muy vivaces y bastante ingenuos. Después, muchos se retiraron de todo: de la música, de la poesía, de la política, del arte. Esa aventura me dio muchas cosas, sobre todo, una visión del poder como algo que está incrustado en la condición humana. Este viaje tiene que ver también con cierta inteligencia emocional, resumida en una pregunta: ¿qué pinche onda con la Revolución? 54
  • 56. Los Rupestres ¿Qué somos los Rupestres? Cuando nosotros ideamos esto no pensábamos en cantarle a la revolución social ni si íbamos a ser cantantes de la televisión, aunque Rockdrigo sí lo quería ser. Pero hay sucesos en los que uno no cabe: o sea, no estás en el mainstream y tienes la necedad de hacer tu trabajo hasta que estés viejito. Esto no es ser un perdedor, sino estar en una batalla permanente que tal vez no ganes, pero sabes que no vas a perder. En ese sentido nosotros ni íbamos a ser cantantes de la televisión y tampoco íbamos a ser los cantantes de la Revolución, ni de la “revolución” del PRI ni de la “revolución” de la izquierda. ¿Por qué? porque los cantantes de la Revolución ya estaban y la gente los escogió: son Silvio Rodríguez, Gabino Palomares, Amparo Ochoa… Pero también sabemos que esta es una revolución derrotada y ahí es donde viene el cuestionamiento sobre qué hacemos en el Movimiento Rupestre. ¿Qué somos? ¿Le cantamos a una revolución derrotada, hacemos canciones existencialistas o simplemente la estamos pasando poca madre? Quién sabe. En todo caso, venimos de Sesiones con Emilia, el disco de Jaime López, Roberto González y Emilia Almazán. De ahí venimos y también de El Pájaro Alberto, de Javier Bátiz, de León Chávez Teixeiro. Recuerdo esa época como si fuera el principio de un sueño: el sueño de poder construir un movimiento de rock con canción de autor y gente de bien creando buenas rolas, con amor al escenario, a la música, al espíritu creativo de un país que pensábamos que podía cambiar. Fue bien importante que en ese momento existiera esa ilusión, y creo que actualmente hay una especie de reencuentro con esa época, en el sentido de poder entablar permanentemente un diálogo con ese sueño. Los ochenta fueron una época híbrida, porque veníamos de unos setenta igualmente híbridos. Pero… había un sueño y ese sueño se ha podido realizar de diferentes formas. El Movimiento Rupestre no sólo se hizo con los músicos que lo integramos, sino también con otra gente que fue fundamental. Jorge Pantoja es uno de ellos. Era subdirector del Museo del Chopo y nos abría las puertas para ensayar y tocar. Su apoyo, su presencia y su locura por inventar cosas son esenciales. Fundó el colectivo La Agrupación Imposible y es un caso dentro de la contracultura mexicana: inventó los concursos de rock del Chopo, de donde salió mucha gente, y también fundó el Tianguis del Chopo. Es un tipo que tiene ideas todos los días y de pronto enloquece y las comienza a desarrollar. 55
  • 57. Pienso en Rodrigo de Oyarzabal, que tenía su programa ‘El rol de todos los días’, en Radio Educación, y nos cobijó (de hecho debería estar en la famosa foto de los Rupestres). Otros personajes cercanos han sido Pepe Návar, José Luis Torres (El Capitán Chorizo), Víctor Ezkide, Alain Derbez, Jorge García Montemayor (que nos ha arropado a todos con su maravillosa guitarra), el poeta Pedro Damián, Edgar Arrellín (un autodidacta que nos ha sonorizado infinidad de veces)... Luego están proyectos culturales como el Foro Alicia, la Editorial Penélope y todos los espacios donde hemos tocado. El colectivo A partir de las relaciones que Rockdrigo y yo teníamos empezamos a juntar a esta serie de compositores, un poco alejándonos de la gente del canto nuevo y buscando otro ambiente del rock que no fuera tan gandalla como el de los hoyos fonquis. Así nos organizamos y se me ocurrió que le pusiéramos ‘Colectivo Rupestre de los Cantantes Bofos’, siempre en un sentido de broma porque éramos los más bofos de la música en México en cuanto al crecimiento y el desarrollo, en cuanto a lo feito que puede ser un cantante rupestre en medio de un glamuroso rockero heavy metal de la época o una estrella de pop de televisa o un cantante de izquierda que le rinde tributo a la Revolución. El manifiesto La idea de escribir un manifiesto se la debemos a Jorge Pantoja. Rockdrigo fue el que la llevó a cabo en un momento en que la vida simplemente sucedía. Digo esto porque el Movimiento Rupestre se dio sin que lo premeditáramos. El Manifiesto que escribió Rockdrigo nos daba mucha risa y no estábamos tan de acuerdo, en un sentido figurado y real. Yo vengo del rock y del folk, y siempre me ha interesado la tecnología. Pero una de las cosas que siempre he pensado es que la gente necesita tener buen humor; tu éxito puede ser a partir del buen humor. En ese sentido, creo que el Manifiesto Rupestre es una buena broma, tiene un excelente sentido del humor y cuestiona a la tecnología. Pero el Movimiento era de facto, se estuviera a favor o en contra del Manifiesto. Claro, ahí también había una estrategia para estar vivos y eso fue muy importante, porque a veces uno tiene que hacer los ambientes y realizar diferentes cosas en diferentes momentos de la vida. Una de ellas es el poder estar en el rock y también en la canción de autor o, en aquellos tiempos, en el canto nuevo; aunque de pronto no estábamos en ninguno. Los rockeros nos veían como muy fresas y la gente del canto nuevo se espantaba con nuestras canciones, porque no eran la típica canción de Silvio Rodríguez. 56
  • 58. Los Rupestres no se acabaron con la muerte de Rockdrigo El Movimiento fue creciendo después de que murió Rockdrigo. Los fundamentalistas creyeron que se había acabado, pero no. Se integraron Arturo Meza, Gerardo Enciso, Mauricio González Gómez, Armando Rosas, Carlos Arellano, Marco Ruiz y revoloteaba por ahí Normando López, entre otros. Se dio un suceso en donde lo más importante no fue Rockdrigo González, sino toda la gente que se identificó y ha estado ahí. Roberto Ponce dice que en cuanto muere Rockdrigo muere el Movimiento; yo digo todo lo contrario: en cuanto muere Rockdrigo el Movimiento se consolida, dura un tiempo y desaparece. Sí, estábamos muy tristes, pero la vida tenía que seguir; llegó gente nueva, músicas nuevas, otras formas de hacer canciones. El Movimiento Rupestre forma parte de la memoria de nuestras vidas y de las vidas de mucha gente. Yo tengo ese sambenito de ser Rupestre y me lo quisiera quitar, pero es muy difícil porque ya es algo histórico. Concierto en vivo y El poeta rupestre Es memorable, para esta historia del Movimiento Rupestre, el espectáculo que montaron el poeta Ricardo Castillo y Jaime López: Concierto en vivo. Fue una bomba para el underground de la época y no está registrado a nivel discográfico. Fue el primer espectáculo de un poeta y de un rocanrolero en vivo. También, otro antecedente memorable está en El poeta rupestre, una serie de textos de Alejandro de la Garza, que leyó una noche en que Ricardo Castillo no pudo hacer Concierto en vivo. Es una obra que habla de José Pepe Nador, de Iztapalapa, y fue la primera vez que escuché el término rupestre. No sé si es un término despectivo. Recuerdo una película donde sale un ogro y un burro que le dice: “Quítate de allí, tipo rupestre”, lo cual tenía que ver con una connotación racista y primitiva. Creo que se debe reconocer a Alejandro de la Garza, El Cholibrí, como el primero que utilizó ese término, aunque Rockdrigo después lo integrara al Manifiesto porque sabía captar muy bien las ideas que estaban en el aire. Detectar el origen del uso de ese término es una discusión que espero suceda en forma antropológica y que algún estudiante de la ENAH haga su tesis al respecto. La ideología Rupestre Tiene que ver con el outsider y con el tipo con un punto de vista crítico. Por supuesto que siempre estuvimos en la izquierda. El patín de estar de gira en la ciudad después del terremoto, tocando en los campamentos y en las colonias, era una necesidad. Luego la huelga del CEU, en 1986, cuando tocamos en Ciudad Universitaria y se 57
  • 59. integraron Trolebús y Armando Rosas. Había una parte glamurosa del rock que no se unía y que de pronto, a partir de la aparición de ‘Rock en tu idioma’, comenzaron a participar en movimientos sociales, en esa huelga del CEU con el famoso camión de redilas de Maldita Vecindad. Empiezan a verse otras perspectivas y nuevos horizontes; nos organizamos más y después viene el movimiento zapatista. Por supuesto que hay un punto de vista ideológico, pero a la vez siempre ha existido un cuestionamiento a esa izquierda menopáusica, tradicional, estalinista, chafa, nepotista, burocrática, conservadora, más papista que el Papa, que cree que el poder es más importante y no los seres humanos. En ese sentido es una lucha contra el poder, porque esa izquierda o la derecha asesina llegan a ser dos enemigos del trabajo artístico, y eso no lo digo yo, es algo histórico, desde el patín que traían León Trotsky, André Breton y Diego Rivera por un arte revolucionario e independiente. Una senda sin redención ¿Ha servido este viaje? Bueno, creo que sí ha servido pero no ha sido masivo. Hay nuevas generaciones que siguen nuestro trabajo, tienen una idea de lo que significa y saben que estamos en una senda donde no hay redención ni queremos que haya redención. Simplemente es un camino donde nosotros cantamos lo que vivimos, lo que nos pasa, el amor y el desamor, el poder, la izquierda, la policía, la derecha, cuestionando cosas que tal vez no habíamos pensado. Porque imagínate que la trova cubana, a pesar de que también se enfrentó a la burocracia, ha sido un movimiento promovido por el Estado. Nosotros no hemos sido promovidos por la izquierda ni por la derecha, nos promovemos a nosotros mismos ante un público que nos ha valorado y que nos ha seguido. Cierto, de pronto hay una historia fuerte de desencuentro, porque las generaciones van cambiando y los públicos van cambiando. Hay público fiel, pero la gente envejece y tiene otras prioridades en la vida, le va cambiando el patín del cerebro o le van cambiando las ideas o se vuelve conservadora o se muere. Estamos a contracorriente, siempre, es mi caso. Infrarrealistas y Rupestres Mario Santiago y Rockdrigo jamás hicieron buena química. Cuando se conocieron en mi casa hubo un choque eléctrico: punta contra punta. No se dio un entendimiento ni un encuentro sino más bien una especie de odio entre ellos, pero sin violencia. Cada uno, con su tremendo ego, quería brillar más que John Lennon; algo realmente imposible. Pienso que esto tiene que ver con el ego de la generación de Rockdrigo, gente con una gran megalomanía en un mundo donde deberíamos hacer 58
  • 60. Propaganda de la tocada en apoyo al CEU, de 1986. 59
  • 61. más música; aunque por otro lado es un empoderamiento necesario para conservarte vivo en un mundo de hijos de la chingada. Rockdrigo era un hijo de la chingada. Todo mundo lo mitifica pero era un hijo de la chingada, en el estricto sentido de la palabra, porque le tocó venir de los setenta, donde en el ambiente del rock te tenías que cuidar la espalda. Afortunadamente, esta generación del Movimiento Rupestre la hicimos para no tener que cuidarnos la espalda del otro músico. Rockdrigo sí se cuidaba la espalda y agandallaba a otros músicos, porque era su lógica de vida y tenía cierta negatividad en ese sentido. Eso no le quita lo gran artista, por supuesto. Ecos Rupestres Creo que la influencia del Movimiento Rupestre es vital porque ha arropado a una generación, sobre todo a través de sus individualidades; un poco pensando en la escuela que han hecho Arturo Meza, Carlos Arellano, Armando Rosas, Roberto González; en la escuela para cantantes que ha hecho Nina Galindo; en todo el desarrollo de la música progresiva a partir del trabajo de Eblen Macari. A nivel de los cantautores, está el trabajo de Roberto Ponce que, a pesar de no tener un disco grabado, ha sido determinante para muchos compositores, y en esos incluyo a algunos que no están cerca del Movimiento pero que tienen una presencia, como Jaime Moreno Villarreal o Pepe Elorza. Entonces sí, claro que hay una influencia a partir de la canción de autor y eso ha sido determinante para las nuevas generaciones. A lo mejor no soy la persona más capacitada para decirlo, pero creo que hay muchos seguidores de Carlos Arellano, de Armando Rosas, de Roberto González, de Gerardo Enciso y de Arturo Meza, en un sentido de escuela. En mi caso no sé, creo que soy el más modesto de todos y así me asumo, como un modesto escritor de canciones de rock que nunca dejará de hacerlo. Están los más jóvenes: Armando Palomas, Kristos, Leticia Servín, Carcará Muñoz, Iván Antillón, Iván García, La Trola… Palomas es una manifestación plena de nuestra cultura popular y cábula, Kristos es hijo directo de Normando López y de Marco Blues, que a su vez viene de Rockdrigo y de los Rupestres; Leticia Servín es una gran cantante y una compositora notable. El Foro Alicia y Nacho Pineda son importantísimos para la historia del Movimiento Rupestre; ahí se renovó ese espíritu de las tocadas colectivas, con Nina Galindo, Roberto González, Armando Rosas, Carlos Arellano, Gerardo Enciso y con las nuevas generaciones, donde están Leticia Servín, Kristos, Armando Palomas, que no son precisamente Rupestres. Más allá de que el Movimiento ya está ‘pelas’, el Foro Alicia es un sitio donde se manifiesta el espíritu de lo colectivo como un camino posible. 60
  • 62. La luz del camino Elina Elina Cariño fue mi compañera y juntos tuvimos a nuestro hijo Arlo. Ella murió en un accidente trágico en el Tianguis del Chopo, en 1986. Fue una pendejada de unos escuincles babosos que ni siquiera supieron qué fue lo que pasó, y esto también tiene que ver con el machismo de una sociedad que odia a las mujeres. Lo que pasó con Elina fue la manifestación de una sociedad machista que ve a una chava sola y la hostiga; de pronto hay una bronca y recibe un golpe en la cabeza. Todo mundo se echó a correr; no hubo solidaridad. Su espíritu siempre está conmigo, es mi compañía permanente. Elina está más allá del bien y del mal, es un espíritu vivo que cada día me dice lo que tengo que hacer y lo que no tengo que hacer. Y no soy esquizofrénico. Además era una mujer guapísima y maravillosa; murió a los 26 años cuando yo tenía 32. Me quedé con nuestro hijo y tuve que sacarlo adelante. El apoyo de mucha gente me ayudó a no vivir en la eterna depresión. Tenía que sacar el corazón y los testículos. Amigos entrañables Llevo tocando más de 15 años con los hermanos Rivadeneyra; ellos son mis hermanos. Daniel es un virtuoso del rock progresivo, del flamenco y de la guitarra acústica. Yo empecé a trabajar con él después de que dejó Delirium, un grupo mítico dentro del rock progresivo mexicano. Para mí ha sido una bendición de la vida haber podido tocar con él tantos años, recorrer muchas partes del país y estar de gira por Europa. Lo mismo que David, que es un ser fresco y muy talentoso; ha sido una gran inspiración en mi vida. En realidad no tengo fans sino un montón de amigos; entre ellos Beto y Magda, que realmente están safaditos y se les bota la canica, en el sentido amoroso. Nos han seguido toda la vida y ya no recuerdo cuándo empezaron a ir a mis conciertos. Los he visto también una y otra vez en las presentaciones de Gerardo Enciso, José Cruz, Jaime López, Carlos Arellano, y hemos compartido viajes; me han salvado la vida con su inmensa generosidad. Los fans enloquecen, pero los amigos son lo mejor que te puede pasar. Jaime López es una maravilla de arista y de ser humano. Me encanta su prendidez escénica. Aunque él no fue parte del Movimiento Rupestre, ha sido fundamental para la canción contemporánea mexicana. Él está más allá de cualquier movimiento, es un individuo y un artista muy completo. Estuvo en el 2º Festival 61
  • 63. Miguel Ordoñez, Rafael Catana y Daniel Rivadeneyra. (Archivo: Rafael Catana). Rafael Catana con los hermanos Rivadeneyra en el concierto Noche de Primavera. (Foto: Juan Espinosa Torres, 2009). Portada del álbum Polvo de ángel (1991), de Rafael Catana; el diseño corrió a cargo del artista José Antonio Platas Olvera El Japo. Rafael Catana y Los Dibujos Animados, en 1993. (Archivo: Rafael Catana). 62