Humanamente no sabemos hacer cosas buenas, aunque aparentemente nuestras buenas obras contradigan esta verdad. Es necesario que veamos lo siguiente: Si estamos haciendo las cosas por tradición, es una religión, podemos cumplir con muchas cosas pero si no tenemos la conciencia de que Dios nos la ha mandado a hacer y no porque nosotros somos buenos, no podemos producir fruto por nosotros mismos.
Muchas veces podemos estar haciendo muchas cosas, que pueden ser buenas delante de los hombres, pero Dios no ha determinado que sean de esta manera, pensemos que cosas estamos haciendo.
¿Cuantas veces nosotros hemos hecho cosas que van en contra de lo establecido por Dios en Su Palabra? Aunque estas cosas sean buenas. La Palabra tiene que ser el respaldo de todo lo que hacemos. No podemos decir que hacemos buenas obras, si estas obras no tienen fundamento bíblico los frutos no sirven para nada.
Finalmente, estas obras buenas nos corrompen mas, porque pensamos que tenemos una excelente relación con Dios, el creernos buenos nos lleva a alejarnos más y más de El, ¿Estamos haciendo las obras que Dios ha determinado a la manera de Dios o a nuestra manera? Si es la última nos vamos a corromper cada ida más.
¿Como puedo producir buenos frutos? Juan 15:1-5 Permaneciendo en Jesucristo, si son obras producidas por nosotros mismos no son agradables. ¿Queremos llevar buenos frutos? No tenemos la capacidad de producir nada bueno, no sirve para nada lo que hacemos, solo a través de Cristo. Juan 15:8 Los frutos se generan por permanecer en El, son los que glorifican al Padre, son los que Cristo produce en nosotros.
Las circunstancias de la vida, a veces te golpean, llevandote por veredas donde nunca quisiste andar. Dios es un Dios de oportunidades, toma la que El te da hoy!
La Carta de Aristeas declara que fue escrita por Aristeas, funcionario de la corte de Tolomeo II Filadelfo (285-246 a. C.). Fue dirigida a su hermano Filócrates. Esta carta, quizás escrita por un judío alejandrino (siglo II a.C.), contiene un registro legendario de la traducción de la Ley judía al griego -la Septuaginta (LXX)– posiblemente insertada por un redactor posterior.
De acuerdo con la carta, Tolomeo, deseando tener una versión griega de las leyes judías para la Biblioteca de Alejandría, pidió al sumo sacerdote de Jerusalén que le enviara expertos reconocidos para realizar la traducción. Este le respondió enviándole 72 eruditos, quienes, supuestamente, completaron la tarea en 72 días.
Debido a los muchos anacronismos que contiene, los eruditos han dudado generalmente de su veracidad. Sin embargo, es una fuente valiosa de información de las opiniones existentes en la antigüedad acerca del origen de la LXX.
Humanamente no sabemos hacer cosas buenas, aunque aparentemente nuestras buenas obras contradigan esta verdad. Es necesario que veamos lo siguiente: Si estamos haciendo las cosas por tradición, es una religión, podemos cumplir con muchas cosas pero si no tenemos la conciencia de que Dios nos la ha mandado a hacer y no porque nosotros somos buenos, no podemos producir fruto por nosotros mismos.
Muchas veces podemos estar haciendo muchas cosas, que pueden ser buenas delante de los hombres, pero Dios no ha determinado que sean de esta manera, pensemos que cosas estamos haciendo.
¿Cuantas veces nosotros hemos hecho cosas que van en contra de lo establecido por Dios en Su Palabra? Aunque estas cosas sean buenas. La Palabra tiene que ser el respaldo de todo lo que hacemos. No podemos decir que hacemos buenas obras, si estas obras no tienen fundamento bíblico los frutos no sirven para nada.
Finalmente, estas obras buenas nos corrompen mas, porque pensamos que tenemos una excelente relación con Dios, el creernos buenos nos lleva a alejarnos más y más de El, ¿Estamos haciendo las obras que Dios ha determinado a la manera de Dios o a nuestra manera? Si es la última nos vamos a corromper cada ida más.
¿Como puedo producir buenos frutos? Juan 15:1-5 Permaneciendo en Jesucristo, si son obras producidas por nosotros mismos no son agradables. ¿Queremos llevar buenos frutos? No tenemos la capacidad de producir nada bueno, no sirve para nada lo que hacemos, solo a través de Cristo. Juan 15:8 Los frutos se generan por permanecer en El, son los que glorifican al Padre, son los que Cristo produce en nosotros.
Las circunstancias de la vida, a veces te golpean, llevandote por veredas donde nunca quisiste andar. Dios es un Dios de oportunidades, toma la que El te da hoy!
La Carta de Aristeas declara que fue escrita por Aristeas, funcionario de la corte de Tolomeo II Filadelfo (285-246 a. C.). Fue dirigida a su hermano Filócrates. Esta carta, quizás escrita por un judío alejandrino (siglo II a.C.), contiene un registro legendario de la traducción de la Ley judía al griego -la Septuaginta (LXX)– posiblemente insertada por un redactor posterior.
De acuerdo con la carta, Tolomeo, deseando tener una versión griega de las leyes judías para la Biblioteca de Alejandría, pidió al sumo sacerdote de Jerusalén que le enviara expertos reconocidos para realizar la traducción. Este le respondió enviándole 72 eruditos, quienes, supuestamente, completaron la tarea en 72 días.
Debido a los muchos anacronismos que contiene, los eruditos han dudado generalmente de su veracidad. Sin embargo, es una fuente valiosa de información de las opiniones existentes en la antigüedad acerca del origen de la LXX.
A. ¿Qué es la soledad?
• En el Antiguo Testamento la palabra hebrea que más se utiliza para “solitario” es shamem, que significa “desolado”.
• En el Nuevo Testamento la palabra griega eremos significa “lugares desiertos”.
• La soledad es el estado emocional de tristeza causado por sentirse solo, aislado o alejado de los demás.
• Una persona puede sentir la falta de cercanía con otros aún cuando estén en su presencia.
• David exclamó al Señor en tiempo de soledad:
“Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido”.
(Salmos 25:16)
B. ¿Qué significa estar solo?
• En el Antiguo Testamento, la palabra hebrea que se traduce solo es badad, que significa “estar con uno mismo”.
• En el Nuevo Testamento, la palabra griega monos denota “sin compañía, solo, solitario”.
• Estar solo es la condición de estar sin compañía, separado de otros.
• Con frecuencia, Jesús buscó estar a solas. Se apartaba de los demás para poder tener comunión con el Padre.
“Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo”.
(Mateo 14:23)
C. ¿Cuál es la diferencia entre estar a solas y sentir soledad?
• La soledad se refiere al estado emocional (por sentirse rechazado y desolado).
• Estar a solas se refiere al estado físico (el estado de estar separado de los demás).
• La soledad generalmente es una experiencia negativa (que va acompañada de un sentimiento de desesperanza).
• Estar a solas puede ser una experiencia positiva (convirtiéndola en un momento de creatividad y comunión con el Señor).
D. Ejemplos bíblicos de soledad
DAVID EXPERIMENTÓ SOLEDAD POR EL RECHAZO.
“Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien me quiera conocer;
No tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida”.
(Salmos 142:4)
JOB EXPERIMENTÓ SOLEDAD POR SUS AMIGOS DESLEALES.
“El atribulado es consolado por su compañero; aun aquel que abandona el temor del Omnipotente. Pero mis hermanos me traicionaron como un torrente; pasan como corrientes impetuosas”.
(Job 6:14–15)
ELÍAS EXPERIMENTÓ SOLEDAD PORQUE TEMIÓ LA IRA DE DIOS.
“Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres”.
(1 Reyes 19:3–4)
E. Ejemplos bíblicos de estar solo
PABLO ESTUVO SOLO CUANDO SUS AMIGOS LO ABANDONARON.
“En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león”.
(2 Timoteo 4:16–17)
JOB ESTUVO SOLO CUANDO
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Fuente: Emeric Amyot d'Inville, C.M. "Anunciar la Buena Nueva de la Salvación siguiendo las huellas de San Vicente", Vincentiana: Vol. 41: No. 4, Artículo 7.
Esta guía es una ayuda para hacer por tu cuenta el retiro mensual, allí dónde te encuentres, especialmente en caso de dificultad de asistir en el oratorio o iglesia donde habitualmente nos reunimos para orar.
Diseña una experiencia de aprendizaje sobre lectura y escritura como
herramientas de aprendizaje transversal integrando recursos digitales.
La experiencia se debe planear en el formato 1 y luego, se socializa en
una presentación Power Point y se sube a un Slide Share, Issu u otro
recurso que genere un enlace para su visualización.
2. L a interpretación de este Salmo se ve dificultada por la inclusión en un mismo poema de elementos bastante heterogéneos: súplica individual (vs. 2-12, 24-25), expresiones hímnicas (vs. 13, 26-28), y anuncio profético (vs. 14-23). P ara resolver esta dificultad, se podría dar la siguiente explicación: durante el exilio babilónico, se aplicó la súplica de un enfermo grave a la situación en que se encontraba Israel, cuando Jerusalén y el Templo estaban en ruinas. E ntonces se añadió un oráculo que anunciaba la reconstrucción del Santuario (v. 17) y el retorno de los desterrados (v. 23).
3. ► El salterio nos ofrece un himno penitencial. Un israelita piadoso y fiel va expresando, en forma de súplica, su dolor; parece como si rompiese en llanto. Está abrumado por la ruina de su pueblo y centra su aflicción en la destrucción de lo que constituía la alegría de Israel: Jerusalén, la ciudad santa y su templo, asiento de la majestad y gloria de Dios. ► Imaginamos a nuestro doliente salmista paseando su mirada sobre Jerusalén; intentamos penetrar en su corazón y podemos entender, al menos en parte, su terrible abatimiento. Todo lo que antes le alegraba la vista se ha convertido en un yermo estéril en el que campea la desolación. ► En Jesucristo confluye el dolor del salmista, de los profetas y de innumerables hijos de Israel. También a El le duele ver las piedras del templo diseminadas, cansadas, abatidas y vagando sin sentido. El ve en las ovejas desfallecidas de Israel, hijos de las promesas, la ruina que el salmista veía en las piedras fuera de lugar y dispersas. Jesús recoge en su alma el dolor de todos los hombres rectos de Israel por el pueblo. Oración de un afligido que, en su congoja, se lamenta ante el Señor
4. Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti; no me escondas tu rostro el día de la desgracia. Inclina tu oído hacia mi; cuando te invoco, escúchame en seguida. Que mis días se desvanecen como humo, mis huesos queman como brasas; mi corazón está agostado como hierba, me olvido de comer mi pan; con la violencia de mis quejidos, se me pega la piel a los huesos.
5. Mis enemigos me insultan sin descanso; furiosos contra mí, me maldicen. En vez de pan, como ceniza, mezclo mi bebida con llanto, por tu cólera y tu indignación, porque me alzaste en vilo y me tiraste; mis días son una sombra que se alarga, me voy secando como la hierba. Estoy como lechuza en la estepa, como búho entre ruinas; estoy desvelado, gimiendo, como pájaro sin pareja en el tejado.
6. Tú, en cambio, permaneces para siempre, y tu nombre de generación en generación. Levántate y ten misericordia de Sión, que ya es hora y tiempo de misericordia.
7. Tus siervos aman sus piedras, se compadecen de sus ruinas, los gentiles temerá tu nombre, los reyes del mundo, tu gloria.
8. Cuando el Señor reconstruya Sión, y aparezca en su gloria, y se vuelva a las súplicas de los indefensos, y no desprecie sus peticiones, quede esto escrito para la generación futura, y el pueblo que será creado alabará al Señor.
9. Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra, para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte.
10. Para anunciar en Sión el nombre del Señor, y su alabanza en Jerusalén, cuando se reúnan unánimes los pueblos y los reyes para dar culto al Señor.
11. El agotó mis fuerzas en el camino, acortó mis días; y yo dije: "Dios mío, no me arrebates en la mitad de mis días". Tus años duran por todas las generaciones: al principio cimentaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos.
12. Ellos perecerán, tú permaneces, se gastarán como la ropa, serán como un vestido que se muda. Tú, en cambio, eres siempre el mismo, tus años no se acabarán. Los hijos de tus siervos vivirán seguros, su linaje durará en tu presencia.
13. Amo a mi Ciudad Amo tus mismas piedras y el polvo de tus calles. Tú eres mi ciudad, mi Sión, mi Jerusalén; tú, la ciudad donde vivo, por cuyas calles ando, cuyos rincones conozco, cuyo aire respiro, cuyos ruidos sufro. Tú, la ciudad que se me da dado para que sea mi casa, mi puesto en la tierra, mi refugio en la vida, mi vínculo urbano con la raza del hombre civilizado. Tú, signo y figura de la Ciudad de Dios, mientras continúas siendo plenamente la ciudad del hombre en tu penosa historia y tu presente realidad. Te amo, te abrazo, estoy orgulloso de ti. Me alegra vivir en ti, enseñarte a visitantes, dar tu nombre junto al mío al dar la dirección donde vivo, unir así tu nombre al mío en sacramento topográfico de matrimonio residencial. Tú eres mi ciudad, y yo soy tu ciudadano. Nos queremos. Te quiero tal y como eres ; con polvo y todo. Podría besar en adoración las piedras de tus calles y erigirlas en altares para ofrecer sobre ellas el sacrificio de alabanza. Tus avenidas son sagradas, tus cruces son benditos, tus casas están ungidas con la presencia del hombre, hijo de Dios. Tú eres un templo en tu totalidad, y consagras con el sello del hombre que trabaja los paisajes vírgenes del planeta tierra. Por ti rezo , ciudad querida, por tu belleza y por tu gloria; rezo a ese Dios cuyo templo eres y cuya majestad reflejas, para que repare los destrozos causados en ti por la insensatez del hombre y los estragos del tiempo y te haga resplandecer con la perfección final que yo sueño para ti y que él, como Dueño y Señor tuyo, quiere también para ti.
14. S eñor, Dios nuestro, tu Hijo Jesucristo nos ha revelado tu amor de Padre: él es nuestra esperanza en el dolor, en la brevedad de la vida y en los ataques del enemigo, por él te presentamos confiadamente nuestras peticiones y te suplicamos que no arrebates nuestra vida en la mitad de sus días. Por Jesucristo, nuestros Señor.