El salmo expresa la congoja de un israelita exiliado ante la destrucción de Jerusalén y el Templo. Combina elementos como súplica individual, expresiones hímnicas y anuncios proféticos sobre la reconstrucción futura. El dolor del salmista representa el sufrimiento de Israel en el exilio, a la espera de la misericordia divina y la restauración de Sión.