El documento resume tres sectores estratégicos para el desarrollo económico en el siglo XIX: la agricultura, la banca y las finanzas, y el papel del Estado. Explica cómo la agricultura aumentó su productividad y liberó mano de obra para otros sectores, y cómo la banca creció rápidamente en ese período para proveer servicios financieros que impulsaron la industria y el comercio. También destaca el papel de instituciones financieras estatales como bancos nacionales en algunos países.