El radar del aeropuerto está fuera de servicio desde hace más de 20 años, lo que obliga a los controladores a depender de la información proporcionada por los pilotos para guiarlos y evitar colisiones. Debido a la falla del radar, los controladores tienen que aumentar la distancia entre aviones para reducir riesgos. Además, el tráfico de vehículos en el aeropuerto genera alta polución atmosférica.