El poema invita a la Señora Caracas a salir de ronda en una noche de luna para bailar al ritmo de canciones que le gustan como merengues, boleros y valses, mientras lleva puestos labios rojos y un vestido con lentejuelas que derroche estrellas. El poeta promete cantarle una serenata bajo sus balcones y cuando despierte será infiel al cerro avileño con el sol, su amante.