La Tierra y los demás planetas del Sistema Solar se ven atraídos por la gravedad del Sol, que es la fuerza dominante que mantiene a los planetas en órbita y evita que se dispersen por el espacio. La gravedad del Sol es mucho más fuerte que la gravedad de cualquier planeta, aunque la gravedad de planetas grandes como Júpiter es detectable desde la Tierra a través de su influencia en la órbita de sus propias lunas.