El documento resume cómo Manuel Castells argumenta que las redes sociales y Internet permitieron que los sentimientos de ira y indignación por la masacre se difundieran rápidamente. Las redes sociales también se utilizaron para convocar protestas en embajadas y consulados mexicanos en todo el mundo para exigir justicia y esclarecimiento sobre lo sucedido. La era de Internet permite que los fenómenos sociales y políticos se muestren más abiertamente, incluida la indignación pero también la esperanza para el cambio.