Un niño indio llamado Sudi le gustaba gruñir a los tigres, a pesar de las advertencias de su madre. Un día encontró a un tigre y comenzaron a gruñirse el uno al otro, enfadando al tigre. Al día siguiente, el tigre saltó frente a Sudi gruñendo fuertemente, pero Sudi lo acarició y el tigre se alejó confundido. Más tarde, Sudi explicó al tigre que gruñía a los tigres porque era tímido, pero que hacerlo lo hacía