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La naturaleza dominicana de comienzos de siglo
Por: Ing. Eleuterio Martínez
Reproducido por: Dr. Rafael Chavez
Para 1909 República Dominicana tenía un 85 por ciento de su extensión
territorial cubierto de bosques, esto es, casi cuatro millones de hectáreas o más
bien, 61,180, 000 tareas de cobertura forestal, lo cual la hacía la principal
potencia maderera del continente americano.

Despuntando el alba del siglo que ahora concluye (1900), República
Dominicana tenía una deuda que no podía honrar con todas las de la ley, pues
las riquezas generadas por el país apenas alcanzaban para mantener el
dinamismo de la economía y la vida de la nación. Esta situación provocó una
fiscalización de las finanzas nacionales por parte de las naciones adeudadas y
los resultados ofrecían datos un poco fuera de lo común, o muy diferentes a lo
esperado en cualquier nación de la región del Caribe para aquel entonces.


En las aduanas por ejemplo, se pudo constatar que las entradas en divisas más
fuertes que tenía el país procedían de la exportación de maderas, situación que
se correspondía con la intensa actividad que se daba en las zonas boscosas de
las zonas bajas, ribereñas y del pie de monte de las áreas cordilleranas, donde
se mantenía una explotación maderera sostenida, fundamentalmente de caoba,
capá, cabirma, roble, membrillo, cedro, campeche, guayacán y baitoa, entre
otras especies forestales de madera noble.




                                    CAOBA

Hay quienes opinan que la primera intervención norteamericana que tuvo el
país fue más bien de ''carácter económico'' y ocurrió precisamente dándole
apertura al presente siglo. Para ese entonces éramos realmente una potencia
maderera, posiblemente la más importante del continente americano, pues
República Dominicana era la principal fuente de abastecimiento de maderas
nobles (preciosas) para los mercados europeos (España, Francia, Inglaterra y
Países Bajos - Luxemburgo) y de Estados Unidos.




                                    CEDRO

No tenemos conocimiento de casos semejantes, aunque se sabe que Cuba
también era una nación exportadora de maderas preciosas, pero nunca alcanzó
los niveles de exportación ni el sitial que teníamos ganado en el mundo y que
venía prácticamente desde los tiempos de la colonia, pues Cristóbal Colón se
encargó de llevarle en el segundo viaje a la ''Corona Española'', una muestra
muy singular del ''oro verde'' (ébano y caoba) que él descubrió en estas tierras.
GUAYACAN

Estas circunstancias motivaron una mayor atención por los recursos forestales
del país, no solamente por porque representaban el principal pilar de soporte
de la economía nacional, sino porque el papel de generar divisas lo compartían
con los cuatro productos agrícolas tradicionales de exportación, caña de
azúcar, café, cacao y tabaco. Estos rubros de exportación se producían en base
al desarrollo de grandes plantaciones que implicaban el desplazamiento del
bosque para su instalación.




                                  BAITOA

La situación imperante en aquel entonces representaba una seria amenaza para
la cobertura forestal, tanto el cortar, aserrar y comercializar la madera, como
el establecer campos de caña y tabaco que implicaban la eliminación de total
del bosque (tala rasa), igual que el cacao y el café, aunque en menor
proporción porque se trataba de cultivos bajo sombra, que obligaban a
mantener algún tipo de cobertura forestal, aunque se removiera el bosque
original. La guama, la gina y la amapola se encargaron de sustituir el bosque
primario.




                    SELVA TROPICAL DOMINICANA

Son estas las circunstancias que forzaron a las autoridades nacionales a crear
la primera Ley Forestal en 1907 (número 4794), conocida como ''servicio
nacional de guardacampestre''. La intensa producción y exportación maderera
de primerísima calidad motivó de igual manera a que se abriera un nuevo
campo de colaboración mutua entre Estados Unidos y República Dominicana,
pues cobijado con las acciones diplomáticas de entonces llegó al país el primer
experto forestal que nos visita con la finalidad de realizar una ''evaluación de
las riquezas forestales nacionales'' y que por ''mera coincidencia'', tenía un
nombre que le venía muy bien con la misión a desempeñar: Karl Woodward.
Pero lo más importante de la labor desempeñada por Woodward fue decirle al
país y al mundo, basado en estudios e investigaciones de campo, que para
1909 República Dominicana tenía una cobertura forestal de 9 millones y
medio de acres (equivalentes a 61 millones 180 mil tareas de bosques), que
representaba un 85 por ciento de la superficie nacional. ¡Y qué paradoja!, la
nación dominicana le dará apertura al 2000 con una situación exactamente
contraria a la del 1900, pues los últimos estudios realizados en el país por
organismos internacionales indican que la cobertura forestal actual ronda
alrededor del 10 por ciento de la superficie nacional.




                               CAMPECHE
Las inquietudes conservacionistas nacen con el siglo

Las primeras normas de protección a la naturaleza de República Dominicana
datan de 1907, con la creación del servicio nacional de guardacampestres
destinado fundamentalmente a salvaguardar el principal recurso natural de la
nación: el bosque.




                             DUNAS DE BANI

No hay duda de que los bosques siempre han representado el recurso natural
de República Dominicana por excelencia y de ahí que la historia de la
conservación de la naturaleza siempre tenga que destacar los hechos más
relevantes que se asocian a su deterioro o conservación. De ahí la importancia
que le dio el Gobierno Dominicano a los recursos forestales a comienzos de
siglo, valorando su función como la principal fuente generadora de divisas y
riquezas.
SUELO ESTEPARIO DE LA ZONA DE MONTE CRISTI

El informe de Karl W. Woodward de 1909 dice que el año anterior, los datos
oficiales aduaneros indicaban que el valor de las exportaciones madereras era
de 71,399 dólares y que el consumo local alcanzaba el valor de 120,000
dólares, para un aporte anual de 191,399 dolares anuales en productos
forestales consumidos y exportados. Estos valores no eran superados por
ninguno de los rubros agrícolas tradicionales de exportación y por eso este
informe dice en uno de sus apartados, ''... un ramo de tanto valor para el país
vale la pena conservarlo, más especialmente cuando una sabía administración
lo aumentaría grandemente sin poner en peligro su futura productividad''.

El informe forestal

Vale la pena conocer en detalle este trabajo sobre los bosques dominicanos, no
solamente porque nos retrata fielmente la realidad de la naturaleza dominicana
de comienzos de siglo, si no porque nos da a conocer cuán importante eran los
recursos forestales para la vida del país en aquel entonces. Además, un análisis
minucioso del mismo da a entender que es un trabajo muy bien hecho a pesar
de que lo realizó en las condiciones más precarias que podramos imaginarnos,
pues para comienzos de siglo, el país no tenía un sistema de carreteras que
interconectara eficientemente a las diferentes regiones, por lo que tuvo que
recorrer el territorio nacional a pie y a lomos de mulo.

Aún así el estudio titulado ''Informe sobre las condiciones forestales de la
República Dominicana'' entregado en mayo de 1909, hace una excelente
descripción de las diferentes zonas boscosas del país, calculando una
superficie de 9,500,000 acres, que representaba un 85 por ciento de la
extensión territorial dominicana. Describe la condición de las zonas
cordilleranas indicando que las mismas ''... están cubiertas de vegetación
forestal y subvegetación formando una extensa capa'', destacando sin embargo
que ''...acerca de las selvas de este país, muy poco se conoce desde el punto de
vista técnico''.




Y agrega ''...es evidente que por muchos años las propiamente llamadas
'semillas de oro' de los bosques han sido cogidas por los buscadores de madera
de tinte y de ebanistería, nativos y extranjeros, por ser muy apreciada la
calidad de sus maderas. El áloe o doradillo, la caoba, el fustán o mora, palo
campeche, ébano, cedro y guayacán, son las preferidas y han sido exportadas
en considerables cantidades desde que principió el intercambio comercial con
la República''.

Estas notas nos dan a entender que del bosque no solamente se extraía madera,
que de hecho se hacía en ''considerables cantidades'' para ser exportadas hacia
Estados Unidos, sino el tinte y la resina que parecían industrializarse. Destaca
de igual manera que las labores de explotación maderera y de recolección de
otros productos del bosque no solamente la realizaban los dominicanos, sino
que también participaban extranjeros. Es una pena que no fuera más explícito.

El estudio de Woodward (para dejar en claro y cumplir fielmente la misión
para la que se le trajo al país) concluye diciendo entre otras cosas que ''... la
cantidad total de pino de República puede ser estimada, moderadamente, en
tres billones de pies B. M. De los dos tipos de madera dura hay once billones
de pies más, incluyendo todas las especies que alcanzan volumen negociable.
Un precio de troncos a 25 centavos de dólar por metro para el pino y de un
dólar por metro de madera dura representa las actuales condiciones del
mercado. Por lo tanto, los recursos forestales de República representan un
capital de 11,750,000 dólares''.

De mayor valor aún

Pero las cosas no quedaron ahí. Con la invasión de 1916 se inició la
construcción del primer sistema nacional de carreteras partiendo de la capital
dominicana. Tres arterias de comunicación deberían dar acceso a los rincones
más escondidos del territorio nacional y en particular a las zonas boscosas más
ricas que hasta entonces permanecían intocadas, particularmente las áreas
pineras que nunca habían sido explotadas comercialmente. Una de ellas
recorre todo el Cibao uniendo la capital con Montecristi, otra atraviesa los
frondosos bosques del Suroeste uniendo la capital con Elías Piña y la más
pequeña se sumerge en la espesa floresta de madera dura de la región oriental
uniendo la capital con Higüey.

Para tener una idea más acabada de cómo han cambiado las cosas a partir del
informe de Woodward, haciendo acopio de las tecnologías forestales más
modernas y penetrando a los bosques con mayor facilidad por la accesibilidad
que le brindaba el sistema de carreteras antes descrito, los norteamericanos
traen a otro experto forestal, el segundo que viene con una encomienda
específica: ''evaluar las riquezas forestales del país''. Se trata del ingeniero
forestal William Davis Durland, que entrega su reporte de campo en abril de
1922.
RIO CHAVON ZONA DE GATO

De entrada, e impresionado con las primeras visitas de campo, Durland
describía ''...grandes árboles y plantas bordean los caminos reales y carreteras
en grandes masas de variada vegetación, formada por viñas, helechos,
orquídeas, enredaderas, tunas y árboles de madera. Los bosques se extienden
en todas direcciones por valles, colinas y laderas de las montañas hasta sus
más altas cumbres cubiertas de helechos. Si el viajante ha llegado procedente
de la vecina isla de Puerto Rico, esta impresión de exuberante vegetación será
mayor aún por contraste; pues a pesar de encontrarse solamente a unas setenta
millas hacia el este de la República, está densamente poblada y apenas tiene
bosques debido al mal uso que han hecho los nativos de sus recursos naturales
destruyendo sus selvas hasta causar su agotamiento''.

Y escuchen esto: ''...la menos conocida de las Grandes Antillas, La Española
de Cristóbal Colón, ha sido la que menos ha cambiado su aspecto físico desde
los tiempos del Descubrimiento. Por lo menos el 75 por ciento de la isla está
cubierto de bosques que pueden llamarse de madera. El área total de la isla es
aproximadamente de unas 28,000 millas cuadradas, de la que más o menos
dos terceras partes corresponden a República Dominicana''. Observen que el
dato del 75 por ciento de cobertura forestal es para toda la isla y para aquel
entonces Haití ya estaba bastante deforestada por la explotación maderera a
que la había sometido Francia en el siglo anterior (siglo XIX), lo que quiere
decir, que la situación de los bosques dominicanos para 1920, cuando el país
todavía no había alcanzado el millón de habitantes, era prácticamente igual
que como lo había descrito su antecesor Karl Woodward.




                      VALLE DEL CIBAO CENTRAL

Y para no abrumarles de informaciones, a pesar de que son interesantísimas y
casi nadie las conoce, Durland concluye de esta manera, ''...tales son los
recursos forestales de República Dominicana. La mayor parte de estos
bosques son inexplotables comercialmente debido a no ser conocidas muchas
de las variedades de maderas que los pueblan. Tan pronto lleguen a ser
conocidas podrá apreciarse su verdadero valor comercial. Tiene una gran
ventaja sobre las islas vecinas: haber conservado sus bosques en estado casi
primitivo o vírgenes. Pero si esta riqueza ha de conservarse como caudal de
reserva, deberán tomarse medidas para evitar la deforestación iniciada. La
práctica de hacer 'conucos' es directamente responsable de la depauperación
de las selvas y que ha colocado a Puerto Rico en una situación económica
nada deseable en cuanto a sus recursos forestales que si continúa en República
Dominicana, esta nación sufrirá la misma suerte.
Órdenes ejecutivas

Estas recomendaciones que hizo directamente Durland al Coronel del Ejército
de Estados Unidos que gobernaba en ese entonces en el país, motivó la
emisión de cuatro ''órdenes ejectutivas'' (así se llamaban las leyes durante la
ocupación, 1916- 1924):

a) La primera (Número 365) fue emitida en 1919 y tuvo por objeto crear el
''servicio forestal'', que más bien era un reforzamiento al ''servicio de
guardacampestres'' que el ejército norteamericano había encontrado a su
llegada tres años atrás.

b) La segunda (Número 527) fue dada a conocer en 1920 y estaba destinada a
regular los servicios de los guardacampestres, que al parecer no tenían ningún
manual de procedimiento o un marco regulatorio de sus funciones.

c) La tercera fue la Orden Ejecutiva Número 586 del mismo año y se conoció
como ''Ley sobre Reserva Forestal''. Incluía la Cordillera Central, la Cordillera
Septentrional y la Sierra de Bahoruco, las cuales se ponían bajo la custodia del
Estado.
d) Por último, al año siguiente (1921) se emite la Orden Ejecutiva Número
631 para modificar la Número 527 del año anterior, organizando y
modernizando el servicio de los guardacampestres.

Así transcurrieron las dos primeras décadas del presente siglo, les ruego a los
amables lectores de LISTíN DIARIO que no se desesperen, que en el próximo
milenio les narraré los siguientes capítulos de esta ''tragicomedia forestal'' que
retrata el dramatismo de la destrucción de la naturaleza dominicana, pasando
del ''paraíso al desierto'' en tan solo 100 años.

SIGLO XX PASO A PASO

- Año 1900. La madera era el principal producto de exportación de República
Dominicana, abasteciendo los más exigentes mercados europeos y
norteamericanos.

- Año 1903. Continúa la expansión de los campos de caña y en forma más
moderada, la apertura de campos para las plantaciones de tabaco, ambos
cultivos implicaban el desplazamiento de la cobertura forestal para su
desarrollo.
- Año 1906. Llega al país Karl Woodward, el primer ingeniero forestal que
visita República Dominicana con la encomienda de evaluar sus riquezas
forestales.

- Año 1907. Emisión de la Ley 4794 que crea el ''servicio de
guardacampestres'', considerada la primera norma con carácter legal con
fuerza suficiente para ocuparse del cuido de la foresta.

- Año 1909. Entrega del informe de Woodward que revela que República
Dominicana tenía para ese entonces un 85 por ciento de su territorio cubierto
de bosques.

- Año 1910. Las crónicas periodísticas relatan la llegada a Mao Valverde de
barcos procedentes de Montecristi y se reporta además, la presencia de
cocodrilos que recorren las aguas del río Yaque del Norte hasta llegar a las
inmediaciones de lo que hoy es el Puente Hermanos Patiño.

- Año 1912. El padre Miguel Domingo Fuertes se convierte en el primer
botánico que escala las alturas del Pico Duarte con fines científicos (28 de
octubre de 1912), donde pudo identificar varias especies y géneros nuevos
para las ciencias que llevan su hombre.

- Año 1916. Se comienza a construir el primer sistema de carreteras del país,
el cual permite el acceso a zonas forestales que habían permanecido intocadas
desde su aparición o formación en esta isla.

- Año 1918. Con la llegada de la Máquina de Vapor al país se inicia la
instalación de aserraderos en el corazón del Valle del Cibao y en las
estribaciones del pie de monte de la Cordillera Central para la explotación
comercial del pino criollo (Pinus occidentalis) por primera vez, pues
prácticamente sus bosques permanecían intactos hasta la fecha.

- Año 1918. Llega al país del ingeniero forestal William Davis Durland con la
encomienda de evaluar más detalladamente las riquezas forestales de
República Dominicana.

- Año 1919. Emisión de la Orden Ejecutiva número 365 para crear un
verdadero servicio forestal para República Dominicana.
- Año 1920. Emisión de la Orden Ejecutiva número 527 para regular el
servicio de los guardacampestres que tenían mayor responsabilidad en el cuido
de las plantaciones cañeras de entonces.

- Año 1920. Emisión de la Orden Ejecutiva número 586, conocida como ''Ley
de reserva forestal'' y que declaraba la Cordillera Central, la Cordillera
Septentrional y la Sierra de Bahoruco como reservas forestales bajo el control
del Estado.

- Año 1921. Emisión de la Orden Ejecutiva número 631 que modifica la
Orden Ejecutiva número 527 de 1920 que regula el servicio de los
guardacampestres.

- Año 1922. Entrega del trabajo de Durland titulado ''Los bosques de la
República Dominicana''.

Se divide:

a) Bosques de manglares. El mangle se desarrolla únicamente en la zona
costera bañada por las mareas y las olas. Esta planta necesita la salinidad del
agua del mar para vivir, es muy resistente al embate del viento. El tallo tiene
gran dureza y tiene unas raíces adventicias muy raras, que nacen hasta en las
ramas superiores y bajan a la superficie.
MANGLAR LAGUNA REDONDA

b) Bosques de mogotes. Estos bosques predominan en las zonas cársicas. Lo
accidentado del relieve los ha preservado de la tala. Los bosques más extensos
son los de los Haitises. Esta zona cársica es rica en cedro, tan antiguo y de tal
espesor, que algunos tienen un tronco de 6 metros de circunferencia. Además
del cedro prospera la caoba, el capá, la cabirma, etc.

c) Bosques de pinos. Han ido desapareciendo a medida que el hombre ha
necesitado mayor cantidad de madera. Dominan el paisaje en la parte Sur de
La Vega, Bonao, Jarabacoa, Constanza, Jánico, San José de las Matas, en
Monción, Santiago Rodríguez, Loma de Cabrera, Restauración, Neiba y
Bahoruco. El Pino es antisocial y para vivir sólo se adapta a los terrenos más
pobres, de gravas y arcillas donde otras plantas casi no pueden desarrollarse.

d) Bosques de xerófilas y madera dura. Vegetación típica de desierto, 7,000
Km2. Sotavento de las cordilleras y sierras donde reciben poca lluvia pueden
vivir sólo los cactus y plantas de madera dura: Guayacán, baitoa, palo amargo,
campeche, candelón, tabacuelo, bayahonda, aroma, etc.; Vegetación típica del
valle del Yaque del Norte. Llano de Azua, hoya de Enriquillo, municipio de
Pedernales, valle del río Bajabonico y de cabo Engaño a la isla Saona.




               BOSQUE DE PINO SIERRA DE BAHORUCO

e) Bosques artificiales. Estos son los que ha plantado el hombre con fines
económicos.



- Año 1924. Termina la invasión norteamericana y comienza en Santiago de
los Caballeros la preocupación por la conservación del río Yaque del Norte.

Hace unos 8,000 mil años el mundo tenía una superficie boscosa de unos
6,000 millones de hectáreas. En la actualidad los bosques de nuestro planeta
cubren alrededor de 4,000 millones de hectáreas, lo que equivale al 30% de la
superficie terrestre. No más de la mitad de esta área está cubierta por bosques
maduros no intervenidos, anteriormente denominados bosques primarios. Dos
tercios de los 4,000 millones de hectáreas boscosas se encuentran hoy día en
sólo diez países: Australia, Brasil, Canadá, China, la República Democrática
del Congo, India, Indonesia, Perú, Rusia y los Estados Unidos de América.
Tres de estos países –Rusia, Canadá y Brasil– albergan el 70% de la superficie
actual de los bosques maduros no intervenidos.

En el siglo XXI, los bosques del mundo todavía no están a salvo y siguen
siendo destruidos. La tala y quema ilícita de árboles a gran escala ocurre todos
los días y es la principal causa de la desaparición de nuestros bosques. De
hecho, la deforestación (la tala total de bosque) y la degradación (la reducción
de la calidad del bosque) resultan en la pérdida anual de unos 15 millones de
hectáreas de masa forestal a escala mundial: esto representa casi 0.5% de la
cobertura forestal de la Tierra. Tal avance en la deforestación equivale a la
desaparición anual de una superficie que supera a la de Inglaterra, Gales e
Irlanda del Norte juntas. En términos más simples, se estima que cada dos
segundos se destruye el equivalente a la superficie de un campo de fútbol, lo
que significa un ritmo de deforestación muy alarmante.




              DESTRUCCIÓN DE UN HORNO DE CARBON

Los bosques tropicales están entre los más amenazados del mundo. La
desaparición anual de millones de hectáreas de bosques en América Latina, el
Caribe, África y el sudeste de Asia sigue siendo una cruda realidad. Según la
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación
(FAO, siglas en inglés, de Food and Agriculture Organization), la región de
América Latina y el Caribe todavía dispone de abundantes recursos forestales:
alrededor del 47% de sus tierras están cubiertas por bosques. Esto representa
el 22% de la superficie forestal mundial estimada en el año 2005. En
Latinoamérica y el Caribe, la tasa anual de variación de la superficie forestal
de 2000 a 2005 fue de -0,51% en comparación con -0,46% en el decenio de
los años noventa. De 1990 a 2005, América Latina y el Caribe perdieron
alrededor del 64 millones de hectáreas de superficie forestal. En ese período la
cobertura boscosa disminuyó del 51% al 47% de la superficie terrestre total en
esta región. Sin embargo, la superficie forestal aumentó en un 11% en el
Caribe, mientras que disminuyó en un 19% en América Central y un 7% en
América del Sur. En el Caribe insular, sólo en Cuba la superficie forestal
aumentó entre el 2000 y 2005.

Cobertura boscosa de la República Dominicana hoy en día.

Se estima que la cobertura boscosa de la República Dominicana rondaba los
40,000 km2 al inicio del siglo XX. Esto correspondía al 83% de la superficie
total terrestre del país (48.380 km2). En las décadas de los años veinte, treinta
y cuarenta del siglo pasado, se perdió de un 10 a un 15% de esta masa
boscosa, dejando sólo unos 35,000 km2. En la época posguerra, la
deforestación se aceleró causando una pérdida de 75 a 85% de la cobertura
que había al comienzo del siglo XX. La mayor tasa de destrucción se presentó
en las décadas de los años sesenta, setenta y ochenta del siglo pasado. A
finales de esta última década sólo quedaron unos 5,000 km2 bajo cobertura
forestal en la República. Luego, en los años noventa, se empezó a revertir este
proceso destructivo, recuperando poco a poco la masa boscosa del país.
Finalmente, la ley forestal (#203) que fue establecida a finales de los años
sesenta empezó a dar sus frutos. Esta ley tenía como fin detener la tala del
bosque dominicano y fomentar la recuperación de tierras degradadas. De
hecho, a través de programas de reforestación se pudo aumentar la superficie
de bosques en el país hasta tener unos 13,000 km2 en el año 1998, más del
doble de lo que había a mediados de los años ochenta, pero siempre no más de
una fracción (30%) de lo que existía hace 100 años. Después de ese período, la
superficie forestal de la República Dominicana se estabilizó por unos años,
mostrando un equilibrio entre la deforestación y la reforestación. De hecho,
según la reciente Evaluación de los Recursos Forestales Mundialespublicada
por la FAO, en el año 2005 la cobertura boscosa dominicana osciló alrededor
de 13,760 km2, lo que corresponde a unos 28.5% de la superficie total del
país. La tasa anual de variación de la superficie forestal en el país fue de 0 a
un 0.5% de disminución por año en el período entre 2000 y 2005.
Causas principales de la deforestación

La causa principal de la deforestación en América Latina y el Caribe es la
conversión de los bosques en extensas tierras agrícolas y ganaderas. Otros
factores que influyen en la pérdida de masa forestal en el hemisferio
occidental son los incendios forestales, la tala industrial con fines comerciales,
la producción de carbón vegetal y leña, la minería incluyendo la explotación
de petróleo y gas, la construcción de represas y megaproyectos de
infraestructura (por ejemplo, carreteras), la urbanización, el desarrollo costero,
y en zonas originalmente cubiertas por bosques de mangle, las granjas
camaroneras.

En el Caribe son también muy frecuentes las pérdidas de bosque por desastres
naturales que generan daños severos a los árboles, erosión del suelo,
deslizamientos e inundaciones. Cada par de años los huracanes y tormentas
tropicales causan estragos devastadores sobre islas como Cuba, La Española,
Jamaica y Puerto Rico, destruyendo sus bosques naturales y plantaciones
forestales. Recientemente se ha notado que hay un incremento en la cantidad e
intensidad de huracanes y tormentas en la región caribeña, posiblemente
originado por la acción humana relacionada con el calentamiento global.

En la actualidad se sabe que la deforestación incrementa la temperatura sobre
la faz de la Tierra, ya que al talar los árboles el carbono almacenado en los
troncos y ramas regresa a la atmósfera. Se calcula que los árboles están
compuestos de carbono en un 50% y que la cantidad de carbono almacenado
en la biomasa forestal mundial es de unas 283 gigatoneladas (Gt) de carbono,
aunque descendió a nivel mundial en 1.1 Gt anuales entre 1990 y 2005. Para la
República Dominicana, la FAO calcula que hay 60 toneladas de carbono en la
biomasa por hectárea, lo que resulta en un total de 82 millones de toneladas de
carbono para el país. Esta cantidad de carbono forestal se ve distribuido entre
un total de 64 millones de metros cúbicos de masa forestal dominicano.

A la vez, se estima que la deforestación en el mundo es el responsable de
emitir del 25 al 30% de los llamados gases del efecto invernadero que son
liberados a la atmósfera cada año. Esto significa un insumo de unos 1,600
millones de toneladas de gases anualmente. En este sentido, la tala y quema
indiscriminada contribuye enormemente al cambio climático que estamos
viendo en nuestros tiempos y que causa el calentamiento de la superficie de
nuestro planeta con todas sus consecuencias devastadoras.
La deforestación y degradación forestal producen efectos adversos sobre la
diversidad y ecología de los bosques, amenazando sus múltiples funciones,
incluidas la conservación de la diversidad biológica, del suelo y los recursos
hídricos, el suministro de madera y de otros productos no forestales, además
de servir como áreas de esparcimiento y sumideros de carbono. En resumen, al
perder su cobertura forestal, las tierras ven reducida su capacidad para
contribuir al mantenimiento del equilibrio ecológico del planeta, lo que
afectará de manera negativa al bienestar del ser humano que depende de los
servicios ambientales que ofrecen ecosistemas muy valiosos como los bosques
tropicales y templados.

Gestión de los recursos forestales en RD

En cuanto a su producción y consumo forestal, en el año 2004 la República
Dominicana exportó un volumen total de 556,000 m3 como leña, mientras se
importaba 267,000 m3 en madera aserrada, 31,000 m3 en tableros a base de
madera, y 182,000 toneladas en papel y cartón. Simultáneamente produjo
130,000 toneladas en papel y cartón, lo que resultó en un consumo total de
312,000 toneladas de papel y cartón a nivel nacional.

Afortunadamente, el ritmo de la pérdida neta de bosque maduro dominicano,
originalmente causado por la demanda de productos forestales, se está
disminuyendo de manera considerable, gracias a la siembra de plantaciones
forestales y a la restauración de los bosques a través de la regeneración
natural. El uso actual y la gestión moderna de los bosques demuestran que hay
lugares que experimentan progreso y mantienen o recuperan su cobertura
boscosa. De la misma manera ayudan en la reducción de la pobreza y a
garantizar la sostenibilidad del medio ambiente en la República Dominicana.

En los últimos cien años, la República Dominicana ha logrado grandes
avances en cuanto a su legislación forestal. La primera Ley Forestal (ley #
4794) apareció en 1907 y consagró la creación de los Guardacampestres.
Desde entonces ha habido muchas normas ejecutivas, leyes y regulaciones,
cada vez más enfocadas en el manejo forestal sostenible y la conservación de
los recursos forestales. Hace diez años, en 1999, se estableció la Ley # 118
mediante la cual la Dirección General Forestal del país pasó a formar parte de
la estructura de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos
Naturales (SEMARENA). A partir del siglo XXI, la legislación forestal que
sirve de marco legal e institucional para el moderno manejo integrado de los
bosques dominicanos se fundamenta en cuatro normas jurídicas: a) la Ley #
5856 sobre la Conservación Forestal y Árboles Frutales; b) la Ley # 705 sobre
el Control de Corte de Árboles y Operaciones Industriales; c) la Ley # 290
sobre el Incentivo Forestal; y, d) la Resolución # 258 que aprueba el Plan
Forestal Nacional.

Ahora, a nivel nacional, la Subsecretaría de Recursos Forestales de
SEMARENA funciona como ente gubernamental que se encarga de promover
y garantizar la repoblación forestal y el manejo sostenible de los recursos
forestales en el marco de la aplicación de la política forestal del Estado y las
normas que regulan su aprovechamiento. De la misma manera tiene como
tarea el ofrecimiento de la información más actualizada en asuntos forestales,
obtenida de investigaciones realizadas en el país y en zonas de otros países
que puedan aplicarse en la República Dominicana.

Desde finales de los años noventa, ha tenido auge el desarrollo de nuevos
proyectos de ley que proponen modernizar al sector forestal, basados en los
nuevos conceptos de desarrollo económico sostenible, socialmente más justo y
ambientalmente harmonioso. En el año 2003, por ejemplo, fue presentado al
Congreso Nacional el proyecto de Ley de Fomento Forestal. Cinco años
después, se contó con un anteproyecto todavía más elaborado que establecía
un amplio marco legal que permita que en diez años el país sea autosuficiente
en materia de producción maderera. Este anteproyecto cubre muchos temas
forestales de interés nacional incluyendo la producción forestal sostenible y el
pago por servicios ambientales. El borrador del anteproyecto fue discutido en
el 2007 a través de la Mesa de Diálogo sobre Bosques (MDB) y luego en la
Cámara Forestal, y en este momento está siendo modificado de acuerdo a
nuevas sugerencias al proyecto, antes de ser enviado al Congreso para su
conocimiento y sanción. En el anteproyecto se prevé la creación de un fondo
de desarrollo forestal y el establecimiento de un instituto descentralizado para
el fomento de la producción de bienes y servicios de los bosques con fines
comerciales. Con estos esfuerzos, la República Dominicana está tomando el
liderazgo en materia del manejo integrado forestal en el Caribe insular.

Programas de Reforestación

En la última década la República Dominicana ha hecho muchos esfuerzos para
repoblar el país con bosques y plantaciones forestales, a través de sus
programas de reforestación. Un hito importante en la historia moderna es la
publicación en 1994 del manual para la reforestación en la República
Dominicana, escrita por Andrea Brechelt y publicada por la Fundación
Agricultura y Medio Ambiente. Más recientemente, SEMARENA declaró
octubre como mes de la reforestación. Como parte de este esfuerzo se propone
forestar durante este mes y con gran intensidad, las fincas que fueron
deforestadas en el pasado y las orillas de los ríos que pasan por las mismas.
Además, en la República se celebran ahora las denominadas Jornadas
Nacionales de Reforestación que toman lugar el último sábado de cada mes en
todo el territorio dominicano, con lo que se siembran miles de árboles de
diferentes especies.

Otro esfuerzo particular es la recuperación del Cachón de la Rubia en Santo
Domingo Este, donde se creó el “Bosque de la Mujer”. Aquí, un grupo de
mujeres sembró una cantidad de árboles con nombres femeninos como la
caoba, la penda, la ceiba, la anacahuita y la palma cana, entre otras. Otras
iniciativas de reforestación – cubriendo una superficie de más de 100 km2 –
están en camino a Constanza, Jarabacoa, Las Matas de Farfán, Maimón, Polo,
Salcedo, San José de Ocoa, San Juan, Santiago y Villa Altagracia. A la vez se
estima que las cuencas hidrográficas del país que se encuentran en una
situación crítica y requieren de proyectos de reforestación abarcan una
superficie de aproximadamente 6,000 hectáreas. Esto indica que todavía queda
mucho por hacer para que el país –que de por sí es, en su mayoría, de
vocación forestal– tenga un paisaje funcional donde los bosques sean
manejados de manera sostenible, contribuyendo a la conservación de la
biodiversidad y ofreciendo los valiosos bienes y servicios ecológicos de los
cuales depende la población dominicana para su bienestar, ahora y en el
futuro.

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Tema 5 de hombre y naturaleza la naturaleza dominicana de comienzos de siglo

  • 1. La naturaleza dominicana de comienzos de siglo Por: Ing. Eleuterio Martínez Reproducido por: Dr. Rafael Chavez Para 1909 República Dominicana tenía un 85 por ciento de su extensión territorial cubierto de bosques, esto es, casi cuatro millones de hectáreas o más bien, 61,180, 000 tareas de cobertura forestal, lo cual la hacía la principal potencia maderera del continente americano. Despuntando el alba del siglo que ahora concluye (1900), República Dominicana tenía una deuda que no podía honrar con todas las de la ley, pues las riquezas generadas por el país apenas alcanzaban para mantener el dinamismo de la economía y la vida de la nación. Esta situación provocó una fiscalización de las finanzas nacionales por parte de las naciones adeudadas y los resultados ofrecían datos un poco fuera de lo común, o muy diferentes a lo esperado en cualquier nación de la región del Caribe para aquel entonces. En las aduanas por ejemplo, se pudo constatar que las entradas en divisas más fuertes que tenía el país procedían de la exportación de maderas, situación que se correspondía con la intensa actividad que se daba en las zonas boscosas de las zonas bajas, ribereñas y del pie de monte de las áreas cordilleranas, donde se mantenía una explotación maderera sostenida, fundamentalmente de caoba, capá, cabirma, roble, membrillo, cedro, campeche, guayacán y baitoa, entre otras especies forestales de madera noble. CAOBA Hay quienes opinan que la primera intervención norteamericana que tuvo el país fue más bien de ''carácter económico'' y ocurrió precisamente dándole
  • 2. apertura al presente siglo. Para ese entonces éramos realmente una potencia maderera, posiblemente la más importante del continente americano, pues República Dominicana era la principal fuente de abastecimiento de maderas nobles (preciosas) para los mercados europeos (España, Francia, Inglaterra y Países Bajos - Luxemburgo) y de Estados Unidos. CEDRO No tenemos conocimiento de casos semejantes, aunque se sabe que Cuba también era una nación exportadora de maderas preciosas, pero nunca alcanzó los niveles de exportación ni el sitial que teníamos ganado en el mundo y que venía prácticamente desde los tiempos de la colonia, pues Cristóbal Colón se encargó de llevarle en el segundo viaje a la ''Corona Española'', una muestra muy singular del ''oro verde'' (ébano y caoba) que él descubrió en estas tierras.
  • 3. GUAYACAN Estas circunstancias motivaron una mayor atención por los recursos forestales del país, no solamente por porque representaban el principal pilar de soporte de la economía nacional, sino porque el papel de generar divisas lo compartían con los cuatro productos agrícolas tradicionales de exportación, caña de azúcar, café, cacao y tabaco. Estos rubros de exportación se producían en base al desarrollo de grandes plantaciones que implicaban el desplazamiento del bosque para su instalación. BAITOA La situación imperante en aquel entonces representaba una seria amenaza para la cobertura forestal, tanto el cortar, aserrar y comercializar la madera, como
  • 4. el establecer campos de caña y tabaco que implicaban la eliminación de total del bosque (tala rasa), igual que el cacao y el café, aunque en menor proporción porque se trataba de cultivos bajo sombra, que obligaban a mantener algún tipo de cobertura forestal, aunque se removiera el bosque original. La guama, la gina y la amapola se encargaron de sustituir el bosque primario. SELVA TROPICAL DOMINICANA Son estas las circunstancias que forzaron a las autoridades nacionales a crear la primera Ley Forestal en 1907 (número 4794), conocida como ''servicio nacional de guardacampestre''. La intensa producción y exportación maderera de primerísima calidad motivó de igual manera a que se abriera un nuevo campo de colaboración mutua entre Estados Unidos y República Dominicana, pues cobijado con las acciones diplomáticas de entonces llegó al país el primer experto forestal que nos visita con la finalidad de realizar una ''evaluación de las riquezas forestales nacionales'' y que por ''mera coincidencia'', tenía un nombre que le venía muy bien con la misión a desempeñar: Karl Woodward.
  • 5. Pero lo más importante de la labor desempeñada por Woodward fue decirle al país y al mundo, basado en estudios e investigaciones de campo, que para 1909 República Dominicana tenía una cobertura forestal de 9 millones y medio de acres (equivalentes a 61 millones 180 mil tareas de bosques), que representaba un 85 por ciento de la superficie nacional. ¡Y qué paradoja!, la nación dominicana le dará apertura al 2000 con una situación exactamente contraria a la del 1900, pues los últimos estudios realizados en el país por organismos internacionales indican que la cobertura forestal actual ronda alrededor del 10 por ciento de la superficie nacional. CAMPECHE
  • 6. Las inquietudes conservacionistas nacen con el siglo Las primeras normas de protección a la naturaleza de República Dominicana datan de 1907, con la creación del servicio nacional de guardacampestres destinado fundamentalmente a salvaguardar el principal recurso natural de la nación: el bosque. DUNAS DE BANI No hay duda de que los bosques siempre han representado el recurso natural de República Dominicana por excelencia y de ahí que la historia de la conservación de la naturaleza siempre tenga que destacar los hechos más relevantes que se asocian a su deterioro o conservación. De ahí la importancia que le dio el Gobierno Dominicano a los recursos forestales a comienzos de siglo, valorando su función como la principal fuente generadora de divisas y riquezas.
  • 7. SUELO ESTEPARIO DE LA ZONA DE MONTE CRISTI El informe de Karl W. Woodward de 1909 dice que el año anterior, los datos oficiales aduaneros indicaban que el valor de las exportaciones madereras era de 71,399 dólares y que el consumo local alcanzaba el valor de 120,000 dólares, para un aporte anual de 191,399 dolares anuales en productos forestales consumidos y exportados. Estos valores no eran superados por ninguno de los rubros agrícolas tradicionales de exportación y por eso este informe dice en uno de sus apartados, ''... un ramo de tanto valor para el país vale la pena conservarlo, más especialmente cuando una sabía administración lo aumentaría grandemente sin poner en peligro su futura productividad''. El informe forestal Vale la pena conocer en detalle este trabajo sobre los bosques dominicanos, no solamente porque nos retrata fielmente la realidad de la naturaleza dominicana de comienzos de siglo, si no porque nos da a conocer cuán importante eran los recursos forestales para la vida del país en aquel entonces. Además, un análisis minucioso del mismo da a entender que es un trabajo muy bien hecho a pesar de que lo realizó en las condiciones más precarias que podramos imaginarnos, pues para comienzos de siglo, el país no tenía un sistema de carreteras que interconectara eficientemente a las diferentes regiones, por lo que tuvo que recorrer el territorio nacional a pie y a lomos de mulo. Aún así el estudio titulado ''Informe sobre las condiciones forestales de la República Dominicana'' entregado en mayo de 1909, hace una excelente descripción de las diferentes zonas boscosas del país, calculando una superficie de 9,500,000 acres, que representaba un 85 por ciento de la
  • 8. extensión territorial dominicana. Describe la condición de las zonas cordilleranas indicando que las mismas ''... están cubiertas de vegetación forestal y subvegetación formando una extensa capa'', destacando sin embargo que ''...acerca de las selvas de este país, muy poco se conoce desde el punto de vista técnico''. Y agrega ''...es evidente que por muchos años las propiamente llamadas 'semillas de oro' de los bosques han sido cogidas por los buscadores de madera de tinte y de ebanistería, nativos y extranjeros, por ser muy apreciada la calidad de sus maderas. El áloe o doradillo, la caoba, el fustán o mora, palo campeche, ébano, cedro y guayacán, son las preferidas y han sido exportadas en considerables cantidades desde que principió el intercambio comercial con la República''. Estas notas nos dan a entender que del bosque no solamente se extraía madera, que de hecho se hacía en ''considerables cantidades'' para ser exportadas hacia Estados Unidos, sino el tinte y la resina que parecían industrializarse. Destaca de igual manera que las labores de explotación maderera y de recolección de otros productos del bosque no solamente la realizaban los dominicanos, sino que también participaban extranjeros. Es una pena que no fuera más explícito. El estudio de Woodward (para dejar en claro y cumplir fielmente la misión para la que se le trajo al país) concluye diciendo entre otras cosas que ''... la cantidad total de pino de República puede ser estimada, moderadamente, en tres billones de pies B. M. De los dos tipos de madera dura hay once billones de pies más, incluyendo todas las especies que alcanzan volumen negociable. Un precio de troncos a 25 centavos de dólar por metro para el pino y de un
  • 9. dólar por metro de madera dura representa las actuales condiciones del mercado. Por lo tanto, los recursos forestales de República representan un capital de 11,750,000 dólares''. De mayor valor aún Pero las cosas no quedaron ahí. Con la invasión de 1916 se inició la construcción del primer sistema nacional de carreteras partiendo de la capital dominicana. Tres arterias de comunicación deberían dar acceso a los rincones más escondidos del territorio nacional y en particular a las zonas boscosas más ricas que hasta entonces permanecían intocadas, particularmente las áreas pineras que nunca habían sido explotadas comercialmente. Una de ellas recorre todo el Cibao uniendo la capital con Montecristi, otra atraviesa los frondosos bosques del Suroeste uniendo la capital con Elías Piña y la más pequeña se sumerge en la espesa floresta de madera dura de la región oriental uniendo la capital con Higüey. Para tener una idea más acabada de cómo han cambiado las cosas a partir del informe de Woodward, haciendo acopio de las tecnologías forestales más modernas y penetrando a los bosques con mayor facilidad por la accesibilidad que le brindaba el sistema de carreteras antes descrito, los norteamericanos traen a otro experto forestal, el segundo que viene con una encomienda específica: ''evaluar las riquezas forestales del país''. Se trata del ingeniero forestal William Davis Durland, que entrega su reporte de campo en abril de 1922.
  • 10. RIO CHAVON ZONA DE GATO De entrada, e impresionado con las primeras visitas de campo, Durland describía ''...grandes árboles y plantas bordean los caminos reales y carreteras en grandes masas de variada vegetación, formada por viñas, helechos, orquídeas, enredaderas, tunas y árboles de madera. Los bosques se extienden en todas direcciones por valles, colinas y laderas de las montañas hasta sus más altas cumbres cubiertas de helechos. Si el viajante ha llegado procedente de la vecina isla de Puerto Rico, esta impresión de exuberante vegetación será mayor aún por contraste; pues a pesar de encontrarse solamente a unas setenta millas hacia el este de la República, está densamente poblada y apenas tiene bosques debido al mal uso que han hecho los nativos de sus recursos naturales destruyendo sus selvas hasta causar su agotamiento''. Y escuchen esto: ''...la menos conocida de las Grandes Antillas, La Española de Cristóbal Colón, ha sido la que menos ha cambiado su aspecto físico desde los tiempos del Descubrimiento. Por lo menos el 75 por ciento de la isla está cubierto de bosques que pueden llamarse de madera. El área total de la isla es aproximadamente de unas 28,000 millas cuadradas, de la que más o menos dos terceras partes corresponden a República Dominicana''. Observen que el dato del 75 por ciento de cobertura forestal es para toda la isla y para aquel entonces Haití ya estaba bastante deforestada por la explotación maderera a
  • 11. que la había sometido Francia en el siglo anterior (siglo XIX), lo que quiere decir, que la situación de los bosques dominicanos para 1920, cuando el país todavía no había alcanzado el millón de habitantes, era prácticamente igual que como lo había descrito su antecesor Karl Woodward. VALLE DEL CIBAO CENTRAL Y para no abrumarles de informaciones, a pesar de que son interesantísimas y casi nadie las conoce, Durland concluye de esta manera, ''...tales son los recursos forestales de República Dominicana. La mayor parte de estos bosques son inexplotables comercialmente debido a no ser conocidas muchas de las variedades de maderas que los pueblan. Tan pronto lleguen a ser conocidas podrá apreciarse su verdadero valor comercial. Tiene una gran ventaja sobre las islas vecinas: haber conservado sus bosques en estado casi primitivo o vírgenes. Pero si esta riqueza ha de conservarse como caudal de reserva, deberán tomarse medidas para evitar la deforestación iniciada. La práctica de hacer 'conucos' es directamente responsable de la depauperación de las selvas y que ha colocado a Puerto Rico en una situación económica nada deseable en cuanto a sus recursos forestales que si continúa en República Dominicana, esta nación sufrirá la misma suerte.
  • 12. Órdenes ejecutivas Estas recomendaciones que hizo directamente Durland al Coronel del Ejército de Estados Unidos que gobernaba en ese entonces en el país, motivó la emisión de cuatro ''órdenes ejectutivas'' (así se llamaban las leyes durante la ocupación, 1916- 1924): a) La primera (Número 365) fue emitida en 1919 y tuvo por objeto crear el ''servicio forestal'', que más bien era un reforzamiento al ''servicio de guardacampestres'' que el ejército norteamericano había encontrado a su llegada tres años atrás. b) La segunda (Número 527) fue dada a conocer en 1920 y estaba destinada a regular los servicios de los guardacampestres, que al parecer no tenían ningún manual de procedimiento o un marco regulatorio de sus funciones. c) La tercera fue la Orden Ejecutiva Número 586 del mismo año y se conoció como ''Ley sobre Reserva Forestal''. Incluía la Cordillera Central, la Cordillera Septentrional y la Sierra de Bahoruco, las cuales se ponían bajo la custodia del Estado. d) Por último, al año siguiente (1921) se emite la Orden Ejecutiva Número 631 para modificar la Número 527 del año anterior, organizando y modernizando el servicio de los guardacampestres. Así transcurrieron las dos primeras décadas del presente siglo, les ruego a los amables lectores de LISTíN DIARIO que no se desesperen, que en el próximo milenio les narraré los siguientes capítulos de esta ''tragicomedia forestal'' que retrata el dramatismo de la destrucción de la naturaleza dominicana, pasando del ''paraíso al desierto'' en tan solo 100 años. SIGLO XX PASO A PASO - Año 1900. La madera era el principal producto de exportación de República Dominicana, abasteciendo los más exigentes mercados europeos y norteamericanos. - Año 1903. Continúa la expansión de los campos de caña y en forma más moderada, la apertura de campos para las plantaciones de tabaco, ambos cultivos implicaban el desplazamiento de la cobertura forestal para su desarrollo.
  • 13. - Año 1906. Llega al país Karl Woodward, el primer ingeniero forestal que visita República Dominicana con la encomienda de evaluar sus riquezas forestales. - Año 1907. Emisión de la Ley 4794 que crea el ''servicio de guardacampestres'', considerada la primera norma con carácter legal con fuerza suficiente para ocuparse del cuido de la foresta. - Año 1909. Entrega del informe de Woodward que revela que República Dominicana tenía para ese entonces un 85 por ciento de su territorio cubierto de bosques. - Año 1910. Las crónicas periodísticas relatan la llegada a Mao Valverde de barcos procedentes de Montecristi y se reporta además, la presencia de cocodrilos que recorren las aguas del río Yaque del Norte hasta llegar a las inmediaciones de lo que hoy es el Puente Hermanos Patiño. - Año 1912. El padre Miguel Domingo Fuertes se convierte en el primer botánico que escala las alturas del Pico Duarte con fines científicos (28 de octubre de 1912), donde pudo identificar varias especies y géneros nuevos para las ciencias que llevan su hombre. - Año 1916. Se comienza a construir el primer sistema de carreteras del país, el cual permite el acceso a zonas forestales que habían permanecido intocadas desde su aparición o formación en esta isla. - Año 1918. Con la llegada de la Máquina de Vapor al país se inicia la instalación de aserraderos en el corazón del Valle del Cibao y en las estribaciones del pie de monte de la Cordillera Central para la explotación comercial del pino criollo (Pinus occidentalis) por primera vez, pues prácticamente sus bosques permanecían intactos hasta la fecha. - Año 1918. Llega al país del ingeniero forestal William Davis Durland con la encomienda de evaluar más detalladamente las riquezas forestales de República Dominicana. - Año 1919. Emisión de la Orden Ejecutiva número 365 para crear un verdadero servicio forestal para República Dominicana.
  • 14. - Año 1920. Emisión de la Orden Ejecutiva número 527 para regular el servicio de los guardacampestres que tenían mayor responsabilidad en el cuido de las plantaciones cañeras de entonces. - Año 1920. Emisión de la Orden Ejecutiva número 586, conocida como ''Ley de reserva forestal'' y que declaraba la Cordillera Central, la Cordillera Septentrional y la Sierra de Bahoruco como reservas forestales bajo el control del Estado. - Año 1921. Emisión de la Orden Ejecutiva número 631 que modifica la Orden Ejecutiva número 527 de 1920 que regula el servicio de los guardacampestres. - Año 1922. Entrega del trabajo de Durland titulado ''Los bosques de la República Dominicana''. Se divide: a) Bosques de manglares. El mangle se desarrolla únicamente en la zona costera bañada por las mareas y las olas. Esta planta necesita la salinidad del agua del mar para vivir, es muy resistente al embate del viento. El tallo tiene gran dureza y tiene unas raíces adventicias muy raras, que nacen hasta en las ramas superiores y bajan a la superficie.
  • 15. MANGLAR LAGUNA REDONDA b) Bosques de mogotes. Estos bosques predominan en las zonas cársicas. Lo accidentado del relieve los ha preservado de la tala. Los bosques más extensos son los de los Haitises. Esta zona cársica es rica en cedro, tan antiguo y de tal espesor, que algunos tienen un tronco de 6 metros de circunferencia. Además del cedro prospera la caoba, el capá, la cabirma, etc. c) Bosques de pinos. Han ido desapareciendo a medida que el hombre ha necesitado mayor cantidad de madera. Dominan el paisaje en la parte Sur de La Vega, Bonao, Jarabacoa, Constanza, Jánico, San José de las Matas, en Monción, Santiago Rodríguez, Loma de Cabrera, Restauración, Neiba y Bahoruco. El Pino es antisocial y para vivir sólo se adapta a los terrenos más pobres, de gravas y arcillas donde otras plantas casi no pueden desarrollarse. d) Bosques de xerófilas y madera dura. Vegetación típica de desierto, 7,000 Km2. Sotavento de las cordilleras y sierras donde reciben poca lluvia pueden vivir sólo los cactus y plantas de madera dura: Guayacán, baitoa, palo amargo, campeche, candelón, tabacuelo, bayahonda, aroma, etc.; Vegetación típica del
  • 16. valle del Yaque del Norte. Llano de Azua, hoya de Enriquillo, municipio de Pedernales, valle del río Bajabonico y de cabo Engaño a la isla Saona. BOSQUE DE PINO SIERRA DE BAHORUCO e) Bosques artificiales. Estos son los que ha plantado el hombre con fines económicos. - Año 1924. Termina la invasión norteamericana y comienza en Santiago de los Caballeros la preocupación por la conservación del río Yaque del Norte. Hace unos 8,000 mil años el mundo tenía una superficie boscosa de unos 6,000 millones de hectáreas. En la actualidad los bosques de nuestro planeta cubren alrededor de 4,000 millones de hectáreas, lo que equivale al 30% de la superficie terrestre. No más de la mitad de esta área está cubierta por bosques maduros no intervenidos, anteriormente denominados bosques primarios. Dos tercios de los 4,000 millones de hectáreas boscosas se encuentran hoy día en sólo diez países: Australia, Brasil, Canadá, China, la República Democrática del Congo, India, Indonesia, Perú, Rusia y los Estados Unidos de América. Tres de estos países –Rusia, Canadá y Brasil– albergan el 70% de la superficie actual de los bosques maduros no intervenidos. En el siglo XXI, los bosques del mundo todavía no están a salvo y siguen siendo destruidos. La tala y quema ilícita de árboles a gran escala ocurre todos
  • 17. los días y es la principal causa de la desaparición de nuestros bosques. De hecho, la deforestación (la tala total de bosque) y la degradación (la reducción de la calidad del bosque) resultan en la pérdida anual de unos 15 millones de hectáreas de masa forestal a escala mundial: esto representa casi 0.5% de la cobertura forestal de la Tierra. Tal avance en la deforestación equivale a la desaparición anual de una superficie que supera a la de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte juntas. En términos más simples, se estima que cada dos segundos se destruye el equivalente a la superficie de un campo de fútbol, lo que significa un ritmo de deforestación muy alarmante. DESTRUCCIÓN DE UN HORNO DE CARBON Los bosques tropicales están entre los más amenazados del mundo. La desaparición anual de millones de hectáreas de bosques en América Latina, el Caribe, África y el sudeste de Asia sigue siendo una cruda realidad. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, siglas en inglés, de Food and Agriculture Organization), la región de América Latina y el Caribe todavía dispone de abundantes recursos forestales: alrededor del 47% de sus tierras están cubiertas por bosques. Esto representa el 22% de la superficie forestal mundial estimada en el año 2005. En Latinoamérica y el Caribe, la tasa anual de variación de la superficie forestal
  • 18. de 2000 a 2005 fue de -0,51% en comparación con -0,46% en el decenio de los años noventa. De 1990 a 2005, América Latina y el Caribe perdieron alrededor del 64 millones de hectáreas de superficie forestal. En ese período la cobertura boscosa disminuyó del 51% al 47% de la superficie terrestre total en esta región. Sin embargo, la superficie forestal aumentó en un 11% en el Caribe, mientras que disminuyó en un 19% en América Central y un 7% en América del Sur. En el Caribe insular, sólo en Cuba la superficie forestal aumentó entre el 2000 y 2005. Cobertura boscosa de la República Dominicana hoy en día. Se estima que la cobertura boscosa de la República Dominicana rondaba los 40,000 km2 al inicio del siglo XX. Esto correspondía al 83% de la superficie total terrestre del país (48.380 km2). En las décadas de los años veinte, treinta y cuarenta del siglo pasado, se perdió de un 10 a un 15% de esta masa boscosa, dejando sólo unos 35,000 km2. En la época posguerra, la deforestación se aceleró causando una pérdida de 75 a 85% de la cobertura que había al comienzo del siglo XX. La mayor tasa de destrucción se presentó en las décadas de los años sesenta, setenta y ochenta del siglo pasado. A finales de esta última década sólo quedaron unos 5,000 km2 bajo cobertura forestal en la República. Luego, en los años noventa, se empezó a revertir este proceso destructivo, recuperando poco a poco la masa boscosa del país. Finalmente, la ley forestal (#203) que fue establecida a finales de los años sesenta empezó a dar sus frutos. Esta ley tenía como fin detener la tala del bosque dominicano y fomentar la recuperación de tierras degradadas. De hecho, a través de programas de reforestación se pudo aumentar la superficie de bosques en el país hasta tener unos 13,000 km2 en el año 1998, más del doble de lo que había a mediados de los años ochenta, pero siempre no más de una fracción (30%) de lo que existía hace 100 años. Después de ese período, la superficie forestal de la República Dominicana se estabilizó por unos años, mostrando un equilibrio entre la deforestación y la reforestación. De hecho, según la reciente Evaluación de los Recursos Forestales Mundialespublicada por la FAO, en el año 2005 la cobertura boscosa dominicana osciló alrededor de 13,760 km2, lo que corresponde a unos 28.5% de la superficie total del país. La tasa anual de variación de la superficie forestal en el país fue de 0 a un 0.5% de disminución por año en el período entre 2000 y 2005.
  • 19. Causas principales de la deforestación La causa principal de la deforestación en América Latina y el Caribe es la conversión de los bosques en extensas tierras agrícolas y ganaderas. Otros factores que influyen en la pérdida de masa forestal en el hemisferio occidental son los incendios forestales, la tala industrial con fines comerciales, la producción de carbón vegetal y leña, la minería incluyendo la explotación de petróleo y gas, la construcción de represas y megaproyectos de infraestructura (por ejemplo, carreteras), la urbanización, el desarrollo costero, y en zonas originalmente cubiertas por bosques de mangle, las granjas camaroneras. En el Caribe son también muy frecuentes las pérdidas de bosque por desastres naturales que generan daños severos a los árboles, erosión del suelo, deslizamientos e inundaciones. Cada par de años los huracanes y tormentas tropicales causan estragos devastadores sobre islas como Cuba, La Española, Jamaica y Puerto Rico, destruyendo sus bosques naturales y plantaciones forestales. Recientemente se ha notado que hay un incremento en la cantidad e intensidad de huracanes y tormentas en la región caribeña, posiblemente originado por la acción humana relacionada con el calentamiento global. En la actualidad se sabe que la deforestación incrementa la temperatura sobre la faz de la Tierra, ya que al talar los árboles el carbono almacenado en los troncos y ramas regresa a la atmósfera. Se calcula que los árboles están compuestos de carbono en un 50% y que la cantidad de carbono almacenado en la biomasa forestal mundial es de unas 283 gigatoneladas (Gt) de carbono, aunque descendió a nivel mundial en 1.1 Gt anuales entre 1990 y 2005. Para la República Dominicana, la FAO calcula que hay 60 toneladas de carbono en la biomasa por hectárea, lo que resulta en un total de 82 millones de toneladas de carbono para el país. Esta cantidad de carbono forestal se ve distribuido entre un total de 64 millones de metros cúbicos de masa forestal dominicano. A la vez, se estima que la deforestación en el mundo es el responsable de emitir del 25 al 30% de los llamados gases del efecto invernadero que son liberados a la atmósfera cada año. Esto significa un insumo de unos 1,600 millones de toneladas de gases anualmente. En este sentido, la tala y quema indiscriminada contribuye enormemente al cambio climático que estamos viendo en nuestros tiempos y que causa el calentamiento de la superficie de nuestro planeta con todas sus consecuencias devastadoras.
  • 20. La deforestación y degradación forestal producen efectos adversos sobre la diversidad y ecología de los bosques, amenazando sus múltiples funciones, incluidas la conservación de la diversidad biológica, del suelo y los recursos hídricos, el suministro de madera y de otros productos no forestales, además de servir como áreas de esparcimiento y sumideros de carbono. En resumen, al perder su cobertura forestal, las tierras ven reducida su capacidad para contribuir al mantenimiento del equilibrio ecológico del planeta, lo que afectará de manera negativa al bienestar del ser humano que depende de los servicios ambientales que ofrecen ecosistemas muy valiosos como los bosques tropicales y templados. Gestión de los recursos forestales en RD En cuanto a su producción y consumo forestal, en el año 2004 la República Dominicana exportó un volumen total de 556,000 m3 como leña, mientras se importaba 267,000 m3 en madera aserrada, 31,000 m3 en tableros a base de madera, y 182,000 toneladas en papel y cartón. Simultáneamente produjo 130,000 toneladas en papel y cartón, lo que resultó en un consumo total de 312,000 toneladas de papel y cartón a nivel nacional. Afortunadamente, el ritmo de la pérdida neta de bosque maduro dominicano, originalmente causado por la demanda de productos forestales, se está disminuyendo de manera considerable, gracias a la siembra de plantaciones forestales y a la restauración de los bosques a través de la regeneración natural. El uso actual y la gestión moderna de los bosques demuestran que hay lugares que experimentan progreso y mantienen o recuperan su cobertura boscosa. De la misma manera ayudan en la reducción de la pobreza y a garantizar la sostenibilidad del medio ambiente en la República Dominicana. En los últimos cien años, la República Dominicana ha logrado grandes avances en cuanto a su legislación forestal. La primera Ley Forestal (ley # 4794) apareció en 1907 y consagró la creación de los Guardacampestres. Desde entonces ha habido muchas normas ejecutivas, leyes y regulaciones, cada vez más enfocadas en el manejo forestal sostenible y la conservación de los recursos forestales. Hace diez años, en 1999, se estableció la Ley # 118 mediante la cual la Dirección General Forestal del país pasó a formar parte de la estructura de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARENA). A partir del siglo XXI, la legislación forestal que sirve de marco legal e institucional para el moderno manejo integrado de los bosques dominicanos se fundamenta en cuatro normas jurídicas: a) la Ley #
  • 21. 5856 sobre la Conservación Forestal y Árboles Frutales; b) la Ley # 705 sobre el Control de Corte de Árboles y Operaciones Industriales; c) la Ley # 290 sobre el Incentivo Forestal; y, d) la Resolución # 258 que aprueba el Plan Forestal Nacional. Ahora, a nivel nacional, la Subsecretaría de Recursos Forestales de SEMARENA funciona como ente gubernamental que se encarga de promover y garantizar la repoblación forestal y el manejo sostenible de los recursos forestales en el marco de la aplicación de la política forestal del Estado y las normas que regulan su aprovechamiento. De la misma manera tiene como tarea el ofrecimiento de la información más actualizada en asuntos forestales, obtenida de investigaciones realizadas en el país y en zonas de otros países que puedan aplicarse en la República Dominicana. Desde finales de los años noventa, ha tenido auge el desarrollo de nuevos proyectos de ley que proponen modernizar al sector forestal, basados en los nuevos conceptos de desarrollo económico sostenible, socialmente más justo y ambientalmente harmonioso. En el año 2003, por ejemplo, fue presentado al Congreso Nacional el proyecto de Ley de Fomento Forestal. Cinco años después, se contó con un anteproyecto todavía más elaborado que establecía un amplio marco legal que permita que en diez años el país sea autosuficiente en materia de producción maderera. Este anteproyecto cubre muchos temas forestales de interés nacional incluyendo la producción forestal sostenible y el pago por servicios ambientales. El borrador del anteproyecto fue discutido en el 2007 a través de la Mesa de Diálogo sobre Bosques (MDB) y luego en la Cámara Forestal, y en este momento está siendo modificado de acuerdo a nuevas sugerencias al proyecto, antes de ser enviado al Congreso para su conocimiento y sanción. En el anteproyecto se prevé la creación de un fondo de desarrollo forestal y el establecimiento de un instituto descentralizado para el fomento de la producción de bienes y servicios de los bosques con fines comerciales. Con estos esfuerzos, la República Dominicana está tomando el liderazgo en materia del manejo integrado forestal en el Caribe insular. Programas de Reforestación En la última década la República Dominicana ha hecho muchos esfuerzos para repoblar el país con bosques y plantaciones forestales, a través de sus programas de reforestación. Un hito importante en la historia moderna es la publicación en 1994 del manual para la reforestación en la República Dominicana, escrita por Andrea Brechelt y publicada por la Fundación
  • 22. Agricultura y Medio Ambiente. Más recientemente, SEMARENA declaró octubre como mes de la reforestación. Como parte de este esfuerzo se propone forestar durante este mes y con gran intensidad, las fincas que fueron deforestadas en el pasado y las orillas de los ríos que pasan por las mismas. Además, en la República se celebran ahora las denominadas Jornadas Nacionales de Reforestación que toman lugar el último sábado de cada mes en todo el territorio dominicano, con lo que se siembran miles de árboles de diferentes especies. Otro esfuerzo particular es la recuperación del Cachón de la Rubia en Santo Domingo Este, donde se creó el “Bosque de la Mujer”. Aquí, un grupo de mujeres sembró una cantidad de árboles con nombres femeninos como la caoba, la penda, la ceiba, la anacahuita y la palma cana, entre otras. Otras iniciativas de reforestación – cubriendo una superficie de más de 100 km2 – están en camino a Constanza, Jarabacoa, Las Matas de Farfán, Maimón, Polo, Salcedo, San José de Ocoa, San Juan, Santiago y Villa Altagracia. A la vez se estima que las cuencas hidrográficas del país que se encuentran en una situación crítica y requieren de proyectos de reforestación abarcan una superficie de aproximadamente 6,000 hectáreas. Esto indica que todavía queda mucho por hacer para que el país –que de por sí es, en su mayoría, de vocación forestal– tenga un paisaje funcional donde los bosques sean manejados de manera sostenible, contribuyendo a la conservación de la biodiversidad y ofreciendo los valiosos bienes y servicios ecológicos de los cuales depende la población dominicana para su bienestar, ahora y en el futuro.