La aversión al sexo es una disfunción que causa ansiedad, dolor y miedo paralizante ante el contacto íntimo. Se debe principalmente a una educación sexual cargada de mitos y tabúes, y a la incorporación de ideas negativas sobre el erotismo. Esto genera problemas en la pareja como evasión a las relaciones sexuales, discusiones y a veces ruptura. El tratamiento implica psicoterapia sexual para superar los miedos y mejorar la calidad de la vida erótica de la persona y la pareja.
1. Cuando el sexo da pánico
Educación sexual informal (familiar, religiosa o social) cargada de mitos, tabúes y concepciones
equivocadas.
Por increíble que parezca, las relaciones sexuales no siempre son deseadas por todas las personas.
En efecto, hay para quienes el simple hecho de pensar en un encuentro íntimo llega a generar
ansiedad, dolor y miedo paralizante.
Si bien las relaciones sexuales enriquecen la vida de toda pareja y tienen efectos saludables a nivel
físico y mental, hay quienes no pueden gozar de este máximo placer. ¿La causa?, el padecimiento de
un síndrome llamado aversión al sexo.
De acuerdo con el Dr. David Barrios Martínez, director de Caleidoscopía, Espacio de Cultura,
Terapia y Salud Sexual, “se trata de disfunción de la vida erótica, la cual no sólo consiste en la
carencia de deseo sexual, sino en repulsión y pánico recurrente a cualquier forma de erotización o
encuentro íntimo”.
Asimismo, se le considera una expresión irracional que, incluso, puede implicar manifestaciones
fóbicas y de somatización, es decir, de manera eventual podría (en su grado extremo) generar en el
paciente respuestas físicas como “erupción cutánea, colitis (inflamación del intestino grueso y
recto), dolores de diversos tipos, trastornos menstruales, disnea (dificultad para respirar),
palpitaciones (latidos fuertes e irregulares) y/o sudoración fría, entre otros”, agrega el sexólogo y
psicoterapeuta sexual.
Orígenes
Si bien el trastorno puede presentarse en ambos géneros, es más común en las mujeres, hecho que se
relaciona con la mayor represión que existe al placer erótico femenino.
¿Por qué ocurre este síndrome?, el entrevistado responde que existen dos causas fundamentales:
· Primera. Educación sexual informal (familiar, religiosa o social) cargada de mitos, tabúes y
concepciones equivocadas. Casi siempre se trasmite de manera voluntaria, no propositiva, mediante
omisiones, gestos, actitudes y represión del placer erótico. Se expresa en consignas de vida tales
como: “sólo las mujeres malas sienten placer sexual”, “las relaciones sexuales son muy dolorosas” o
“si sientes bonito puedes volverte loca por un placer malsano”.
· Segunda. Personalidad que incorpora las ideas aversivas en torno al erotismo como algo propio. En
otras palabras, la persona admite, al menos conscientemente, que “eso” (el erotismo) es algo sucio o
pecaminoso. Ignora su sabiduría interior y reduce su autoestima al conferirle mucho valor “a lo de
afuera” y escaso o nulo “a lo interior”.
“Como cualquier disfunción erótica, la aversión sexual puede ser primaria (presente desde el inicio
de la vida erótica) o secundaria (ha existido antes un período de funcionamiento sexual satisfactorio
y adecuado). También puede ser selectiva (se presenta con algunas parejas y con otras no) o
situacional (surge sólo ante determinadas circunstancias o factores)”, aclara el también expresidente
de la Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología.
Al estar presentes los factores antes citados, y más aún si se suma autoestima reducida, se propiciará
que la persona se aleje cada vez más del principio del placer. Además, no solamente negará su
bienestar erótico, sino que “comprará” los estereotipos de belleza, que a menudo son absurdos e
inalcanzable, y en consecuencia la situación se agravará.
Las mujeres, principales portadoras de este problema de salud sexual, se quejan de una paradoja que
en sí misma genera angustia: racionalmente quieren tener relaciones sexuales y gozar de ellas, pero
emocionalmente no pueden siquiera concebirlo. A menudo se han predispuesto al placer erótico y a
la hora de intentarlo, casi se paralizan de aversión o miedo cerval. Hay una autodescalificación (se
resta méritos ella misma) y, por supuesto, severos problemas con la pareja.
“Es variable lo que sucede en cada caso. Aunque exista buena voluntad, la decisión de la persona
suele ‘paralizarse’ por repulsión y miedo, lo que con frecuencia se manifiesta con reacciones físicas,
como palidez, sudor, frío, mareo o palpitaciones”, señala el Dr. Barrios Martínez.
2. Consecuencias para la pareja
Como es de esperarse, la vida de pareja se altera negativamente porque con frecuencia la persona
que padece la disfunción evade los contactos eróticos, esgrime pretextos y puede proyectar sus
miedos: le atribuye a su pareja o a las circunstancias la causa de su aversión. Todo lo anterior
produce desencuentros, pleitos, insultos y, eventualmente, la dilución de la pareja.
“En muchos casos, la recurrencia en evasiones y negaciones para los contactos sexuales origina
desavenencias y, en algunos casos, la ruptura. De hecho, junto con el síndrome de vaginismo
(contracción involuntaria de la vagina que impide la penetración) y disfunción eréctil ansiógena
(incapacidad de mantener una erección a causa de ansiedad), la aversión sexual es una causa
frecuente de lo que jurídicamente se ha conocido como matrimonio inconsumado”, añade el Dr.
Barrios Martínez.
En cuanto a la vida social y relaciones interpersonales, los efectos de la aversión sexual suelen ser
devastadores: se altera negativamente la vida afectiva, convivencia en pareja, relaciones filiales,
vínculos amistosos, vida laboral y, en general, la persona se aleja cada vez más de la felicidad.
Manejo de la situación
Por fortuna, la pareja cuenta con opciones en caso de que uno de sus miembros se niegue a mantener
relaciones íntimas. El psicoterapeuta sexual propone los siguientes cinco puntos en concreto:
1. Hacer una revisión personal y honesta de la calidad de la vida sexual, individual y de pareja.
2. Platicar al respecto entre ambos, con franqueza y asertividad (respetándose a sí mismo y al otro).
3. Conocer la disposición de ambos miembros para resolver el problema.
4. Participar en un proceso de psicoterapia, a cargo de un profesional ético especializado en salud
sexual.
5. Actualizar la relación de pareja en los aspectos afectivo, convivencial y erótico.
Asimismo, el sexólogo explica que en ambiente de confianza y seguridad emocional se provee a los
consultantes de los medios necesarios para incrementar la calidad de su erotismo y revertir la
disfunción que esté presente.
Para ello, ahonda, “se utilizan en la terapia sexual procedimientos tales como métodos y técnicas
específicos, trabajo psicocorporal, sensibilizaciones, cápsulas teóricas y otros. En general, si hay
disposición de los pacientes, así como destreza y profesionalismo del terapeuta, el pronóstico es muy
bueno”.
Tome en cuenta que es muy importante que cada persona efectúe una revisión personal de la calidad
de su vivencia erótica; en otras palabras, que identifique con precisión si su deseo, excitación y
orgasmo son satisfactorios o dejan mucho que desear. No hay porqué ser conformistas.
“La aspiración sería no contentarse con la ausencia de enfermedad o disfunción, sino arribar, como
proponen la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Asociación Mundial para la Salud
Sexual (WAS, por sus siglas en inglés) ‘al completo bienestar físico, emocional y social del ser
humano sexual’”, finaliza el Dr. Barrios Martínez.
Fuente: www.saludymedicinas.com.mx