El feminismo entendido como un movimiento reivindicador de los derechos de la mujer no existió en la España del siglo XIX, a diferencia de otros países europeos donde sí se fortaleció. Esto se debió a la oposición de la Iglesia y los conservadores a las ideas progresistas, así como al retraso socioeconómico del país, que relegó a la mujer al ámbito doméstico y agrícola, impidiendo su educación y concienciación sobre la discriminación.