Este pasaje bíblico describe la parábola del buen samaritano. Jesús cuenta la historia de un hombre que fue asaltado por ladrones y dejado medio muerto. Un sacerdote y un levita pasan de largo sin ayudarlo. Sin embargo, un samaritano lo ayuda, vendando sus heridas y llevándolo a un mesón para cuidar de él. Jesús pregunta quién fue el prójimo del hombre asaltado, a lo que se responde que fue el samaritano que tuvo misericordia de él.
Santa Luisa de Marillac nos muestra: Los escollos a evitar
El buen samaritano
1.
2. Hijo de Judío y pagano
Levita en servicio
Llamados por Dios
Judío
3. 31 Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos
ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria,
32 y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los
unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.
33 Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi
Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación
del mundo.
35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis
de beber; fui forastero, y me recogisteis;
36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la
cárcel, y vinisteis a mí.
37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te
vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de
beber?
38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te
cubrimos?
4. 39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto
lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo
hicisteis.
41 Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí,
malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no
me disteis de beber;
43 fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me
cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.
44 Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor,
¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo,
enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?
45 Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en
cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí
lo hicisteis.
46 E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.
5. 25 Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para
probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida
eterna?
26 Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?
27 Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con
todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas,
y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
28 Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás.
29 Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y
quién es mi prójimo?
30 Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de
Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales
le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio
muerto.
31 Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y
viéndole, pasó de largo.
6. 32 Asimismo un levita, llegando cerca de aquel
lugar, y viéndole, pasó de largo.
33 Pero un samaritano, que iba de camino, vino
cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia;
34 y acercándose, vendó sus heridas, echándoles
aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo
llevó al mesón, y cuidó de él.
35 Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al
mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que
gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.
36 ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el
prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
37 Él dijo: El que usó de misericordia con él.
Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.