Dos amigos muy unidos, Pablo y Alejandro, pasaban sus veranos jugando en el bosque cercano a la casa de los abuelos de Alejandro. Un día, los niños encontraron una varita mágica que se transformó en un perro, el cual los guió a través del bosque hasta que anocheció. Al final, el perro se quedó con Pablo, pues Alejandro no quería una mascota.