La disciplina implica coordinar actitudes para desarrollar habilidades más rápido o seguir un código de conducta. Quien no valora la disciplina perjudica su ser interior. Para ser disciplinado, debes tener un propósito motivador y analizar tus debilidades. Adoptar nuevos hábitos como un horario requiere esfuerzo, pero pequeños pasos constantes pueden lograr metas a largo plazo. La mejor disciplina proviene de Dios.