Unos y otros piden una señal. ¿Qué dice Cristo hoy por boca del evangelista Lucas?
Que, lamentablemente, somos “una generación malvada”, esto es, no hemos convertido el corazón al Dios vivo, lo tenemos cegado con nuestra mala conducta y soberbia de la vida.
¿Cómo pedimos, entonces, una señal de fe si hemos cerrado, con esta actitud, el corazón a acoger al Señor?
Un abrazo y que Dios nos bendiga.
Luis J. Balvín Díaz
La oración de santa Luisa de Marillac por el P. Corpus Juan Delgado CM
La conversión, la señal más grande de Dios
1. Primera Lectura: de la profecía de Jonás (3,1-10):
Salmo Responsorial: Sal 50,3-4.12-13.18-19
R/. Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias
Evangelio: san Lucas (11,29-32):
La muchedumbre pide
una señal
Miércoles de la 1ª semana de
Cuaresma
La señal más grande que Dios haya podido
obrar en el alma es la conversión.
Autor: Andrés Pérez | Fuente: Catholic.net
2. Primera lectura
Lectura de la profecía de Jonás (3,1-10):
• Vino la palabra del Señor sobre Jonás: «Levántate y vete a Nínive,
la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo.»
Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era
una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó
Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando:
«¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!»
• Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron
de saco, grandes y pequeños.
• Llegó el mensaje al rey de Nínive; se levantó del trono, dejó el
manto, se cubrió de saco, se sentó en el polvo y mandó al heraldo a
proclamar en su nombre a Nínive: «Hombres y animales, vacas y
ovejas, no prueben bocado, que no pasten ni beban; vístanse de
saco hombres y animales; invoquen fervientemente a Dios, que se
convierta cada cual de su mala vida y de la violencia de sus manos;
quizá se arrepienta, se compadezca Dios, quizá cese el incendio de
su ira, y no pereceremos.»
• Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció
y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a
Nínive, y no la ejecutó.
¡Es palabra de Dios! ¡Te alabamos Señor !
3. Sal 50, 3-4.12-13.18-19
R/. Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias
• Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.
• Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.
• Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo
querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias. R/.
4. Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,29-
32):
• En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús,
y él se puso a decirles: «Esta generación es una
generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará
más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un
signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo
del hombre para esta generación. Cuando sean juzgados
los hombres de esta generación, la reina del Sur se
levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde
los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de
Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
• Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de
Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos
se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay
uno que es más que Jonás.»
¡Es palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
5. Oración
• Señor, conoces mi corazón, todos mis pensamientos,
deseos e intenciones, buenos y malos, y sé que puedo
contar con tu amor, aunque no soy digno de él. Gracias
por tu paciencia y misericordia, por las innumerables
gracias que hoy quieres concederme en esta oración,
por eso te pido que me ilumines para dedique estos
preciosos momentos a contemplar la grandeza de tu
amor.
Petición
• Señor, no permitas que te pida señales o dude de Ti,
ayúdame a crecer cada día en la fe y en la humildad.
6. Meditación
• En Mateo se dice: “Esta generación perversa y adúltera exige una
señal; pues no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres
días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo, pues tres
días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra”.
En Lucas leemos: “Esta generación es una generación perversa.
Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás.
Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo
será el Hijo del hombre para esta generación”. No necesitamos
analizar aquí las diferencias entre estas dos versiones. Una cosa
está clara: la señal de Dios para los hombres es el Hijo del hombre,
Jesús mismo. Y lo es de manera profunda en su misterio pascual,
en el misterio de muerte y resurrección. Él mismo es el “signo de
Jonás”. Él, el crucificado y resucitado, es el verdadero Lázaro: creer
en Él y seguirlo, es el gran signo de Dios, es la invitación de la
parábola, que es más que una parábola. Ella habla de la realidad,
de la realidad decisiva de la historia por excelencia. (Joseph
Ratzinger, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, primera parte, p. 89)
7. Reflexión
• Son palabras duras las del Señor. Y valen también para hoy, y con una
actualidad que espanta. Veámoslo.
• Dentro de los deseos del hombre constatamos con bastante frecuencia esa
tendencia a ver "rarezas" por doquier. Nos causa mucho placer, nos devora la
curiosidad, nos arrojaríamos casi sin pensarlo adonde algún evento nos sacie
este anhelo de espectacularidades. Y más si se trata de lo del más allá y todas
esas cosas.
• Pero también están los "racionales", los que piensan que todo tiene que tener
una explicación científica, como si todo fueran astros y cálculos matemáticos. El
día en que algún científico logre hacer la ecuación que demuestre cuánto amor
tiene un hijo por su madre, seguramente llegará el fin del mundo porque nunca
lo logrará. Entonces tenemos a los demasiado crédulos y a los netamente
incrédulos. Los que han pedido signos a Cristo representan a estos dos bandos.
No pedirían nada si fueran verdaderos creyentes. Veamos si las cosas no están
así hoy en día.
• Cerremos los ojos. Recordemos personas, situaciones, programas de
televisión, etc. Seguramente saldrán a la memoria aquellos sujetos que buscan
hasta en las piedras volcánicas algún rastro de lo divino, o de los que se
montan en una exótica pirámide para aspirar energía cósmica. También serán
rememorados los sabios del mundo que, mirando estrellas, formulan teorías
científicas sobre agujeros negros, quasares y supernovas mandando, eso sí, a
la Inteligencia que los creó a la oscuridad de supersticiones vanas.
8. • Unos y otros piden una señal. ¿Qué ha dicho Cristo hoy por boca del evangelista
Lucas? Que, lamentablemente, somos “una generación malvada”, esto es, no
hemos convertido el corazón al Dios vivo, lo tenemos cegado con nuestra mala
conducta y soberbia de la vida. ¿Cómo pedimos, entonces, una señal de fe si
hemos cerrado, con esta actitud, el corazón a acoger al Señor?
• Por eso la única señal será la del profeta Jonás, el hombre que predica la
conversión por toda la ciudad de Nínive, a ver si libremente cada uno de nosotros
acepta la propuesta, muda el corazón, y nos volvemos a Dios. Ya con esto
habremos logrado la más grande señal que Dios haya podido obrar en el alma
libre: la conversión por propia y deliberada iniciativa al Dios que da la vida, Fuente
perenne del verdadero creyente, Verdad eterna del verdadero sabio.
• Es mejor no pedir ninguna señal al Señor. Con esto hacemos mejor mérito a
nuestra fe en Él.
9. Propósito
• Rezar el resto de esta semana, una oración para pedir la
humildad.
Diálogo con Cristo
• Señor, ¡qué distinto sería el mundo si los cristianos
viviéramos en todo tu mensaje redentor! Mi falta de fe y
soberbia inutilizan tu gracia, porque aunque digo que soy
cristiano, muchas veces, en la vida diaria, me comporto como
si no lo fuera, porque frecuentemente pierdo la paciencia, soy
mal humorado y altanero en mi trato con los demás. Ayúdame
para que, lleno de alegría y optimismo, dedique mi tiempo a
querer, a amar, a sonreír y a poner en práctica mi fe para
hacer feliz a los demás.
10. Propósito
• Rezar el resto de esta semana, una oración para pedir la
humildad.
Diálogo con Cristo
• Señor, ¡qué distinto sería el mundo si los cristianos
viviéramos en todo tu mensaje redentor! Mi falta de fe y
soberbia inutilizan tu gracia, porque aunque digo que soy
cristiano, muchas veces, en la vida diaria, me comporto como
si no lo fuera, porque frecuentemente pierdo la paciencia, soy
mal humorado y altanero en mi trato con los demás. Ayúdame
para que, lleno de alegría y optimismo, dedique mi tiempo a
querer, a amar, a sonreír y a poner en práctica mi fe para
hacer feliz a los demás.