Marcelo Vattuone ha trabajado en diferentes estilos de realismo a lo largo de su carrera, procesando su relación con la realidad de maneras que transfiguran o delimitan lo que representa. Recientemente, ha cambiado su enfoque del contraste de color a valores ocres y tintas planas para crear un mundo de evanescencias e imágenes borrosas donde el tiempo parece haber borrado el color local de los objetos, oscilando entre lo visible y lo invisible.

1. Si apresuramos una definición habría que decir, que desde sus comienzos,
Marcelo Vattuone viene trabajando en los parámetros del realismo, si
admitimos que hay tantos realismos como cultores del género. Se trata de la
manera cómo cada artista procesa su relación con la realidad para
transfigurarla en un mundo de equivalencias visuales o para delimitarla en
un manso realismo descriptivo.
Ya desde su muestra anterior Vattuone se lanza a crear imágenes que lo
sitúan en un polo alejado de sus anteriores propuestas: en aquéllas, los
contrastes de color y la vehemente materia directa de sus imágenes
configuraba un mundo en el que la pintura cantaba su propia elocuencia;
ahora el color ha sido reemplazado por valores ocres y tintas planas para
entregar un mundo de lejanas evocaciones. Y es obvio que en sus actuales
visiones sigue ahondando esta última propuesta aunque ahora pareciera
abocado a investigar las diluciones de las tintas para remitirnos a un mundo
de evanescencias en el que se imponen climas donde pareciera que el tiempo
hubiera borrado el color local de los objetos. En estas imágenes el artista
oscila entre lo visible y lo invisible pues las transparencias al borrar la
nitidez de los referentes -que se imbrican unos a otros- convoca un
sentimiento íntimo donde la realidad se transfigura en el sueño de una siesta
eterna.
Rául Santana
Buenos Aires, agosto de 2012