1. Vayamos y hagamos lo mismo.
Lectio divina. Lucas 10,25-37
1. LECTURA.
Pongamos atención al diálogo entre el legista y Jesús. ¿En dónde está el
énfasis de la pregunta del legista en el qué o en el cómo?
Pasemos a la parábola. ¿Quién bajaba de Jerusalén a Jericó? ¿Quiénes
otros van a hacer la misma ruta?, ¿en manos de quién cayó el hombre que
bajaba de Jerusalén a Jericó? ¿Qué le hicieron? ¿Cómo lo dejaron?
Pongamos también a tención en los personajes ¿quiénes de los personajes
que aparecen pueden ser identificados con cierto detalle?
Comparemos las acciones del sacerdote y el levita con las del
samaritano: ¿Por qué bajaba por aquel camino el sacerdote? ¿Y el levita?
¿Qué hicieron ambos?, en el caso del samaritano ¿Bajaba por
casualidad? ¿Qué sentimiento tuvo el samaritano cuando dio aquel
hombre caído?
Ya leímos el texto con mucha a tención, con fe e inteligencia. Ahora
retomemos algunos elementos adicionales que nos ayuden a profundizar
mejor.
-La ocasión de la parábola es la pregunta del legista sobre lo que hay que
hacer para heredar la vida eterna. Se cuestiona sobre lo que debe hacer
para vivir con sentido no para ir al cielo. De ahí que Jesús diga que si
ama a Dios, al prójimo y a sí mismo, vivirá. Al leer el Evangelio nos damos
2. cuenta que el legista por algo que ya sabía. Quizá era experto en
religión, pero el experto no es el que sabe sino el que practica al Dios de
Jesús. Lo que quiere resolver el evangelio es qué debemos hacer para
vivir con sentido. Y de allí surge la pregunta quién es el prójimo. Para la
mayoría de los judíos prójimo era el “próximo”, el de su grupo religioso,
el de su etnia, el judío. En ciertos ambientes judíos del tiempo de Jesús
excluían del círculo de prójimos a los extranjeros, samaritanos o
residentes de Israel, que tras un año de convivencia no se hubieran
convertido al judaísmos. Según esta realidad el sacerdote y el levita
hicieron lo legalmente correcto: no se detuvieron porque hubieran
quedado impuros pues aquel hombre parecía muerto. Sin embargo, el
evangelio modifica este concepto de prójimo: prójimo no es
primeramente el próximo sino el necesitado. Más aún prójimo puede ser
cualquiera. Parece que Lucas quiere dejar claro que prójimo no es el que
uno busca sino el necesitado que sale al encuentro. El evangelio va más
allá todavía, pretende presentar un itinerario para la misericordia. La
misericordia, es decir, la compasión hasta las entrañas a causa del
sufrimiento de otro, tiene detrás una buena vista, ver –no divisar-
implica cercanía. Por eso, la misericordia más que una acción es una
reacción.
Por eso la pregunta con la que cierra el evangelio no es quién es mi prójimo sino quién se
comportó como prójimo.
Al final Lucas hace una catequesis finísima para dar a entender que el
que practica la misericordia, sea quien sea, se asemeja a Dios, se
comporta como el mismo Dios lo hubiera hecho.
“vete y haz tú lo mismo” podría malentenderse si no se recuerda lo que
hizo el samaritano. Se es prójimo no sólo si se ayuda a otro sino si se
hace de esta manera. De ahí que no cualquier ayuda nos asemeja a Dios;
sólo la que tiene estas características y otras que desarrollará
posteriormente el evangelio. Por eso, quizás tenga razón quienes dicen
que para practicar la compasión no sólo hay que tener buen corazón sino
también rodillas flexibles para inclinarse permanentemente.
3. 2. MEDITACIÓN
• Necesitamos del necesitado para darle sentido a nuestra vida. Es
decir, el que sufre se convierte en oportunidad para darle sentido
a la vida pues no e posible vivir realmente sin hacer algo por los
hermanos necesitados. ¿En qué nos hace reflexionar esto
respecto a las personas necesitadas que vamos encontrando
diariamente?
• Prójimo es el que necesita; por eso, es el que nos sale al
encuentro. El prójimo modifica nuestro plan, nuestro tiempo,
nuestro itinerario ¿en que nos hace reflexionar esto?
• Prójimo (el necesitado) puede ser cualquiera… Y prójimo (el que se
compadece) debemos ser todos. ¿Qué alcance debería tener
nuestro servicio en la comunidad eclesial?
3. ORACIÓN
• Podríamos pedirle perdón a Dios por las ocasiones en que hemos
tratado a los hermanos enfermos como necesitados y no como
hermanos que al tener la oportunidad de servirlos le dan sentido a
nuestro ministerio, a nuestra vida.
• Podríamos darle gracias a Dios por la posibilidad, cada vez que
practicamos la misericordia y la compasión, de asemejarnos a Él.
• Podámosle que lo que hagamos genere sensibilidad sobre quién es
el prójimo… pero sobre todo suscite conciencia de que todos
debemos hacernos prójimos.
4. • Podríamos rogarle que nuestro servicio no sea una acción, sino una
REACCIÓN; que no hagamos sólo un plan de trabajo sino un
proyecto de vida.
4. CONTEMPLACIÓN
¿Qué comportamientos o maneras de pensar debemos modificar o
cambiar para ser prójimos de los más necesitados?
¿Qué podemos hacer para reflejar todavía más el rostro
misericordioso de Dios a través de lo que decimos, pensamos y
hacemos en nuestras comunidades parroquiales y en nuestra
familia?
¿Qué tendríamos que hacer para realmente ver a quienes
necesitan de nosotros como una bendición para darle sentido a
nuestra vida?