El poema argumenta que las personas sufren no por las cosas vividas, sino por las cosas que fueron soñadas pero no se cumplieron, como proyecciones irrealizadas con un amor o momentos perdidos con la familia. Sugiere que el desperdicio de la vida está en el amor y las fuerzas que no se usan por miedo al sufrimiento, lo que hace perder también la felicidad. La respuesta es que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional.