La educación española ha adoptado un modelo anticuado y antidemocrático al permitir que la educación concertada, financiada con dinero público pero que discrimina a ciertos estudiantes, se extienda. Muchas familias de clase media eligen la educación concertada por razones de estatus social en lugar de fomentar los valores democráticos de la escuela pública, lo que ha permitido que el gobierno justifique la expansión de la educación concertada.
1. CÓMO HEMOS LLEGADO
HASTA AQUÍ
Actualmente vivimos una crisis económica que, por desgracia, va a afectar a la
educación. La excusa perfecta para aquellos que quieren privatizar la Escuela Pú-
blica, es la crisis. Pero, ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Todos somos en mayor
o en menor medida responsables del rumbo que la educación ha tomado en los
últimos años.
La educación española, al igual que otros ámbitos, tuvo que vivir su propia tran-
sición. A principios de los 80 comenzaron a darse pasos hacia una educación de-
mocrática. Y, ¿cómo es una educación democrática? Es una educación igualitaria,
respetuosa, gratuita, accesible, libre... Todos estos requisitos los cumple la escue-
la pública. El problema es que esos primeros pasos que se dieron hacia una nueva
educación, incluían, bajo nuestro punto de vista, el elemento que imposibilita que
la educación española sea hoy plenamente democrática. Sin darnos cuenta, o a
sabiendas, hemos trasladado al sistema educativo un modelo social totalmente
anticuado y antidemocrático en el que cada cual recibe una educación dependien-
do de la clase social a la que pertenece. Hemos consentido que, con dinero público
(porque con el dinero de uno cada cual puede hacer lo que quiera) se extendiera la
educación concertada, una lacra que hunde sus raíces en el Franquismo, pero que
un partido, supuestamente de “izquierdas”, el PSOE, ha mantenido y fomentado en
todo momento allí donde ha gobernado.
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2. Después de años viendo cómo al final, solo los hijos de unos pocos llegaban a com-
pletar sus estudios, especialmente por falta de recursos, “la clase media” vio con
gran alivio, que las cosas empezaban a cambiar. Poco a poco la educación se fue
universalizando en todos los niveles educativos. Esos hijos de la pública, trabajado-
res que fueron engrosando una clase social ya con plenos derechos, se convirtieron
en padres. Unos padres que, en vez de fomentar en sus hijos las cualidades democrá-
ticas que habían aprendido en la escuela pública, optaron muchos de ellos (no todos
afortunadamente) por una escuela nada democrática, la concertada.
Porque sí, la concertada crece y crece en las áreas de mayor desarrollo económico.
Muchas veces lo hace por imposición de las propias autoridades, como ocurre en la
Comunidad de Madrid, donde se cede suelo público para construir centros privados
y se niega para los públicos. Pero no es menos cierto que, algunas familias de “clase
media”, eligen esta educación sin que se la impongan. Y, ¿por qué eligen este tipo de
escuela? La educación concertada no es mejor que la pública. Sus docentes, tal vez
excelentes profesionales, han sido elegidos a dedo (en este caso sí, a dedo señora
Aguirre y pagados con el dinero de tod@s) y jamás han pasado por un sistema de
selección algo más objetivo como unas oposiciones, que aunque no son perfectas,
al menos garantizan una mayor transparencia. Por otro lado, es una educación que
discrimina, que selecciona al alumnado con baremos oscuros, dejando fuera a am-
plios colectivos. No es una educación libre, supeditada en muchos casos a ideolo-
gías concretas como ocurre en los centros religiosos. No es gratis, porque, aunque
en teoría las familias no deben pagar, a la mayoría al final se le cobra cuotas en
concepto de extraescolares o cualquier otra cosa; por tanto es REPAGO.
Y a pesar de todo esto, muchas familias eligen ese sistema.
Los motivos son muchos, algunos muy respetables, pero nos
gustaría subrayar uno de ellos.
Estamos sumergidos en una sociedad elitista. Los medios de
comunicación, las empresas, los actores, actrices, deportis-
tas... quieren constantemente demostrar que son más que el
otro y para ello tienden a fijarse en los de arriba. Eso empezó
a configurar la llamada clase media, lo que se trasladó incluso
al ámbito educativo. Empujados por fenómenos como la inmi-
gración, las familias quisieron buscar una educación diferente
a la de las “clases bajas”, un símbolo en ese afán de demostrar
que ya no eran clase trabajadora sino clase media. ¿Por qué sus
hijos/as iban a compartir aula con los hijos de los trabajadores?
Si yo soy empresario, abogado, autónomo, profesor,... Los hijos
de la pública comenzaron a llevar a sus hijos/as a la concerta-
da. Y con ello, permitieron que sus hijos/as fueran educados en
principios no democráticos. Porque una democracia es plural y
sus hijos acudían a aulas donde se reproducía un mundo que no
era real. Les enseñaron que, la mejor opción, era separarse de
los que son diferentes, en vez de fomentar la convivencia y el
respeto mutuo.
Y de todo esto se está valiendo el PP para justificar la apuesta
por la concertada. Es que las familias están pidiendo que haya
más centros de este tipo, asegura la Comunidad de Madrid.
De esto y del argumento es más barata, una mentira más para
mantenernos engañados. La concertada es más barata para la
administración (que por cierto, vive y se alimenta de nuestros
impuestos; vamos, que la administración somos tod@s). Pero
no es más barata para las familias que deben pagar vía impues-
tos y vía repago unas módicas cuotas. La educación concertada
no es gratis y eso es discriminatorio pues atenta contra el prin-
cipio de igualdad.
Tod@s deberíamos reflexionar sobre qué estamos haciendo,
qué sociedad estamos creando. Hay quien dice: la clase media
no acude a la pública porque existen en ella muchos colores.
Nosotros decimos: VIVAN LOS COLORES.
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