ACRÓNIMO DE PARÍS PARA SU OLIMPIADA 2024. Por JAVIER SOLIS NOYOLA
Qué logró
1. Actividad de aprendizaje: Articulación de la docencia, investigación y gestión1
Vanessa Marín Caro
Diplomado virtual en docencia universitaria
El lugar de la universidad en la transformación social
La universidad como institución y comunidad donde confluyen múltiples saberes, ha tenido
siempre como su función implícita la satisfacción de las de las necesidades más acuciantes
de la población y la sociedad en la cual se inscribe. Sin embargo, con el devenir de los años
y la promulgación y aplicación de diversas disposiciones en materia de educación o de
administración de los claustros, podría ponerse en entredicho esa función social, o cuestionar
respecto a qué sociedad es la que guía la labor y el quehacer universitario.
En este sentido puede entonces relacionarse la situación actual de la universidad con las
consideraciones planteadas en el documento guía propuesto para esta actividad, en el que se
concibe a la universidad como un lugar en el que confluyen la extensión, la docencia y la
investigación para retribuir un saber materializado en aspectos concretos a la sociedad que
los necesita. En el mismo, se despoja a la extensión de su popularizado carácter recreativo y
se le pone en el lugar privilegiado de conocer y discernir sobre las problemáticas que
necesitan ser intervenidas, para pasarlas por el filtro de la investigación y finalmente ser
difundidas a los estudiantes que serán quienes como profesionales serán los encargados de
retomar este proceso desde fuera del aula.
Bajo este modelo, la universidad cumpliría su rol a cabalidad. Sin embargo, hoy vale la pena
preguntarse respecto a cuál es la sociedad a la que le apuesta y oferta su conocimiento y cuál
de esos componentes prima en su quehacer misional. Si bien, en el texto mencionado el rol
de la extensión es ser el filtro por excelencia, a través del cual se deben conocer las
necesidades de la sociedad, hoy la extensión se percibe más como un producto a través del
cual se captan recursos económicos para poder llevar a cabo las otras dos dimensiones, es
decir, la investigación y la docencia, de manera que no se tiene en cuenta la cadena y relación
estructurada que se puede hacer entre estos tres factores.
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Reflexión realizada con base en la lectura del documento: “Un modelo de integración de las funciones
universitarias-lineamientos para su aplicación en la práctica”
2. Por su parte la investigación se da de manera muchas veces descontextualizada, privilegiando
unas áreas del conocimiento sobre otras y direccionando de esta forma los recursos hacia
ciertas problemáticas específicas. Estos recursos, incluso, muchas veces provienen de la
empresa privada o sectores que quieren generar sus propios desarrollos privilegiando la
generación de conocimiento solo para aquellos que pueden pagar por ello. Finalmente, la
docencia termina siendo entonces una labor muchas veces marginal, de transmisor de saberes
sin posibilidades de participar en la cadena de generador de los mismos, con dificultades de
infraestructura para desempeñar una labor acorde a las necesidades de las personas en
formación, sin garantías laborales y con cargas que sobrepasan la posibilidad de vincularse
de forma efectiva a labores de investigación y extensión.
En este sentido, al no haber una relación funcional entre estos tres aspectos misionales de la
universidad, su labor se ve fragmentada, sin cohesión, si fluidez y seguramente con menor
eficacia y eficiencia en el cumplimiento de sus propósitos, dejándola en deuda con la
retribución que debe hacer a la sociedad bajo la satisfacción de sus principales necesidades
y la intervención contextualizada de sus problemáticas.
Ahora bien, una alternativa frente a esta desarticulación es integrar a las instituciones
modelos de gestión que brinden un funcionamiento integral a todos sus componentes que
trasciendan la división existente entre lo administrativo y lo académico.
Estos modelos de gestión permitirían integrar a la cultura organizacional elementos
dinamizadores que permitan una permanente renovación, una apertura a los cambios y a la
innovación y un redireccionamiento de las funciones misionales en procura de la calidad de
las mismas. Esto implica un proceso de retroalimentación continua, fortalecimiento e
integración, con multidisciplinariedad de saberes y prácticas de dirección, inspección, y
evaluación.