2. Erase una vez Abel un niño,
quien se caracterizaba por su
angelical comportamiento y
amabilidad. Era un niño el
cual siempre le gustaba leer e
imaginar variedad de
aventuras.
3. Una noche Abel se encontraba
leyendo uno de sus tantos libros,
pero era el que mas le encantaba,
pues con el imaginaba su carroza de
calabaza y viajaba con gran
motivación a sus grandes aventuras.
4. Esa misma noche Abel
se fue muy lejos de su
imaginación, empezó a
entrar en un mundo
que ni el sabia como lo
había logrado, pues su
imaginación lo llevaba
cada vez mas lejos.
Abel quería continuar con sus
aventuras como solía hacerlo
todas las noches, pero lo que no
sabia es que en esta ocasión, su
imaginación quería atraparlo
dentro del cuento.
5. La noche iba pasando y cada vez se
hacia mas larga e incluso Abel se
estaba preocupando, pues él no
encontraba la salida y su aventura se
empezaba a convertir en una
preocupación mas larga.
Abel como siempre miraba las estrellas
y pedía con tanta amabilidad que
saliera de este mundo extraño el cual
no lograba entender, como si se tratara
de un deseo. Un deseo que pedía con
tantas fuerzas.
6. Al pasar la noche preocupado, al fin
de tanto quedo dormido
profundamente.
Y al día siguiente se veía el buen
amanecer, lo que Abel no entendía es
que seguía ahí mismo, atrapado en su
aventura.
Abel continuo su recorrido y al entender que
lo que tenia que hacer era descifrar que es
lo que mas le gustaba, pudo reflexionar que
en su mundo real, puede compartir sus
mejores creatividades y no solo imaginarlos.
Mas sin embargo él, lo solía hacer solo pues
lo tomaban como un niño raro e indiferente.
7. Abel abrió los ojos y de inmediato se dio cuenta que se
encontraba en su habitación, por lo que rápidamente
conto a decirle a su madre lo espectacular que se lo
había pasado en esa pequeña aventura, aunque
también fue preocupante pero increíble de entender.
Abel decidió compartir sus ideas y
pensamientos para quien quisiera
escucharlos y así no convertirse en
un egoísta sin compartir su extraño
mundo que el amaba.