Entre 1980 y 1992, más de 50,000 campesinos quechuahablantes de regiones del Perú fueron asesinados por las fuerzas armadas y policiales y Sendero Luminoso, debido a la discriminación y exclusión social existente. Los militares y policías consideraban sospechosos de terrorismo a quienes tenían rasgos andinos y asesinaron a muchos inocentes, mientras la población de Lima y otras ciudades permaneció indiferente a esta tragedia. Miles de mujeres de la Amazonía y la sierra también fueron sometidas a