El documento describe la técnica educativa de la clarificación de valores. Explica que su objetivo es estimular el proceso de valoración en los estudiantes para que se den cuenta de cuáles son realmente sus valores y puedan sentirse comprometidos con ellos. También describe el origen de esta técnica con Louis Raths y cómo se ha extendido su uso para ayudar a las personas a desarrollar valores guiando sus conductas de forma autónoma y comprometida con los demás.
1. 2. La clarificación de valores en el aula
Su sentido
Como ya ha quedado indicado, la clarificación de valores es, solamente, uno de los
métodos para la educación en valores. La organización de la escuela, los contenidos de
las diferentes materias del curriculum, la metodología empleada en el proceso
enseñanza-aprendizaje y el tipo de relaciones interpersonales entre maestros, alumnos y
todos los integrantes de la escuela, son, asimismo, medios fundamentales para la
educación en valores.
La clarificación de valores es una acción consciente y sistemática del orientador o maestro
que tiene por objeto estimular el proceso de valoración en los alumnos con el fin de que
éstos lleguen a darse cuenta de cuáles son realmente sus valores y puedan, así, sentirse
responsables y comprometidos con ellos.
El maestro puede tener este estilo de acción como pauta de comportamiento en la
relación habitual con sus alumnos, o puede buscar momentos propicios para la
clarificación en diferentes oportunidades del trabajo escolar. Existe también la posibilidad
de ofrecer un programa específico de actividades para la clarificación de valores dentro del
curriculum escolar. Este puede ser realizado por un maestro con habilidad para ello o bien
por un orientador especializado.
Lo que aquí presentamos es un programa específico de actividades para formar parte del
plan global de educación en valores en la escuela. Si este plan no existe, la realización del
programa será un estímulo para que se comience a pensar en él. En todo caso el
programa tiene una significación en sí mismo: la de proporcionar a los educandos un
espacio para la búsqueda de lo que ellos piensan y quieren en el mundo de los valores.
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Con frecuencia, la situación de muchos colegios en España sólo permitirá la ayuda al
proceso de valoración de los alumnos a través de un programa concreto y específico. Esto
mismo da al trabajo que ahora presentamos singular valor y sentido.
Indudablemente, muchos de los objetivos que pueden lograrse en el aula van a ser
neutralizados por influencia de otros factores que actúan en la misma escuela, en la familia
y en el ambiente socio-cultural, pero no todo.
Cuando una persona adquiere más seguridad y confianza en sí misma, y tiene más
claridad en sus metas, podrá enfrentarse a las situaciones de modo más constructivo
que si no hubiera desarrollado estas actitudes. Tendrá un mayor sentido crítico y
creativo y, por lo tanto, su influencia en el medio será a favor del cambio hacia una
sociedad más humana.
El origen y desarrollo de la clarificación de valores
L. Raths y sus colaboradores publicaron en 1966 el libro Valúes and Teaching. Es
considerada la primera obra de importancia sobre la técnica de clarificación de valores. Con
ella se inició el movimiento pedagógico en torno a la clarificación de valores, que se
extiende cada día con fuerza creciente. Son ya numerosos los estudios e investigaciones
centrados en esta técnica educativa y, sobre todo, son frecuentes los cursos y seminarios
para capacitar a maestros y orientadores que puedan facilitar los procesos de valoración.
Para una información de las publicaciones aparecidas en la década 1965-1975, puede
consultarse la bibliografía comentada en el libro Aclaración de valores humanos, de H.
Kirschenbaum (1982).
Raths es considerado como una de las grandes figuras de la educación que tendrá un
2. lugar destacado en la historia de las ideas pedagógicas. El fue el primero que —inspirado
en el pensamiento de Dewey— usó el término "clarificación de valores" y elaboró
estrategias para esta clarificación.
Es característica de la técnica de clarificación de valores la integración de pensamiento,
afectividad y acción; el objetivo es llegar a la conducta, pasando por el sentimiento y la
claridad de ideas. A la teoría va unida la intención práctica, por lo cual es consustancial a
este movimiento pedagógico el buscar estrategias para lograr metas en el proceso de
valoración. La persona misma que ayuda a clarificar queda comprometida en el proceso.
No cualquiera puede ser un buen guía para que el otro descubra. Tiene que saber
"quedarse atrás", característica singular del iniciador de esta técnica, L. Raths.
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Raths era un modelo viviente de la metodología que recomendaba. S. Simón y P. de
Sherbini (1976, p. 39) dicen de él que tenía la habilidad de "tocar" personalmente a sus
alumnos e inspirarles el ordenar sus propias vidas, y que su relación con su esposa, su
familia y sus colegas, reflejaba su profundo compromiso de vivir sus propios valores. Un
texto de K. Wiles en el prólogo a Valúes and Teaching puede sintetizar largos discursos
sobre las actitudes concretas requeridas para crear un clima adecuado para la
clarificación de valores y que él veía en Raths:
Hace años, cuando estaba yo estudiando en la escuela para graduados,
Louis Raths me intrigó por la forma en que reaccionaba a mis comentarios.
Hasta donde podía darme cuenta, nunca aprobó realmente ninguna
declaración hecha por mí. Hacía una pregunta, agregaba algún comentario
ambiguo, sometía mi respuesta a prueba añadiendo información adicional y
preguntaba si no había yo pensado en la posibilidad de una alternativa
diferente.
Aquel proceso resultaba desconcertante para mí. Mi experiencia anterior, por
lo que a educación se refería, me hacía suponer que podría usar al maestro
como medio de determinar si mis respuestas eran correctas o no. El era la
persona que sabía y su papel era mantenerme informado sobre si
progresaba yo o no en la busca de la verdad. Debía apoyarme y ofrecerme
refuerzos. ¡Pero este maestro no lo hacía así! Cuando yo esperaba que
aprobara mis respuestas, que reafirmara lo que yo decía, él se concretaba a
hacerme más preguntas y a dejar por sentada la suposición de que
continuaría yo indagando el asunto.
Años más tarde, cuando fuimos colegas en la Universidad de Nueva York, vi
a Louis Raths hacer exactamente lo mismo en las juntas de catedráticos y
en las discusiones informales que tenía con otros maestros, compañeros
suyos. Para entonces había yo llegado a comprender que la enseñanza es,
a la vez, ayuda y apoyo para el estudiante, en su busca de la verdad, e
interés por el desenvolvimiento continuo de su mente (Prólogo. Edición en
español, 1967, p. VII).
La técnica educativa de la clarificación de valores ha alcanzado una divulgación
considerable, sobre todo en los Estados Unidos. Gran número de educadores la pone
en práctica en la escuela, y en los programas de formación de la juventud y de la
familia. En clubes, iglesias, escuelas de padres, es cada vez más frecuente el empleo de
este método.
El número de investigadores experimentales sobre las hipótesis que constituyen la teoría
crece considerablemente, así como la elaboración de diferentes estrategias y la invención
de formas de poner en práctica la clarificación de valores. (Cfr. Kirschenbaum, 1982, cap.
3. 3; Goodman, 1978).
En Méjico se han traducido algunos libros sobre el tema y se ha producido también una
fuerte corriente de interés por la educación en valores y, en concreto, por la aplicación en
las escuelas de la técnica de clarificación de valores.
En 1978, los mismos autores que publicaron Valúes and Teaching hacen una revisión de
sus puntos de vista en el artículo Perspectives on the Theory (en Goodman, 1978, pp. 3-
15). En él reiteran el valor que para ellos tienen los principios básicos y la metodología,
pero afirman también
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que buscan una mayor claridad y profundización en los aspectos que intervienen en el
proceso de clarificación de valores.
Algunos seguidores de esta corriente, como H. Kirschenbaum y L. H. Howe, han hecho
aportaciones de nuevas hipótesis en relación con el fundamento psicológico de la
clarificación de valores. Consideran estos autores que la psicología humanista
representada sobre todo por C. Rogers y A. Maslow contiene las bases teóricas más
adecuadas para la práctica de la clarificación de valores (Cfr. Kirschenbaum, 1982, pp. 18-
19; Howe, art. publicado en Goodman, 1978, pp. 3-6).
En los años sucesivos la clarificación de valores ofrecerá una mayor sistematización y
armonía, indudablemente. Sin embargo ello no implica que en la actualidad no tenga
definidos sus principios básicos y su línea metodológica. Estos son claros, y los resultados
de las investigaciones muestran que tienen una gran eficacia en el desarrollo de los
valores y en el cambio de actitudes y de conductas hacia una mayor autonomía personal
y hacia una mayor apertura y compromiso con los demás.
En realidad podemos decir que se trata de una técnica que aplica de un modo coherente y
práctico el enfoque de la educación centrada en la persona.
El proceso de valoración
Raths y sus colaboradores expresaron en sus primeras publicaciones su intención de
ayudar al desarrollo del proceso de valoración, de modo que el individuo llegue a tener la
habilidad de darse cuenta de lo que él realmente aprecia y quiere, y así pueda actuar en
conformidad con sus propias decisiones y no quede a merced de las influenciase
imposiciones del ambiente. Se trata de que el lugar o foco de valoración se encuentre en
la propia persona y no en otros. Reconocen la importancia que tiene en la conducta
humana el nivel intelectual y la afectividad pero consideran que estos dos factores no son
los únicos que determinan el comportamiento, puesto que éste depende también en gran
parte de la claridad o confusión de las metas que se pretende lograr, es decir, de los
valores. Si una persona sabe bien los valores que desea realizar, su conducta será,
normalmente, decidida, coherente, productiva; mientras que si no tiene claridad en lo que
quiere conseguir, su conducta será dispersa, desorganizada, inefectiva.
¿Cuál es la causa de la frecuente confusión de valores y, por ello, de tantas formas de
conductas inadecuadas y de vidas no satisfactorias como existen en nuestra sociedad?
Raths y sus colaboradores coinciden
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con C. Rogers en este punto y responden que la causa es la distorsión en el proceso de
valoración que se produce como efecto del tipo de relación que se da entre los adultos y las
personas en crecimiento, especialmente los niños (Cfr. Rogers, 1978, cap. 12).
La práctica educativa, tanto en las familias como en la escuela, adolece de un gran
4. predominio de los procesos de transmisión de contenidos cognoscitivos y normas de
conducta, en perjuicio de los procesos de diálogo, reflexión y elección libre. Muchas veces
los niños son manipulados y obligados a "vender" su cariño para lograr el afecto y el
reconocimiento de los mayores: "si no haces tal o cual cosa, no te quiero". Todo esto hace
que el sujeto en desarrollo se vaya alejando de su propia experiencia de valoración. De un
modo inconsciente va aprendiendo a responder a las necesidades y sugerencias de los
demás y no a las propias. Muchos se quedan en estas actitudes conformistas; otros, llegada
la adolescencia, se rebelan.
Dado el pluralismo de nuestras sociedades ocurre muy a menudo que los mensajes sobre
los valores que los niños reciben en la familia, en la escuela, a través de los medios de
comunicación y en la calle, tienen signos muy diferentes. Esto, unido a lo anterior, hace que
se cree una gran confusión en las mentes.
El enfoque educativo de la clarificación de valores tiene por objeto ayudar a la persona a
tomar contacto consigo misma para darse cuenta de qué es lo que realmente ella aprecia,
elige y quiere. No se trata de enseñar un determinado sistema de valores, sino de
desarrollar el proceso psíquico de valoración.
Según Raths y colaboradores, algo no llega a ser valor para alguien en tanto la persona no
haya adquirido ese valor como resultado de un proceso que va desde el simple aprecio
hasta la actuación en conformidad con ese valor. En términos de Bloom, hasta que la
persona se compromete y organiza su vida en función de ese valor.
Tal vez es este el momento para aludir a la crítica de relativismo ético que se ha hecho a la
teoría de la clarificación de valores.
Evidentemente, Raths no da una definición de valor ni propone la adquisición de unos
determinados valores. Pero el enfoque de la clarificación de valores no excluye el
aprendizaje reflexivo y sistemático de los mismos. De hecho, toda persona, queramos o no,
vamos adoptando a lo largo de nuestra vida una serie de valores. La religión, la ética, las
ciencias sociales, la convivencia, nos ponen de continuo en contacto con el valor. Lo que
ocurre es que muchas veces "aprendemos" valores y los consideramos ya poseídos o
realizados por la sola razón de estimarlos intelectualmente, sin que esos valores estén
influyendo en nuestra conducta concreta. La clarificación de valores parte del a priori valoral
que tiene toda persona en su mente y de lo que trata es de poner en contacto
vivencialmente a la persona con sus valores concebidos para que se dé
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cuenta de si los está realizando o no; si quiere realizarlos o no. La clarificación de valores
no enseña los valores, pero los reconoce como tales valores y ayuda a la persona a que
se dé cuenta de si está o no comprometida, si es o no auténtica, si está dispuesta a vivir y a
morir por algo que para ella tiene sentido.
Cada escuela asume la responsabilidad de la educación en valores que, ciertamente, no
se puede reducir a la clarificación de los mismos. La educación en valores requiere
procesos complejos de instrucción, reflexión, vivencia y práctica, como ya quedó indicado
en el primer capítulo.
El proceso de valoración y la metodología de clarificación de valores
El proceso de valoración ocupa un lugar central en el enfoque de clarificación de valores.
Sucesivos estudios e investigaciones han ido profundizando en diferentes aspectos o fases
del mismo y en el papel que cumple como guía en las actividades de clarificación de
valores.
Según Raths y colaboradores, cada persona tiene que adquirir con esfuerzos y luchas su
propio conjunto de valores si desea llevar una existencia satisfactoria. Lo que les interesa
5. es el proceso por el cual llegamos a asumir como propios los valores, de tal modo que
esos valores lleguen a influir realmente en nuestras vidas y sean, por lo tanto, guías de
nuestra conducta. Piensan que "el dar a los alumnos un proceso para hacer su propia
valoración es darles algo que les servirá de mucho y por mucho tiempo" (Raths y otros, 1967,
p. 11). Consideran (p. 30) que el proceso de valoración está constituido por siete exigencias
o requisitos que necesariamente debe cumplir la persona para realizar un valor en su vida.
1. Seleccionar libremente.
2. Seleccionar entre varias alternativas.
3. Seleccionar después de la cuidosa consideración de las consecuencias de cada
alternativa.
4. Apreciar y disfrutar la selección.
5. Afirmarla.
6. Actuar de acuerdo con la selección.
7. Aplicarla repetidamente en nuestra forma de vida.
La metodología de la clarificación de valores consiste precisamente en realizar actividades
en las cuales los individuos pueden experimentar y ejercitarse en las distintas fases del
proceso de valoración respecto a distintos valores.
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S. Simón la describe así:
El maestro usa estrategias que ayudan a los educandos a hacerse
conscientes de los principios y comportamientos que ellos aprecian y que
estarán dispuestos a sustentar dentro y fuera de las aulas. Usa materiales y
procedimientos que alienten a los educandos a considerar formas
alternativas de pensar y de actuar. Los alumnos aprenden a ponderar los
pros, contras y las consecuencias de las diferentes alternativas. El maestro
también los ayuda a reflexionar si sus acciones corresponden o no con sus
principios y a encontrar una estrecha correspondencia entre los principios y
las acciones. Finalmente el maestro presenta opciones dentro y fuera de
las aulas para que cuando los estudiantes empiecen a realizar sus propias
elecciones y evaluar sus consecuencias, desarrollen sus propios valores.
(Simón y otros, 1977, pp. 16-17).
Es importante tener en cuenta que el proceso por el cual el alumno desarrolla su
autonomía en la valoración no significa un proceso subjetivista o egocentrista. Es un
proceso que tiene como meta el llegar a ser uno mismo ante los demás, es decir, en
relación con los otros, abierto a la comunidad. Precisamente, un aspecto esencial de la
metodología es la creación de un clima de respeto y aceptación en que los alumnos sean
escuchados y escuchen a los demás, de modo que puedan darse mutuamente
sugerencias e iluminaciones en la búsqueda de lo auténticamente valioso.
La consideración de las consecuencias es otro aspecto de apertura y comunicación, cuya
amplitud y sentido dependerá de las orientaciones de valor que la persona previamente
tenga o bien de las que descubra. Un niño puede tomar una primera decisión de no
acercarse a un compañero con quien se ha peleado, pero quizá después de darse cuenta
de las consecuencias de aislamiento que esta actitud le acarrea, cambie esa decisión por
la de luchar para superar el conflicto. En mi experiencia de clarificación de valores he
podido constatar procesos semejantes en varías ocasiones.
La atención a los diferentes aspectos del proceso de valoración, señalados por Raths y
colaboradores, significa, sin lugar a dudas, una ayuda eficaz para que los alumnos vayan
adquiriendo convicciones en el campo de los valores. Algunos estudios experimentales y
numerosos testimonios de maestros lo han puesto de relieve. La misma práctica de la
6. clarificación de valores y la profundización en la teoría del proceso de valoración propuesta
por ellos, han tenido como resultado una revisión del significado de las siete exigencias o
criterios del proceso de valoración. H. Kirschenbaum hizo la crítica a la teoría de los siete
criterios de Raths y colaboradores, en un trabajo titulado: Más allá de la aclaración de
valores (1973), en el cual propone sustituir el concepto "criterios" por "procesos de
valoración" y relacionar el proceso de valoración con otros procesos de formación puestos
de relieve por la psicología humanista. En una obra posterior describe su concepto del
proceso de valoración que, si bien está basado en el de Raths, lo amplía para dar cabida
a las
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implicaciones de desarrollo humano que tiene dicho proceso: "Es un proceso por el cual
aumentamos la probabilidad de que, ya sea nuestra forma de vida en general o alguna
decisión en particular, tengan, en primer lugar, un valor positivo para nosotros y, en
segundo, sean constructivas dentro del contexto social" (Kirschenbaum, 1982, p. 18). En
la teoría de Kirschenbaum el proceso de valoración tiene cinco dimensiones y cada una
tiene varios subprocesos. Considera que estas dimensiones están implicadas entre sí y
no constituyen pasos o etapas sucesivas, sino procesos que por sí mismos producen un
efecto positivo en la valoración, y que pueden darse todos o sólo en parte en un
determinado momento de la vida de una persona. Las cinco dimensiones son:
pensamiento, sentimiento, elección, comunicación y acción. Ofrecemos una breve
descripción de lo que significan estas dimensiones para Kirschenbaum (1982, p. 19 y ss.).
PENSAMIENTO
El pensar es una dimensión esencial en la valoración, por lo que toda ayuda para que los
estudiantes aprendan(a pensar y a razonar mejor les será muy útil para el desarrollo de
sus valores. En esta dimensión se incluye "la capacidad de pensar en varios niveles
(Bloom y colaboradores, 1956), pensamiento crítico (Raths, 1967; Metcalf, 1974), razona-miento
moral en los niveles más altos (Kohlberg, 1968), pensamiento divergente o
creativo (Partes, 1967) y otros".
SENTIMIENTO
Los sentimientos pueden ser una ayuda o un obstáculo para el pensamiento efectivo, para
saber tomar decisiones y para vivir, por lo cual es importante conocer lo que sentimos, ya
que sin ello no podemos manejar nuestros propios sentimientos: "Cuando desconocemos
nuestros sentimientos o cuando queremos negarlos, descubrimos que de todas maneras
afloran, a veces en formas sorpresivas que pueden interferir en nuestras metas
conscientes". Entre todos los sentimientos tiene especial importancia el sentirse bien
consigo mismo, que deriva de la propia estima o concepto positivo de sí mismo. Todo lo
que refuerce este concepto y el aprendizaje en el manejo de los sentimientos ayudará a
los estudiantes a tener una mayor segundad en la elección de sus valores.
ELECCIÓN
Es importante, antes de tomar una decisión, conocer distintas alternativas de elección y las
consecuencias de cada alternativa. Esto aumenta
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las probabilidades de hacer una buena decisión. La elección libre es otro proceso de
valoración, el cual implica la identificación de las presiones y circunstancias que nos
7. impulsan en un determinado momento, tanto subjetivas como objetivas.
COMUNICACIÓN
Los valores evolucionan a través de un proceso continuo de interacción social, de
comunicación mutua. Por ello, en la medida en que una persona tenga habilidades para
una buena comunicación podrá desarrollar mejor su proceso de valoración. Kirschenbaum
destaca entre estas habilidades las siguientes:
— mandar mensajes claros,
— audición activa o captación del marco de referencia de otros,
— resolución de conflictos.
El mandar mensajes claros permite a una persona expresar con claridad lo que piensa o
quiere y esto hace posible un verdadero diálogo en torno a sus valores.
La audición activa posibilita el encuentro con los valores de otras personas y, por lo tanto,
un progresivo enriquecimiento valoral.
Cuando se resuelve un conflicto no hay rompimiento entre las partes ni dominio de una
sobre otra, sino que ambas realizan la mayoría de los valores que desean para esa
situación.
ACCIÓN
La acción proporciona experiencias que refuerzan nuestro pensamiento. '''Actuar
repetidamente según nuestras convicciones y actuar consistentemente hacia nuestras
metas, son acciones que aumentan la probabilidad de que nuestras vidas adquieran para
nosotros un valor positivo". El actuar hábilmente y con competencia constituyen también
factores que refuerzan el desarrollo de los valores.
Teniendo en cuenta las dimensiones del proceso de valoración descritas, Kirschenbaum
considera que la clarificación de valores se puede definir como "una técnica que, a partir
de preguntas y actividades, enseña el proceso de valoración y ayuda eficazmente a las
personas a aplicar dicho proceso en aquellos aspectos de su vida que sean ricos en
valores".
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Los objetivos de la clarificación de valores
El objetivo primordial de la clarificación de valores es el desarrollo del proceso de
valoración en los niños, es decir, que aprendan a tomar decisiones libres teniendo en
cuenta alternativas y consecuencias, y que lleguen al compromiso de la acción. Esto
implica hacer que el foco o lugar de valoración esté en el mismo sujeto, y no en otras
personas o en el ambiente; que el individuo tome contacto consigo mismo, se abra a su
propia experiencia y se escuche para darse cuenta de lo que realmente quiere.
Como consecuencia del desarrollo del proceso de valoración y del compromiso con los
valores se producirá un crecimiento personal con evidentes repercusiones a nivel
individual y social. S. Simón y P. Sherbinin (1976, pp. 36-47) han explicitado los
significados específicos que pretende la clarificación de valores:
1. Ayuda a las personas a ser más decididas.
2. Ayuda a las personas a ser más productivas (en el sentido de desarrollar
actividades que .satisfacen y dan significado a la vida).
3. Ayuda a despertar el sentido crítico.
4. Ayuda a tener mejores relaciones con los demás.
Raths y colaboradores (1978) destacan el efecto de integración personal que tiene la
clarificación de valores: "La clarificación de valores se propone ayudar a los estudiantes
para que lleguen a darse más cuenta de lo que aprecian, de sus elecciones y acciones,
8. así como de las formas mediante las cuales todo ello puede ser integrado" (en
Goodman, vol. 1, p. 13).
Es importante tener en cuenta, y los autores lo reiteran, que la clarificación de valores
no es una panacea para resolver todos los problemas que tienen los alumnos. Lo que
aporta, son medios para que éstos aprendan a hacer mejor sus elecciones, a tomar
sus decisiones y a obrar con más responsabilidad y compromiso. Es un elemento de
ayuda en el proceso total de educación personalizadora de los alumnos. No lo es todo.
Son muchos los factores, físicos, intelectuales, emocionales, ambientales, que influyen
en el proceso de formación de la persona. La claridad o confusión de valores es sólo
un factor.