1. Historia del Mundo Contemporáneo
LA BASE SOCIAL DE LOS MOVIMIENTOS FASCISTAS
El fascismo fue, de acuerdo con sus pretensiones, un movimiento popular auténtico, que
aspiraba a movilizar y representar a todos los estratos y a todas las clases sociales…
La primera oleada fascista se inició inmediatamente después de la primera Guerra Mundial y
llevó a la victoria al fascismo italiano en 1922 y a una intentona revolucionaria de los
nacionalsocialistas alemanes en 1923, pero se remansó con el período de prosperidad iniciado
en 1924. Durante estos años, los movimientos fascistas reclutaron sus seguidores mayormente
entre los grupos sociales que habían sido desarraigados social y moralmente por la guerra y las
crisis de la posguerra, y que no conseguían ya adaptarse completamente a la vida civil: oficiales
de los ejércitos beligerantes para los que no había ya sitio en los pequeños ejércitos de los
tiempos de paz y que buscaban una posibilidad de conservar sus maneras de pensar y sus
costumbres castrenses; jóvenes que habían quedado fuertemente impresionados por la
experiencia de la guerra, que aspiraban a una vida emocionante y aventurera, y que
despreciaban la democracia parlamentaria, a la que consideraban aburrida e hipócrita… A ellos
se unían elementos frustrados y desclasados, a los que el movimiento fascista brindaba la
oportunidad de realizarse y de participar activamente en la vida política. De estos grupos
salieron los cuadros de los partidos fascistas, que impusieron modos de pensar y de
comportarse de signo militar y autoritario, crearon una estructura orgánica paramilitar y
constituyeron las escuadras de acción fascista que intimidaron a sus adversarios políticos…
Pero de haber sido exclusivamente un movimiento que agrupaba sólo elementos sociales
desclasados, que no acertaban a adaptarse a las nuevas formas de vida imperantes en los
tiempos de paz, el fascismo no habría podido asumir nunca la gran importancia que llegó a
tener…
La competencia económica había cobrado formas más duras tras la industrialización. En el
curso del proceso de concentración del capital se formaron poderosos grupos y monopolios
que redujeron a una situación de dependencia o que aniquilaron totalmente a numerosas
empresas pequeñas… Los pequeños propietarios en el campo del comercio, de la industria y de
la agricultura veían desaparecer las bases económicas de su existencia y buscaban
desesperadamente una tabla de salvación. De un lado se veían amenazados por las grandes
sociedades industriales y comerciales, y en consecuencia, oían con agrado las consignas
antimonopolistas, pero, de otra, se apartaban enérgicamente de la clase obrera y de sus
organizaciones, frente a las cuales hacían valer la propia condición de propietarios y la
pretensión de representar a la “clase media”, que se tenía que distinguir claramente, en su
estilo de vida, de los trabajadores a sueldo…
Después de 1918, la situación de las capas sociales burguesas había empeorado en muchos
aspectos. Esto reza en particular para Alemania y Austria y, aunque en menor medida, también
para Italia. Arrastradas por el entusiasmo nacionalista, estas capas sociales habían puesto a
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disposición del estado buena parte de sus ahorros para subvencionar la guerra y que,
terminada ésta, ya no recuperarían. La inflación de los años siguientes… arrebató a la clase
media el resto de sus ahorros. A esto hay que añadir, por lo que respecta a Alemania y Austria,
la decepción por la derrota militar de 1918, que aparecía en abierto contraste con la exaltación
nacionalista cultivada y alimentada durante años por las fantasías imperialistas que habían
imaginado un imperio alemán como un gran bloque continental que iría de la parte oriental de
Francia hasta Ucrania… Por otra parte, el movimiento socialista alcanzó un punto culminante
después de la guerra: la victoria de la revolución en Rusia, la proclamación de la república en
Hungría y Baviera, la ocupación de fábricas en Italia y una fuerte oleada de huelgas en casi
todos los países de Europa parecían anunciar la revolución socialista.
Las capas sociales correspondientes a la clase media reaccionaron a este reto de forma muy
diversa. Una parte siguió depositando su fe en los partidos burgueses, mientras otra se volvía a
los grupos extremistas que reclamaban una represión violenta y radical del movimiento obrero
socialista…
Naturalmente, tampoco la clase obrera había quedado del todo inmune a la ideología
imperante que, a partir de fines del siglo XIX, había venido recogiendo cada vez en mayores
proporciones, motivos de carácter nacionalista, racista e imperialista… No obstante, entonces
se puso de manifiesto que esta clase social era la que ofrecía más resistencia a la agitación
practicada por los fascistas. Únicamente los grupos marginales se mostraron más bien
vulnerables al contagio: los trabajadores agrícolas, los jóvenes obreros en paro, los operarios
de pequeñas empresas artesanales en el campo, o sea, de manera especial los grupos que no
estaban ligados en el plano organizativo a los sindicatos o a los partidos socialistas…
Esto explica que bastara únicamente la crisis económica de principios de los años treinta para
movilizar todo el potencial fascista latente: el pequeño productor autónomo arruinado o a
punto de arruinarse y el empleado sin trabajo o amenazado por la desocupación se dieron
cuenta de que, en aquellas circunstancias, no eran sino un objeto indefenso e impotente… Esto
hizo tanto más violenta y furiosa su protesta…
(La) peculiar situación de Alemania (y de Italia) comportaba no sólo una mayor miseria de la
masa, sino también una mayor carga potencial en malestar que luego se podía orientar
fácilmente contra el sistema social en su conjunto, y no sólo contra su fachada política. Desde
el punto de vista de la clase dominante, la necesidad de contener el malestar de las masas y
encauzarlo por caminos que no fueran peligrosos para el sistema social era, pues, mucho más
acuciante y perentoria que en los países occidentales.
Precisamente esta doble función fue asumida por el movimiento fascista. Por un lado articuló
el resentimiento de las masas despotricando contra el “sistema” y proclamando la lucha
abierta contra el parlamentarismo y el capitalismo. Pero, por otro lado, el movimiento fascista
resultaba hasta cierto punto inofensivo para el dominio existente, toda vez que, en primer
lugar, no ponía en entredicho el orden social y la propiedad privada, sino que se limitaba a
atacar síntomas aislados y defendía resueltamente la propiedad… desviando la ira de las masas
hacia minorías étnicas internas y hacia pueblos situados fuera de sus fronteras. Por último,
estas energías se prestaban incluso a ser utilizadas en la defensa activa del sistema…
presentando al comunismo como verdadero enemigo del pueblo y como… causa de todos los
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males, al tiempo que el movimiento fascista era erigido en instrumento de terror para abatir a
las organizaciones obreras…
La historia ha demostrado que las crisis económicas y los éxitos electorales de los partidos
fascistas no bastan para llevar al fascismo al poder. La existencia de un movimiento de masas
fascista es tan sólo una premisa… E imprescindible es asimismo que dicho movimiento de
masas sea apoyado y conducido al poder por la clase dominante…
No se puede decir que el fascismo se forma esencialmente porque las empresas capitalistas lo
alimentan y lo hacen crecer con su ayuda económica, a fin de utilizarlo luego como
instrumento en la lucha contra las organizaciones obreras… El fascismo no se debe considerar
simplemente un esbirro del capital, sino más bien como un movimiento de masas surgido
espontáneamente… Así, pues, la relación entre la clase dominante y el fascismo en el período
anterior a la toma del poder debe considerarse como una alianza entre dos fuerzas
independientes, y no como una relación… en la que una de estas dos fuerzas –la clase
dominante- crea a la otra a su capricho y la utiliza como instrumento al servicio de sus
intereses…
Los intereses de los grupos dirigentes de la economía… eran… harto complejos. En su decisión
de aliarse con el fascismo concurrieron, al menos cinco componentes:
1. El fascismo pretendía instituir un ejecutivo fuerte, capaz… de hacerse con el control del
proceso económico y de superar la crisis. Esto significaba que el mecanismo del mercado y de
la competencia… no podía ya asegurar el funcionamiento de la máquina económica y, con él, la
estabilidad del sistema…
2. El fascismo debía no sólo superar la crisis económica, sino además… de descargar los costes
de la crisis… sobre las grandes masas… Los enormes gastos estatales con que el gobierno
fascista creó nuevos puestos de trabajo y puso en movimiento la economía no pudieron ser
destinados… al desarrollo de los servicios sociales y al mejoramiento de las infraestructuras
(escuelas, hospitales, viviendas, parques, carreteras, diques), sino que debían invertirse sobre
todo en la industria de la guerra…
3. Pero los grupos de poder económico se prometían un régimen fascista y con éste la tutela
de sus intereses en el ámbito de la política exterior… El fascismo tenía que hacer finalmente
posible una enérgica política de expansión y colmar las apetencias imperialistas del gran
capital…
4. Es evidente que en el marco de una democracia… no se podían llevar a cabo los objetivos ya
enumerados (política de rearme, incremento de los beneficios, conquistas imperialistas). En
tanto hubo sindicatos y partidos obreros, en tanto existió la posibilidad de practicar una
crítica… y en tanto se celebraron elecciones, había que contar con la resistencia más enconada
a semejante política. Esto significa que el estado fascista tenía que liberarse de los
impedimentos democráticos y de los vínculos del estado de derecho… Había que destruir la
izquierda y sustituir la democracia… por una dictadura…
Se comprende fácilmente que los empresarios, por razón de sus intereses, no tuvieran nada
que objetar a la liquidación de la democracia… ellos podían hacer valer sus objetivos con
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mucha mayor facilidad si se eliminaba a los partidos, a los sindicatos y al parlamento… La vía
directa a través de los órganos políticos decisorios –gobierno y burocracia- garantizaba a los
industriales, en muchos aspectos, mejores resultados y mayor seguridad que la vía indirecta a
través de los partidos y el parlamento, que, al menos en parte, estaban expuestos a las
influencias de las clases inferiores…
5. Para los empresarios, la destrucción de todas las organizaciones democráticas y la
instauración de una dictadura fascista no ofrecía únicamente la ventaja de permitir llevar a
cabo una política de rearme y de expansión imperialista, sino también la de recuperar el
control personal de las empresas… Tanto en Alemania como en Italia, las representaciones y
las organizaciones… de los obreros –comités de empresa, sindicatos- fueron disueltos. Los
industriales volvían a ser “amos en su propia casa”, y obreros y empleados ejecutores pasivos
de órdenes…”
Extracto de R. KÜHNL (1978), “Liberalismo y fascismo. Dos formas de dominio burgués”,
Barcelona, ed. Fontanella, pp. 141-221