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Cri-Crí, el grillito cantor1
Hilda Mercedes Morán Quiroz
- I ragazzi perbene vanno volontieri alla scuola...
- E a me la scuola mi fa venire i dolori di corpo. Ma da oggi in
poi voglio mutar vita. [...]
Se tu sapesi, che dolore e che serratura alla gola che provai,
quando lessi qui giace...
- ...La sincerità del tuo dolore mi fece conoscere che tu avevi il
cuore buono: e dai ragazzi buoni di cuore, anche se sono un po'
monelli e avvezzati male, c'è sempre da sperar qualcosa...
Carlo Collodi
Pinocchio
En una amplia revisión de los textos de todo tipo (notas periodísticas, semblanzas, estudios, etc.)
que se han escrito acerca de Francisco Gabilondo Soler y el personaje creado por él y al cual se le
suele asimilar –Cri-Crí, “el grillito cantor”– encontramos que la gran mayoría son posteriores a lo
que podríamos considerar sin lugar a dudas como su “obra magna” –la colección Cuentos y
canciones de Cri-Crí, publicada por Selecciones del Reader’s Digest en 1963. Varios de estos
textos, que podemos considerar instancias del epitexto de la obra de Gabilondo, incluso son
póstumas: es precisamente la muerte de este compositor o “cantautor” lo que las justifica y las
“produce”, aunque agreguen poco o nada a lo que ya se había dicho sobre su vida, y parecen ser
más bien resúmenes de entrevistas y comentarios publicados anteriormente.
La película Cri-Crí, el grillito cantor, en cambio, es contemporánea de la colección del
Reader's Digest. Ambas se producen el mismo año, y las referencias a la colección de cuentos y
canciones son notorias en la película, por ejemplo:
• desde la mención “Cri-Crí”, en el título, reconocemos los mismos caracteres y colores que
los utilizados en el estuche y en el álbum que acompañan los discos;
• junto con los créditos, aparecen algunos de los dibujos contenidos en el álbum como
ilustración de los cuentos;
• ciertas escenas son evidentemente representaciones de estos mismos dibujos: por ejemplo,
cuando Gabilondo niño monta un caballo del carrusel mecánico en la feria, su pose es la
1
Texto tomado de parte del capítulo IV de Culture, Éducation et Pouvoir. Les chansons dans l’éducation préscolaire
au Mexique de 1934 à 1963, de mi autoría, Thèse à la carte, Septentrion Presses Universitaires, Villeneuve d’Ascq,
Francia, 1997, ISBN 2-284-01975-7.
misma que la de Cri-Crí en el dibujo que se encuentra en el álbum, al final del cuento “Cri-
Crí, físico” (A.462
).
1. Producción de la película
El carácter comercial de la película, al igual que sus vínculos con la colección del Reader's Digest,
es evidente más claramente poco antes del final, cuando somos transportados al interior de una
tienda de discos, en la que se ve en primer plano una gran cantidad de ejemplares de esta colección,
presentados a la manera de los Best Sellers en las librerías. La cámara nos muestra la tienda entera,
y regresa inmediatamente en gran plano a la colección de Cuentos y Canciones de Cri-Crí, donde
permanece por un buen rato. Por lo tanto, no sólo la película constituye una parte del epitexto de la
colección del Reader's Digest, sino que ésta se convierte así a la vez, en uno de sus intertextos, y,
evidentemente, en una de las instancias del epitexto de la película.
Los vínculos con organismos gubernamentales son también evidentes desde los créditos, por
los cuales nos enteramos de que la música de fondo es interpretada por la orquesta de Bellas Artes,
“Por cortesía del INBA” (Instituto Nacional de Bellas Artes), así como por el coro de niños de
Morelia y la orquesta de la “Sección de Filarmónicos del STPC de la RM”3
.
Cuenta también con la participación de organismos no gubernamentales y de sociedades
particulares, entre los que destacan las aportaciones del Holiday on Ice y de Walt Disney. Este
último realiza una secuencia de dibujos animados para la canción “Cochinitos dormilones” (B.24),
en la cual reconocemos los dibujos de la película “The three little pigs”, producida en 1933 (Walt
Disney Records, 1992, p .10 del álbum incluido con los tres discos compactos). Por su lado, el
Holiday on Ice presenta una buena parte de un espectáculo en el que coinciden los personajes de
Walt Disney con los de Gabilondo Soler, Cri-Crí. Este espectáculo es presentado en la película
como un homenaje a Gabilondo, poco después de que se retira de la radio.
Por otro lado, los vínculos entre los organismos gubernamentales y las sociedades
particulares no están ausentes: es el Instituto Nacional de Protección a la Infancia quien “agradece
la valiosa participación” del Holiday on Ice y del “genial Walt Disney”, así como la de Marga
López, Lori Martin y Joey Scott. Sin embargo, no parece notorio que esta película se haya
realizado, por lo menos en parte, en beneficio de una institución pública.
2
Nos referimos aquí a la citada obra Cuentos y canciones de Cri-Crí; la numeración indica el orden que ocupan unos y
otras dentro del conjunto, precedidos los cuentos por la letra “A” y las canciones por la “B”. Incluyo al final la lista
completa de los títulos numerados.
3
Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica de la República Mexicana.
La participación, y por lo tanto la aprobación, de Gabilondo es evidente. Francisco
Gabilondo en persona aparece al final de la película, como lo veremos más abajo, y su hijo mayor,
Jorge Gabilondo, figura como productor asociado.
Sin embargo, había dejado de lado la película hasta ahora, porque ésta nos muestra a un
Gabilondo totalmente distinto de la idea que nos dan de él las otras fuentes ya comentadas. En una
visión por demás romántica, nos presenta al músico-compositor incomprendido, de “buen corazón
y mala suerte”, en un mundo en que la guerra es más importante que la creación artística, en que se
confunde la calidad artística de una obra con su explotación comercial, y la importancia del artista
con su imagen pública, por lo que aquél debe estar rodeado de riquezas materiales de todo tipo, y
en el que la violencia y el uso que de ella hace el comercio son mucho más dignos de atención que
la preservación de la inocencia infantil. Un mundo que no está preparado aún, pues, para
comprender a alguien tan genial y “humano” como Francisco Gabilondo Soler, el Grillito Cantor, y
éste se retira de la vida pública.
Sin embargo, la bondad, la sencillez, la sinceridad y el amor del compositor y de su obra por
los niños y por la humanidad triunfan sobre la maldad del mundo y de la sociedad moderna, que
reencuentra así los valores perdidos. El verdadero Cri-Crí, es decir el verdadero grillo –en una
cajita que pasa de la bolsa del saco del actor a la del compositor–, y el verdadero Gabilondo, se
presentan al final de la película en un acto de reconocimiento general en que se ven tres
generaciones reunidas que se regocijan y se identifican con las canciones de su héroe.
Producida entre el 24 de junio y el 3 de agosto de 1963, la película constituye sin duda el
mejor ejemplo de la manipulación comercial de la imagen y la popularidad de Cri-Crí, pero a la vez
viene ciertamente a reforzarlas. Parece ser también la versión más alejada de la vida real de
Gabilondo.
2. La infancia
Gabilondo niño (más o menos de seis años de edad) es presentado como pastor en la hacienda en
que podemos suponer que nació. Toca la flauta mientras las ovejas pastan, pero no produce más
que dos o tres sonidos antes de quedarse dormido. En el campo, y sin que él se dé cuenta, un grillo
lo acompaña siempre. Este grillo, que el niño no ve nunca, ayuda a la cámara en su papel de
narrador. En la voz del grillo reconocemos la del grillo de Walt Disney, en la primera versión en
español de Pinocho (la versión original en inglés data de 1940) (Walt Disney Records, 1992, p .10).
Por su parte, un perro, “Micán” (o “mi can”), le sigue por doquier.
Francisco Gabilondo vive solo con su “pobre” abuela, doña Amelia (y no Emilia), en una
gran casa, bien cuidada, limpia e iluminada. Su abuela le llama por su apellido, y hace lo más que
puede por instruirlo, reconociendo que “bastante es cuidar borregos durante el día y estudiar por la
noche”. Se nos presenta a un niño inteligente, curioso, trabajador y constante, pero también
soñador, idealista y genial. Compone sus propias melodías en la mente, las chifla y hasta es capaz
de tocarlas en el piano de la casa (tema de Cri-Crí), pero de hecho nunca queda claro en la película
si Gabilondo imagina el piano o si realmente hay uno en la casa.
Un maestro de escuela, don Cosme, trata de convencer a la abuela de que se vayan a la
capital (D.F.) para que Gabilondo pueda tener contacto con otros niños y estudiar música. Ella no
quiere irse, y contesta que “ni cuando los señores dueños se fueron, quise irme de estas tierras”,
pero acepta que Gabilondo sea conducido allá por don Cosme, ya que Gabilondo está muy solo en
la hacienda y que nunca está contento en compañía de otros niños; no pertenece pues, a ese mundo:
“sus intereses son otros”.
Para comunicarle esta decisión, la abuela lleva a Gabilondo a la feria del pueblo (“folklore
inevitable”, comenta Emilio García Riera, 1976, tomo VII). En la lotería, Gabilondo gana una
flauta de barro que se rompe poco después, cuando salta asustado del caballo del carrusel, al ver a
otros niños que se pelean cerca de él: “¿Por qué los niños pelean y se sacan sangre?” Según la
respuesta de la abuela, estas son cosas que él todavía no puede entender. Le promete reparar la
flauta y le anuncia la separación: “Mañana don Cosme te lleva a la capital [...] yo ya cumplí con mi
deber en la vida, ahora tú tienes que cumplir con el tuyo”. El niño acepta con tristeza pero también
con docilidad y valor, sin llorar, ya que “no hay que llorar en las grandes ocasiones”. Al día
siguiente, los viajeros se ponen en marcha, en un carro tirado por dos caballos. El grillo nos confía
que él sigue siempre a Gabilondo, sin que éste se dé cuenta, y agrega: “Gabilondo luchaba en la
gran ciudad, y solamente para que yo cantara... para que yo cantara”.
3. Intertextualidad: Benito Juárez
Es interesante notar el gran parecido entre la caracterización de Gabilondo niño y la que se hace
oficialmente de la infancia de Benito Juárez4
, sobre todo cuando se trata de contar la vida de este
héroe nacional a los niños:
4
Benito Juárez nació en 1806, un siglo antes que Gabilondo, en San Pablo Guelatao, Oaxaca, y murió en 1872, en
México. Ocupó diversos puestos públicos (gobernador de Oaxaca en varios períodos cortos, ministro de Justicia y de la
Instrucción Pública, presidente de la Suprema Corte de Justicia –vice-presidente de la república–, etc.), antes de ser
presidente de México, de 1858 a 1872.
Cuando Benito tenía apenas tres años, falleció su padre y pocos meses después, su madre.
Entonces él y sus hermanas quedaron por algún tiempo al cuidado de sus abuelos paternos.
(Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1986, p 6)5
.
Gabilondo tampoco vive con sus padres, y es evidente que también es huérfano. No se sabe si se
trata de la abuela paterna o materna con quien vive, pero ella habla sobre todo del padre de
Gabilondo.
Durante algún tiempo, Juárez fue pastor: “Benito vivió como cualquier otro niño de la
sierra. Muy temprano llevaba a los borregos a pastar y a que tomaran agua en el arroyo...” (Idem.).
Pero no es únicamente el hecho de que Gabilondo sea presentado como huérfano y pastor,
que se le atribuya una flauta (no hay pastor sin flauta), y que se insista en ello de manera casi
forzada, haciéndole ganar otra flauta en la lotería: esto último podría significar un esfuerzo por
recordarnos la vocación de músico de Gabilondo, quien se pone a tocarla inmediatamente. El hecho
de que sea pastor puede ser tomado del comentario ya citado de Gabilondo en la CS bajo la fecha
de 1962, en que dice que “estudia la flauta, entre ovejas (que es como debe ser)”.
Los dos factores anotados adquieren tanta más importancia en relación con la
caracterización de Juárez, cuanto que no son los únicos que nos remiten a ella: el sentido de la
justicia de Gabilondo y su evidente desaprobación de la violencia ante los niños que se pelean en la
feria, son tal vez los vínculos más significativos entre estas dos caracterizaciones.
Pero las coincidencias no terminan ahí. Mientras que Bernardino Juárez, tío de Benito,
“enseñó a su sobrino el idioma español y las primeras letras”, esta función es cumplida en la
película por la abuela y por don Cosme. Éste va más lejos que Bernardino, comprendiendo la
vocación del pequeño Francisco; don Cosme valora la inteligencia del niño y lo ayuda a partir hacia
la gran ciudad, único lugar en que éste tendrá la oportunidad de recibir una buena educación y los
medios culturales para construirse su porvenir al servicio de los otros, lo que le valdrá un día el
reconocimiento de la sociedad entera, a pesar de las dificultades que tenía que vencer. En el caso de
Benito Juárez, no se trata de la ciudad de México, sino de Oaxaca, y es él mismo quien decide irse,
un poco obligado por las circunstancias:
A los 12 años Benito empezó a sentir curiosidad y deseo, aunque también cierto temor, por
ir a la ciudad de Oaxaca. [...] Arreando sus borregos siguió a los cirqueros por el camino;
pero alguien que aprovechó su distracción, le robó un animal. Entre la tunda que le esperaba
y probar suerte en la ciudad que tanto le atraía, no dudó... (Ibid, pp 7-8)
5
Tomo esta versión a manera de ejemplo, pero evidentemente no es ni la única ni la primera biografía de Benito Juárez
escrita para niños. Hacia 1970, por ejemplo, se distribuyó en las escuelas una edición preparada especialmente para la
celebración del año dedicado a Juárez (1972), en la que las coincidencias con la biografía de Gabilondo presentada por
la película eran, según mis recuerdos, mucho más claras que en la versión que utilizo aquí. Sin embargo, no pude
encontrar la de 1970: en la Secretaría de Educación Pública, me informaron que no contaban con archivos, y no fue
posible tampoco localizarla en las escuelas primarias.
Hasta aquí, las coincidencias entre la biografía de Gabilondo presentada en la película y la
de Juárez podrían remitirnos a un modelo más general, utilizado para narrar la vida de otros
diversos personajes, frecuentemente relacionados con la religión católica: Gabriel Taborín,
fundador de los Hermanos de la Santa Familia (Moscatelli, 1992) y Julián Gayarre, cantante que,
según la película realizada sobre su vida6
, tuvo estrechos vínculos con la Iglesia, por ejemplo.
Sin embargo, la historia de Gabilondo que nos presenta la película vuelve a la historia de
Juárez en el momento en que propone matrimonio a la señora de la casa de asistencia en que él
vive. El nombre de esta mujer es el mismo que el de la mujer de Juárez (Margarita), quien era la
hija de Dn. Antonio Maza, en cuya casa vivió y trabajó Juárez, en Oaxaca. Pero la Margarita de
Gabilondo no es tan joven como lo era Margarita Maza (ésta tenía quince años menos que Juárez);
y no es tampoco la hija de la casa, sino la dueña, viuda y ella misma madre de una hija.
4. El amor y las mujeres
A partir de aquí, el desarrollo de la película se aparta definitivamente de la biografía oficial de
Juárez: precisamente porque es viuda, la Margarita de Gabilondo no puede aceptar la proposición
de matrimonio de un hombre tan bueno y quien, por consiguiente, merece casarse con una mujer
que no lleve “la sombra de otro amor”.
Así, según la película, no sólo Gabilondo no se casa nunca, sino que además permanece fiel
a este amor “imposible”. Y sin embargo, cuando García le pregunta a Gabilondo: “¿Es cierto que la
astronomía y la navegación le quitaron mucho tiempo a Cri-Crí?”, él confiesa con orgullo:
¡Y las muchachas!... También fui pecador... es muy difícil zafarse de eso pero, pues la vida,
¿no?... y la gente decía: pero cómo ¿Cri-Crí de Don Juan?... ¡Pues sí!, aunque es una imagen
que no se lleva pero... me decía Sordo Noriega: “Yo no sé cómo haces canciones para el
sector ingenuo teniendo tú esa cara de bandido” (pp 14-15).
Mientras que la película nos presenta a un Gabilondo que pasa todo su tiempo trabajando,
ayudando a otros y observando el cielo, en la realidad no sólo no permaneció fiel a ningún amor
imposible, que aparentemente no existió, sino que se casó tres veces, y las casas de mujeres no le
eran desconocidas. Fue precisamente en una de estas casas donde conoció a Agustín Lara, cuando
él tenía apenas dieciséis años: “por el año de 1923, conocí a Agustín Lara, que tocaba en una casa
de “turismo” -así les decían entonces...” (p 51).
5. La Revolución Mexicana
6
Romanza Final, dirigida por José María Forqué, con José Carreras.
De acuerdo con la fecha de nacimiento de Francisco Gabilondo Soler, cuando él tenía seis o siete
años como nos lo presenta la película, la Revolución Mexicana era un suceso que no podía ser
ignorado por nadie, y que afectó al país entero. ¿Habrá podido la familia Gabilondo-Soler escapar
por completo a la realidad del momento, como lo sugiere la película? ¿No cambió nada para ella
entre 1910 y 1917, durante la lucha armada que se extendía por todo el país? La película no nos
muestra absolutamente nada. La CS menciona solamente que “La patria se estremece con disparos
revolucionarios”, bajo la fecha de 1910, después de haber dicho que Gabilondo “Trae en el
sombrero una cinta que dice: 'No me besen'“. Ninguna mención de la revolución bajo el año de
1915 ni en el de 1917.
No obstante, Gabilondo dice a García que “como estaba tan fuerte la cosa de la revolución,
nos vinimos a la capital, porque vivir en la provincia era terrible. [...] Yendo al colegio se pasaron
los años” (p 51). Así pues, efectivamente estuvo en la escuela en la ciudad de México, pero no
llegó ahí con el único fin de estudiar, y no estaba solo, contrariamente a lo que nos dice la película.
Además, no permaneció en el D. F. desde la infancia, puesto que él mismo dice también a García:
“Regresamos a Orizaba cuando las cosas ya estaban calmadas...” (p 51). Como lo hemos visto más
arriba, no se instaló definitivamente en la ciudad de México sino una vez ya casado, y entonces
buscaba oportunidades de trabajo y no de estudio.
6. La escuela
Por otro lado, Gabilondo parece haber buscado siempre las oportunidades para abandonar la
escuela, más que para entrar a ella. Es cierto que en la película no vemos nunca al niño Gabilondo
en la escuela, pero la presencia intertextual de la biografía de Juárez tiene muchas más
implicaciones de las imaginadas al principio: una de las características más notorias de Juárez,
durante toda su vida, es precisamente su confianza en la educación formal y el respeto que muestra
por ésta y por las instituciones educativas, en donde pasó muchos años, hasta completar la carrera
de Derecho, pasando por el seminario, como podemos ver sobre todo en las versiones para niños de
su biografía. El caso de Gabilondo es completamente diferente, si no contrario. Ya en la CS, bajo la
fecha de 1922, encontramos una confesión a este respecto: “No le ha sido grato el claustro colegial.
A menudo escapa de él y en la soledad devora todos los libros que puede. Los ríos y las montañas
son sus sitios preferidos”.
Su tía Carmela habla a García de la educación de Francisco Gabilondo: “Estudió en la
escuela de don Manuel Oropeza, luego se vino a México y volvió de nuevo a Orizaba. En realidad,
estudios no tuvo. Sin embargo, sabe mucho” (p 43). Por su parte, su hijo Tiburcio Gabilondo
Gallegos7
afirma que a partir de la Revolución y sobre todo del divorcio de sus abuelos, su padre
estuvo en varios internados, de los que se escapa constantemente para ir con su padre, a Veracruz.
Las declaraciones del propio Francisco Gabilondo sobre su educación a García ilustran bien
su rechazo a la educación formal, o por lo menos a las escuelas existentes:
Yo nomás fui hasta sexto año y no quise volver porque me fastidiaba la escuela; pero
recuerdo algunos amiguitos que eran muy listos, aprendían las cosas así de rápido y se
aburrían, ya no tenían qué hacer. Por eso digo que deben hacer escuelas para niños
inteligentes, así como hay para niños tontos; a nadie se le ha ocurrido pensar en los niños
inteligentes, y éstos se pegan una aburrida horrorosa... (p 160).
Esta declaración nos remite también a los cuentos y canciones. Hemos visto ya las
dificultades a las que se enfrenta Cri-Crí ante las exigencias de una educación formal, cuando
intenta convertirse en poeta gracias a un curso por correspondencia (A.12: “Poeta fracasado”). Pero
en general, en los cuentos y canciones, Cri-Crí rara vez está de acuerdo con las escuelas, en donde
siempre tiene problemas con el director o con el profesor. No citaré más que un solo ejemplo de
entre los cuentos:
Una vez, en el colegio, estaba Cri-Crí arrodillado frente a una pared con toda su atención
concentrada en un pequeño agujero. En esa posición fue sorprendido por el director del
plantel. Los lentes del profesor despidieron severos destellos.
Con voz tan encogida como su postura, Cri-Crí dijo: “Estoy espiando para ver si sale una
araña”. [...] “Si no sale una araña, tal vez se asome otro animalito”.
Con manos a la espalda, el profesor era la personificación del mutismo. Su actitud inmóvil
alarmaba. Cierto es que nada podía decir: era la hora de recreo. Pero en ese selecto plantel,
cuyo lema es: “moderación y dientes limpios”, se supone que, fuera de la clase, los niños se
ocupen en juegos usuales en vez de atisbar agujeros para ver si salen insectos. El director del
colegio no pudo contener un comentario despectivo: “¡Conque naturalista en cierne! ¡Hum!
Uno de esos don nadie8
que colecciona artrópodos. ¡Valiente ocupación comparada con la
toga, la industria y la banca!” Y dando un resoplido se alejó.
Mucho más habría despreciado a Cri-Crí de haber sabido que éste no tenía ningún interés
científico en los animalitos. ¡Espiaba a las arañas porque, cuando caminan despacio, parece
que bailan tango! (A.22: “Soñador en gira”)
Según Cri-Crí pues, la escuela no sirve nunca para experimentar, descubrir o pensar. Por el
contrario, la escuela es el lugar de la represión y de los castigos: “Un castigo es otra cosa; bien lo
sabe Cri-Crí al recordar sus días de colegio” (Final de “¿Quién dijo aburrirse?”, A.08). De entre las
canciones citaré también sólo una, la precedida por la frase anterior, y que me parece la más
representativa de la posición de Cri-Crí frente a la educación formal y de las constantes burlas que
ésta le merece:
En la mitad de la clase
me reprendió el profesor
cuando dije que la jota
es un bailable español.
7
Varias entrevistas telefónicas no grabadas, entre enero y marzo de 1996.
8
Subrayado en el original.
“¡Valiente maleta!”, gritó hacia mí,
“la J es la letra después de la I.”
“¡Qué noticia, tiene gracia,
pues a poco no voy a saber
que mi abuela la bailaba
y por cierto mi abuelo también!”
Trajo un gran diccionario,
muy enojado lo abrió
y señalando una letra,
el profesor exclamó:
“¡Estúpido niño, vergüenza me da,
la J es la letra antes de la K!”
“No me diga, ¡ay qué raro!,
sí señor pues muy claro lo sé
que la jota es un baile
donde truenan los dedos y olé”.
Todos los niños salieron,
yo castigado quedé
y con rigor me pusieron
a escribir en papel:
llenarlo de J's, qué rabia me dio,
pero yo les puse jo jo jo jo jo.
Ay qué cosa, lo celebro
y me alegro que así sucedió;
Zaragoza, junto al Ebro,
es en donde la jota nació.
(A.08: “Jota de la jota”)
7. Ideas sobre los niños
Las ideas de Gabilondo sobre la educación y la escuela están naturalmente ligadas a sus ideas
acerca de los niños. A este respecto, encontramos también versiones diferentes entre la película, por
un lado, y las entrevistas de García y los cuentos y canciones del Reader's Digest, por el otro. Él
mismo dice a García, a propósito del año internacional del niño:
me parece una perogrullada, porque todos los años son del niño, ¿cuál no va a ser del niño?
Todos son años del niño, ¡mientras sean niños! ...desgraciadamente, eso se olvida y para mí
que es pérdida. [...] Además, hay una cosa en la que no se fijan: el niño no sabe que es niño,
igual que tú no sabes que estás sana hasta que te enfermas. Así el niño es una definición del
adulto, el pequeño tiene su vida propia pero no sabe que es niño... y además no le importa...
él tiene su vida propia (pp 157, 160).
Lo que habría que pedir para los niños sería
que durante un buen tiempo no vayan al colegio y que puedan entrar a las paleterías y a las
pastelerías9
y a las jugueterías a agarrar todo lo que les guste; porque si va a ser el Año
Internacional del Niño, ¡hay que comer y disfrutar algo!, ¿no cree? No que ahí los tienen
mandándolos a las ocho de la mañana, a aburrirse a la escuela (p 160).
Insiste en su rechazo a la escuela, que denomina “jaula”, al hablar de su propia relación con los
niños, y de sus (inexistentes) relaciones con el sistema escolar: “no soy una maravilla con ellos
pero... no me molestan, quizá me molesta más un adulto que un niño. Mi trato con los chiquillos es
bueno, agradable, y hasta ahí, pero, eso sí: no me meto a la jaula, ni de broma” (p 161).
En cuanto a Cri-Crí, su preferencia por los niños, en relación con los adultos, es expresada
numerosas veces en los cuentos. Desde el principio se nos informa que para Cri-Crí: “La gente
adulta, las personas ya crecidas, son incomprensibles, y sus juegos habituales carecen de sentido”
9
Recordemos que en la canción “Cochinitos dormilones” (B.24), “uno soñaba que era rey / y de momento quiso un
pastel, / su gran ministro mandó traer / quinientos pasteles nomás para él”.
(“Desacuerdo de Cri-Crí”, A.02). Es sobre todo su seriedad lo que Cri-Crí desaprueba de los
adultos:
Cri-Crí no puede comprender tanta seriedad: él prefiere los juegos de los pequeños en los
que sí hay carcajadas y se corre, se salta, se grita y nadie queda quieto. Cuando un niño
inconforme asegura que ya quiere ser grande, Cri-Crí emplea toda su elocuencia para
demostrarle que eso de crecer es una pérdida de tiempo. (A.02: “Desacuerdo de Cri-Crí”)
“Vivir dichoso es algo muy sencillo”, aseguró Cri-Crí a su auditorio, “basta con sentirse
pequeño [...] Según los mayores, los niños se maravillan con las cosas más simples. Es triste
dejar de ser niño y suponer tontas las cosas que antes nos gustaban”. (A.55: “Receta de la
Felicidad”)
Cri-Crí intenta constantemente jugar con los niños y divertirlos o entretenerlos:
Y para demostrar qué lindamente se puede gozar entre cuatro paredes, tomó unas tijeras,
algunas hojas de papel y se puso a recortar bonitas figuras blancas. (A.08: “¿Quién dijo
aburrirse?”)
Roco, Tico, Maco y Paco reconocieron el rimbombar de tambores selváticos. [...] A punto
estuvieron de huir [...], mas una voz alegre los contuvo. Era Cri-Crí [...]: ...Soy el jefe
Quimbongó. ¿Desean pertenecer a mi tribu? (A.10: “Cuatro barbajanes en acción”).
Roco, Tico, Maco y Paco tenían el gesto más triste que un calendario a fin de año. [...] Para
consolarlos, Cri-Crí inventó otro juego... (A.11: “Aventura chinesca, interrumpida”)
Incluso comparte con los niños los castigos:
El retorno inesperado de la tía Ripia dio al traste con el concierto de música chinesca. La
emprendió a escobazos contra sus sobrinos, sin que de ello se librara Cri-Crí. [...] Cri-Crí
pensó: “[...] esas tías han olvidado por completo que alguna vez fueron pequeñas”. Sin este
olvido lamentable de los mayores, carecería de importancia el envejecer; todos los seres
serían tan alegres, como en el momento de llegar a la vida (Idem).
Pero a pesar de su desaprobación de los castigos inflingidos a los niños, después de haber
aceptado introducir a los Cuatro Invencibles al País de los Cuentos (“Más barrabasadas de los
Cuatro Invencibles”, A.25), Cri-Crí mismo se ve obligado a castigarlos enviándolos a casa, con la
tía Ripia, y delega a ella el castigo corporal:
medirles las costillas con la vara del violín salía sobrando, porque esos niños están
habituados a recibir palizas con garrotes más gordos. Sólo quedaba un recurso: despedirlos
del País de los Cuentos [...]. Por arte de sonido mágico Los Cuatro Invencibles se
encontraron de repente ante la puerta de su propia casa y de narices ante su tía Ripia que,
automáticamente, les dio una tunda por llegar tarde. (A.27: “Expulsión musical de ingratos”)
Reconoce pues, que los niños no siempre son “buenos”, aún cuando parece comprenderlos, ya que:
“Es sabido, por muchos sabedores, que, desde tiempo antiguo, los pequeños aceptan condiciones
con la misma facilidad con que las olvidan” (A.10: “Cuatro barbajanes en acción”).
Hasta aquí, se trata de niños; el caso de las niñas es diferente: cuando Cri-Crí se encuentra
en presencia de Teté, le cuesta comprenderla, y no consigue divertirla ni entretenerla. Pero se trata
de una adolescente, y no ya de una niña pequeña:
Esther, una linda niña que aún ignora cuán linda es, encontró enfadosa toda esa teoría óptica
de las sombras... (A.08: “¿Quién dijo aburrirse?”)
Cri-Crí había usado todos sus recursos de entretenimiento: figuritas de papel, sombras
chinescas, cuentos cien veces repetidos; pero Teté seguía mal encarada. [...] A esa niña
grande ya no le gustan los juegos ni los cuentos; tiene tendencia a permanecer en el balcón,
en actitud de otra edad, acechando muy distintos goces (A.09: “Una damita difícil”).
Es importante señalar que aún cuando sólo hay dos niñas –o muchachas– en los cuentos,
Esther, o Teté, es uno de los personajes más conocidos de Cri-Crí. “Teté” es una de las más viejas
canciones de Gabilondo, y constituye una de las raras excepciones en que el carácter atribuido a un
personaje de una canción sea recuperado en los cuentos con precisión y exitosamente.
En la película, Gabilondo aparece como amigo de Chachita, la hija de Margarita; una
amistad con complicidad, como en el caso de los niños de los cuentos. Compone canciones para
ella, se burlan juntos del anciano que vive en la misma casa y que está siempre de mal humor
(“como el chorrito”, observa Chachita) y se queja continuamente. Gabilondo se va precisamente
antes de la adolescencia de Chachita, cuando su madre rehúsa casarse con él. Éste dice entonces a
Chachita que debe hacer un largo viaje hacia el interior de sí mismo, y le aconseja ser buena.
Aunque el único personaje infantil con quien Gabilondo tiene relación directa es Chachita,
las relaciones de Cri-Crí con todos los niños, es decir con su público, son evidentes: recibe
numerosas cartas de niños en la radio, y él las comenta. Está el niño que lo invita a comer a casa de
sus padres, o aquél que no quiere tomar su medicina: “Cri-Crí no cantará si Miguelito no se toma
su jarabe”. En ese momento, la cámara pasa a la recámara de Miguelito y vemos a una niña
pequeña que da una cucharada al niño, un poco más chico que ella, y “como premio, el Grillito
Cantor les va a relatar la historia de unos cochinitos”.
8. El país de los cuentos
Somos entonces transportados al interior del cuadro enmarcado que se encuentra en una de las
paredes de la recámara, en el que vemos a los tres cochinitos de Walt Disney. Evidentemente, es la
canción “Cochinitos dormilones” la que canta Cri-Crí, acompañada por la secuencia de dibujos
animados de Disney: “Los tres cochinitos en una fantasía musical de América Latina”. La canción
de Gabilondo es mezclada entonces no sólo con los personajes de Disney –los tres cochinitos, el
lobo y, además, los tres caballeros en México–, sino también con la música de las dos películas a
las cuales pertenecen estos personajes: la famosa “Who's afraid of the big bad wolf”, por ejemplo.
Así, igual que en los cuentos del Reader's Digest, Cri-Crí da a los niños la posibilidad de entrar al
País de los Cuentos, aunque aquí sea a través de Disney.
También en los cuentos de los discos los niños que escuchan son frecuentemente
implicados, y Cri-Crí supone que éstos no son sólo los niños mexicanos: “En muchas de mis
canciones hablo con modismos mexicanos. Temo que en lejanas tierras los niños no comprendan lo
que traté de decir” (“Mexicanismos y preocupaciones”, A.21).
Es claro que la intención de Cri-Crí en los cuentos y canciones no es la de educar, sino la de
divertir. Es sólo al final de los discos, cuando los niños deben regresar al mundo real, que él les
aconseja por primera vez obedecer, olvidarse pues de que los adultos son incomprensibles, o hasta
irracionales, como él mismo lo había hecho notar a lo largo de los cuentos. Esta aparente
contradicción es explicada por Gabilondo a García, al hablar de las intenciones de su obra en
general:
Son intenciones intuidas, nunca improvisadas. Hay algo de inconsciente porque uno al
hacerlas no se da cuenta de todo el sentido que guardan para la gente; después le dicen a
uno: “Oiga, qué buena lección da usted [...]” [...] pos' hombre: ¡pos sí!... ¿eh? m'hija, es
como... el burro que tocó la flauta, ¿no? (pp 59, 64).
Como ya vimos, Gabilondo afirmaba que sus canciones no habían sido hechas para ser
cantadas por los niños. Además, dice que no se trata de canciones, sino de cuentos musicales; según
él, su éxito se debía precisamente a este carácter fantástico:
sobre todo junté el cuento con la música, y eso fue lo que más pegó porque, fíjese usted que
siempre hay o buenos músicos o buenos cuentos, pero falta el enlace... porque realmente mis
canciones son fantasías, no son canciones infantiles, porque vamos a decir que canción
infantil es una como las que enseñan en los jardines de niños; son canciones que tienen poco
alcance, que son muy fáciles para pasar de una nota a otra, ¡esas sí son canciones infantiles!
Lo mío son ¡canciones para divertir!... y eso es muy distinto, y que para los chicos son
difíciles, inclusive para la gente que sabe cantar (pp 15-16).
Sin embargo, no habla de sus cuentos propiamente dichos, ni de los que precedían a las
canciones en la radio, ni de los grabados, es decir, de la colección del Reader's Digest, que es la
única grabación en que se incluyen cuentos de Cri-Crí. A pesar de que las entrevistas de García
datan de 1980-1982, casi veinte años después de la aparición de esta colección y de la película,
Gabilondo ignora estas dos producciones y asegura que:
mis canciones no son para ser plasmadas ni en cine ni en radio (sic10
); es como si quisiera
llevar al cine un poema de López Velarde, por ejemplo [...]. Eso se ve, pero sin verlo; así es
Cri-Crí. A mí ¡cómo me han hecho la lucha de que haga películas! Pero yo he dicho que no,
porque eso sería matar a Cri-Crí. […] A pesar de tantos años no he pasado de ocho discos.
Tal vez el próximo año grabe el noveno, porque me han estado insistiendo mucho. Y sí,
todavía hay algunas canciones que valen la pena grabarse... Pero no... siempre les he dado a
Cri-Crí con cuentagotas, porque es el modo de defender mi obra y de evitar el hastío...
(p 28).
10
Según el contexto, se refería a la televisión y no a la radio.
9. La película y la colección del Reader's Digest
¿Tendría Gabilondo alguna razón para negar la existencia de estas dos producciones? ¿Están
realmente relacionadas una con la otra de alguna manera? Su hijo Tiburcio respondió a estas
preguntas. En principio, se mostró asombrado frente a una pregunta que suponía la existencia de
vínculos entre dos producciones que, para él –igual que para su padre, según dice recordar–
representan una especie de “tesis y antítesis” de la obra de Gabilondo.
Tiburcio Gabilondo se muestra seguro de la gran importancia que su padre concedía a la
obra presentada por el Reader's Digest. Según él, ésta es la obra maestra de su padre, quien la
realizó cuidadosamente, dedicando mucho tiempo y concentración a la escritura de los cuentos
(éstos fueron escritos, pues, especialmente, y no son los mismos que los de los programas de la
radio) y a encontrar la estructura que uniría a las canciones entre sí. La única explicación que
Tiburcio puede dar a la ausencia de esta colección en los comentarios de su padre sobre su obra, es
que no la creía tan conocida y difundida como los ocho discos anteriores.
En cambio, según Tiburcio, la película no hace más que deformar la realidad de la vida y la
obra de su padre, como ya lo hemos observado arriba. Fue un error, entonces, aceptar la filmación
de la película, pero –nos informa Tiburcio–, Francisco Gabilondo se dedicaba por entero a la
producción de la colección del Reader's Digest y no se ocupó de la película. También según su hijo,
Gabilondo, al igual que Walt Disney y muchos otros, aceptaron participar en la película porque era
realizada en beneficio del Instituto Nacional de Protección a la Infancia (INPI)11
. Agrega que,
además, esta institución no recibió lo que se le había prometido. Así pues, quienes contribuyeron a
la producción de la película no serían más que víctimas del productor, de las que “Gabilondo fue la
primera”.
Asimismo, la utilización de las ilustraciones del álbum de Selecciones del Reader's Digest,
así como la evidente publicidad para la colección de cuentos y canciones, no sería más que una
“inserción pagada”. Esta sería pues, la razón por la que Gabilondo prefería olvidarse de la película.
“Ya no me hable de la película”, me rogó Tiburcio, asegurando resumir con esto la posición de la
familia entera frente a ella. Y, sin embargo, Jorge Gabilondo, como ya dijimos, figura como
productor…
10. Comercio y publicidad
A pesar de que la actividad productiva predominante entre los Gabilondo-Soler parece ser el
comercio, esta actitud por parte de Gabilondo frente a una película claramente comercial, no es por
11
Convertido en Programa de Desarrollo Integral de la Familia, DIF, en 1980.
completo incongruente con lo que él dice del comercio y de la publicidad, tanto en las entrevistas
como en los cuentos. Empieza a criticar el comercio desde el segundo cuento, utilizándolo como
ejemplo de las actividades absurdas de los adultos:
El comercio se juega así: dentro de la tienda hay un largo mostrador detrás del cual hay una
señorita o un joven que se pasan el día mirando hacia la calle. Entran otras personas a
cambiar dinero por objetos poco interesantes, que rara vez son dulces o juguetes. El que
entró vuelve a salir con su paquete y el vendedor guarda el dinero en un cajón. ¿Para qué lo
guarda? ¡Con lo bonito que es arrojar las monedas al riachuelo para verlas brillar en el fondo
como peces redondos! (A.02: “Desacuerdo de Cri-Crí”)
A través de sus comentarios, es evidente que lo que Gabilondo no aprueba en el comercio es
el hecho de guardar el dinero, de la acumulación. Cuando ofrece queso a García para desayunar, o
cuando habla de la protección legal del nombre de Cri-Crí, o aún cuando habla de Disney,
distingue dos tipos de comercio: el “buen” comercio y el comercio que engaña o que sirve
solamente para enriquecerse:
este queso es de por aquí, del pueblo, lo puede tomar con confianza, está hecho limpiamente,
no es queso comercial... bueno, sí es comercial porque lo venden [...], pero me refiero a que
no es comercial porque está hecho con mucha limpieza, porque hay quien come queso y se
va a visitar a San Pedro (p 14).
–Ciertas cosas sí las tengo protegidas; por ejemplo, marcas de zapatos o ropa de niños,
dulces o juguetes... yo no los hago, ni quiero hacerlos porque no soy comerciante, pero debo
tener la marca registrada en Industria... y eso cuesta dinero, pero es un seguro; así me libro
de que los Matusalén Yejuda, o como se llamen esos tipos, se pongan a hacer algo con el
nombre de Cri-Crí y lo registren... Con los de Canadá12
tuve una vez un problema [...] Si
usted permitiera que se utilizara el nombre de Cri-Crí para zapatos, dulces, etcétera […] No,
¡sería un choteo! como ha pasado con la obra de Disney, en los Estados Unidos. [...] Es una
cosa ya deshumanizada: producen todo comercialmente y han fundado su Disneylandia, y
otro en Florida, y quería hacer otro aquí en México (pp 19-20).
Y yo siempre fui muy parco: ¡para qué tanto dinero! ¿qué hace luego uno con él? ¡Puras
tonterías!” (p 28).
En el cuento “Encuentro con un publicista” (A.04), Cri-Crí da una interesante definición de lo que
significa ser rico: “Yo soy rico –aseguró Cri-Crí– gasto menos de lo que gano y siempre me sobra.
Este rasgo es recuperado y explotado por la película, utilizándolo para redondear la imagen
del músico idealista y poco interesado en las cuestiones materiales: una vez que Gabilondo es
aceptado en la radio y que se hace famoso, aparece en el restaurante de la XEW un personaje,
Gonzalito, que nos recuerda al Ditirambo Farfulla de los cuentos (ver más abajo) y que trata de
vender terrenos, autos, o cualquier cosa por el estilo. El lugar está repleto de cantantes famosos de
la época (Agustín Lara y Pedro Vargas, por ejemplo) entre los cuales se encuentra Gabilondo, pero
evidentemente el vendedor no tiene éxito. Uno de los amigos de Gabilondo, un músico que vivía
también en la casa de Margarita y que había ayudado a Gabilondo a entrar a la radio, advierte al
12
Industria mexicana de calzado.
vendedor: “Pierde su tiempo, Gonzalito. Los grillos, cuando son honrados, no necesitan darse tono
con grandes casas, duermen bajo cualquier hoja”. El comentario “crítico” de Gabilondo no está
desprovisto de amargura: “¡Qué curioso! Todo mundo conoce a Cri-Crí y nadie me conoce a mí.
Muchos creen que la fama es la felicidad y forzosamente la riqueza”.
En cuanto a la colección del Reader's Digest, los tres cuentos de la segunda parte (A.04-
A.06) están dedicados a la publicidad. Cri-Crí facilita la entrada de un publicista, Ditirambo
Farfulla, al País de los Cuentos. Por este medio, nos descubre lo absurdo del culto profesado a la
publicidad y a la riqueza en “nuestro mundo”, al mismo tiempo que hace una analogía entre el
mundo fantástico –en donde no hay lugar para el comercio y la publicidad– y el paraíso.
Última cita a este respecto, tomada de la canción “El fantasma” (B.42):
Hay un castillo en España
al cual sólo ruinas le queda en pie
y se cuenta que ronda por él
un fantasma más grande que un buey.
[...] a media noche de un viernes yo fui.
Apareció en un rincón [...]
Era bailarín de lo más chambón,
pero sin volumen para horrorizar,
¡resultó fantasma de publicida'!

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Cri-Crí, el grillito cantor

  • 1. Cri-Crí, el grillito cantor1 Hilda Mercedes Morán Quiroz - I ragazzi perbene vanno volontieri alla scuola... - E a me la scuola mi fa venire i dolori di corpo. Ma da oggi in poi voglio mutar vita. [...] Se tu sapesi, che dolore e che serratura alla gola che provai, quando lessi qui giace... - ...La sincerità del tuo dolore mi fece conoscere che tu avevi il cuore buono: e dai ragazzi buoni di cuore, anche se sono un po' monelli e avvezzati male, c'è sempre da sperar qualcosa... Carlo Collodi Pinocchio En una amplia revisión de los textos de todo tipo (notas periodísticas, semblanzas, estudios, etc.) que se han escrito acerca de Francisco Gabilondo Soler y el personaje creado por él y al cual se le suele asimilar –Cri-Crí, “el grillito cantor”– encontramos que la gran mayoría son posteriores a lo que podríamos considerar sin lugar a dudas como su “obra magna” –la colección Cuentos y canciones de Cri-Crí, publicada por Selecciones del Reader’s Digest en 1963. Varios de estos textos, que podemos considerar instancias del epitexto de la obra de Gabilondo, incluso son póstumas: es precisamente la muerte de este compositor o “cantautor” lo que las justifica y las “produce”, aunque agreguen poco o nada a lo que ya se había dicho sobre su vida, y parecen ser más bien resúmenes de entrevistas y comentarios publicados anteriormente. La película Cri-Crí, el grillito cantor, en cambio, es contemporánea de la colección del Reader's Digest. Ambas se producen el mismo año, y las referencias a la colección de cuentos y canciones son notorias en la película, por ejemplo: • desde la mención “Cri-Crí”, en el título, reconocemos los mismos caracteres y colores que los utilizados en el estuche y en el álbum que acompañan los discos; • junto con los créditos, aparecen algunos de los dibujos contenidos en el álbum como ilustración de los cuentos; • ciertas escenas son evidentemente representaciones de estos mismos dibujos: por ejemplo, cuando Gabilondo niño monta un caballo del carrusel mecánico en la feria, su pose es la 1 Texto tomado de parte del capítulo IV de Culture, Éducation et Pouvoir. Les chansons dans l’éducation préscolaire au Mexique de 1934 à 1963, de mi autoría, Thèse à la carte, Septentrion Presses Universitaires, Villeneuve d’Ascq, Francia, 1997, ISBN 2-284-01975-7.
  • 2. misma que la de Cri-Crí en el dibujo que se encuentra en el álbum, al final del cuento “Cri- Crí, físico” (A.462 ). 1. Producción de la película El carácter comercial de la película, al igual que sus vínculos con la colección del Reader's Digest, es evidente más claramente poco antes del final, cuando somos transportados al interior de una tienda de discos, en la que se ve en primer plano una gran cantidad de ejemplares de esta colección, presentados a la manera de los Best Sellers en las librerías. La cámara nos muestra la tienda entera, y regresa inmediatamente en gran plano a la colección de Cuentos y Canciones de Cri-Crí, donde permanece por un buen rato. Por lo tanto, no sólo la película constituye una parte del epitexto de la colección del Reader's Digest, sino que ésta se convierte así a la vez, en uno de sus intertextos, y, evidentemente, en una de las instancias del epitexto de la película. Los vínculos con organismos gubernamentales son también evidentes desde los créditos, por los cuales nos enteramos de que la música de fondo es interpretada por la orquesta de Bellas Artes, “Por cortesía del INBA” (Instituto Nacional de Bellas Artes), así como por el coro de niños de Morelia y la orquesta de la “Sección de Filarmónicos del STPC de la RM”3 . Cuenta también con la participación de organismos no gubernamentales y de sociedades particulares, entre los que destacan las aportaciones del Holiday on Ice y de Walt Disney. Este último realiza una secuencia de dibujos animados para la canción “Cochinitos dormilones” (B.24), en la cual reconocemos los dibujos de la película “The three little pigs”, producida en 1933 (Walt Disney Records, 1992, p .10 del álbum incluido con los tres discos compactos). Por su lado, el Holiday on Ice presenta una buena parte de un espectáculo en el que coinciden los personajes de Walt Disney con los de Gabilondo Soler, Cri-Crí. Este espectáculo es presentado en la película como un homenaje a Gabilondo, poco después de que se retira de la radio. Por otro lado, los vínculos entre los organismos gubernamentales y las sociedades particulares no están ausentes: es el Instituto Nacional de Protección a la Infancia quien “agradece la valiosa participación” del Holiday on Ice y del “genial Walt Disney”, así como la de Marga López, Lori Martin y Joey Scott. Sin embargo, no parece notorio que esta película se haya realizado, por lo menos en parte, en beneficio de una institución pública. 2 Nos referimos aquí a la citada obra Cuentos y canciones de Cri-Crí; la numeración indica el orden que ocupan unos y otras dentro del conjunto, precedidos los cuentos por la letra “A” y las canciones por la “B”. Incluyo al final la lista completa de los títulos numerados. 3 Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica de la República Mexicana.
  • 3. La participación, y por lo tanto la aprobación, de Gabilondo es evidente. Francisco Gabilondo en persona aparece al final de la película, como lo veremos más abajo, y su hijo mayor, Jorge Gabilondo, figura como productor asociado. Sin embargo, había dejado de lado la película hasta ahora, porque ésta nos muestra a un Gabilondo totalmente distinto de la idea que nos dan de él las otras fuentes ya comentadas. En una visión por demás romántica, nos presenta al músico-compositor incomprendido, de “buen corazón y mala suerte”, en un mundo en que la guerra es más importante que la creación artística, en que se confunde la calidad artística de una obra con su explotación comercial, y la importancia del artista con su imagen pública, por lo que aquél debe estar rodeado de riquezas materiales de todo tipo, y en el que la violencia y el uso que de ella hace el comercio son mucho más dignos de atención que la preservación de la inocencia infantil. Un mundo que no está preparado aún, pues, para comprender a alguien tan genial y “humano” como Francisco Gabilondo Soler, el Grillito Cantor, y éste se retira de la vida pública. Sin embargo, la bondad, la sencillez, la sinceridad y el amor del compositor y de su obra por los niños y por la humanidad triunfan sobre la maldad del mundo y de la sociedad moderna, que reencuentra así los valores perdidos. El verdadero Cri-Crí, es decir el verdadero grillo –en una cajita que pasa de la bolsa del saco del actor a la del compositor–, y el verdadero Gabilondo, se presentan al final de la película en un acto de reconocimiento general en que se ven tres generaciones reunidas que se regocijan y se identifican con las canciones de su héroe. Producida entre el 24 de junio y el 3 de agosto de 1963, la película constituye sin duda el mejor ejemplo de la manipulación comercial de la imagen y la popularidad de Cri-Crí, pero a la vez viene ciertamente a reforzarlas. Parece ser también la versión más alejada de la vida real de Gabilondo. 2. La infancia Gabilondo niño (más o menos de seis años de edad) es presentado como pastor en la hacienda en que podemos suponer que nació. Toca la flauta mientras las ovejas pastan, pero no produce más que dos o tres sonidos antes de quedarse dormido. En el campo, y sin que él se dé cuenta, un grillo lo acompaña siempre. Este grillo, que el niño no ve nunca, ayuda a la cámara en su papel de narrador. En la voz del grillo reconocemos la del grillo de Walt Disney, en la primera versión en español de Pinocho (la versión original en inglés data de 1940) (Walt Disney Records, 1992, p .10). Por su parte, un perro, “Micán” (o “mi can”), le sigue por doquier.
  • 4. Francisco Gabilondo vive solo con su “pobre” abuela, doña Amelia (y no Emilia), en una gran casa, bien cuidada, limpia e iluminada. Su abuela le llama por su apellido, y hace lo más que puede por instruirlo, reconociendo que “bastante es cuidar borregos durante el día y estudiar por la noche”. Se nos presenta a un niño inteligente, curioso, trabajador y constante, pero también soñador, idealista y genial. Compone sus propias melodías en la mente, las chifla y hasta es capaz de tocarlas en el piano de la casa (tema de Cri-Crí), pero de hecho nunca queda claro en la película si Gabilondo imagina el piano o si realmente hay uno en la casa. Un maestro de escuela, don Cosme, trata de convencer a la abuela de que se vayan a la capital (D.F.) para que Gabilondo pueda tener contacto con otros niños y estudiar música. Ella no quiere irse, y contesta que “ni cuando los señores dueños se fueron, quise irme de estas tierras”, pero acepta que Gabilondo sea conducido allá por don Cosme, ya que Gabilondo está muy solo en la hacienda y que nunca está contento en compañía de otros niños; no pertenece pues, a ese mundo: “sus intereses son otros”. Para comunicarle esta decisión, la abuela lleva a Gabilondo a la feria del pueblo (“folklore inevitable”, comenta Emilio García Riera, 1976, tomo VII). En la lotería, Gabilondo gana una flauta de barro que se rompe poco después, cuando salta asustado del caballo del carrusel, al ver a otros niños que se pelean cerca de él: “¿Por qué los niños pelean y se sacan sangre?” Según la respuesta de la abuela, estas son cosas que él todavía no puede entender. Le promete reparar la flauta y le anuncia la separación: “Mañana don Cosme te lleva a la capital [...] yo ya cumplí con mi deber en la vida, ahora tú tienes que cumplir con el tuyo”. El niño acepta con tristeza pero también con docilidad y valor, sin llorar, ya que “no hay que llorar en las grandes ocasiones”. Al día siguiente, los viajeros se ponen en marcha, en un carro tirado por dos caballos. El grillo nos confía que él sigue siempre a Gabilondo, sin que éste se dé cuenta, y agrega: “Gabilondo luchaba en la gran ciudad, y solamente para que yo cantara... para que yo cantara”. 3. Intertextualidad: Benito Juárez Es interesante notar el gran parecido entre la caracterización de Gabilondo niño y la que se hace oficialmente de la infancia de Benito Juárez4 , sobre todo cuando se trata de contar la vida de este héroe nacional a los niños: 4 Benito Juárez nació en 1806, un siglo antes que Gabilondo, en San Pablo Guelatao, Oaxaca, y murió en 1872, en México. Ocupó diversos puestos públicos (gobernador de Oaxaca en varios períodos cortos, ministro de Justicia y de la Instrucción Pública, presidente de la Suprema Corte de Justicia –vice-presidente de la república–, etc.), antes de ser presidente de México, de 1858 a 1872.
  • 5. Cuando Benito tenía apenas tres años, falleció su padre y pocos meses después, su madre. Entonces él y sus hermanas quedaron por algún tiempo al cuidado de sus abuelos paternos. (Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1986, p 6)5 . Gabilondo tampoco vive con sus padres, y es evidente que también es huérfano. No se sabe si se trata de la abuela paterna o materna con quien vive, pero ella habla sobre todo del padre de Gabilondo. Durante algún tiempo, Juárez fue pastor: “Benito vivió como cualquier otro niño de la sierra. Muy temprano llevaba a los borregos a pastar y a que tomaran agua en el arroyo...” (Idem.). Pero no es únicamente el hecho de que Gabilondo sea presentado como huérfano y pastor, que se le atribuya una flauta (no hay pastor sin flauta), y que se insista en ello de manera casi forzada, haciéndole ganar otra flauta en la lotería: esto último podría significar un esfuerzo por recordarnos la vocación de músico de Gabilondo, quien se pone a tocarla inmediatamente. El hecho de que sea pastor puede ser tomado del comentario ya citado de Gabilondo en la CS bajo la fecha de 1962, en que dice que “estudia la flauta, entre ovejas (que es como debe ser)”. Los dos factores anotados adquieren tanta más importancia en relación con la caracterización de Juárez, cuanto que no son los únicos que nos remiten a ella: el sentido de la justicia de Gabilondo y su evidente desaprobación de la violencia ante los niños que se pelean en la feria, son tal vez los vínculos más significativos entre estas dos caracterizaciones. Pero las coincidencias no terminan ahí. Mientras que Bernardino Juárez, tío de Benito, “enseñó a su sobrino el idioma español y las primeras letras”, esta función es cumplida en la película por la abuela y por don Cosme. Éste va más lejos que Bernardino, comprendiendo la vocación del pequeño Francisco; don Cosme valora la inteligencia del niño y lo ayuda a partir hacia la gran ciudad, único lugar en que éste tendrá la oportunidad de recibir una buena educación y los medios culturales para construirse su porvenir al servicio de los otros, lo que le valdrá un día el reconocimiento de la sociedad entera, a pesar de las dificultades que tenía que vencer. En el caso de Benito Juárez, no se trata de la ciudad de México, sino de Oaxaca, y es él mismo quien decide irse, un poco obligado por las circunstancias: A los 12 años Benito empezó a sentir curiosidad y deseo, aunque también cierto temor, por ir a la ciudad de Oaxaca. [...] Arreando sus borregos siguió a los cirqueros por el camino; pero alguien que aprovechó su distracción, le robó un animal. Entre la tunda que le esperaba y probar suerte en la ciudad que tanto le atraía, no dudó... (Ibid, pp 7-8) 5 Tomo esta versión a manera de ejemplo, pero evidentemente no es ni la única ni la primera biografía de Benito Juárez escrita para niños. Hacia 1970, por ejemplo, se distribuyó en las escuelas una edición preparada especialmente para la celebración del año dedicado a Juárez (1972), en la que las coincidencias con la biografía de Gabilondo presentada por la película eran, según mis recuerdos, mucho más claras que en la versión que utilizo aquí. Sin embargo, no pude encontrar la de 1970: en la Secretaría de Educación Pública, me informaron que no contaban con archivos, y no fue posible tampoco localizarla en las escuelas primarias.
  • 6. Hasta aquí, las coincidencias entre la biografía de Gabilondo presentada en la película y la de Juárez podrían remitirnos a un modelo más general, utilizado para narrar la vida de otros diversos personajes, frecuentemente relacionados con la religión católica: Gabriel Taborín, fundador de los Hermanos de la Santa Familia (Moscatelli, 1992) y Julián Gayarre, cantante que, según la película realizada sobre su vida6 , tuvo estrechos vínculos con la Iglesia, por ejemplo. Sin embargo, la historia de Gabilondo que nos presenta la película vuelve a la historia de Juárez en el momento en que propone matrimonio a la señora de la casa de asistencia en que él vive. El nombre de esta mujer es el mismo que el de la mujer de Juárez (Margarita), quien era la hija de Dn. Antonio Maza, en cuya casa vivió y trabajó Juárez, en Oaxaca. Pero la Margarita de Gabilondo no es tan joven como lo era Margarita Maza (ésta tenía quince años menos que Juárez); y no es tampoco la hija de la casa, sino la dueña, viuda y ella misma madre de una hija. 4. El amor y las mujeres A partir de aquí, el desarrollo de la película se aparta definitivamente de la biografía oficial de Juárez: precisamente porque es viuda, la Margarita de Gabilondo no puede aceptar la proposición de matrimonio de un hombre tan bueno y quien, por consiguiente, merece casarse con una mujer que no lleve “la sombra de otro amor”. Así, según la película, no sólo Gabilondo no se casa nunca, sino que además permanece fiel a este amor “imposible”. Y sin embargo, cuando García le pregunta a Gabilondo: “¿Es cierto que la astronomía y la navegación le quitaron mucho tiempo a Cri-Crí?”, él confiesa con orgullo: ¡Y las muchachas!... También fui pecador... es muy difícil zafarse de eso pero, pues la vida, ¿no?... y la gente decía: pero cómo ¿Cri-Crí de Don Juan?... ¡Pues sí!, aunque es una imagen que no se lleva pero... me decía Sordo Noriega: “Yo no sé cómo haces canciones para el sector ingenuo teniendo tú esa cara de bandido” (pp 14-15). Mientras que la película nos presenta a un Gabilondo que pasa todo su tiempo trabajando, ayudando a otros y observando el cielo, en la realidad no sólo no permaneció fiel a ningún amor imposible, que aparentemente no existió, sino que se casó tres veces, y las casas de mujeres no le eran desconocidas. Fue precisamente en una de estas casas donde conoció a Agustín Lara, cuando él tenía apenas dieciséis años: “por el año de 1923, conocí a Agustín Lara, que tocaba en una casa de “turismo” -así les decían entonces...” (p 51). 5. La Revolución Mexicana 6 Romanza Final, dirigida por José María Forqué, con José Carreras.
  • 7. De acuerdo con la fecha de nacimiento de Francisco Gabilondo Soler, cuando él tenía seis o siete años como nos lo presenta la película, la Revolución Mexicana era un suceso que no podía ser ignorado por nadie, y que afectó al país entero. ¿Habrá podido la familia Gabilondo-Soler escapar por completo a la realidad del momento, como lo sugiere la película? ¿No cambió nada para ella entre 1910 y 1917, durante la lucha armada que se extendía por todo el país? La película no nos muestra absolutamente nada. La CS menciona solamente que “La patria se estremece con disparos revolucionarios”, bajo la fecha de 1910, después de haber dicho que Gabilondo “Trae en el sombrero una cinta que dice: 'No me besen'“. Ninguna mención de la revolución bajo el año de 1915 ni en el de 1917. No obstante, Gabilondo dice a García que “como estaba tan fuerte la cosa de la revolución, nos vinimos a la capital, porque vivir en la provincia era terrible. [...] Yendo al colegio se pasaron los años” (p 51). Así pues, efectivamente estuvo en la escuela en la ciudad de México, pero no llegó ahí con el único fin de estudiar, y no estaba solo, contrariamente a lo que nos dice la película. Además, no permaneció en el D. F. desde la infancia, puesto que él mismo dice también a García: “Regresamos a Orizaba cuando las cosas ya estaban calmadas...” (p 51). Como lo hemos visto más arriba, no se instaló definitivamente en la ciudad de México sino una vez ya casado, y entonces buscaba oportunidades de trabajo y no de estudio. 6. La escuela Por otro lado, Gabilondo parece haber buscado siempre las oportunidades para abandonar la escuela, más que para entrar a ella. Es cierto que en la película no vemos nunca al niño Gabilondo en la escuela, pero la presencia intertextual de la biografía de Juárez tiene muchas más implicaciones de las imaginadas al principio: una de las características más notorias de Juárez, durante toda su vida, es precisamente su confianza en la educación formal y el respeto que muestra por ésta y por las instituciones educativas, en donde pasó muchos años, hasta completar la carrera de Derecho, pasando por el seminario, como podemos ver sobre todo en las versiones para niños de su biografía. El caso de Gabilondo es completamente diferente, si no contrario. Ya en la CS, bajo la fecha de 1922, encontramos una confesión a este respecto: “No le ha sido grato el claustro colegial. A menudo escapa de él y en la soledad devora todos los libros que puede. Los ríos y las montañas son sus sitios preferidos”. Su tía Carmela habla a García de la educación de Francisco Gabilondo: “Estudió en la escuela de don Manuel Oropeza, luego se vino a México y volvió de nuevo a Orizaba. En realidad, estudios no tuvo. Sin embargo, sabe mucho” (p 43). Por su parte, su hijo Tiburcio Gabilondo
  • 8. Gallegos7 afirma que a partir de la Revolución y sobre todo del divorcio de sus abuelos, su padre estuvo en varios internados, de los que se escapa constantemente para ir con su padre, a Veracruz. Las declaraciones del propio Francisco Gabilondo sobre su educación a García ilustran bien su rechazo a la educación formal, o por lo menos a las escuelas existentes: Yo nomás fui hasta sexto año y no quise volver porque me fastidiaba la escuela; pero recuerdo algunos amiguitos que eran muy listos, aprendían las cosas así de rápido y se aburrían, ya no tenían qué hacer. Por eso digo que deben hacer escuelas para niños inteligentes, así como hay para niños tontos; a nadie se le ha ocurrido pensar en los niños inteligentes, y éstos se pegan una aburrida horrorosa... (p 160). Esta declaración nos remite también a los cuentos y canciones. Hemos visto ya las dificultades a las que se enfrenta Cri-Crí ante las exigencias de una educación formal, cuando intenta convertirse en poeta gracias a un curso por correspondencia (A.12: “Poeta fracasado”). Pero en general, en los cuentos y canciones, Cri-Crí rara vez está de acuerdo con las escuelas, en donde siempre tiene problemas con el director o con el profesor. No citaré más que un solo ejemplo de entre los cuentos: Una vez, en el colegio, estaba Cri-Crí arrodillado frente a una pared con toda su atención concentrada en un pequeño agujero. En esa posición fue sorprendido por el director del plantel. Los lentes del profesor despidieron severos destellos. Con voz tan encogida como su postura, Cri-Crí dijo: “Estoy espiando para ver si sale una araña”. [...] “Si no sale una araña, tal vez se asome otro animalito”. Con manos a la espalda, el profesor era la personificación del mutismo. Su actitud inmóvil alarmaba. Cierto es que nada podía decir: era la hora de recreo. Pero en ese selecto plantel, cuyo lema es: “moderación y dientes limpios”, se supone que, fuera de la clase, los niños se ocupen en juegos usuales en vez de atisbar agujeros para ver si salen insectos. El director del colegio no pudo contener un comentario despectivo: “¡Conque naturalista en cierne! ¡Hum! Uno de esos don nadie8 que colecciona artrópodos. ¡Valiente ocupación comparada con la toga, la industria y la banca!” Y dando un resoplido se alejó. Mucho más habría despreciado a Cri-Crí de haber sabido que éste no tenía ningún interés científico en los animalitos. ¡Espiaba a las arañas porque, cuando caminan despacio, parece que bailan tango! (A.22: “Soñador en gira”) Según Cri-Crí pues, la escuela no sirve nunca para experimentar, descubrir o pensar. Por el contrario, la escuela es el lugar de la represión y de los castigos: “Un castigo es otra cosa; bien lo sabe Cri-Crí al recordar sus días de colegio” (Final de “¿Quién dijo aburrirse?”, A.08). De entre las canciones citaré también sólo una, la precedida por la frase anterior, y que me parece la más representativa de la posición de Cri-Crí frente a la educación formal y de las constantes burlas que ésta le merece: En la mitad de la clase me reprendió el profesor cuando dije que la jota es un bailable español. 7 Varias entrevistas telefónicas no grabadas, entre enero y marzo de 1996. 8 Subrayado en el original.
  • 9. “¡Valiente maleta!”, gritó hacia mí, “la J es la letra después de la I.” “¡Qué noticia, tiene gracia, pues a poco no voy a saber que mi abuela la bailaba y por cierto mi abuelo también!” Trajo un gran diccionario, muy enojado lo abrió y señalando una letra, el profesor exclamó: “¡Estúpido niño, vergüenza me da, la J es la letra antes de la K!” “No me diga, ¡ay qué raro!, sí señor pues muy claro lo sé que la jota es un baile donde truenan los dedos y olé”. Todos los niños salieron, yo castigado quedé y con rigor me pusieron a escribir en papel: llenarlo de J's, qué rabia me dio, pero yo les puse jo jo jo jo jo. Ay qué cosa, lo celebro y me alegro que así sucedió; Zaragoza, junto al Ebro, es en donde la jota nació. (A.08: “Jota de la jota”) 7. Ideas sobre los niños Las ideas de Gabilondo sobre la educación y la escuela están naturalmente ligadas a sus ideas acerca de los niños. A este respecto, encontramos también versiones diferentes entre la película, por un lado, y las entrevistas de García y los cuentos y canciones del Reader's Digest, por el otro. Él mismo dice a García, a propósito del año internacional del niño: me parece una perogrullada, porque todos los años son del niño, ¿cuál no va a ser del niño? Todos son años del niño, ¡mientras sean niños! ...desgraciadamente, eso se olvida y para mí que es pérdida. [...] Además, hay una cosa en la que no se fijan: el niño no sabe que es niño, igual que tú no sabes que estás sana hasta que te enfermas. Así el niño es una definición del adulto, el pequeño tiene su vida propia pero no sabe que es niño... y además no le importa... él tiene su vida propia (pp 157, 160). Lo que habría que pedir para los niños sería que durante un buen tiempo no vayan al colegio y que puedan entrar a las paleterías y a las pastelerías9 y a las jugueterías a agarrar todo lo que les guste; porque si va a ser el Año Internacional del Niño, ¡hay que comer y disfrutar algo!, ¿no cree? No que ahí los tienen mandándolos a las ocho de la mañana, a aburrirse a la escuela (p 160). Insiste en su rechazo a la escuela, que denomina “jaula”, al hablar de su propia relación con los niños, y de sus (inexistentes) relaciones con el sistema escolar: “no soy una maravilla con ellos pero... no me molestan, quizá me molesta más un adulto que un niño. Mi trato con los chiquillos es bueno, agradable, y hasta ahí, pero, eso sí: no me meto a la jaula, ni de broma” (p 161). En cuanto a Cri-Crí, su preferencia por los niños, en relación con los adultos, es expresada numerosas veces en los cuentos. Desde el principio se nos informa que para Cri-Crí: “La gente adulta, las personas ya crecidas, son incomprensibles, y sus juegos habituales carecen de sentido” 9 Recordemos que en la canción “Cochinitos dormilones” (B.24), “uno soñaba que era rey / y de momento quiso un pastel, / su gran ministro mandó traer / quinientos pasteles nomás para él”.
  • 10. (“Desacuerdo de Cri-Crí”, A.02). Es sobre todo su seriedad lo que Cri-Crí desaprueba de los adultos: Cri-Crí no puede comprender tanta seriedad: él prefiere los juegos de los pequeños en los que sí hay carcajadas y se corre, se salta, se grita y nadie queda quieto. Cuando un niño inconforme asegura que ya quiere ser grande, Cri-Crí emplea toda su elocuencia para demostrarle que eso de crecer es una pérdida de tiempo. (A.02: “Desacuerdo de Cri-Crí”) “Vivir dichoso es algo muy sencillo”, aseguró Cri-Crí a su auditorio, “basta con sentirse pequeño [...] Según los mayores, los niños se maravillan con las cosas más simples. Es triste dejar de ser niño y suponer tontas las cosas que antes nos gustaban”. (A.55: “Receta de la Felicidad”) Cri-Crí intenta constantemente jugar con los niños y divertirlos o entretenerlos: Y para demostrar qué lindamente se puede gozar entre cuatro paredes, tomó unas tijeras, algunas hojas de papel y se puso a recortar bonitas figuras blancas. (A.08: “¿Quién dijo aburrirse?”) Roco, Tico, Maco y Paco reconocieron el rimbombar de tambores selváticos. [...] A punto estuvieron de huir [...], mas una voz alegre los contuvo. Era Cri-Crí [...]: ...Soy el jefe Quimbongó. ¿Desean pertenecer a mi tribu? (A.10: “Cuatro barbajanes en acción”). Roco, Tico, Maco y Paco tenían el gesto más triste que un calendario a fin de año. [...] Para consolarlos, Cri-Crí inventó otro juego... (A.11: “Aventura chinesca, interrumpida”) Incluso comparte con los niños los castigos: El retorno inesperado de la tía Ripia dio al traste con el concierto de música chinesca. La emprendió a escobazos contra sus sobrinos, sin que de ello se librara Cri-Crí. [...] Cri-Crí pensó: “[...] esas tías han olvidado por completo que alguna vez fueron pequeñas”. Sin este olvido lamentable de los mayores, carecería de importancia el envejecer; todos los seres serían tan alegres, como en el momento de llegar a la vida (Idem). Pero a pesar de su desaprobación de los castigos inflingidos a los niños, después de haber aceptado introducir a los Cuatro Invencibles al País de los Cuentos (“Más barrabasadas de los Cuatro Invencibles”, A.25), Cri-Crí mismo se ve obligado a castigarlos enviándolos a casa, con la tía Ripia, y delega a ella el castigo corporal: medirles las costillas con la vara del violín salía sobrando, porque esos niños están habituados a recibir palizas con garrotes más gordos. Sólo quedaba un recurso: despedirlos del País de los Cuentos [...]. Por arte de sonido mágico Los Cuatro Invencibles se encontraron de repente ante la puerta de su propia casa y de narices ante su tía Ripia que, automáticamente, les dio una tunda por llegar tarde. (A.27: “Expulsión musical de ingratos”) Reconoce pues, que los niños no siempre son “buenos”, aún cuando parece comprenderlos, ya que: “Es sabido, por muchos sabedores, que, desde tiempo antiguo, los pequeños aceptan condiciones con la misma facilidad con que las olvidan” (A.10: “Cuatro barbajanes en acción”). Hasta aquí, se trata de niños; el caso de las niñas es diferente: cuando Cri-Crí se encuentra en presencia de Teté, le cuesta comprenderla, y no consigue divertirla ni entretenerla. Pero se trata de una adolescente, y no ya de una niña pequeña:
  • 11. Esther, una linda niña que aún ignora cuán linda es, encontró enfadosa toda esa teoría óptica de las sombras... (A.08: “¿Quién dijo aburrirse?”) Cri-Crí había usado todos sus recursos de entretenimiento: figuritas de papel, sombras chinescas, cuentos cien veces repetidos; pero Teté seguía mal encarada. [...] A esa niña grande ya no le gustan los juegos ni los cuentos; tiene tendencia a permanecer en el balcón, en actitud de otra edad, acechando muy distintos goces (A.09: “Una damita difícil”). Es importante señalar que aún cuando sólo hay dos niñas –o muchachas– en los cuentos, Esther, o Teté, es uno de los personajes más conocidos de Cri-Crí. “Teté” es una de las más viejas canciones de Gabilondo, y constituye una de las raras excepciones en que el carácter atribuido a un personaje de una canción sea recuperado en los cuentos con precisión y exitosamente. En la película, Gabilondo aparece como amigo de Chachita, la hija de Margarita; una amistad con complicidad, como en el caso de los niños de los cuentos. Compone canciones para ella, se burlan juntos del anciano que vive en la misma casa y que está siempre de mal humor (“como el chorrito”, observa Chachita) y se queja continuamente. Gabilondo se va precisamente antes de la adolescencia de Chachita, cuando su madre rehúsa casarse con él. Éste dice entonces a Chachita que debe hacer un largo viaje hacia el interior de sí mismo, y le aconseja ser buena. Aunque el único personaje infantil con quien Gabilondo tiene relación directa es Chachita, las relaciones de Cri-Crí con todos los niños, es decir con su público, son evidentes: recibe numerosas cartas de niños en la radio, y él las comenta. Está el niño que lo invita a comer a casa de sus padres, o aquél que no quiere tomar su medicina: “Cri-Crí no cantará si Miguelito no se toma su jarabe”. En ese momento, la cámara pasa a la recámara de Miguelito y vemos a una niña pequeña que da una cucharada al niño, un poco más chico que ella, y “como premio, el Grillito Cantor les va a relatar la historia de unos cochinitos”. 8. El país de los cuentos Somos entonces transportados al interior del cuadro enmarcado que se encuentra en una de las paredes de la recámara, en el que vemos a los tres cochinitos de Walt Disney. Evidentemente, es la canción “Cochinitos dormilones” la que canta Cri-Crí, acompañada por la secuencia de dibujos animados de Disney: “Los tres cochinitos en una fantasía musical de América Latina”. La canción de Gabilondo es mezclada entonces no sólo con los personajes de Disney –los tres cochinitos, el lobo y, además, los tres caballeros en México–, sino también con la música de las dos películas a las cuales pertenecen estos personajes: la famosa “Who's afraid of the big bad wolf”, por ejemplo. Así, igual que en los cuentos del Reader's Digest, Cri-Crí da a los niños la posibilidad de entrar al País de los Cuentos, aunque aquí sea a través de Disney.
  • 12. También en los cuentos de los discos los niños que escuchan son frecuentemente implicados, y Cri-Crí supone que éstos no son sólo los niños mexicanos: “En muchas de mis canciones hablo con modismos mexicanos. Temo que en lejanas tierras los niños no comprendan lo que traté de decir” (“Mexicanismos y preocupaciones”, A.21). Es claro que la intención de Cri-Crí en los cuentos y canciones no es la de educar, sino la de divertir. Es sólo al final de los discos, cuando los niños deben regresar al mundo real, que él les aconseja por primera vez obedecer, olvidarse pues de que los adultos son incomprensibles, o hasta irracionales, como él mismo lo había hecho notar a lo largo de los cuentos. Esta aparente contradicción es explicada por Gabilondo a García, al hablar de las intenciones de su obra en general: Son intenciones intuidas, nunca improvisadas. Hay algo de inconsciente porque uno al hacerlas no se da cuenta de todo el sentido que guardan para la gente; después le dicen a uno: “Oiga, qué buena lección da usted [...]” [...] pos' hombre: ¡pos sí!... ¿eh? m'hija, es como... el burro que tocó la flauta, ¿no? (pp 59, 64). Como ya vimos, Gabilondo afirmaba que sus canciones no habían sido hechas para ser cantadas por los niños. Además, dice que no se trata de canciones, sino de cuentos musicales; según él, su éxito se debía precisamente a este carácter fantástico: sobre todo junté el cuento con la música, y eso fue lo que más pegó porque, fíjese usted que siempre hay o buenos músicos o buenos cuentos, pero falta el enlace... porque realmente mis canciones son fantasías, no son canciones infantiles, porque vamos a decir que canción infantil es una como las que enseñan en los jardines de niños; son canciones que tienen poco alcance, que son muy fáciles para pasar de una nota a otra, ¡esas sí son canciones infantiles! Lo mío son ¡canciones para divertir!... y eso es muy distinto, y que para los chicos son difíciles, inclusive para la gente que sabe cantar (pp 15-16). Sin embargo, no habla de sus cuentos propiamente dichos, ni de los que precedían a las canciones en la radio, ni de los grabados, es decir, de la colección del Reader's Digest, que es la única grabación en que se incluyen cuentos de Cri-Crí. A pesar de que las entrevistas de García datan de 1980-1982, casi veinte años después de la aparición de esta colección y de la película, Gabilondo ignora estas dos producciones y asegura que: mis canciones no son para ser plasmadas ni en cine ni en radio (sic10 ); es como si quisiera llevar al cine un poema de López Velarde, por ejemplo [...]. Eso se ve, pero sin verlo; así es Cri-Crí. A mí ¡cómo me han hecho la lucha de que haga películas! Pero yo he dicho que no, porque eso sería matar a Cri-Crí. […] A pesar de tantos años no he pasado de ocho discos. Tal vez el próximo año grabe el noveno, porque me han estado insistiendo mucho. Y sí, todavía hay algunas canciones que valen la pena grabarse... Pero no... siempre les he dado a Cri-Crí con cuentagotas, porque es el modo de defender mi obra y de evitar el hastío... (p 28). 10 Según el contexto, se refería a la televisión y no a la radio.
  • 13. 9. La película y la colección del Reader's Digest ¿Tendría Gabilondo alguna razón para negar la existencia de estas dos producciones? ¿Están realmente relacionadas una con la otra de alguna manera? Su hijo Tiburcio respondió a estas preguntas. En principio, se mostró asombrado frente a una pregunta que suponía la existencia de vínculos entre dos producciones que, para él –igual que para su padre, según dice recordar– representan una especie de “tesis y antítesis” de la obra de Gabilondo. Tiburcio Gabilondo se muestra seguro de la gran importancia que su padre concedía a la obra presentada por el Reader's Digest. Según él, ésta es la obra maestra de su padre, quien la realizó cuidadosamente, dedicando mucho tiempo y concentración a la escritura de los cuentos (éstos fueron escritos, pues, especialmente, y no son los mismos que los de los programas de la radio) y a encontrar la estructura que uniría a las canciones entre sí. La única explicación que Tiburcio puede dar a la ausencia de esta colección en los comentarios de su padre sobre su obra, es que no la creía tan conocida y difundida como los ocho discos anteriores. En cambio, según Tiburcio, la película no hace más que deformar la realidad de la vida y la obra de su padre, como ya lo hemos observado arriba. Fue un error, entonces, aceptar la filmación de la película, pero –nos informa Tiburcio–, Francisco Gabilondo se dedicaba por entero a la producción de la colección del Reader's Digest y no se ocupó de la película. También según su hijo, Gabilondo, al igual que Walt Disney y muchos otros, aceptaron participar en la película porque era realizada en beneficio del Instituto Nacional de Protección a la Infancia (INPI)11 . Agrega que, además, esta institución no recibió lo que se le había prometido. Así pues, quienes contribuyeron a la producción de la película no serían más que víctimas del productor, de las que “Gabilondo fue la primera”. Asimismo, la utilización de las ilustraciones del álbum de Selecciones del Reader's Digest, así como la evidente publicidad para la colección de cuentos y canciones, no sería más que una “inserción pagada”. Esta sería pues, la razón por la que Gabilondo prefería olvidarse de la película. “Ya no me hable de la película”, me rogó Tiburcio, asegurando resumir con esto la posición de la familia entera frente a ella. Y, sin embargo, Jorge Gabilondo, como ya dijimos, figura como productor… 10. Comercio y publicidad A pesar de que la actividad productiva predominante entre los Gabilondo-Soler parece ser el comercio, esta actitud por parte de Gabilondo frente a una película claramente comercial, no es por 11 Convertido en Programa de Desarrollo Integral de la Familia, DIF, en 1980.
  • 14. completo incongruente con lo que él dice del comercio y de la publicidad, tanto en las entrevistas como en los cuentos. Empieza a criticar el comercio desde el segundo cuento, utilizándolo como ejemplo de las actividades absurdas de los adultos: El comercio se juega así: dentro de la tienda hay un largo mostrador detrás del cual hay una señorita o un joven que se pasan el día mirando hacia la calle. Entran otras personas a cambiar dinero por objetos poco interesantes, que rara vez son dulces o juguetes. El que entró vuelve a salir con su paquete y el vendedor guarda el dinero en un cajón. ¿Para qué lo guarda? ¡Con lo bonito que es arrojar las monedas al riachuelo para verlas brillar en el fondo como peces redondos! (A.02: “Desacuerdo de Cri-Crí”) A través de sus comentarios, es evidente que lo que Gabilondo no aprueba en el comercio es el hecho de guardar el dinero, de la acumulación. Cuando ofrece queso a García para desayunar, o cuando habla de la protección legal del nombre de Cri-Crí, o aún cuando habla de Disney, distingue dos tipos de comercio: el “buen” comercio y el comercio que engaña o que sirve solamente para enriquecerse: este queso es de por aquí, del pueblo, lo puede tomar con confianza, está hecho limpiamente, no es queso comercial... bueno, sí es comercial porque lo venden [...], pero me refiero a que no es comercial porque está hecho con mucha limpieza, porque hay quien come queso y se va a visitar a San Pedro (p 14). –Ciertas cosas sí las tengo protegidas; por ejemplo, marcas de zapatos o ropa de niños, dulces o juguetes... yo no los hago, ni quiero hacerlos porque no soy comerciante, pero debo tener la marca registrada en Industria... y eso cuesta dinero, pero es un seguro; así me libro de que los Matusalén Yejuda, o como se llamen esos tipos, se pongan a hacer algo con el nombre de Cri-Crí y lo registren... Con los de Canadá12 tuve una vez un problema [...] Si usted permitiera que se utilizara el nombre de Cri-Crí para zapatos, dulces, etcétera […] No, ¡sería un choteo! como ha pasado con la obra de Disney, en los Estados Unidos. [...] Es una cosa ya deshumanizada: producen todo comercialmente y han fundado su Disneylandia, y otro en Florida, y quería hacer otro aquí en México (pp 19-20). Y yo siempre fui muy parco: ¡para qué tanto dinero! ¿qué hace luego uno con él? ¡Puras tonterías!” (p 28). En el cuento “Encuentro con un publicista” (A.04), Cri-Crí da una interesante definición de lo que significa ser rico: “Yo soy rico –aseguró Cri-Crí– gasto menos de lo que gano y siempre me sobra. Este rasgo es recuperado y explotado por la película, utilizándolo para redondear la imagen del músico idealista y poco interesado en las cuestiones materiales: una vez que Gabilondo es aceptado en la radio y que se hace famoso, aparece en el restaurante de la XEW un personaje, Gonzalito, que nos recuerda al Ditirambo Farfulla de los cuentos (ver más abajo) y que trata de vender terrenos, autos, o cualquier cosa por el estilo. El lugar está repleto de cantantes famosos de la época (Agustín Lara y Pedro Vargas, por ejemplo) entre los cuales se encuentra Gabilondo, pero evidentemente el vendedor no tiene éxito. Uno de los amigos de Gabilondo, un músico que vivía también en la casa de Margarita y que había ayudado a Gabilondo a entrar a la radio, advierte al 12 Industria mexicana de calzado.
  • 15. vendedor: “Pierde su tiempo, Gonzalito. Los grillos, cuando son honrados, no necesitan darse tono con grandes casas, duermen bajo cualquier hoja”. El comentario “crítico” de Gabilondo no está desprovisto de amargura: “¡Qué curioso! Todo mundo conoce a Cri-Crí y nadie me conoce a mí. Muchos creen que la fama es la felicidad y forzosamente la riqueza”. En cuanto a la colección del Reader's Digest, los tres cuentos de la segunda parte (A.04- A.06) están dedicados a la publicidad. Cri-Crí facilita la entrada de un publicista, Ditirambo Farfulla, al País de los Cuentos. Por este medio, nos descubre lo absurdo del culto profesado a la publicidad y a la riqueza en “nuestro mundo”, al mismo tiempo que hace una analogía entre el mundo fantástico –en donde no hay lugar para el comercio y la publicidad– y el paraíso. Última cita a este respecto, tomada de la canción “El fantasma” (B.42): Hay un castillo en España al cual sólo ruinas le queda en pie y se cuenta que ronda por él un fantasma más grande que un buey. [...] a media noche de un viernes yo fui. Apareció en un rincón [...] Era bailarín de lo más chambón, pero sin volumen para horrorizar, ¡resultó fantasma de publicida'!