2. …pasando por la ribera del mar de Galilea, vio a
Simón y a su hermano Andrés, echando las redes al
mar, pues eran pescadores. Y les dijo Jesús:
«Seguidme y os haré pescadores de hombres». Ellos
de inmediato abandonaron las redes y le siguieron.
Marcos 1, 14-20
3. El reino de Dios está cerca.
¿De qué reino nos habla Jesús? En realidad, Dios mismo
está cerca. Aún más: ya está entre nosotros. Jesús es la
presencia de Dios en medio de todos nosotros. Cristo
culmina el Reino: es el Rey que encarna el amor de Dios.
4. El evangelio de hoy se centra en la llamada de los
primeros apóstoles. ¿Cómo sería la fuerza de esta
llamada, que de inmediato lo dejaron todo y siguieron a
Jesús? La vocación pide dejar atrás muchas cosas para
iniciar una vida totalmente nueva, de abandono y
confianza.
5. Los cristianos de hoy, que ya hemos sido llamados,
tenemos la responsabilidad de no apagar la vocación.
Que el cansancio, la apatía y el miedo no nos atrapen:
estamos llamados a vivir una aventura de libertad y
donación a los demás.
6. Somos cooperadores de Dios. Allí donde estemos,
tenemos una misión: extender su reino. Donde hay dos
o más que se aman, allí estamos estableciendo el Reino
de Dios en el mundo.
7. La vocación cristiana pide tiempo. No basta con venir a
las eucaristías, no basta con “cumplir”. Hemos de
integrarnos en nuestras parroquias y comunidades, vivir
como familia de Cristo, asumir responsabilidades y
tareas evangelizadoras. Todos podemos hacer algo.
8. Estemos atentos a los mensajes que nos envían la
Iglesia, el Papa, nuestros pastores… A través de ellos
Dios nos puede estar llamando. Quitemos los
obstáculos del camino, dejemos atrás ataduras, excusas
y prejuicios que frenan nuestra vocación.
9. Escuchemos la llamada. Solo así el horizonte de
nuestra libertad se ensanchará y podremos dilucidar
con mayor claridad el designio de Dios en nuestra vida