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Para Inés a partir de ese momento fue como volver a vivir la ilusión del primer
amor pero esta vez con mucha mayor consciencia de lo que experimentaba;
tras haber estado al borde del abismo la reciente felicidad conseguida era
mucho más disfrutada que cuando aún no era más que una cría y creía tener
derecho a todo sin cuestionarse jamás que la vida podía llegar a golpearla
como finalmente lo hizo.
Ahora se maravillaba por lo fácil que resultaba todo con Lucas. Desde aquella
noche en el pequeño y acogedor restaurante mexicano, comenzaron a verse
casi a diario ya que a pesar de que Lucas estaba realmente muy ocupado
parecía no poder pasar sin verla cada día aunque sólo fuera una hora para
almorzar juntos o tomar un café. Inés disfrutaba inmensamente en su
compañía; Lucas le hablaba de cómo había transcurrido su día, le contaba
sus inquietudes y la hacía partícipe de sus asuntos de negocios. Inés se
sentía valorada y respetada y poco a poco fue olvidando la amargura que la
había acompañado desde la traición de su marido. Nunca se había sentido
tan a gusto ni relajada en compañía de un hombre, de hecho, exceptuando a
Ignacio, jamás había habido otro hombre en su vida.
Inés comenzó a perder parte de sus recelos para con él y poco a poco
comenzó a hablarle de su vida junto a Ignacio y de cómo se había sentido de
abandonada y traicionada por su propia familia tras conocerse la infidelidad
de Ignacio. Él la había escuchado en silencio y luego la había abrazado
fuertemente contra su pecho a la vez que besaba su pelo.
   -   Olvídalo ya Inés, eso es agua pasada – su voz sonaba ahogada y ella
       supo que no era por pena si no por indignación -. Te prometo que
       jamás te traicionaré – separándola de su pecho la miró fieramente a
       los ojos: - me crees ¿verdad?
Ella lo miró y sólo vio verdad en él.
   -   Si, te creo.
Después de cada encuentro él la besaba al despedirse, pero nunca lo había
hecho con la misma pasión que aquella primera vez en su casa. Inés había
ido confiando en él poco a poco pero aún sentía algo de temor al pensar en
dar el paso definitivo pues no sólo hacía mucho tiempo desde la última vez, si
no que además sólo había tenido un amante.
Tras la traición de Ignacio y ahíta de dolor, había pensado que le pagaría con
su propia moneda y trató de seducir a un amigo común de ambos que sabía
no tardaría en alardear de la conquista en cuanto consiguiera meterse en su
cama. Cuando Ramón, que así se llamaba, comenzó a hurgar groseramente
bajo su falda con sus dedos, ella supo que no podía hacerlo. A la humillación
sufrida recientemente por su marido se unió esta.
Ahora su cuerpo había despertado a la pasión con un hambre que no dejaba
de sorprenderla y cada vez que Lucas la tocaba se sentía arder, pero a pesar
de la cercanía que cada vez era más evidente entre ambos no podía evitar
sentir algo de desconfianza y temer que tras dar ese paso él la considerase
poca cosa; aunque jamás había querido sacar el tema por los enormes celos
que de sólo pensarlo sentía, suponía que Lucas debía haber tenido un
montón de amantes y sin duda mucho más experimentadas y satisfactorias
de lo que ella sería.
Lucas notaba esta reticencia aunque no sabía a qué atribuirla; trataba de
darle tiempo pero cada vez la necesitaba más y se le hacía más difícil dejarla
ir con unos simples besos ya que pasaba gran parte de la noche añorando el
tacto de su piel en los dedos y el sabor de sus labios en la boca. Había
descubierto en Inés a una mujer maravillosa, sensible, inteligente y contra
todo pronóstico, bastante sencilla e ingenua. Sentía por ella cosas que jamás
había experimentado antes y sabía que lo que ella había despertado en él
era algo único. Por más vueltas que quisiera darle todo ese batiburrillo que no
lo dejaba pasar más de un segundo sin pensar en ella tenía un nombre y él,
aunque era primerizo en estos menesteres, supo perfectamente de qué se
trataba: estaba absoluta y totalmente enamorado de ella.


Esa noche le había dicho que irían a cenar sin prisas y que ella podría elegir.
Él esperaba que le dijese el nombre de alguno de los carísimos restaurantes
a los que sin duda estaba acostumbrada, en lugar de eso le pidió volver al
pequeño restaurante mexicano donde comenzaron su relación. A pesar de
estar cerca de su casa, Lucas fue a recogerla y mientras salían del portal de
la casa de Inés, ella se paró a saludar a un hombre de mediana edad.
Haciendo gala de un sentido de la posesión que no sabía que poseía, Lucas
se acercó a ella y la aferró de la cintura.
-   Juan Carlos, te presento a Lucas….mi novio.
El hombre apretó la mano que un sonriente y feliz Lucas le tendía, ella lo
había presentado como su novio y él acababa de descubrir lo mucho que le
gustaba esa palabra.
   -   ¡Vaya! Supongo que Ignacio no lo sabe ya que la última vez que lo vi
       me dijo que quería llamarte y…
Toda la felicidad de Lucas se desvaneció de golpe y fue sustituida por una
extraña rabia que le hizo exclamar con acritud:
   -   Pues dígale si vuelve a verlo que se ahorre la llamada.
Y sin importarle lo más mínimo lo grosero que pudiera parecer, dio un ligero
tirón de Inés y se dirigió junto con ella a su coche. Todo el camino lo hicieron
en silencio mientras ella miraba de reojo su perfil tenso. Inés tenía muy poca
experiencia con los celos y la posesividad y por eso no sabía si alegrarse o
preocuparse ya que una parte de ella temía que la escena que se había
producido con Juan Carlos diera lugar a una de esas desagradables peleas
que había tenido en el pasado con su ex marido.
Hasta que no se hubieron sentado en una apartada mesa no se atrevió Inés a
romper el mutismo en el que parecía haberse sumido Lucas.
   -   Lucas…¿qué sucede?
Él no le respondió, se limitó a mirarla con dureza y preguntó a su vez:
   -   ¿Qué pasará si Ignacio vuelve a llamarte de nuevo para retomar
       vuestra relación?
Durante unos segundos Inés se quedó atónita y no pudo responder. Luego,
sin apenas pensar en lo que decía y dejándose llevar sólo por los
sentimientos que el hombre que tenía frente a ella le inspiraba, contestó con
vehemencia.
   -   Lucas, jamás volveré con Ignacio. No hay nada que pueda hacer o
       decir que me haga cambiar de opinión. ¿No lo comprendes? ¡Estoy
       enamorada de ti!
   -   Entonces ¿cuál es el problema entre nosotros? – Lucas se resistía a
       creer en sus palabras. Los celos al pensar que ella lo abandonara y
       volviera con su ex lo desgarraban y amenazaban su cordura.- ¿Por
       qué cuando te beso y te acaricio das marcha atrás?
Inés se sentía físicamente enferma, no sólo por tener que enfrentarse a la
posibilidad de confesarle lo que tanto la avergonzaba, si no también al
comprender lo mucho que él estaba sufriendo en ese momento.
   -   Lucas, yo…tengo miedo.
   -   ¡¡¿Miedo?!! – él pronunció la palabra como si fuese algo prohibido -
       ¿Miedo de qué? ¿Acaso no confías en mi? ¿Sigues pensando que soy
       igual de hijo de puta que tu ex?
   -   No es eso – ella trataba de hablar con calma a pesar de lo nerviosa
       que se sentía -, la verdad es que tengo muy poca experiencia y me
       asusta que me compares con las demás mujeres con las que has
       estado porque sé que yo saldré perdiendo. Luego te aburrirás y…


Lucas la miraba atónito y sin poder contenerse se levantó y se sentó junto a
ella a la vez que tomaba su cara entre las manos y la miraba con fiereza y
ternura a los ojos.
   -   Si supieras lo mucho que te deseo, lo que realmente siento por ti, no
       se te ocurrirían esas ideas tan absurdas. El simple pensamiento de
       estar contigo, dentro de ti, ya me parece mucho más placentero y
       excitante que cualquier otra experiencia que haya podido tener antes.
Sin reparar en las miradas de reojo que les lanzaban Lucas bajó la cabeza y
la besó con tanto ardor que ella sintió cómo sus piernas temblaban de pura
excitación.
   -   ¿Me dejaras que te demuestre cómo puede ser entre nosotros?
Ella no podía hablar, se sentía intensamente emocionada. Aún así, asintió
con la cabeza a la vez que una tímida sonrisa se dibujaba en sus labios.


                                          

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  • 1. Para Inés a partir de ese momento fue como volver a vivir la ilusión del primer amor pero esta vez con mucha mayor consciencia de lo que experimentaba; tras haber estado al borde del abismo la reciente felicidad conseguida era mucho más disfrutada que cuando aún no era más que una cría y creía tener derecho a todo sin cuestionarse jamás que la vida podía llegar a golpearla como finalmente lo hizo. Ahora se maravillaba por lo fácil que resultaba todo con Lucas. Desde aquella noche en el pequeño y acogedor restaurante mexicano, comenzaron a verse casi a diario ya que a pesar de que Lucas estaba realmente muy ocupado parecía no poder pasar sin verla cada día aunque sólo fuera una hora para almorzar juntos o tomar un café. Inés disfrutaba inmensamente en su compañía; Lucas le hablaba de cómo había transcurrido su día, le contaba sus inquietudes y la hacía partícipe de sus asuntos de negocios. Inés se sentía valorada y respetada y poco a poco fue olvidando la amargura que la había acompañado desde la traición de su marido. Nunca se había sentido tan a gusto ni relajada en compañía de un hombre, de hecho, exceptuando a Ignacio, jamás había habido otro hombre en su vida. Inés comenzó a perder parte de sus recelos para con él y poco a poco comenzó a hablarle de su vida junto a Ignacio y de cómo se había sentido de abandonada y traicionada por su propia familia tras conocerse la infidelidad de Ignacio. Él la había escuchado en silencio y luego la había abrazado fuertemente contra su pecho a la vez que besaba su pelo. - Olvídalo ya Inés, eso es agua pasada – su voz sonaba ahogada y ella supo que no era por pena si no por indignación -. Te prometo que jamás te traicionaré – separándola de su pecho la miró fieramente a los ojos: - me crees ¿verdad? Ella lo miró y sólo vio verdad en él. - Si, te creo. Después de cada encuentro él la besaba al despedirse, pero nunca lo había hecho con la misma pasión que aquella primera vez en su casa. Inés había ido confiando en él poco a poco pero aún sentía algo de temor al pensar en dar el paso definitivo pues no sólo hacía mucho tiempo desde la última vez, si no que además sólo había tenido un amante.
  • 2. Tras la traición de Ignacio y ahíta de dolor, había pensado que le pagaría con su propia moneda y trató de seducir a un amigo común de ambos que sabía no tardaría en alardear de la conquista en cuanto consiguiera meterse en su cama. Cuando Ramón, que así se llamaba, comenzó a hurgar groseramente bajo su falda con sus dedos, ella supo que no podía hacerlo. A la humillación sufrida recientemente por su marido se unió esta. Ahora su cuerpo había despertado a la pasión con un hambre que no dejaba de sorprenderla y cada vez que Lucas la tocaba se sentía arder, pero a pesar de la cercanía que cada vez era más evidente entre ambos no podía evitar sentir algo de desconfianza y temer que tras dar ese paso él la considerase poca cosa; aunque jamás había querido sacar el tema por los enormes celos que de sólo pensarlo sentía, suponía que Lucas debía haber tenido un montón de amantes y sin duda mucho más experimentadas y satisfactorias de lo que ella sería. Lucas notaba esta reticencia aunque no sabía a qué atribuirla; trataba de darle tiempo pero cada vez la necesitaba más y se le hacía más difícil dejarla ir con unos simples besos ya que pasaba gran parte de la noche añorando el tacto de su piel en los dedos y el sabor de sus labios en la boca. Había descubierto en Inés a una mujer maravillosa, sensible, inteligente y contra todo pronóstico, bastante sencilla e ingenua. Sentía por ella cosas que jamás había experimentado antes y sabía que lo que ella había despertado en él era algo único. Por más vueltas que quisiera darle todo ese batiburrillo que no lo dejaba pasar más de un segundo sin pensar en ella tenía un nombre y él, aunque era primerizo en estos menesteres, supo perfectamente de qué se trataba: estaba absoluta y totalmente enamorado de ella. Esa noche le había dicho que irían a cenar sin prisas y que ella podría elegir. Él esperaba que le dijese el nombre de alguno de los carísimos restaurantes a los que sin duda estaba acostumbrada, en lugar de eso le pidió volver al pequeño restaurante mexicano donde comenzaron su relación. A pesar de estar cerca de su casa, Lucas fue a recogerla y mientras salían del portal de la casa de Inés, ella se paró a saludar a un hombre de mediana edad. Haciendo gala de un sentido de la posesión que no sabía que poseía, Lucas se acercó a ella y la aferró de la cintura.
  • 3. - Juan Carlos, te presento a Lucas….mi novio. El hombre apretó la mano que un sonriente y feliz Lucas le tendía, ella lo había presentado como su novio y él acababa de descubrir lo mucho que le gustaba esa palabra. - ¡Vaya! Supongo que Ignacio no lo sabe ya que la última vez que lo vi me dijo que quería llamarte y… Toda la felicidad de Lucas se desvaneció de golpe y fue sustituida por una extraña rabia que le hizo exclamar con acritud: - Pues dígale si vuelve a verlo que se ahorre la llamada. Y sin importarle lo más mínimo lo grosero que pudiera parecer, dio un ligero tirón de Inés y se dirigió junto con ella a su coche. Todo el camino lo hicieron en silencio mientras ella miraba de reojo su perfil tenso. Inés tenía muy poca experiencia con los celos y la posesividad y por eso no sabía si alegrarse o preocuparse ya que una parte de ella temía que la escena que se había producido con Juan Carlos diera lugar a una de esas desagradables peleas que había tenido en el pasado con su ex marido. Hasta que no se hubieron sentado en una apartada mesa no se atrevió Inés a romper el mutismo en el que parecía haberse sumido Lucas. - Lucas…¿qué sucede? Él no le respondió, se limitó a mirarla con dureza y preguntó a su vez: - ¿Qué pasará si Ignacio vuelve a llamarte de nuevo para retomar vuestra relación? Durante unos segundos Inés se quedó atónita y no pudo responder. Luego, sin apenas pensar en lo que decía y dejándose llevar sólo por los sentimientos que el hombre que tenía frente a ella le inspiraba, contestó con vehemencia. - Lucas, jamás volveré con Ignacio. No hay nada que pueda hacer o decir que me haga cambiar de opinión. ¿No lo comprendes? ¡Estoy enamorada de ti! - Entonces ¿cuál es el problema entre nosotros? – Lucas se resistía a creer en sus palabras. Los celos al pensar que ella lo abandonara y volviera con su ex lo desgarraban y amenazaban su cordura.- ¿Por qué cuando te beso y te acaricio das marcha atrás?
  • 4. Inés se sentía físicamente enferma, no sólo por tener que enfrentarse a la posibilidad de confesarle lo que tanto la avergonzaba, si no también al comprender lo mucho que él estaba sufriendo en ese momento. - Lucas, yo…tengo miedo. - ¡¡¿Miedo?!! – él pronunció la palabra como si fuese algo prohibido - ¿Miedo de qué? ¿Acaso no confías en mi? ¿Sigues pensando que soy igual de hijo de puta que tu ex? - No es eso – ella trataba de hablar con calma a pesar de lo nerviosa que se sentía -, la verdad es que tengo muy poca experiencia y me asusta que me compares con las demás mujeres con las que has estado porque sé que yo saldré perdiendo. Luego te aburrirás y… Lucas la miraba atónito y sin poder contenerse se levantó y se sentó junto a ella a la vez que tomaba su cara entre las manos y la miraba con fiereza y ternura a los ojos. - Si supieras lo mucho que te deseo, lo que realmente siento por ti, no se te ocurrirían esas ideas tan absurdas. El simple pensamiento de estar contigo, dentro de ti, ya me parece mucho más placentero y excitante que cualquier otra experiencia que haya podido tener antes. Sin reparar en las miradas de reojo que les lanzaban Lucas bajó la cabeza y la besó con tanto ardor que ella sintió cómo sus piernas temblaban de pura excitación. - ¿Me dejaras que te demuestre cómo puede ser entre nosotros? Ella no podía hablar, se sentía intensamente emocionada. Aún así, asintió con la cabeza a la vez que una tímida sonrisa se dibujaba en sus labios. 