1. Los días que siguieron a la desagradable escena en casa de Lucas los pasó
sumida en la incertidumbre. Por una parte deseaba no volver a verlo más,
abandonar el trabajo y tratar de continuar con su vida como había sido
antes…., pero pensar en esta posibilidad le suponía poco consuelo. A pesar
de los altibajos emocionales que estaba experimentando y de la intensa
atracción que sentía hacia Lucas, en las semanas que llevaba trabajando con
él se había sentido más realizada y viva que en los últimos años. Por otra
parte, y a pesar de lo dolida que se había sentido cuando él la había
insultado, lo cierto es que podía llegar a comprenderlo. Estaba segura de que
ella se había mostrado receptiva, aún se ruborizaba al recordar cómo lo
había mirado al entrar; sin duda Lucas estaba acostumbrado a reconocer la
admiración en los ojos femeninos.
Tras varios días de dudas decidió continuar adelante; ahora sólo le quedaba
esperar la llamada de él confirmándole el día en que volver a verse para ir de
compras. Tal vez todas sus incertidumbres fuesen en vano si él decidía
prescindir de sus servicios, aunque algo le decía que no era ese tipo de
hombres que aprovecha su poder para resarcirse.
La secretaria de Lucas la llamó al día siguiente. Esa misma tarde él tendría
un hueco y podrían verse. Inés se limitó a darle las gracias mientras los
nervios atenazaban su estómago. Durante el resto del día no pudo comer
nada y cuando llegó la hora de prepararse para marcharse se dio cuenta de
que se había esmerado mucho en su arreglo personal para parecerle
atractiva. “¡Dios mío Inés! ¿Qué estás haciendo?” Ni ella misma podía
entenderse. No quería iniciar una relación pero a la vez sentía el impulso de
gustarle y además ansiaba volver a verlo. Estaba jugando con fuego, lo
sabía, pero se dijo que si ambos se mantenían en el ámbito estrictamente
profesional no tendría nada que temer.
Lucas pareció haber leído sus pensamientos pues excepto un frío saludo y su
asentimiento o negación ante las prendas que ella le mostraba no hablaron
nada más. Para Inés fue un alivio que él no hiciese mención alguna a la
última vez que estuvieron juntos, pero por otra parte no pudo evitar sentirse
desilusionada por el evidente distanciamiento que él había interpuesto entre
2. ambos y con sorpresa se dio cuenta de que echaba de menos al hombre
cálido y cercano que había descubierto en él.
La tarde pasó entre ambos de una manera rutinaria y algo incómoda. Cuando
finalmente ella anunció que ya llevaban suficientes prendas para renovar su
guardarropa, Lucas no pudo evitar soltar un suspiro de alivio.
- ¡Uf! Necesito una cerveza….
- Yo también – una vez que la respuesta salió de su boca, Inés se quedó
mirándolo con los ojos abiertos por la impresión que sintió al oírse
decir esto.
Había estado toda la tarde tratando de evitar que su mirada resbalara sobre
el cuerpo de Lucas con la lujuria que sentía dibujada en ella. Cada vez que él
salía de un probador y le mostraba cómo le quedaban las camisas y los trajes
que ella había elegido para él, sentía deseos de abalanzarse sobre su
cuerpo y volver a desnudarlo de nuevo. Jamás habría pensado que dentro de
ella hubiese una mujer tan sensual como se sentía cuando estaba con Lucas,
y ahora, para colmo se había autoinvitado descaradamente a tomar una
cerveza. Desde luego si él la mandaba a la mierda se lo tendría bien
merecido.
Pero Lucas no hizo nada de eso. La miró con intensidad durante unos
segundos y luego murmuró:
- Voy a pasar por mi casa a dejar todas estas bolsas; luego iré a cenar a
un mexicano que queda cerca, si te apetece….
Debía negarse, lo más seguro para ella y para la nueva mujer en la que
quería convertirse era decir que no y olvidarse de una vez por todas de la
intensa atracción que sentía hacia él, pero descubrió que no podía hacerlo,
que anhelaba volver a sentirse viva y segura junto a él. Podrían ser amigos
¿no?, trató de convencerse de que le valdría con eso.
- De acuerdo.
En el coche, ella le fue explicando que ahora le confeccionaría una lista en la
que le explicaría cómo combinar las camisas con las corbatas y los trajes que
habían comprado. Luego pasó a contarle que hacía muchísimo tiempo que
no comía en un mexicano y la enorme ilusión que le hacía.
Lucas escuchaba en silencio mientras trataba de comprender el extraño
3. hechizo que esa mujer había lanzado sobre él.
La semana anterior, cuando se fue, se había sentido más frustrado que jamás
en su vida y se había propuesto ignorarla desde ese momento, pero nada
más volver a verla el intenso deseo y la necesidad casi compulsiva de
acercarse a ella volvieron a acuciarle. No se comprendía a si mismo pues
jamás había tenido ninguna dificultad en olvidar a una mujer cuando así lo
había querido. Ahora, escuchándola, él no podía dejar de pensar que era la
mujer más interesante y atractiva que había conocido en su vida.
Durante la cena comenzó a relajarse. Había temido que ella fuese una
remilgada y lo mirara con desagrado cuando lo viera tomar su burrito con las
manos, pero lo cierto es que ella comió con la misma naturalidad que él. En
pocos minutos estuvieron hablando y riéndose con la misma soltura y
comodidad con que habían estado una semana atrás, antes de que ella se
marchase y lo dejara loco de deseo insatisfecho. En ese momento ella lo miró
con una sonrisa pícara pintada en sus ojos y alargó su mano.
- Tienes un poco de salsa aquí.
Antes de que pudiera tocar la comisura de sus labios, Lucas la agarró por la
muñeca, sin apretarla pero con firmeza.
- Inés ¿a qué estás jugando conmigo?
Ella dejó de sonreír poco a poco.
- No juego a nada Lucas, simplemente tienes un poco…
- Sabes que no me refiero a eso. Te pasas el día coqueteando conmigo,
mirándome como….como si desearas abalanzarte sobre mí y cuando
me acerco a ti, huyes. ¿Eres esa clase de mujer a la que le gusta
poner cachondos a los hombres? Porque si es así te advierto que….
- ¡¡¡No!!!! No es eso – su voz sonó angustiada porque descubrió que no
podía soportar que Lucas pensara tan mal de ella -. Lo cierto es que
me siento muy a gusto contigo…
- ¿Pero?
Inés se dio cuenta de que debía decidir si abrir su corazón a este hombre o
no. Si se decidía por esto último debía dejar de verle porque se daba cuenta
de que su voluntad flaqueaba cuando de él se trataba. Con sorpresa
descubrió que a pesar de conocerlo de tan poco tiempo se sentía más segura
4. con él de lo que jamás se había sentido junto a Ignacio.
- Lucas, yo tuve una experiencia muy desagradable con mi ex marido.
Él hizo que me sintiera menospreciada, ignorada, ninguneada….me
costó muchísimo superar la depresión que su trato y su traición me
provocaron. Ignacio…se acostó con mi hermana, ¡en mi propia casa! –
al recordar esos terribles momentos Inés volvió a experimentar la
misma sensación de humillación y degradación; con horror se dio
cuenta de que comenzaba a sentir vergüenza y temió ver en los ojos
de Lucas el mismo menosprecio que Ignacio había mostrado hacia
ella. - Debes comprender que tengo miedo de volver a resultar herida.
- No me midas a mí por el mismo patrón con que mides a tu ex. – En
sus ojos encendidos Inés leyó sólo determinación-. Él fue un cabrón,
un cobarde y un estúpido. Yo no soy ninguna de esas cosas.
- Lucas pero hace tan poco tiempo que nos conocemos….
- Pero tú lo sientes igual que yo ¿verdad? Sientes que hay algo distinto
y muy fuerte que nos une, ¿no es así?
A su pesar, Inés asintió.
- Pues entonces vamos a darle una oportunidad a esto que sea que
está naciendo entre nosotros. Olvida tus prejuicios; también yo creí
que eras una estúpida y superficial niña bien y me he encontrado con
que eres la mujer más fascinante y atractiva que he conocido jamás.
Inés se sonrojó y entonces él, por encima de la mesa la tomó del cuello y la
acercó hasta su boca, donde la besó acariciándola suavemente con la
lengua. El cuerpo de Inés se encendió como la noche que el rayo ilumina e
ignorando el lugar en el que se encontraban respondió a su beso con todo el
fuego y la pasión que sentía hacia él.