1. UNIVERSIDAD LOS ÁNGELES DE CHIMBOTE
CURSO DE DIDÁCTICA III: RESPONSABILIDAD SOCIAL
DEPARTAMENTO ACADÉMICO DE RESPONSABILIDAD SOCIAL
SESIÓN 1
¿TENEMOS NECESIDAD DE ÉTICA?
1. Necesidad de una “ética de tercera generación” para pensar el deber de
sostenibilidad
2. Limites del enfoque de la ética social y los derechos humanos modernos.
3. Las exigencias éticas y filosóficas de la ética de tercera generación.
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1. Necesidad de una “ética de tercera generación” para pensar el
deber de sostenibilidad1
Ahora bien, al obligarnos a cuidar no sólo nuestras intenciones y acciones, sino también
los impactos y efectos colaterales a futuro de nuestras acciones, una ética de la
sostenibilidad adquiere características diferentes, que la aleja de las éticas tradicionales,
e incluso, según parece, del enfoque de los Derechos Humanos.
Si las condiciones de nuestra residencia en el mundo han cambiado radicalmente desde
que podemos, con una sola acción humana (la de desencadenar una guerra nuclear),
suprimir toda posibilidad de acción humana futura, (¡siendo los pulpos y las cucarachas
nuestros probables descendientes en este caso!), la problemática ética central que puede
expresarse en la pregunta:quot;¿cómo debemos residir en el mundo?quot; tiene que ser
redefinida de modo complejo. Esto para que podamos asumir y responsabilizarnos por
estas nuevas condiciones de residencia. Esta afirmación vale tanto para el riesgo nuclear
como para el riesgo ecológico y aquel de las manipulaciones genéticas.
Nuestra tesis es la siguiente: a lo que asistimos (y deberíamos promover) actualmente,
es a una complejización de la problemática ética mundial en términos de
quot;sostenibilidadquot;, lo que podríamos llamar una Ética de tercera generación.
De modo muy esquemático, podríamos visualizar la evolución siguiente:
La primera generación de ética designa a la Ética personal: corresponde a la era
religiosa en el marco de las sociedades tradicionales y las relaciones de proximidad (el
encuentro cara a cara con mi prójimo). Aquí la problemática es de distinguir entre el
Bien y el Mal desde las intenciones personales y las acciones que afectan
inmediatamente a mi prójimo.
La segunda generación de ética designa a la Ética social: corresponde a la época
moderna, el siglo de las Luces, el auge del Sujeto, la Ciudadanía y los Derechos
Humanos. A la perspectiva del Bien y el Mal se agrega la de la Justicia y la Injusticia
en el marco de las estructuras sociales del Estado Nación. Se define lo justo en relación
con los derechos universales de cada persona, cuyo respeto define también el deber de
todos los demás. Son declaradas injustas las estructuras sociales que vulneran
sistemáticamente ciertos derechos de las personas.
La tercera generación ética designa a la Ética global: corresponde a la época de la
aldea global y la necesidad de tomar en cuenta los problemas globales y locales a la vez
del Planeta Tierra, con todos sus integrantes humanos y no humanos. A ambas
1
Estamos desarrollando actualmente las siguientes reflexiones acerca de una ética de tercera generación
en un blog dedicado a la Ética y la Responsabilidad Social Universitaria que se puede consultar en el
siguiente enlace: http://blog.pucp.edu.pe/eticaRSU
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perspectivas del Bien y la Justicia se le agrega aquella de la Sostenibilidad y la
Insostenibilidad.
Es obvio que un esclavista, aunque pueda tratarse de un amo “muy bueno” con sus
esclavos, sigue perpetuando un sistema injusto. Y es obvio que una sociedad que
funcionaría de modo justo e igualitario entre sus ciudadanos, pero gracias a un modo de
producción muy contaminante, o basado en la explotación de la mano de obra de otras
sociedades, no sería “sostenible”. Puedo ser bueno sin ser justo, y puedo ser bueno y
justo sin ser sostenible. Es por esta razón que debemos hoy combinar el triple enfoque:
ser bueno, justo y sostenible, si queremos estar a la altura de los desafíos que debemos
relevar en el mundo.
El esquema siguiente puede ayudar a visualizar el movimiento general de
complejización de la reflexión ética:
Etica global
Sostenibilidad /
Insostenibilidad
Etica social
Garantizar el
Justo / Injusto Desarrollo sostenible
de la
Afirmar los
Tierra Patria común
Derechos
Etica personal
Humanos
Bien / Mal Universales
ne
Purificar las
ció ente
a
lejiz ci
intenciones
mp ón cre
o
C aci
Problemática
gr
inte
del cara a cara
El contexto actual de la era tecnológica pone en peligro las condiciones de habitabilidad
misma del planeta, y esta situación nos pide complejizar la problemática ética,
introduciendo más allá del enfoque de la Bondad (tener buenas intenciones, evitar el
mal, hacer el bien, etc.) y de la Justicia (instituir sociedades equitativas, luchar contra
las injusticias estructurales, promover los Derechos Humanos para todos, etc.), un
enfoque de Sostenibilidad (gestionar los impactos de las acciones colectivas, controlar
los peligros de la tecnociencia, promover un Desarrollo Humano Sostenible, etc.).
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Las dos primeras generaciones de ética no nos facilitan el concepto de
“responsabilidad” que necesitamos:
Por ejemplo, desde el punto de vista de la Ética personal tradicional, la responsabilidad
está relacionada ante todo con las intenciones del agente, sus acciones y la calidad de su
voluntad. Por eso su tema principal es el amor al prójimo, la culpabilidad, el pecado, la
redención, y el esfuerzo virtuoso para lograr la purificación de las intenciones: la
voluntad determina el límite de la responsabilidad y lo involuntario el de la
irresponsabilidad. Por eso, desde el enfoque tradicional, “ser ético” significa tener una
Buena Voluntad y cumplir con actos bondadosos.
Desgraciadamente, este enfoque queda ciego a la problemática de los impactos globales
y los efectos colaterales no previstos de las acciones colectivas (por ser estos no
voluntarios). Luego, quien se queda en el paradigma de la Ética personal tradicional no
puede comprender como exigencia ética la “Gestión de Impactos” que, como lo
veremos más adelante, constituye sin embargo el eje central de la Responsabilidad
Social de las organizaciones.
Así, desde un enfoque ético de primera generación (que es el más difundido en América
Latina) se entenderá la ética de las organizaciones sólo en términos de filantropía y
beneficencia voluntaria de los dirigentes de las instituciones. El gasto en iniciativas de
beneficencia para personas necesitadas, será toda la estrategia institucional requerida.
De igual modo, se entenderá la formación universitaria socialmente responsable sólo en
términos de promoción del espíritu de solidaridad en los estudiantes a través de actos
filantrópicos. El enfoque académico y pedagógico se limitará al incentivo de la buena
voluntad, el despertar de las emociones positivas, a través del voluntariado. Multiplicar
las actividades bondadosas voluntarias desde la proyección social estudiantil será la
estrategia preferida, descuidando las competencias cognitivas del alumno y la estructura
curricular profesional. A duras penas se podrá evitar el peligro del asistencialismo y el
paternalismo en los proyectos emprendidos.
Ahora bien, ¿y qué pasa con la ética de “segunda generación”?
Cuando pasamos de la ética personal a la ética social, se amplia considerablemente el
campo de la responsabilidad. La ética personal, como se fundamenta en una
cosmovisión tradicional de tipo religioso, no puede reconocer que el mundo sea obra
humana, desde luego no reconoce responsabilidad más que en la pequeña esfera de los
actos individuales voluntarios de la persona. Así le toca a cada uno ser bueno, pero no
le toca influir sobre el Gran Ser en conjunto, frente al cual la ética tradicional nos
declara sin poder, luego sin responsabilidad.
El paso a la ética social en la era moderna es justamente aquel de la reivindicación
del poder humano sobre el Gran Todo, cuando ese quot;todoquot; es reconocido ya no como
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la Creación, sino como la Historia humana, que puede cambiar, que podemos cambiar,
luego de la cual somos responsables, y culpables de no querer mejorar. Cada quien es
responsable no sólo de sus acciones en su esfera privada, sino también de su
participación (o no) en la regeneración de la vida pública. Por eso, si la figura
emblemática de la ética personal tradicional es el santo, la de la ética social es el
militante, el ciudadano activo que se preocupa por las injusticias de su comunidad.
Así, la ética social nos conduce al reconocimiento de nuestra responsabilidad política
frente a las estructuras mismas de la morada común. Reconoce que somos responsables
de nuestro modo personal de habitar el mundo y también de las condiciones sociales de
habitabilidad del mundo. Por eso la ética social logra calificar al mundo mismo como
quot;justoquot; o quot;injustoquot; y le asigna un valor peculiar a la humanidad dentro del mundo:
aquel de los Derechos Humanos (la persona como fin en sí misma que tiene derechos).
Este valor es una exigencia, un deber que exige volverse un hecho. Cuando la
Declaración de los Derechos Humanos enuncia: quot;Todos los seres humanos nacen libres
e iguales en dignidad y derechosquot;, no dice que de hecho es así, pero proclama que
debemos cambiar las condiciones de habitabilidad del mundo hasta que sea así, hasta
que podamos garantizar que cada quien viva así, y es garantizado del reconocimiento de
vivir así por parte de todos los demás. Luego se postula que podemos cambiar el
mundo, y que debemos cambiarlo. Pero, debemos resaltar dos cosas acerca de la Ética
social de segunda generación:
1.Es obvio que la ética social depende de la cosmovisión moderna fundada en
la noción de Sujeto, luego en la presuposición que el mundo es quot;objetoquot; para
ese Sujeto, que tiene preeminencia y poder sobre él. El mundo, desde la época
moderna, es reconocido como quot;a disposiciónquot; del ser humano. Por eso, los 4
últimos siglos fueron principalmente un enorme esfuerzo histórico para poner el
mundo a nuestra disposición, controlarlo, cambiarlo, construir y reconstruirlo,
hasta disponer de él por control remoto. Y cuando el control es total, la
responsabilidad es total. Revoluciones industriales, tecnológicas y políticas son
el pan cotidiano de la ética social moderna.
2.La ética social es una ética universalista por definición. Se afirma como una
ética para todos, exigible para todos. Como bien lo dice Sartre: quot;porque no
puedo ser libre si todos no lo sonquot;. Al extraer la problemática ética del mero
ámbito de la esfera personal para considerarla en el mundo, la ética social se
construye y exige entre nosotros. Como tal, es de esencia jurídica y su
encarnación es la ley humana (nomos) que todos los humanos se dan juntos
(Contrato Social) para estar todos igualmente sometidos a ella. El carácter
universalista de la ética social moderna explica su dinamismo crítico y
dialéctico. Cada vez que se puede sospechar que los mismos Derechos Humanos
no tienen el grado de universalidad suficiente, se denuncia el hecho, y se trata de
redefinirlos de modo más abarcativo: de los derechos del burgués a los derechos
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de los proletarios, de los derechos del hombre a los de la mujer, de los derechos
de la mayoría a los de la minoría, de los derechos de los occidentales a los
derechos de los marginados por el desarrollo occidental, de los derechos de los
meros individuos a los de las comunidades culturales, y finalmente la búsqueda
de abarcar a todos los olvidados y vulnerables posibles: minorías étnicas y
sexuales, niños, generaciones futuras, animales, etc.)
Ahora bien, la pregunta es de saber si esta ética social moderna basada en los Derechos
Humanos (que hemos llamado quot;ética de segunda generaciónquot;) basta para entender y
aplicar los deberes de la ética de la sostenibilidad y las herramientas de Responsabilidad
Social en las Organizaciones o si se necesita una ética de quot;tercera generaciónquot;, más
compleja, basada en otro paradigma que el jurídico, para comprender y operar nuestros
nuevo deberes en la morada común que es la comunidad terrestre como dice la Carta de
la Tierra.
La ética social tiene puntos a su favor: sirve muy bien para encontrar nuestra
responsabilidad por el conjunto, no sólo por nuestras acciones inmediatas. Sirve bien
para hacer funcionar el mecanismo de los llamados “stakeholders” (las partes
interesadas y/o afectadas por el desempeño de la organización) en los procesos de
gerencia de la Responsabilidad Social de las instituciones. Incluso sirve para atribuirles
derechos a los afectados no presentes (las generaciones futuras pueden tener “derechos
humanos”).
Sin embargo, nuestra hipótesis (evidentemente debatible) es que este enfoque social,
ciudadano, de derechos humanos, moderno, que llamamos ética de segunda generación,
tiene límites. No nos parece lo suficientemente consistente y complejo para relevar las
exigencias de la Gestión Socialmente Responsable de nuestras organizaciones y nuestro
mundo en el siglo XXI. Pensamos que sus limitaciones no son sólo históricas (ligadas a
su nacimiento durante la época de la Ilustración, la ciencia newtoniana, la primera
revolución industrial, la filosofía del siglo XVIII y la de Kant) sino consubstanciales. Si
es así, el enfoque de los Derechos Humanos necesitaría ser complementado
(complejizado) por nuevos aportes. Veamos a continuación este tema.
2. Límites del enfoque de la ética social y los derechos humanos
modernos
La pregunta puede enunciarse así: ¿Si el mundo fuese totalmente quot;justoquot;, sería
también totalmente quot;sosteniblequot;? ¿La justicia total, el reino de los Derechos de todos
en una sociedad sin explotación, garantizaría la sostenibilidad temporal y ecológica de
la morada común (la Tierra Patria) o bien hay algo en la exigencia ética de
sostenibilidad que la exigencia ética de justicia no abarca, no contempla ni resuelve?
Volvamos a los inicios del presente Módulo y la problemática de la huella ecológica.
Recordemos cómo nos demuestra que las sociedades democráticas con bienestar social
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de los países del norte de Europa -líderes en el Índice de Desarrollo Humano y la
Democracia- que podemos considerar como las más quot;éticasquot; (en el sentido de la ética
social), es decir las más justas, no son sin embargo sostenibles. Si todo el mundo
viviera como los europeos, se necesitaría varios planetas tierra para satisfacer todas las
necesidades de consumo... Desde luego, su quot;justicia socialquot; es en realidad una gran
injusticia eco- lógica (es decir injusticia frente a la casa común, la morada tierra).
¿Bastará introducir en la lista de los derechos humanos aquellos de las generaciones
futuras para arreglar el problema de la sostenibilidad de los modos de vida, dentro del
mismo enfoque de la ética social moderna, agregándole al respeto de los derechos
ajenos aquel de los niños por nacer en el futuro? Lo dudamos. Creemos que debemos
ingresar en otro tipo de lógica, reflexionando acerca de los límites del enfoque de la
ética social moderna.
¿Qué se le puede quot;reprocharquot; al enfoque de los Derechos Humanos en relación con la
problemática de la sostenibilidad y la Responsabilidad Social de las Organizaciones2
como para justificar el paso a otro nivel de Ética (a otra “generación” como decimos)?
Nos parece que la Ética social, que reina desde el siglo XVIII sobre los destinos de la
justicia entre los seres humanos, y regula el actual marco filosófico de las instancias
internacionales de paz entre las naciones, sufre básicamente de dos limitaciones:
a.Es una ética centrada en la relación jurídica entre sujetos de derecho.
Reflexiona básicamente el binomio Derechos/Deberes desde la lógica siguiente: En
el espacio social, es justo que todos los sujetos estén sometidos a las mismas leyes
universales que garanticen sus derechos. Que un individuo A quot;tenga derechosquot;
significa que todos los demás individuos están sometidos a una misma coacción (un
mismo deber): el respeto a los derechos de A. En ese sentido, mi derecho es
equivalente al deber de todos los demás, que la ley garantiza. Tengo deberes frente
a todos los que tienen derechos, tengo derechos frente a todos los demás que tienen
el deber de respetar mis derechos. A partir de esta equivalencia y reciprocidad
fundamental entre derechos y deberes, la Ética social rehúsa obviamente los
privilegios (que alguien tenga derechos que los demás no tienen) y la impunidad
(que alguien no reciba sanción por no acatar los mismos deberes que los demás sí
acatan) como lo más injusto que se pueda imaginar. Así, ella promueve tres valores
fundamentales: la Libertad (como la capacidad de tener derechos), la Igualdad
jurídica (como igualdad de condición de todos frente a la ley) y la Seguridad
jurídica (como garantía de que la ley reine constantemente y se vigile el respeto de
los derechos de todos).
Ahora bien, ¿dónde está la limitación de esta perspectiva? Está en el hecho de
definir al sujeto de la ética social estrictamente en términos de individuo-
humano-libre-e-igual-a-los-demás-en-cuanto-a-derechos-y-deberes. La
2
Precisaremos lo que significa esta última en el Módulo siguiente.
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llamada quot;ética del cuidadoquot; (Ethics of care) ya ha criticado con razón los límites
de esta lógica basada en la mera simetría de poderes y derechos/deberes entre
las personas3. Esta simetría tiende a excluir aquellos seres que no pueden tener
poderes, o no pueden tener derechos, o no pueden ejercitarlos -como por
ejemplo los animales y las plantas; los humanos en situación de dependencia
total frente a los demás: bebés, enfermos, ancianos, etc.; o las generaciones
futuras.
En términos de responsabilidad, el problema es el siguiente: A la ética social le
es muy difícil entender una relación de obligación de uno para con seres no
susceptibles de tener derechos o ejercitarlos. Esta es la razón filosófica
esencial por la cual nuestro actual paradigma de justicia basado en los Derechos
Humanos, con todo el bien que ha aportado y que seguirá aportando a la
humanidad, no logra ocuparse adecuadamente de los problemas ecológicos o de
las manipulaciones genéticas, etc. El subterfugio, por ejemplo, de darle
quot;derechosquot; a la naturaleza (para poder protegerla) a través de la visualización de
un sujeto de derecho encarnado en las quot;generaciones futurasquot;, es característico
de un enfoque que no puede imaginar un deber sin un derecho, una
responsabilidad sin alguien a quien responder, una exigencia ética sin un
“rostro” para llamarla (Levinas).4
b.Pero la segunda limitación de la Ética social es, en la práctica, más dañina: Es una
ética que promueve la quot;igualaciónquot; de las condiciones de vida entre todos. Los
pobres deben de tener derecho a las mismas facilidades, en cuanto a las necesidades
básicas, que los ricos (no debe haber privilegios injustos). Es injusto que los ricos
tengan condiciones de vida demasiado superiores a las de los pobres, que pongan en
peligro la dignidad y bienestar de estos. Luego, en el transcurso de los últimos
siglos, los representantes de la Ética social (en general de Izquierda) se han asociado
sin querer con sus enemigos (la Derecha conservadora de los privilegios adquiridos)
para promover quot;el Progresoquot;. Claro está: el afán de quot;justicia socialquot; no puede sino
promover el crecimiento económico y social exponencial, puesto que para hacer a
los pobres más ricos, esto pasa generalmente por hacer a los ricos más ricos. Y es de
notar la bella unanimidad entre socialistas (Marx) y liberales (Smith) para elogiar el
valor del Trabajo y la transformación y explotación de la naturaleza por el hombre.
Pero esta lógica de la justicia igualadora conduce finalmente a la
insostenibilidad del sistema entero. Históricamente, así ocurrió: los regímenes
comunistas son tan o quizás más destructores del medio ambiente como los
3
Ver por ejemplo, desde una perspectiva de género y pensamiento complejo, el excelente artículo: Del
Miedo a la Diversidad a la Ética del Cuidado: Una Perspectiva de Género, de COMINS MINGOL Irene,
in Convergencia, septiembre-diciembre 2003, núm. 33, pp 97-122. Disponible en:
http://convergencia.uaemex.mx/rev33/33pdf/4_irene_comins.pdf
4
Y sin embargo, nuestros deberes de sostenibilidad son deberes frente a seres sin rostros (el ciclo del
agua o aquel del carbono por ejemplo), seres radicalmente no sujetos en términos modernos.
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regímenes capitalistas. Ambos se armonizan con una desconcertante facilidad
para entonar el mismo coro: quot;Fiat iustitia pereat mundusquot; (Qué venga la justicia,
aunque perezca el mundo). Hoy en día, China y Estados Unidos, cada uno desde
su propia ideología, están totalmente de acuerdo sobre quizás un solo punto: la
explotación máxima de los recursos naturales con fines económicos y de poder.
La ceguera de la izquierda a la problemática de la sostenibilidad constituyó sin
duda su mayor derrota filosófica en el siglo XX, razón por la cual los
movimientos políticos “verdes” se han alejado de los partidos izquierdistas
clásicos. Y es de notar cómo en nuestros países latinoamericanos, muy imbuidos
de las corrientes de pensamiento izquierdistas, ni siquiera existen partidos
políticos ecologistas que participen de las elecciones nacionales.
No queremos decir con esto que el enfoque de justicia social basado en los Derechos
Humanos sea de por sí quot;insosteniblequot; y ecológicamente peligroso, como si teóricamente
la justicia no fuera posible sin acabar con el planeta. Por supuesto que Justicia y
Sostenibilidad son a priori compatibles y deben ser compatibilizadas, como la misma
Carta de la Tierra lo exige.
Lo que sí queremos resaltar es que esta concepción ética y jurídica moderna (de segunda
generación) se apoya en un concepto de Sujeto moderno mal concebido: se trata de
un Sujeto aislado de su contexto, separado de él; un sujeto “autónomo” pero de modo
abstracto, sin cuerpo, demasiado estrechamente humano y mental. Se trata de un Sujeto
quot;cartesianoquot;, una mera quot;cosa que piensaquot;, lejos de la “cosa extensa”, es decir el mundo.
¿En qué piensa? En sus derechos y los de las cosas semejantes a él (los demás sujetos),
pero sin visión ni cuidado por el Todo del cual no se siente parte, luego frente al cual
no se siente responsable. Un sujeto quot;destejidoquot;, simplificado, (complejo: complexus,
significa: quot;tejido juntosquot;, quot;entretejidoquot;).
Pensamos posible y necesario un camino que vaya de la Justicia a la Sostenibilidad,
que nos permita transitar libremente entre la Democracia y los Derechos Humanos por
una parte, y la Responsabilidad global por la trama compleja de la Tierra Patria por otra
parte (tengamos mucho cuidado con un quot;ecologismoquot; seducido por la antropofobia, y
que podría derivar rápidamente en un totalitarismo higienista, como es el caso de la
Deep Ecology). Pero este camino pedirá la crítica y superación del sujeto moderno
aislado, propiamente des-ubicado y orgullosamente dominante (quot;maître et possesseur
de la naturequot; [amo y dueño de la naturaleza] decía Descartes)5.
5
Hemos desarrollado este aspecto en nuestro blog de Etica y Responsabilidad Social Universitaria en dos
artículos: “Del Desarraigo del Sujeto moderno al Guardián de la Tierra: Mitakuye oyasin”:
http://blog.pucp.edu.pe/item/6075, y: “Pienso, luego habito mi Planeta”:
http://blog.pucp.edu.pe/item/6343 . Nos ha conducido a una crítica del sujeto moderno cartesiano y
al reconocer una definición del sujeto perteneciente a la tradición del pensamiento amerindio, que no
separa el individuo de todas sus relaciones (humanas y no humanas) que hacen posibles su vida personal.
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Esto significará la re-ligación del ser humano sujeto de derechos con la trama
compleja global. Nuestra Ética global de tercera generación alcanza aquí su definición
y desafío: ser una ética que no niegue los aportes de las otras anteriores (la ética del
Bien y la de la Justicia), pero que sepa asumirlos dentro de condiciones de residencia
mundanal más complejas, responsables y armoniosas, lejos de los delirios de Dios y del
Progreso, una ética que sepa quot;morar en este mundoquot;, y no trate de domeñarlo o adular a
otro.
3. Las exigencias éticas y filosóficas de la Ética de tercera generación
Después de haber analizado los límites de la ética de primera generación (basada en la
bondad de la relación interpersonal) y los de la ética de segunda generación (basada en
la justicia de la estructura social gracias al reconocimiento de los derechos de todas las
personas), y situado la raíz del problema de insostenibilidad de nuestra sociedad en la
mala representación que el sujeto moderno se hace de sí mismo como de un ser
separado de su propio planeta, podemos ahora esbozar los grandes rasgos de una ética
de tercera generación, tal como la necesitamos hoy en nuestra época de globalización.
1)La ética de tercera generación es más compleja que las anteriores: tiene que
integrar la Bondad y la Justicia dentro de la perspectiva de la Sostenibilidad.
Su meta es hacer sostenible la residencia de los seres humanos, y por lo tanto
justa y buena (porque la injusticia y la maldad son insostenibles). Por eso, pretende
enriquecer y complejizar las otras dos generaciones de ética sin perder nada de lo
que ellas aportaban al mundo. No sirve ser solamente “buena gente” en forma
personal y luchar por la igualdad de condición entre todos los miembros de la
sociedad humana, si no se respeta las condiciones de habitabilidad del planeta, si no
se considera la sostenibilidad global de las condiciones de vida que se promueve
como buenas y justas. Por ejemplo, desde nuestra perspectiva, no puede ser ético
promover que todos los habitantes del planeta tengan acceso a un automóvil
personal, en las condiciones técnicas actuales del motor funcionando con energía
petrolera6. La ideología clásica del “Desarrollo” que incentiva que los pobres tengan
acceso a las mismas facilidades de vida que los actuales ricos, sustentándose en la
“equidad de oportunidades” como dogma pretendidamente indiscutible moralmente
(desde el punto de vista de la ética de 2da generación), esa ideología es en realidad
inmoral, porque quiere globalizar un modo de vida insostenible. Por eso, desde el
punto de vista de la ética de 3ra generación, la confusión de la noción de “progreso”
con aquella de bonanza económica para el mayor número de personas, dentro de las
condiciones actuales modernas de residencia, es justamente la culpable de la
insostenibilidad global de nuestra vida planetaria. El modo de vida en las actuales
naciones desarrolladas es “inmoral”, porque insostenible, y el camino es de buscar
6
La solución ética es obviamente que todos tengan acceso a medios de transporte limpios y sostenibles,
es decir que desaparezca a la brevedad el sistema actual de transporte automóvil dependiente del petróleo,
reemplazado por fuentes de energía renovables y menos contaminantes.
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un nuevo tipo de residencia planetaria que permita facilitar (a) la bondad de los
individuos (sostenibilidad emocional), (b) la justicia de las relaciones equitativas
(sostenibilidad económica y jurídico-política), y (c) la sostenibilidad global de los
efectos colaterales generados por la presencia de homo sapiens en la Tierra. Si
faltara uno de estos componentes, tememos que nuestro modelo de vida no nos
permita esperar un siglo XXII.
2)El sujeto de la ética de 3ra generación no es solamente una “buena voluntad”,
ni un mero “sujeto jurídico” políticamente comprometido con las injusticias de
su sociedad. Es TAMBIEN un ser en conexión íntima con todo y que reconoce
su vínculo y sus responsabilidades frente al gran Todo planetario y a cada
quien en él, no sólo frente al prójimo o al alter ego humano.
Por eso, este Sujeto ético debe de tener muy en claro los impactos de sus acciones y
la amplitud de su responsabilidad social y ambiental. Tiene visión sistémica de las
inter-retro-acciones del medio, según el principio de la “ecología de la acción” (E.
Morin), de las cuales toma conciencia como de sus propias acciones inmediatas. Es
decir que no le basta ocuparse de sus acciones personales o sus buenas intenciones,
investiga más bien permanentemente su influencia sobre los equilibrios globales, los
impactos colaterales de las acciones. La relación con la ciencia se vuelve paradójica:
La actividad científica es la primera sospechosa, acusada, pero también testiga
y rehabilitadora de los males del planeta. Por eso el tema del saber, de los
procesos que conducen al saber, de la agenda del saber, de la vigilancia del saber,
(quot;Saber lo que se piensa, pensar lo que se hacequot;, Castoriadis) es un tema central de
una ética de tercera generación, así como el tema de la Responsabilidad Social de
las Universidades (RSU) y de la ciencia en la época actual. La cuestión es de saber
si la enseñanza moral, en el sistema escolar y universitario actual, logra desarrollar
estas habilidades de conciencia y cuidado de los impactos colaterales de las
acciones, o si perdura en transmitir un modelo obsoleta de reflexión y sensibilidad
ética centrado en las buenas intenciones. Es muy posible que debamos emprender
una reforma radical de los currículos de “educación en valores” (o como se quiera
nombrarla) en los Colegios, Universidades y Escuelas profesionales, como parte de
la Responsabilidad Social que el sistema educativo debe de asumir frente a la época.
3)El Sujeto de la ética de 3ra generación teje otro tipo de vínculo emocional con
el mundo. Se reconcilia con él y rehúsa la mera relación objetivadora e
instrumental con el Planeta.7
Esta nueva ética nos pide de algún modo superar la relación asimétrica Sujeto-
Objeto. Lo que necesitamos pensar aquí, para complementar el estrecho punto de
vista de los derechos humanos por aquel de la sostenibilidad, es que si somos cada
uno quot;sujetoquot;, esto implica que el mundo no puede ser quot;objetoquot;, que la subjetividad
7
Entre tantos cambios, habría que descartar el uso del detestable vocablo “medioambiente” para designar
a nuestra residencia planetaria. Es como si llamáramos a nuestra familia “mediohumano circundante”.
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del ser humano implica el poder subjetivo de la naturaleza: el mundo, o más bien el
planeta, puede pensar y reflexionar, puesto que somos seres pensantes y
reflexionantes, siendo seres nacidos del planeta. Esta afirmación es quot;escandalosaquot;
sólo para el cartesiano moderno que no puede pensar el quot;pensarquot; fuera de la ruptura
total con quot;la materiaquot;. Pero no lo es para alguien que reconoce que hay saber en los
procesos naturales. La planta quot;sabequot; captar la energía del sol, el pájaro sabe hacer su
nido en círculo, y la naturaleza supo crear un ser inteligente capaz de reflexionar
todo esto. Que este saber sea inconsciente no disminuye su valor. Pensar el corolario
del sujeto en otros términos que el mero quot;objetoquot;, es éste el salto filosófico que
permite no oponer el sujeto de la moral con quot;el restoquot;, sin descentrar la ética de la
subjetividad humana, cosa que sería peligrosa y lógicamente improcedente, puesto
que somos los únicos seres del planeta que pueden exigirse a sí mismos adoptar otro
comportamiento, luego, los únicos seres sujetos de deberes éticos.
Desde la perspectiva de la sostenibilidad, no se puede definir al entorno del sujeto
humano como mero decorum a disposición de su voluntad soberana. Si aquí y ahora
hay un sujeto que piensa, es que aquel lugar es el lugar del sujeto, no un fondo
monócromo sobre el cual resalta, sino el lugar donde puede ser sujeto, la residencia
de la dignidad infinita del sujeto: la morada del sujeto; y la etimología del término
ethos refiere a la “morada”. Resaltar el origen etimológico de la ética como morada,
no significa sin embargo abandonarse al relativismo y/o el chauvinismo
comunitarista. Cuando la morada es toda la nave Tierra, en la cual estamos y somos
todos responsables de que se parezca más al Arca de Noe que al Titanic, el
relativismo local se confunde por completo con el universalismo global (de por sí la
oposición pierde sentido).
El ideal de ser humano de la ética de tercera generación no es ni el santo ni el
militante político, su ideal de ser humano es el Guardián amable y cariñoso de la
Tierra (toda la tierra, con gases, minerales, vegetales y animales incluidos). Como
tal, la ética de la sostenibilidad es una ética del cuidado, pero basada en principios
universales que ensanchan el imperativo categórico de Kant hasta el respeto de las
relaciones sistémicas globales que definen nuestra residencia planetaria.
CURSO VIRTUAL: GERENCIA DE CALIDAD/DARES/Versión 3
Marzo 2009