La palabra cero deriva del árabe al-sifr y esta a su vez del sánscrito sunya que significa “vacío”, pero no un vacío que sea igual a nada. Para el hinduismo, sunya es Brahman, el ser no manifestado, espíritu sin atributos, conciencia pura, sin relación sujeto objeto.
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El cero, simbolo de potencialidad
1. EL CERO, SIMBOLO DE POTENCIALIDAD
César de la Cerda.
Para el cálculo matemático, el cero es un signo de magnitud relativa que
implica la posible actualización de un número dígito cuando se sitúa al lado
derecho de cualquier número. Si al número 31, por ejemplo, se le suprime la
unidad, lo que se obtiene no es 3 sino 30, indicando el cero la posibilidad de
combinar el 3, como 30, con cualquiera de los 9 números dígitos. Careciendo de
valor propio y basado solo en su posición, el cero puede incrementar diez veces el
valor de cualquier número situándose a su derecha. Lo hará hasta el infinito con
solo aumentar el número de ceros. Pero del lado izquierdo la significación del cero
es nula: 01 es simplemente 1, independientemente de los ceros que se le
agreguen adelante. ¿Cómo se transforma el valor nulo del cero en su contrario?
Esto tiene lugar a través del desarrollo cíclico de la unidad, es decir, el ciclo de
manifestación diferencial representado por los números dígitos del 2 al 9. El cero
situado antes de la unidad en el principio (01) y el que encontramos después de
ella en el final (10), marcan los límites del espacio tiempo en el que la unidad
manifestada realiza su ciclo de transformación, su conversión a lo múltiple. El
número 101 lo representa en forma simbólica: expresa la potencialidad (0) de la
unidad para desdoblarse y nuevamente restituirse a sí misma (las dos unidades de
sus extremos). Multiplicado por sí mismo, este número pone de manifiesto dicha
potencialidad en el número 2 situado al centro: 101 x 101 = 10201. No es el
resultado como cantidad lo que es significativo aquí, sino el número palíndromo, o
sea la simetría especular que como puede constatarse se repite hasta la cuarta
potencia, un número de 9 términos, como los 9 dígitos de la serie natural:
104060401. El número de referencia (101) es un símbolo arquetípico de la unidad
que se extiende del 1 al 10. Si ahora se multiplica este número por otro de dos
cifras, se actualizará en este último una réplica de su desdoblamiento y restitución.
Por ejemplo: 101 x 23 = 2323, 101 x 48 = 4848, etc. En cantidades mayores
bastará con incrementar en igual proporción los ceros. El poder del cero para
revelar lo que en esencia es potencialmente cualquier número, sin importar su
magnitud, se manifiesta al elevar dicho número a la potencia cero. El resultado
será siempre la unidad, número absoluto contenido en todos los números. Prueba
así que todo lo existente y múltiple del mundo manifestado –en términos
simbólicos, por supuesto–, es en esencia una sola unidad (Universo: de unus: uno,
y de vertere: convertir, “conversión de la unidad en lo múltiple”).
La figura del cero como un círculo vacío expresa la delimitación de un espacio
en cuyo interior no existe forma alguna, una ausencia de toda cualidad (como el 0
a la izquierda), pero a la vez, la posibilidad para la manifestación de múltiples
formas (como el 0 a la derecha). El círculo vacío es equiparable al punto sin
2. dimensión, que inexistente en lo formal, contiene empero la potencialidad de todas
las formas dimensionales. Entre los pueblos de Oriente hay la creencia
generalizada en el origen del Universo a partir de un principio indiferenciado,
impersonal e indefinible, cuya naturaleza no puede ser determinada por ningún
atributo positivo. No obstante, contiene en su seno la potencialidad de todo lo
existente. Es el origen de toda realidad existencial, y paradójicamente, es en sí
mismo “inexistente” (de ex: fuera, y sistere o stare: mantenerse, establecerse). Es
lo no manifestado, aunque no necesariamente “nada”. La palabra cero deriva del
árabe al-sifr y esta a su vez del sánscrito sunya que significa “vacío”, pero no un
vacío que sea igual a nada. Para el hinduismo, sunya es Brahman, el ser no
manifestado, espíritu sin atributos, conciencia pura, sin relación sujeto objeto.
También para el budismo, sunya es el incognoscible, indiferenciado, autoluminoso
y eterno. No es una entidad real, pero todo subsiste por él (Dasgupta, S., A History
of Indian Philosophy, vol. I y III). Este primer origen anterior a todos es con
frecuencia representado por un Caos, el gran Caos que precede al desarrollo
cosmogónico en el que todo permanece indiferenciado, como el vacío primordial
de la antigüedad grecolatina en donde el orden (cosmos) no ha sido impuesto a
los elementos del mundo. Las analogías en torno a esta concepción relacionan
singularmente al pensamiento hindú con la filosofía taoísta china y también con
otras mitologías. Los cabalistas hebreos hablan de un dios trascendente e
incomprensible, el “antiguo de los antiguos”, llamado ain-soph (no-ser potencial).
Entre los babilonios es Apsú, dios de las tinieblas increadas anterior a todo
devenir, y en el Génesis bíblico, la tierra desordenada y vacía y las tinieblas sobre
el haz del abismo desde donde empieza el drama de la Creación. Los mayas
utilizaron el cero mil años antes que los europeos. Lo representaban como una
concha o caracol cuyo simbolismo uterino está relacionado con la vida prenatal
(véase el nacimiento de Afrodita de una concha en la célebre pintura de Botticelli).
En la mitología del Popol-Vuh, el cero es el momento del sacrificio del dios del
maíz que se sumerge en el río para luego resucitar, subir al cielo y convertirse en
sol. Kant utilizó este mismo concepto de potencialidad asociado al cero para
explicar el origen del mundo. Apoyándose en la Física de Newton, propuso la
hipótesis de la formación del universo a partir de una nebulosa original. Es la
primera cosmogonía científica y sirvió también a Laplace para explicar el origen de
nuestro sistema solar.
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