Proyecto imc y evaluacion postural primaria 2011 4ºaño_2 - copia
Jorge
1. Jorge:
Me pareció un relato impecable, un poco amargo, vivo, tal vez
autobiográfico.
Le aplico el adjetivo de “humano” en el sentido de que, a medida que
una entra en la mente del narrador, le provoca una especie de
sonrisa de empatía, al verlo concentrado, serio y anticuado.
Una especie de caballero anacrónico, tímido y gentil, pero muy
hombre (por aquello de “coto de caza”, “obtenida la presa”,
expresiones odiosas y machistas si las hay, pero que son
verdaderas)
También se ve que es y ha sido pulcro, coqueto y elegante.
Todos esos sabrosos detalles de la vestimenta y el cuidado personal
le dan un aire realista, no copiado ni calcado de ningún lado.
Si esto no lo viviste, al menos en parte, y sos capaz de recrearlo así,
reafirmo que sos un escritor famoso no reconocido; si los viviste,
también los sos porque no es nada fácil fotocopiarse uno mismo al
papel
Sigo: hay un momento en que una no puede sino largarse una
carcajadita y es cuando le pregunta a la chica empleada por la
etiqueta. ¡Qué gracioso! ¡Me imagino en detalle la actitud, la cara,
todo, de la moderna muchacha! Ja, ja
Ahí hay un choque de generaciones, de siglos, de eras, diría yo, ya
que son dos mundos tan cercanos como infinitamente lejanos, uno
del otro.
2. Por otro lado, el protagonista, así como se presenta, parece recién
sacado de la naftalina.
Siguen los detalles del cuidado personal de un hombre que, no le
quitan nada de su masculinidad, y lo hacen ver como un tipo
distinguido, una especie de gentleman porteño.
Van apareciendo más detalles de las huellas del tiempo en él: la
calva que antes fue una frondosa cabellera, el bastón, que si bien se
debe a un accidente, es otro símbolo de vejez; el hecho de que en
su tiempo, la música se difundía desde tocadiscos a púa, la
dispepsia, el audífono, la barriga.
Nuestro caballero está remendado por varios sitios, por lo que se ve,
pero una puede imaginárselo aún apuesto, aún digno.
El encuentro con la desconocida que no lo es al fin, y que fue una
bella mujer en su juventud, marca todo un momento en el relato.
Es la mirada que tenemos sobre nuestros contemporáneos cuando
ha pasado mucho tiempo: vemos su decrepitud y no la nuestra.
Siempre abrigamos la esperanza de no estar tan viejos y
deteriorados como ellos.
El final, circular y melancólico, muestra a un hombre solitario, un
poco amargado que saca en conclusión que, al menos, no se quedó
grotescamente congelado en los años “de la alegre juventud”, como
les ha sucedido a sus conocidos de entonces.