Este documento resume los principales elementos del género narrativo. Explica que la narrativa se caracteriza por relatar historias ficticias que toman modelos del mundo real. Describe que los elementos clave de una narración son la historia, los personajes, el tiempo y el espacio donde ocurren los hechos. También analiza los diferentes tipos de narrador y tiempos verbales usados en la narración. Finalmente, menciona algunos subgéneros narrativos como el poema épico, el romance, la fábula, el cuento y la novela.
2. GÉNERO NARRATIVO
Subgéneros narrativos
Poema épico
Romance
Fábula
Cuento
Novela
Nivel de análisis del texto
narrativo
Historia (lo que se cuenta)
Discurso (cómo se cuenta)
Tiempos verbales de la
narración
Análisis de la historia
Acciones
Personajes
Tiempo
Espacio
Análisis del discurso
In media res
Analepsis
Prolepsis
Narrador
1ª persona (narrador personaje
o narrador protagonista)
2ª persona (difícil)
3ª persona (narrador-testigo o
narrador omnisciente)
Tipos de discurso (referencial,
descriptivo, poético, valorativo,
universal, etc)
3. Género narrativo. Características
Se caracteriza porque en él se relatan historias imaginarias o ficticias (sucesos o
acontecimientos) que constituyen una historia ajena a los sentimientos del
autor. Aunque sea imaginaria, la historia literaria toma sus modelos del mundo
real (función referencial). Esta relación entre imaginación y experiencia, entre
fantasía y vida es lo que le da un valor especial a la lectura.
El narrador es la persona que presenta la narración; él es el encargado de dar
a conocer el mundo imaginario al lector. Ese mundo está formado por
personajes que realizan acciones dentro de un espacio determinado y que
suceden dentro de unos límites temporales precisos (tiempo).
La diferencia fundamental entre el mundo real y el de la narración radica en el
hecho de que nuestro mundo es evidente, en cambio en una narración el
mundo es también artísticamente real, pero no existe verdadera y
exteriormente, sino que es creado a través del lenguaje (función poética); es
decir, el mundo narrativo es un mundo inventado. Este mundo creado está
formado por personajes, acontecimientos, lugar y tiempo en que suceden los
hechos
La modalidad discursiva predominante es la prosa, aunque en la épica
también se utilizó el verso (La Odisea, La Ilíada)
4. En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no
ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero,
adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más
vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los
sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los
domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della
concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus
pantuflos de lo mesmo, y los días de entresemana se honraba con su
vellorí de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los
cuarenta y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de
campo y plaza que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera.
Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años. Era de
complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y
amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de
«Quijada», o «Quesada», que en esto hay alguna diferencia en los
autores que deste caso escriben, aunque por conjeturas verisímiles se
deja entender que se llamaba «Quijana». Pero esto importa poco a
nuestro cuento: basta que en la narración dél no se salga un punto de
la verdad.
5. Poema épico
Narración extensa, en verso, que aborda la historia de un héroe unida al
destino de su pueblo. Se caracteriza por el empleo del verso de arte mayor y
de frases hechas (epítetos épicos: el que en buena hora ciñó espada, el buen
Campeador, mi señor natural, burgalés de pro…) para describir a los personajes
Poema de Mío Cid (s. XIII, anónimo) aquí
Con sus ojos muy grandemente llorando
tornaba la cabeza y estábalos mirando:
vio las puertas abiertas, los postigos sin candado,
las perchas vacías sin pieles y sin mantos
y sin halcones y sin azores mudados.
Suspiró mío Cid triste y apesadumbrado.
Habló mío Cid y dijo resignado:
«¡Loor a ti, señor Padre, que estás en lo alto!
Esto me han urdido mis enemigos malos».
6. Romance
Composición breve en versos octosílabos (pueden aparecen otros:
hexasílabos, heptasílabos…) con rima asonante en los pares.
Clasificación de los romances: novelescos, históricos, fronterizos, poéticos…
Romancero viejo aquí.
7.
8. Fábula
Narración breve, en prosa o en verso, cuya intención es didáctica:
pretende enseñar o adoctrinar ideológicamente por medio de una
moraleja.
Uno de los autores más conocidos es Félix María de Samaniego (aquí)
Aparecen en el Libro de buen amor
de Juan Ruiz (Arcipreste de Hita). Aquí.
Matrimonio incauto
La lechera
9. Cuento
Narración breve, en prosa, que presenta una situación de conflicto. Suele
desarrollarse en un espacio y un tiempo único, con personajes arquetípicos
o con poco desarrollo psicológico.
Grandes autores de cuentos son: don Juan Manuel, Edgar Allan Poe,
Robert Louis Stevenson, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Leopoldo Alas
(«Clarín»), Roberto Bolaño, Antón Chéjov…
Podemos encontrar relatos (o cuentos) de extensión muy diferente.
El cuento más breve del mundo es del guatemalteco Augusto Monterroso:
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
10. Niveles de análisis del texto narrativo
HISTORIA: lo que se cuenta
DISCURSO: cómo se cuenta
TIEMPOS VERBALES:
El pretérito imperfecto es el tiempo que se utiliza para describir a los personajes y
para mostrar situaciones que se presentan en su duración:
El mar entero era un gemido y una ráfaga y volantes de olas y yo atrapado y
arrojado, y atrapado, escupido y engullido y abrazado a mi tablón. Todo estaba
negro, el mar y la noche, y el Cristina hundido, y los gritos de los que morían en el
agua ya no se escuchaban [...] y entonces, con todas aquellas nubes encima, me
sentí chupado hasta muy adentro, más adentro que las otras veces. Descendía,
entre remolinos y peces alarmados que me rozaban las mejillas [...] y cuando el
agua se calmó y fue bajando poco a poco, la cola de un pescado más grande
que los demás me golpeó en la pierna [...] Cuando intenté levantarme para andar
por el suelo, resbalaba, y aunque ya me figuraba dónde estaba […] (fragmento de
Mi Cristina, de Mercè Rodoreda)
11. Melquíades [...] era un hombre lúgubre,
envuelto en un aura triste, con una mirada
asiática que parecía conocer el otro lado
de las cosas. Usaba un sombrero grande y
negro, como las alas extendidas de un
cuervo, y un chaleco de terciopelo
patinado por el verdín de los siglos. Pero a
pesar de su inmensa sabiduría y de su
ámbito misterioso, tenía un peso humano,
una condición terrestre que lo mantenía
enredado en los minúsculos problemas de
la vida cotidiana. Se quejaba de
dolencias de viejo, sufría por los más
insignificantes percances económicos y
había dejado de reír desde hacía mucho
tiempo, porque el escorbuto le había
arrancado los dientes. (Gabriel García
Márquez, Cien años de soledad)
12. El pretérito perfecto simple o pretérito indefinido es el tiempo verbal
que se usa para presentar los hechos en un punto del pasado. En la
narrativa, los verbos conjugados en este tiempo son los que hacen
avanzar la acción:
La pasión súbita de Luisa Villaamil fue tan semejante a la de
Julieta, que al día siguiente de hablarle por primera vez no habría
vacilado en huir con Víctor de la casa paterna, si él se lo hubiera
propuesto. Siguieron al flechazo unos amoríos furibundos. Luisa
perdió el sueño y el apetito. Había carteo dos o tres veces al día y
telégrafos a todas horas. Por la noche espiaban la coyuntura de
verse a solas, aunque fuese breves momentos. La enamorada
chica contaba sus tristezas y sus alegrones a la luna, a las estrellas,
al gato, al jilguero, a Dios y a la Virgen. Los amantes, guiados por la
perspicacia defensiva que el amor, como todo gran sentimiento,
lleva en sí, olfatearon el peligro, y ante el enemigo se juraron
fidelidad eterna […] (Benito Pérez Galdós, Miau)
15. PRIMERA PERSONA (PROTAGONISTA)
Yo por bien tengo que cosas tan señaladas, y por ventura nunca oídas ni
vistas, vengan a noticia de muchos y no se entierren en la sepultura del
olvido, pues podría ser que alguno que las lea halle algo que le agrade, y, a
los que no ahondaren tanto, los deleite. Y a este propósito dice Plinio que no
hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena; mayormente
que los gustos no son todos unos, mas lo que uno no come, otro se pierde por
ello. Y así vemos cosas tenidas en poco de algunos, que de otros no lo son. Y
esto para que ninguna cosa se debería romper ni echar a mal, si muy
detestable no fuese, sino que a todos se comunicase, mayormente siendo sin
perjuicio y pudiendo sacar de ella algún fruto. Porque, si así no fuese, muy
pocos escribirían para uno solo, pues no se hace sin trabajo, y quieren, ya que
lo pasan, ser recompensados, no con dineros, mas con que vean y lean sus
obras y, si hay de qué, se las alaben. Y, a este propósito, dice Tulio: «La honra
cría las artes».
Lazarillo de Tormes, anónimo (1554)
16. PRIMERA PERSONA (personaje o narrador
testigo)
Quisiera no haberle visto más que las manos, me hubiera bastado
verlas cuando le di el cambio de los cien pesos y los dedos apretaron
los billetes, trataron de acomodarlos y, en seguida, resolviéndose,
hicieron una pelota achatada y la escondieron con pudor en un
bolsillo del saco; me hubieran bastado aquellos movimientos sobre la
madera llena de tajos rellenados con grasa y mugre para saber que
no iba a curarse, que no conocía nada de donde sacar voluntad
para curarse
Juan Carlos Onetti, Los adioses
17. Segunda persona (muy difícil)
El narrador habla en 2ª persona o un tú autorreflexivo. Crea el efecto de estar
contándose la historia a sí mismo o a un yo desdoblado
tierra ingrata, entre todas espuria y mezquina, jamás volveré a ti : con los ojos
todavía cerrados, en la ubicuidad neblinosa del sueño, invisible por tanto y, no
obstante, sutilmente insinuada : en escorzo, lejana, pero identificable en los
menores detalles, dibujados ante ti, lo admites, con escrupulosidad casi
maniaca […]
la niebla parece abolir la distancia : el mar convertido en lago, unido tú a la
otra orilla como el feto al útero sangriento de la madre, el cordón umbilical
entre los dos como una larga y ondulante serpentina : la angustia te invade
[…]
y, desde la rauda embarcación de Tariq, pondrás pie en el funesto país y
asumirás la dirección general de las operaciones
Juan Goytisolo, Reivindicación del conde don Julián
18. Tercera persona (la más utilizada)
OBJETIVO (el narrador actúa como una cámara: cuenta única y
exclusivamente lo que ve)
Terminó de pasar el mercancías y apareció todo el grupo de
bicicletas, al otro lado del paso a nivel. Paulina, al verlos se puso a
gritarles, agitando la mano:
-¡Miguel!, ¡Alicia!, ¡Qué estamos aquí!
-Hola, niños, -contestaban de la otra parte-. ¿Nos habéis esperado
mucho rato?
Ya las barras del paso a nivel se levantaban lentamente. Los ciclistas
entraron en la vía, con las bicis cogidas del manillar.
-¡Y qué bien presumimos de moto !-dijo Miguel acercándose a Sebas y
a su novia.
Venían sudorosos. Las chicas traían pañuelos de colorines, como
Paulina, con los picos colgando. Ellos camisas blancas casi todos...
Rafael Sánchez Ferlosio, El Jarama
19. OMNISCIENTE (es el más utilizado porque permite una gran libertad a la hora de contar, puesto
que el narrador actúa como un dios, sabe todo de los personajes: lo que les pasa, lo que sueñan,
lo que sienten…)
Ana corrió con mucho cuidado las colgaduras granate, como si alguien pudiera verla desde el
tocador. Dejó caer con negligencia su bata azul con encajes crema, y apareció blanca toda, como
se la figuraba don Saturno poco antes de dormirse, pero mucho más hermosa que Bermúdez podía
representársela. Después de abandonar todas las prendas que no habían de acompañarla en el
lecho, quedó sobre la piel de tigre, hundiendo los pies desnudos, pequeños y rollizos en la espesura
de las manchas pardas. Un brazo desnudo se apoyaba en la cabeza algo inclinada, y el otro pendía
a lo largo del cuerpo, siguiendo la curva graciosa de la robusta cadera. Parecía una impúdica
modelo olvidada de sí misma en una postura académica impuesta por el artista. Jamás el Arcipreste,
ni confesor alguno había prohibido a la Regenta esta voluptuosidad de distender a sus solas los
entumecidos miembros y sentir el contacto del aire fresco por todo el cuerpo a la hora de acostarse.
Nunca había creído ella que tal abandono fuese materia de confesión.
Abrió el lecho. Sin mover los pies, dejose caer de bruces sobre aquella blandura suave con los brazos
tendidos. Apoyaba la mejilla en la sábana y tenía los ojos muy abiertos. La deleitaba aquel placer del
tacto que corría desde la cintura a las sienes.
-«¡Confesión general!» -estaba pensando-. Eso es la historia de toda la vida. Una lágrima asomó a sus
ojos, que eran garzos, y corrió hasta mojar la sábana.
Se acordó de que no había conocido a su madre. Tal vez de esta desgracia nacían sus mayores
pecados.
«Ni madre ni hijos».
Leopoldo Alas (Clarín), La Regenta
20. Analepsis
La analepsis es un recurso muy usado en narrativa. Consiste en interrumpir
la línea temporal de la narración para explicar hechos del pasado. La
interrupción puede tener una extensión menor o mayor. En inglés, flash
back.
Cuando intenté levantarme para andar por el suelo, resbalaba, y aunque ya
me figuraba dónde estaba, preferí no pensar, pues me acordé de lo que mi
madre me había dicho en su lecho de muerte. Yo estaba a su lado, muy
triste, y mi madre, que se ahogaba, tuvo fuerzas para levantarse de medio
cuerpo para arriba y con el brazo largo, largo y seco como un mango de
escoba, me pegó un tremendo guantazo y me gritó aunque apenas se la
entendía: ¡no pienses! Y murió.
Me agaché para tocar el suelo con las manos. Estaba resbaloso [...]
Mercé Rodoreda, Mi Cristina
21. Prolepsis
La prolepsis es un recurso narrativo que consiste en interrumpir la línea temporal de
la narración para darle a conocer al lector un hecho del futuro.
El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para
esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque
de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño,
pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros. «Siempre
soñaba con árboles», me dijo Plácida Linero, su madre, evocando 27 años después los
pormenores de aquel lunes ingrato. «La semana anterior había soñado que iba solo en
un avión de papel de estaño que volaba sin tropezar por entre los almendros», me dijo.
Tenía una reputación muy bien ganada de intérprete certera de los sueños ajenos,
siempre que se los contaran en ayunas, pero no había advertido ningún augurio
aciago en esos dos sueños de su hijo, ni en los otros sueños con árboles que él le había
contado en las mañanas que precedieron a su muerte.
Tampoco Santiago Nasar reconoció el presagio. Había dormido poco y mal, sin
quitarse la ropa, y despertó con dolor de cabeza y con un sedimento de estribo de
cobre en el paladar, y los interpretó como estragos naturales de la parranda de bodas
que se había prolongado hasta después de la medianoche. Más aún: las muchas
personas que encontró desde que salió de su casa a las 6.05 hasta que fue destazado
como un cerdo una hora después, lo recordaban un poco soñoliento pero de buen
humor, y a todos les comentó de un modo casual que era un día muy hermoso.
Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte anunciada
22. In media res (hacia la mitad de las cosas)
Consiste en comenzar una narración por la mitad de la historia en lugar de por su inicio,
esto es, comenzar el relato de los hechos mostrando a los personajes ya metidos en el
conflicto. Usar esta técnica nos permite un inicio de narración más dramático: el relato
comenzará con el protagonista ya enfrentado a su antagonismo, y con ello captaremos
el interés del lector desde el primer momento.
Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. Los mismos cueros
tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se
complace en variarnos como si fuésemos de cera y en destinarnos por sendas diferentes al
mismo fin: la muerte. Hay hombres a quienes se les ordena marchar por el camino de las
flores, y hombres a quienes se les manda tirar por el camino de los cardos y de las
chumberas. Aquellos gozan de un mirar sereno y al aroma de su felicidad sonríen con la
cara del inocente; estos otros sufren del sol violento de la llanura y arrugan el ceño como
las alimañas por defenderse. Hay mucha diferencia entre adornarse las carnes con arrebol
y colonia, y hacerlo con tatuajes que después nadie ha de borrar ya. Nací hace ya muchos
años -lo menos cincuenta y cinco- en un pueblo perdido por la provincia de Badajoz; el
pueblo estaba a unas dos leguas de Almendralejo, agachado sobre una carretera lisa y
larga como un día sin pan, lisa y larga como los días -de una lisura y una largura como
usted para su bien, no puede ni figurarse- de un condenado a muerte.
Camilo José Cela, La familia de Pascual Duarte