La ciudad-estado griega o polis se construía en lugares altos para defenderse, con buen acceso al mar y en entornos naturales considerados bellos. La polis contaba con una acrópolis amurallada sobre una colina con templos, un ágora o plaza pública para asambleas y comercio rodeada de edificios oficiales y privados. La decoración incluía mosaicos con escenas cotidianas o mitológicas y pinturas que representaban mitos, leyendas e historias usando una paleta limitada de colores.