1. Estudio Biblico
Lección 2
UNA PAREJA EN UN HUERTO
Génesis cap. 2
El reposo de Dios (2:2-3)
La palabra «reposo» aquí es la indicación de que Dios estaba satisfecho, que el
propósito de Dios había sido llevado a cabo, y su buena voluntad realizada
plenamente 1.
Durante los seis días Dios creó muchas cosas, pero en todas esas cosas no halló
reposo alguno. Sólo cuando llegó al hombre, Dios descansó de todas sus obras. Todo
lo creado antes del hombre tuvo un carácter preparatorio. Cuando Dios pudo
conseguir al hombre, un hombre que tuviera autoridad para dominar sobre la tierra,
entonces quedó satisfecho y reposó. El reposo de Dios se basó en el hombre que iba
a reinar. ¡Qué importante es el hombre para Él!
Este reposo de Dios, sin embargo, ha sido su único sábado. Después de la Caída, ya
no tuvo descanso. ¿Cómo podría Dios descansar si la creación gime, si las lágrimas
envuelven al hombre, si el pecado se ha enseñoreado de su creación? Desde
entonces, y hasta la encarnación del Hijo, Dios obraba (Juan 5:17); desde la
encarnación hasta la cruz, Dios el Hijo obraba; desde Pentecostés hasta hoy, Dios el
Espíritu Santo viene obrando.
Adán falló y el propósito original de Dios se vio momentáneamente frustrado. Sin
embargo, aunque el primer hombre falló, el segundo Hombre, el Señor Jesucristo (1ª
Corintios 15:47) cumplirá el propósito de Dios, y reinará sobre la tierra. Entonces, Dios
descansará de nuevo.
La creación del hombre (2:7)
El diseño del hombre está trazado en 1:26, donde dice: «Hagamos al hombre a
nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza ...» Esta frase nos sugiere un concejo
en la Deidad, dada la importancia de lo que Dios iba a crear. La imagen corresponde a
lo interior del hombre, y la semejanza con lo exterior. Ahora bien, Cristo es la «imagen
del Dios invisible», por tanto, el hombre fue hecho teniendo como modelo a Cristo. El
hombre, por tanto, fue diseñado para ser como él, sentir como él.
Ahora bien, la naturaleza del hombre –su carácter tripartito– está sugerido aquí en 2:7:
a) Cuerpo: «formó al hombre del polvo De la tierra» 2
b) Espíritu: «Dios ... en su nariz aliento de vida»
c) Alma: «y fue el hombre un alma viviente» (Versión Moderna)
Esto es confirmado plenamente en 1ª Tesalonicenses 5:23. De las tres partes, es el
alma –resultado del soplo de Dios sobre la carne– la que constituye la identidad, la
personalidad propia del hombre.
Se ha postulado por siglos, por filósofos y aun por grandes cristianos, que el hombre
es un ser dual compuesto de alma y cuerpo 3. Esta idea equivocada ha causado
mucho daño en la cristiandad, porque desconoce la naturaleza esencial del hombre. Si
confundimos alma y espíritu diciendo que son una misma cosa, entonces nunca
veremos la necesidad de separar el alma del espíritu. Nunca veremos que es muy
diferente usar el alma o el espíritu para la realización de la obra de Dios, y que si la
2. hacemos con las facultades del alma, fracasaremos, porque el alma es sólo «carne».
(Ver 1ª Corintios 3:1).4
Se desconoce y se rechaza, además, la acción de la palabra de Dios, que –cual
espada– produce la obra de la necesaria separación de ambos. En Hebreos 4:12 se
dice que la Palabra de Dios penetra «hasta la división entre alma y espíritu» (Versión
Moderna), lo cual hace una clara distinción entre ambos. El correcto entendimiento de
este asunto es de vital importancia para los hijos de Dios.
El hombre en el huerto
Dios plantó un huerto de su propia mano y allí estableció al hombre. Este lugar un
modelo de perfección y belleza (Edén significa «deleite»). Estaba ubicado entre los
ríos Tigris y Éufrates. La particularidad de este huerto es que tenía, entre sus muchos
árboles, dos especialmente importantes: el árbol de la vida, y el árbol de la ciencia del
bien y del mal, ubicados en el mismo centro del huerto. ¿Qué haría el hombre allí?
Su oficio consistía en labrarlo y guardarlo. La labranza implica un trabajo, pero allí
debió de ser liviano y grato; «guardar» significa «defender» o «custodiar», lo cual
implicaba la presencia de un enemigo y un peligro. Satanás andaba al acecho del
hombre, pero el hombre había sido advertido del peligro. Así, éste debería ejercitarse
en la responsabilidad que se le había encomendado.
Su restricción era la prohibición de comer de uno de esos árboles del centro. Aunque
había abundancia de «todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer», no podía
comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Podía incluso comer del árbol de la
vida, pero no del árbol de la ciencia del bien y del mal. «El árbol de la ciencia del bien
y del mal estaba dedicado a probar la fe y la obediencia de Adán a Dios y su palabra.
Dios creó a los humanos como seres morales con la capacidad de optar libremente
por amar y obedecer a su Creador, o desobedecerle y rebelarse contra su voluntad.»
(Biblia de Estudio de la Vida Plena).
Adán tenía ante sí la vida y la muerte, y debía escoger entre ambas, aunque Dios le
había señalado el camino a seguir. La amenaza de morir si comía de ese árbol tenía
que aceptarse por fe basándose en lo que Dios decía, ya que Adán no había visto la
muerte humana. «A fin de llevar al hombre a un desarrollo moral y espiritual completo,
Dios le dio unos mandatos y una prohibición específicos para gobernar su
comportamiento. Le dio también la capacidad de elegir y puso ante él el privilegio de
crecer en el favor divino. Así empezó la disciplina moral del hombre.» (Comentario
Bíblico Moody). «Esta prohibición es muy clara. Se emplea la partícula ‘lo’ (no)
seguida por un imperfecto, lo cual indica una prohibición a largo plazo. El límite puesto
por Dios no es por un tiempo, y después dejará de tener vigencia. La prohibición es
seria y hasta podríamos decir eterna.» (Esteban Voth).
El dilema de Adán de comer de uno u otro árbol es un dilema vigente hoy en el
mundo. Estos dos árboles tienen una profunda implicancia espiritual para el cristiano.
Cuando un cristiano actúa sobre la base de lo que es bueno o es malo, y no sobre el
principio de la vida, está funcionando por el mero conocimiento (V. Anexo 1).
La soledad del hombre quedó en evidencia cuando Adán puso nombre a todos los
«animales vivientes». Ellos venían en parejas, pero Adán estaba solo. Así que Dios le
dio una compañera, tomada de uno de sus huesos.
Eva
La posición de Adán en el huerto era magnífica, pero su soledad era también muy
grande. En el reino animal, todo macho tenía su compañera, pero él no la tenía.
3. Entonces, Dios tomó una de sus costillas, y de ella, hizo («edificó») una mujer. (Gén.
2:22).5
La expresión «ayuda idónea» no contiene la idea de servir, como tampoco tiene la
idea de ayuda superior. Más bien se trata de una ayuda adecuada, correspondiente, la
única que era de la misma naturaleza que Adán. (La palabra «idónea» (keneg-dó)
significa «la que le corresponde a él»). Adán la recibió con beneplácito. (Alguien ha
dicho que Gén. 2:23 es la primera poesía de toda la Biblia: un poema de amor). «La
mujer fue formada de una costilla (es decir, del costado) de Adán; no fue hecha de su
cabeza, como para tener dominio sobre él; ni de sus pies, como para ser pisoteada
por él; sino de su costado, para ser igual a él, de debajo de su brazo para ser
protegida, y de junto al corazón para ser amada.» (Matthew Henry).
La creación de Eva tiene un profundo significado espiritual. Al unir Gén. 2:18-24 y Ef.
5:22-32, vemos que Adán y Eva tipifican a Cristo y la Iglesia: Eva procedió de Adán;
es Adán en otra forma. Eva no fue tomada del polvo, sino de Adán. Así también, nada
que no sea Cristo puede ser la iglesia. Hay unidad de naturalezas.
Así como Eva nació del sueño de Adán, la iglesia nació de la muerte del Señor Jesús.
El costado de ambos varones tuvo que ser herido para que surgiera la mujer
respectiva (Juan 19:34). Habiendo sido tomada del mismo cuerpo de Adán, Eva podía
ser la ayuda idónea para él. Eva reina y gobierna junto con Adán; así también la
iglesia. (Ver Anexo Nº 2).
«Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo». (2:18), y, si preparó para el primer
hombre una ayuda idónea, mucho menos dejará al Segundo Hombre sin «ayuda». Así
como en el primer caso habría habido un vacío en la nueva creación sin Eva, así
también ... en el caso del Segundo Hombre habría habido un vacío en la nueva
creación si no existiera la Esposa, que es la Iglesia.» (C. H. Mackintosh)
El matrimonio
El versículo 24 establece el principio universal del matrimonio monógamo. El Señor
Jesús lo confirma en los evangelios, agregando: «Por tanto, lo que Dios juntó no lo
separe el hombre.» (Marcos 10:9).
El primer movimiento hacia el matrimonio es «dejar padre y madre». Fue así con el
Señor mismo, quien dejó su trono de gloria para venir a tomar esposa para sí en este
mundo, la iglesia. Él no la conocía aún, pero igualmente se entregó por ella. Luego, el
segundo paso es la unión, espiritual, en el caso de Cristo y la Iglesia (1ª Cor. 6.17, Ef.
5:30), y carnal, en el caso del hombre y la mujer. La palabra «unir» de Génesis 2:24
significa «pegarse a sí mismo» a» su propia mujer, para llegar a ser una sola carne. 6
***
1 En el capítulo 2, Dios es presentado no como «Elohim» (Dios, a secas), sino como «Jehová Dios»
(v.2:4). El nombre ‘Elohim’ da la idea de poder y lejanía; en cambio, el nombre Jehová (o Yavé)
transmite la idea de misericordia. Este es el nombre relacionado con la redención y el pacto.
2 «(El hombre) no fue hecho de oro en polvo, ni de diamante triturado, sino de barro común, del
polvo de la tierra. La fábrica de nuestro cuerpo es terrenal, y su modelación parecida a la de una
vasija de arcilla (Job 10:9). ¿Qué hay, pues, en nosotros de que podamos enorgullecernos? ... En la
creación del hombre, la manufactura superó con mucho a los materiales». (Comentario Bíblico de
Matthew Henry).
«El Dr. E. E. Slosson, químico de fama internacional, ha observado que uno de los milagros más
grandes de la Biblia es su exactitud química; por ejemplo, aquí dice que el hombre fue formado del
polvo de la tierra. En el polvo se encuentran 16 distintos elementos que también se hallan en el
cuerpo del ser humano.» (Cliff Truman, op. cit.).