El documento habla sobre el acoso sexual que sufren las mujeres en espacios públicos como el transporte y las calles en México. Define el acoso sexual según la OIT y lo divide en tres grados. Explica que el transporte público y los "piropos" son lugares comunes donde ocurre el acoso, incluyendo manoseos, miradas y comentarios sexuales no deseados. Concluye que la educación machista ha normalizado esta conducta y que se debe educar a los hombres a no acosar, en lugar de esperar que las mujeres no sean acosadas.
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EL ACOSO SEXUAL EN ESPACIOS
PÚBLICOS
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UNIVERSIDAD ABIERTA Y A DISTANCIA DE
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MÉXICO
NOVIEMBRE DE 2014
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ITZEL MIRANDA FERNÁNDEZ
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2. INTRODUCCIÓN
Miradas incómodas, “piropos”, manoseos, arrimones, gestos obscenos,
propuestas de índole sexual y demás es lo que vivimos a diario miles de mujeres
en México.
El acoso sexual no es algo nuevo pero si es importante mencionar que ha
adquirido un fuerte incremento en los últimos años, y ha sido más notable por el
hecho de que las féminas de hoy en día hemos optado por no quedarnos calladas,
por dejar de lado el pensamiento que nosotras tenemos la culpa, por perder el
miedo, por darnos cuenta que eso puede desencadenar en una violación e
inclusive la muerte.
Independientemente de que ya estamos en pleno siglo XXI, la cultura está
cambiando y el feminismo está luchando día a día, también debemos considerar
como parte de este cambio cultural la visión y papel de los hombres en esta
sociedad ante esta problemática.
En esta ocasión haremos énfasis en los transportes y espacios públicos, llámense
metro, autobús, calle, escuela, trabajo etc.
3. DESARROLLO
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se define el acoso sexual
como “Cualquier comportamiento verbal, psicológico o físico no deseado, dirigido
contra una persona por razón de su sexo y con el propósito de atentar contra su
dignidad o de crear un entorno intimidatorio, hostil, humillante u ofensivo.” El
acoso sexual se divide en grados siendo:
Acoso de carácter leve: Tales como chistes de contenido sexual sobre la
mujer, piropos, comentarios sexuales, insinuaciones sexuales… Son las
conductas de acoso más frecuentes.
Acoso de carácter grave: Tales como abrazos o besos no deseados,
tocamientos y pellizcos, acorralamientos. Tienen una incidencia más baja
pero no menos importante.
Acoso sexual muy grave: Existe siempre que se produce una fuerte
coacción para mantener una relación sexual independientemente de que
haya contacto físico sexual.
Desafortunadamente la mujer ha sido vista dentro de la sociedad como un objeto y
un adorno sin derecho a decir lo contrario por lo que los hombres se creen con
derecho sobre nuestro cuerpo, formas de vestir, caminar y comportarnos y demás
situaciones que se han visto como normales dentro de la sociedad.
Uno de los principales lugares donde se sufre de acoso es en los transportes
públicos, siendo las más afectadas las grandes urbes.
Como parte de un estudio realizado por la Fundación Thomson Reuters que fue
presentado en Londres sobre percepción de seguridad, se realizó por Internet a
6.550 mujeres y expertos en género en las 15 capitales más grandes del mundo y
Nueva York (que es la más poblada de Estados Unidos), y arrojó que el transporte
de Bogotá es el más inseguro para las mujeres, seguido por el de Ciudad de
México y Lima.
El acoso que se sufre comienza desde los operadores, autoridades y por supuesto
los usuarios. Se refleja en los arrimones, pellizcos, manoseos intencionales y
hasta muestras de exhibicionismo.
Como medidas preventivas y por disposición del Congreso local del Distrito
Federal y área conurbada en 2010 se creó el transporte rosa, siendo este
exclusivo para mujeres y en el caso del metro también vagones exclusivos para
mujeres en horas pico.
4. Otro punto importante dónde se presenta este tipo de desagradables situaciones
es en la calle con los famosos “piropos”. Si bien el piropo procede del
latín pyrōpus, aunque su origen etimológico más lejano se halla en la lengua
griega. Una de las acepciones más habituales del concepto está vinculada
al halago que se le expresa a una mujer.
El uso tan desvirtuado hoy en día que la verdadera finalidad de un piropo es
admirarse de atributos corporales, ropa, medidas, maneras de andar, hablar,
expresarse etc. Haciéndose utilizar de la manera más vulgar, grosera, incómoda,
misógina e irrespetuosa posible a esto no se le puede denominar un halago
definitivamente.
La sociedad a intentado que la mujeres no nos sintamos ofendidas por los piropos
que se reciben alegando que son muestras de admiración hacia la belleza de una
mujer, la verdad es que se está muy alejada de esto. ¿Nos hemos puesto a
analizar todas esas muestras de admiración? No conozco a nadie que le guste
escuchar “mamacita, que rica estás”, “pero mira qué manera de mover la cola”,
“qué tetas”, “te la como toda”, los famoso “pssst” y chiflidos como muestra de
admiración y menos viniendo de una persona que no conocemos ni nos conoce en
absoluto. Sí es incomodo leerlo es más el escucharlo.
También existen otros tipos de comentarios direccionados a decidir si una mujer
está “bonita” o “fea” como si fuéramos algo dispuesto a clasificarse y no vistas
como alguien que puede decidir sobre su propio cuerpo. Aunado a los piropos
están las miradas incómodas e insistentes, señas obscenas y los manoseos.
Aunque la ley distingue el acoso sexual de los ataques físicos, en las calles la
diferencia está menos definida.
5. CONCLUSIÓN
El acoso callejero no está tipificado como violencia ya que la Ley Orgánica del
Poder Judicial de la Federación no considera el acoso sexual como una conducta
condenable aunque realmente sea una forma de. A pesar de que la persona
violentada pueda darse cuenta de un acto que este atentando contra su integridad
física, moral y sexual es muy difícil que esta exhiba o denuncie a su agresor ya
que el apoyo en la sociedad es escaso y esta vista desde otros enfoques,
exponiendo que la víctima tiene la culpa por “provocar” de cualquier manera a los
hombres. En definitiva no es culpa de la violentada, no es por como viste o como
camina, nadie vive ni se comporta deseando que la acosen, que inclusive la violen
o la maten.
Si bien el gobierno puede implementar medidas para prevenir que se sucinten
estos actos, aunque aparte de escasas muchas veces sean deficientes, la
verdadera respuesta siempre estará en casa. No podemos educar a las mujeres
para que no las acosen, debemos de educar a nuestros hombres a no acosar.
Desde el punto de vista médico, los acosadores, con frecuencia, presentan
desórdenes emocionales, son narcisistas y egocéntricos, y los obsesiona el
ejercicio del poder. Definitivamente la educación machista en México ha
propiciado a la falta de cultura, de respeto, de libertad y de igualdad.