1. Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios 1P. 4:10 Click “espacio” después de leer. La Silla
2. Un Ministro fue llamado para orar por un hombre muy enfermo. Cuando el Ministro entró en el cuarto, encontró a un pobre hombre en la cama con la cabeza apoyada en un par de almoadas. Había una silla al lado de la cama, hecho que llevó al Ministro a pensar que el hombre estaba esperando a que llegara. La Silla
3. - ¿Supongo que me estaba esperando? - dijo el Ministro - No, ¿quien es usted? - respondió el hombre enfermo. - Soy el Ministro, que su hija llamó para orar por usted; cuando entré y vi la silla vacía al lado de su cama, imaginé que usted sabía que yo vendría a visitarlo. - ¡Ah si, la silla! Entre y cierre la puerta. La Silla
4. Entonces el hombre enfermo le dijo: - Nunca le cuente a nadie, pero pasé toda mi vida sin haber aprendido a orar. No sabía cómo se debe orar. ...y nunca di mucha importancia a la oración. Pensaba que Dios estaba muy distante de mi. La Silla
5. - Y haciendo eso, por mucho tiempo abandoné por completo la idea de hablar con Dios. Hasta que un amigo me dijo: “ Amado hermano, orar es muy simple. Orar es conversar con Jesús, y le sugiero que nunca lo deje de hacer... usted se sienta en una silla y... La Silla
6. ...coloca otra silla vacía al frente suyo. En seguida, con mucha fe, usted imagina que Jesús está sentado allí, delante de usted. ... el propio Jesús dijo: - “Yo estaré siempre con vosotros”. - Por lo tanto, usted puede hablar con El y escucharlo, de la misma manera como lo está haciendo conmigo ahora. La Silla
7. - Entonces asi yo procedí y me adapté a la idea. Desde entonces, converso con Jesús durante unas dos horas diarias. Tengo siempre mucho cuidado que mi hija no me vea... pues me internaría en un manicomio inmediatamente. El Ministro sintió una gran emoción al oir aquello, y dijo: Amado hermano, es muy bueno lo que está haciendo y no deje nunca de hacerlo. La Silla
8. En seguida oró con él y se fue. Dos días más tarde, la hija del hermano comunicó al Ministro que su padre había fallecido. El Ministro entonces perguntó: - ¿El falleció en paz? - Sí, cuando yo me estaba preparando para salir, él me llamó a su cuarto. La Silla
9. El dijo que me amaba mucho y me dió un beso. Cuando volví de las compras, una hora más tarde, ya lo encontré muerto. Pero hay algo extraño en relación a su muerte, pues aparentemente, antes de morir, se acercó a la silla que estaba al lado de su cama y recostó su cabeza en ella. Fue así que lo encontré. ¿Porque será esto? – perguntó la hija. La Silla
10. El Ministro, profundamente emocionado, enjugó sus lágrimas y respondió: - El partió en los brazos de su mejor amigo... La Silla
11. Por que los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones... 1P. 3:12 La Silla