Una organización define la misión, visión y objetivos estratégicos y para lograrlos tiene que dirigir unas operaciones y unos proyectos alineados con los mismos.
Pero con eso no basta; si la organización no evoluciona, se la comerá la competencia, por lo que:
- propondrá crear nuevos productos, nuevos servicios, nuevos proyectos (no cualquiera ni a cualquier precio ni con cualquier riesgo),
- animará a crear una cartera de nuevos proyectos alineados con la estrategia de la organización, que le permitan seguir creciendo.
Existen una serie de factores críticos que ayudan a desarrollar dicho alineamiento:
Esquemáticamente, definidos:
1. el Mapa Corporativo: Visión, Valores y Misión
2. el Mapa Estratégico desde p.e. 4 perspectivas (económica, comercial, procesos y personas) con sus objetivos, indicadores y metas,
para implantarlos surgen los Programas, Proyectos y Acciones, con sus recursos (responsables, alcance, plazos, costes, calidad, riesgos, ...) y su imprescindible Dirección en
- sus fases: Definición, Planificación, Ejecución, Seguimiento y Monitorización, y Cierre
- unas variables o áreas de conocimiento: alcance, plazos, costes, calidad, personas, comunicaciones, riesgos, involucrados y aprovisionamientos.
Sin olvidar que la organización sigue en su día a día con la gestión de sus procesos (funcionales y operativos), es decir, sigue “navegando a velocidad de crucero como un gran buque”, representado en la figura con el Modelo de la Cadena de Valor de Michael Porter.
Muchas organizaciones comenzaron centrándose en proyectos individuales que no requerían cambios significativos en la forma de organizarse y funcionar.
Actualmente para su crecimiento y sus esfuerzos en aumentar su productividad, los proyectos no son un elemento singular sino clave de competitividad, por lo que se deben centrar y enfocar en la Dirección Estratégica de Proyectos.