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Los retos socio-económicos del
           envejecimiento en España
                  Resumen y conclusiones



                  Analistas Financieros
                  Internacionales

Equipo de trabajo: Directores
                   José Luis Fernández Pérez
                   José A. Herce San Miguel

                  Coordinadores
                  Enrique Martín Barragán
                  Elisa Chuliá Rodrigo

                  Otros colaboradores
                  Paul MacManus
                  Pablo Alonso Talon
                  Fernando Azpeitia Rodríguez
                  Juan Fernández
                  David Fernández Fernández
                  Carmen López Herrera
                  Leslie Bravo Chew

                                    Julio de 2009




                                          c/ Españoleto, 19
                                              28010 Madrid
                                     Tlf.: 34-91-520 01 00
                                     Fax: 34-91-520 01 43
                                          e-mail: afi@afi.es
                                                 www.afi.es
Los retos socioeconómicos del envejecimiento en España




Índice
1. Resumen y conclusiones ............................................................................. 2
     1.1.   Introducción ......................................................................................... 2
     1.2.   Resumen del contenido del estudio ..................................................... 3
     1.3.   El envejecimiento y la crisis económica ............................................... 6
     1.4.   El envejecimiento como problema ..................................................... 77

2. ¿Qué es el envejecimiento?....................................................................... 10
     2.1.   La estructura por edades y las ratios demográficas........................... 12
     2.2.   La geografía del envejecimiento en España ...................................... 19
     2.3.   Escenarios de futuro .......................................................................... 22
     2.4.   Ciclo de vida individual, edad y comportamiento socioeconómico..... 26

3. Retos del envejecimiento........................................................................... 42
     3.1. El sistema de pensiones .................................................................... 42
            3.1.1 Sistema público de pensiones ............................................................ 43
            3.1.2 Balance individual del sistema público de pensiones desde un enfoque
            financiero ...................................................................................................... 52
            3.1.3 Proyecciones del Sistema de Seguridad Social en España ............... 63
            3.1.4 Previsión Social Complementaria para la jubilación (Pilar II y III)....... 75
            3.1.5 Sistemas de jubilación flexible y parcial: ¿están funcionando de forma
            efectiva?........................................................................................................ 82
            Anexo 3.1.2. Análisis de las diferentes “palancas” del actual Sistema Público
            de Pensiones ................................................................................................ 85
     3.2. La organización de la vida laboral.................................................... 118
            3.2.1 El envejecimiento de la población activa .......................................... 119
            3.2.2 La participación activa de la población de más de 50 años.............. 121
            3.2.3 La salida de la actividad a edades maduras ..................................... 123
            3.2.4 El potencial de actividad de la población española y la sostenibilidad
            del sistema de pensiones ........................................................................... 128
            3.2.5 Nuevas empresas, nuevos trabajadores, nuevas cualificaciones..... 132
        3.3.        El impacto del envejecimiento en el sistema sanitario............. 135
            3.3.1 Variables del gasto sanitario ............................................................. 135
            3.3.2 Relación entre gasto sanitario y envejecimiento............................... 140
            3.3.3 Proyecciones de gasto sanitario en España 2009-2059................... 152
     3.4. La dependencia................................................................................ 158
            3.4.1 Anatomía y geografía de la dependencia en España ....................... 158
Los retos socioeconómicos del envejecimiento en España




            3.4.2 Descripción del Sistema Nacional de Dependencia ......................... 162
            3.4.3 Balance de la puesta en funcionamiento de la Ley .......................... 167
            3.4.4 Proyecciones de la evolución de la dependencia ............................. 175
     3.5. Los servicios sociales ...................................................................... 184
            3.5.1 Definición y competencias en materia de servicios sociales ............ 184
            3.5.2 Tipología e intensidad de los servicios sociales ............................... 186
     3.6. La planificación financiera, el ahorro y el aseguramiento................. 194
            3.6.1 Ciclo de Vida Individual y Planificación Financiera ........................... 200
            3.6.2 Análisis del Patrimonio de las Hogares Españoles según el Ciclo Vital209
            3.6.3 Inflación y planificación financiera .................................................... 218
            3.6.4 Régimen Fiscal del Ahorro. Fiscalidad.............................................. 219
            Anexo 3.6.2. Metodología de la Encuesta Financiera de las Familias (EFF)223

4. La percepción social y el discurso político sobre el envejecimiento......... 226
     4.1. La percepción social ........................................................................ 226
            4.1.1 Introducción ...................................................................................... 227
            4.1.2 ¿Reconoce la opinión pública el envejecimiento como un fenómeno
            con trascendencia colectiva? ...................................................................... 228
            4.1.3 ¿Apoya la ciudadanía medidas para atenuar las consecuencias del
            envejecimiento de la población? ................................................................. 233
            4.1.4 ¿Qué grupos de población son más proclives a aceptar cambios en los
            sistemas de bienestar? ............................................................................... 248
            4.1.5 Conclusiones .................................................................................... 251
     4.2. El discurso político ........................................................................... 254

Referencias bibliográficas .............................................................................. 262
Los retos socioeconómicos del envejecimiento en España




1. Resumen y conclusiones
1.1. Introducción

La población española viene atravesando desde hace años un proceso de intenso
cambio en su estructura de edades y en su entidad cuantitativa. Como consecuencia
de la tendencia secular al aumento de la esperanza de vida y el descenso de la
natalidad desde finales de los años setenta la edad media de la población aumenta y
su tamaño está llamado a disminuir en algún momento futuro. Convencionalmente se
denomina a este proceso “envejecimiento” de la población y, como consecuencia del
mismo, se anticipa todo tipo de problemas asociados al mismo.

En este informe se adopta el punto de vista de que el envejecimiento es, en realidad,
un fenómeno aparente en buena medida determinado por la rigidez con la que desde
todas las instancias y ópticas abordamos el transito de las cohortes, que una vez
fueron jóvenes, a las “grandes edades” a partir de la barrera etaria de los 65 años,
fijada hace más de un siglo y que en absoluto significa hoy lo que entonces ni lo que
significará dentro de unas décadas.

Este punto de vista sobre el envejecimiento se completa con otro adicional. El de que
más que problemas, el envejecimiento representa retos, algunos de formidable
entidad, eso sí, que hay que afrontar con determinación, con realismo, con la mejor
información, a tiempo y dentro de un concierto de intereses inevitablemente diversos lo
más estimulante posible.

Visto así, el análisis del envejecimiento puede depararnos muchas sorpresas, como
mostramos en este informe. Pues no es el mero número de personas de edad más o
menos avanzada, ni necesariamente su proporción en relación al número de personas
de edades más jóvenes, lo que acaba protagonizando el análisis, sino la “mochila” de
“derechos” y “obligaciones” asociada a cada edad, en ocasiones contra el sentido
común, por simples convencionalismos o incapacidad para disociar lo que, en
definitiva, es un problema de gestión de dicha mochila de un fenómeno bien natural, y
en el fondo bien positivo, como es el tránsito de las generaciones hacia edades cada
vez más avanzadas.

Este doble enfoque permeará todo el estudio, pero su contenido es muy variado y
mientras fue posible se ha mantenido una coherencia conceptual y metodológica lo
más ajustada posible en sus diferentes apartados.

Este primer capítulo del informe es, de hecho, el resumen ejecutivo del mismo.




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Los retos socioeconómicos del envejecimiento en España




1.2. Resumen del contenido del estudio

El estudio recoge el análisis y diagnóstico del proceso de envejecimiento de la
población española y, especialmente, de sus implicaciones en una serie de áreas
identificadas fundamentalmente con los grandes programas del Estado del Bienestar.
Esta parte se compone de tres capítulos.

En el Capítulo 2 se caracteriza el proceso de tránsito etario de la población mediante
el análisis de los ratios demográficos más característicos, se explora la variada
geografía del envejecimiento en España y los escenarios de futuro que las
proyecciones de población oficiales y otras tendencias de la población permiten
vislumbrar. Este capítulo incluye también un análisis del ciclo de vida individual. Es
este análisis el que en primer lugar desata la que creemos es la fundamental
constatación del llamado “problema del envejecimiento”: los individuos viven cada vez
más pero dedican cada vez menos tiempo a la actividad productiva, de forma que se
está instaurando una incoherencia fundamental y creciente entre los recursos que son
capaces de acumular durante esta etapa activa y las necesidades que deben cubrir en
la etapa posterior. Hay muchas formas de matizar esta especie de álgebra vital, pero si
la acumulación consistiese sólo en fracciones de esos años activos y la utilización de
esos recursos también, entonces el balance sería cada vez menos favorable a medida
que aumenta la esperanza de vida y se mantiene fija la divisoria de los 65 años (o
menos).

En la consideración inadecuada de la línea vital individual (un solo individuo
representativo, no el conjunto de la población), o en su mera ignorancia, radica, en
nuestra opinión, buena parte de la confusión popular, y no tan popular, que hay sobre
el fenómeno del envejecimiento y sus implicaciones, una especie de mitología miope
que confunde a los mayores con los servicios que se les prestan como quien
confundiera el termómetro con la temperatura.

No dejaremos de insistir en el estudio sobre este fenómeno que constatamos una y
otra vez en la percepción de las implicaciones del envejecimiento. Pues si la sociedad
entiende que en una carrera de fondo hay que distinguir correctamente entre el jinete y
la montura a efectos de dilucidar qué es lo que causa una carrera desbocada de esta
última, habremos avanzado considerablemente en la solución de muchos de los
problemas que tendemos a asociar al envejecimiento.

En el Capítulo 3 se condensa el análisis de los diferentes frentes en los que se
manifiestan los principales retos del envejecimiento. Estos frentes se han elegido para
este estudio desde el punto de vista de los grandes programas del Estado del
Bienestar y la previsión colectiva y su contrapartida financiera, dejando a un lado los
no menos relevantes de la macroeconomía como son el consumo, la productividad y el
crecimiento a los que el envejecimiento interpela de manera directa. En particular, se
abordan las implicaciones del envejecimiento para el sistema de pensiones (Sección

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Los retos socioeconómicos del envejecimiento en España




3.1), el mercado de trabajo a edades laborales avanzadas (Sección 3.2), el sistema
sanitario (Sección 3.3), la atención a la dependencia (Sección 3.4), los servicios
sociales (Sección 3.5) o la planificación financiera, el ahorro y el aseguramiento
(Sección 3.6).

En este capítulo, junto a detallados análisis de base, se contienen proyecciones y
simulaciones expresamente realizadas para este estudio, sobre una base común, de
los tres grandes programas sociales: las pensiones públicas, la sanidad y la
dependencia.

En lo que se refiere a las pensiones, se han realizado proyecciones de gastos e
ingresos del conjunto del sistema, analizando al mismo tiempo las condiciones básicas
de sostenibilidad financiera a largo plazo del sistema, y también de las cuentas
individuales en diferentes casos tipo. En ambos casos el envejecimiento muestra muy
elocuentemente cómo el beneficio que representa el sistema de pensiones para cada
pensionista individual que vive cada vez más se traduce en cargas para el conjunto del
sistema. Además, dentro del análisis del sistema de pensiones público se adjunta un
anexo en el que, desde un enfoque individual, se ha analizado el impacto que tendría
la modificación de alguno de los parámetros que definen el actual esquema de cálculo
de las pensiones, en la rentabilidad que obtienen los individuos y en el balance
individual entre aportaciones y prestaciones realizadas al sistema.

Respecto a la sanidad y la dependencia, se han analizado las consecuencias estrictas
del envejecimiento (en su doble vertiente de volumen de población y estructura de
edades) ya que por la naturaleza de sus prestaciones este análisis es el que
corresponde.

Si para el sistema de pensiones el envejecimiento es una pesada carga (a legislación
constante), para la sanidad y la dependencia, contra lo que comúnmente se cree, no lo
es ni mucho menos. El truco radica en la naturaleza de las prestaciones. Las
pensiones son prestaciones económicas que deben mantener su ritmo de crecimiento
real con el de los salarios, pues de lo contrario los pensionistas, aunque recibiesen
más poder adquisitivo cada año mediante su pensión, serían más pobres respecto a
los trabajadores en activo. Mientras que las prestaciones sanitarias y las de
dependencia en su mayoría debieran ser en especie, es decir, son servicios sanitarios
y de atención a la dependencia prestados a los individuos elegibles entre los que
predominan las personas mayores. En este caso, el envejecimiento, per se, no es un
problema sea cual sea el horizonte temporal adoptado, el problema es nuestra
incapacidad para controlar el coste de los servicios prestados, pero no el número ni la
edad previsibles de los beneficiarios futuros. La confusión en este aspecto es enrome
y no ayuda a orientar ni el debate ni la acción en materia de sostenibilidad de estos
importantes programas del Estado del Bienestar. Recuérdese la evocación que se
hacía anteriormente al termómetro y la temperatura.


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Los retos socioeconómicos del envejecimiento en España




En este capítulo se contiene también un análisis de las estrechas relaciones que
guardan la trayectoria vital y la acumulación (o desacumulación) de activos financieros
a lo largo del ciclo. El análisis revela la absoluta necesidad de una planificación
financiera a largo plazo con vistas a la parte final del ciclo vital en un contexto de
creciente insuficiencia financiera del sistema público de pensiones y las condiciones
bajo las cuales dicha planificación es eficiente. Pero el punto de partida es claramente
insuficiente según revela el análisis realizado sobre la base de la Encuesta Financiera
de las Familias del Banco de España.

El Capítulo 4 del estudio se refiere a dos aspectos cruciales del ámbito sociopolítico
en el que el envejecimiento incide más directamente: la formación de la opinión pública
sobre este fenómeno y sus consecuencias y la elaboración del discurso político acerca
de las soluciones adecuadas.

Según se desprende de datos de encuestas internacionales, los españoles muestran
un elevado grado de conciencia del envejecimiento de la población y de la necesidad
de recursos crecientes para cubrir la protección social de la vejez. Los conocimientos
específicos que poseen sobre estas cuestiones son, sin embargo, limitados, y la
preocupación individual en muchos casos no se concreta en una inquietud activa (de
demanda de información y soluciones) ni en comportamientos previsores. La sociedad
pues percibe claramente el proceso de envejecimiento y comprende sus implicaciones
más importantes, generalmente en clave de problemas, pero sigue confiando en que
las instituciones tomarán las decisiones adecuadas sin llegar a la conclusión ineludible
de que su implicación individual en esas soluciones puede afectar negativamente a
sus expectativas. Es como si, en este punto, la opinión pública desviase su mirada a
otro lado. De ello se desprende que la coalición social favorecedora de las reformas
necesarias es más bien magra y fundamentalmente nutrida por personas adultas, con
mayores niveles de ingreso o educación y de ideología de centro-derecha. Una mezcla
de egoísmo y falta de información puede estar condicionando fuertemente este
resultado.

Al mismo tiempo, sobre la base social recién caracterizada, la emergencia de un
discurso político favorecedor de la toma de decisiones oportunas para la sostenibilidad
de los diferentes programas sociales a los que el envejecimiento interpela más
directamente no está en absoluto garantizada. En el discurso político sobre el
envejecimiento y las pensiones, encauzado principalmente a través del Pacto de
Toledo, predominan los mensajes tranquilizadores. Este discurso se ha articulado
sobre la narrativa de unas reformas muy activamente consensuadas por los actores
políticos e interlocutores sociales, pero de alcance muy moderado desde una
perspectiva internacional. Divorciado del discurso político, el discurso experto
presenta, por encima de diferencias internas sobre las mejores opciones de reforma,
una notable coincidencia en cuanto a la necesidad de cambios a corto plazo que
puedan evitar el desequilibrio financiero de la Seguridad Social.


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Los retos socioeconómicos del envejecimiento en España




Es más bien la inercia de las pequeñas reformas que buscan simultáneamente dos
objetivos contrapuestos (asegurar la sostenibilidad y mejorar la protección), el cómodo
marco del Pacto de Toledo y la aún más cómoda situación económica que ha
prevalecido hasta 2007, lo que ha subrayado todo el proceso político en esta materia
hasta hace poco.

1.3. El envejecimiento y la crisis económica

Como se concluía en el resumen del estudio, las cosas iban muy bien hasta hace poco
y ello había instalado el debate sobre las implicaciones del envejecimiento en una
placentera inercia que no ha contribuido precisamente a avanzar en lo esencial. Pero,
en la actualidad, la severa incidencia de la crisis crediticia y económica generalizada
altera de manera decisiva todos los discursos y todas las actitudes. Es obvio que el
fenómeno del envejecimiento no se va a detener como consecuencia de la coyuntura
económica por severa y duradera que ésta sea. Pero lo cierto es que el hundimiento
de los mercados financieros, los valores de las viviendas y el aumento del desempleo
han sumido a los individuos en una profunda desconfianza hacia las soluciones de
mercado y han vuelto todas las miradas hacia el papel del Estado.

Cierto es también que éste ha visto severamente recortadas su posibilidades de
actuación frente a las obligaciones sociales sobrevenidas como consecuencia del
hundimiento de los recursos fiscales. El aumento del paro está haciendo que la
Seguridad Social registre menos ingresos por cotizaciones como consecuencia de la
caída de la afiliación y de las bases de cotización de quienes pasan a ser perceptores
de prestaciones de desempleo. Pero el número de pensionistas sigue acelerándose
suavemente, el sistema sanitario mantiene una rutina ajena a la crisis, aunque puede
verse negativamente afectado en alguna medida, la extensión del sistema nacional de
dependencia seguirá reclamando recursos rápidamente crecientes hasta que todos los
beneficiarios potenciales estén incluidos antes de que las variables demográficas
propiamente dichas puedan ejercer su influencia.

La crisis pues complica doblemente la ya de por sí complicada ecuación entre el
envejecimiento y la sostenibilidad de los programas sociales. En el plano económico
limita los recursos y exacerba las necesidades, mientras que en el plano sociopolítico
concentra el foco en la solución pública de los problemas de sostenibilidad. No es
concebible que la crisis se enquiste hasta el momento en que el envejecimiento
comenzará a afectar seriamente a la sostenibilidad de las pensiones, por ejemplo.
Pero la percepción de que los mercados financieros son intrínsecamente inestables
puede perdurar durante mucho más tiempo en el imaginario colectivo. La evidencia de
muchos trabajadores americanos con edades cercanas a la jubilación que van a tener
que postergar su retiro unos cuantos años a la espera de que se recuperen sus
capitales de jubilación (que aportan más de la mitad de los ingresos durante esta
etapa) pesará demasiado durante mucho tiempo.


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Los retos socioeconómicos del envejecimiento en España




La sostenibilidad del sistema de bienestar es un problema de naturaleza estructural,
pero una recesión puede exponer transitoriamente sus debilidades más acusadas y, lo
que es peor, atemorizar a los agentes económicos y apartarles de las estrategias a
largo plazo. El punto de partida puede cambiar radicalmente tras dos años de
recesión, así como la ruta para alcanzar los objetivos de cambio estructural. Pero los
objetivos mismos no deberían cambiar.

1.4. El envejecimiento como problema

Pero los gobiernos tampoco pueden soportar indefinidamente cargas insoportables y
sus recursos, en definitiva, siempre salen de los contribuyentes presentes o futuros,
que son a su vez los destinatarios de las prestaciones. Por encima de la naturaleza
pública o privada, de capitalización o reparto, de prestación definida o de contribución
definida, de los esquemas de protección social, el hecho incontrovertible es que debe
haber una coherencia estricta entre los esfuerzos contributivos o de ahorro realizados
por cada individuo durante su vida activa y las prestaciones que reciba durante su
jubilación o de los restantes esquemas de protección social.

Lograr dicha coherencia no es un asunto sencillo y las crisis económicas complican
adicionalmente las cosas pues los recursos son más escasos, las necesidades se
disparan y cunde la desconfianza hacia los mecanismos privados de previsión
colectiva a favor de los mecanismos públicos de protección social.

El mercado no cubre eficazmente las necesidades de grandes capas de la población
cuando la distribución de la renta es muy desigual o cuando ciertos riesgos no son
compensables. En estos casos debe haber un aseguramiento público o un
aseguramiento privado obligatorio eventualmente subvencionado para los individuos
de menor renta. Son claros fallos de mercado y no toleraríamos que muchos
individuos quedasen desprotegidos por su causa. Desgraciadamente, estos casos
abundan.

Pero al mismo tiempo, la previsión individual o colectiva privada es ineficiente cuando
los mercados financieros son muy inestables. Esta es la situación en la actualidad y
sus consecuencias van mucho más allá de la mera situación de los mercados y las
minusvalías transitorias de los capitales de jubilación acumulados, pues los individuos
desconfían y el debate social y la acción política tienden a focalizar la solución pública
exacerbando los problemas de sostenibilidad.

Independientemente de que las soluciones de futuro pasen por una mezcla adecuada
de lo público y lo privado, la reforma radical de los mercados financieros y la aparición
de productos e instituciones más adaptados para instrumentar la coherencia entre
recursos presentes y necesidades futuras, la llave de dicha coherencia está,
entiéndase de forma clara, en la adecuación del álgebra vital al hecho de que cada vez



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Los retos socioeconómicos del envejecimiento en España




vivimos más. En román paladino: trabajar más y durante más años. De no hacerlo, el
envejecimiento se convertirá en un problema, como no, podría ser de otra manera.

Caben otras alternativas que la sociedad deberá sopesar, al margen siempre de su
mayor o menor preferencia por una u otra ubicación dentro del espectro público-
privado. Estas alternativas tienen que ver con la gama e intensidad de los servicios a
los que aspiramos. Puede que debamos aceptar una rebaja en nuestras expectativas
a cambio del regalo que, en general, supone la mayor longevidad. Puede que
debamos esforzarnos más acumulando capitales o derechos a servicios futuros, lo que
viene a ser los mismo, durante nuestra vida laboral activa, para mantener los servicios
de los que disfrutamos actualmente. Puede que debamos profundizar mucho más en
la tecnología (no cualquier tecnología) y gestión (no cualquier gestión) de ese paquete
de servicios para que su coste no aumente sin que decaiga su calidad. Puede que,
mientras nuestras pensiones nos permitan adquirir cada año más bienes y servicios,
debamos aceptar que no aumenten tanto como los salarios reales.

Después de haber analizado a fondo en este estudio el fenómeno del envejecimiento y
sus implicaciones para la protección social y la previsión colectiva, nos parece que el
envejecimiento no debería constituir un problema en este ámbito y que los
razonablemente buenos niveles que tienen en nuestro país las prestaciones
económicas y en especie en sus diferentes grandes programas no deberían sufrir
menoscabo en el futuro si sólo fuese por los factores estrictamente demográficos, en
concreto, dada la evolución esperada del tamaño de la población en los próximos
cincuenta años y dada la evolución de la estructura de edades de la misma.

Pare evitar que los factores demográficos provoquen una crisis de sostenibilidad
generalizada de los grandes programas públicos de protección social y de los
esquemas privados de previsión colectiva, pues ninguno está libre de riesgos frente al
envejecimiento, nos parece que hay que adoptar decisiones firmes tendentes a: (i)
dosificar adecuadamente los cimientos público y privado del bienestar, (ii) crear los
instrumentos adecuados de conversión de rentas en capitales y de capitales en rentas
y de su aseguramiento, (iii) introducir seguros (obligatorios cuando sea necesario) de
pensiones, servicios sanitarios, servicios de atención a la dependencia y,
especialmente, de longevidad, (iv) regular mejor los mercados financieros buscando el
abaratamiento de las comisiones de gestión de los capitales para la previsión social y
(v) profundizar en las tecnologías de producción y los modelos de gestión de las
numerosas prestaciones en especie garantizadas por el sistema de bienestar para
evitar aumentos desproporcionados de su coste y una extensión injustificada de las
mismas.

No es sencillo. Pero lo más difícil, y a la vez más importante para evitar que el
envejecimiento se convierta en un problema y afecte a la sostenibilidad del entramado
de bienestar de la sociedad, es conseguir que los individuos se hagan a la idea de


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Los retos socioeconómicos del envejecimiento en España




que, frente al regalo de una vida más larga, su contrapartida debe ser una vida más
equilibrada en el plano laboral de forma que se restablezca el álgebra vital que
requiere la sostenibilidad. Este cambio, a su vez, exige un giro copernicano en la
manera de crear talento y aplicarlo a las actividades productivas. La aparición de las
empresas, los empleos, los trabajadores y las cualificaciones que facilitarán el que las
tasas de participación activa a edades superiores a los 60 años se multipliquen varias
veces respecto al nivel que tienen en la actualidad no debería demorarse, ni se
debería confiar en que este proceso será espontáneo, al menos a la escala requerida.

Sin este desarrollo, nuestros sistemas laborales y productivos nunca estarán en
condiciones de absorber el retraso de la edad de jubilación y la frustración sería aún
mayor que la que causaría la no sostenibilidad del sistema de bienestar.




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Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




2. ¿Qué es el envejecimiento?
En 1987, España gozaba junto a Irlanda de la menor tasa de envejecimiento de
Europa. En pocos años esta situación ha cambiado drásticamente, y hoy nuestro país
se sitúa a la cabeza del envejecimiento. La transición demográfica española se ha
producido con retraso respecto a Europa pero de forma más acelerada. En la próxima
década el envejecimiento se va acelerar aún más, con la jubilación de las
generaciones del baby boom nacidas durante los sesenta y setenta del siglo pasado.
En términos demográficos este escenario parece difícil de corregir porque el
comportamiento natural de la población nativa es muy restrictivo y en los próximos
años la capacidad de entrada de población joven extranjera estará seriamente
cuestionada por motivos económicos, barreras comunitarias y dificultades socio-
políticas de integración. El aumento de la longevidad de la sociedad inducirá a un
incremento de los costes sociales, especialmente por el aumento de la cuarta edad o
mayores de ochenta años. Por todo ello, el mantenimiento del sistema de bienestar
reclama drásticas innovaciones del mercado de trabajo, como la potenciación del
empleo femenino y la prolongación de la vida laboral.

Tradicionalmente el envejecimiento es visto como un fenómeno negativo que
desencadena un declive o crisis sociodemográfica. España, como el resto de los
países desarrollados, teme los efectos demográficos ligados al envejecimiento, la
inversión de la estructura por edades, la imposibilidad de reemplazo generacional, etc.,
y, más aún, las derivadas socioeconómicas, restricciones en el mercado laboral y
aumento de la tasa de dependencia, incremento de las cargas sociales hasta el punto
de poner en peligro el estado de bienestar, limitaciones al emprendimiento o
decadencia económica, etc. Ante este panorama, las soluciones planteadas hasta el
momento se centran en la inmigración exterior que renueve los huecos dejados por la
falta de jóvenes o la jubilación de la población activa, y en las políticas de estímulo de
la natalidad que recuperen el crecimiento vegetativo. Pero estas opciones no siempre
son satisfactorias, la primera por las dificultades de integración de los efectivos
extranjeros –agravadas en los momentos de incertidumbre económica-, y la segunda
porque en el actual modelo socioeconómico el margen de maniobra es restrictivo.

Pero a menudo estas interpretaciones son demasiado simplistas y tremendistas,
porque no saben valorar la esencia del envejecimiento: el proceso o resultado de una
exitosa transición demográfica de las sociedades más avanzadas, donde el aumento
de la longevidad es el primer indicador del desarrollo humano alcanzado. En esta
línea, el envejecimiento es la revolución sociodemográfica más trascendental de la
humanidad, sin precedentes históricos, a escala universal y destinada a perdurar en el
siglo XXI.

Por ello, es prioritario reinterpretar los conceptos y asumir los nuevos retos sociales,
económicos y políticos que reclama el envejecimiento. Entre estos, es necesario

                                                                                       10
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




superar las rígidas barreras establecidas en el ciclo vital. El límite de edad para
considerar mayor a una persona son los 65 años -edad a la cual la mayoría de los
países han fijado la jubilación- se ha quedado desfasado por el incremento de la
longevidad y salud de la población mayor, que ha logrado superar el umbral de los
ochenta años en las sociedades más avanzadas. La edad de jubilación se justificaba
como una conquista social, o el merecido descanso -retribuido por el sistema de
pensiones- de los extenuados trabajadores en sus últimos años de vida (que cuando
se desplegaron los sistemas de bienestar universales tal y como los conocemos hoy,
rara vez superaban los 70 años de esperanza de vida). En otras palabras, hoy en
España, como en otras sociedades de nuestro entorno, afortunadamente vivimos más
tiempo y con mayor calidad de vida, y la reestructuración económica y revolución
tecnológica han cambiado las condiciones de trabajo. Ante estas nuevas
circunstancias, no sólo resulta poco coherente mantener la edad de jubilación en 65
años, sino también contraproducente porque coarta las posibilidades de progreso
social de nuestros mayores al dejarles en un prolongado limbo de inactividad,
desaprovechando una gran fuente de recursos humanos y experiencia difícilmente
recuperable a medio plazo.




                                                                                11
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




2.1. La estructura por edades y las ratios demográficas

La intensidad del proceso de envejecimiento de la población al que hemos asistido en
las últimas décadas carece de precedentes. En términos demográficos, el
envejecimiento de la población consiste en un cambio en la estructura por edades
derivada del aumento de la edad media de la población. En las últimas tres décadas
se ha producido un intenso trasvase de efectivos jóvenes hacia edades adultas: en el
periodo 1981 y 2008 la población joven entre 0 y 19 años ha descendido un 30,8% de
12,9 a 8,9 millones, frente a un incremento del 80,2% de los mayores de 65 y más
años, cuya población ha pasado de 4,2 a 7,6 millones de personas.


                            Pirámide de población Española 1981 vs. 2008
         85 y más
           80-84
           75-79
           70-74
           65-69
           60-64
           55-59
           50-54
           45-49
           40-44
           35-39
           30-34
           25-29
           20-24
           15-19
           10-14
              5-9
              0-4

                    5   4       3     2        1    0     1        2      3    4   5
                              % Varones 2008                  % Mujeres 2008
                              % Varones 1981                  % Mujeres 1981


La variación acumulada durante el periodo 1981-2008 indica que el grupo de edad de
80 y más años –denominado habitualmente “cuarta edad”- muestra el incremento más
elevado (193,4%) y ello es una prueba inequívoca del proceso de envejecimiento y de
la alta longevidad de la sociedad española. Las generaciones nacidas durante la
Guerra Civil, más reducidas, influyen en el hecho de que los mayores de entre 65-79
años crezcan a un ritmo menor, 56,8%, pero aun así este tramo de edad es el
segundo más expansivo de los considerados. En este sentido el “crédito demográfico”
inducido por dicha contienda y el período de posguerra, supone según diferentes
estudios, una cifra del entorno de 570.000 personas no nacidas por causa directa de la



                                                                                       12
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




guerra que provocan, en la actualidad, el máximo impacto de dicho “crédito
demográfico”, cuyo peso se irá reduciendo en los próximos años.


                                                 Tabla 2.1.1.
                Evolución de los grupos de edad de la población española : 1981-2008
                          1981                       2008                        Evolución 1981/2008
                                                                        Incremento
                                                             % sb                      Var. %       Var. % del
Grupos de edad     Población   % sb total    Población                    absoluto
                                                             total                    habitantes   peso relativo
                                                                         habitantes
  0 a 19 años     12.949.041     34,4%       8.961.525      19,5%       -3.987.516     -30,8%          -43,4%
 20 a 39 años     10.180.726     27,0%       14.574.837     31,6%        4.394.111      43,2%          17,1%
 40 a 64 años     10.316.870     27,4%       14.893.342     32,3%        4.576.472      44,4%          18,1%
  65-79 años       3.511.593     9,3%        5.506.459      12,0%        1.994.866      56,8%          28,3%
 80 y más años     725.131       1,9%        2.127.348       4,6%        1.402.217     193,4%          140,0%
 65 y más años     4.236.724     11,2%       7.633.807      16,6%         3.397.083     80,2%          47,4%
                               Fuente: Elaboración propia a partir de datos del INE


El descenso acusado de la natalidad es uno de los hitos demográficos más
relevantes, junto al aumento de la esperanza de vida y la inmigración extranjera.
Desde 1975 las tasas de natalidad (o número de hijos por mil habitantes)
experimentan una brusca caída (véase gráfico adjunto), hasta alcanzar el mínimo
histórico de 9,19 en 1998, es decir casi diez puntos menos que en 1975, que provocó
un crecimiento natural casi cero (porque la diferencia con la tasa de mortalidad era
mínima, 0,12). Los cambios socioculturales y la emancipación de la mujer, entre otros
factores, explican ese descenso. Como es bien sabido, además del incremento de la
esperanza de vida, la “desnatalización social” ha inducido el proceso de
envejecimiento. Lógicamente, el declive de la natalidad es también consecuencia del
envejecimiento, al reducirse las generaciones en edad reproductiva, y ambos factores
interactúan en lo que se ha llamado modelo de inversión demográfica, colocando a
España entre los países del mundo con la dinámica natural más regresiva.

A partir de 1999 se inicia una senda de tímida recuperación de la tasa de natalidad,
alcanzando 10,96 en 2006 (para encontrar una cifra similar habría que remontarse
hasta 1987). No cabe duda de que la población extranjera ha jugado un papel crucial
en este incremento de la natalidad, por su mayor proporción de efectivos en edad
reproductiva y un comportamiento más natalista. Paralelamente otros indicadores
atestiguan un mayor dinamismo: el número medio de hijos alcanza la cifra de 1,4, y
aunque todavía esté muy lejos del casi “mítico” 2,1 -que asegura el reemplazo
generacional-, se aleja del 1,2 en el que parecía haberse instalado la demografía
española durante los años noventa. También la edad media de las madres que tienen
su primer hijo consigue bajar del umbral de los treinta años y situarse en torno a 29,3




                                                                                                                   13
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




años, mientras que la tasa de maternidad1 aumenta de 18 en 1996 a 19,7 en 2008.
Pero esta recuperación no es ni profunda ni duradera. Desde 2006 la tasa de natalidad
se ha estancado y si se confirman las previsiones va a descender en los próximos
años convergiendo con la mortalidad, lo cual de nuevo nos acerca al crecimiento cero:
en 2017 se espera un crecimiento natural de la población de 0,8 por mil habitantes,
frente al 2,4 registrado en 2007. La natalidad parece tener un escaso margen de
recuperación porque domina la tendencia a retrasar la edad de la primera maternidad
y la maternidad en general. Los escollos de tipo económico (analizados en el sección
2.4), son un potente freno para la emancipación y formación de hogares de la
población joven, como han puesto de manifiesto múltiples estudios. Otro factor en
contra es la rápida asimilación por parte de la población extranjera de los roles
demográficos del resto de la población, es decir, pocos hijos y a una edad más tardía.
Además, también es muy probable que la actual crisis influya negativamente en la
decisión de tener hijos. Por razones de índole biológica (al rebasar los umbrales
reproductivos), si no se adoptan medidas de forma casi inmediata, se puede llegar a
desaprovechar el potencial de reproducción demográfica de las generaciones del baby
boom.

                                        Gráfico 2.1.2.
           Dinámica natural española: evolución 1975-2007 y estimación 2008-2017
                    Tasa de natalidad y mortalidad anual por mil habitantes

              Tasa Mortalidad, por 1000 habitantes          Tasa Natalidad, por 1000 habitantes
      19
      18
      17
      16
      15
      14
      13
      12
      11
      10
       9
       8
       7
           1975 1978 1981 1984 1987 1990 1993 1996 1999 2002 2005 2008 2011 2014 2017


       Fuente:




1
 La tasa de maternidad se calcula a partir de la población de 0 a 4 años sobre las mujeres entre 15 y 49
años


                                                                                                     14
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




Es evidente que la inmigración ha paliado y retardado los efectos del
envejecimiento. La aportación exterior por el momento ha evitado el descenso de la
proporción de población en edad activa (16-65 años), que incluso ha incrementado su
relevancia: de 68,3% en 1996 a 69,1% en 2008. El proceso de envejecimiento también
se ha ralentizado, ya que si entre 1981 y 1996 crecía a razón de 0,29% de media
anual, para el periodo 1996-2008 éste ha sido sólo de 0,08%. Si analizamos la
estructura de edades (véase siguiente pirámide) también es evidente la contribución
de la inmigración exterior en cierto rejuvenecimiento de las generaciones en edad
activa. Los datos son elocuentes: la tasa de envejecimiento de los extranjeros es del
4,9%, frente al 18,1% de los nativos, y los extranjeros representan el 17,1% de la
población entre 20 y 44 años.



                                               Gráfico 2.1.3.
                     Pirámide de población en España 2008: nativos y extranjeros

                     Varones                                                       Mujeres
         80-84


         70-74


         60-64


         50-54


         40-44


         30-34


         20-24


         10-14


           0-4

                 5      4       3     2      1      0      1       2       3       4     5

                                           % Extranjeros       % Nativos
    Fuente: Padrón Municipal, INE




La inmigración extranjera ha sido el motor del espectacular crecimiento de la población
española en los últimos años (véase gráfico adjunto). Entre 1998 y 2008, el 72% del
crecimiento de la población española tiene origen extranjero, lo cual supone 4,6
millones del total de los 6,3 millones ganados. En términos relativos, el incremento
acumulado de la población extranjera fue del 730%, mientras que la población
nacional en ese mismo periodo registró un discreto 4,2%. El futuro demográfico de
España está muy condicionado por la capacidad socioeconómica a la hora de atraer


                                                                                             15
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




población extranjera, pero es inverosímil que se prolonguen por mucho tiempo los
actuales flujos de entrada –España viene acumulando más de un tercio de todas las
ganancias de los saldos migratorios del conjunto de la Unión Europea-.

                                              Gráfico 2.1.4.
                    Contribución de población extranjera al crecimiento demográfico
                           Variación interanual en miles habitantes (1998-2008)
                                           Nativos             Extranjeros
  1.000
   900
   800
   700
   600                                                                                                  749
                                                      686                 696
   500
   400                           447       607                                      414
   300     112                                                  370                           375
   200                175
   100     238                                        193                 215       187                 208
                      123        170       114                                                116
                                                                110
      0
          1998/99   1999/2000   2000/01   2001/02    2002/03   2003/04   2004/05   2005/06   2006/07   2007/08

 Fuente: INE



Es previsible que la actual crisis económica, combinada con políticas de contención de
la inmigración, suponga una brusca caída del saldo migratorio exterior, al igual que ha
sucedido en Alemania. La progresiva merma en la entrada de extranjeros y los
procesos de retorno devolverán a España a la situación de partida, otorgando cada
vez más protagonismo a la dinámica natural. Si se mantiene el comportamiento
reproductivo actual (con una de las tasas de natalidad más bajas del mundo) es fácil
anticipar a corto plazo la regresión demográfica. Pero todavía existe margen para
actuar y contrarrestar esta tendencia a través de las políticas a favor de la natalidad,
como vienen aplicando con éxito los países nórdicos, o en nuestro entorno más
próximo el caso de Francia.

A modo de síntesis, en el siguiente gráfico se puede comprobar cómo el crecimiento
económico induce el crecimiento demográfico, aunque con algunos desfases
temporales. Hasta principios de los años ochenta, el declive económico influyó en el
descenso del ritmo de crecimiento demográfico. El hecho de que la expansión
económica producida por la incorporación en el Mercado Común no se tradujera en un
paralelo crecimiento demográfico se debió a que las necesidades del mercado laboral
se cubrieron ampliamente con los recursos internos: los excedentes de población
joven y la masiva incorporación de la población femenina. Por otro lado, la
emancipación laboral de las mujeres aceleró el cambio hacia un modelo sociológico de
reducida fecundidad. Remontada la crisis de 1993, el nuevo y prolongado ciclo
expansivo (desde 1994 hasta 2008) sí que ha precisado de la entrada de población
extranjera, atendiendo las demandas del mercado laboral no cubiertas con la


                                                                                                                 16
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




población nativa. La brusca desaceleración económica producida en 2008 no ha
provocado un paralelo descenso de la inmigración extranjera, porque España sigue
siendo uno de los principales focos de atracción migratoria internacional, aunque como
ya se ha apuntado es previsible que a corto plazo sufra un ajuste considerable.

                                                Gráfico 2.1.5.
                              Crecimiento demográfico vs crecimiento económico
                                            Variación interanual %

                                 PIB (Esc. Izq)                      Población (Esc. Dcha.)
      5,7
                                                                                                            2,0
      4,7
                                                                                                            1,5
      3,7

      2,7                                                                                                   1,0

      1,7
                                                                                                            0,5
      0,7
                                                                                                            0,0
      -0,3

      -1,3                                                                                                  -0,5
             1975   1978    1981     1984     1987     1990   1993     1996    1999    2002   2005   2008

      Fuente: Elaboración propia a partir de datos del INE


Por otra parte, la alta longevidad alcanzada por la población española es uno de los
principales logros demográficos y socioeconómicos del país. Si nos remontamos a
1975, a pesar del diferencial en bienestar socioeconómico, la esperanza de vida ya se
acercaba a los países europeos más avanzados gracias al periodo de desarrollo
económico de los años sesenta y setenta, junto a otros factores extraeconómicos
como los estilos de vida y nutricionales. Desde la transición democrática España ha
incrementado su esperanza de vida en casi ocho años (véase gráfico), pasando de
73,3 años en 1975 a 81,1 años en 2006. Este ascenso –a razón de casi cuatro años
por década- ha sido el resultado del intenso desarrollo socioeconómico y la cobertura
universal sanitaria, que han producido una auténtica “democratización de la
supervivencia”. El éxito logrado ha sido tal, que hoy los españoles por término medio
viven 6 años más que la media de la Unión Europea.




                                                                                                                   17
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




                                               Gráfico 2.1.6.
                        Esperanza de vida al nacer en España: evolución 1970-2006
                                  Ambos sexos          Mujeres          Varones
                                                                                  83,7
                   83
                                                       80,5                       81,1
                   81

                   79
                                                       76,9                       77,2
                           76,2
                   77

                   75
                           73,3                        73,3
                   73
                           70,4
                   71

                   69
                          1975        1980      1986   1991      1995   2000      2006
                  Fuente: Eurostat



En las sociedades avanzadas la esperanza de vida es sensiblemente más alta en las
mujeres que los varones. Efectivamente, uno de los principales logros del desarrollo es
la mayor equidad de género, que ha mejorado las condiciones de vida de las mujeres
y ha minimizado los factores de riesgo en la mortalidad femenina precoz. Todo ello,
unido a la mayor resistencia biológica y seguramente también unos hábitos más
saludables explican el diferencial de 6,5 años a favor de las mujeres españolas. Esta
mayor esperanza de vida tiene un efecto directo en la feminización de la vejez: las
mujeres de 65 y más años superan en un 35,7% a los varones de esa edad, cifra que
se eleva al 84,6% si consideramos la población de 80 y más años. En 2008 uno de
cada diez españoles correspondía a una mujer de más de 64 años, y se espera que
esa proporción aumente a una de cada ocho en 2030. Las mujeres viven más, pero en
general perciben peor su salud, ya que sufren antes y de forma más prolongada las
discapacidades y enfermedades crónicas. El número de años que pasan las mujeres
sin padecer una enfermedad crónica es de 38, mientras que en los hombres es de 412.
Esas diferencias reflejan que todavía persisten desigualdades por razones de sexo,
como la dependencia económica, la sobrecarga de trabajo, o el menor reconocimiento
y las posibilidades más limitadas de ascenso social de las mujeres. Por lo demás,
existen evidencias de que la esperanza de vida libre de discapacidad no sólo varía con
la edad y el género, sino también con el lugar de residencia.

Cabe asimismo subrayar que la longevidad todavía tiene mucho recorrido para seguir
aumentando. Las previsiones de Eurostat para España de un incremento de cuatro
años de aquí al 2050, hasta alcanzar una media de 87,9 años en el caso de las


2
    Según datos del Informe Anual del Sistema Nacional de Salud 2007


                                                                                            18
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




mujeres y 81,4 en el de los hombres, parecen demasiado cortas: se compadecen mal
con los ritmos de crecimiento de las últimas décadas e infravaloran las posibilidades
que representan los avances científicos3, la adopción de hábitos de vida más
saludables (entre ellos, las dietas menos calóricas que, hasta donde se sabe, reducen
la oxidación celular), las condiciones de trabajo menos duras o la mayor difusión y
eficiencia de la medicina preventiva. Por estos motivos, es muy probable que en los
próximos años se tengan que corregir al alza dichas proyecciones oficiales. Algunos
expertos4 señalan que la esperanza de vida en España aumentará aproximadamente
en dos años por cada década transcurrida -a un ritmo parecido al que viene
registrando desde 1975- (Guijarro y Pélaez, 2007). De esta forma la longevidad media
de las mujeres se aproximará a los 92 años y los varones superarán los 85 años, es
decir, nueve años más que al inicio del siglo XXI para ambos sexos.


2.2. La geografía del envejecimiento en España


La radiografía territorial del envejecimiento en España muestra una situación diferente
según las comunidades autónomas. En el siguiente mapa se observa que la
proporción de población de 65 y más años es muy alta en las comunidades del
noroeste e interior del país. Por el contrario, las comunidades del arco mediterráneo,
los dos archipiélagos y Madrid –la excepción del interior- presentan una estructura de
población menos envejecida con valores por debajo de la media española (16,6%). La
diferencia entre la comunidad más envejecida, Castilla y León, y la menos, Canarias,
es de casi diez puntos porcentuales.




3
  Por otro lado, la reducción de la oxidación celular a través de dietas nutricionales menos calóricas
incrementarán sensiblemente la longevidad
4
  Guijarro, M. y Peláez, O. (2007): La longevidad globalizada: un análisis de esperanza de vida en
España. Vol. XII, núm. 260, 1 de marzo de 2008. Cuadernos Críticos de Geografía Humana


                                                                                                   19
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




A escala provincial se agudizan aún más los contrastes territoriales. Los valores
oscilan entre el 28,4% de Ourense y el 11,4% de Las Palmas, es decir 17 puntos. En
las comunidades autónomas de mayor tamaño territorial se perciben claramente las
diferencias internas interprovinciales: más de diez puntos en Castilla y León (28,2% en
Zamora por 17,9% en Valladolid) y Galicia (28,4% en Ourense por 18,2% en
Pontevedra); ocho puntos en Castilla-La Mancha (23,2% en Cuenca por 15,4% en
Guadalajara); y cinco puntos en Aragón (23,9% en Teruel por 18,7% en Zaragoza) y
Andalucía (17,8% en Jaén por 12,6% en Almería).

Las diferencias territoriales en el proceso de envejecimiento se explican por el desigual
desarrollo socioeconómico de las últimas décadas. El mapa del envejecimiento está
estrechamente ligado al fenómeno demográfico más relevante de la segunda mitad del
siglo XX: el éxodo rural y su proyección en el tiempo a través del “envejecimiento por
emigración”. Las migraciones campo-ciudad han provocado el envejecimiento de
amplias zonas rurales del interior del país. Las pérdidas fueron muy acusadas en las
provincias de interior, las más rurales y atrasadas: las dos Castillas, Extremadura,
Aragón, pero también en las provincias de interior de Galicia (Lugo y Ourense) y
Andalucía (especialmente, Jaén y Córdoba). En el interior, las excepciones se dieron


                                                                                      20
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




en los enclaves urbano-industriales de Zaragoza y Valladolid, y más recientemente
Guadalajara y Toledo, que han conjugado las pérdidas gracias a la fuerte atracción
demográfica derivada de la difusión metropolitana madrileña. Por el contrario, las
mayores ganancias se concentran en las regiones urbano-industriales de Madrid,
Cataluña y el País Vasco, así como en las provincias del litoral mediterráneo y del
archipiélago canario, más beneficiadas por el desarrollo urbano-turístico. Así pues, el
desigual desarrollo socioeconómico explica los flujos migratorios del interior y, en
consecuencia, la desigual estructura demográfica actual.




En los últimos años el boom inmigratorio ha acentuado estos contrastes territoriales. El
siguiente gráfico permite apreciar la existencia de una correlación entre una estructura
demográfica más envejecida, por una parte, y un menor crecimiento demográfico y
una más reducida atracción inmigratoria, por otra.




                                                                                     21
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




                                            Gráfico 2.2.1.
        Comparativa entre el envejecimiento, población extranjera y crecimiento demográfico
                                   Índice por CCAA (España = 100)
                              65y más años 2008                                      Extranjeros 2008                                       Variación pob. 1998-2007
  200



  150



  100



   50



    0
         Castilla y León




                                                         Extremadura




                                                                                                                                  Navarra




                                                                                                                                                                          Andalucía

                                                                                                                                                                                      Madrid

                                                                                                                                                                                               Murcia
                                                                       País Vasco




                                                                                                             Castilla-La Mancha
                                                                                                  La Rioja




                                                                                                                                             Cataluña
                                      Galicia

                                                Aragón




                                                                                      Cantabria
                           Asturias




                                                                                                                                                                                                        Baleares

                                                                                                                                                                                                                   Canarias
                                                                                                                                                        Com. Valenciana
  Fuente:
   INE




2.3. Escenarios de futuro

El fenómeno de la inmigración extranjera, motor del crecimiento demográfico español,
difícilmente se prolongará con la misma intensidad en los próximos años, por lo cual,
la evolución demográfica va a verse cada vez más condicionada por la dinámica
natural de la población. Ciertamente, el margen de error de las previsiones
demográficas es muy alto, toda vez que las condiciones socioeconómicas –incluso
políticas- son imprevisibles en un horizonte lejano. Un escenario de recuperación
natural de la población tal vez fuera posible si las políticas a favor de la natalidad se
aplicaran con rapidez y medios suficientes, de tal modo que se pudiera aprovechar la
ventaja de contar con las generaciones del baby boom en edad reproductiva. El
escenario alternativo es el de una población muy envejecida o “sobreenvejecimiento”,
con escasas posibilidades de recuperación natural y, por ello, una evolución
extremadamente dependiente de las aportaciones externas, que –como se ha
apuntado están sujetas a los vaivenes cíclicos de las coyunturas socioeconómicas. La
historia, en todo caso, nos muestra que los errores en las previsiones demográficas
han puesto de manifiesto un sesgo a la baja, infravalorando generalmente la
supervivencia.

Si atendemos a la proyección demográfica del INE para el año 2018 (véase siguiente
gráfico), respecto a 2008 las generaciones de 65 y más años registrarán un



                                                                                                                                                                                                                     22
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




incremento absoluto de más de 1,3 millones, afianzando su protagonismo relativo (de
un 16,6% a un 18,3%). Este incremento sería aún mayor de no haberse producido el
fenómeno de las generaciones huecas (o los “no nacidos” durante la Guerra Civil y la
inmediata posguerra). Al ampliar el horizonte temporal la tasa de envejecimiento
alcanzará el 23% en 2030.

                                              Gráfico 2.3.1.
                   Evolución de los grupos de edad: % sobre el conjunto de la población
                   Censo 1981                    Padrón 2008                        Proyección 2018                              Proyección 2030
       10

        9

        8

        7

        6

        5

        4

        3

        2

        1

        0

                                                                                                                                                   85 y más
             0-4

                   5-9

                         10-14

                                 15-19

                                         20-24

                                                 25-29

                                                         30-34

                                                                 35-39

                                                                         40-44

                                                                                 45-49

                                                                                         50-54

                                                                                                 55-59

                                                                                                         60-64

                                                                                                                 65-69

                                                                                                                         70-74

                                                                                                                                   75-79

                                                                                                                                           80-84



      Fuente: Elaboración propia a partir de datos del INE




El progresivo envejecimiento de la población también se reflejará en un preocupante
menor reemplazo, es decir, la relación entre las generaciones en edad de incorporarse
al mercado de trabajo (los jóvenes entre 20 y 29 años) frente a las que salen (entre 55
a 64 años), que evolucionará del actual 132% en 2008 a 85,5% en 2018 y 73,4% en
2030, lo que significa que pasaremos de tener 1,32 individuos entre 20 y 29 años por
cada individuo entre 55 y 64 años, a tener sólo 0,73 en el 2030. Los datos permiten,
por tanto, predecir plausiblemente que, en la próxima década, las generaciones del
baby boom empezarán a jubilarse, sin contar con un reemplazo equivalente de
generaciones jóvenes.




                                                                                                                                                              23
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




                                          Gráfico 2.3.2.
                     Razón de reemplazo generacional: evolución temporal
                    Relación entre 20-29 años y 55-64 años por cien habitantes

           180                                165,0
                                 159,6
           160      150,8

           140                                             132,0

           120
           100                                                     85,5
                                                                            73,4
             80
             60
             40
             20
              0
                     1981        1996         2001         2008    2018    2030
          Fuente: Elaboración propia a partir de datos del INE




El envejecimiento de la población provoca asimismo un aumento de la población
dependiente, especialmente protagonizado por el colectivo de 80 y más años,
denominada “cuarta edad” cuyas previsiones de crecimiento, según el INE, son del
172% entre 2008 y 2030. Para este último año se cifra en 3,6 millones el número de
quienes superen en España la edad de 79 años, que representarían un 7,2% de la
población (en 1981 este colectivo apenas representaba el 1,9%). Teniendo en cuenta
las actuales tasas de dependencia de los respectivos grupos de edad, se ha estimado
para el horizonte 2030 un total aproximado de 3,5 millones de habitantes dependientes
de 65 y más años, lo cual representa un incremento del 60,6% respecto a 2007.




                                                                                        24
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




                                    Gráfico 2.3.3.
                     Pirámide de población Española 2008 vs 2030
  85 y más
     80-84
     75-79
     70-74
     65-69
     60-64
     55-59
     50-54
     45-49
     40-44
     35-39
     30-34
     25-29
     20-24
     15-19
     10-14
       5-9
       0-4

             5   4       3     2      1         0   1    2         3    4     5

                               % Varones 2030                % Mujeres 2030
Fuente: INE                    % Varones 2008                % Mujeres 2008




                                                                                  25
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




Como viene siendo una constante en todas las variables analizadas, las diferencias
territoriales del fenómeno del envejecimiento se acentúan en las proyecciones de
población de mayores de 65 años para el año 2018.




2.4. Ciclo de vida individual, edad y comportamiento socioeconómico

Para evidenciar el proceso de envejecimiento que vive España y relacionar este
proceso con el retiro de los mayores, es importante analizar los principales hitos en un
ciclo de vida, entendiéndose éste como las edades a las que suceden los eventos más
importantes del individuo, como puede ser la formación, emancipación, entrada y
salida del mercado laboral, inactividad, jubilación, etc. Los aspectos demográficos
analizados en la sección anterior tienen un impacto elevado en la organización de las
distintas fases del ciclo vital de los individuos y sirven como referente para analizar los
patrones de comportamiento de las personas, sus tendencias y las condiciones
socioeconómicas que influyen en sus decisiones de futuro.



                                                                                        26
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




Como comprobaremos a lo largo de esta sección, los últimos datos disponibles indican
que los jóvenes terminan sus estudios a edades más tardías, se demoran en encontrar
su primer trabajo, se emancipan de sus hogares de origen cada vez más tarde y se
casan y tienen su primer hijo a edades más avanzadas. Este comportamiento ha
retrasado la entrada a la actividad laboral, que junto a la salida anticipada de muchos
trabajadores y empleados del mercado laboral, ya sea por jubilación anticipada o
prejubilación, ha provocado el acortamiento del periodo efectivo de actividad frente a lo
observado hace unos años. Esta situación indiscutiblemente tiene efectos directos
sobre el retiro de los mayores.

                                                        Gráfico 2.4.1.
                                            Ciclo de vida en España (edad media)

                             Primer matrimonio                             Primer hijo
                             Inactividad                                   Emancipación
                             Salida del mercado laboral                    Esperanza de vida hombres
                             Esperanza de vida mujeres
                90                                                                                       87,0
                                                      85,2
                                                                                                          82,9
                                                    81,2
                80


                70

                                                                                                          62,0
                                                                               60,3
                60
       (años)




                                                                                                       54,9
                     50,6
                50


                40

                                                                                                         30,7
                30    26,8           27,4
                                                                                                         29,3
                                                                                                29,3
                     26,3
                20
                     1988     1990      1992      1994       1996   1998    2000      2002    2004     2006

                 Fuente: Eurostat, INE e Injuve


La pirámide de población activa de 1987 frente a 2008 permite distinguir tres
fenómenos que tienen una lectura clara en el ciclo vital de los individuos. El primero de
ellos refleja la inactividad inducida o forzosa de los jóvenes, motivada por la
prolongación de los estudios ante las dificultades de acceso al mercado laboral. La
entrada de los más jóvenes (16-24 años) al mercado de trabajo es cada vez más
tardía, tal y como lo refleja la reducción de la tasa de actividad de este grupo de edad
de casi diez puntos, situándose en 2008 en el 29%. Además, la reducción de los
activos varones se ha prolongado hasta las edades de 25 a 29 años, a diferencia de
las mujeres de este grupo de edad que han aumentado considerablemente su tasa de
actividad en los últimos tiempos, del 59,6% al 82,6%.


                                                                                                                 27
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




El segundo fenómeno se corresponde con el elevado incremento de la población
activa femenina observado en ese periodo, que ha pasado de representar un 33%
sobre el total de activos a un 43%, con 4,8 millones más que en 1987. En términos
agregados, la incorporación de la mujer al mercado de trabajo ha ayudado a atenuar la
tendencia decreciente de la población activa observada en los últimos años. Cabe
destacar que, a pesar de la incorporación masiva de las mujeres jóvenes al mercado
de trabajo, las mayores salen antes que los varones: en nuestros días, la tasa de
actividad de las mujeres desciende con intensidad a partir de los 50 años, mientras
que en los hombres este fenómeno se observa a partir de los 55 años.

El último fenómeno destacable es la tendencia de la salida anticipada de los varones
del mercado laboral. En los últimos años, los varones entre 50 y 64 años han perdido
peso sobre el total de activos, de un 6,5% a un 5,5%, mientras que el porcentaje de las
mujeres sobre el total de activos se ha incrementado en casi dos puntos hasta el 3,8%.

                                             Gráfico 2.4.2.
                               Pirámide de población activa: 1987 vs. 2008

           de 70 y más

             de 65 a 69

             de 60 a 64

             de 55 a 59

             de 50 a 54

             de 45 a 49

             de 40 a 44

             de 35 a 39

             de 30 a 34

             de 25 a 29

             de 20 a 24

             de 16 a 19


                          10   8      6       4    2       0        2       4   6   8
                               % Varones 2008                  % Mujeres 2008
         Fuente: INE           % Varones 1987                  % Mujeres 1987



A continuación se analizarán algunos aspectos relevantes en el cambio del ciclo vital
de los individuos apuntado anteriormente.

Emancipación: transición a la vida adulta y primer empleo

España, junto a Italia, tiene el calendario más retrasado de toda la Unión Europea
respecto a la transición a la vida adulta, entendiendo ésta como emancipación primero
y formación y consolidación de la familia posteriormente. Dicho retraso es aún mayor
si lo comparamos con los países nórdicos: en torno a cinco años. El 53,8% de los


                                                                                        28
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




jóvenes españoles entre 18 y 34 años sigue viviendo en el hogar paterno5. Sin dejar al
margen otro tipo de factores de naturaleza sociocultural, la independencia tardía de los
jóvenes españoles se explica en claves económicas: limitada capacidad para acceder
al primer empleo, y mala calidad de éste (en términos de inestabilidad, temporalidad y
bajos salarios), con las consiguientes dificultades para asumir los gastos -inflados
durante años- del alquiler o de la adquisición de una vivienda. Para afrontar las
restricciones del mercado laboral una opción habitual consiste en ampliar la duración
de los estudios, especialmente entre los jóvenes de familias de rentas medias y altas.
Por otro lado, al prolongarse la precariedad en los primeros años de actividad laboral,
la inserción en el mercado de trabajo no garantiza siempre la deseada emancipación,
sino que muchos jóvenes aplazan su salida del hogar familiar hasta alcanzar unos
niveles de ahorro suficientes para afrontar la independencia, y otros que se emancipan
nominalmente siguen dependiendo económicamente de las ayudas familiares. Todo
ello incide en llamativos “atascos” en el ciclo vital, que se traducen con claridad en el
restrictivo comportamiento natural de la población española: pocos hijos y en edad
tardía, apurando los límites de la edad reproductiva. Para salir de este círculo vicioso
los jóvenes españoles tampoco cuentan con muchos apoyos, a diferencia de otros
países de nuestro contexto europeo donde las políticas a favor de la juventud y la
familia estimulan el incremento de los hogares familiares y la recuperación de las tasas
de fecundidad.

A pesar de estos obstáculos, en los últimos años el número de hogares jóvenes
(alargando la “etapa de juventud” hasta los 34 años) ha crecido sensiblemente (un
107,8% entre 2002 y 2008), y la tasa de emancipación se ha incrementado en más de
diez puntos (véase gráfico adjunto), acortándose la brecha con respecto a la UE. Esta
progresión de los hogares y la emancipación está claramente determinada por el
reciente ciclo económico expansivo que mejoró significativamente los niveles de
empleo joven.




5
    Según datos del III Trimestre de 2008 del Consejo de la Juventud de España


                                                                                         29
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




                                     Gráfico 2.4.3.
           Tasa de emancipación de los jóvenes: grupos de edades (2003-2008)
          % personas que viven fuera del hogar de origen respecto del total personas misma edad
                       18 - 24 años                                           25 - 29 años                                         30 - 34 años                                         Total
        80%




                                                                                                                                                                                                75,1%
        70%




                                                                                                                                                                73,8%
                                                                                                                                73,7%
                                                                                                72,7%
                               69,4%




                                                              69,2%
        60%

        50%




                                                                                                                                                                                        48,1%

                                                                                                                                                                                                        46,3%
                                                                                                                                                        45,9%

                                                                                                                                                                        44,9%
        40%




                                                                                                                        43,7%

                                                                                                                                        43,5%
                                                                                        42,0%

                                                                                                        41,4%
                                                                      37,4%
                                                      36,9%
                                       36,1%
                       35,1%




        30%

        20%
                                                                                10,7%




                                                                                                                12,5%




                                                                                                                                                13,1%




                                                                                                                                                                                12,8%
        10%
                6,8%




                                               7,3%




         0%
                       2003                           2004                              2005                            2006                            2007                        4T2008
       Fuente: Observatorio Joven de la Vivienda


Ahora bien, las bases económicas de estos progresos en la emancipación parecen
muy débiles ante la intensa crisis nacional e internacional que estamos sufriendo. Los
jóvenes son uno de los colectivos más castigados por la falta de dinamismo del
mercado laboral y la destrucción de empleo, y ante la dura restricción crediticia su
capacidad adquisitiva y de ahorro son claramente insuficientes para poder acceder a
una vivienda. En el peor de los escenarios, muchos jóvenes se ven forzados a
regresar al hogar familiar por culpa del desempleo. Según datos del INE del primer
trimestre de 2009, la tasa de paro de menores de 25 años ha alcanzado el 35,6%. En
el caso de jóvenes entre 15 y 24 años que es el tramo de edad que Eurostat define
como paro juvenil, la tasa ascendía al 31,8% en febrero de 2009, con previsiones nada
halagüeñas para finales de año (pudiéndose elevar la tasa de paro hasta el 35%)
resaltando la mayor tasa de paro de jóvenes en España respecto a la UE (17,5% en
febrero de 2009). Ante este difícil panorama, es previsible una involución de las tasas
de la emancipación del hogar de origen o, como poco en su estancamiento.

Periodo de actividad y transición a la inactividad
Como se ha mencionado anteriormente, son dos fenómenos importantes los que
acontecen en la evolución de los activos en España: por un lado la ligera reducción de
los activos varones que se ha registrado en el tramo de edad de 25 a 29 años, y por
otro, el elevado incremento de la población activa femenina experimentado en los
últimos años.
Tras la máxima tasa de actividad observada en el grupo de 30 a 34 años, con un 88%,
la tasa de actividad se reduce a medida que avanza la edad, al crecer el número de
jubilaciones anticipadas. Entre los 55 y 59 años, el porcentaje de los activos sobre la


                                                                                                                                                                                                                30
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




población total es del 61%, siendo la tasa de los varones un 78,5% mientras que las
mujeres presentan tan sólo una tasa significativamente más baja (44,2%). Bien es
cierto que ese 61% es superior al observado en 1987, sobre todo por la mayor
participación de la mujer en la población activa. La diferencia entre la curva de la tasa
de actividad de las mujeres en 1987 y en 2008 expresa con claridad la incorporación
de la mujer al mercado laboral, con un aumento considerable de la tasa de actividad,
más notoria entre los 35 y 49 años.
En el siguiente grupo de edad (entre 60 y 64 años) la tasa se sitúa en el 36% y, al
sobrepasar la edad legal de jubilación (65 años), el porcentaje de activos sobre el total
de población disminuye drásticamente (6,1% entre 65 y 69 años y 0,8% de 70 años y
más). Se aprecia asimismo que en aquel grupo, que en engloba a quienes cuentan
entre 60 y 64 años, crece el número de inactivos y evidenciando que la gran
alternativa a la ocupación en esas cohortes no es el desempleo sino la inactividad,
gracias a la cobertura social de las prejubilaciones6. La participación de estos dos
grupos de edad sobre la población activa es menos relevante que en 1987, dejando
entrever la paulatina reducción del periodo de actividad experimentada en los últimos
años.


                                            Gráfico 2.4.4.
                            Tasas de actividad por grupos de edad y sexo
                       varones 2008     mujeres 2008      varones 1987       mujeres 1987
           100


            80


            60


            40


            20


             0
                 16-19 20-24 25-29 30-34 35-39 40-44 45-49 50-54 55-59 60-64 65-69   70 +
                 Fuente: EPA (INE)




6
  Hay que considerar que un porcentaje de inactivos entre 50 y 64 años, no conocido, se encuentra en
una situación de incapacidad permanente recibiendo, por este motivo, una cuantía de pensiones, ya que
la edad media de estos individuos es de 54 años.


                                                                                                  31
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




                                         Gráfico 2.4.5.
                        Tasas de inactividad por grupos de edad y sexo
                     varones 2008       mujeres 2008       varones 1987   mujeres 1987
         100%

          90%

          80%

          70%

          60%

          50%

          40%

          30%

          20%

          10%
                    50-54           55-59          60-64          65-69       70 +

           Fuente: EPA (INE)



Salida del mercado laboral

La etapa postrera que describimos aquí se inicia con el retiro laboral del individuo, lo
que supone una reducción de los ingresos procedentes de la actividad laboral, y
aunque también se produce una reducción de los gastos de los hogares. Esta
situación provoca que las familias y hogares empiecen a hacer uso de sus ahorros y
del patrimonio acumulado hasta el momento, para emplearse como gasto.

La menor tasa de actividad observada en las cohortes a partir de los 60 años muestra
que la edad real de salida del mercado laboral en España es sensiblemente inferior a
los 65 años (edad legal de jubilación), como puede observarse en la mayoría de
países de nuestro entorno. En España la edad ha pasado de 60,3 años en 2001 a 62,1
años en 2007 situándose ligeramente por encima de la media de la Unión Europea.

Si al retraso en la incorporación al mercado laboral, le sumamos una salida anticipada
del mismo, podemos decir que en las últimas décadas se ha producido una
significativa reducción de la vida laboral, y por lo tanto una reducción del período de
ingresos procedentes de la principal fuente de recursos, el factor trabajo. Sin embargo,
es cierto que en los últimos años se observa una tendencia del aumento en la edad
media de salida del mercado laboral, que parece ir aproximándose paulatinamente a
los 65 años.




                                                                                         32
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




Esperanza de vida

Los cambios demográficos que se han producido en los últimos años en España, y la
tendencia al envejecimiento que se registra en las economías desarrolladas han
provocado que aumente notablemente la esperanza de vida. Según los datos que
publica Eurostat, la esperanza de vida para una persona que haya alcanzado los 65
años ha aumentado significativamente, casi 2 años entre 1995 y 2006, hasta alcanzar
prácticamente los 83 años en hombres y los 87 en mujeres (manteniendo estables los
niveles de mortalidad actuales), lo que supone que la cantidad de ahorro acumulado a
esa fecha deberá ser mayor, si pretendemos que nuestros ahorros sobrevivan hasta la
fecha de nuestro fallecimiento.




                                                                                 33
Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




                                             Gráfico 2.4.6.
                                  Esperanza de vida hombres. Año 2006
                           Esperanza de vida                 crecimiento acum. 1995-2006
        83,5                                                                                3,5%
                                                                    3,0%
        83,0                                                                                3,0%

                                                                                  2,4%      2,5%
        82,5         2,1%              2,1%           2,1%
                                                                                            2,0%
        82,0
                      83,2




                                                                                            1,5%
                                      82,9




                                                      82,7
        81,5




                                                                   82,2
                                                                                            1,0%




                                                                                81,6
        81,0                                                                                0,5%

        80,5                                                                                0,0%
                   Francia          España           Suiza     Alemania      Portugal
       Fuente: Eurostat



                                              Gráfico 2.4.7.
                                   Esperanza de vida mujeres. Año 2006

                             Esperanza de vida                crecimiento acum. 1995-2006
         88,0                                                                              3,0%
         87,5                                                                   2,5%
                                                                                           2,5%
         87,0                          2,1%                      2,2%
                      1,9%                                                                 2,0%
         86,5
         86,0                                                                              1,5%
                      87,6




                                                      1,2%
                                       87,0




         85,5
                                                                                           1,0%
                                                      85,9




         85,0
                                                                  85,5




                                                                               85,2




                                                                                           0,5%
         84,5
         84,0                                                                              0,0%
                   Francia          España           Suiza     Alemania     Portugal
        Fuente: Eurostat



Este incremento de la esperanza de vida a partir del momento de la salida definitiva
del mercado de trabajo implica que la cantidad de ahorro acumulado a esa fecha
deberá ser mayor si se pretende que los ahorros persistan hasta la fecha de
fallecimiento. Además, no podemos obviar que es durante la vejez cuando tenemos
más probabilidades de tener alguna limitación física o alguna discapacidad que exija la
asistencia de terceras personas. En España la esperanza de vida sin limitaciones
físicas y discapacidades se sitúa, de forma prácticamente constante durante los
últimos años, en torno a los 74 años tanto para el sexo masculino como para el
femenino.



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Retos socioeconómicos del envejecimiento en España




Pensiones: grupos de edad y sexo

Atendiendo a los últimos datos de la Seguridad Social, el número de pensiones
asciende a 5,9 millones, de las cuales el 84,5% son por jubilación y el resto por
incapacidad permanente. El número de pensiones comienza a ser relevante entre la
población de más de 60 años, un 10,4% de las pensiones las reciben personas entre
60 y 64 años. No obstante, el mayor peso se concentra en los grupos de edad de 65 a
69 años (un 19,7%), en concordancia con la edad legal de jubilación. En los siguientes
grupos de edad el porcentaje disminuye ligeramente hasta registrar un 10,1% en los
pensionistas de 85 y más años. Las diferencias más marcadas entre los varones y las
mujeres que perciben pensiones se encuentran en el tramo de edad de los 65 a los 79
años, con una participación de los varones está alrededor del 12,5%, mientras que la
participación de las mujeres representa la mitad (6,3%).

                                               Gráfico 2.4.8.
                     Distribución de las pensiones por edad y sexo: % sb total (ITR'09)

                                       % Varones                  % Mujeres

     85 y más                                      5,1%                           5,0%

        80-84                             7,7%                                    4,9%

        75-79             11,8%                                                        6,1%

        70-74          12,6%                                                             6,3%

        65-69         13,0%                                                               6,7%

        60-64                             7,4%                             3,0%

        55-59                                             2,5%      1,1%

        50-54                                                  1,7% 0,9%

        45-49                                                  1,2% 0,6%

        40-44                                                  0,8% 0,4%

        35-39                                                  0,5% 0,2%

        30-34                                                  0,3% 0,1%

        25-29                                                  0,1% 0,04%

        20-24

             14%       12%     10%   8%      6%     4%    2%      0%       2%     4%       6%    8%
      Fuente: INSS



Por clase de régimen, el 57,1% del total de las pensiones (incapacidad permanente,
jubilación, viudedad, orfandad, etc.) en vigor corresponden al Régimen General, el
21,6% al Régimen de Autónomos y el 21,3% restante a otras clases (agrario, marítimo,
minería, etc.). Si tomamos en cuenta el Régimen General y el de Autónomos
observamos dos significativas diferencias por grupos de edad. La primera de ellas se
identifica en el grupo de los 60 a 64 años, que registra una participación
sustantivamente mayor de las pensiones del Régimen General, un 13,7% sobre el total


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Los retos socio económicos del envejecimiento en España

  • 1. Los retos socio-económicos del envejecimiento en España Resumen y conclusiones Analistas Financieros Internacionales Equipo de trabajo: Directores José Luis Fernández Pérez José A. Herce San Miguel Coordinadores Enrique Martín Barragán Elisa Chuliá Rodrigo Otros colaboradores Paul MacManus Pablo Alonso Talon Fernando Azpeitia Rodríguez Juan Fernández David Fernández Fernández Carmen López Herrera Leslie Bravo Chew Julio de 2009 c/ Españoleto, 19 28010 Madrid Tlf.: 34-91-520 01 00 Fax: 34-91-520 01 43 e-mail: afi@afi.es www.afi.es
  • 2. Los retos socioeconómicos del envejecimiento en España Índice 1. Resumen y conclusiones ............................................................................. 2 1.1. Introducción ......................................................................................... 2 1.2. Resumen del contenido del estudio ..................................................... 3 1.3. El envejecimiento y la crisis económica ............................................... 6 1.4. El envejecimiento como problema ..................................................... 77 2. ¿Qué es el envejecimiento?....................................................................... 10 2.1. La estructura por edades y las ratios demográficas........................... 12 2.2. La geografía del envejecimiento en España ...................................... 19 2.3. Escenarios de futuro .......................................................................... 22 2.4. Ciclo de vida individual, edad y comportamiento socioeconómico..... 26 3. Retos del envejecimiento........................................................................... 42 3.1. El sistema de pensiones .................................................................... 42 3.1.1 Sistema público de pensiones ............................................................ 43 3.1.2 Balance individual del sistema público de pensiones desde un enfoque financiero ...................................................................................................... 52 3.1.3 Proyecciones del Sistema de Seguridad Social en España ............... 63 3.1.4 Previsión Social Complementaria para la jubilación (Pilar II y III)....... 75 3.1.5 Sistemas de jubilación flexible y parcial: ¿están funcionando de forma efectiva?........................................................................................................ 82 Anexo 3.1.2. Análisis de las diferentes “palancas” del actual Sistema Público de Pensiones ................................................................................................ 85 3.2. La organización de la vida laboral.................................................... 118 3.2.1 El envejecimiento de la población activa .......................................... 119 3.2.2 La participación activa de la población de más de 50 años.............. 121 3.2.3 La salida de la actividad a edades maduras ..................................... 123 3.2.4 El potencial de actividad de la población española y la sostenibilidad del sistema de pensiones ........................................................................... 128 3.2.5 Nuevas empresas, nuevos trabajadores, nuevas cualificaciones..... 132 3.3. El impacto del envejecimiento en el sistema sanitario............. 135 3.3.1 Variables del gasto sanitario ............................................................. 135 3.3.2 Relación entre gasto sanitario y envejecimiento............................... 140 3.3.3 Proyecciones de gasto sanitario en España 2009-2059................... 152 3.4. La dependencia................................................................................ 158 3.4.1 Anatomía y geografía de la dependencia en España ....................... 158
  • 3. Los retos socioeconómicos del envejecimiento en España 3.4.2 Descripción del Sistema Nacional de Dependencia ......................... 162 3.4.3 Balance de la puesta en funcionamiento de la Ley .......................... 167 3.4.4 Proyecciones de la evolución de la dependencia ............................. 175 3.5. Los servicios sociales ...................................................................... 184 3.5.1 Definición y competencias en materia de servicios sociales ............ 184 3.5.2 Tipología e intensidad de los servicios sociales ............................... 186 3.6. La planificación financiera, el ahorro y el aseguramiento................. 194 3.6.1 Ciclo de Vida Individual y Planificación Financiera ........................... 200 3.6.2 Análisis del Patrimonio de las Hogares Españoles según el Ciclo Vital209 3.6.3 Inflación y planificación financiera .................................................... 218 3.6.4 Régimen Fiscal del Ahorro. Fiscalidad.............................................. 219 Anexo 3.6.2. Metodología de la Encuesta Financiera de las Familias (EFF)223 4. La percepción social y el discurso político sobre el envejecimiento......... 226 4.1. La percepción social ........................................................................ 226 4.1.1 Introducción ...................................................................................... 227 4.1.2 ¿Reconoce la opinión pública el envejecimiento como un fenómeno con trascendencia colectiva? ...................................................................... 228 4.1.3 ¿Apoya la ciudadanía medidas para atenuar las consecuencias del envejecimiento de la población? ................................................................. 233 4.1.4 ¿Qué grupos de población son más proclives a aceptar cambios en los sistemas de bienestar? ............................................................................... 248 4.1.5 Conclusiones .................................................................................... 251 4.2. El discurso político ........................................................................... 254 Referencias bibliográficas .............................................................................. 262
  • 4. Los retos socioeconómicos del envejecimiento en España 1. Resumen y conclusiones 1.1. Introducción La población española viene atravesando desde hace años un proceso de intenso cambio en su estructura de edades y en su entidad cuantitativa. Como consecuencia de la tendencia secular al aumento de la esperanza de vida y el descenso de la natalidad desde finales de los años setenta la edad media de la población aumenta y su tamaño está llamado a disminuir en algún momento futuro. Convencionalmente se denomina a este proceso “envejecimiento” de la población y, como consecuencia del mismo, se anticipa todo tipo de problemas asociados al mismo. En este informe se adopta el punto de vista de que el envejecimiento es, en realidad, un fenómeno aparente en buena medida determinado por la rigidez con la que desde todas las instancias y ópticas abordamos el transito de las cohortes, que una vez fueron jóvenes, a las “grandes edades” a partir de la barrera etaria de los 65 años, fijada hace más de un siglo y que en absoluto significa hoy lo que entonces ni lo que significará dentro de unas décadas. Este punto de vista sobre el envejecimiento se completa con otro adicional. El de que más que problemas, el envejecimiento representa retos, algunos de formidable entidad, eso sí, que hay que afrontar con determinación, con realismo, con la mejor información, a tiempo y dentro de un concierto de intereses inevitablemente diversos lo más estimulante posible. Visto así, el análisis del envejecimiento puede depararnos muchas sorpresas, como mostramos en este informe. Pues no es el mero número de personas de edad más o menos avanzada, ni necesariamente su proporción en relación al número de personas de edades más jóvenes, lo que acaba protagonizando el análisis, sino la “mochila” de “derechos” y “obligaciones” asociada a cada edad, en ocasiones contra el sentido común, por simples convencionalismos o incapacidad para disociar lo que, en definitiva, es un problema de gestión de dicha mochila de un fenómeno bien natural, y en el fondo bien positivo, como es el tránsito de las generaciones hacia edades cada vez más avanzadas. Este doble enfoque permeará todo el estudio, pero su contenido es muy variado y mientras fue posible se ha mantenido una coherencia conceptual y metodológica lo más ajustada posible en sus diferentes apartados. Este primer capítulo del informe es, de hecho, el resumen ejecutivo del mismo. 2
  • 5. Los retos socioeconómicos del envejecimiento en España 1.2. Resumen del contenido del estudio El estudio recoge el análisis y diagnóstico del proceso de envejecimiento de la población española y, especialmente, de sus implicaciones en una serie de áreas identificadas fundamentalmente con los grandes programas del Estado del Bienestar. Esta parte se compone de tres capítulos. En el Capítulo 2 se caracteriza el proceso de tránsito etario de la población mediante el análisis de los ratios demográficos más característicos, se explora la variada geografía del envejecimiento en España y los escenarios de futuro que las proyecciones de población oficiales y otras tendencias de la población permiten vislumbrar. Este capítulo incluye también un análisis del ciclo de vida individual. Es este análisis el que en primer lugar desata la que creemos es la fundamental constatación del llamado “problema del envejecimiento”: los individuos viven cada vez más pero dedican cada vez menos tiempo a la actividad productiva, de forma que se está instaurando una incoherencia fundamental y creciente entre los recursos que son capaces de acumular durante esta etapa activa y las necesidades que deben cubrir en la etapa posterior. Hay muchas formas de matizar esta especie de álgebra vital, pero si la acumulación consistiese sólo en fracciones de esos años activos y la utilización de esos recursos también, entonces el balance sería cada vez menos favorable a medida que aumenta la esperanza de vida y se mantiene fija la divisoria de los 65 años (o menos). En la consideración inadecuada de la línea vital individual (un solo individuo representativo, no el conjunto de la población), o en su mera ignorancia, radica, en nuestra opinión, buena parte de la confusión popular, y no tan popular, que hay sobre el fenómeno del envejecimiento y sus implicaciones, una especie de mitología miope que confunde a los mayores con los servicios que se les prestan como quien confundiera el termómetro con la temperatura. No dejaremos de insistir en el estudio sobre este fenómeno que constatamos una y otra vez en la percepción de las implicaciones del envejecimiento. Pues si la sociedad entiende que en una carrera de fondo hay que distinguir correctamente entre el jinete y la montura a efectos de dilucidar qué es lo que causa una carrera desbocada de esta última, habremos avanzado considerablemente en la solución de muchos de los problemas que tendemos a asociar al envejecimiento. En el Capítulo 3 se condensa el análisis de los diferentes frentes en los que se manifiestan los principales retos del envejecimiento. Estos frentes se han elegido para este estudio desde el punto de vista de los grandes programas del Estado del Bienestar y la previsión colectiva y su contrapartida financiera, dejando a un lado los no menos relevantes de la macroeconomía como son el consumo, la productividad y el crecimiento a los que el envejecimiento interpela de manera directa. En particular, se abordan las implicaciones del envejecimiento para el sistema de pensiones (Sección 3
  • 6. Los retos socioeconómicos del envejecimiento en España 3.1), el mercado de trabajo a edades laborales avanzadas (Sección 3.2), el sistema sanitario (Sección 3.3), la atención a la dependencia (Sección 3.4), los servicios sociales (Sección 3.5) o la planificación financiera, el ahorro y el aseguramiento (Sección 3.6). En este capítulo, junto a detallados análisis de base, se contienen proyecciones y simulaciones expresamente realizadas para este estudio, sobre una base común, de los tres grandes programas sociales: las pensiones públicas, la sanidad y la dependencia. En lo que se refiere a las pensiones, se han realizado proyecciones de gastos e ingresos del conjunto del sistema, analizando al mismo tiempo las condiciones básicas de sostenibilidad financiera a largo plazo del sistema, y también de las cuentas individuales en diferentes casos tipo. En ambos casos el envejecimiento muestra muy elocuentemente cómo el beneficio que representa el sistema de pensiones para cada pensionista individual que vive cada vez más se traduce en cargas para el conjunto del sistema. Además, dentro del análisis del sistema de pensiones público se adjunta un anexo en el que, desde un enfoque individual, se ha analizado el impacto que tendría la modificación de alguno de los parámetros que definen el actual esquema de cálculo de las pensiones, en la rentabilidad que obtienen los individuos y en el balance individual entre aportaciones y prestaciones realizadas al sistema. Respecto a la sanidad y la dependencia, se han analizado las consecuencias estrictas del envejecimiento (en su doble vertiente de volumen de población y estructura de edades) ya que por la naturaleza de sus prestaciones este análisis es el que corresponde. Si para el sistema de pensiones el envejecimiento es una pesada carga (a legislación constante), para la sanidad y la dependencia, contra lo que comúnmente se cree, no lo es ni mucho menos. El truco radica en la naturaleza de las prestaciones. Las pensiones son prestaciones económicas que deben mantener su ritmo de crecimiento real con el de los salarios, pues de lo contrario los pensionistas, aunque recibiesen más poder adquisitivo cada año mediante su pensión, serían más pobres respecto a los trabajadores en activo. Mientras que las prestaciones sanitarias y las de dependencia en su mayoría debieran ser en especie, es decir, son servicios sanitarios y de atención a la dependencia prestados a los individuos elegibles entre los que predominan las personas mayores. En este caso, el envejecimiento, per se, no es un problema sea cual sea el horizonte temporal adoptado, el problema es nuestra incapacidad para controlar el coste de los servicios prestados, pero no el número ni la edad previsibles de los beneficiarios futuros. La confusión en este aspecto es enrome y no ayuda a orientar ni el debate ni la acción en materia de sostenibilidad de estos importantes programas del Estado del Bienestar. Recuérdese la evocación que se hacía anteriormente al termómetro y la temperatura. 4
  • 7. Los retos socioeconómicos del envejecimiento en España En este capítulo se contiene también un análisis de las estrechas relaciones que guardan la trayectoria vital y la acumulación (o desacumulación) de activos financieros a lo largo del ciclo. El análisis revela la absoluta necesidad de una planificación financiera a largo plazo con vistas a la parte final del ciclo vital en un contexto de creciente insuficiencia financiera del sistema público de pensiones y las condiciones bajo las cuales dicha planificación es eficiente. Pero el punto de partida es claramente insuficiente según revela el análisis realizado sobre la base de la Encuesta Financiera de las Familias del Banco de España. El Capítulo 4 del estudio se refiere a dos aspectos cruciales del ámbito sociopolítico en el que el envejecimiento incide más directamente: la formación de la opinión pública sobre este fenómeno y sus consecuencias y la elaboración del discurso político acerca de las soluciones adecuadas. Según se desprende de datos de encuestas internacionales, los españoles muestran un elevado grado de conciencia del envejecimiento de la población y de la necesidad de recursos crecientes para cubrir la protección social de la vejez. Los conocimientos específicos que poseen sobre estas cuestiones son, sin embargo, limitados, y la preocupación individual en muchos casos no se concreta en una inquietud activa (de demanda de información y soluciones) ni en comportamientos previsores. La sociedad pues percibe claramente el proceso de envejecimiento y comprende sus implicaciones más importantes, generalmente en clave de problemas, pero sigue confiando en que las instituciones tomarán las decisiones adecuadas sin llegar a la conclusión ineludible de que su implicación individual en esas soluciones puede afectar negativamente a sus expectativas. Es como si, en este punto, la opinión pública desviase su mirada a otro lado. De ello se desprende que la coalición social favorecedora de las reformas necesarias es más bien magra y fundamentalmente nutrida por personas adultas, con mayores niveles de ingreso o educación y de ideología de centro-derecha. Una mezcla de egoísmo y falta de información puede estar condicionando fuertemente este resultado. Al mismo tiempo, sobre la base social recién caracterizada, la emergencia de un discurso político favorecedor de la toma de decisiones oportunas para la sostenibilidad de los diferentes programas sociales a los que el envejecimiento interpela más directamente no está en absoluto garantizada. En el discurso político sobre el envejecimiento y las pensiones, encauzado principalmente a través del Pacto de Toledo, predominan los mensajes tranquilizadores. Este discurso se ha articulado sobre la narrativa de unas reformas muy activamente consensuadas por los actores políticos e interlocutores sociales, pero de alcance muy moderado desde una perspectiva internacional. Divorciado del discurso político, el discurso experto presenta, por encima de diferencias internas sobre las mejores opciones de reforma, una notable coincidencia en cuanto a la necesidad de cambios a corto plazo que puedan evitar el desequilibrio financiero de la Seguridad Social. 5
  • 8. Los retos socioeconómicos del envejecimiento en España Es más bien la inercia de las pequeñas reformas que buscan simultáneamente dos objetivos contrapuestos (asegurar la sostenibilidad y mejorar la protección), el cómodo marco del Pacto de Toledo y la aún más cómoda situación económica que ha prevalecido hasta 2007, lo que ha subrayado todo el proceso político en esta materia hasta hace poco. 1.3. El envejecimiento y la crisis económica Como se concluía en el resumen del estudio, las cosas iban muy bien hasta hace poco y ello había instalado el debate sobre las implicaciones del envejecimiento en una placentera inercia que no ha contribuido precisamente a avanzar en lo esencial. Pero, en la actualidad, la severa incidencia de la crisis crediticia y económica generalizada altera de manera decisiva todos los discursos y todas las actitudes. Es obvio que el fenómeno del envejecimiento no se va a detener como consecuencia de la coyuntura económica por severa y duradera que ésta sea. Pero lo cierto es que el hundimiento de los mercados financieros, los valores de las viviendas y el aumento del desempleo han sumido a los individuos en una profunda desconfianza hacia las soluciones de mercado y han vuelto todas las miradas hacia el papel del Estado. Cierto es también que éste ha visto severamente recortadas su posibilidades de actuación frente a las obligaciones sociales sobrevenidas como consecuencia del hundimiento de los recursos fiscales. El aumento del paro está haciendo que la Seguridad Social registre menos ingresos por cotizaciones como consecuencia de la caída de la afiliación y de las bases de cotización de quienes pasan a ser perceptores de prestaciones de desempleo. Pero el número de pensionistas sigue acelerándose suavemente, el sistema sanitario mantiene una rutina ajena a la crisis, aunque puede verse negativamente afectado en alguna medida, la extensión del sistema nacional de dependencia seguirá reclamando recursos rápidamente crecientes hasta que todos los beneficiarios potenciales estén incluidos antes de que las variables demográficas propiamente dichas puedan ejercer su influencia. La crisis pues complica doblemente la ya de por sí complicada ecuación entre el envejecimiento y la sostenibilidad de los programas sociales. En el plano económico limita los recursos y exacerba las necesidades, mientras que en el plano sociopolítico concentra el foco en la solución pública de los problemas de sostenibilidad. No es concebible que la crisis se enquiste hasta el momento en que el envejecimiento comenzará a afectar seriamente a la sostenibilidad de las pensiones, por ejemplo. Pero la percepción de que los mercados financieros son intrínsecamente inestables puede perdurar durante mucho más tiempo en el imaginario colectivo. La evidencia de muchos trabajadores americanos con edades cercanas a la jubilación que van a tener que postergar su retiro unos cuantos años a la espera de que se recuperen sus capitales de jubilación (que aportan más de la mitad de los ingresos durante esta etapa) pesará demasiado durante mucho tiempo. 6
  • 9. Los retos socioeconómicos del envejecimiento en España La sostenibilidad del sistema de bienestar es un problema de naturaleza estructural, pero una recesión puede exponer transitoriamente sus debilidades más acusadas y, lo que es peor, atemorizar a los agentes económicos y apartarles de las estrategias a largo plazo. El punto de partida puede cambiar radicalmente tras dos años de recesión, así como la ruta para alcanzar los objetivos de cambio estructural. Pero los objetivos mismos no deberían cambiar. 1.4. El envejecimiento como problema Pero los gobiernos tampoco pueden soportar indefinidamente cargas insoportables y sus recursos, en definitiva, siempre salen de los contribuyentes presentes o futuros, que son a su vez los destinatarios de las prestaciones. Por encima de la naturaleza pública o privada, de capitalización o reparto, de prestación definida o de contribución definida, de los esquemas de protección social, el hecho incontrovertible es que debe haber una coherencia estricta entre los esfuerzos contributivos o de ahorro realizados por cada individuo durante su vida activa y las prestaciones que reciba durante su jubilación o de los restantes esquemas de protección social. Lograr dicha coherencia no es un asunto sencillo y las crisis económicas complican adicionalmente las cosas pues los recursos son más escasos, las necesidades se disparan y cunde la desconfianza hacia los mecanismos privados de previsión colectiva a favor de los mecanismos públicos de protección social. El mercado no cubre eficazmente las necesidades de grandes capas de la población cuando la distribución de la renta es muy desigual o cuando ciertos riesgos no son compensables. En estos casos debe haber un aseguramiento público o un aseguramiento privado obligatorio eventualmente subvencionado para los individuos de menor renta. Son claros fallos de mercado y no toleraríamos que muchos individuos quedasen desprotegidos por su causa. Desgraciadamente, estos casos abundan. Pero al mismo tiempo, la previsión individual o colectiva privada es ineficiente cuando los mercados financieros son muy inestables. Esta es la situación en la actualidad y sus consecuencias van mucho más allá de la mera situación de los mercados y las minusvalías transitorias de los capitales de jubilación acumulados, pues los individuos desconfían y el debate social y la acción política tienden a focalizar la solución pública exacerbando los problemas de sostenibilidad. Independientemente de que las soluciones de futuro pasen por una mezcla adecuada de lo público y lo privado, la reforma radical de los mercados financieros y la aparición de productos e instituciones más adaptados para instrumentar la coherencia entre recursos presentes y necesidades futuras, la llave de dicha coherencia está, entiéndase de forma clara, en la adecuación del álgebra vital al hecho de que cada vez 7
  • 10. Los retos socioeconómicos del envejecimiento en España vivimos más. En román paladino: trabajar más y durante más años. De no hacerlo, el envejecimiento se convertirá en un problema, como no, podría ser de otra manera. Caben otras alternativas que la sociedad deberá sopesar, al margen siempre de su mayor o menor preferencia por una u otra ubicación dentro del espectro público- privado. Estas alternativas tienen que ver con la gama e intensidad de los servicios a los que aspiramos. Puede que debamos aceptar una rebaja en nuestras expectativas a cambio del regalo que, en general, supone la mayor longevidad. Puede que debamos esforzarnos más acumulando capitales o derechos a servicios futuros, lo que viene a ser los mismo, durante nuestra vida laboral activa, para mantener los servicios de los que disfrutamos actualmente. Puede que debamos profundizar mucho más en la tecnología (no cualquier tecnología) y gestión (no cualquier gestión) de ese paquete de servicios para que su coste no aumente sin que decaiga su calidad. Puede que, mientras nuestras pensiones nos permitan adquirir cada año más bienes y servicios, debamos aceptar que no aumenten tanto como los salarios reales. Después de haber analizado a fondo en este estudio el fenómeno del envejecimiento y sus implicaciones para la protección social y la previsión colectiva, nos parece que el envejecimiento no debería constituir un problema en este ámbito y que los razonablemente buenos niveles que tienen en nuestro país las prestaciones económicas y en especie en sus diferentes grandes programas no deberían sufrir menoscabo en el futuro si sólo fuese por los factores estrictamente demográficos, en concreto, dada la evolución esperada del tamaño de la población en los próximos cincuenta años y dada la evolución de la estructura de edades de la misma. Pare evitar que los factores demográficos provoquen una crisis de sostenibilidad generalizada de los grandes programas públicos de protección social y de los esquemas privados de previsión colectiva, pues ninguno está libre de riesgos frente al envejecimiento, nos parece que hay que adoptar decisiones firmes tendentes a: (i) dosificar adecuadamente los cimientos público y privado del bienestar, (ii) crear los instrumentos adecuados de conversión de rentas en capitales y de capitales en rentas y de su aseguramiento, (iii) introducir seguros (obligatorios cuando sea necesario) de pensiones, servicios sanitarios, servicios de atención a la dependencia y, especialmente, de longevidad, (iv) regular mejor los mercados financieros buscando el abaratamiento de las comisiones de gestión de los capitales para la previsión social y (v) profundizar en las tecnologías de producción y los modelos de gestión de las numerosas prestaciones en especie garantizadas por el sistema de bienestar para evitar aumentos desproporcionados de su coste y una extensión injustificada de las mismas. No es sencillo. Pero lo más difícil, y a la vez más importante para evitar que el envejecimiento se convierta en un problema y afecte a la sostenibilidad del entramado de bienestar de la sociedad, es conseguir que los individuos se hagan a la idea de 8
  • 11. Los retos socioeconómicos del envejecimiento en España que, frente al regalo de una vida más larga, su contrapartida debe ser una vida más equilibrada en el plano laboral de forma que se restablezca el álgebra vital que requiere la sostenibilidad. Este cambio, a su vez, exige un giro copernicano en la manera de crear talento y aplicarlo a las actividades productivas. La aparición de las empresas, los empleos, los trabajadores y las cualificaciones que facilitarán el que las tasas de participación activa a edades superiores a los 60 años se multipliquen varias veces respecto al nivel que tienen en la actualidad no debería demorarse, ni se debería confiar en que este proceso será espontáneo, al menos a la escala requerida. Sin este desarrollo, nuestros sistemas laborales y productivos nunca estarán en condiciones de absorber el retraso de la edad de jubilación y la frustración sería aún mayor que la que causaría la no sostenibilidad del sistema de bienestar. 9
  • 12. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España 2. ¿Qué es el envejecimiento? En 1987, España gozaba junto a Irlanda de la menor tasa de envejecimiento de Europa. En pocos años esta situación ha cambiado drásticamente, y hoy nuestro país se sitúa a la cabeza del envejecimiento. La transición demográfica española se ha producido con retraso respecto a Europa pero de forma más acelerada. En la próxima década el envejecimiento se va acelerar aún más, con la jubilación de las generaciones del baby boom nacidas durante los sesenta y setenta del siglo pasado. En términos demográficos este escenario parece difícil de corregir porque el comportamiento natural de la población nativa es muy restrictivo y en los próximos años la capacidad de entrada de población joven extranjera estará seriamente cuestionada por motivos económicos, barreras comunitarias y dificultades socio- políticas de integración. El aumento de la longevidad de la sociedad inducirá a un incremento de los costes sociales, especialmente por el aumento de la cuarta edad o mayores de ochenta años. Por todo ello, el mantenimiento del sistema de bienestar reclama drásticas innovaciones del mercado de trabajo, como la potenciación del empleo femenino y la prolongación de la vida laboral. Tradicionalmente el envejecimiento es visto como un fenómeno negativo que desencadena un declive o crisis sociodemográfica. España, como el resto de los países desarrollados, teme los efectos demográficos ligados al envejecimiento, la inversión de la estructura por edades, la imposibilidad de reemplazo generacional, etc., y, más aún, las derivadas socioeconómicas, restricciones en el mercado laboral y aumento de la tasa de dependencia, incremento de las cargas sociales hasta el punto de poner en peligro el estado de bienestar, limitaciones al emprendimiento o decadencia económica, etc. Ante este panorama, las soluciones planteadas hasta el momento se centran en la inmigración exterior que renueve los huecos dejados por la falta de jóvenes o la jubilación de la población activa, y en las políticas de estímulo de la natalidad que recuperen el crecimiento vegetativo. Pero estas opciones no siempre son satisfactorias, la primera por las dificultades de integración de los efectivos extranjeros –agravadas en los momentos de incertidumbre económica-, y la segunda porque en el actual modelo socioeconómico el margen de maniobra es restrictivo. Pero a menudo estas interpretaciones son demasiado simplistas y tremendistas, porque no saben valorar la esencia del envejecimiento: el proceso o resultado de una exitosa transición demográfica de las sociedades más avanzadas, donde el aumento de la longevidad es el primer indicador del desarrollo humano alcanzado. En esta línea, el envejecimiento es la revolución sociodemográfica más trascendental de la humanidad, sin precedentes históricos, a escala universal y destinada a perdurar en el siglo XXI. Por ello, es prioritario reinterpretar los conceptos y asumir los nuevos retos sociales, económicos y políticos que reclama el envejecimiento. Entre estos, es necesario 10
  • 13. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España superar las rígidas barreras establecidas en el ciclo vital. El límite de edad para considerar mayor a una persona son los 65 años -edad a la cual la mayoría de los países han fijado la jubilación- se ha quedado desfasado por el incremento de la longevidad y salud de la población mayor, que ha logrado superar el umbral de los ochenta años en las sociedades más avanzadas. La edad de jubilación se justificaba como una conquista social, o el merecido descanso -retribuido por el sistema de pensiones- de los extenuados trabajadores en sus últimos años de vida (que cuando se desplegaron los sistemas de bienestar universales tal y como los conocemos hoy, rara vez superaban los 70 años de esperanza de vida). En otras palabras, hoy en España, como en otras sociedades de nuestro entorno, afortunadamente vivimos más tiempo y con mayor calidad de vida, y la reestructuración económica y revolución tecnológica han cambiado las condiciones de trabajo. Ante estas nuevas circunstancias, no sólo resulta poco coherente mantener la edad de jubilación en 65 años, sino también contraproducente porque coarta las posibilidades de progreso social de nuestros mayores al dejarles en un prolongado limbo de inactividad, desaprovechando una gran fuente de recursos humanos y experiencia difícilmente recuperable a medio plazo. 11
  • 14. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España 2.1. La estructura por edades y las ratios demográficas La intensidad del proceso de envejecimiento de la población al que hemos asistido en las últimas décadas carece de precedentes. En términos demográficos, el envejecimiento de la población consiste en un cambio en la estructura por edades derivada del aumento de la edad media de la población. En las últimas tres décadas se ha producido un intenso trasvase de efectivos jóvenes hacia edades adultas: en el periodo 1981 y 2008 la población joven entre 0 y 19 años ha descendido un 30,8% de 12,9 a 8,9 millones, frente a un incremento del 80,2% de los mayores de 65 y más años, cuya población ha pasado de 4,2 a 7,6 millones de personas. Pirámide de población Española 1981 vs. 2008 85 y más 80-84 75-79 70-74 65-69 60-64 55-59 50-54 45-49 40-44 35-39 30-34 25-29 20-24 15-19 10-14 5-9 0-4 5 4 3 2 1 0 1 2 3 4 5 % Varones 2008 % Mujeres 2008 % Varones 1981 % Mujeres 1981 La variación acumulada durante el periodo 1981-2008 indica que el grupo de edad de 80 y más años –denominado habitualmente “cuarta edad”- muestra el incremento más elevado (193,4%) y ello es una prueba inequívoca del proceso de envejecimiento y de la alta longevidad de la sociedad española. Las generaciones nacidas durante la Guerra Civil, más reducidas, influyen en el hecho de que los mayores de entre 65-79 años crezcan a un ritmo menor, 56,8%, pero aun así este tramo de edad es el segundo más expansivo de los considerados. En este sentido el “crédito demográfico” inducido por dicha contienda y el período de posguerra, supone según diferentes estudios, una cifra del entorno de 570.000 personas no nacidas por causa directa de la 12
  • 15. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España guerra que provocan, en la actualidad, el máximo impacto de dicho “crédito demográfico”, cuyo peso se irá reduciendo en los próximos años. Tabla 2.1.1. Evolución de los grupos de edad de la población española : 1981-2008 1981 2008 Evolución 1981/2008 Incremento % sb Var. % Var. % del Grupos de edad Población % sb total Población absoluto total habitantes peso relativo habitantes 0 a 19 años 12.949.041 34,4% 8.961.525 19,5% -3.987.516 -30,8% -43,4% 20 a 39 años 10.180.726 27,0% 14.574.837 31,6% 4.394.111 43,2% 17,1% 40 a 64 años 10.316.870 27,4% 14.893.342 32,3% 4.576.472 44,4% 18,1% 65-79 años 3.511.593 9,3% 5.506.459 12,0% 1.994.866 56,8% 28,3% 80 y más años 725.131 1,9% 2.127.348 4,6% 1.402.217 193,4% 140,0% 65 y más años 4.236.724 11,2% 7.633.807 16,6% 3.397.083 80,2% 47,4% Fuente: Elaboración propia a partir de datos del INE El descenso acusado de la natalidad es uno de los hitos demográficos más relevantes, junto al aumento de la esperanza de vida y la inmigración extranjera. Desde 1975 las tasas de natalidad (o número de hijos por mil habitantes) experimentan una brusca caída (véase gráfico adjunto), hasta alcanzar el mínimo histórico de 9,19 en 1998, es decir casi diez puntos menos que en 1975, que provocó un crecimiento natural casi cero (porque la diferencia con la tasa de mortalidad era mínima, 0,12). Los cambios socioculturales y la emancipación de la mujer, entre otros factores, explican ese descenso. Como es bien sabido, además del incremento de la esperanza de vida, la “desnatalización social” ha inducido el proceso de envejecimiento. Lógicamente, el declive de la natalidad es también consecuencia del envejecimiento, al reducirse las generaciones en edad reproductiva, y ambos factores interactúan en lo que se ha llamado modelo de inversión demográfica, colocando a España entre los países del mundo con la dinámica natural más regresiva. A partir de 1999 se inicia una senda de tímida recuperación de la tasa de natalidad, alcanzando 10,96 en 2006 (para encontrar una cifra similar habría que remontarse hasta 1987). No cabe duda de que la población extranjera ha jugado un papel crucial en este incremento de la natalidad, por su mayor proporción de efectivos en edad reproductiva y un comportamiento más natalista. Paralelamente otros indicadores atestiguan un mayor dinamismo: el número medio de hijos alcanza la cifra de 1,4, y aunque todavía esté muy lejos del casi “mítico” 2,1 -que asegura el reemplazo generacional-, se aleja del 1,2 en el que parecía haberse instalado la demografía española durante los años noventa. También la edad media de las madres que tienen su primer hijo consigue bajar del umbral de los treinta años y situarse en torno a 29,3 13
  • 16. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España años, mientras que la tasa de maternidad1 aumenta de 18 en 1996 a 19,7 en 2008. Pero esta recuperación no es ni profunda ni duradera. Desde 2006 la tasa de natalidad se ha estancado y si se confirman las previsiones va a descender en los próximos años convergiendo con la mortalidad, lo cual de nuevo nos acerca al crecimiento cero: en 2017 se espera un crecimiento natural de la población de 0,8 por mil habitantes, frente al 2,4 registrado en 2007. La natalidad parece tener un escaso margen de recuperación porque domina la tendencia a retrasar la edad de la primera maternidad y la maternidad en general. Los escollos de tipo económico (analizados en el sección 2.4), son un potente freno para la emancipación y formación de hogares de la población joven, como han puesto de manifiesto múltiples estudios. Otro factor en contra es la rápida asimilación por parte de la población extranjera de los roles demográficos del resto de la población, es decir, pocos hijos y a una edad más tardía. Además, también es muy probable que la actual crisis influya negativamente en la decisión de tener hijos. Por razones de índole biológica (al rebasar los umbrales reproductivos), si no se adoptan medidas de forma casi inmediata, se puede llegar a desaprovechar el potencial de reproducción demográfica de las generaciones del baby boom. Gráfico 2.1.2. Dinámica natural española: evolución 1975-2007 y estimación 2008-2017 Tasa de natalidad y mortalidad anual por mil habitantes Tasa Mortalidad, por 1000 habitantes Tasa Natalidad, por 1000 habitantes 19 18 17 16 15 14 13 12 11 10 9 8 7 1975 1978 1981 1984 1987 1990 1993 1996 1999 2002 2005 2008 2011 2014 2017 Fuente: 1 La tasa de maternidad se calcula a partir de la población de 0 a 4 años sobre las mujeres entre 15 y 49 años 14
  • 17. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España Es evidente que la inmigración ha paliado y retardado los efectos del envejecimiento. La aportación exterior por el momento ha evitado el descenso de la proporción de población en edad activa (16-65 años), que incluso ha incrementado su relevancia: de 68,3% en 1996 a 69,1% en 2008. El proceso de envejecimiento también se ha ralentizado, ya que si entre 1981 y 1996 crecía a razón de 0,29% de media anual, para el periodo 1996-2008 éste ha sido sólo de 0,08%. Si analizamos la estructura de edades (véase siguiente pirámide) también es evidente la contribución de la inmigración exterior en cierto rejuvenecimiento de las generaciones en edad activa. Los datos son elocuentes: la tasa de envejecimiento de los extranjeros es del 4,9%, frente al 18,1% de los nativos, y los extranjeros representan el 17,1% de la población entre 20 y 44 años. Gráfico 2.1.3. Pirámide de población en España 2008: nativos y extranjeros Varones Mujeres 80-84 70-74 60-64 50-54 40-44 30-34 20-24 10-14 0-4 5 4 3 2 1 0 1 2 3 4 5 % Extranjeros % Nativos Fuente: Padrón Municipal, INE La inmigración extranjera ha sido el motor del espectacular crecimiento de la población española en los últimos años (véase gráfico adjunto). Entre 1998 y 2008, el 72% del crecimiento de la población española tiene origen extranjero, lo cual supone 4,6 millones del total de los 6,3 millones ganados. En términos relativos, el incremento acumulado de la población extranjera fue del 730%, mientras que la población nacional en ese mismo periodo registró un discreto 4,2%. El futuro demográfico de España está muy condicionado por la capacidad socioeconómica a la hora de atraer 15
  • 18. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España población extranjera, pero es inverosímil que se prolonguen por mucho tiempo los actuales flujos de entrada –España viene acumulando más de un tercio de todas las ganancias de los saldos migratorios del conjunto de la Unión Europea-. Gráfico 2.1.4. Contribución de población extranjera al crecimiento demográfico Variación interanual en miles habitantes (1998-2008) Nativos Extranjeros 1.000 900 800 700 600 749 686 696 500 400 447 607 414 300 112 370 375 200 175 100 238 193 215 187 208 123 170 114 116 110 0 1998/99 1999/2000 2000/01 2001/02 2002/03 2003/04 2004/05 2005/06 2006/07 2007/08 Fuente: INE Es previsible que la actual crisis económica, combinada con políticas de contención de la inmigración, suponga una brusca caída del saldo migratorio exterior, al igual que ha sucedido en Alemania. La progresiva merma en la entrada de extranjeros y los procesos de retorno devolverán a España a la situación de partida, otorgando cada vez más protagonismo a la dinámica natural. Si se mantiene el comportamiento reproductivo actual (con una de las tasas de natalidad más bajas del mundo) es fácil anticipar a corto plazo la regresión demográfica. Pero todavía existe margen para actuar y contrarrestar esta tendencia a través de las políticas a favor de la natalidad, como vienen aplicando con éxito los países nórdicos, o en nuestro entorno más próximo el caso de Francia. A modo de síntesis, en el siguiente gráfico se puede comprobar cómo el crecimiento económico induce el crecimiento demográfico, aunque con algunos desfases temporales. Hasta principios de los años ochenta, el declive económico influyó en el descenso del ritmo de crecimiento demográfico. El hecho de que la expansión económica producida por la incorporación en el Mercado Común no se tradujera en un paralelo crecimiento demográfico se debió a que las necesidades del mercado laboral se cubrieron ampliamente con los recursos internos: los excedentes de población joven y la masiva incorporación de la población femenina. Por otro lado, la emancipación laboral de las mujeres aceleró el cambio hacia un modelo sociológico de reducida fecundidad. Remontada la crisis de 1993, el nuevo y prolongado ciclo expansivo (desde 1994 hasta 2008) sí que ha precisado de la entrada de población extranjera, atendiendo las demandas del mercado laboral no cubiertas con la 16
  • 19. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España población nativa. La brusca desaceleración económica producida en 2008 no ha provocado un paralelo descenso de la inmigración extranjera, porque España sigue siendo uno de los principales focos de atracción migratoria internacional, aunque como ya se ha apuntado es previsible que a corto plazo sufra un ajuste considerable. Gráfico 2.1.5. Crecimiento demográfico vs crecimiento económico Variación interanual % PIB (Esc. Izq) Población (Esc. Dcha.) 5,7 2,0 4,7 1,5 3,7 2,7 1,0 1,7 0,5 0,7 0,0 -0,3 -1,3 -0,5 1975 1978 1981 1984 1987 1990 1993 1996 1999 2002 2005 2008 Fuente: Elaboración propia a partir de datos del INE Por otra parte, la alta longevidad alcanzada por la población española es uno de los principales logros demográficos y socioeconómicos del país. Si nos remontamos a 1975, a pesar del diferencial en bienestar socioeconómico, la esperanza de vida ya se acercaba a los países europeos más avanzados gracias al periodo de desarrollo económico de los años sesenta y setenta, junto a otros factores extraeconómicos como los estilos de vida y nutricionales. Desde la transición democrática España ha incrementado su esperanza de vida en casi ocho años (véase gráfico), pasando de 73,3 años en 1975 a 81,1 años en 2006. Este ascenso –a razón de casi cuatro años por década- ha sido el resultado del intenso desarrollo socioeconómico y la cobertura universal sanitaria, que han producido una auténtica “democratización de la supervivencia”. El éxito logrado ha sido tal, que hoy los españoles por término medio viven 6 años más que la media de la Unión Europea. 17
  • 20. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España Gráfico 2.1.6. Esperanza de vida al nacer en España: evolución 1970-2006 Ambos sexos Mujeres Varones 83,7 83 80,5 81,1 81 79 76,9 77,2 76,2 77 75 73,3 73,3 73 70,4 71 69 1975 1980 1986 1991 1995 2000 2006 Fuente: Eurostat En las sociedades avanzadas la esperanza de vida es sensiblemente más alta en las mujeres que los varones. Efectivamente, uno de los principales logros del desarrollo es la mayor equidad de género, que ha mejorado las condiciones de vida de las mujeres y ha minimizado los factores de riesgo en la mortalidad femenina precoz. Todo ello, unido a la mayor resistencia biológica y seguramente también unos hábitos más saludables explican el diferencial de 6,5 años a favor de las mujeres españolas. Esta mayor esperanza de vida tiene un efecto directo en la feminización de la vejez: las mujeres de 65 y más años superan en un 35,7% a los varones de esa edad, cifra que se eleva al 84,6% si consideramos la población de 80 y más años. En 2008 uno de cada diez españoles correspondía a una mujer de más de 64 años, y se espera que esa proporción aumente a una de cada ocho en 2030. Las mujeres viven más, pero en general perciben peor su salud, ya que sufren antes y de forma más prolongada las discapacidades y enfermedades crónicas. El número de años que pasan las mujeres sin padecer una enfermedad crónica es de 38, mientras que en los hombres es de 412. Esas diferencias reflejan que todavía persisten desigualdades por razones de sexo, como la dependencia económica, la sobrecarga de trabajo, o el menor reconocimiento y las posibilidades más limitadas de ascenso social de las mujeres. Por lo demás, existen evidencias de que la esperanza de vida libre de discapacidad no sólo varía con la edad y el género, sino también con el lugar de residencia. Cabe asimismo subrayar que la longevidad todavía tiene mucho recorrido para seguir aumentando. Las previsiones de Eurostat para España de un incremento de cuatro años de aquí al 2050, hasta alcanzar una media de 87,9 años en el caso de las 2 Según datos del Informe Anual del Sistema Nacional de Salud 2007 18
  • 21. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España mujeres y 81,4 en el de los hombres, parecen demasiado cortas: se compadecen mal con los ritmos de crecimiento de las últimas décadas e infravaloran las posibilidades que representan los avances científicos3, la adopción de hábitos de vida más saludables (entre ellos, las dietas menos calóricas que, hasta donde se sabe, reducen la oxidación celular), las condiciones de trabajo menos duras o la mayor difusión y eficiencia de la medicina preventiva. Por estos motivos, es muy probable que en los próximos años se tengan que corregir al alza dichas proyecciones oficiales. Algunos expertos4 señalan que la esperanza de vida en España aumentará aproximadamente en dos años por cada década transcurrida -a un ritmo parecido al que viene registrando desde 1975- (Guijarro y Pélaez, 2007). De esta forma la longevidad media de las mujeres se aproximará a los 92 años y los varones superarán los 85 años, es decir, nueve años más que al inicio del siglo XXI para ambos sexos. 2.2. La geografía del envejecimiento en España La radiografía territorial del envejecimiento en España muestra una situación diferente según las comunidades autónomas. En el siguiente mapa se observa que la proporción de población de 65 y más años es muy alta en las comunidades del noroeste e interior del país. Por el contrario, las comunidades del arco mediterráneo, los dos archipiélagos y Madrid –la excepción del interior- presentan una estructura de población menos envejecida con valores por debajo de la media española (16,6%). La diferencia entre la comunidad más envejecida, Castilla y León, y la menos, Canarias, es de casi diez puntos porcentuales. 3 Por otro lado, la reducción de la oxidación celular a través de dietas nutricionales menos calóricas incrementarán sensiblemente la longevidad 4 Guijarro, M. y Peláez, O. (2007): La longevidad globalizada: un análisis de esperanza de vida en España. Vol. XII, núm. 260, 1 de marzo de 2008. Cuadernos Críticos de Geografía Humana 19
  • 22. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España A escala provincial se agudizan aún más los contrastes territoriales. Los valores oscilan entre el 28,4% de Ourense y el 11,4% de Las Palmas, es decir 17 puntos. En las comunidades autónomas de mayor tamaño territorial se perciben claramente las diferencias internas interprovinciales: más de diez puntos en Castilla y León (28,2% en Zamora por 17,9% en Valladolid) y Galicia (28,4% en Ourense por 18,2% en Pontevedra); ocho puntos en Castilla-La Mancha (23,2% en Cuenca por 15,4% en Guadalajara); y cinco puntos en Aragón (23,9% en Teruel por 18,7% en Zaragoza) y Andalucía (17,8% en Jaén por 12,6% en Almería). Las diferencias territoriales en el proceso de envejecimiento se explican por el desigual desarrollo socioeconómico de las últimas décadas. El mapa del envejecimiento está estrechamente ligado al fenómeno demográfico más relevante de la segunda mitad del siglo XX: el éxodo rural y su proyección en el tiempo a través del “envejecimiento por emigración”. Las migraciones campo-ciudad han provocado el envejecimiento de amplias zonas rurales del interior del país. Las pérdidas fueron muy acusadas en las provincias de interior, las más rurales y atrasadas: las dos Castillas, Extremadura, Aragón, pero también en las provincias de interior de Galicia (Lugo y Ourense) y Andalucía (especialmente, Jaén y Córdoba). En el interior, las excepciones se dieron 20
  • 23. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España en los enclaves urbano-industriales de Zaragoza y Valladolid, y más recientemente Guadalajara y Toledo, que han conjugado las pérdidas gracias a la fuerte atracción demográfica derivada de la difusión metropolitana madrileña. Por el contrario, las mayores ganancias se concentran en las regiones urbano-industriales de Madrid, Cataluña y el País Vasco, así como en las provincias del litoral mediterráneo y del archipiélago canario, más beneficiadas por el desarrollo urbano-turístico. Así pues, el desigual desarrollo socioeconómico explica los flujos migratorios del interior y, en consecuencia, la desigual estructura demográfica actual. En los últimos años el boom inmigratorio ha acentuado estos contrastes territoriales. El siguiente gráfico permite apreciar la existencia de una correlación entre una estructura demográfica más envejecida, por una parte, y un menor crecimiento demográfico y una más reducida atracción inmigratoria, por otra. 21
  • 24. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España Gráfico 2.2.1. Comparativa entre el envejecimiento, población extranjera y crecimiento demográfico Índice por CCAA (España = 100) 65y más años 2008 Extranjeros 2008 Variación pob. 1998-2007 200 150 100 50 0 Castilla y León Extremadura Navarra Andalucía Madrid Murcia País Vasco Castilla-La Mancha La Rioja Cataluña Galicia Aragón Cantabria Asturias Baleares Canarias Com. Valenciana Fuente: INE 2.3. Escenarios de futuro El fenómeno de la inmigración extranjera, motor del crecimiento demográfico español, difícilmente se prolongará con la misma intensidad en los próximos años, por lo cual, la evolución demográfica va a verse cada vez más condicionada por la dinámica natural de la población. Ciertamente, el margen de error de las previsiones demográficas es muy alto, toda vez que las condiciones socioeconómicas –incluso políticas- son imprevisibles en un horizonte lejano. Un escenario de recuperación natural de la población tal vez fuera posible si las políticas a favor de la natalidad se aplicaran con rapidez y medios suficientes, de tal modo que se pudiera aprovechar la ventaja de contar con las generaciones del baby boom en edad reproductiva. El escenario alternativo es el de una población muy envejecida o “sobreenvejecimiento”, con escasas posibilidades de recuperación natural y, por ello, una evolución extremadamente dependiente de las aportaciones externas, que –como se ha apuntado están sujetas a los vaivenes cíclicos de las coyunturas socioeconómicas. La historia, en todo caso, nos muestra que los errores en las previsiones demográficas han puesto de manifiesto un sesgo a la baja, infravalorando generalmente la supervivencia. Si atendemos a la proyección demográfica del INE para el año 2018 (véase siguiente gráfico), respecto a 2008 las generaciones de 65 y más años registrarán un 22
  • 25. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España incremento absoluto de más de 1,3 millones, afianzando su protagonismo relativo (de un 16,6% a un 18,3%). Este incremento sería aún mayor de no haberse producido el fenómeno de las generaciones huecas (o los “no nacidos” durante la Guerra Civil y la inmediata posguerra). Al ampliar el horizonte temporal la tasa de envejecimiento alcanzará el 23% en 2030. Gráfico 2.3.1. Evolución de los grupos de edad: % sobre el conjunto de la población Censo 1981 Padrón 2008 Proyección 2018 Proyección 2030 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1 0 85 y más 0-4 5-9 10-14 15-19 20-24 25-29 30-34 35-39 40-44 45-49 50-54 55-59 60-64 65-69 70-74 75-79 80-84 Fuente: Elaboración propia a partir de datos del INE El progresivo envejecimiento de la población también se reflejará en un preocupante menor reemplazo, es decir, la relación entre las generaciones en edad de incorporarse al mercado de trabajo (los jóvenes entre 20 y 29 años) frente a las que salen (entre 55 a 64 años), que evolucionará del actual 132% en 2008 a 85,5% en 2018 y 73,4% en 2030, lo que significa que pasaremos de tener 1,32 individuos entre 20 y 29 años por cada individuo entre 55 y 64 años, a tener sólo 0,73 en el 2030. Los datos permiten, por tanto, predecir plausiblemente que, en la próxima década, las generaciones del baby boom empezarán a jubilarse, sin contar con un reemplazo equivalente de generaciones jóvenes. 23
  • 26. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España Gráfico 2.3.2. Razón de reemplazo generacional: evolución temporal Relación entre 20-29 años y 55-64 años por cien habitantes 180 165,0 159,6 160 150,8 140 132,0 120 100 85,5 73,4 80 60 40 20 0 1981 1996 2001 2008 2018 2030 Fuente: Elaboración propia a partir de datos del INE El envejecimiento de la población provoca asimismo un aumento de la población dependiente, especialmente protagonizado por el colectivo de 80 y más años, denominada “cuarta edad” cuyas previsiones de crecimiento, según el INE, son del 172% entre 2008 y 2030. Para este último año se cifra en 3,6 millones el número de quienes superen en España la edad de 79 años, que representarían un 7,2% de la población (en 1981 este colectivo apenas representaba el 1,9%). Teniendo en cuenta las actuales tasas de dependencia de los respectivos grupos de edad, se ha estimado para el horizonte 2030 un total aproximado de 3,5 millones de habitantes dependientes de 65 y más años, lo cual representa un incremento del 60,6% respecto a 2007. 24
  • 27. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España Gráfico 2.3.3. Pirámide de población Española 2008 vs 2030 85 y más 80-84 75-79 70-74 65-69 60-64 55-59 50-54 45-49 40-44 35-39 30-34 25-29 20-24 15-19 10-14 5-9 0-4 5 4 3 2 1 0 1 2 3 4 5 % Varones 2030 % Mujeres 2030 Fuente: INE % Varones 2008 % Mujeres 2008 25
  • 28. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España Como viene siendo una constante en todas las variables analizadas, las diferencias territoriales del fenómeno del envejecimiento se acentúan en las proyecciones de población de mayores de 65 años para el año 2018. 2.4. Ciclo de vida individual, edad y comportamiento socioeconómico Para evidenciar el proceso de envejecimiento que vive España y relacionar este proceso con el retiro de los mayores, es importante analizar los principales hitos en un ciclo de vida, entendiéndose éste como las edades a las que suceden los eventos más importantes del individuo, como puede ser la formación, emancipación, entrada y salida del mercado laboral, inactividad, jubilación, etc. Los aspectos demográficos analizados en la sección anterior tienen un impacto elevado en la organización de las distintas fases del ciclo vital de los individuos y sirven como referente para analizar los patrones de comportamiento de las personas, sus tendencias y las condiciones socioeconómicas que influyen en sus decisiones de futuro. 26
  • 29. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España Como comprobaremos a lo largo de esta sección, los últimos datos disponibles indican que los jóvenes terminan sus estudios a edades más tardías, se demoran en encontrar su primer trabajo, se emancipan de sus hogares de origen cada vez más tarde y se casan y tienen su primer hijo a edades más avanzadas. Este comportamiento ha retrasado la entrada a la actividad laboral, que junto a la salida anticipada de muchos trabajadores y empleados del mercado laboral, ya sea por jubilación anticipada o prejubilación, ha provocado el acortamiento del periodo efectivo de actividad frente a lo observado hace unos años. Esta situación indiscutiblemente tiene efectos directos sobre el retiro de los mayores. Gráfico 2.4.1. Ciclo de vida en España (edad media) Primer matrimonio Primer hijo Inactividad Emancipación Salida del mercado laboral Esperanza de vida hombres Esperanza de vida mujeres 90 87,0 85,2 82,9 81,2 80 70 62,0 60,3 60 (años) 54,9 50,6 50 40 30,7 30 26,8 27,4 29,3 29,3 26,3 20 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 Fuente: Eurostat, INE e Injuve La pirámide de población activa de 1987 frente a 2008 permite distinguir tres fenómenos que tienen una lectura clara en el ciclo vital de los individuos. El primero de ellos refleja la inactividad inducida o forzosa de los jóvenes, motivada por la prolongación de los estudios ante las dificultades de acceso al mercado laboral. La entrada de los más jóvenes (16-24 años) al mercado de trabajo es cada vez más tardía, tal y como lo refleja la reducción de la tasa de actividad de este grupo de edad de casi diez puntos, situándose en 2008 en el 29%. Además, la reducción de los activos varones se ha prolongado hasta las edades de 25 a 29 años, a diferencia de las mujeres de este grupo de edad que han aumentado considerablemente su tasa de actividad en los últimos tiempos, del 59,6% al 82,6%. 27
  • 30. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España El segundo fenómeno se corresponde con el elevado incremento de la población activa femenina observado en ese periodo, que ha pasado de representar un 33% sobre el total de activos a un 43%, con 4,8 millones más que en 1987. En términos agregados, la incorporación de la mujer al mercado de trabajo ha ayudado a atenuar la tendencia decreciente de la población activa observada en los últimos años. Cabe destacar que, a pesar de la incorporación masiva de las mujeres jóvenes al mercado de trabajo, las mayores salen antes que los varones: en nuestros días, la tasa de actividad de las mujeres desciende con intensidad a partir de los 50 años, mientras que en los hombres este fenómeno se observa a partir de los 55 años. El último fenómeno destacable es la tendencia de la salida anticipada de los varones del mercado laboral. En los últimos años, los varones entre 50 y 64 años han perdido peso sobre el total de activos, de un 6,5% a un 5,5%, mientras que el porcentaje de las mujeres sobre el total de activos se ha incrementado en casi dos puntos hasta el 3,8%. Gráfico 2.4.2. Pirámide de población activa: 1987 vs. 2008 de 70 y más de 65 a 69 de 60 a 64 de 55 a 59 de 50 a 54 de 45 a 49 de 40 a 44 de 35 a 39 de 30 a 34 de 25 a 29 de 20 a 24 de 16 a 19 10 8 6 4 2 0 2 4 6 8 % Varones 2008 % Mujeres 2008 Fuente: INE % Varones 1987 % Mujeres 1987 A continuación se analizarán algunos aspectos relevantes en el cambio del ciclo vital de los individuos apuntado anteriormente. Emancipación: transición a la vida adulta y primer empleo España, junto a Italia, tiene el calendario más retrasado de toda la Unión Europea respecto a la transición a la vida adulta, entendiendo ésta como emancipación primero y formación y consolidación de la familia posteriormente. Dicho retraso es aún mayor si lo comparamos con los países nórdicos: en torno a cinco años. El 53,8% de los 28
  • 31. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España jóvenes españoles entre 18 y 34 años sigue viviendo en el hogar paterno5. Sin dejar al margen otro tipo de factores de naturaleza sociocultural, la independencia tardía de los jóvenes españoles se explica en claves económicas: limitada capacidad para acceder al primer empleo, y mala calidad de éste (en términos de inestabilidad, temporalidad y bajos salarios), con las consiguientes dificultades para asumir los gastos -inflados durante años- del alquiler o de la adquisición de una vivienda. Para afrontar las restricciones del mercado laboral una opción habitual consiste en ampliar la duración de los estudios, especialmente entre los jóvenes de familias de rentas medias y altas. Por otro lado, al prolongarse la precariedad en los primeros años de actividad laboral, la inserción en el mercado de trabajo no garantiza siempre la deseada emancipación, sino que muchos jóvenes aplazan su salida del hogar familiar hasta alcanzar unos niveles de ahorro suficientes para afrontar la independencia, y otros que se emancipan nominalmente siguen dependiendo económicamente de las ayudas familiares. Todo ello incide en llamativos “atascos” en el ciclo vital, que se traducen con claridad en el restrictivo comportamiento natural de la población española: pocos hijos y en edad tardía, apurando los límites de la edad reproductiva. Para salir de este círculo vicioso los jóvenes españoles tampoco cuentan con muchos apoyos, a diferencia de otros países de nuestro contexto europeo donde las políticas a favor de la juventud y la familia estimulan el incremento de los hogares familiares y la recuperación de las tasas de fecundidad. A pesar de estos obstáculos, en los últimos años el número de hogares jóvenes (alargando la “etapa de juventud” hasta los 34 años) ha crecido sensiblemente (un 107,8% entre 2002 y 2008), y la tasa de emancipación se ha incrementado en más de diez puntos (véase gráfico adjunto), acortándose la brecha con respecto a la UE. Esta progresión de los hogares y la emancipación está claramente determinada por el reciente ciclo económico expansivo que mejoró significativamente los niveles de empleo joven. 5 Según datos del III Trimestre de 2008 del Consejo de la Juventud de España 29
  • 32. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España Gráfico 2.4.3. Tasa de emancipación de los jóvenes: grupos de edades (2003-2008) % personas que viven fuera del hogar de origen respecto del total personas misma edad 18 - 24 años 25 - 29 años 30 - 34 años Total 80% 75,1% 70% 73,8% 73,7% 72,7% 69,4% 69,2% 60% 50% 48,1% 46,3% 45,9% 44,9% 40% 43,7% 43,5% 42,0% 41,4% 37,4% 36,9% 36,1% 35,1% 30% 20% 10,7% 12,5% 13,1% 12,8% 10% 6,8% 7,3% 0% 2003 2004 2005 2006 2007 4T2008 Fuente: Observatorio Joven de la Vivienda Ahora bien, las bases económicas de estos progresos en la emancipación parecen muy débiles ante la intensa crisis nacional e internacional que estamos sufriendo. Los jóvenes son uno de los colectivos más castigados por la falta de dinamismo del mercado laboral y la destrucción de empleo, y ante la dura restricción crediticia su capacidad adquisitiva y de ahorro son claramente insuficientes para poder acceder a una vivienda. En el peor de los escenarios, muchos jóvenes se ven forzados a regresar al hogar familiar por culpa del desempleo. Según datos del INE del primer trimestre de 2009, la tasa de paro de menores de 25 años ha alcanzado el 35,6%. En el caso de jóvenes entre 15 y 24 años que es el tramo de edad que Eurostat define como paro juvenil, la tasa ascendía al 31,8% en febrero de 2009, con previsiones nada halagüeñas para finales de año (pudiéndose elevar la tasa de paro hasta el 35%) resaltando la mayor tasa de paro de jóvenes en España respecto a la UE (17,5% en febrero de 2009). Ante este difícil panorama, es previsible una involución de las tasas de la emancipación del hogar de origen o, como poco en su estancamiento. Periodo de actividad y transición a la inactividad Como se ha mencionado anteriormente, son dos fenómenos importantes los que acontecen en la evolución de los activos en España: por un lado la ligera reducción de los activos varones que se ha registrado en el tramo de edad de 25 a 29 años, y por otro, el elevado incremento de la población activa femenina experimentado en los últimos años. Tras la máxima tasa de actividad observada en el grupo de 30 a 34 años, con un 88%, la tasa de actividad se reduce a medida que avanza la edad, al crecer el número de jubilaciones anticipadas. Entre los 55 y 59 años, el porcentaje de los activos sobre la 30
  • 33. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España población total es del 61%, siendo la tasa de los varones un 78,5% mientras que las mujeres presentan tan sólo una tasa significativamente más baja (44,2%). Bien es cierto que ese 61% es superior al observado en 1987, sobre todo por la mayor participación de la mujer en la población activa. La diferencia entre la curva de la tasa de actividad de las mujeres en 1987 y en 2008 expresa con claridad la incorporación de la mujer al mercado laboral, con un aumento considerable de la tasa de actividad, más notoria entre los 35 y 49 años. En el siguiente grupo de edad (entre 60 y 64 años) la tasa se sitúa en el 36% y, al sobrepasar la edad legal de jubilación (65 años), el porcentaje de activos sobre el total de población disminuye drásticamente (6,1% entre 65 y 69 años y 0,8% de 70 años y más). Se aprecia asimismo que en aquel grupo, que en engloba a quienes cuentan entre 60 y 64 años, crece el número de inactivos y evidenciando que la gran alternativa a la ocupación en esas cohortes no es el desempleo sino la inactividad, gracias a la cobertura social de las prejubilaciones6. La participación de estos dos grupos de edad sobre la población activa es menos relevante que en 1987, dejando entrever la paulatina reducción del periodo de actividad experimentada en los últimos años. Gráfico 2.4.4. Tasas de actividad por grupos de edad y sexo varones 2008 mujeres 2008 varones 1987 mujeres 1987 100 80 60 40 20 0 16-19 20-24 25-29 30-34 35-39 40-44 45-49 50-54 55-59 60-64 65-69 70 + Fuente: EPA (INE) 6 Hay que considerar que un porcentaje de inactivos entre 50 y 64 años, no conocido, se encuentra en una situación de incapacidad permanente recibiendo, por este motivo, una cuantía de pensiones, ya que la edad media de estos individuos es de 54 años. 31
  • 34. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España Gráfico 2.4.5. Tasas de inactividad por grupos de edad y sexo varones 2008 mujeres 2008 varones 1987 mujeres 1987 100% 90% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 50-54 55-59 60-64 65-69 70 + Fuente: EPA (INE) Salida del mercado laboral La etapa postrera que describimos aquí se inicia con el retiro laboral del individuo, lo que supone una reducción de los ingresos procedentes de la actividad laboral, y aunque también se produce una reducción de los gastos de los hogares. Esta situación provoca que las familias y hogares empiecen a hacer uso de sus ahorros y del patrimonio acumulado hasta el momento, para emplearse como gasto. La menor tasa de actividad observada en las cohortes a partir de los 60 años muestra que la edad real de salida del mercado laboral en España es sensiblemente inferior a los 65 años (edad legal de jubilación), como puede observarse en la mayoría de países de nuestro entorno. En España la edad ha pasado de 60,3 años en 2001 a 62,1 años en 2007 situándose ligeramente por encima de la media de la Unión Europea. Si al retraso en la incorporación al mercado laboral, le sumamos una salida anticipada del mismo, podemos decir que en las últimas décadas se ha producido una significativa reducción de la vida laboral, y por lo tanto una reducción del período de ingresos procedentes de la principal fuente de recursos, el factor trabajo. Sin embargo, es cierto que en los últimos años se observa una tendencia del aumento en la edad media de salida del mercado laboral, que parece ir aproximándose paulatinamente a los 65 años. 32
  • 35. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España Esperanza de vida Los cambios demográficos que se han producido en los últimos años en España, y la tendencia al envejecimiento que se registra en las economías desarrolladas han provocado que aumente notablemente la esperanza de vida. Según los datos que publica Eurostat, la esperanza de vida para una persona que haya alcanzado los 65 años ha aumentado significativamente, casi 2 años entre 1995 y 2006, hasta alcanzar prácticamente los 83 años en hombres y los 87 en mujeres (manteniendo estables los niveles de mortalidad actuales), lo que supone que la cantidad de ahorro acumulado a esa fecha deberá ser mayor, si pretendemos que nuestros ahorros sobrevivan hasta la fecha de nuestro fallecimiento. 33
  • 36. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España Gráfico 2.4.6. Esperanza de vida hombres. Año 2006 Esperanza de vida crecimiento acum. 1995-2006 83,5 3,5% 3,0% 83,0 3,0% 2,4% 2,5% 82,5 2,1% 2,1% 2,1% 2,0% 82,0 83,2 1,5% 82,9 82,7 81,5 82,2 1,0% 81,6 81,0 0,5% 80,5 0,0% Francia España Suiza Alemania Portugal Fuente: Eurostat Gráfico 2.4.7. Esperanza de vida mujeres. Año 2006 Esperanza de vida crecimiento acum. 1995-2006 88,0 3,0% 87,5 2,5% 2,5% 87,0 2,1% 2,2% 1,9% 2,0% 86,5 86,0 1,5% 87,6 1,2% 87,0 85,5 1,0% 85,9 85,0 85,5 85,2 0,5% 84,5 84,0 0,0% Francia España Suiza Alemania Portugal Fuente: Eurostat Este incremento de la esperanza de vida a partir del momento de la salida definitiva del mercado de trabajo implica que la cantidad de ahorro acumulado a esa fecha deberá ser mayor si se pretende que los ahorros persistan hasta la fecha de fallecimiento. Además, no podemos obviar que es durante la vejez cuando tenemos más probabilidades de tener alguna limitación física o alguna discapacidad que exija la asistencia de terceras personas. En España la esperanza de vida sin limitaciones físicas y discapacidades se sitúa, de forma prácticamente constante durante los últimos años, en torno a los 74 años tanto para el sexo masculino como para el femenino. 34
  • 37. Retos socioeconómicos del envejecimiento en España Pensiones: grupos de edad y sexo Atendiendo a los últimos datos de la Seguridad Social, el número de pensiones asciende a 5,9 millones, de las cuales el 84,5% son por jubilación y el resto por incapacidad permanente. El número de pensiones comienza a ser relevante entre la población de más de 60 años, un 10,4% de las pensiones las reciben personas entre 60 y 64 años. No obstante, el mayor peso se concentra en los grupos de edad de 65 a 69 años (un 19,7%), en concordancia con la edad legal de jubilación. En los siguientes grupos de edad el porcentaje disminuye ligeramente hasta registrar un 10,1% en los pensionistas de 85 y más años. Las diferencias más marcadas entre los varones y las mujeres que perciben pensiones se encuentran en el tramo de edad de los 65 a los 79 años, con una participación de los varones está alrededor del 12,5%, mientras que la participación de las mujeres representa la mitad (6,3%). Gráfico 2.4.8. Distribución de las pensiones por edad y sexo: % sb total (ITR'09) % Varones % Mujeres 85 y más 5,1% 5,0% 80-84 7,7% 4,9% 75-79 11,8% 6,1% 70-74 12,6% 6,3% 65-69 13,0% 6,7% 60-64 7,4% 3,0% 55-59 2,5% 1,1% 50-54 1,7% 0,9% 45-49 1,2% 0,6% 40-44 0,8% 0,4% 35-39 0,5% 0,2% 30-34 0,3% 0,1% 25-29 0,1% 0,04% 20-24 14% 12% 10% 8% 6% 4% 2% 0% 2% 4% 6% 8% Fuente: INSS Por clase de régimen, el 57,1% del total de las pensiones (incapacidad permanente, jubilación, viudedad, orfandad, etc.) en vigor corresponden al Régimen General, el 21,6% al Régimen de Autónomos y el 21,3% restante a otras clases (agrario, marítimo, minería, etc.). Si tomamos en cuenta el Régimen General y el de Autónomos observamos dos significativas diferencias por grupos de edad. La primera de ellas se identifica en el grupo de los 60 a 64 años, que registra una participación sustantivamente mayor de las pensiones del Régimen General, un 13,7% sobre el total 35