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I ACTOR AFI
Administración 
de la Función Informática 
Ricardo Hemánda Jimhez 
Egresado del Instituto Politécnico Nacional 
(IPN) en 1968,el ingeniero Ricardo Hernán-dez 
Jiménez forma parte de la primera 
generación de Ciencias computacionales, 
reconocida oficialmente como la primera 
carrera en este campo en América Latina. 
En 1972 fue subdirector de Informática en 
el centro de cómputo del Registro Federal 
de Causantes de la Secretarfa de Hacienda 
y Crédito Piiblico (SHCP). Posteriormente, 
en 1976, después de su especialización 
informática en Estados Unidos y Canadá, 
ocupó el cargo de Gerente de Informática 
en la institución Bancomer. 
En 1980 fundó el Centro de Estudios Tkc-nicos 
de Computación Electrónica, el cual 
sirvió de plataforma para varios institutos 
que ahora imparten carreras tecnicas de 
computación. 
Durante más de cuatro años participó co-mo 
invitado permanente del Centro Edu-cacional 
de la IBM de México, impartiendo 
cursos de especialización. 4
" Todos decimos conocer la informática, entenderla y saber 
desprender de ella sus bondades; la realidad es que no es así. 
Lo maravilloso de este asunto es creerlo a pesar de todo". 
Como se puede apreciar, esto que afirmo guarda entre líneas 
una buena dosis de ironía. Y así es. Con ello intento llamar 
afanosamente la atención de mis colegas (profesores, alumnos 
y profesionales) para que sepan que en un país como México 
somos libres de usar la informática como queramos, pero que 
somos responsables si no lo hacemos como se debe en beneficio 
4 1 
!ea1 del desarrollo y modernización de nuest7o país, , 
También quiero informar a mis colegas que AFI fue diseñado 
pensando en sentar las bases para redireccioriar la actuación del 
informático tradicional y hacer emerger al informático actual: 
profesionales comunes capaces de hacer cosas extraordinarias 
a partir de la tecnología. 
Querido lector, me pongo a tus órdenes en el siguiente correo: 
ricardoafi@starmedia.com
ADMINISTTRACION 
DE LA FUNCION 
INFORMÁTICA 
FACTOR AFI 
nez
Catalogación en la fuente 
- 
/~ernández Jiménez, Ricardo Administración de la función informática : factor AF1.-- 
7a ed. -- México : Trillas, 2003 (reimp. 2006). 
400 p. ; 23 cm. 
Incluye índices 
158 N 968-24-6 706-3 
1. Información - Sistemas de almacenamiento y 
recuperación - Administración. l. t. 
D- 004.068'H 769a LC- T58.64'H4.3 1685 
ia presentación y 
disposición en conjunto de 
ADMINI~TRACIÓDEN LA FuNCIÓN 
INFORMATICA. Factor AFI 
son propiedad del editor. 
Ninguna parte de 
esta obra puede ser 
reproducida o trasmitida, mediante ningún 
sistema o método, electrónico o mecánico 
(incluyendo el fotocopiado, la grabación 
o cualquier sistema de recuperación y 
almacenamiento de información), 
sin consentimiento por escrito del editor 
Derechos reservados 
0 1988, Editorial Trillas, 5. A. de C. V. 
División Administrativa 
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México, D. E 
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División Comercial 
Calzada de la Viga 11 32 
C. 12 09439, México, D. I? 
Tel. 56330995 
FA)( 56330870 
Miembro de la Cámara Nacional de 
la Industria Editorial 
Reg. núm. 158 
Séptima edición (158N 968-24-6706-3) 
Impreso en México 
Printed in Mexico 
5e imprimió en 
Rodefi impresores, 5. A. de C. U 
BM2 80 RW
Este libro tardó en concluirse más de 18 años, aunque sólo me llevó 
algunos meses escribirlo. Al iniciar mi carrera en el ámbito del proce-samiento 
de datos mediante equipos de cómputo -tuve la oportunidad 
de ejercerla a mediados de 1968- comencé a ser partícipe de un fenómeno 
que prevalece hasta la fecha y que, aun cuando todos los que hemos 
trabajado en el medio lo conocemos bien, pocos hemos hecho algo para 
contrarrestarlo, permitiendo que cada vez sus efectos sean más devasta-dores. 
Este fenómeno se da por el mal uso que hacemos del real potencial 
de la informática. 
Durante muchos años, de manera ininterrumpida, he detectado el 
gran desperdicio que sufre esta tecnología, tan importante para cualquier 
país. Si bien es cierto que la heredamos, eso no nos autoriza a abandonar 
nuestra responsabilidad y hacer lo posible para aprovecharla en su justa 
dimensión. Lejos de aceptar el reto con el afán de lograr un uso eficiente 
de lo que se nos ha dado, nos hemos acostumbrado a menospreciar sus 
beneficios; a obtener de ello lo que buenamente resulte, sin importar su 
costo; nos hemos conformado con una explotación deficiente. Dicho 
Fenómeno lo he definido como "despilfarro computacional", y mejor diría 
hoy "despilfarro informático". 
Detectar las causas de este fenómeno es lo que ha tomado tanto 
tiempo. Para esto fue necesario observar día con día los problemas de 
productividad a los que se enfrentan la mayoría de las áreas de informá-tica. 
Ha sido fundamental apreciar sus causas y efectos, así como 
comprobar que tales problemas se repiten una y otra vez en una misma 
empresa, y que a su vez éstos son idénticos en la gran mayoría. Fue 
definitivo haber vivido esos problemas uno a uno y ser participe de los 
fracasos a que conducen para tener la seguridad de que no son imagina-rios, 
sino reales. Fue necesaria una profunda investigación para apreciar
que los efectos de este deterioro son exponencialmente costosos. En 
suma, la veracidad de lo que aquí se expone está sustentada por cientos 
de colegas que han tenido el valor de aceptar tan dramática situación y 
atacar la problemática con profesionalismo, aunque ha faltado coordi-nación 
para hacer extensivos los procedimientos de solución que han 
tenido éxito. Por ello se puede decir que este libro ha sido escrito por 
más de un centenar de personas altamente calificadas y con amplia 
experiencia, digna de tomarse en consideración para los objetivos de 
esta obra: redireccionar nuestra visión informática y, en consecuencia, 
nuestra actitud como profesionales de esta disciplina; esto último, por 
supuesto, es lo más difícil. 
No podría adjudicarme el mérito completo del presente trabajo 
porque es de esos libros que no deben ser escritos por una sola persona. 
Su real valor es adquirido por cientos, si no es que por miles, de entre-vistas, 
comentarios, opiniones, sugerencias, aportaciones, experiencias, 
análisis, trabajos, éxitos, fracasos, conclusiones y todo lo que es necesa-rio 
para demostrar una realidad que se quiere reconocer con la profun-didad 
necesaria y, finalmente, exponerla en forma abierta para que 
otros logren identificarla en su real magnitud. Sin embargo, asumo la 
responsabilidad de lo que aquí se expone porque es muy mía la tena-cidad 
y constancia de haber desarrollado años de investigación, los 
cuales me han dado la madurez para discernir entre lo que se debe 
criticar con valor, ya que tengo bases sólidas y evidentes, y la capacidad 
y experiencia profesional para proponer soluciones realistas que amor-tigüen 
las consecuencias del despilfarro informático. 
Si el lector llega a sentirse aludido al darse cuenta de que es partícipe 
de la raíz de algún problema aquí expuesto, le ruego reflexione y com-prenda 
que un libro cuyo fin es atacar problemas en su máxima con-cepción, 
no tendría sentido si no fuera honesto y encubriera las causas 
reales, por incómodas que éstas resultaran. Al contrario, le pido que 
analice con detenimiento cada problema y acepte la oportunidad de 
participar en su solución. Esta es la clave, usted no será un pasajero que 
cómodamente aborda la lectura de este libro y espera con placer que lo 
lleve a su destino sin ningún esfuerzo. Usted será el conductor, yo sólo 
le proporcionaré un mapa perfectamente comprensible para que con su 
esfuerzo y su capacidad profesional llegue al destino marcado por el 
objetivo de este libro: redireccionar nuestra estrategia informática. Esto 
no será sencillo, y dado que sé lo que digo, permítaseme usar la siguien-te 
analogía, en afán de lograr su participación decidida. 
Sí, en efecto, usted será su propio conductor; pero le advierto que el 
viaje no será sencillo: pasará por caminos casi inaccesibles; cruzará 
desiertos extensos, terrenos pantanosos, espesuras selváticas; habrá 
momentos en que no querrá continuar y quizá hasta sienta el deseo de 
regresar, pero cuando consulte su mapa guía se llevará una sorpresa,
pues el trecho avanzado será muy grande y no le quedará más remedio 
que seguir adelante, a pesar de encontrarse solo. Cuando finalmente, 
casi exhausto, compruebe en su mapa guía que llegó a su destino, sólo 
encontrará una gran puerta que se abrirá en forma automática para 
cederle el paso. Cuando se encuentre del otro lado, ésta se cerrará por un 
mecanismo imposible de franquear si quisiera regresar. Para entonces 
usted se dará cuenta de que realmente ha sido un viaje sin regreso. Ya 
no será el mismo; habrá aprendido que existen muchas posibilidades de 
erradicar el despilfarro informático; que los medios existen y están a su 
disposición. Cuando vuelva la vista hacia adelante, podrá ver un mundo 
informático deteriorado y decadente, próximo a sucumbir, bajo la carga 
de una historia viciada, producto de muchos años de improvisación. 
Podrá apreciar miles de empresas que lo esperan deseosas de contar con 
información clara, oportuna y veraz, que permita a sus directivos con-ducirlas 
hacia los millones de clientes que esperan un mejor servicio. Si 
mira hacia otro lado, distinguirá cientos de dependencias gubernamen-tales 
que le ofrecen la oportunidad de apoyarlas para que la información 
de la que hasta ahora carecen les permita incrementar la recaudación 
fiscal, controlar en forma eficiente la prestación de servicios, abreviar 
los trámites burocráticos, reducir la corrupción mediante controles 
exactos, así como encauzar sus planes a corto, mediano y largo plazos. 
Por otro lado, encontrará muchos funcionarios públicos, incluido el 
primer mandatario de la nación, deseosos de contar con información no 
falseada para dirigir el país con más seguridad y con planes más 
precisos. Más allá distinguirá millones de personas, ese es el pueblo, que 
le reclama a usted honestidad profesional, para que aporte sus conoci-mientos 
y que ellos no sigan dedicando su valioso tiempo a soportar la 
insuficiencia de trámites de toda índole. Por un momento se sentirá 
muy confundido, incrédulo por tan triste panorama, pero casi de in-mediato 
recobrará su confianza, su mente estará muy lúcida, y en ese 
momento aceptará el reto, seguro de que lo puede lograr, pues habrá 
adquirido una nueva visión del ámbito informático. Para entonces usted 
habrá reflexionado sobre la importancia de la información, que es en sí 
la que orienta las acciones en todo el mundo y mantiene la integración 
de la humanidad. Los acuerdos más importantes entre naciones depen-den 
del grado en que cada una esté informada y, obviamente, de la 
calidad, veracidad y oportunidad de la información. 
Dentro de un mundo cada vez más pequeño gracias al avance de las 
comunicaciones -prácticamente ya sin fronteras-, $quiénes y sobre qué 
bases definirán las políticas internacionales que regirán el comercio, la
legislación, economía, tecnología, ecología, energía, ciencia, educación, 
sociedad, distribución de la riqueza, política y muchas cosas más< 
Actualmente hay quienes afirman que los países pobres, antes de 
I pensar en la globalización, primero deberían atender sus grandes y 
peligrosos rezagos internos, que tienen que ver fundamentalmente con 
vivienda, empleo, alimentación, seguridad social, atención médica y 
mucho más. Sin embargo, sobre la manera de "navegar" en un mundo 
globalizado, ya se está decidiendo: iquiénes lo están haciendo y con qué 
bases6 
Por lo anterior, en esta séptima edición agregué un capítulo para 
llamar la atención, ya que (no obstante que AFI se ha convertido ya en 
una asignatura de nivel profesional) tal parece que no se ha llegado a 
captar que ello bien pudiera estar representándole al país la manera de 
entrar al terreno del juego informático mundial y participar como firme 
protagonista en el diseño de la informática sin tener que generar 
tecnología, sino, más bien, planeando y poniendo en práctica nuevas 
formas de utilizarla, principalmente en función de los objetivos comer-ciales 
de las empresas. Asimismo podemos hacerlo realidad en muchas 
otras cosas dentro de las cuales todavía no somos participantes activos. 
Para todo eso podemos aprovechar que ya existe una historia andada y una 
experiencia disponible. Pero, caray, cuánto trabajo nos cuesta pensar. 
Resulta insultante que hoy, a la luz de los grandes negocios mundia-les, 
se estima que un tercio de la producción mundial es controlado por 
alrededor de 500 grandes empresas, que esas mismas dominan la mitad 
de todo el comercio internacional y que sólo 12 de estas compañías 
sostienen la producción mundial de alimentos. Los estudiosos de la 
globalización aseguran que éstos son apenas los efectos iniciales de la 
misma. 
Los registros históricos nos dicen que poco antes de la Segunda 
Guerra Mundial, Estados Unidos cayó víctima de la Gran Depresión, 
situación terrible que llevó a los estadounidenses a un profundo colapso 
económico. En tales circunstancias, les invadió un sentimiento genera-lizado 
de ineficiencia: su imagen nacional súbitamente cayó en una 
marcada devaluación, su economía se tornaba de mal en peor. Tal 
actitud derrotista propició una sensible baja en la producción del país. El 
desempleo hizo que el gigante americano se hundiera en la crisis más 
terrible de su historia. El caos moral y económico reinaba a plenitud en 
casi toda la sociedad. De repente, a partir de 1939, cuando se empezó a 
gestar la Segunda Guerra Mundial, con los sucesos del 7 de diciembre de 
1941, cuando Japón atacó y devastó a Pearl Harbor dentro del propio 
territorio estadounidense, se despertó al coloso de su prolongado letar-go, 
reaccionando mediante un formidable esfuerzo industrial para equi-par 
a sus propias fuerzas y a las de los países aliados. La intensa activi-dad 
industrial, aunada a los efectos de la movilización bélica, aseguró
una ocupación de trabajo plena y la productividad se incrementó a 
niveles sin precedentes. La desesperación y las vacilaciones de que 
habían sido presa los estadounidenses durante la Gran Depresión, de 
pronto desaparecieron. Millones de estadounidenses, unidos en un sen-timiento 
común de orgullo nacional, decidieron que era el momento de 
la renovación, la sensación de poder lograr grandes cosas los transfor-mó. 
En unos cuantos años, toda la nación emergió de las cenizas del 
desempleo y de la frustración, para convertirse en el innegable líder del 
mundo. 
Me pregunto con seriedad y, al mismo tiempo, dejo plasmada aquí 
una reflexión para el lector: $Sería posible que los tremendos efectos de 
la globalización pudieran causar en los mexicanos algo similar a lo que 
les ocurrió a los estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial¿ Por 
eso, también pregunto: $Hasta cuándo seremos capaces de manifestar 
poderosamente a AFI dentro de las escuelas y en las empresas¿ ¡Caray! 
COMENTARIO A LA SEXTA EDICIÓN 
Hace poco, al hacer una reflexión sobre el tiempo que he dedicado 
al factor AFI, me di cuenta de que eran ya 18 años. Durante esta 
recapitulación también caí en la cuenta de la cantidad de problemas 
personales y profesionales que esta tarea me ha acarreado. Recoi-dé la 
cantidad de argumentos que he tenido que sustentar, con base en 
estudio y práctica, para "defender" mis puntos de vista y convencer a 
empresarios, directivos y asistentes a mis conferencias y seminarios 
sobre NI. Puedo decir, con conocimiento de causa, lo que significa el 
celo profesional, y he constatado que es muy incómodo y difícil de 
vencer. Confieso que ha sido una enorme carga esta responsabilidad 
gratuita que me eché a cuestas, pero reconozco también la valiosa ex-periencia 
que me ha dejado la superación de todas esas dificultades, y me 
han resultado "bien pagadas", gracias a lo apasionante que ha resultado 
esa historia mía, la cual he querido escribir y actuar. En dicho contexto, 
puedo decir que soy actor de mi propia historia. 
El fenómeno del "despilfarro computacional" y la necesidad impe-riosa 
del factor MI, más la consecuencia implícita de la modernización 
informática a que hago referencia en esta obra, aunque a paso de carga, 
han sido aceptados. Se habla ya de ellos con frecuencia. Mi objetivo 
principal está logrado; ahora sé que tengo que apresurar el paso hacia la 
consecución de la consolidación de AFI. 
Durante 1996, y principalmente en 1997, ha llegado a mis manos 
una buena cantidad de revistas, periódicos y algunos libros, en donde se 
refieren abiertamente a mi planteamiento sobre la Administración de la 
Función Informática (el factor MI), y en muchos casos se menciona
insistentemente mi propuesta de considerar a la informática ya no como 
una simple actividad de apoyo, sino como una función vital. Lo anterior 
me estimula en verdad. 
En esta sexta edición quiero dejar establecido que he tenido un 
acercamiento muy importante con varias universidades de México y del 
extranjero para que acepten mi propuesta de diseñar el programa de 
estudios para la carrera de Administradores de la Función Informática 
(los AFI). Sin lugar a dudas, sé de la urgencia de cubrir esta necesidad, 
punto de vista que espero sea compartido por los lectores de esta obra. 
En el capítulo 1 dejo entrever, según mi planteamiento, algunas de 
las actividades, hasta ahora no cubiertas como se debería, que esos 
nuevos profesionistas tendrán que atender. También menciono lo alar-mante 
de los resultados de mis más recientes investigaciones sobre la 
magnitud de las repercusiones que, por nuestro descuido y desatención 
a la Administración de la Función Informática, se dejan ya sentir en el 
sector educativo y en la gran mayoría de las empresas. Invito muy 
atentamente a los estudiantes y profesores, principalmente de las carre-ras 
de administración e informática, a que presten una especial atención 
a este llamado. Espero que les descubra un importantísimo y amplio 
campo de acción, que incluso podría explotarse de inmediato como 
temas de tesis. 
Convoco a mis colegas informáticos -profesionales, profesores y 
estudiantes- a unirse a mí para atender más ampliamente el panorama 
de AFI. Hay mucho camino por recorrer. Por mi parte estoy inmerso en 
el desarrollo de un modelo que permita implantar AFI dentro de las 
organizaciones, lo cual será motivo de mi ya próximo libro. 
Decía anteriormente que he visto con agrado que mis conceptos ya 
tienen aceptación, pero aún percibo cierto recelo en varios colegas e 
instituciones por incorporarlos de manera franca. Por alguna razón no 
han querido ser participes abiertos de AFI, y mi propuesta de función 
uzformática se ha manejado como actividad informática o auditoría in-formática. 
Y no debería ser así, ya que si se denomina actividad a lo que 
yo llamo función, se le está restringiendo, y con ello se dificulta captar 
su amplitud e importancia; y si se le llama auditorzá, se le limita a una 
pequeñísima parte de lo que estimo que es AFI. 
Para referencia de lo anterior véase, entre otros casos, el Programa 
de Actualización Informática para Directivos (PADI), establecido por la 
Fundación Arturo Rosenblueth en el folleto de Otoño 97, del periodo 
del 27 de agosto al 19 de noviembre. Véase también el libro titulado 
Auditoría en Informática, de mi colega Enrique Hernández H. (CECSA). 
Asimismo, refiérase a los cursos denominados Administración Eficaz de 
la Infraestructura Informática, y otros ofrecidos por Infogama, a través 
del periódico Computer World de México. Yo los invito a que, sin 
ambages, adoptemos todos el Factor AFI.
En esta edición quiero agradecer a las universidades, tecnológicos y, 
en general, a todas las escuelas e institutos que utilizan mi libro como 
complemento de sus materias de informática. Estoy seguro de que ellos 
ya captaron la importancia de la temática de esta obra. 
El panorama que expongo ofrece a los recién egresados un amplio 
horizonte de aplicación; a partir de mi experiencia personal puedo afirmar 
que ya muchos egresados han puesto en práctica los conceptos que se 
vierten en este libro, y con ello han podido impartir una nueva dirección 
al aprovechamiento de la informática en las empresas, con lo cual han 
obtenido un uso considerablemente más eficiente de esta tecnología. 
Ahora, en esta quinta edición hablo de los tres grandes rezagos que 
ha suhido la informática en nuestro país, como preámbulo, antes de 
ofrecer al lector por primera vez mi enfoque sobre lo que denomino el 
factor NI (Administración de la Función Informática). 
El concepto de reingeniería en México muestra ya un acusado 
desgaste, debido al abuso comercial que se ha hecho de él. Se habla de 
reingeniería de software, reingeniería de programación, reingeniería 
de sistemas, reingeniería de datos, reingeniería de aplicaciones, reinge-niería 
de procesos ... juf! 
La única reingeniería que yo veo es la reingeniería de los sistemas de 
información. Ahí es en donde veo realmente el problema y no en los 
demás procesos de una empresa, los cuales en gran medida son entorpe-cidos 
por la acusada improvisación de los sistemas de información; 
aunque, ciertamente, al reestructurar los sistemas, necesariamente se 
recompondrán los procesos. De otra manera, yo me pregunto: si las 
empresas no cuentan con procedimientos administrativos perfectamen-te 
maduros, entonces $qué es lo que automatizan¿ 
Me atrevo a afirmar que más de 50 % de los procedimientos admi-nistrativos 
de la mayoría de las empresas son improvisados, esto es, no 
son estables ni maduros. Es por ello que una gran mayoría de los sis-temas 
automatizados son deficientes; no porque sean incongruentes 
desde el punto de vista de la informática, sino porque se tienen automa-tizados 
sistemas de información incongruentes. 
He llegado a la conclusión de que la reingeniería debe entenderse 
como la reorientación de los sistemas de información en función de los 
mecanismos administrativos modernos de las empresas actuales. Sólo en-tonces 
los sistemas de información que se automaticen serán verdadera-mente 
efectivos para las empresas, y en consecuencia los demás procesos 
anteriores, colaterales y finales, serán desburocratizados, con una tenden-cia 
a la productividad y no al despilfarro, producto de la improvisación, 
consecuencia del control y la incertidumbre administrativa de la organi-zación. 
Es aquí en donde radica la aportación efectiva del factor AFI.
La realidad es que la estructura centralizada del área de informática 
resulta insuficiente para responder con eficiencia a las necesidades de 
automatización de las organizaciones modernas. Por lo anterior, he 
detectado que el área de informática ya no es funcional para apoyar 
firmemente la reingeniería de los sistemas de información. Será necesa-rio 
conseguir no sólo la modernización de las empresas, sino también la 
modernización del área de informática, mediante el factor AFI. 
Desde mi punto de vista, y. ,dadas las pruebas que hay de las 
enormes deficiencias en la aplicacion de la reingeniería. como se auiere 
entender, el factor NI es unbrequisito para dar Astentó a la reingehería 
de los sistemas de información. 
Es perceptible entonces la gran cantidad de trabajo por hacer: por un 
lado, urge afianzar los mecanismos administrativos; y por el otro, 
diseñar la estrategia informática que soporte cabalmente la estructura 
administrativa mencionada. AFI sustenta esa estrategia mediante el 
desplazamiento de un área de informática considerada de apoyo, para 
establecer una estructura informática dispersada en toda la organiza-ción, 
que soporta la £unción informática propia de toda la empresa. 
Esto es en esencia lo que ahora quiero compartir con mis colegas 
inforrnáticos (profesores, técnicos y estudiantes): las nuevas posibilida-des 
de aplicación que da AFI a los informáticos actuales, que compren-den 
un amplísimo campo de acción. 
COMENTARIO A LA CUARTA EDICIÓN 
Muchos de mis lectores y asistentes a mis conferencias y seminarios 
frecuentemente me habían invitado a que incluyera un tema que tratara 
sobre el uso que se les ha dado a las PC directamente en las áreas 
operativas de las empresas. Por algún tiempo no pude hacerlo, porque 
precisamente me encontraba inmerso en una investigación a este res-pecto. 
Ahora, finalmente al haber culminado dicha investigación, en 
esta cuarta edición, pongo a disposición de los lectores el análisis de la 
problemática ahí encontrada y, por supuesto, la propuesta de solución 
que permita a mediano plazo fomentar una "cultura informática" en 
esos sectores operativos de las empresas; lo cual en otras palabras sig-nifica 
iniciar la descentralización del área de informática de las empre-sas; 
opción que ya es reclamada por la dinámica acelerada con la que se 
mueven los modernos mecanismos administrativos y los requerimien-tos 
crecientes de información de los esquemas organizacionales tre-mendamente 
móviles, los cuales día con día tratan de adaptarse a las 
proyecciones, de negocio y de servicio de las empresas, quienes ya 
vislumbran la complicada competencia que se avecina y las complica-ciones 
de participar y permanecer en ella,
Quisiera terminar este comentario agradeciendo a las múltiples empre-sas 
y universidades de todo el país que me han solicitado el seminario 
denominado "Administración de la Función Informática de las Empre-sas", 
basado en este libro, en el cual trato de alertar a mis colegas 
informáticos para prepararnos a desempeñar la tarea tan importante 
que nos toca en la modernización de las empresas, para lo cual será 
necesario incrementar la productividad del área de informática, para 
apoyarlas con los recursos de información requeridos de modo que las 
áreas operativas aghcen sus mecanismos administrativos, con el fin de que 
los clientes sean atendidos con un alto grado de calidad en ei servicio 
que se les ofrece y casi no se les cumple, logrando con lo anterior un 
nivel de competitividad capaz de ser congruente con los requerimientos 
a que, aun sin desearlo, nos obliga el actual Tratado de Libre Comercio. 
Finalmente, quiero responder a repetidas peticiones sobre la manera 
de establecer contacto conmigo para que me escriban sus sugerencias o 
para que participe en exposiciones sobre los temas de mi libro. Favor de 
dirigirse a: 
El gran interés que ADMINISTRADCEI ~LAN F UNCI~INNP ORMATICA( MI) 
ha despertado entre colegas y estudiantes, me estimuló para continuar 
mis investigaciones. 
En esta tercera edición expongo nuevas conclusiones, tales como el 
concepto de "excelencia informática"; la importancia del "seguimiento 
como función"; la afirmación de que las áreas de informática no están 
administradas; mi propuesta sobre el "modelo de aprendizaje por 
seguimiento como función"; un estudio completo sobre los argumentos 
de mis aseveraciones, etcétera. 
Me es grato decir que dichas investigaciones han sido recibidas con 
interés, y se les da ya importancia tanto en el nivel nacional como in-ternacional. 
Deseo hacerlas extensivas a usted, estimado lector.
A quienes me atendieron cuando les planteé mi proyecto sobre la 
presente obra, les quedo profundamente agradecido, y estoy seguro de 
que cuando lo vean realizado, aprobarán el hecho de que sus comenta-rios 
lleguen a todos los informáticos interesados en lo que he dado por 
llamar el factor AFI, el cual sin duda propone un nuevo y vasto campo 
de acción para mis colegas (profesionales, profesores y estudiantes). 
Después de 18 años de lucha, AFI ha empezado a surgir de una rea-lidad 
informática inoperante y caduca, urgida de una nueva dirección. 
He esperado con paciencia desde entonces, y ahora que AFI se ha ma-nifestado, 
no tengo la menor duda de que es el inicio de una nueva forma de 
ver, entender y aplicar la informática dentro de las organizaciones modernas 
y, en consecuencia, de la necesidad de una nueva actuación de los informáticos, 
El camino que he tenido que andar no ha sido Eácil ní cómodo; por 
el contrario, ha sido largo y áspero, y a través de él he recibido burlas, 
agresiones y bloqueos para no prose uir con mis investigaciones, lo 
que además ha traído consi o la pér ida de infinidad de oportunida- f d 
des de trabajo. Por suerte, a o largo de mi trayectoria profesional tuve 
el apoyo incondicional de mis cuatro jefes, quienes me brindaron su 
confianza, y de quienes aprendí gran parte de lo que ahora es MI. 
Lo que ellos hicieron por mí no se los puedo pagar; no tengo con 
qué, porque eso vale muchísimo. Pero les digo que lo que AFI haga por 
los inforrnáticos de este país es aportación también de ellos, mis cuatro 
amigos, mis cuatro etapas profesionales: 
- Ing. Francisco Castañeda Marín: el impulso. 
- Act. Pablo E. Márquez López:t (en dondequiera que esté usted) la 
seguridad. 
- Ing. Iker Vilat (en dondequiera que estés querido amigo): la reali-zación. 
- Ing. AlPedo Capote: la consolidación.
Prólogo 5 
Agradecimientos 14 
Siete de los cientos de orificios que AFI descubrió, 20. 
Introducción 21 
Cap. 1. El factor AFI 25 
El desenlace informático en México (cómo nos Fuimos 
viciando), 30. Los tres grandes rezagos de la informáti-ca 
en México, 42. Sugerencias de solución, 51. Resu-men, 
72. 
Cap. 2. El despüfarro informático: una realidad 
ignorada 
Sugerencias de solución, 88. Resumen, 89. 
Cap. 3. Y la administración de la función 
informática.. . ghasta cuándo$ 91 
Cómo y por qué surgió el problema informático del año 
2000, 93. Sugerencias de solución, 104. Resumen, 110. 
Cap. 4. La administración de la función informática: 
una actividad urgente 112 
Sugerencias de solución, 120. Resumen, 127. 
Cap. 5. La función informática y su relación con el 
ciclo de crecimiento competitivo de una 
empresa 129 
Descripción del esquema, 130. Resumen, 132.
~NDICED E CONTENIDO 
Cap. 6. La importancia de evaluar los compromisos 
de trabajo 134 
Sugerencias de solución, 135. Resumen, 136. 
Cap. 7. Estandarizar la comunicación entre directivos 
y técnicos 139 
Sugerencias de solución, 140. Resumen, 141. 
Cap. 8. Beneficios de la asignación equilibrada de las 
órdenes de trabajo 143 
Sugerencias de solución, 143. Resumen, 147. 
Cap. 9. Estrategias de capacitación 
Sugerencias de solución, 149. Resumen, 149. 
Cap. 10. Formación y contratación de personal 
técnico 
Sugerencias de solución, 152. Resumen, 153. 
Cap. 11. Ventajas y desventajas de la consultoría 
externa 154 
Sugerencias de solución, 157. Resumen, 162. 
Cap. 12. Importancia de la participación de los 
usuarios 
Sugerencias de solución, 165. Resumen, 166. 
Cap. 13. Acercamiento entre técnicos y usuarios 167 
Sugerencias de solución, 170. Resumen, 172. 
Cap. 14. Auditoría técnica: +por qué3, +para qué3 
Sugerencias de solución, 174. Resumen, 177. 
Cap. 15. Evaluación de software 
Sugerencias de solución, 180. Resumen, 184. 
a79 
Cap. 16. El enigma de las bases de datos 185 
Sugerencias de solución, 187. Resumen, 188. 
Cap. 17. Los métodos de trabajo y sus beneficios 
Sugerencias de solución, 19 1. Resumen, 193. 
Cap. 18. Elaboración de programas en la 
computadora 194 
Sugerencias de solución, 195. Resumen, 208.
1" ~NDICED E CONTENIDO 
I Cap- . 19. Control de cambios 
Sugerencias de solución, 210. Resumen, 2 12. 
Cap. 20. Administración de archivos 213 
Sugerencias de solución, 214. Resumen, 236. 
Cap. 21. Ingeniería de sistemas: Análisis, diseño 
y mantenimiento 
Sugerencias de solución, 238. Resumen, 292. 
Cap. 22. La productividad en la informática 
Sugerencias de solución, 295. Resumen, 296. 
Cap. 23. Operación de sistemas 
Sugerencias de solución, 299. Resumen, 303. 
Cap. 24. Usemos las microcomputadoras, pero 
+en qué$ 305 
Sugerencias de solución, 308. Resumen, 3 15. 
Cap. 25. Funciones y responsabilidades del área de 
informática 317 
Sugerencias de solución, 318. Resumen, 318. 
Cap. 26. En busca de la excelencia en la función 
informática 319 
Resultados más recientes de mi investigación sobre 
administración de la función informática, 321. Suge-rencias 
de solución, 337. Conclusiones, 345. 
Apéndices. Descripción de responsabilidad y funciones 
por puesto, de acuerdo con el organigrama 
de una dirección de informática 346 
Apéndice A. Gerencia de desarrollo de sistemas 348 
Puesto: Gerencia de desarrollo de sistemas, 348. Pues-to: 
Coordinador de sistemas, 350. Puesto: Líder de 
proyectos, 351. Puesto: Analista-programador, 352. 
Puesto: Mesa de control y resguardo de documenta-ción, 
353. 
Apéndice B. Gerencia de consultoría técnica a 
usuarios 355 
Puesto: Gerencia de consultoría técnica a usuarios, 355.
Puesto: Consultor de métodos y procedimientos, 357. 
Puesto: Consultor técnico, 358. 
Apéndice C. Gerencia de servicios de cómputo 360 
Puesto: Gerencia de servicios de cómputo, 360. Puesto: Je-fe 
del centro de procesamiento de datos, 362. Puesto: 
Supervisor de turno de operación, 363. Puesto: Opera-dor 
de la red de teleproceso, 364. Puesto: Operador de 
computadora, 365. Puesto: Ingeniería y seguridad de ins-talaciones 
de equipo, 365. Puesto: Auxiliar de instala-ciones, 
367. Puesto: Jefe de operación de sistemas, 367. 
Puesto: Supervisor de captura de datos, 368. Puesto: 
Capturista de datos, 369. Puesto: Supervisor de control 
de procesos, 370. Puesto: Operador de sistemas, 371. 
Puesto: Supervisor de la mesa de control, 371. Puesto: 
Control de calidad de resultados, 372. Puesto: Prepara-ción 
y distribución de resultados, 373. Puesto: Jefe de 
soporte técnico, 374. Puesto: Programador de sistemas 
para el soporte técnico e instalación de software en 
línea, 375. Puesto: Programador de sistemas para el 
soporte técnico e instalación de software local, 376. 
Puesto: Programador de sistemas para el soporte e 
instalación de software de bases de datos, 377. 
Apéndice D. Gerencia de desarrollo técnico 380 
Puesto: Gerencia de desarrollo técnico, 380. Puesto: 
Administración y seguridad de archivos y bases de 
datos, 381. Puesto: Desarrollo de métodos de trabajo, 
auditoría técnica y seguimiento de fallas y problemas, 
383. Puesto: Evaluación de hardware y software, y 
medición de niveles de servicio, 384. Puesto: Planeación 
y control de capacitación técnica, 385. 
Índice analítico
SIETE DE LOS CIENTOS DE ORIFICIOS 
QUE AFI DESCUBRIÓ 
1. AFI demuestra que dentro de nuestro deterioro informático, a lo 
que nos hemos dedicado es a administrar la crisis de la informática en 
vez de administrar la función informática. A distancia se ve que esto fue 
lo que obligó a hacer un seguimiento por excepción en vez de un 
seguimiento como función, y en consecuencia a no aplicar el modelo de 
aprendizaje, ya que no es posible establecer este modelo dentro de un 
contexto de seguimiento por excepción. 
2. En nuestra prisa por implantar la tecnología de la informática, y 
con nuestro profundo desconocimiento de 10 que ello implicaba, creí-mos 
que sería fácil y rápido hacerlo, pero. . . uEl ambicioso sube por las 
escaleras altas y peligrosas y nunca se preocupa de cómo va a bajar" 
(Thomas Adams) . 
3. Los informáticos hemos sido dueños de una razón equivocada. 
4. Actualmente se advierte ya que los informáticos han considerado 
a AFI de distintas maneras: unos la ven como aIgo vago y quizá trivial; 
pero otros la aceptan ya como nuestra realidad. Esto hasta cierto punto 
es Iógico, pues el factor AFI hace un descubrimiento atrevido e hiriente 
que lastima las Fibras sensibles de nuestra vanidad sobre algo que aún 
nos resistimos a aceptar: nuestra impotencia para aprovechar la tecno-logía 
de la informática sin el atroz despilfarro, pero AFI está logrando 
despojar de esta máscara a aquellos vanidosos que han terminado por 
reconocer que nunca fueron dueños de la magia que por muchos años 
dijeron poseer, y por eso nunca fueron actores de su propia historia, sino 
más bien resignados espectadores de algo que no comprendían a ciencia 
cierta: la informática; y en tan deteriorado ambiente, han terminado por 
captar una triste realidad de la que sí fueron protagonistas, porque al no 
haber actuado a tiempo, terminaron escribiendo el libreto de una 
arquitectura suya: el desastre. 
5. La informática en México ha sido invadida por la improvisación 
desmesurada, por eso jamás ha mostrado su verdadera identidad. 
6. AFI se propone rescatar la personalidad extraviada del mformático, 
de entre los escombros del "despilfarro informático". 
7. Dentro del terreno de AFI me propuse hablar de la excelencia, sin 
darme cuenta de que ésta no puede existir. Al respecto terminé por 
descubrir un enfoque que hice mío, y ahora lo ofrezco así: 
El siguiente es un mensaje oculto, a disposición sólo de aquel que 
logre arrancarle su particular significado: jamás he deseado alcanzar la 
excelencia, pero sí sus consecuencias.
En 1980, como resultado de sencillas charlas de café, en las que nos 
reuníamos varios compañeros del ambiente informático, analizamos en 
un breve resumen en tomo a qué habían girado nuestras múltiples 
pláticas; y algo que de momento nos causó impacto he que, sin 
excepción, siempre habíamos comentado sobre problemas que suce-dían 
en nuestros distintos centros de trabajo. La conclusión inmediata 
he: todas las áreas de informática tienen problemas de operación. 
Esto nos inquietó y casi al mismo tiempo nos preguntamos: jcuáles 
son las razones¿; jqué es lo que pasa¿; $hay manera de eliminarlos o por 
lo menos abreviarlosl. Coincidimos en que teníamos que hacer algo al 
respecto, que la mayoría de nosotros podríamos aportar nuestra expe-riencia 
y, con un poco de suerte y mucha dedicación quizá encontraría-mos 
la luz que permitiera detectar las razones de este mal y en la 
medida de nuestra investigación podríamos detectar soluciones realis-tas 
y dignas de ponerse en práctica. Sin embargo, volvimos a coincidir 
en una pregunta: jpor dónde empezar¿ En esta ocasión nos retiramos 
llevando como tarea que en la siguiente reunión haríamos sugerencias 
de cómo comenzar con una investigación que nos llevara a lo que en ese 
momento denominamos "detectar los verdaderos problemas de nuestro 
ámbito informático y exponer posibilidades de solución". 
En la siguiente reunión, tal como lo acordamos, pusimos en tela de 
juicio nuestras sugerencias personales y, una vez analizadas, decidimos 
empezar por hacer encuestas en diversas instalaciones, grandes y pe-queñas, 
que previamente seleccionaríamos. Así lo hicimos y como 
primer resultado tangible, reuniendo las conclusiones de las encuestas, 
escribí un artículo que apareció en la revista Infomática bajo el título de 
"Los verdaderos problemas de nuestro ámbito computacional", el cual 
expongo textualmente a continuación:
En la mayoría de las instalaciones de procesamiento de datos existen 
grupos de técnicos altamente calificados a quienes por lo general se 
denomina "soporte a la producción". La función básica de estos grupos es 
fungir como "bomberos" para los casos en que fallan los procesos en 
producción. De una manera casi heroica y contra el tiempo, ellos tienen la 
responsabilidad de corregir esas fallas, ya sea reprocesando según entien-den 
el proceso o, peor aún, haciendo reparaciones improvisadas y sin 
control, que poco a poco deforman la estructura original de los sistemas; y 
si agregamos que dichas reparaciones, por la premura con que se hacen, 
generalmente no se documentan, entonces la documentación original, en 
caso de que exista, va perdiendo su relación con el sistema correspondien-te. 
Así, reparación tras reparación, empeora la situación hasta el grado de 
hacer casi imposible la comprensión de cualquier sistema en su concepto 
integral; por tanto, los sistemas afectados de tal manera se convierten en 
"bombas de tiempo", poniendo en peligro la estabilidad de la operación de 
la empresa. 
Como es de suponer, las personas que participaron en la afectación de 
tales sistemas empiezan a ser indispensables, porque sólo ellos saben en 
dónde hicieron ajustes. Entonces, el famoso grupo de "soporte a la produc-ción" 
adquiere sentido, pues existe un pretexto real que justifica su existen-cia, 
a pesar de que esto desquicia el buen funcionamiento de la organiza-ción, 
porque a partir de ahí el procesamiento de datos continuo depende en 
gran medida de unas cuantas personas y, peor aún, nadie puede garantizar 
si la siguiente falla podrá ser resuelta. La consecuencia será que el servicio 
de la empresa en todo momento resultará "inestableJ7. 
?Por qué "fallan" los procesos en producción< ?NO se supone que se 
tuvo el tiempo suficiente para analizar y diseñar de manera minuciosa los 
sistemas< ?NO se probaron en forma exhaustiva programa tras programa 
hasta determinar que cubrían todas las condiciones establecidas en el 
diseño< ?NO se revisaron y analizaron meticulosamente los resultados de 
las pruebas de cada programa, así como su funcionalidad dentro del 
sistema integral, y se demostró con un plan de ejecución que era un sistema 
confiable para liberarse a producción< Entonces, ?qué pasa< Las experien-cias 
han demostrado durante mucho tiempo, aquí y en otros países, que los 
sistemas que se desarrollan en rigurosa forma, regidos por metodologías 
que eslabonan con firmeza fase tras fase, difícilmente fallan, y que cuando 
esto sucede es por excepciones que de ninguna manera justifican la 
asignación permanente de un grupo de técnicos altamente calificados, y 
menos aún cuando su trabajo consiste en deformar los sistemas originales. 
Los cambios necesarios a los sistemas y las excepciones de falla deben 
tratarse bajo estricto control por personas que conocen los detalles del 
sistema. 
Jamás se debe olvidar que tales correcciones afectan necesariamente a 
la documentación, lo cual hace que los sistemas sean operados y manteni-dos 
en lo futuro por personas ajenas a su diseño y funcionalidad. Pues lo 
importante no es corregir las fallas, sino determinar de rigurosa manera la 
causa y prever que esto no vuelva a suceder. Sin embargo, ello implica por 
fuerza actividades serias y profesionales.
Lo anterior demuestra que todavía no hemos madurado lo suficiente 
dentro de esta disciplina y que no seguimos linearnientos de trabajo 
seguros, aunque éstos existan. Olvidamos con frecuencia que la compu-tadora 
no tolera errores humanos y que éstos son muy costosos tanto en 
tiempo como en dinero; además, desprestigian Ia labor del área de informá-tica 
ante sus propios usuarios, fomentando constantes fricciones entre 
ambos. No hay que olvidar que un usuario puede ser un cliente que acude 
a un banco a cobrar tm cheque o a pagar la prestacidn de algún servicio. 
Lo anterior es sólo uno de los males que, como enfermedades mortales, 
van minando la única y verdadera razón de las áreas de informática: 
producir información veraz y oportuna, sin lo cual no se justifican su costo 
ni su existencia. 
Sería inútil insistir en que la tecnología nos lleva la delantera y que no 
estamos preparados para obtener el máximo provecho de sus virtudes. Es 
común leer y escuchar que no hay gente en el mercado lo suficientemente 
experimentada y capacitada como para ocupar puestos técnico-adrninistra-tivos 
importantes en este campo; y día con día podemos comprobarlo 
mediante los múltiples anuncios que solicitan técnicos de alto nivel, que 
ofrecen sueldos altísimos y, aunque sabemos que esto propicia el pirateo, 
la rotación de personal, la inflación de sueldos, el descontento de los 
técnicos internos, etc., lo seguimos haciendo sin reconocer que eso no 
solucionará nuestros problemas, pues la deficiencia en el servicio sigue 
existiendo, aun cuando hay gente altamente experimentada. 
Para tener bases firmes acudimos a varias instalaciones, tanto grandes 
como medianas y pequefías, e hicimos encuestas sobre cuáles, a juicio de 
los informáticos, eran las razones básicas que entorpecían la función 
efectiva de su actividad. Hay que destacar que en todas las instalaciones 
que visitamos, de una o de otra manera, había serios problemas, así como 
situaciones de presión que, según los entrevistados, con frecuencia los 
ponían al borde de la crisis. Como resultado de tales entrevistas, encontra-mos 
las siguientes apreciaciones: 
1. La mayoría de los jefes se comprometen a entregar resultados en 
tiempos récord, sin tomar en cuenta a quienes realmente hacen el 
trabajo. 
2. Si no son 10s jefes quienes se comprometen, por lo general tienen 
que aceptar los tiempos marcados por los directivos, pues aquéllos 
son impuestos, sin considerar el grado de dificultad de los trabajos, 
ni los recursos con que se cuenta. 
3. En gran cantidad de instalaciones los informáticos aprenden sobre la 
marcha, de una manera por completo empírica y sin planes de 
capacitación previamente definidos. 
4. Todo el tiempo se encuentran saturados de trabajo por falta de 
planeación efectiva, razón por la cual dificilmente realizan labor de in-vestigación, 
necesaria para la mejor explotación de los recursos de . 
cómputo. 
5. Con frecuencia, los usuarios se sienten insatisfechos por la falta de 
un nivel de servicio acorde con sus verdaderas necesidades de infor-
mación, y en ocasiones están en completa discordia con el área de 
informática. 
6. No hay metodologías de trabajo, y donde llegan a existir, difícil-mente 
son respetadas. 
7. Los sueldos son muy desiguales, tanto en la propia instalación como 
de una a otra, lo que provoca bastantes insatisfacciones personales 
y, obviamente, el pirateo. 
Como se puede apreciar, la problemática real está a la vista de todos y 
no en los recursos de cómputo como se pretende hacer creer. Más bien 
creemos que la raíz de todos estos desajustes es la falta de coordinación, 
motivación y disciplina, factores indispensables en el ámbito informático. 
El resultado de nuestras encuestas queda sintetizado así. Sin embar-go, 
no quisimos conformarnos con exponerlo y criticarlo, porque ésta es 
tarea sencilla, sino que conjuntamos más idomiación e hicimos un 
análisis más severo, cuyo producto final ponemos a consideración del 
lector a través de este libro. 
Cabe aclarar que el contenido de la presente obra no sólo se limita 
a mencionar la problemática del medio, sino que en cada tema sugiere 
estrategias de solución plenamente probadas en la práctica. Sin embar-go, 
no se piense que tales sugerencias son mágicas ni predican cambios 
automáticos e instantáneos para aquellos que previa evaluación decidan 
adoptarlas. Más bien, lo que se visualiza es un conjunto de actividades 
que pueden ser implantadas de manera paulatina y ordenada. De la 
misma forma, son factibles de acoplarse a las necesidades individuales 
de cada instalación.
El falctor AFI 
Problema 
El área de informática, con su estructura 
tradicional centralizada, ya no responde a las 
necesidades de las organizaciones 
tremendamente cambiantes de la actualidad. 
A partir de 1992, cuando elegí el calificativo de factor AFI para iden-tificar 
el factor administrativo de la función informática, muchos cole-gas 
me preguntaban insistentemente su significado, lo cual siempre 
me ponía en aprietos, porque si bien yo sabía perfectamente a qué me 
refería, no podía expresarlo mediante una simple definición. Esto hacía 
que me tomaran como arrogante, porque imaginaban que no quería 
decírselo, y yo, para salir de la emboscada, les formulaba la siguiente 
pregunta: "jSabes tú lo que representa el tiempo para tic", a lo cual sin 
la menor duda siempre me respondían que sí. Ahora, jme podrías 
definir concretamente lo que es el tiempo<, e invariablemente me daban 
largas explicaciones sin siquiera lograr definirlo. En aquel momento, les 
respondía que así me encontraba para definir en concreto 10 que era AFI. 
En este libro me propongo describir lo mejor posible este factor y, 
probablemente, a encontrarle una definición certera. 
En 1988, en la ciudad de Monterrey, tuve la oportunidad de impartir 
un seminario, en el cual por primera vez, ante reconocidos especialistas 
en informática y directivos de los centros de cómputo más importantes 
del país, hablé sobre los resultados más recientes que arrojaban ya mis
CAP. 1. EL FACTOR AFI 
investigaciones sobre lo que denominaba "el gran deterioro informático". 
El propósito de esa plática era demostrar que el control del área de 
informática se nos estaba escapando de las manos; quise alertar a mis 
colegas de que los problemas a los que nos enhentábamos a diario ya 
estaban desbordando nuestra capacidad técnica, y que las consecuen-cias 
estaban tomando niveles de deterioro informático peligrosos, espec-tacularmente 
costosos para las empresas en donde trabajábamos. 
Y elegí ese tema porque, por experiencia, sabía lo que estaba suce-diendo 
en ese ámbito y quería exponerlo para que mis colegas estuvie-ran 
alertas y prestos a actuar oportunamente. Aun así, esperaba que lo 
que les iba a exponer, ellos lo tomaran como algo ya conocido y trivial, 
pero digno de analizarse con seriedad. 
Mientras proyectaba una a una las láminas de mi exposición, me di 
cuenta de que a cada momento la expectación iba en aumento. Otro 
detalle que no esperaba era que el salón resultaba insuficiente porque 
seguían llegando más personas, reflejando en su rostro una especie de 
angustia por lo que quizá ya se habían perdido. Terminada la exposi-ción, 
una gran mayoría de los asistentes se me acercó para solicitarme 
una copia de las láminas, porque querían mostrarlas a sus compañeros 
dentro de su propia empresa. Otros más me invitaron a que los visitara 
en sus instalaciones con el fin de organizar una exposición particular. 
También hubo quien me pidió que aceptara una invitación a comer en 
privado, de modo que pudiera contestarles muchas preguntas que les 
empezaban a inquietar y sentían que las respuestas se vislumbraban en 
mi temática. 
No habían pasado dos semanas de aquel evento, cuando me llega-ron 
invitaciones de varias universidades del país para exponer el mismo 
tema. 
Confieso que de momento no esperaba aquella embestida ni podía 
pensar con claridad en lo que estaba pasando. Muy pronto lo compren-dería: 
mi libro Administración de centros de cómputo (primera edición 
de este libro), ya se había difundido sin que yo me enterara oportuna-mente, 
y en él se exponía mi teoría de que "el área de informática no 
está administrada ni lo ha estado jamás". 
Pero. . . ?Cómo podía atreverme a decir semejante cosat ?NO se 
suponía que ése era precisamente el trabajo de los gerentes y directores 
de tal áreat Hasta entonces comprendí por qué varios colegas me 
habían invitado a comer en privado: jeran los directores y gerentes 
responsables del área de informática de algunas instituciones! En algu-nas 
pláticas posteriores que tuve con varios de ellos, por cierto muy 
interesantes para fines de mis investigaciones, supe de primera mano lo 
que principalmente les había inquietado de mi exposición: lo que yo 
decía reflejaba una verdad absoluta, y ellos como responsables del 
entorno informático de sus instalaciones, no querían verse sorprendidos
EL FACTOR AFI 27 
por sus superiores sin antes haber tomado cartas en el asunto, pues en 
ese momento mi libro ya estaba en circulación. 
Para el caso de las universidades que se interesaron en invitarme, la 
razón era que en mi libro yo invitaba a los idormáticos y administrado-res 
recién egresados a que visualizaran un horizonte de aplicación 
mucho más amplio que el de ser simplemente analistas, programadores 
o asistentes técnicos. Les decía que las cosas no estaban bien, que se 
estaba deteriorando dramáticamente el ambiente informático. En el 
libro les demostraba que el fenómeno que denominé "despilfarro compu-tacional" 
era un absurdo, de costo tan elevado que ellos (los recién 
egresados) no debían permitir. Además, por primera vez, se escuchó el 
nombre de una nueva carrera: "Administradores de centros de cómpu-to" 
(con ese titulo yo no me quería referir al centro de cómputo como 
tal, sino al área de informática), y la urgencia de su creación era evi-dente, 
según yo lo proponía y lo demostraba. 
Ha pasado ya más de una década desde aquellos sucesos, y el 
panorama ha cambiado. Sí que ha cambiado: jestamos empeorando! Mi 
teoría de que "el área de informática no está administrada ni lo ha 
estado jamás" ha quedado demostrada. Pero eso que no logramos 
identificar durante más de tres décadas, probablemente con esherzo 
perseverante y con la formación de los profesionales especializados 
en ello hubiéramos logrado subsanarlo; pero. . . jvolvimos a dormirnos en 
nuestros laureles! No hicimos nada al respecto. Seguimos ocultando y 
disfrazando una realidad. De pronto surge el TLC y se aprueba. Se inicia 
la apertura comercial y las empresas del país forman alianzas para 
competir, y se preparan los planes de modernización. Por todos lados se 
anuncia que la automatización de los procesos será indispensable; es 
más, se ve a la informática como una estrategia de competencia. Se 
habla con insistencia sobre la puesta en marcha de la reingeniería de los 
sistemas de información. Se invierten fabulosas cantidades de dinero en 
la instalación de complejas redes de teleproceso para llevar el servicio 
directamente hasta el usuario final (los clientes). Se lanzan costosas 
campañas de publicidad en donde se ofrecen servicios rápidos y preci-sos 
apoyados por modernas computadoras. Pero ... jse podrá apoyar 
firmemente la modernización de las empresas con la estructura y 
funcionamiento tradicional del área de informática¿ Yo afirmo que no. 
Pero no se piense nuevamente, como hace 10 años se dijo, que estoy 
aventurando tal afirmación. No; esto lo sabe la gran mayoría de los 
informáticos. El resultado de estas últimas investigaciones está susten-tado 
por cientos de colegas preocupados, al igual que yo, por los 
enormes proyectos que vamos a enfrentar prácticamente sin armas. 
Diría yo: "No es posible que sabiendo de las atrocidades que cometimos 
en el pasado, volvamos a empezar un nuevo ciclo caminando por el 
mismo sendero." Pero lo que más me aterra, en forma particular, es que
CAF! 1. EL FACTOR AFI 
si no logramos tener control sobre la administración del área de infor-mática, 
ahora jcómo vamos a enfrentar mi nueva teoría sobre la 
"administración de la función informática" (el factor AFI), la cual tie-ne 
como requisito indispensable la descentralización del área de infor-mática 
t 
Pero casi estoy seguro de que aun a sabiendas de la importancia del 
factor AFI, muchos de mis colegas serán reacios a aceptar no digamos su 
validez, sino su puesta en marcha, y por desgracia para el medio 
informática, no veo otra forma de que las cosas sucedan sino haciéndo-las; 
por eso quiero aprovechar este capítulo inicial para invitar al lector, 
principalmente si es estudiante de administración, que, a contracorrien-te, 
se una a la lucha de aquellos que lo queremos hacer. 
Para tratar de familiarizamos con AFI, y probablemente para tratar 
de encontrar una definición, quisiera que analicemos el siguiente cami-no 
de preguntas, y seguro estoy de que algo importante sucederá desde 
ahora. 
1. jSe encuentra administrada el área de informática< 
2. Si la respuesta es no, ir al punto 5; en caso contrario, ir al punto 3. 
3. ?Quién administra el área de informática¿ Ir al punto 4. 
4. Si el área de informática está en verdad administrada, entonces jpor 
qué existe y ha existido tanto "despilfarro computacional" y se 
siguen cometiendo a diario errores tan graves y costosos< Ir al 
punto 5. 
5. jEl despilfarro y los errores mencionados son "males necesariosn< Ir 
al punto 6. 
6. Si la respuesta es S& ir al punto 12; en caso contrario, ir al punto 7. 
7. jEl personal técnico, de supervisión y directivo del área de informá-tica 
está consciente del despilfarro y el elevado costo de los errores 
que se siguen cometiendo< Ir al punto 8. 
8. Si la respuesta es sí, ir al punto 9; en caso contrario, ir al punto 10. 
9. Si dicho despilfarro y la magnitud de los errores son de todos 
conocidos, entonces jpor qué no se le ha dado solución a algo tan 
dañino y costoso para las propias empresas, y por qué se ha 
convivido con ellos por siempre y se sigue haciendo< Ir al punto 10. 
10. jSe podría decir que esa situaciónla hemos adoptado los informáticos 
como nuestro método de trabajo y que al mismo tiempo lo hemos 
inculcado en las nuevas generaciones< Ir al punto 11. 
11. Si la respuesta es no, ir al punto 13; en caso contrario, ir al punto 12. 
12. Se sabe que en la actualidad la informática es usada ya por muchas 
empresas como una estrategia de competencia; entonces, con los
EL FACTOR AFI 29 
antecedentes anteriores, jel área de informática tendrá la madurez 
necesaria para apoyar sólidamente y de manera oportuna los planes 
de modernización de las empresas¿ Ir al punto 14. 
13. Si el área de informática realmente está administrada, jcómo explí-car 
semejante deterioro en ella< Ir a1 punto 14. 
14. ?Será que la dinámica organizacional y la complejidad que han 
alcanzado los mecanismos administrativos y de control de las 
empresas rebasaron ya la capacidad de respuesta del área de 
informática¿ Ir al punto 15. 
15. Si la respuesta es si; ir al punto 18; en caso contrario, ir al punto 16. 
16. jSe cree que la estructura actual del área de informática es todavía 
funcional< 
17. Si la respuesta es si; ir al punto 19; en caso contrario, ir al punto 18. 
18. jLa reingeniería de los sistemas y la nueva tecnología de software, 
hardware y telecomunicaciones están marcando una nueva era de 
la informática y ello será la solución para erradicar los vicios y las 
fallas mencionados¿ Ir al punto 19. 
19. jSe cuenta con la capacidad técnica y los estrategas informáticos 
para implantar una solución definitiva y sostenida¿ Ir al punto 20. 
20. ?Quién sabe a ciencia cierta dentro del área de idormática cómo se 
debe realizar lo que se podría calificar como la modernización 
informática de las empresas6 Ir al punto 21. 
21. ?Quién asegura que no repetiremos los mismos errores del pasado< La 
historia informática nos obliga seriamente a cuestionarnos lo anterior. 
Como puede apreciarse, existen muchas incógnitas y, según he 
investigado, cuanto más busco, más encuentro en el deteriorado ámbito 
informática; en otras palabras, esto significa que es imperante la nece-sidad 
de implantar el factor AFI. 
Antes de entrar de lleno en mi propuesta, quisiera intercalar una 
pizca de ironía para lograr algo de relajamiento y hacer más llevadero el 
tema. Iniciemos por el comienzo. Pero jqué no se empiezan así las 
cosasC Esta pregunta es la misma que les hago a los asistentes a mis 
seminarios; por supuesto que es intencional, y de verdad, ya no me 
sorprenden algunas respuestas. Una muy significativa que recuerdo fue: 
"No, no siempre se empieza por el comienzo, pues si así fuera, jcómo 
explicar que un programador inicie la elaboración de un programa sin 
haber comprendido siquiera lo que pretende hacer<" Entonces pregun-té: 
"?Así inician en tu instalación la elaboración de los programas¿" El 
estruendo de carcajadas se desencadenó en el resto del grupo, y todos 
coincidieron en que lo mismo sucedía en sus instalaciones. Lo más 
gracioso y a la vez dramático es que casi es un hecho que en cada uno 
de mis seminarios, llega un momento en que empieza una competencia 
para decir en dónde se hacen las peores cosas. Aunque hace algunos
30 CAP. 1. EL FACTOR AFI 
años no podía menos que asombrarme por lo que escuchaba, ahora ya 
no me causa efecto, jsé que es una realidad! Pero ... jtambién lo saben 
mis colegas! Esto está sucediendo como algo rutinario en nuestro 
ámbito informático en los albores del siglo m. 
Para iniciar por el principio, creo pertinente dar algunos datos 
históricos para irnos ubicando en el tiempo, y de esta manera informar 
al lector, sobre todo si es recién egresado, de la forma tan "ciega" como 
adoptamos esta tecnología; así podremos comprender la magnitud de lo 
que hemos hecho con ella, o mejor sea dicho, de cómo la hemos 
despilfarrado. 
EL DESENLACE INFOIW~TICO EN MÉXICO 
(CÓMO NOS FUIMOS VICIANDO) 
Quisiera demostrar que el desenlace informático en México fue sin la 
debida atención, es decir, está definido por la tremenda ligereza con que se 
construyó, la absoluta improvisación a que nos sujetamos, el camino a 
ciegas que recorrimos, el poco interés de las autoridades académicas, la 
ambición de aquellos que algo conocían sobre computadoras y su temor 
de que fueran bajados de su pedestal si se descubría lo poquísimo que 
sabían al respecto, el abandono en que se dejó esta tecnología y el poco 
caso que se le hizo a los técnicos que deseaban establecer bases firmes para 
crecer y, en suma, el desconocimiento general sobre las bondades de esta 
tecnología que propició el poco interés que en ella se tuvo. 
Ahora se puede ver con claridad que en esa época la tecnología nos 
superaba; o mejor dicho; por nuestro profundo desconocimiento no 
fuimos capaces de recibir esta tecnología y explotar metódicamente sus 
beneficios. Por eso es que no crecimos tecnológicamente en este senti-do. 
Aún más, con el paso de los años nos quedamos tan estancados que 
actualmente persisten vicios y formas de trabajar de aquella época. 
Yo viví este desarrollo en México, y por eso puedo explicar con 
detalle lo que sucedió, pues permítaseme decir que sufrí las consecuen-cias 
de la poca importancia que se daba a los informáticos de los años 
sesenta. Yo pertenezco a la primera generación de profesionales en compu-tación 
que egresó del IPN en 1967, única carrera en computación en 
aquel entonces reconocida oficialmente en toda Latinoamérica. Puedo 
decir que cuando egresé sólo había visto dos veces una computadora, en 
la cual los que estábamos a punto de egresar, tratamos de correr un 
sencillísimo programa de COBOL, que por supuesto nunca funcionó 
porque ni siquiera habíamos comprendido lo que intentábamos hacer. 
Nos recibimos como buenamente pudimos, pero 2de qué<, no lo sabía-mos 
la gran mayoría. Por supuesto que cuando salimos a buscar trabajo, 
prácticamente se reían de nosotros, pues nos ponían cada examen que
incluso resultaría difícil para los profesionales de la actualidad. Además 
nos exigían experiencia. Pero jcómo tenerla, si como dije antes, sólo vi 
dos veces una computadora, y eso a través de un grueso cristal! Fi-nalmente, 
después de año y medio de andar buscando trabajo (para 
entonces de lo poco que yo intuía que sabía sobre computadoras, ya no 
quedaba ni el recuerdo), ingresé junto con otros cuatro compañeros de 
la escuela a una entidad del gobierno, donde después de seis largos 
meses de capacitación (sin goce de sueldo) fui contratado como auxiliar 
de operador. Pasado el tiempo, ya con experiencia suficiente, fui invita-do 
a colaborar dentro de una institución bancaria, en uno de los 
proyectos más grandes que se hayan emprendido en materia de cómpu-to 
en el país. 
Era el año de 1976 cuando llegó a mis manos un documento que de 
inmediato me interesó porque reflejaba perfectamente el panorama en 
el cual fue estructurándose nuestro ámbito informático, Dicho docu-mento 
me fue entregado por unos técnicos del banco para el cual yo 
trabajaba, quienes ya tenían varios años en esa instalación, por lo que es-timo 
que tal documento fue escrito alrededor de 1975. A pesar de que 
han transcurrido más de 25 años, ahora podemos darnos cuenta de las 
bases a partir de las cuales nos Fuimos formando en este medio. Pero lo 
más frustrante es que actualmente seguimos conservando muchas de 
las prácticas y vicios que menciona dicho documento. A continuación lo 
resumo y lo comento en forma simultánea, con el fin de que se conozca 
lo que acontecía en aquellos años, para entender mejor el porqué de 
nuestro estancamiento, y para que valoremos con honestidad cuánta 
similitud existe entre los problemas de aquella época y los problemas 
actuales, y así nos demos cuenta de lo arraigado que quedaron los vicios 
que ahí se mencionan. Por tanto, el contenido de este documento debe-ría 
considerarse como una evidencia histórica del dramático surgimien-to 
de nuestra "cultura informática". 
Para ubicamos en el tiempo, en el relato debe tomarse como base el 
inicio de los años sesenta, excepto en caso de que se mencionen otras 
fechas. El contenido es el siguiente: 
El desarrollo de la informática en México ha sido y es anárquico. No se 
considera esta actividad como una profesión. No existe ninguna carrera uni-versitaria 
en informática. ' 
México entró en la época de la computación electrónica en el momento 
en que Estados Unidos y otros países desarrollados encontraron la forma 
fácil de hacer negocio dentro del entorno del procesamiento electrónico de 
datos en los países tecnológicamente atrasados. 
Una vez más se repitió el proceso de transferencia atrabancada de una 
nueva tecnología, cosa típica en los países latinoamericanos. 
Se obtuvo la tecnología de "fiícil" adquisicidn, sin haber sufrido el dolo-roso 
proceso del desarrollo de ésta, sin personas que estuvieran preparadas
32 
I 
1 CAF! 1. EL FACTOR AFI 
l 
! 
palla recibirla, entenderla y explotarla con conocimie 
hetedamos con plena falta de experiencia; o mejor dicho, 
zo ni parto; sencillamente Io adopta 
una verdad, única y absoluta, en el pr 
portadores de esta tecnología segufan 
ptos y técnicas más avanzados, tales c 
multiprogramaci6n, bases de datos, tiempo real, etcétera. 
Fue evidente en México (posiblemente por la cercanía con Estados 
Unidos) que los vendedores de computadoras no tenían necesidad de 
presionar demasiado a sus clientes para venderles estas máquinas, ya que, 
como estaban de moda, se compraban más que por el convencimiento de 
la necesidad de su utilización, por la novedad, como si fueran automóviles 
último modelo. Se adquirían por cuestiones de prestigio y vanidad, aunque 
en la mayoría de los casos no se tuviera idea de cómo aprovecharlas. 
Antes de las computadoras, los primeros artefactos que llegaron a1 país 
(inicios de los años cincuenta) fueron las máquinas de registro directo con 
tarjetas perforadas (llamadas así porque se programaban conectando cables 
directamente en un tablero) para programar, las cuales no requerían perso-nal 
con preparación universitaria. Tampoco hubo tiempo de prepararlos en 
estas labores. Fue así como se lanzaron cursos improvisados de cuatro a 
seis semanas, por medio de los proveedores que tenían la obligación de 
ofrecer el personal ya capacitado a sus clientes y de algunos particulares sin 
ninguna obligación, pero con ganas de hacer algo con el fin de formar 
técnicos calificados, en vez de aquellos charlatanes que ya se empezaban a 
colocar en las compañías,. para pasar meses enteros sin ofrecer ningún 
resultado práctico ni de utilidad definida. 
Estos cursos improvisados fueron el alma rnater de los supuestos 
especialistas en procesamiento de datos de aquella época. ¡Vaya!, pero 
2c6mo íbamos a crecer partiendo de estas basesC Y lo peor es que ellos fue-ron 
los maestros de los maestros que capacitaron a una generación tras otra. 
A pesar de estos antecedentes y gracias principalmente a las noches sin 
dormir, esfuerzo, tenacidad, canas y muchos otros sacrificios, se líegó a 
manipular medianamente las máquinas de registro directo. Pero la ambi-ción 
les ganó, ya que unos 200 poseedores de este rudimentario conoci-miento 
crearon un misterio alrededor del procesamiento de datos, y 
súbitamente el crecimiento técnico en materia de cómputo de1 país quedo 
detenido, como si el no comunicar sus raquíticos conocimientos les sirviera 
de defensa contra los intrusos de otras áreas y de los graduados de las 
carreras pro£esionales (aun cuando no eran informáticos). Lo anterior sirvió 
para que los "especialistas" hicieran lo que les vino en gana, creando un 
tremendo obstáculo para que se capacitara nuevo personal. Y así pasó 
mucho tiempo. 
Por fortuna, algunos profesores se dieron cuenta de este peligroso 
bloqueo, y comenzaron a ingeniárselas para estructurar cursos relámpago 
que permitieran que de las aulas universitarias comenzara a emerger una
nueva generación de técnicos más correctamente preparados, con lo cual 
poco a poco se empezó a remodelar el sistema de trabajo que habían 
introducido los primeros "especialistas". Pero el proceso fue lento, y 
requirió varios años más. 
Dentro de este contexto, el desarrollo de la informática siguió su ritmo 
y siguieron vendiéndose más equipos (note el lector la tremenda improvi-sación 
con que fueron preparados nuestros primeros maestros e imagine la 
calidad que podían tener los resultados obtenidos en aquellos equipos). 
Por regla general, los nuevos usuarios entraban en la etapa de la 
automatización por los siguientes motivos: por la presión de la competen-cia; 
por la insistencia, mentiras e hipnotismo de los vendedores o por la 
recomendación directa de las casas matrices. Por supuesto que dichos 
usuarios fueron integrados casi siempre sin ninguna preparación previa a 
este importante paso. 
Para vender las primeras computadoras, el vendedor conseguía con el 
anzuelo de un atractivo sueldo a algún individuo medianamente experi-mentado 
en el asunto de estructurar y echar a andar un nuevo centro de 
cómputo, y lo colocaba como gerente al mando de dicho centro. 
De inmediato éste se "pirateaba" a sus antiguos colaboradores, o en su 
defecto lanzaba un anuncio en el periódico, con lo cual empezaba a 
funcionar el mecanismo de la rotación de personal que tanto perjudica, y 
que con base en las leyes del mercado libre del siglo pasado, trae como 
consecuencia la inflación de sueldos, el "bloferismo", las barreras para la 
formación adecuada de nuevos técnicos, los fracasos, los resentimientos e 
inconformidad de los técnicos propios de la instalación, los graves retrasos 
en la realización de muchos proyectos, y en general el desprestigio de la 
profesión. 
A los informáticos de las décadas de los años cincuenta y sesenta se les 
tenía en un concepto de "genios". Para inicios de los años setenta, su 
popularidad había decrecido tanto que simplemente se les llamaba "elec-trónicos", 
y no pocas personas 10s comparaban con los radiotécnicos. 
En ese entonces se percibía que el principal deterioro durante el 
desarrollo informático de México se debía a la ausencia completa de los 
parámetros y criterios adecuados para la calificación del personal de 
informática. Ni siquiera se podía saber con acierto qué personal era bueno 
o malo. 
Las bases en las que se fundaba la llamada evaluación de técnicos eran 
la promoción propia de los técnicos, el "bloferismo", el "amiguismo", el 
solo hecho de haber trabajado en un centro de cómputo con equipos de 
gran tamaño. Por otro lado, como contrapeso de esta promoción activa y 
dinámica, funcionaba el "sistema de devaluación": rumores, chismes, co-mentarios 
hirientes, envidias. Ni una sola persona del medio podía escapar 
del popular calificativo de "tonto". 
Como se puede observar, ya que e1 sistema de evaluación de técnicos 
se basó en tales parámetros ("amiguismo", "padrinos", "bloferismo", etc.) y 
se vivió con él durante décadas, lo que nos dejó, entre otras malas cosas, fue 
un fuerte atraso en el proceso de preparación del personal informático. A
34 CAF! 1. EL FACTOR AFI 
inicios de los años setenta, en Estados Unidos se duplicó el personal de 
informática. En Japón se quintuplicó. En México sólo existió un aumento 
de 60 %, el cual no fue suficiente para alcanzar el ritmo de crecimiento del 
número de instalaciones. Esto significó que el número de técnicos por 
instalación decreció. Además, como en ese entonces la tendencia era 
aumentar el tamaño y la capacidad de las computadoras, pero no se 
aumentó el número de técnicos por instalación, no se tuvo la capacidad 
para absorber nuevos conceptos, aplicaciones, sistemas avanzados ni nue-vos 
lenguajes de programación, y por tanto nos volvimos a estancar por 
más años. 
La situación se tomó muy grave, al grado de que muchas empresas no pu-dieron 
conseguir programadores a ningún precio por un lapso de varios años. 
De pronto se comenzó a hablar mucho sobre los temas de teleproceso 
y trasmisión de datos (1973), y sin embargo no se contaba con ningún 
profesional especializado en esta rama, por lo que se tuvo que improvisar 
a algunos aficionados y técnicos de otras especialidades de las comunica-ciones: 
Lo mismo sucedió en las especialidades de diseño de bases de da-tos, 
administración de datos, sistemas operativos, programación modular, 
etcétera. 
Durante aquellos años era común que a un magnífico programador que 
sabía COBOL de memoria, lo pusieran a diseñar un sistema de consulta por 
medio de bases de datos, tan sólo porque se le daba el nombramiento de 
analista de sistemas y se le duplicaba el sueldo; también se solía asignar a 
un individuo sin más conocimiento que Ias instrucciones de RPG, para 
rediseñar los procedimientos administrativos en el nivel de empresa o de 
institución, con el fin de automatizarlos. 
Es obvio que para efectuar con soltura cualquier actividad humana, se 
requiere educación, preparación, especialización y experiencia, además de 
vocación y devoción. En el medio informático, por mucho tiempo se ha 
violado esta regla, no obstante que las actividades de operación, programa-ción 
y análisis y diseño de sistemas requieren una preparación y especiali-zación 
laboriosas, que no se adquieren fácil ni rápidamente, además de que 
no cualquiera puede ser candidato aspirante a esos puestos. 
Para ser operador o programador se debe ser una persona metódica, 
cuidadosa, detallista y con inclinación hacia las matemáticas. Se requiere 
no sólo dominar el lenguaje de programación que se utilice, sino también 
ser prohndo conocedor de las características técnicas de la computadora 
con que se cuente. Por otro lado, para ser analista de sistemas se debe tener 
una visión muy amplia del entomo administrativo de la empresa y dominar 
con gran amplitud los conceptos sobre sistemas de información automati-zados. 
Pese a los requisitos de especialización anteriores, si el informático de 
aquella época quería progresar, tenía que cambiar constantemente de 
actividad, aunque alguna la tuviera que dejar a medias: de operador a 
programador; de programador a analista; de analista a jefe de un centro de 
cómputo. Y como se puede apreciar, muchas veces un buen operador se 
convertía en un pésimo programador, y un magnífico analista se convertía 
en un jefe mediocre.
Por lo anterior, el límite de crecimiento del informático dentro de la 
organización se daba dentro del marco del área de informática. O mejor di-cho, 
prácticamente no había crecimiento, ya que eran áreas que no pasaban 
de 15 o 20 personas y sólo un jefe. En otras palabras, ahí terminaba la 
carrera del informático. Para aspirar a otros niveles administrativos de más 
jerarquía tenía que plantearse como objetivo salir del área de informática. 
¡Qué desperdicio!: cuando finalmente se lograban años de especia-lización, 
cuando se contaba con las raras características académicas que 
se requerían y además se tenía la capacidad y paciencia para esperar 
oportunidades de ascenso, terminaba uno fuera del área que ya domina-ba. 
Después de esto, no resulta difícil entender la tremenda escasez de 
personal técnico calificado y diestro en labores de computación que se 
padecía en aquella época. Para contar con técnicos, éstos tenían que 
formarse sacando empleados operativos y capacitándolos de manera 
improvisada con maestros que resultaban ser los novatos técnicos que 
aún no se habían ido, ya que los más experimentados, o ya habían 
emigrado a otra instalación por razones de "pirateo", o ya habían salido 
del área de informática para ocupar puestos de mayor jerarquía que no 
existían dentro de su entorno informático. Ahora resulta fácil saber por 
qué nos estancamos por años. Por eso formamos vicios, ya que sin contar 
con buenas directrices, lo que se improvisaba se tomaba como procedi-miento 
único y verdadero. Esa fue la razón de nuestro temor a cambiar 
las tarjetas perforadas por sistemas de consulta mediante pantallas de 
video. Resultaba curioso (por no decir gracioso) cómo en plena década 
de los años ochenta muchos de los centros de cómputo más grandes del - 
país, aun contando con poderosas computadoras, seguían manteniendo 
sistemas de tarjetas perforadas de los cuales dependían resultados 
importantes para la institución. Y dichos centros eran considerados 
nacionalmente como instituciones con tecnología de punta. 
Por supuesto que tales sistemas de tarjetas perforadas ya habían 
sido diseñados hacía décadas, cuando aún casi todos los resultados se ob-tenían 
en reportes impresos; la consecuencia era que a los usuarios se les 
seguían enviando a diario toneladas de papel (reportes impresos) que 
jamás tenían tiempo de leer. Había ocasiones en que a un jefe de 
mediano nivel se le sacaba de su oficina para que ésta pudiera ser 
utilizada como bodega de reportes impresos obsoletos o que a nadie 
importaban. La razón era que estos usuarios tenían pena de que se 
encontraran cerros de papel por todas partes y a diario se acumularan 
más. Preferían ocultarlo para que no lo vieran personas de otras áreas o 
visitantes que muchas veces eran clientes de la compañía (hasta hace 
muy poco esto se seguía viendo). 
Al inicio de la década de los setenta empezaron a surgir algunos 
profesionales en informática egresados de algunas universidades y tecnoló-
CAE 1. EL FACTOR AFI 
gicos, y aunque eran sumamente novatos, ahora contaban con un potencial 
importante, producto de su buena formación académica, por lo que en poco 
tiempo empezaron a ser pilares de algunas instalaciones. Para entonces em-pezaba 
a percibirse, al principio dihsamente, pero luego con mucha mayor 
claridad, la diferencia entre un aficionado y un profesional. Se decía que la 
diferencia radicaba en que el profesional sabía que contaba con elementos 
para cumplir compromisos y los cumplía, pues sabía qué recursos iba a 
utilizar, sabía identificar si contaba con ellos, programaba sus actividades y 
era capaz de calendarizarlas, estaba preparado para establecer métodos de 
trabajo y seguirlos, seguía un orden desde el principio y documentaba su 
trabajo. No así el aficionado, que todo lo hacía de manera suelta y con desorden. 
Se empezaba a entender que cuando se contrataba a un profesional, no 
se tenía que estar preocupado por la entrega de resultados, sino que se 
pagaba por la garantía de su obtención. 
Era evidente que se estaba en el momento de dejar de ser aficionado 
para convertirse en profesional. Pero todavía no había madurez y, como 
quienes sustentaban los puestos más altos en las instalaciones de cómputo 
eran precisamente los aficionados de la antigüedad, ahora su labor fue 
bloquear por más años la aceptación formal de los profesionales. ¡Qué 
desgracia y qué desperdicio de talento! ¡Qué oportunidad de crecer se nos 
congeló en las manos por más años! 
Como señal del abatimiento informático, se comenzó a dar un fenó-meno: 
se empezó a pagar más a los profesionales que a los técnicos 
improvisados, y no tardaron las envidias y e1 recelo entre unos y otros. Y 
por supuesto, ante los ojos de los jefes del propio centro de cómputo y de 
las áreas administrativas, se decía que "los profesionales costaban demasia-do". 
Pues claro, porque se les estaba desperdiciando, ya que un jefe que 
había sido uno de los aficionados, con nivel académico medio o bajo, no 
tenía ni la más remota idea de cómo liderear y administrar las actividades 
de los profesionales. Por esta razón, y para no sentirse menos, les imponía 
por fuerza los métodos de trabajo que él conocía; métodos de trabajo 
viciados y empíricos. Peor aún, ya fuera que existieran esos métodos o no, 
lo más común eran los "maratones de trabajo" (noches y días enteros sin 
dormir), con lo que absorbieron a los profesionales y les inculcaron o im-pusieron 
tales formas de trabajo. Con el tiempo, del profesional metódico 
y ordenado sólo quedó un "caballito de batalla" incorporado al batallón de 
los aficionados. 
En poco tiempo (1970-1975), a los profesionales se les degradó y éstos 
tuvieron que soportar la discriminación que les hacían los aficionados, 
quienes de cualquier manera seguían teniendo el conocimiento de los de-talles 
de los ridículos sistemas que estaban en operación. Pero eran los 
únicos, así que no había alternativa. 
Pese a lo anterior, la década de los setenta marcó una nueva etapa en la 
era de la informática en México. Hubo una explosión en la adquisición 
de nuevos equipos de cómputo. Las posibilidades de técnicas modernas de 
comunicación vía telefónica, microondas y satélite hicieron que se inventa-ran 
nuevas técnicas en el manejo de datos (bases de datos, teleproceso, 
sistemas operativos, sistemas completos ofrecidos como paquetes de soft-
EL DESARROLLO INFORMATICO EN MÉXICO 37 
ware, etc.). Estas técnicas hicieron que las posibilidades de servicios en 
línea (tiempo real) fueran requeridas por grandes instituciones (bancos, 
dependencias gubernamentales, empresas privadas) como estrategia de 
competencia para ofrecer un mejor servicio a sus millones de clientes. En 
consecuencia, surgieron nuevas especialidades de técnicos que obviamente 
no existían en el mercado (programadores de sistemas, administradores 
de bases de datos, especialistas en teleproceso, especialistas en seguridad de 
datos, administradores de la capacitación técnica, auditores de informática, 
etc.). La demanda de personal técnico y profesional estalló y los sueldos 
se fueron a las nubes, la "piratería" se desencadenó como nunca. Fue un 
caos total. 
Por razones de la escasez de carreras profesionales en uiformática ple-namente 
estructuradas y confiables (con excepción de las del Tecnológico 
de Monterrey y el IPN) en la década de los setenta, de una o de otra manera 
surgían técnicos como por arte de magia. Algunos entraban en el campo 
después de una carrera técnica, administrativa o de cualquier otro tipo; 
otros, después de un par de años de carrera profesional; muchos, al salir de 
preparatoria, y hasta de secundaria; otros, después de algún curso de pro-gramación 
se lanzaban en busca de las miles de vacantes con sueldos jamás 
vistos. 
Considerando que la mayoría de las empresas no admitían programa-dores 
sin experiencia, muchos de los estudiantes improvisados pasaban 
seis o siete meses saltando de empresa en empresa hasta que tarde o 
temprano, por la gran demanda, lograban colocarse como aprendices de 
operador o algo por el estilo. Así empezó la carrera del técnico en informá-tica. 
Aígunos, a base de tesón y autodidactos, lograron destacar y llegaron 
con el tiempo a ocupar puestos de jefes, gerentes y hasta de directores. 
Muchos, sin embargo, siendo malos técnicos, con el tiempo conocieron los 
secretos del oficio sólo de palabra, o sea, aprendían la jerga de la compu-tación, 
y no tardaron mucho en colocarse. En toda aquella revolución, 
algunos jamás fueron descubiertos como pésimos técnicos. Para aquellos 
que descubrieron que sus técnicos estaban mal preparados, por lo regular 
ya era demasiado tarde: éstos estaban ya en la nómina. 
En estas condiciones, los que elegían el camino del cambio constante 
de instalación, en poco tiempo ganaban mucho más que aquellos que 
tomaban el camino del estudio y la especialización dentro de una sola 
instalación (jen la actualidad, esto le suena familiar al lectort). Sucedía que 
cuando la misma persona salía de una empresa por un tiempo y después 
regresaba, duplicaba su sueldo, mientras que gente fiel a su trabajo y 
responsable de sus obligaciones, recibía después de mucho tiempo sólo 10 5% 
de aumento. 
Esta situación levantó un gran revuelo; muchos técnicos se quejaron 
con los directivos, diciendo que no era sano lo que estaban provocando las 
empresas con sus anticuadas políticas, y que esto era nefasto en un campo 
tan dinámico que requería un personal tan especializado. Se pedía a grito 
abierto que, dadas las condiciones de trabajo (frecuentes "maratones", 
urgencias continuas, desvelos constantes), debían ser bien remunerados 
aquellos que verdaderamente sabían y producían buenos resultados.
38 CAF! 1. EL FACTOR AFI 
Por supuesto que no les hicieron caso, pues siguieron apareciendo en el 
periódico anuncios solicitando persona1 con dos años de experiencia en 
máquinas de cuarta generación. Una persona de mediana inteligencia, 
después de unos cursos de programación y un año de haber estado llenando 
solicitudes y haciendo inEinidad de exámenes, lograba dominarlos de tal 
manera que un gerente, al ver los resultados y sostener una breve entrevis-ta, 
de inmediato lo contrataba. Así, un individuo listo podía muy bien pasar 
cinco o seis meses "programando", sin que nadie se diera cuenta de que era 
incapaz. Para entonces, aunque no hubiera dado ningún buen resultado, ya 
había cobrado varias quincenas. Para el caso de los analistas de este tipo, se 
prefería mejor no hablar. 
Así queda sintetizado un documento que apareció hace más de 25 
años. En lo particular, me propuse comentar este contenido con varios 
colegas altamente experimentados con el fin de comparar aquella época 
con los acontecimientos actuales. La conclusión general he: "En la actua-lidad 
contamos con equipo tremendamente más poderoso que antes; se 
han establecido eficientes métodos de trabajo, existen modernos len-guajes 
de programación, los paquetes de software se han diversificado 
enormemente, las redes de teleproceso actuales son impresionantes, la 
información procesada fluye a millones de usuarios en segundos, las 
microcomputadoras han introducido, aunque superficialmente, una 
cultura informática en el nivel general. Pero jatención !, en esencia, los 
problemas que actualmente aquejan al área de informática son los 
mismos que se mencionan en el documento, sólo que ahora mucho más 
amplificados ." 
Tome nota, que esta opinión generalizada concuerda mucho con las 
bases que en el siguiente capítulo establezco como plataforma para 
asegurar que la función informática de las empresas nunca ha estado 
administrada ni lo está en la actualidad. 
Mis investigaciones me permiten afirmar que la década de los 
setenta representó para México el punto de partida definitivo para 
integrarse de lleno al ámbito computacional. Antes de esta década, el 
desarrollo informático en nuestro país era prácticamente nulo. Muchas 
empresas, aun teniendo la capacidad económica para adquirir equipo de 
cómputo, no encontraban la justificación para hacer el gasto (salvo por 
vanidad o prestigio, como se menciona en el documento expuesto), 
pese a que sus operaciones administrativas hacían urgente su adquisi-ción. 
He encontrado que la explicación de esta contradicción ahora 
resulta hasta cierto punto lógica y natural, pues vea usted: por situacio-nes 
que no viene al caso comentar, durante años nuestras escuelas, 
institutos y universidades no prepararon técnicos y profesionales en 
computación, en otras palabras, no se creó una cultura informática 
en nuestro país. Por lo mismo, eran pocos los empresarios, directivos y 
funcionarios que entendían los enormes beneficios que representaba la
EL DESARROLLO INFORMÁTICO EN MÉXICO 39 
utilización de las computadoras. Pero aun cuando algunos deseaban 
adquirirlas, el problema verdadero consistía en encontrar los analistas, 
programadores y operadores que las hicieran Funcionar. Su capacitación 
sería mucho muy tardada debido a que no existian centros educativos 
específicos de ti o abierto, pues los pocos que existian eran los propios 
de los distribui 'f ores de computadoras de esa época, y la gran mayoría 
no contaba con la infraestructura adecuada para garantizar capacitación 
de calidad. Lo que se hacía era organizar cursos breves de algunas 
semanas y se lanzaba al personal a foguearse directamente a la máqui-na. 
En verdad era poco lo que se aprendía en tales cursos teóricos (al 
igual que ahora), pues donde realmente se aprendía era en la práctica, 
donde con frecuencia no se llegaba a aplicar gran cosa de lo que se había 
recibido durante los cursos. Me tocó ver casos en que algunas personas 
que habían obtenido calificaciones bajas, en pocos días de práctica 
superaban fácilmente en conocimientos a algunos con calificaciones 
sobresalientes. 
Todos los que de alguna manera participamos en el desarrollo de la 
informática en México, sabemos que el nacimiento de nuestra cultura in-formática, 
si es que así se puede llamar, fue tremendamente superficial y 
desordenada. Fue la manera como empezamos a engendrar infinidad de 
vicios, los cuales quedaron arraigados de tal manera que la gran mayoría 
aún persisten. Muchos de los que participaron como instructores en la 
preparación de los técnicos de Finales de la década de los sesenta e inicios 
de la de los setenta aprendieron de una manera también superficial, quizá 
más precaria que nosotros (recuerdo que mi maestro de programación 
nos enseñó el lenguaje COBOL aprendiendo sobre la marcha. Por cierto, 
nunca estuve seguro de si él aprendió). Aun con la mejor intención de 
enseñar, lo mejor que podían generar entre sus alumnos era técnicos 
improvisados que aprendieron los vicios que ellos habían adquirido, 
acarreando así infinidad de deficiencias. Véase con detenimiento que 
desde principios de los años setenta hasta inicios de los años noventa, 
estamos hablando de un periodo de 20 años, lo cual quiere decir que 
muchos de los técnicos que participaron como maestros de aquella 
época aún siguen activos en el medio; es muy probable que durante 
varios años tanto ellos como los que Fueron sus alumnos hayan ocupado 
los puestos de mayor jerarquía en el área de informática de las instala-ciones 
más importantes del país, y es muy prob ble ue aún los ocupen. 
?Pero qué importancia puede tener esto< kjb -#- 
Analicemos lo anterior. Dado que ellos Fueron precisamente 6s aue 
de alguna manera (por cierto muy meritoria, pero no por eso menos 
equivocada) Fueron armando la infraestructura informática con que cuen-ta 
ahora el país, a ellos se les debe reconocer el gran esherzo que 
tuvieron que hacer para lograr lo mucho que se avanzó durante esos 20 
años. Fueron ellos quienes permitieron el gran salto que México dio en
40 CAP 1. EL FACTOR AFI 
el ámbito informático, llevándolo de un nivel prácticamente nulo en la 
utilización de equipos de cómputo, hasta hacer que en la actualidad sea 
una tecnología utilizada hasta en los últimos rincones del país. 
Pero no todo es halagador. Cierto es que México está actualmente 
al corriente en el conocimiento de esta tecnología; cierto es que se 
avanzó tremendamente en sólo dos décadas; pero precisamente por esa 
marcha forzada que adoptamos, muchas cosas se fueron improvisando 
en el camino. Muchos vicios y deficiencias se le fueron inculcando a las 
nuevas generaciones de informáticos. Pero no pudo ser de otra manera, 
pues aprendimos a usar las computadoras más con tesón, constancia, 
desvelos, estudio autodidacto, a marchas forzadas, sin estrategias a la 
altura de esta tecnología, planes improvisados, etc., que con capacita-ción 
estratégica, tiempo suficiente para hacer bien las cosas, organiza-ción, 
planeación, administración. Estuvimos solos, trabajando como 
pudimos, con verdaderos deseos de producir resultados satisfactorios, 
con muchísimos sacrificios que llegaron al límite de la capacidad física 
de los participantes. Fue evidente que las urgencias y prisas fueron 
cotidianas. Este fue nuestro ambiente de trabajo durante semanas, 
meses, años ... muchos años. 
Con el desarrollo tremendamente acelerado de esta tecnología que 
se dio básicamente a partir de la década de los setenta, nuestra consig-na 
se convirtió en: "Hágase como sea, pero hágase." Jamás se analizaron 
los costos, los riesgos, y sobre todo el bajo nivel de calidad que se iba 
consiguiendo en los trabajos terminados. Por ejemplo, al salir al merca-do 
los equipos de la tercera generación, de pronto apareció la facilidad 
del acceso remoto a los datos, o sea los sistemas en Iínea, y como se 
pudo, tuvimos que convertir los sistemas batch en sistemas on he, iy 
vaya que lo hicimos! En corto tiempo ya contábamos con servicio en 
Iínea, aunque de momento fuera sumamente deficiente, raquítico en su 
alcance de servicio, y por supuesto tremendamente improvisado desde 
el punto de vista aplicativo. No había pasado mucho tiempo cuando de 
pronto se nos presentó el concepto de bases de datos, y hubo que 
asimilarlo. Había que rediseñar sistemas completos para ahora aprove-char 
los beneficios de las bases de datos. $Cómo lo íbamos a lograr$, no 
lo sabíamos, pero había que hacerlo a como diera lugar. jEl resultadoc: 
sistemas altamente defectuosos, bases de datos inseguras y mal diseña-das, 
etc. Pero lo que más nos importaba es que habíamos incorporado 
estos adelantos. 
Como se puede observar, "heroicamente" fuimos haciendo cosas 
muy mal hechas. Ese fue el camino sobre el cual se he creando la 
idraestructura informática del país. En otras palabras, teníamos que 
entrar a como diera lugar a la alta tecnología computacionaI. Ya aden-tro, 
muy probablemente podríamos componer las cosas. Pero la reali-dad 
es que en vez de eso, nos engañamos y creímos que habíamos
construido un camino correcto. Aunque prefiero decir que nos dio 
pereza tan sólo pensar en todo lo que había que "reparar", y preferimos 
esperar a que alguien llegara a hacerlo. Pero no sucedió así: la verdad es 
que arraigamos un modo de trabajar en todo el personal que estaba a 
nuestro cargo, y se entendió como método. Ellos a su vez lo trasmitie-ron 
a otros, y así se hizo una cadena a la cual actualmente se le siguen 
agregando eslabones, etiquetados como "nuestra forma de trabajar", sin 
entender que con cada nuevo eslabón nos estamos ahorcando más y más. 
Pero hay razones de fondo que influyeron aún más para que en 
México quedáramos esclavizados a sistemas dormáticos tan deficien-tes 
e inseguros, que incluso visto desde la perspectiva actual, pudieran 
justificar tal proceder, por la sencilla razón de que en aquel momento 
convenía a las empresas hacerlo así. Aunque no se crea, estas circuns-tancias 
desembocaron en lo que muchos años después se llegaría a 
conocer como el fenómeno de Y2K. Consúltese el cap. 3, en donde 
explico esto detalladamente. 
Poco se ha hecho para corregir las deficiencias, como se demostrará 
en los siguientes capítulos. Las cosas, por inercia, nos han seguido 
manteniendo en un nivel tecnológico pobre, que dista mucho de ser 
congruente con los requerimientos de las empresas modernas. 
Es probable que el lector se sienta ya aturdido de tanto "negativismo". 
Pero deje que le diga que con todo y eso me he quedado corto. Y para 
que no quede duda, espere un poco más y verá hasta dónde hemos 
llegado, y peor aún, que seguimos aferrados a caminar en esa dirección. 
Pues bien, si aún existiera duda de todo lo que se ha dicho hasta 
aquí, y si en verdad hubiéramos ya madurado con suficiente Eirmeza 
para emprender un camino más productivo y provechoso en el ámbito 
informático, jcómo explicar el segundo gran tropiezo que cometimos 
con la aparición de las microcomputadoras o PC (véase cap. 24) con el 
que volvimos a tropezar con la misma piedra¿ Es indudable que 
volvimos a perdernos debido a las prisas y a la improvisación. Por 
desgracia, se vuelve a comprobar que lo que nos orilló a este nuevo 
fracaso, o mejor dicho "despilfarro" (ahora se puede ver con mayor 
claridad el nivel de despilfarro de que somos capaces en este ambiente), 
fueron los vicios que seguimos arrastrando. Se demuestra con claridad 
que cometimos muchos de los viejos errores: fueron idénticos. 
$Qué informático en su sano juicio puede rebatir mi teoría sobre: la 
función informática de las empresas jamás ha estado administrada ni lo 
está en la actualidad¿ Después de esta segunda enorme prueba, de la 
cual hay evidencia por todos lados, estamos hechos un desastre. Lo 
sabemos todos pero preferimos ignorarlo. Siento que estamos en un 
estado de "caída dependiente", es decir, estamos en lo profundo del 
hoyo, nos estamos ahogando, pero seguimos esperando a que alguien o 
algo actúe y nos sacuda fuertemente para organizamos y movemos a
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Libro administracion de la funcion informatica

  • 2. Administración de la Función Informática Ricardo Hemánda Jimhez Egresado del Instituto Politécnico Nacional (IPN) en 1968,el ingeniero Ricardo Hernán-dez Jiménez forma parte de la primera generación de Ciencias computacionales, reconocida oficialmente como la primera carrera en este campo en América Latina. En 1972 fue subdirector de Informática en el centro de cómputo del Registro Federal de Causantes de la Secretarfa de Hacienda y Crédito Piiblico (SHCP). Posteriormente, en 1976, después de su especialización informática en Estados Unidos y Canadá, ocupó el cargo de Gerente de Informática en la institución Bancomer. En 1980 fundó el Centro de Estudios Tkc-nicos de Computación Electrónica, el cual sirvió de plataforma para varios institutos que ahora imparten carreras tecnicas de computación. Durante más de cuatro años participó co-mo invitado permanente del Centro Edu-cacional de la IBM de México, impartiendo cursos de especialización. 4
  • 3. " Todos decimos conocer la informática, entenderla y saber desprender de ella sus bondades; la realidad es que no es así. Lo maravilloso de este asunto es creerlo a pesar de todo". Como se puede apreciar, esto que afirmo guarda entre líneas una buena dosis de ironía. Y así es. Con ello intento llamar afanosamente la atención de mis colegas (profesores, alumnos y profesionales) para que sepan que en un país como México somos libres de usar la informática como queramos, pero que somos responsables si no lo hacemos como se debe en beneficio 4 1 !ea1 del desarrollo y modernización de nuest7o país, , También quiero informar a mis colegas que AFI fue diseñado pensando en sentar las bases para redireccioriar la actuación del informático tradicional y hacer emerger al informático actual: profesionales comunes capaces de hacer cosas extraordinarias a partir de la tecnología. Querido lector, me pongo a tus órdenes en el siguiente correo: ricardoafi@starmedia.com
  • 4.
  • 5. ADMINISTTRACION DE LA FUNCION INFORMÁTICA FACTOR AFI nez
  • 6. Catalogación en la fuente - /~ernández Jiménez, Ricardo Administración de la función informática : factor AF1.-- 7a ed. -- México : Trillas, 2003 (reimp. 2006). 400 p. ; 23 cm. Incluye índices 158 N 968-24-6 706-3 1. Información - Sistemas de almacenamiento y recuperación - Administración. l. t. D- 004.068'H 769a LC- T58.64'H4.3 1685 ia presentación y disposición en conjunto de ADMINI~TRACIÓDEN LA FuNCIÓN INFORMATICA. Factor AFI son propiedad del editor. Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida o trasmitida, mediante ningún sistema o método, electrónico o mecánico (incluyendo el fotocopiado, la grabación o cualquier sistema de recuperación y almacenamiento de información), sin consentimiento por escrito del editor Derechos reservados 0 1988, Editorial Trillas, 5. A. de C. V. División Administrativa Av. Río Churubusco 385 Col. Pedro María Anaya, C. t? 03340 México, D. E Tel. 56884233, FAX 56041364 División Comercial Calzada de la Viga 11 32 C. 12 09439, México, D. I? Tel. 56330995 FA)( 56330870 Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Reg. núm. 158 Séptima edición (158N 968-24-6706-3) Impreso en México Printed in Mexico 5e imprimió en Rodefi impresores, 5. A. de C. U BM2 80 RW
  • 7. Este libro tardó en concluirse más de 18 años, aunque sólo me llevó algunos meses escribirlo. Al iniciar mi carrera en el ámbito del proce-samiento de datos mediante equipos de cómputo -tuve la oportunidad de ejercerla a mediados de 1968- comencé a ser partícipe de un fenómeno que prevalece hasta la fecha y que, aun cuando todos los que hemos trabajado en el medio lo conocemos bien, pocos hemos hecho algo para contrarrestarlo, permitiendo que cada vez sus efectos sean más devasta-dores. Este fenómeno se da por el mal uso que hacemos del real potencial de la informática. Durante muchos años, de manera ininterrumpida, he detectado el gran desperdicio que sufre esta tecnología, tan importante para cualquier país. Si bien es cierto que la heredamos, eso no nos autoriza a abandonar nuestra responsabilidad y hacer lo posible para aprovecharla en su justa dimensión. Lejos de aceptar el reto con el afán de lograr un uso eficiente de lo que se nos ha dado, nos hemos acostumbrado a menospreciar sus beneficios; a obtener de ello lo que buenamente resulte, sin importar su costo; nos hemos conformado con una explotación deficiente. Dicho Fenómeno lo he definido como "despilfarro computacional", y mejor diría hoy "despilfarro informático". Detectar las causas de este fenómeno es lo que ha tomado tanto tiempo. Para esto fue necesario observar día con día los problemas de productividad a los que se enfrentan la mayoría de las áreas de informá-tica. Ha sido fundamental apreciar sus causas y efectos, así como comprobar que tales problemas se repiten una y otra vez en una misma empresa, y que a su vez éstos son idénticos en la gran mayoría. Fue definitivo haber vivido esos problemas uno a uno y ser participe de los fracasos a que conducen para tener la seguridad de que no son imagina-rios, sino reales. Fue necesaria una profunda investigación para apreciar
  • 8. que los efectos de este deterioro son exponencialmente costosos. En suma, la veracidad de lo que aquí se expone está sustentada por cientos de colegas que han tenido el valor de aceptar tan dramática situación y atacar la problemática con profesionalismo, aunque ha faltado coordi-nación para hacer extensivos los procedimientos de solución que han tenido éxito. Por ello se puede decir que este libro ha sido escrito por más de un centenar de personas altamente calificadas y con amplia experiencia, digna de tomarse en consideración para los objetivos de esta obra: redireccionar nuestra visión informática y, en consecuencia, nuestra actitud como profesionales de esta disciplina; esto último, por supuesto, es lo más difícil. No podría adjudicarme el mérito completo del presente trabajo porque es de esos libros que no deben ser escritos por una sola persona. Su real valor es adquirido por cientos, si no es que por miles, de entre-vistas, comentarios, opiniones, sugerencias, aportaciones, experiencias, análisis, trabajos, éxitos, fracasos, conclusiones y todo lo que es necesa-rio para demostrar una realidad que se quiere reconocer con la profun-didad necesaria y, finalmente, exponerla en forma abierta para que otros logren identificarla en su real magnitud. Sin embargo, asumo la responsabilidad de lo que aquí se expone porque es muy mía la tena-cidad y constancia de haber desarrollado años de investigación, los cuales me han dado la madurez para discernir entre lo que se debe criticar con valor, ya que tengo bases sólidas y evidentes, y la capacidad y experiencia profesional para proponer soluciones realistas que amor-tigüen las consecuencias del despilfarro informático. Si el lector llega a sentirse aludido al darse cuenta de que es partícipe de la raíz de algún problema aquí expuesto, le ruego reflexione y com-prenda que un libro cuyo fin es atacar problemas en su máxima con-cepción, no tendría sentido si no fuera honesto y encubriera las causas reales, por incómodas que éstas resultaran. Al contrario, le pido que analice con detenimiento cada problema y acepte la oportunidad de participar en su solución. Esta es la clave, usted no será un pasajero que cómodamente aborda la lectura de este libro y espera con placer que lo lleve a su destino sin ningún esfuerzo. Usted será el conductor, yo sólo le proporcionaré un mapa perfectamente comprensible para que con su esfuerzo y su capacidad profesional llegue al destino marcado por el objetivo de este libro: redireccionar nuestra estrategia informática. Esto no será sencillo, y dado que sé lo que digo, permítaseme usar la siguien-te analogía, en afán de lograr su participación decidida. Sí, en efecto, usted será su propio conductor; pero le advierto que el viaje no será sencillo: pasará por caminos casi inaccesibles; cruzará desiertos extensos, terrenos pantanosos, espesuras selváticas; habrá momentos en que no querrá continuar y quizá hasta sienta el deseo de regresar, pero cuando consulte su mapa guía se llevará una sorpresa,
  • 9. pues el trecho avanzado será muy grande y no le quedará más remedio que seguir adelante, a pesar de encontrarse solo. Cuando finalmente, casi exhausto, compruebe en su mapa guía que llegó a su destino, sólo encontrará una gran puerta que se abrirá en forma automática para cederle el paso. Cuando se encuentre del otro lado, ésta se cerrará por un mecanismo imposible de franquear si quisiera regresar. Para entonces usted se dará cuenta de que realmente ha sido un viaje sin regreso. Ya no será el mismo; habrá aprendido que existen muchas posibilidades de erradicar el despilfarro informático; que los medios existen y están a su disposición. Cuando vuelva la vista hacia adelante, podrá ver un mundo informático deteriorado y decadente, próximo a sucumbir, bajo la carga de una historia viciada, producto de muchos años de improvisación. Podrá apreciar miles de empresas que lo esperan deseosas de contar con información clara, oportuna y veraz, que permita a sus directivos con-ducirlas hacia los millones de clientes que esperan un mejor servicio. Si mira hacia otro lado, distinguirá cientos de dependencias gubernamen-tales que le ofrecen la oportunidad de apoyarlas para que la información de la que hasta ahora carecen les permita incrementar la recaudación fiscal, controlar en forma eficiente la prestación de servicios, abreviar los trámites burocráticos, reducir la corrupción mediante controles exactos, así como encauzar sus planes a corto, mediano y largo plazos. Por otro lado, encontrará muchos funcionarios públicos, incluido el primer mandatario de la nación, deseosos de contar con información no falseada para dirigir el país con más seguridad y con planes más precisos. Más allá distinguirá millones de personas, ese es el pueblo, que le reclama a usted honestidad profesional, para que aporte sus conoci-mientos y que ellos no sigan dedicando su valioso tiempo a soportar la insuficiencia de trámites de toda índole. Por un momento se sentirá muy confundido, incrédulo por tan triste panorama, pero casi de in-mediato recobrará su confianza, su mente estará muy lúcida, y en ese momento aceptará el reto, seguro de que lo puede lograr, pues habrá adquirido una nueva visión del ámbito informático. Para entonces usted habrá reflexionado sobre la importancia de la información, que es en sí la que orienta las acciones en todo el mundo y mantiene la integración de la humanidad. Los acuerdos más importantes entre naciones depen-den del grado en que cada una esté informada y, obviamente, de la calidad, veracidad y oportunidad de la información. Dentro de un mundo cada vez más pequeño gracias al avance de las comunicaciones -prácticamente ya sin fronteras-, $quiénes y sobre qué bases definirán las políticas internacionales que regirán el comercio, la
  • 10. legislación, economía, tecnología, ecología, energía, ciencia, educación, sociedad, distribución de la riqueza, política y muchas cosas más< Actualmente hay quienes afirman que los países pobres, antes de I pensar en la globalización, primero deberían atender sus grandes y peligrosos rezagos internos, que tienen que ver fundamentalmente con vivienda, empleo, alimentación, seguridad social, atención médica y mucho más. Sin embargo, sobre la manera de "navegar" en un mundo globalizado, ya se está decidiendo: iquiénes lo están haciendo y con qué bases6 Por lo anterior, en esta séptima edición agregué un capítulo para llamar la atención, ya que (no obstante que AFI se ha convertido ya en una asignatura de nivel profesional) tal parece que no se ha llegado a captar que ello bien pudiera estar representándole al país la manera de entrar al terreno del juego informático mundial y participar como firme protagonista en el diseño de la informática sin tener que generar tecnología, sino, más bien, planeando y poniendo en práctica nuevas formas de utilizarla, principalmente en función de los objetivos comer-ciales de las empresas. Asimismo podemos hacerlo realidad en muchas otras cosas dentro de las cuales todavía no somos participantes activos. Para todo eso podemos aprovechar que ya existe una historia andada y una experiencia disponible. Pero, caray, cuánto trabajo nos cuesta pensar. Resulta insultante que hoy, a la luz de los grandes negocios mundia-les, se estima que un tercio de la producción mundial es controlado por alrededor de 500 grandes empresas, que esas mismas dominan la mitad de todo el comercio internacional y que sólo 12 de estas compañías sostienen la producción mundial de alimentos. Los estudiosos de la globalización aseguran que éstos son apenas los efectos iniciales de la misma. Los registros históricos nos dicen que poco antes de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos cayó víctima de la Gran Depresión, situación terrible que llevó a los estadounidenses a un profundo colapso económico. En tales circunstancias, les invadió un sentimiento genera-lizado de ineficiencia: su imagen nacional súbitamente cayó en una marcada devaluación, su economía se tornaba de mal en peor. Tal actitud derrotista propició una sensible baja en la producción del país. El desempleo hizo que el gigante americano se hundiera en la crisis más terrible de su historia. El caos moral y económico reinaba a plenitud en casi toda la sociedad. De repente, a partir de 1939, cuando se empezó a gestar la Segunda Guerra Mundial, con los sucesos del 7 de diciembre de 1941, cuando Japón atacó y devastó a Pearl Harbor dentro del propio territorio estadounidense, se despertó al coloso de su prolongado letar-go, reaccionando mediante un formidable esfuerzo industrial para equi-par a sus propias fuerzas y a las de los países aliados. La intensa activi-dad industrial, aunada a los efectos de la movilización bélica, aseguró
  • 11. una ocupación de trabajo plena y la productividad se incrementó a niveles sin precedentes. La desesperación y las vacilaciones de que habían sido presa los estadounidenses durante la Gran Depresión, de pronto desaparecieron. Millones de estadounidenses, unidos en un sen-timiento común de orgullo nacional, decidieron que era el momento de la renovación, la sensación de poder lograr grandes cosas los transfor-mó. En unos cuantos años, toda la nación emergió de las cenizas del desempleo y de la frustración, para convertirse en el innegable líder del mundo. Me pregunto con seriedad y, al mismo tiempo, dejo plasmada aquí una reflexión para el lector: $Sería posible que los tremendos efectos de la globalización pudieran causar en los mexicanos algo similar a lo que les ocurrió a los estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial¿ Por eso, también pregunto: $Hasta cuándo seremos capaces de manifestar poderosamente a AFI dentro de las escuelas y en las empresas¿ ¡Caray! COMENTARIO A LA SEXTA EDICIÓN Hace poco, al hacer una reflexión sobre el tiempo que he dedicado al factor AFI, me di cuenta de que eran ya 18 años. Durante esta recapitulación también caí en la cuenta de la cantidad de problemas personales y profesionales que esta tarea me ha acarreado. Recoi-dé la cantidad de argumentos que he tenido que sustentar, con base en estudio y práctica, para "defender" mis puntos de vista y convencer a empresarios, directivos y asistentes a mis conferencias y seminarios sobre NI. Puedo decir, con conocimiento de causa, lo que significa el celo profesional, y he constatado que es muy incómodo y difícil de vencer. Confieso que ha sido una enorme carga esta responsabilidad gratuita que me eché a cuestas, pero reconozco también la valiosa ex-periencia que me ha dejado la superación de todas esas dificultades, y me han resultado "bien pagadas", gracias a lo apasionante que ha resultado esa historia mía, la cual he querido escribir y actuar. En dicho contexto, puedo decir que soy actor de mi propia historia. El fenómeno del "despilfarro computacional" y la necesidad impe-riosa del factor MI, más la consecuencia implícita de la modernización informática a que hago referencia en esta obra, aunque a paso de carga, han sido aceptados. Se habla ya de ellos con frecuencia. Mi objetivo principal está logrado; ahora sé que tengo que apresurar el paso hacia la consecución de la consolidación de AFI. Durante 1996, y principalmente en 1997, ha llegado a mis manos una buena cantidad de revistas, periódicos y algunos libros, en donde se refieren abiertamente a mi planteamiento sobre la Administración de la Función Informática (el factor MI), y en muchos casos se menciona
  • 12. insistentemente mi propuesta de considerar a la informática ya no como una simple actividad de apoyo, sino como una función vital. Lo anterior me estimula en verdad. En esta sexta edición quiero dejar establecido que he tenido un acercamiento muy importante con varias universidades de México y del extranjero para que acepten mi propuesta de diseñar el programa de estudios para la carrera de Administradores de la Función Informática (los AFI). Sin lugar a dudas, sé de la urgencia de cubrir esta necesidad, punto de vista que espero sea compartido por los lectores de esta obra. En el capítulo 1 dejo entrever, según mi planteamiento, algunas de las actividades, hasta ahora no cubiertas como se debería, que esos nuevos profesionistas tendrán que atender. También menciono lo alar-mante de los resultados de mis más recientes investigaciones sobre la magnitud de las repercusiones que, por nuestro descuido y desatención a la Administración de la Función Informática, se dejan ya sentir en el sector educativo y en la gran mayoría de las empresas. Invito muy atentamente a los estudiantes y profesores, principalmente de las carre-ras de administración e informática, a que presten una especial atención a este llamado. Espero que les descubra un importantísimo y amplio campo de acción, que incluso podría explotarse de inmediato como temas de tesis. Convoco a mis colegas informáticos -profesionales, profesores y estudiantes- a unirse a mí para atender más ampliamente el panorama de AFI. Hay mucho camino por recorrer. Por mi parte estoy inmerso en el desarrollo de un modelo que permita implantar AFI dentro de las organizaciones, lo cual será motivo de mi ya próximo libro. Decía anteriormente que he visto con agrado que mis conceptos ya tienen aceptación, pero aún percibo cierto recelo en varios colegas e instituciones por incorporarlos de manera franca. Por alguna razón no han querido ser participes abiertos de AFI, y mi propuesta de función uzformática se ha manejado como actividad informática o auditoría in-formática. Y no debería ser así, ya que si se denomina actividad a lo que yo llamo función, se le está restringiendo, y con ello se dificulta captar su amplitud e importancia; y si se le llama auditorzá, se le limita a una pequeñísima parte de lo que estimo que es AFI. Para referencia de lo anterior véase, entre otros casos, el Programa de Actualización Informática para Directivos (PADI), establecido por la Fundación Arturo Rosenblueth en el folleto de Otoño 97, del periodo del 27 de agosto al 19 de noviembre. Véase también el libro titulado Auditoría en Informática, de mi colega Enrique Hernández H. (CECSA). Asimismo, refiérase a los cursos denominados Administración Eficaz de la Infraestructura Informática, y otros ofrecidos por Infogama, a través del periódico Computer World de México. Yo los invito a que, sin ambages, adoptemos todos el Factor AFI.
  • 13. En esta edición quiero agradecer a las universidades, tecnológicos y, en general, a todas las escuelas e institutos que utilizan mi libro como complemento de sus materias de informática. Estoy seguro de que ellos ya captaron la importancia de la temática de esta obra. El panorama que expongo ofrece a los recién egresados un amplio horizonte de aplicación; a partir de mi experiencia personal puedo afirmar que ya muchos egresados han puesto en práctica los conceptos que se vierten en este libro, y con ello han podido impartir una nueva dirección al aprovechamiento de la informática en las empresas, con lo cual han obtenido un uso considerablemente más eficiente de esta tecnología. Ahora, en esta quinta edición hablo de los tres grandes rezagos que ha suhido la informática en nuestro país, como preámbulo, antes de ofrecer al lector por primera vez mi enfoque sobre lo que denomino el factor NI (Administración de la Función Informática). El concepto de reingeniería en México muestra ya un acusado desgaste, debido al abuso comercial que se ha hecho de él. Se habla de reingeniería de software, reingeniería de programación, reingeniería de sistemas, reingeniería de datos, reingeniería de aplicaciones, reinge-niería de procesos ... juf! La única reingeniería que yo veo es la reingeniería de los sistemas de información. Ahí es en donde veo realmente el problema y no en los demás procesos de una empresa, los cuales en gran medida son entorpe-cidos por la acusada improvisación de los sistemas de información; aunque, ciertamente, al reestructurar los sistemas, necesariamente se recompondrán los procesos. De otra manera, yo me pregunto: si las empresas no cuentan con procedimientos administrativos perfectamen-te maduros, entonces $qué es lo que automatizan¿ Me atrevo a afirmar que más de 50 % de los procedimientos admi-nistrativos de la mayoría de las empresas son improvisados, esto es, no son estables ni maduros. Es por ello que una gran mayoría de los sis-temas automatizados son deficientes; no porque sean incongruentes desde el punto de vista de la informática, sino porque se tienen automa-tizados sistemas de información incongruentes. He llegado a la conclusión de que la reingeniería debe entenderse como la reorientación de los sistemas de información en función de los mecanismos administrativos modernos de las empresas actuales. Sólo en-tonces los sistemas de información que se automaticen serán verdadera-mente efectivos para las empresas, y en consecuencia los demás procesos anteriores, colaterales y finales, serán desburocratizados, con una tenden-cia a la productividad y no al despilfarro, producto de la improvisación, consecuencia del control y la incertidumbre administrativa de la organi-zación. Es aquí en donde radica la aportación efectiva del factor AFI.
  • 14. La realidad es que la estructura centralizada del área de informática resulta insuficiente para responder con eficiencia a las necesidades de automatización de las organizaciones modernas. Por lo anterior, he detectado que el área de informática ya no es funcional para apoyar firmemente la reingeniería de los sistemas de información. Será necesa-rio conseguir no sólo la modernización de las empresas, sino también la modernización del área de informática, mediante el factor AFI. Desde mi punto de vista, y. ,dadas las pruebas que hay de las enormes deficiencias en la aplicacion de la reingeniería. como se auiere entender, el factor NI es unbrequisito para dar Astentó a la reingehería de los sistemas de información. Es perceptible entonces la gran cantidad de trabajo por hacer: por un lado, urge afianzar los mecanismos administrativos; y por el otro, diseñar la estrategia informática que soporte cabalmente la estructura administrativa mencionada. AFI sustenta esa estrategia mediante el desplazamiento de un área de informática considerada de apoyo, para establecer una estructura informática dispersada en toda la organiza-ción, que soporta la £unción informática propia de toda la empresa. Esto es en esencia lo que ahora quiero compartir con mis colegas inforrnáticos (profesores, técnicos y estudiantes): las nuevas posibilida-des de aplicación que da AFI a los informáticos actuales, que compren-den un amplísimo campo de acción. COMENTARIO A LA CUARTA EDICIÓN Muchos de mis lectores y asistentes a mis conferencias y seminarios frecuentemente me habían invitado a que incluyera un tema que tratara sobre el uso que se les ha dado a las PC directamente en las áreas operativas de las empresas. Por algún tiempo no pude hacerlo, porque precisamente me encontraba inmerso en una investigación a este res-pecto. Ahora, finalmente al haber culminado dicha investigación, en esta cuarta edición, pongo a disposición de los lectores el análisis de la problemática ahí encontrada y, por supuesto, la propuesta de solución que permita a mediano plazo fomentar una "cultura informática" en esos sectores operativos de las empresas; lo cual en otras palabras sig-nifica iniciar la descentralización del área de informática de las empre-sas; opción que ya es reclamada por la dinámica acelerada con la que se mueven los modernos mecanismos administrativos y los requerimien-tos crecientes de información de los esquemas organizacionales tre-mendamente móviles, los cuales día con día tratan de adaptarse a las proyecciones, de negocio y de servicio de las empresas, quienes ya vislumbran la complicada competencia que se avecina y las complica-ciones de participar y permanecer en ella,
  • 15. Quisiera terminar este comentario agradeciendo a las múltiples empre-sas y universidades de todo el país que me han solicitado el seminario denominado "Administración de la Función Informática de las Empre-sas", basado en este libro, en el cual trato de alertar a mis colegas informáticos para prepararnos a desempeñar la tarea tan importante que nos toca en la modernización de las empresas, para lo cual será necesario incrementar la productividad del área de informática, para apoyarlas con los recursos de información requeridos de modo que las áreas operativas aghcen sus mecanismos administrativos, con el fin de que los clientes sean atendidos con un alto grado de calidad en ei servicio que se les ofrece y casi no se les cumple, logrando con lo anterior un nivel de competitividad capaz de ser congruente con los requerimientos a que, aun sin desearlo, nos obliga el actual Tratado de Libre Comercio. Finalmente, quiero responder a repetidas peticiones sobre la manera de establecer contacto conmigo para que me escriban sus sugerencias o para que participe en exposiciones sobre los temas de mi libro. Favor de dirigirse a: El gran interés que ADMINISTRADCEI ~LAN F UNCI~INNP ORMATICA( MI) ha despertado entre colegas y estudiantes, me estimuló para continuar mis investigaciones. En esta tercera edición expongo nuevas conclusiones, tales como el concepto de "excelencia informática"; la importancia del "seguimiento como función"; la afirmación de que las áreas de informática no están administradas; mi propuesta sobre el "modelo de aprendizaje por seguimiento como función"; un estudio completo sobre los argumentos de mis aseveraciones, etcétera. Me es grato decir que dichas investigaciones han sido recibidas con interés, y se les da ya importancia tanto en el nivel nacional como in-ternacional. Deseo hacerlas extensivas a usted, estimado lector.
  • 16. A quienes me atendieron cuando les planteé mi proyecto sobre la presente obra, les quedo profundamente agradecido, y estoy seguro de que cuando lo vean realizado, aprobarán el hecho de que sus comenta-rios lleguen a todos los informáticos interesados en lo que he dado por llamar el factor AFI, el cual sin duda propone un nuevo y vasto campo de acción para mis colegas (profesionales, profesores y estudiantes). Después de 18 años de lucha, AFI ha empezado a surgir de una rea-lidad informática inoperante y caduca, urgida de una nueva dirección. He esperado con paciencia desde entonces, y ahora que AFI se ha ma-nifestado, no tengo la menor duda de que es el inicio de una nueva forma de ver, entender y aplicar la informática dentro de las organizaciones modernas y, en consecuencia, de la necesidad de una nueva actuación de los informáticos, El camino que he tenido que andar no ha sido Eácil ní cómodo; por el contrario, ha sido largo y áspero, y a través de él he recibido burlas, agresiones y bloqueos para no prose uir con mis investigaciones, lo que además ha traído consi o la pér ida de infinidad de oportunida- f d des de trabajo. Por suerte, a o largo de mi trayectoria profesional tuve el apoyo incondicional de mis cuatro jefes, quienes me brindaron su confianza, y de quienes aprendí gran parte de lo que ahora es MI. Lo que ellos hicieron por mí no se los puedo pagar; no tengo con qué, porque eso vale muchísimo. Pero les digo que lo que AFI haga por los inforrnáticos de este país es aportación también de ellos, mis cuatro amigos, mis cuatro etapas profesionales: - Ing. Francisco Castañeda Marín: el impulso. - Act. Pablo E. Márquez López:t (en dondequiera que esté usted) la seguridad. - Ing. Iker Vilat (en dondequiera que estés querido amigo): la reali-zación. - Ing. AlPedo Capote: la consolidación.
  • 17. Prólogo 5 Agradecimientos 14 Siete de los cientos de orificios que AFI descubrió, 20. Introducción 21 Cap. 1. El factor AFI 25 El desenlace informático en México (cómo nos Fuimos viciando), 30. Los tres grandes rezagos de la informáti-ca en México, 42. Sugerencias de solución, 51. Resu-men, 72. Cap. 2. El despüfarro informático: una realidad ignorada Sugerencias de solución, 88. Resumen, 89. Cap. 3. Y la administración de la función informática.. . ghasta cuándo$ 91 Cómo y por qué surgió el problema informático del año 2000, 93. Sugerencias de solución, 104. Resumen, 110. Cap. 4. La administración de la función informática: una actividad urgente 112 Sugerencias de solución, 120. Resumen, 127. Cap. 5. La función informática y su relación con el ciclo de crecimiento competitivo de una empresa 129 Descripción del esquema, 130. Resumen, 132.
  • 18. ~NDICED E CONTENIDO Cap. 6. La importancia de evaluar los compromisos de trabajo 134 Sugerencias de solución, 135. Resumen, 136. Cap. 7. Estandarizar la comunicación entre directivos y técnicos 139 Sugerencias de solución, 140. Resumen, 141. Cap. 8. Beneficios de la asignación equilibrada de las órdenes de trabajo 143 Sugerencias de solución, 143. Resumen, 147. Cap. 9. Estrategias de capacitación Sugerencias de solución, 149. Resumen, 149. Cap. 10. Formación y contratación de personal técnico Sugerencias de solución, 152. Resumen, 153. Cap. 11. Ventajas y desventajas de la consultoría externa 154 Sugerencias de solución, 157. Resumen, 162. Cap. 12. Importancia de la participación de los usuarios Sugerencias de solución, 165. Resumen, 166. Cap. 13. Acercamiento entre técnicos y usuarios 167 Sugerencias de solución, 170. Resumen, 172. Cap. 14. Auditoría técnica: +por qué3, +para qué3 Sugerencias de solución, 174. Resumen, 177. Cap. 15. Evaluación de software Sugerencias de solución, 180. Resumen, 184. a79 Cap. 16. El enigma de las bases de datos 185 Sugerencias de solución, 187. Resumen, 188. Cap. 17. Los métodos de trabajo y sus beneficios Sugerencias de solución, 19 1. Resumen, 193. Cap. 18. Elaboración de programas en la computadora 194 Sugerencias de solución, 195. Resumen, 208.
  • 19. 1" ~NDICED E CONTENIDO I Cap- . 19. Control de cambios Sugerencias de solución, 210. Resumen, 2 12. Cap. 20. Administración de archivos 213 Sugerencias de solución, 214. Resumen, 236. Cap. 21. Ingeniería de sistemas: Análisis, diseño y mantenimiento Sugerencias de solución, 238. Resumen, 292. Cap. 22. La productividad en la informática Sugerencias de solución, 295. Resumen, 296. Cap. 23. Operación de sistemas Sugerencias de solución, 299. Resumen, 303. Cap. 24. Usemos las microcomputadoras, pero +en qué$ 305 Sugerencias de solución, 308. Resumen, 3 15. Cap. 25. Funciones y responsabilidades del área de informática 317 Sugerencias de solución, 318. Resumen, 318. Cap. 26. En busca de la excelencia en la función informática 319 Resultados más recientes de mi investigación sobre administración de la función informática, 321. Suge-rencias de solución, 337. Conclusiones, 345. Apéndices. Descripción de responsabilidad y funciones por puesto, de acuerdo con el organigrama de una dirección de informática 346 Apéndice A. Gerencia de desarrollo de sistemas 348 Puesto: Gerencia de desarrollo de sistemas, 348. Pues-to: Coordinador de sistemas, 350. Puesto: Líder de proyectos, 351. Puesto: Analista-programador, 352. Puesto: Mesa de control y resguardo de documenta-ción, 353. Apéndice B. Gerencia de consultoría técnica a usuarios 355 Puesto: Gerencia de consultoría técnica a usuarios, 355.
  • 20. Puesto: Consultor de métodos y procedimientos, 357. Puesto: Consultor técnico, 358. Apéndice C. Gerencia de servicios de cómputo 360 Puesto: Gerencia de servicios de cómputo, 360. Puesto: Je-fe del centro de procesamiento de datos, 362. Puesto: Supervisor de turno de operación, 363. Puesto: Opera-dor de la red de teleproceso, 364. Puesto: Operador de computadora, 365. Puesto: Ingeniería y seguridad de ins-talaciones de equipo, 365. Puesto: Auxiliar de instala-ciones, 367. Puesto: Jefe de operación de sistemas, 367. Puesto: Supervisor de captura de datos, 368. Puesto: Capturista de datos, 369. Puesto: Supervisor de control de procesos, 370. Puesto: Operador de sistemas, 371. Puesto: Supervisor de la mesa de control, 371. Puesto: Control de calidad de resultados, 372. Puesto: Prepara-ción y distribución de resultados, 373. Puesto: Jefe de soporte técnico, 374. Puesto: Programador de sistemas para el soporte técnico e instalación de software en línea, 375. Puesto: Programador de sistemas para el soporte técnico e instalación de software local, 376. Puesto: Programador de sistemas para el soporte e instalación de software de bases de datos, 377. Apéndice D. Gerencia de desarrollo técnico 380 Puesto: Gerencia de desarrollo técnico, 380. Puesto: Administración y seguridad de archivos y bases de datos, 381. Puesto: Desarrollo de métodos de trabajo, auditoría técnica y seguimiento de fallas y problemas, 383. Puesto: Evaluación de hardware y software, y medición de niveles de servicio, 384. Puesto: Planeación y control de capacitación técnica, 385. Índice analítico
  • 21.
  • 22. SIETE DE LOS CIENTOS DE ORIFICIOS QUE AFI DESCUBRIÓ 1. AFI demuestra que dentro de nuestro deterioro informático, a lo que nos hemos dedicado es a administrar la crisis de la informática en vez de administrar la función informática. A distancia se ve que esto fue lo que obligó a hacer un seguimiento por excepción en vez de un seguimiento como función, y en consecuencia a no aplicar el modelo de aprendizaje, ya que no es posible establecer este modelo dentro de un contexto de seguimiento por excepción. 2. En nuestra prisa por implantar la tecnología de la informática, y con nuestro profundo desconocimiento de 10 que ello implicaba, creí-mos que sería fácil y rápido hacerlo, pero. . . uEl ambicioso sube por las escaleras altas y peligrosas y nunca se preocupa de cómo va a bajar" (Thomas Adams) . 3. Los informáticos hemos sido dueños de una razón equivocada. 4. Actualmente se advierte ya que los informáticos han considerado a AFI de distintas maneras: unos la ven como aIgo vago y quizá trivial; pero otros la aceptan ya como nuestra realidad. Esto hasta cierto punto es Iógico, pues el factor AFI hace un descubrimiento atrevido e hiriente que lastima las Fibras sensibles de nuestra vanidad sobre algo que aún nos resistimos a aceptar: nuestra impotencia para aprovechar la tecno-logía de la informática sin el atroz despilfarro, pero AFI está logrando despojar de esta máscara a aquellos vanidosos que han terminado por reconocer que nunca fueron dueños de la magia que por muchos años dijeron poseer, y por eso nunca fueron actores de su propia historia, sino más bien resignados espectadores de algo que no comprendían a ciencia cierta: la informática; y en tan deteriorado ambiente, han terminado por captar una triste realidad de la que sí fueron protagonistas, porque al no haber actuado a tiempo, terminaron escribiendo el libreto de una arquitectura suya: el desastre. 5. La informática en México ha sido invadida por la improvisación desmesurada, por eso jamás ha mostrado su verdadera identidad. 6. AFI se propone rescatar la personalidad extraviada del mformático, de entre los escombros del "despilfarro informático". 7. Dentro del terreno de AFI me propuse hablar de la excelencia, sin darme cuenta de que ésta no puede existir. Al respecto terminé por descubrir un enfoque que hice mío, y ahora lo ofrezco así: El siguiente es un mensaje oculto, a disposición sólo de aquel que logre arrancarle su particular significado: jamás he deseado alcanzar la excelencia, pero sí sus consecuencias.
  • 23. En 1980, como resultado de sencillas charlas de café, en las que nos reuníamos varios compañeros del ambiente informático, analizamos en un breve resumen en tomo a qué habían girado nuestras múltiples pláticas; y algo que de momento nos causó impacto he que, sin excepción, siempre habíamos comentado sobre problemas que suce-dían en nuestros distintos centros de trabajo. La conclusión inmediata he: todas las áreas de informática tienen problemas de operación. Esto nos inquietó y casi al mismo tiempo nos preguntamos: jcuáles son las razones¿; jqué es lo que pasa¿; $hay manera de eliminarlos o por lo menos abreviarlosl. Coincidimos en que teníamos que hacer algo al respecto, que la mayoría de nosotros podríamos aportar nuestra expe-riencia y, con un poco de suerte y mucha dedicación quizá encontraría-mos la luz que permitiera detectar las razones de este mal y en la medida de nuestra investigación podríamos detectar soluciones realis-tas y dignas de ponerse en práctica. Sin embargo, volvimos a coincidir en una pregunta: jpor dónde empezar¿ En esta ocasión nos retiramos llevando como tarea que en la siguiente reunión haríamos sugerencias de cómo comenzar con una investigación que nos llevara a lo que en ese momento denominamos "detectar los verdaderos problemas de nuestro ámbito informático y exponer posibilidades de solución". En la siguiente reunión, tal como lo acordamos, pusimos en tela de juicio nuestras sugerencias personales y, una vez analizadas, decidimos empezar por hacer encuestas en diversas instalaciones, grandes y pe-queñas, que previamente seleccionaríamos. Así lo hicimos y como primer resultado tangible, reuniendo las conclusiones de las encuestas, escribí un artículo que apareció en la revista Infomática bajo el título de "Los verdaderos problemas de nuestro ámbito computacional", el cual expongo textualmente a continuación:
  • 24. En la mayoría de las instalaciones de procesamiento de datos existen grupos de técnicos altamente calificados a quienes por lo general se denomina "soporte a la producción". La función básica de estos grupos es fungir como "bomberos" para los casos en que fallan los procesos en producción. De una manera casi heroica y contra el tiempo, ellos tienen la responsabilidad de corregir esas fallas, ya sea reprocesando según entien-den el proceso o, peor aún, haciendo reparaciones improvisadas y sin control, que poco a poco deforman la estructura original de los sistemas; y si agregamos que dichas reparaciones, por la premura con que se hacen, generalmente no se documentan, entonces la documentación original, en caso de que exista, va perdiendo su relación con el sistema correspondien-te. Así, reparación tras reparación, empeora la situación hasta el grado de hacer casi imposible la comprensión de cualquier sistema en su concepto integral; por tanto, los sistemas afectados de tal manera se convierten en "bombas de tiempo", poniendo en peligro la estabilidad de la operación de la empresa. Como es de suponer, las personas que participaron en la afectación de tales sistemas empiezan a ser indispensables, porque sólo ellos saben en dónde hicieron ajustes. Entonces, el famoso grupo de "soporte a la produc-ción" adquiere sentido, pues existe un pretexto real que justifica su existen-cia, a pesar de que esto desquicia el buen funcionamiento de la organiza-ción, porque a partir de ahí el procesamiento de datos continuo depende en gran medida de unas cuantas personas y, peor aún, nadie puede garantizar si la siguiente falla podrá ser resuelta. La consecuencia será que el servicio de la empresa en todo momento resultará "inestableJ7. ?Por qué "fallan" los procesos en producción< ?NO se supone que se tuvo el tiempo suficiente para analizar y diseñar de manera minuciosa los sistemas< ?NO se probaron en forma exhaustiva programa tras programa hasta determinar que cubrían todas las condiciones establecidas en el diseño< ?NO se revisaron y analizaron meticulosamente los resultados de las pruebas de cada programa, así como su funcionalidad dentro del sistema integral, y se demostró con un plan de ejecución que era un sistema confiable para liberarse a producción< Entonces, ?qué pasa< Las experien-cias han demostrado durante mucho tiempo, aquí y en otros países, que los sistemas que se desarrollan en rigurosa forma, regidos por metodologías que eslabonan con firmeza fase tras fase, difícilmente fallan, y que cuando esto sucede es por excepciones que de ninguna manera justifican la asignación permanente de un grupo de técnicos altamente calificados, y menos aún cuando su trabajo consiste en deformar los sistemas originales. Los cambios necesarios a los sistemas y las excepciones de falla deben tratarse bajo estricto control por personas que conocen los detalles del sistema. Jamás se debe olvidar que tales correcciones afectan necesariamente a la documentación, lo cual hace que los sistemas sean operados y manteni-dos en lo futuro por personas ajenas a su diseño y funcionalidad. Pues lo importante no es corregir las fallas, sino determinar de rigurosa manera la causa y prever que esto no vuelva a suceder. Sin embargo, ello implica por fuerza actividades serias y profesionales.
  • 25. Lo anterior demuestra que todavía no hemos madurado lo suficiente dentro de esta disciplina y que no seguimos linearnientos de trabajo seguros, aunque éstos existan. Olvidamos con frecuencia que la compu-tadora no tolera errores humanos y que éstos son muy costosos tanto en tiempo como en dinero; además, desprestigian Ia labor del área de informá-tica ante sus propios usuarios, fomentando constantes fricciones entre ambos. No hay que olvidar que un usuario puede ser un cliente que acude a un banco a cobrar tm cheque o a pagar la prestacidn de algún servicio. Lo anterior es sólo uno de los males que, como enfermedades mortales, van minando la única y verdadera razón de las áreas de informática: producir información veraz y oportuna, sin lo cual no se justifican su costo ni su existencia. Sería inútil insistir en que la tecnología nos lleva la delantera y que no estamos preparados para obtener el máximo provecho de sus virtudes. Es común leer y escuchar que no hay gente en el mercado lo suficientemente experimentada y capacitada como para ocupar puestos técnico-adrninistra-tivos importantes en este campo; y día con día podemos comprobarlo mediante los múltiples anuncios que solicitan técnicos de alto nivel, que ofrecen sueldos altísimos y, aunque sabemos que esto propicia el pirateo, la rotación de personal, la inflación de sueldos, el descontento de los técnicos internos, etc., lo seguimos haciendo sin reconocer que eso no solucionará nuestros problemas, pues la deficiencia en el servicio sigue existiendo, aun cuando hay gente altamente experimentada. Para tener bases firmes acudimos a varias instalaciones, tanto grandes como medianas y pequefías, e hicimos encuestas sobre cuáles, a juicio de los informáticos, eran las razones básicas que entorpecían la función efectiva de su actividad. Hay que destacar que en todas las instalaciones que visitamos, de una o de otra manera, había serios problemas, así como situaciones de presión que, según los entrevistados, con frecuencia los ponían al borde de la crisis. Como resultado de tales entrevistas, encontra-mos las siguientes apreciaciones: 1. La mayoría de los jefes se comprometen a entregar resultados en tiempos récord, sin tomar en cuenta a quienes realmente hacen el trabajo. 2. Si no son 10s jefes quienes se comprometen, por lo general tienen que aceptar los tiempos marcados por los directivos, pues aquéllos son impuestos, sin considerar el grado de dificultad de los trabajos, ni los recursos con que se cuenta. 3. En gran cantidad de instalaciones los informáticos aprenden sobre la marcha, de una manera por completo empírica y sin planes de capacitación previamente definidos. 4. Todo el tiempo se encuentran saturados de trabajo por falta de planeación efectiva, razón por la cual dificilmente realizan labor de in-vestigación, necesaria para la mejor explotación de los recursos de . cómputo. 5. Con frecuencia, los usuarios se sienten insatisfechos por la falta de un nivel de servicio acorde con sus verdaderas necesidades de infor-
  • 26. mación, y en ocasiones están en completa discordia con el área de informática. 6. No hay metodologías de trabajo, y donde llegan a existir, difícil-mente son respetadas. 7. Los sueldos son muy desiguales, tanto en la propia instalación como de una a otra, lo que provoca bastantes insatisfacciones personales y, obviamente, el pirateo. Como se puede apreciar, la problemática real está a la vista de todos y no en los recursos de cómputo como se pretende hacer creer. Más bien creemos que la raíz de todos estos desajustes es la falta de coordinación, motivación y disciplina, factores indispensables en el ámbito informático. El resultado de nuestras encuestas queda sintetizado así. Sin embar-go, no quisimos conformarnos con exponerlo y criticarlo, porque ésta es tarea sencilla, sino que conjuntamos más idomiación e hicimos un análisis más severo, cuyo producto final ponemos a consideración del lector a través de este libro. Cabe aclarar que el contenido de la presente obra no sólo se limita a mencionar la problemática del medio, sino que en cada tema sugiere estrategias de solución plenamente probadas en la práctica. Sin embar-go, no se piense que tales sugerencias son mágicas ni predican cambios automáticos e instantáneos para aquellos que previa evaluación decidan adoptarlas. Más bien, lo que se visualiza es un conjunto de actividades que pueden ser implantadas de manera paulatina y ordenada. De la misma forma, son factibles de acoplarse a las necesidades individuales de cada instalación.
  • 27. El falctor AFI Problema El área de informática, con su estructura tradicional centralizada, ya no responde a las necesidades de las organizaciones tremendamente cambiantes de la actualidad. A partir de 1992, cuando elegí el calificativo de factor AFI para iden-tificar el factor administrativo de la función informática, muchos cole-gas me preguntaban insistentemente su significado, lo cual siempre me ponía en aprietos, porque si bien yo sabía perfectamente a qué me refería, no podía expresarlo mediante una simple definición. Esto hacía que me tomaran como arrogante, porque imaginaban que no quería decírselo, y yo, para salir de la emboscada, les formulaba la siguiente pregunta: "jSabes tú lo que representa el tiempo para tic", a lo cual sin la menor duda siempre me respondían que sí. Ahora, jme podrías definir concretamente lo que es el tiempo<, e invariablemente me daban largas explicaciones sin siquiera lograr definirlo. En aquel momento, les respondía que así me encontraba para definir en concreto 10 que era AFI. En este libro me propongo describir lo mejor posible este factor y, probablemente, a encontrarle una definición certera. En 1988, en la ciudad de Monterrey, tuve la oportunidad de impartir un seminario, en el cual por primera vez, ante reconocidos especialistas en informática y directivos de los centros de cómputo más importantes del país, hablé sobre los resultados más recientes que arrojaban ya mis
  • 28. CAP. 1. EL FACTOR AFI investigaciones sobre lo que denominaba "el gran deterioro informático". El propósito de esa plática era demostrar que el control del área de informática se nos estaba escapando de las manos; quise alertar a mis colegas de que los problemas a los que nos enhentábamos a diario ya estaban desbordando nuestra capacidad técnica, y que las consecuen-cias estaban tomando niveles de deterioro informático peligrosos, espec-tacularmente costosos para las empresas en donde trabajábamos. Y elegí ese tema porque, por experiencia, sabía lo que estaba suce-diendo en ese ámbito y quería exponerlo para que mis colegas estuvie-ran alertas y prestos a actuar oportunamente. Aun así, esperaba que lo que les iba a exponer, ellos lo tomaran como algo ya conocido y trivial, pero digno de analizarse con seriedad. Mientras proyectaba una a una las láminas de mi exposición, me di cuenta de que a cada momento la expectación iba en aumento. Otro detalle que no esperaba era que el salón resultaba insuficiente porque seguían llegando más personas, reflejando en su rostro una especie de angustia por lo que quizá ya se habían perdido. Terminada la exposi-ción, una gran mayoría de los asistentes se me acercó para solicitarme una copia de las láminas, porque querían mostrarlas a sus compañeros dentro de su propia empresa. Otros más me invitaron a que los visitara en sus instalaciones con el fin de organizar una exposición particular. También hubo quien me pidió que aceptara una invitación a comer en privado, de modo que pudiera contestarles muchas preguntas que les empezaban a inquietar y sentían que las respuestas se vislumbraban en mi temática. No habían pasado dos semanas de aquel evento, cuando me llega-ron invitaciones de varias universidades del país para exponer el mismo tema. Confieso que de momento no esperaba aquella embestida ni podía pensar con claridad en lo que estaba pasando. Muy pronto lo compren-dería: mi libro Administración de centros de cómputo (primera edición de este libro), ya se había difundido sin que yo me enterara oportuna-mente, y en él se exponía mi teoría de que "el área de informática no está administrada ni lo ha estado jamás". Pero. . . ?Cómo podía atreverme a decir semejante cosat ?NO se suponía que ése era precisamente el trabajo de los gerentes y directores de tal áreat Hasta entonces comprendí por qué varios colegas me habían invitado a comer en privado: jeran los directores y gerentes responsables del área de informática de algunas instituciones! En algu-nas pláticas posteriores que tuve con varios de ellos, por cierto muy interesantes para fines de mis investigaciones, supe de primera mano lo que principalmente les había inquietado de mi exposición: lo que yo decía reflejaba una verdad absoluta, y ellos como responsables del entorno informático de sus instalaciones, no querían verse sorprendidos
  • 29. EL FACTOR AFI 27 por sus superiores sin antes haber tomado cartas en el asunto, pues en ese momento mi libro ya estaba en circulación. Para el caso de las universidades que se interesaron en invitarme, la razón era que en mi libro yo invitaba a los idormáticos y administrado-res recién egresados a que visualizaran un horizonte de aplicación mucho más amplio que el de ser simplemente analistas, programadores o asistentes técnicos. Les decía que las cosas no estaban bien, que se estaba deteriorando dramáticamente el ambiente informático. En el libro les demostraba que el fenómeno que denominé "despilfarro compu-tacional" era un absurdo, de costo tan elevado que ellos (los recién egresados) no debían permitir. Además, por primera vez, se escuchó el nombre de una nueva carrera: "Administradores de centros de cómpu-to" (con ese titulo yo no me quería referir al centro de cómputo como tal, sino al área de informática), y la urgencia de su creación era evi-dente, según yo lo proponía y lo demostraba. Ha pasado ya más de una década desde aquellos sucesos, y el panorama ha cambiado. Sí que ha cambiado: jestamos empeorando! Mi teoría de que "el área de informática no está administrada ni lo ha estado jamás" ha quedado demostrada. Pero eso que no logramos identificar durante más de tres décadas, probablemente con esherzo perseverante y con la formación de los profesionales especializados en ello hubiéramos logrado subsanarlo; pero. . . jvolvimos a dormirnos en nuestros laureles! No hicimos nada al respecto. Seguimos ocultando y disfrazando una realidad. De pronto surge el TLC y se aprueba. Se inicia la apertura comercial y las empresas del país forman alianzas para competir, y se preparan los planes de modernización. Por todos lados se anuncia que la automatización de los procesos será indispensable; es más, se ve a la informática como una estrategia de competencia. Se habla con insistencia sobre la puesta en marcha de la reingeniería de los sistemas de información. Se invierten fabulosas cantidades de dinero en la instalación de complejas redes de teleproceso para llevar el servicio directamente hasta el usuario final (los clientes). Se lanzan costosas campañas de publicidad en donde se ofrecen servicios rápidos y preci-sos apoyados por modernas computadoras. Pero ... jse podrá apoyar firmemente la modernización de las empresas con la estructura y funcionamiento tradicional del área de informática¿ Yo afirmo que no. Pero no se piense nuevamente, como hace 10 años se dijo, que estoy aventurando tal afirmación. No; esto lo sabe la gran mayoría de los informáticos. El resultado de estas últimas investigaciones está susten-tado por cientos de colegas preocupados, al igual que yo, por los enormes proyectos que vamos a enfrentar prácticamente sin armas. Diría yo: "No es posible que sabiendo de las atrocidades que cometimos en el pasado, volvamos a empezar un nuevo ciclo caminando por el mismo sendero." Pero lo que más me aterra, en forma particular, es que
  • 30. CAF! 1. EL FACTOR AFI si no logramos tener control sobre la administración del área de infor-mática, ahora jcómo vamos a enfrentar mi nueva teoría sobre la "administración de la función informática" (el factor AFI), la cual tie-ne como requisito indispensable la descentralización del área de infor-mática t Pero casi estoy seguro de que aun a sabiendas de la importancia del factor AFI, muchos de mis colegas serán reacios a aceptar no digamos su validez, sino su puesta en marcha, y por desgracia para el medio informática, no veo otra forma de que las cosas sucedan sino haciéndo-las; por eso quiero aprovechar este capítulo inicial para invitar al lector, principalmente si es estudiante de administración, que, a contracorrien-te, se una a la lucha de aquellos que lo queremos hacer. Para tratar de familiarizamos con AFI, y probablemente para tratar de encontrar una definición, quisiera que analicemos el siguiente cami-no de preguntas, y seguro estoy de que algo importante sucederá desde ahora. 1. jSe encuentra administrada el área de informática< 2. Si la respuesta es no, ir al punto 5; en caso contrario, ir al punto 3. 3. ?Quién administra el área de informática¿ Ir al punto 4. 4. Si el área de informática está en verdad administrada, entonces jpor qué existe y ha existido tanto "despilfarro computacional" y se siguen cometiendo a diario errores tan graves y costosos< Ir al punto 5. 5. jEl despilfarro y los errores mencionados son "males necesariosn< Ir al punto 6. 6. Si la respuesta es S& ir al punto 12; en caso contrario, ir al punto 7. 7. jEl personal técnico, de supervisión y directivo del área de informá-tica está consciente del despilfarro y el elevado costo de los errores que se siguen cometiendo< Ir al punto 8. 8. Si la respuesta es sí, ir al punto 9; en caso contrario, ir al punto 10. 9. Si dicho despilfarro y la magnitud de los errores son de todos conocidos, entonces jpor qué no se le ha dado solución a algo tan dañino y costoso para las propias empresas, y por qué se ha convivido con ellos por siempre y se sigue haciendo< Ir al punto 10. 10. jSe podría decir que esa situaciónla hemos adoptado los informáticos como nuestro método de trabajo y que al mismo tiempo lo hemos inculcado en las nuevas generaciones< Ir al punto 11. 11. Si la respuesta es no, ir al punto 13; en caso contrario, ir al punto 12. 12. Se sabe que en la actualidad la informática es usada ya por muchas empresas como una estrategia de competencia; entonces, con los
  • 31. EL FACTOR AFI 29 antecedentes anteriores, jel área de informática tendrá la madurez necesaria para apoyar sólidamente y de manera oportuna los planes de modernización de las empresas¿ Ir al punto 14. 13. Si el área de informática realmente está administrada, jcómo explí-car semejante deterioro en ella< Ir a1 punto 14. 14. ?Será que la dinámica organizacional y la complejidad que han alcanzado los mecanismos administrativos y de control de las empresas rebasaron ya la capacidad de respuesta del área de informática¿ Ir al punto 15. 15. Si la respuesta es si; ir al punto 18; en caso contrario, ir al punto 16. 16. jSe cree que la estructura actual del área de informática es todavía funcional< 17. Si la respuesta es si; ir al punto 19; en caso contrario, ir al punto 18. 18. jLa reingeniería de los sistemas y la nueva tecnología de software, hardware y telecomunicaciones están marcando una nueva era de la informática y ello será la solución para erradicar los vicios y las fallas mencionados¿ Ir al punto 19. 19. jSe cuenta con la capacidad técnica y los estrategas informáticos para implantar una solución definitiva y sostenida¿ Ir al punto 20. 20. ?Quién sabe a ciencia cierta dentro del área de idormática cómo se debe realizar lo que se podría calificar como la modernización informática de las empresas6 Ir al punto 21. 21. ?Quién asegura que no repetiremos los mismos errores del pasado< La historia informática nos obliga seriamente a cuestionarnos lo anterior. Como puede apreciarse, existen muchas incógnitas y, según he investigado, cuanto más busco, más encuentro en el deteriorado ámbito informática; en otras palabras, esto significa que es imperante la nece-sidad de implantar el factor AFI. Antes de entrar de lleno en mi propuesta, quisiera intercalar una pizca de ironía para lograr algo de relajamiento y hacer más llevadero el tema. Iniciemos por el comienzo. Pero jqué no se empiezan así las cosasC Esta pregunta es la misma que les hago a los asistentes a mis seminarios; por supuesto que es intencional, y de verdad, ya no me sorprenden algunas respuestas. Una muy significativa que recuerdo fue: "No, no siempre se empieza por el comienzo, pues si así fuera, jcómo explicar que un programador inicie la elaboración de un programa sin haber comprendido siquiera lo que pretende hacer<" Entonces pregun-té: "?Así inician en tu instalación la elaboración de los programas¿" El estruendo de carcajadas se desencadenó en el resto del grupo, y todos coincidieron en que lo mismo sucedía en sus instalaciones. Lo más gracioso y a la vez dramático es que casi es un hecho que en cada uno de mis seminarios, llega un momento en que empieza una competencia para decir en dónde se hacen las peores cosas. Aunque hace algunos
  • 32. 30 CAP. 1. EL FACTOR AFI años no podía menos que asombrarme por lo que escuchaba, ahora ya no me causa efecto, jsé que es una realidad! Pero ... jtambién lo saben mis colegas! Esto está sucediendo como algo rutinario en nuestro ámbito informático en los albores del siglo m. Para iniciar por el principio, creo pertinente dar algunos datos históricos para irnos ubicando en el tiempo, y de esta manera informar al lector, sobre todo si es recién egresado, de la forma tan "ciega" como adoptamos esta tecnología; así podremos comprender la magnitud de lo que hemos hecho con ella, o mejor sea dicho, de cómo la hemos despilfarrado. EL DESENLACE INFOIW~TICO EN MÉXICO (CÓMO NOS FUIMOS VICIANDO) Quisiera demostrar que el desenlace informático en México fue sin la debida atención, es decir, está definido por la tremenda ligereza con que se construyó, la absoluta improvisación a que nos sujetamos, el camino a ciegas que recorrimos, el poco interés de las autoridades académicas, la ambición de aquellos que algo conocían sobre computadoras y su temor de que fueran bajados de su pedestal si se descubría lo poquísimo que sabían al respecto, el abandono en que se dejó esta tecnología y el poco caso que se le hizo a los técnicos que deseaban establecer bases firmes para crecer y, en suma, el desconocimiento general sobre las bondades de esta tecnología que propició el poco interés que en ella se tuvo. Ahora se puede ver con claridad que en esa época la tecnología nos superaba; o mejor dicho; por nuestro profundo desconocimiento no fuimos capaces de recibir esta tecnología y explotar metódicamente sus beneficios. Por eso es que no crecimos tecnológicamente en este senti-do. Aún más, con el paso de los años nos quedamos tan estancados que actualmente persisten vicios y formas de trabajar de aquella época. Yo viví este desarrollo en México, y por eso puedo explicar con detalle lo que sucedió, pues permítaseme decir que sufrí las consecuen-cias de la poca importancia que se daba a los informáticos de los años sesenta. Yo pertenezco a la primera generación de profesionales en compu-tación que egresó del IPN en 1967, única carrera en computación en aquel entonces reconocida oficialmente en toda Latinoamérica. Puedo decir que cuando egresé sólo había visto dos veces una computadora, en la cual los que estábamos a punto de egresar, tratamos de correr un sencillísimo programa de COBOL, que por supuesto nunca funcionó porque ni siquiera habíamos comprendido lo que intentábamos hacer. Nos recibimos como buenamente pudimos, pero 2de qué<, no lo sabía-mos la gran mayoría. Por supuesto que cuando salimos a buscar trabajo, prácticamente se reían de nosotros, pues nos ponían cada examen que
  • 33. incluso resultaría difícil para los profesionales de la actualidad. Además nos exigían experiencia. Pero jcómo tenerla, si como dije antes, sólo vi dos veces una computadora, y eso a través de un grueso cristal! Fi-nalmente, después de año y medio de andar buscando trabajo (para entonces de lo poco que yo intuía que sabía sobre computadoras, ya no quedaba ni el recuerdo), ingresé junto con otros cuatro compañeros de la escuela a una entidad del gobierno, donde después de seis largos meses de capacitación (sin goce de sueldo) fui contratado como auxiliar de operador. Pasado el tiempo, ya con experiencia suficiente, fui invita-do a colaborar dentro de una institución bancaria, en uno de los proyectos más grandes que se hayan emprendido en materia de cómpu-to en el país. Era el año de 1976 cuando llegó a mis manos un documento que de inmediato me interesó porque reflejaba perfectamente el panorama en el cual fue estructurándose nuestro ámbito informático, Dicho docu-mento me fue entregado por unos técnicos del banco para el cual yo trabajaba, quienes ya tenían varios años en esa instalación, por lo que es-timo que tal documento fue escrito alrededor de 1975. A pesar de que han transcurrido más de 25 años, ahora podemos darnos cuenta de las bases a partir de las cuales nos Fuimos formando en este medio. Pero lo más frustrante es que actualmente seguimos conservando muchas de las prácticas y vicios que menciona dicho documento. A continuación lo resumo y lo comento en forma simultánea, con el fin de que se conozca lo que acontecía en aquellos años, para entender mejor el porqué de nuestro estancamiento, y para que valoremos con honestidad cuánta similitud existe entre los problemas de aquella época y los problemas actuales, y así nos demos cuenta de lo arraigado que quedaron los vicios que ahí se mencionan. Por tanto, el contenido de este documento debe-ría considerarse como una evidencia histórica del dramático surgimien-to de nuestra "cultura informática". Para ubicamos en el tiempo, en el relato debe tomarse como base el inicio de los años sesenta, excepto en caso de que se mencionen otras fechas. El contenido es el siguiente: El desarrollo de la informática en México ha sido y es anárquico. No se considera esta actividad como una profesión. No existe ninguna carrera uni-versitaria en informática. ' México entró en la época de la computación electrónica en el momento en que Estados Unidos y otros países desarrollados encontraron la forma fácil de hacer negocio dentro del entorno del procesamiento electrónico de datos en los países tecnológicamente atrasados. Una vez más se repitió el proceso de transferencia atrabancada de una nueva tecnología, cosa típica en los países latinoamericanos. Se obtuvo la tecnología de "fiícil" adquisicidn, sin haber sufrido el dolo-roso proceso del desarrollo de ésta, sin personas que estuvieran preparadas
  • 34. 32 I 1 CAF! 1. EL FACTOR AFI l ! palla recibirla, entenderla y explotarla con conocimie hetedamos con plena falta de experiencia; o mejor dicho, zo ni parto; sencillamente Io adopta una verdad, única y absoluta, en el pr portadores de esta tecnología segufan ptos y técnicas más avanzados, tales c multiprogramaci6n, bases de datos, tiempo real, etcétera. Fue evidente en México (posiblemente por la cercanía con Estados Unidos) que los vendedores de computadoras no tenían necesidad de presionar demasiado a sus clientes para venderles estas máquinas, ya que, como estaban de moda, se compraban más que por el convencimiento de la necesidad de su utilización, por la novedad, como si fueran automóviles último modelo. Se adquirían por cuestiones de prestigio y vanidad, aunque en la mayoría de los casos no se tuviera idea de cómo aprovecharlas. Antes de las computadoras, los primeros artefactos que llegaron a1 país (inicios de los años cincuenta) fueron las máquinas de registro directo con tarjetas perforadas (llamadas así porque se programaban conectando cables directamente en un tablero) para programar, las cuales no requerían perso-nal con preparación universitaria. Tampoco hubo tiempo de prepararlos en estas labores. Fue así como se lanzaron cursos improvisados de cuatro a seis semanas, por medio de los proveedores que tenían la obligación de ofrecer el personal ya capacitado a sus clientes y de algunos particulares sin ninguna obligación, pero con ganas de hacer algo con el fin de formar técnicos calificados, en vez de aquellos charlatanes que ya se empezaban a colocar en las compañías,. para pasar meses enteros sin ofrecer ningún resultado práctico ni de utilidad definida. Estos cursos improvisados fueron el alma rnater de los supuestos especialistas en procesamiento de datos de aquella época. ¡Vaya!, pero 2c6mo íbamos a crecer partiendo de estas basesC Y lo peor es que ellos fue-ron los maestros de los maestros que capacitaron a una generación tras otra. A pesar de estos antecedentes y gracias principalmente a las noches sin dormir, esfuerzo, tenacidad, canas y muchos otros sacrificios, se líegó a manipular medianamente las máquinas de registro directo. Pero la ambi-ción les ganó, ya que unos 200 poseedores de este rudimentario conoci-miento crearon un misterio alrededor del procesamiento de datos, y súbitamente el crecimiento técnico en materia de cómputo de1 país quedo detenido, como si el no comunicar sus raquíticos conocimientos les sirviera de defensa contra los intrusos de otras áreas y de los graduados de las carreras pro£esionales (aun cuando no eran informáticos). Lo anterior sirvió para que los "especialistas" hicieran lo que les vino en gana, creando un tremendo obstáculo para que se capacitara nuevo personal. Y así pasó mucho tiempo. Por fortuna, algunos profesores se dieron cuenta de este peligroso bloqueo, y comenzaron a ingeniárselas para estructurar cursos relámpago que permitieran que de las aulas universitarias comenzara a emerger una
  • 35. nueva generación de técnicos más correctamente preparados, con lo cual poco a poco se empezó a remodelar el sistema de trabajo que habían introducido los primeros "especialistas". Pero el proceso fue lento, y requirió varios años más. Dentro de este contexto, el desarrollo de la informática siguió su ritmo y siguieron vendiéndose más equipos (note el lector la tremenda improvi-sación con que fueron preparados nuestros primeros maestros e imagine la calidad que podían tener los resultados obtenidos en aquellos equipos). Por regla general, los nuevos usuarios entraban en la etapa de la automatización por los siguientes motivos: por la presión de la competen-cia; por la insistencia, mentiras e hipnotismo de los vendedores o por la recomendación directa de las casas matrices. Por supuesto que dichos usuarios fueron integrados casi siempre sin ninguna preparación previa a este importante paso. Para vender las primeras computadoras, el vendedor conseguía con el anzuelo de un atractivo sueldo a algún individuo medianamente experi-mentado en el asunto de estructurar y echar a andar un nuevo centro de cómputo, y lo colocaba como gerente al mando de dicho centro. De inmediato éste se "pirateaba" a sus antiguos colaboradores, o en su defecto lanzaba un anuncio en el periódico, con lo cual empezaba a funcionar el mecanismo de la rotación de personal que tanto perjudica, y que con base en las leyes del mercado libre del siglo pasado, trae como consecuencia la inflación de sueldos, el "bloferismo", las barreras para la formación adecuada de nuevos técnicos, los fracasos, los resentimientos e inconformidad de los técnicos propios de la instalación, los graves retrasos en la realización de muchos proyectos, y en general el desprestigio de la profesión. A los informáticos de las décadas de los años cincuenta y sesenta se les tenía en un concepto de "genios". Para inicios de los años setenta, su popularidad había decrecido tanto que simplemente se les llamaba "elec-trónicos", y no pocas personas 10s comparaban con los radiotécnicos. En ese entonces se percibía que el principal deterioro durante el desarrollo informático de México se debía a la ausencia completa de los parámetros y criterios adecuados para la calificación del personal de informática. Ni siquiera se podía saber con acierto qué personal era bueno o malo. Las bases en las que se fundaba la llamada evaluación de técnicos eran la promoción propia de los técnicos, el "bloferismo", el "amiguismo", el solo hecho de haber trabajado en un centro de cómputo con equipos de gran tamaño. Por otro lado, como contrapeso de esta promoción activa y dinámica, funcionaba el "sistema de devaluación": rumores, chismes, co-mentarios hirientes, envidias. Ni una sola persona del medio podía escapar del popular calificativo de "tonto". Como se puede observar, ya que e1 sistema de evaluación de técnicos se basó en tales parámetros ("amiguismo", "padrinos", "bloferismo", etc.) y se vivió con él durante décadas, lo que nos dejó, entre otras malas cosas, fue un fuerte atraso en el proceso de preparación del personal informático. A
  • 36. 34 CAF! 1. EL FACTOR AFI inicios de los años setenta, en Estados Unidos se duplicó el personal de informática. En Japón se quintuplicó. En México sólo existió un aumento de 60 %, el cual no fue suficiente para alcanzar el ritmo de crecimiento del número de instalaciones. Esto significó que el número de técnicos por instalación decreció. Además, como en ese entonces la tendencia era aumentar el tamaño y la capacidad de las computadoras, pero no se aumentó el número de técnicos por instalación, no se tuvo la capacidad para absorber nuevos conceptos, aplicaciones, sistemas avanzados ni nue-vos lenguajes de programación, y por tanto nos volvimos a estancar por más años. La situación se tomó muy grave, al grado de que muchas empresas no pu-dieron conseguir programadores a ningún precio por un lapso de varios años. De pronto se comenzó a hablar mucho sobre los temas de teleproceso y trasmisión de datos (1973), y sin embargo no se contaba con ningún profesional especializado en esta rama, por lo que se tuvo que improvisar a algunos aficionados y técnicos de otras especialidades de las comunica-ciones: Lo mismo sucedió en las especialidades de diseño de bases de da-tos, administración de datos, sistemas operativos, programación modular, etcétera. Durante aquellos años era común que a un magnífico programador que sabía COBOL de memoria, lo pusieran a diseñar un sistema de consulta por medio de bases de datos, tan sólo porque se le daba el nombramiento de analista de sistemas y se le duplicaba el sueldo; también se solía asignar a un individuo sin más conocimiento que Ias instrucciones de RPG, para rediseñar los procedimientos administrativos en el nivel de empresa o de institución, con el fin de automatizarlos. Es obvio que para efectuar con soltura cualquier actividad humana, se requiere educación, preparación, especialización y experiencia, además de vocación y devoción. En el medio informático, por mucho tiempo se ha violado esta regla, no obstante que las actividades de operación, programa-ción y análisis y diseño de sistemas requieren una preparación y especiali-zación laboriosas, que no se adquieren fácil ni rápidamente, además de que no cualquiera puede ser candidato aspirante a esos puestos. Para ser operador o programador se debe ser una persona metódica, cuidadosa, detallista y con inclinación hacia las matemáticas. Se requiere no sólo dominar el lenguaje de programación que se utilice, sino también ser prohndo conocedor de las características técnicas de la computadora con que se cuente. Por otro lado, para ser analista de sistemas se debe tener una visión muy amplia del entomo administrativo de la empresa y dominar con gran amplitud los conceptos sobre sistemas de información automati-zados. Pese a los requisitos de especialización anteriores, si el informático de aquella época quería progresar, tenía que cambiar constantemente de actividad, aunque alguna la tuviera que dejar a medias: de operador a programador; de programador a analista; de analista a jefe de un centro de cómputo. Y como se puede apreciar, muchas veces un buen operador se convertía en un pésimo programador, y un magnífico analista se convertía en un jefe mediocre.
  • 37. Por lo anterior, el límite de crecimiento del informático dentro de la organización se daba dentro del marco del área de informática. O mejor di-cho, prácticamente no había crecimiento, ya que eran áreas que no pasaban de 15 o 20 personas y sólo un jefe. En otras palabras, ahí terminaba la carrera del informático. Para aspirar a otros niveles administrativos de más jerarquía tenía que plantearse como objetivo salir del área de informática. ¡Qué desperdicio!: cuando finalmente se lograban años de especia-lización, cuando se contaba con las raras características académicas que se requerían y además se tenía la capacidad y paciencia para esperar oportunidades de ascenso, terminaba uno fuera del área que ya domina-ba. Después de esto, no resulta difícil entender la tremenda escasez de personal técnico calificado y diestro en labores de computación que se padecía en aquella época. Para contar con técnicos, éstos tenían que formarse sacando empleados operativos y capacitándolos de manera improvisada con maestros que resultaban ser los novatos técnicos que aún no se habían ido, ya que los más experimentados, o ya habían emigrado a otra instalación por razones de "pirateo", o ya habían salido del área de informática para ocupar puestos de mayor jerarquía que no existían dentro de su entorno informático. Ahora resulta fácil saber por qué nos estancamos por años. Por eso formamos vicios, ya que sin contar con buenas directrices, lo que se improvisaba se tomaba como procedi-miento único y verdadero. Esa fue la razón de nuestro temor a cambiar las tarjetas perforadas por sistemas de consulta mediante pantallas de video. Resultaba curioso (por no decir gracioso) cómo en plena década de los años ochenta muchos de los centros de cómputo más grandes del - país, aun contando con poderosas computadoras, seguían manteniendo sistemas de tarjetas perforadas de los cuales dependían resultados importantes para la institución. Y dichos centros eran considerados nacionalmente como instituciones con tecnología de punta. Por supuesto que tales sistemas de tarjetas perforadas ya habían sido diseñados hacía décadas, cuando aún casi todos los resultados se ob-tenían en reportes impresos; la consecuencia era que a los usuarios se les seguían enviando a diario toneladas de papel (reportes impresos) que jamás tenían tiempo de leer. Había ocasiones en que a un jefe de mediano nivel se le sacaba de su oficina para que ésta pudiera ser utilizada como bodega de reportes impresos obsoletos o que a nadie importaban. La razón era que estos usuarios tenían pena de que se encontraran cerros de papel por todas partes y a diario se acumularan más. Preferían ocultarlo para que no lo vieran personas de otras áreas o visitantes que muchas veces eran clientes de la compañía (hasta hace muy poco esto se seguía viendo). Al inicio de la década de los setenta empezaron a surgir algunos profesionales en informática egresados de algunas universidades y tecnoló-
  • 38. CAE 1. EL FACTOR AFI gicos, y aunque eran sumamente novatos, ahora contaban con un potencial importante, producto de su buena formación académica, por lo que en poco tiempo empezaron a ser pilares de algunas instalaciones. Para entonces em-pezaba a percibirse, al principio dihsamente, pero luego con mucha mayor claridad, la diferencia entre un aficionado y un profesional. Se decía que la diferencia radicaba en que el profesional sabía que contaba con elementos para cumplir compromisos y los cumplía, pues sabía qué recursos iba a utilizar, sabía identificar si contaba con ellos, programaba sus actividades y era capaz de calendarizarlas, estaba preparado para establecer métodos de trabajo y seguirlos, seguía un orden desde el principio y documentaba su trabajo. No así el aficionado, que todo lo hacía de manera suelta y con desorden. Se empezaba a entender que cuando se contrataba a un profesional, no se tenía que estar preocupado por la entrega de resultados, sino que se pagaba por la garantía de su obtención. Era evidente que se estaba en el momento de dejar de ser aficionado para convertirse en profesional. Pero todavía no había madurez y, como quienes sustentaban los puestos más altos en las instalaciones de cómputo eran precisamente los aficionados de la antigüedad, ahora su labor fue bloquear por más años la aceptación formal de los profesionales. ¡Qué desgracia y qué desperdicio de talento! ¡Qué oportunidad de crecer se nos congeló en las manos por más años! Como señal del abatimiento informático, se comenzó a dar un fenó-meno: se empezó a pagar más a los profesionales que a los técnicos improvisados, y no tardaron las envidias y e1 recelo entre unos y otros. Y por supuesto, ante los ojos de los jefes del propio centro de cómputo y de las áreas administrativas, se decía que "los profesionales costaban demasia-do". Pues claro, porque se les estaba desperdiciando, ya que un jefe que había sido uno de los aficionados, con nivel académico medio o bajo, no tenía ni la más remota idea de cómo liderear y administrar las actividades de los profesionales. Por esta razón, y para no sentirse menos, les imponía por fuerza los métodos de trabajo que él conocía; métodos de trabajo viciados y empíricos. Peor aún, ya fuera que existieran esos métodos o no, lo más común eran los "maratones de trabajo" (noches y días enteros sin dormir), con lo que absorbieron a los profesionales y les inculcaron o im-pusieron tales formas de trabajo. Con el tiempo, del profesional metódico y ordenado sólo quedó un "caballito de batalla" incorporado al batallón de los aficionados. En poco tiempo (1970-1975), a los profesionales se les degradó y éstos tuvieron que soportar la discriminación que les hacían los aficionados, quienes de cualquier manera seguían teniendo el conocimiento de los de-talles de los ridículos sistemas que estaban en operación. Pero eran los únicos, así que no había alternativa. Pese a lo anterior, la década de los setenta marcó una nueva etapa en la era de la informática en México. Hubo una explosión en la adquisición de nuevos equipos de cómputo. Las posibilidades de técnicas modernas de comunicación vía telefónica, microondas y satélite hicieron que se inventa-ran nuevas técnicas en el manejo de datos (bases de datos, teleproceso, sistemas operativos, sistemas completos ofrecidos como paquetes de soft-
  • 39. EL DESARROLLO INFORMATICO EN MÉXICO 37 ware, etc.). Estas técnicas hicieron que las posibilidades de servicios en línea (tiempo real) fueran requeridas por grandes instituciones (bancos, dependencias gubernamentales, empresas privadas) como estrategia de competencia para ofrecer un mejor servicio a sus millones de clientes. En consecuencia, surgieron nuevas especialidades de técnicos que obviamente no existían en el mercado (programadores de sistemas, administradores de bases de datos, especialistas en teleproceso, especialistas en seguridad de datos, administradores de la capacitación técnica, auditores de informática, etc.). La demanda de personal técnico y profesional estalló y los sueldos se fueron a las nubes, la "piratería" se desencadenó como nunca. Fue un caos total. Por razones de la escasez de carreras profesionales en uiformática ple-namente estructuradas y confiables (con excepción de las del Tecnológico de Monterrey y el IPN) en la década de los setenta, de una o de otra manera surgían técnicos como por arte de magia. Algunos entraban en el campo después de una carrera técnica, administrativa o de cualquier otro tipo; otros, después de un par de años de carrera profesional; muchos, al salir de preparatoria, y hasta de secundaria; otros, después de algún curso de pro-gramación se lanzaban en busca de las miles de vacantes con sueldos jamás vistos. Considerando que la mayoría de las empresas no admitían programa-dores sin experiencia, muchos de los estudiantes improvisados pasaban seis o siete meses saltando de empresa en empresa hasta que tarde o temprano, por la gran demanda, lograban colocarse como aprendices de operador o algo por el estilo. Así empezó la carrera del técnico en informá-tica. Aígunos, a base de tesón y autodidactos, lograron destacar y llegaron con el tiempo a ocupar puestos de jefes, gerentes y hasta de directores. Muchos, sin embargo, siendo malos técnicos, con el tiempo conocieron los secretos del oficio sólo de palabra, o sea, aprendían la jerga de la compu-tación, y no tardaron mucho en colocarse. En toda aquella revolución, algunos jamás fueron descubiertos como pésimos técnicos. Para aquellos que descubrieron que sus técnicos estaban mal preparados, por lo regular ya era demasiado tarde: éstos estaban ya en la nómina. En estas condiciones, los que elegían el camino del cambio constante de instalación, en poco tiempo ganaban mucho más que aquellos que tomaban el camino del estudio y la especialización dentro de una sola instalación (jen la actualidad, esto le suena familiar al lectort). Sucedía que cuando la misma persona salía de una empresa por un tiempo y después regresaba, duplicaba su sueldo, mientras que gente fiel a su trabajo y responsable de sus obligaciones, recibía después de mucho tiempo sólo 10 5% de aumento. Esta situación levantó un gran revuelo; muchos técnicos se quejaron con los directivos, diciendo que no era sano lo que estaban provocando las empresas con sus anticuadas políticas, y que esto era nefasto en un campo tan dinámico que requería un personal tan especializado. Se pedía a grito abierto que, dadas las condiciones de trabajo (frecuentes "maratones", urgencias continuas, desvelos constantes), debían ser bien remunerados aquellos que verdaderamente sabían y producían buenos resultados.
  • 40. 38 CAF! 1. EL FACTOR AFI Por supuesto que no les hicieron caso, pues siguieron apareciendo en el periódico anuncios solicitando persona1 con dos años de experiencia en máquinas de cuarta generación. Una persona de mediana inteligencia, después de unos cursos de programación y un año de haber estado llenando solicitudes y haciendo inEinidad de exámenes, lograba dominarlos de tal manera que un gerente, al ver los resultados y sostener una breve entrevis-ta, de inmediato lo contrataba. Así, un individuo listo podía muy bien pasar cinco o seis meses "programando", sin que nadie se diera cuenta de que era incapaz. Para entonces, aunque no hubiera dado ningún buen resultado, ya había cobrado varias quincenas. Para el caso de los analistas de este tipo, se prefería mejor no hablar. Así queda sintetizado un documento que apareció hace más de 25 años. En lo particular, me propuse comentar este contenido con varios colegas altamente experimentados con el fin de comparar aquella época con los acontecimientos actuales. La conclusión general he: "En la actua-lidad contamos con equipo tremendamente más poderoso que antes; se han establecido eficientes métodos de trabajo, existen modernos len-guajes de programación, los paquetes de software se han diversificado enormemente, las redes de teleproceso actuales son impresionantes, la información procesada fluye a millones de usuarios en segundos, las microcomputadoras han introducido, aunque superficialmente, una cultura informática en el nivel general. Pero jatención !, en esencia, los problemas que actualmente aquejan al área de informática son los mismos que se mencionan en el documento, sólo que ahora mucho más amplificados ." Tome nota, que esta opinión generalizada concuerda mucho con las bases que en el siguiente capítulo establezco como plataforma para asegurar que la función informática de las empresas nunca ha estado administrada ni lo está en la actualidad. Mis investigaciones me permiten afirmar que la década de los setenta representó para México el punto de partida definitivo para integrarse de lleno al ámbito computacional. Antes de esta década, el desarrollo informático en nuestro país era prácticamente nulo. Muchas empresas, aun teniendo la capacidad económica para adquirir equipo de cómputo, no encontraban la justificación para hacer el gasto (salvo por vanidad o prestigio, como se menciona en el documento expuesto), pese a que sus operaciones administrativas hacían urgente su adquisi-ción. He encontrado que la explicación de esta contradicción ahora resulta hasta cierto punto lógica y natural, pues vea usted: por situacio-nes que no viene al caso comentar, durante años nuestras escuelas, institutos y universidades no prepararon técnicos y profesionales en computación, en otras palabras, no se creó una cultura informática en nuestro país. Por lo mismo, eran pocos los empresarios, directivos y funcionarios que entendían los enormes beneficios que representaba la
  • 41. EL DESARROLLO INFORMÁTICO EN MÉXICO 39 utilización de las computadoras. Pero aun cuando algunos deseaban adquirirlas, el problema verdadero consistía en encontrar los analistas, programadores y operadores que las hicieran Funcionar. Su capacitación sería mucho muy tardada debido a que no existian centros educativos específicos de ti o abierto, pues los pocos que existian eran los propios de los distribui 'f ores de computadoras de esa época, y la gran mayoría no contaba con la infraestructura adecuada para garantizar capacitación de calidad. Lo que se hacía era organizar cursos breves de algunas semanas y se lanzaba al personal a foguearse directamente a la máqui-na. En verdad era poco lo que se aprendía en tales cursos teóricos (al igual que ahora), pues donde realmente se aprendía era en la práctica, donde con frecuencia no se llegaba a aplicar gran cosa de lo que se había recibido durante los cursos. Me tocó ver casos en que algunas personas que habían obtenido calificaciones bajas, en pocos días de práctica superaban fácilmente en conocimientos a algunos con calificaciones sobresalientes. Todos los que de alguna manera participamos en el desarrollo de la informática en México, sabemos que el nacimiento de nuestra cultura in-formática, si es que así se puede llamar, fue tremendamente superficial y desordenada. Fue la manera como empezamos a engendrar infinidad de vicios, los cuales quedaron arraigados de tal manera que la gran mayoría aún persisten. Muchos de los que participaron como instructores en la preparación de los técnicos de Finales de la década de los sesenta e inicios de la de los setenta aprendieron de una manera también superficial, quizá más precaria que nosotros (recuerdo que mi maestro de programación nos enseñó el lenguaje COBOL aprendiendo sobre la marcha. Por cierto, nunca estuve seguro de si él aprendió). Aun con la mejor intención de enseñar, lo mejor que podían generar entre sus alumnos era técnicos improvisados que aprendieron los vicios que ellos habían adquirido, acarreando así infinidad de deficiencias. Véase con detenimiento que desde principios de los años setenta hasta inicios de los años noventa, estamos hablando de un periodo de 20 años, lo cual quiere decir que muchos de los técnicos que participaron como maestros de aquella época aún siguen activos en el medio; es muy probable que durante varios años tanto ellos como los que Fueron sus alumnos hayan ocupado los puestos de mayor jerarquía en el área de informática de las instala-ciones más importantes del país, y es muy prob ble ue aún los ocupen. ?Pero qué importancia puede tener esto< kjb -#- Analicemos lo anterior. Dado que ellos Fueron precisamente 6s aue de alguna manera (por cierto muy meritoria, pero no por eso menos equivocada) Fueron armando la infraestructura informática con que cuen-ta ahora el país, a ellos se les debe reconocer el gran esherzo que tuvieron que hacer para lograr lo mucho que se avanzó durante esos 20 años. Fueron ellos quienes permitieron el gran salto que México dio en
  • 42. 40 CAP 1. EL FACTOR AFI el ámbito informático, llevándolo de un nivel prácticamente nulo en la utilización de equipos de cómputo, hasta hacer que en la actualidad sea una tecnología utilizada hasta en los últimos rincones del país. Pero no todo es halagador. Cierto es que México está actualmente al corriente en el conocimiento de esta tecnología; cierto es que se avanzó tremendamente en sólo dos décadas; pero precisamente por esa marcha forzada que adoptamos, muchas cosas se fueron improvisando en el camino. Muchos vicios y deficiencias se le fueron inculcando a las nuevas generaciones de informáticos. Pero no pudo ser de otra manera, pues aprendimos a usar las computadoras más con tesón, constancia, desvelos, estudio autodidacto, a marchas forzadas, sin estrategias a la altura de esta tecnología, planes improvisados, etc., que con capacita-ción estratégica, tiempo suficiente para hacer bien las cosas, organiza-ción, planeación, administración. Estuvimos solos, trabajando como pudimos, con verdaderos deseos de producir resultados satisfactorios, con muchísimos sacrificios que llegaron al límite de la capacidad física de los participantes. Fue evidente que las urgencias y prisas fueron cotidianas. Este fue nuestro ambiente de trabajo durante semanas, meses, años ... muchos años. Con el desarrollo tremendamente acelerado de esta tecnología que se dio básicamente a partir de la década de los setenta, nuestra consig-na se convirtió en: "Hágase como sea, pero hágase." Jamás se analizaron los costos, los riesgos, y sobre todo el bajo nivel de calidad que se iba consiguiendo en los trabajos terminados. Por ejemplo, al salir al merca-do los equipos de la tercera generación, de pronto apareció la facilidad del acceso remoto a los datos, o sea los sistemas en Iínea, y como se pudo, tuvimos que convertir los sistemas batch en sistemas on he, iy vaya que lo hicimos! En corto tiempo ya contábamos con servicio en Iínea, aunque de momento fuera sumamente deficiente, raquítico en su alcance de servicio, y por supuesto tremendamente improvisado desde el punto de vista aplicativo. No había pasado mucho tiempo cuando de pronto se nos presentó el concepto de bases de datos, y hubo que asimilarlo. Había que rediseñar sistemas completos para ahora aprove-char los beneficios de las bases de datos. $Cómo lo íbamos a lograr$, no lo sabíamos, pero había que hacerlo a como diera lugar. jEl resultadoc: sistemas altamente defectuosos, bases de datos inseguras y mal diseña-das, etc. Pero lo que más nos importaba es que habíamos incorporado estos adelantos. Como se puede observar, "heroicamente" fuimos haciendo cosas muy mal hechas. Ese fue el camino sobre el cual se he creando la idraestructura informática del país. En otras palabras, teníamos que entrar a como diera lugar a la alta tecnología computacionaI. Ya aden-tro, muy probablemente podríamos componer las cosas. Pero la reali-dad es que en vez de eso, nos engañamos y creímos que habíamos
  • 43. construido un camino correcto. Aunque prefiero decir que nos dio pereza tan sólo pensar en todo lo que había que "reparar", y preferimos esperar a que alguien llegara a hacerlo. Pero no sucedió así: la verdad es que arraigamos un modo de trabajar en todo el personal que estaba a nuestro cargo, y se entendió como método. Ellos a su vez lo trasmitie-ron a otros, y así se hizo una cadena a la cual actualmente se le siguen agregando eslabones, etiquetados como "nuestra forma de trabajar", sin entender que con cada nuevo eslabón nos estamos ahorcando más y más. Pero hay razones de fondo que influyeron aún más para que en México quedáramos esclavizados a sistemas dormáticos tan deficien-tes e inseguros, que incluso visto desde la perspectiva actual, pudieran justificar tal proceder, por la sencilla razón de que en aquel momento convenía a las empresas hacerlo así. Aunque no se crea, estas circuns-tancias desembocaron en lo que muchos años después se llegaría a conocer como el fenómeno de Y2K. Consúltese el cap. 3, en donde explico esto detalladamente. Poco se ha hecho para corregir las deficiencias, como se demostrará en los siguientes capítulos. Las cosas, por inercia, nos han seguido manteniendo en un nivel tecnológico pobre, que dista mucho de ser congruente con los requerimientos de las empresas modernas. Es probable que el lector se sienta ya aturdido de tanto "negativismo". Pero deje que le diga que con todo y eso me he quedado corto. Y para que no quede duda, espere un poco más y verá hasta dónde hemos llegado, y peor aún, que seguimos aferrados a caminar en esa dirección. Pues bien, si aún existiera duda de todo lo que se ha dicho hasta aquí, y si en verdad hubiéramos ya madurado con suficiente Eirmeza para emprender un camino más productivo y provechoso en el ámbito informático, jcómo explicar el segundo gran tropiezo que cometimos con la aparición de las microcomputadoras o PC (véase cap. 24) con el que volvimos a tropezar con la misma piedra¿ Es indudable que volvimos a perdernos debido a las prisas y a la improvisación. Por desgracia, se vuelve a comprobar que lo que nos orilló a este nuevo fracaso, o mejor dicho "despilfarro" (ahora se puede ver con mayor claridad el nivel de despilfarro de que somos capaces en este ambiente), fueron los vicios que seguimos arrastrando. Se demuestra con claridad que cometimos muchos de los viejos errores: fueron idénticos. $Qué informático en su sano juicio puede rebatir mi teoría sobre: la función informática de las empresas jamás ha estado administrada ni lo está en la actualidad¿ Después de esta segunda enorme prueba, de la cual hay evidencia por todos lados, estamos hechos un desastre. Lo sabemos todos pero preferimos ignorarlo. Siento que estamos en un estado de "caída dependiente", es decir, estamos en lo profundo del hoyo, nos estamos ahogando, pero seguimos esperando a que alguien o algo actúe y nos sacuda fuertemente para organizamos y movemos a