1. ECONOMÍA EN LA ANTIGÜEDAD: EL IMPERIO ROMANO Y EL CRISTIANISMO
Roma dejó una herencia escasa de estudios económicos. El gran Imperio, fue incapaz de producir grandes pensadores
sociales, todo lo que puede decirse en relación a la doctrina económica es que Ia lucha entre la sociedad antigua y la nueva en
sus aspectos específicamente económicos, tan viva ante los ojos de los filósofos griegos parece no haber sido tan marcada en
Roma.
El Imperio Romano tuvo también sus comienzos en pequeñas comunidades agrícolas, con muy escaso tráfico y una rígida
división en clases sociales. Pero las condiciones geográficas favorables, la abundancia de recursos naturales, el logro
temprano de una especie de cohesión nacional y la conquista de colonias, que durante algún tiempo resolvieron el problema
de los agricultores empobrecidos, produjeron una transición rápida a una estructura social más amplia y compleja.
Las guerras y las conquistas que extendieron el poder de Roma fueron acompañadas de graves dislocaciones económicas y
una lucha de intereses cada vez más intenso entre pobres y ricos. Si ellas empobrecieron a los pequeños agricultores a causa
de los impuestos cada vez mayores, aumentaron la riqueza de los grandes terratenientes, prestamistas y mercaderes, y
crearon una nueva clase rica con quienes fueron capaces de aprovecharse de la actividad económica acelerada de la guerra y
de la reconstrucción. Sin embargo, la fundación del Imperio y la consiguiente consolidación de la administración y de las
haciendas públicas, no tardaron en conducir a un periodo de prosperidad que hizo posible aligerar los impuestos y acallar el
descontento con pan y juegos.
El deseo de retornar a las condiciones más primitivas del pasado (vistas también románticamente), una gran estimación por la
agricultura, la rigurosa condenación de las formas más recientes de ganar dinero, el ataque a los latifundios, grandes
posesiones que se formaron después de las guerras púnicas; tales son los elementos recurrentes del pensamiento social
romano. Hay poco original en los escritos de los filósofos, aunque puede decirse que Plinio hizo avanzar un tanto el estudio del
dinero al señalar las cualidades que hacen del oro un medio de cambio particularmente satisfactorio. La única novedad
importante es el cambio perceptible en la opinión sobre la esclavitud. Ya no hay la justificación de la esclavitud constantemente
repetida en las obras de los filósofos griegos, y hasta llega a dudarse que la esclavitud sea una institución natural. En las obras
de escritores sobre agricultura (como Columela), interesados en cuestiones técnicas, se califica de ineficaz el trabajo de los
esclavos.
Plinio era de esta misma opinión, era cierto que en los grandes latifundios, y a causa de la dificultad de ejercer adecuada
vigilancia la esclavitud se estaba convirtiendo en una forma antieconómica de trabajo; y cuando, después de terminada la
época de las conquistas, desapareció la oferta de esclavos nuevos, quedó destruida toda la base económica de la esclavitud
para el trabajo de la tierra. Tampoco la industria urbana podía desarrollarse a menos de que desaparecieran gradualmente los
esclavos; y si la industria y el comercio (pero no el préstamo) siguieron siendo considerados como ocupaciones plebeyas
dignas únicamente de los esclavos, los extranjeros o los plebeyos, ello solo trajo consigo la decadencia paulatina de la vieja
clase gobernante y el nacimiento de una clase de libertos que ocupaban situaciones políticas cada vez más importantes. Y El
Imperio Romano no encontraba solución a los problemas que surgieron después del siglo II de nuestra era. Una clase
gobernante cuyo poder económico iba desapareciendo se encontró enfrente de los plebeyos y los libertos, aplastados bajo el
peso de los tributos que hacia necesarios un aparato administrativa redundante, y de una masa de esclavos desesperados.
Esta decadencia interna y la debilitación del dominio militar sobre las provincias lejanas produjeron el hundimiento final del
Imperio, el cual, aunque no produjo un cuerpo de doctrina económica dejó dos legados importantes.
Un conjunto de leyes que ha tenido la influencia más profunda en las instituciones jurídicas, nació y se desenvolvió en la época
de apogeo de su poderío, cuando durante algún tiempo los patricios, los nuevos terratenientes y las clases comerciales
pudieron vivir en una paz relativa. En primer lugar, el intercambio que tuvo Roma con otros pueblos desde tiempos muy
remotos, puso en contacto sistemas legales diferentes y creo el interés por los problemas de sus afinidades. El ius gentium
fue el cuerpo de todas las leyes que eran iguales en naciones diferentes y que en todas ellas crearon las necesidades de un
mismo proceso histórico. De este concepto nació más tarde la idea del derecho natural, que tuvo influencia considerable en la
evolución del pensamiento económico. De importancia económica más directa fueron las doctrinas que formularon los juristas
romanos para ordenar las relaciones económicas. Sostuvieron los derechos de la propiedad privada casi sin límites y
garantizaron la libertad contractual en una medida que parece rebasar las condiciones de aquel tiempo.
Estos dos rasgos del derecho romano, fundamentales en lo que concierne a las relaciones económicas, revelan hasta donde
había desarrollado Roma el mecanismo del comercio moderno. Reflejan el carácter marcadamente individualista de la
estructura económica romana, en agudo contraste con la supervivencia de elementos sociales más rígidos en la economía,
mucho menos desarrollada, de la sociedad griega. Nada tan sorprendente como la diferencia entre la opinión de Aristóteles
sobre la propiedad y la inherente al derecho romano; en la primera, un fuerte elemento ético limita los derechos de propiedad,
y en la segunda campea un individualismo ilimitado. Así, mientras Aristóteles se convirtió en el filósofo de la Edad Media y en
una de las fuentes del derecho canónico, él derecho romano sirve de base importante a las doctrinas e instituciones legales del
capitalismo.
2. Aunque el derecho y las costumbres del Imperio no parecen haber influido sobre los males de su orden social, Roma fue el
suelo nativo de los mayores movimientos de rebeldía en la Antigüedad en sus orígenes, el cristianismo esta dentro de la
tradición de los profetas hebreos. El Mesías vendrá, había dicho Isaías "… a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar
a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos abertura de la cárcel". Y Jesús, después de
leer estas palabras en la sinagoga de Nazaret, añadió: "Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos."Sea cual fuere la
opinión que se tenga de los Evangelios, es indudable que Jesús se daba cuenta de que su misión como Mesías incluía la de
emancipador de los pobres y los oprimidos. Como los profetas, castiga a los explotadores del débil y a quienes, sin la menor
consideración para sus prójimos, acumulan riquezas. Como ellos, amenaza castigarlos con la ira de Dios.
Sin embargo, son grandes las diferencias entre las enseñanzas de Jesús y las de los antiguos profetas hebreos. Cuando éstos
formulaban sus protestas, todavía estaba vivo el recuerdo de la comunidad tribal con sus obligaciones de grupo. Podían volver
sus ojos a ella y apelar a sus costumbres y leyes en sus ataques contra la fuerza invasora de la nueva sociedad dividida en
clases sociales. Tal elemento no está del todo ausente de los Evangelios, pero en ellos ya no se concede la mayor importancia
a las tradiciones heredadas de la comunidad primitiva, sino a las nuevas normas de conducta social, desde la justicia hasta el
amor. En cierto sentido los Evangelios son más revolucionarios que los libros de los profetas.
Su base es más universal, ya que su llamamiento se dirige no solo a las clases oprimidas, sino a toda la humanidad, y su
finalidad era, no la eliminación de los abusos individuales, sino el cambio completo de la conducta del hombre en la sociedad.
También hay grandes diferencias entre las enseñanzas de Cristo y las de los filósofos griegos. Hemos visto ya que las
doctrinas económicas de Platón, y en cierta medida las de Aristóteles, nacían de la aversión aristocrática hacia el desarrollo del
comercialismo y de la democracia. Sus ataques contra los males que acarrea el afán de acumular riquezas son reaccionarios
miran hacia atrás, y el de Cristo mira hacia adelante, pues exige un cambio total en las relaciones humanas. Aquéllos soñaban
con un estado ideal destinado a proporcionar la "buena vida" a los ciudadanos libres únicamente y cuyas fronteras eran las de
la ciudad-estado de aquel tiempo; Cristo pretendió hablar por todos y para todos los hombres. Platón y Aristóteles habían
justificado la esclavitud; las enseñanzas de Cristo sobre la fraternidad entre los hombres y el amor universal eran incompatibles
con la institución de la esclavitud, a pesar de las opiniones expuestas después por Santo Tomas de Aquino. Los filósofos
griegos, interesados solo por los ciudadanos, sostuvieron opiniones muy rígidas sobre la diferente dignidad de las distintas
clases de trabajo, y consideraban las ocupaciones serviles, con excepción de la agricultura, como propias solo de los esclavos.
Cristo, al dirigirse a los trabajadores de su tiempo, proclamó por primera vez la dignidad de todas las clases de trabajo, así
materiales como espirituales.
Pero los mismos factores que hicieron al cristianismo más revolucionario, lo hicieron también más utópico. Los esclavos, los
campesinos pobres, los pescadores y los artesanos, entre quienes hubo los primeros y más vehementes discípulos de Cristo,
no pudieron encontrar en su sociedad las condiciones que hubieran hecho posible transformarla. En la principal lucha social de
su tiempo, que tenía lugar entre patricios y plebeyos (complicada con el conflicto entre los pueblos de las colonias
conquistadas y sus conquistadores imperiales), tuvieron poca participación los esclavos y el proletariado urbano. Pero los
plebeyos, los otros gobernantes posibles, no pudieron adquirir fuerza económica, porque aun no había una industria
suficientemente desarrollada La base de la riqueza de los plebeyos era predatoria: explotación colonial, usura o monopolio.
Por consiguiente, la lucha entre plebeyos y patricios no produjo una nueva clase gobernante, sino la decadencia de la sociedad
romana, Los esclavos y los "proletarios", en la medida en que abrazaron la religión nueva y sus doctrinas sociales, tuvieron
que abandonar toda esperanza de mejorar su situación material. Los aspectos espirituales de la nueva enseñanza se
fortalecieron; entre ellos y los problemas económicos materiales de la época surgió una oposición manifiesta, y al final quedé
muy poco que tuviera una importancia social inmediata. Pero fue durante ese periodo cuando la Iglesia floreció como una
institución feudal profundamente arraigada en la estructura económica de la sociedad medieval.
Al llegar a la Edad Media advertimos que las palabras de Cristo ya no son suficientes como base de las doctrinas de la Iglesia,
que incorporadas en el derecho canónico, gobernaron toda la conducta de los hombres. Los cimientos del pensamiento
medieval lo formaron además de los preceptos éticos que la enseñanza social de Cristo había contenido originariamente, las
doctrinas de Aristóteles, derivadas de un trasfondo histórico diferente e inspirado por motivos diversos.
TOMADO DE L LIBRO DE ERIC ROLL
HISTORIA DE LAS DOCTRINAS ECONOMICAS
DOCENTE: ECON. LUIS MORANTE ADRIANZEN
CURSO HISTORIA DE LA ECONOMÍA