Proyecto por la Regionalización y la Función Municipal
PATRIA 712: MI LUGAR PARA RESISTIR
1. PATRIA 712: MI LUGAR PARA RESISTIR
Fernando O’phelan P.
Patria 712 es un sitio como Kamchatka, un lugar para resistir. Hace ese friecito
rico de diez para la siete de la mañana, abro la puerta y allí está la mesa del
comedor, un ángel de tamaño casi natural, mucha madera; al lado unas placas de
profesionales usadas como adornos de bronce, con un brillo que muestra un
continuo pulido, también una chimenea con un pedazote de madera como soporte
de todo el arco; más madera, mesa, atriles, cuadros, estantes, libros y Radio
Babel, la radio de la diversidad como repite su estrofa de jingle. Este es mi
Montevideo clasemediero, con niños que no tienen la cara de vivos o listos sino de
seres reposados y amados.
Patria 712 es el espacio para resistir la muerte de las buenas cosas que somos.
Me salí del Che Montevideo, esperé a que salieran los Presidentes, me despedí
de uno en uno, quedé en ver si salía para Haití, el miércoles me voy para Costa
Rica y de allí a terminar el libro de los secretos en Máncora y Huanchaco, leyendo
al lado del mar cada párrafo de lo que será mi opinión desde el día que denuncié
el lado oscuro de la Marina de Guerra del Perú.
En fin, me fui caminando solo por Villa Billaritz, muchos edificios y canchitas de
tenis, sudando como un cerdo, elegí el mejor día para hacer de caminante: habían
matado un taxista en la madrugada y los taxis y buses de todo Montevideo
pararon todo este jueves. Las mancuernas, la corbata y el saco negro se fueron a
la maleta. Crucé la ciudad desde la rambla hasta Patria 712, en el camino pasé
por barrios de uno en uno. Encontré una peluquería de barrio: 18 botellitas de licor
en miniatura en fila vacías y encima del espejo, un televisor rojo de los ochenta y
una radio como de esas donde solo hablaba Ramírez Lazo. El peluquero además
vendía cigarros y cosas de bodega, entré y le dije: corte con la máquina a cero.
Mientras todo esto ocurría, el sol se ponía por la ventana casi rojo, las cuatro sillas
el peluquero y yo estábamos todos de rojo. Solo respiré y pensé en mi tata, el
único que pudo llevarme allí. Sé que le jodería todo lo que hago y que me haya
sentado a la mesa con Villa Stein demostrando solo diplomacia y poco aprecio a
pesar de haberlo hecho mi adversario.
Las cosas en Montevideo son como las imaginé, con la voz de fondo de Liliana
Herrero, Benedetti en el Café Tartamudos, los muchachos con la pelota y el mate
y el buen tocayo Fernando que tuvo que cargarse encima traer a jueces de toda
América Latina a la buena, el mismo día que Argentina volvía a dialogar con
Uruguay luego de la Haya.
2. Lo paradójico es que esta vez me he sentido atraído por entender los procesos en
Venezuela, Bolivia y Ecuador. Los siguientes meses imponen esa tarea. Igual me
largué, dejé a todos y salté al teatro Coliseo, cuarta fila asiento 13, para escuchar
a los Celtic Legend, ellos son los que se meten en mi alma para alimentarla, como
Radio Babel la radio de la diversidad, como las voces de los que te piden que no
te calles y no te aburgueses. Sin embargo, ya es tarde para esas enmiendas,
mejor es no perder el espíritu de izquierda, como el cafecito de Bellavista donde
Santiago se vuelve el refugio de soportar tanta bobada de personas que como
muchos odian su rol de ser jueces. Es la rabia contenida, el estrés que da saber
que mientras lees a Herrera y Reissig, o buscas todo sobre Kamchatka, otros solo
ponen precio a las variaciones de mandatos de detención, a las exclusiones de
socios o sueñan con la medida cautelar que les dará el control de la empresa
aunque sea solo por un año, súper depredador.
Tenía razón Omar, el Vicepresidente de la Corte Suprema Venezolana, que en
medio de su rollo ideológico en solo cinco minutos puso a todos los Presidentes de
las Cortes Supremas frente a sus propios espejos. No se si piense como Omar,
pero su rol fue uno de los pocos aciertos políticos de la Cumbre.
Encontré a Liliana Herrero, me compré una camisa en Cuenca casimires, me sentí
orgulloso de saber que Projusticia puede mirar mejor su rol en América Latina,
que el color rojo de la peluquería, mi caminata por Sarmiento y todas esas voces
del mp3 - incluido Moby, Vivaldi y Silvio - sirven de algo: no puedo apagarme, hay
mucho por hacer, como la reconstrucción del aparato judicial en Haití, los goles
que necesita la justicia en Bolivia y todo eso del tribunal papel cero. Sirve de algo
bajarse del bus en medio de la huelga y recordar que se puede seguir de a pie y
que las lecciones de vida de mucha gente no están por gusto. Muchos leen esta
columna pero normalmente a escondidas en el Perú, quizás allí está su disfrute. El
toque subversivo que necesitamos en Puno y Lima Norte, por ejemplo.
Esperé terminar este texto en otro avión, ya de regreso de Costa Rica. Luis
Paulino cometió uno de esos errores que nadie comete: tomó un lente de contacto
que estaba remojándose hace tres meses en un mismo liquido, debe haberse
metido unos tres millones de mutantes al ojo y debe haber convertido su córnea
en el Parque del Agua, en fin eso muestra que somos así, falibles, acelerados
pero de buen talante, somos niños buscando que no nos evaporen, esperando
que cada vez que bajamos por el camino, sea este un país o el puesto de helados,
nadie nos abandone, somos así en Patria 712 , mi lugar.
fernandoophelan@yahoo.com.mx