texto argumentativo, ejemplos y ejercicios prácticos
El consumo ritualizado del vino en la antigua Grecia
1. El consumo ritualizado del vino en la antigua Grecia:
el simposio
Mª José García Soler
UPV / EHU
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9. Alcmán, fr. 19 PMG
Siete lechos y otras tantas mesas
cubiertas de panes de adormidera,
y de lino, y de sésamo y, en pequeñas escudillas,
pasteles dorados.
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14. Platón, Banquete 176a
Una vez que Sócrates se acomodó y terminaron
de comer él y los demás, hicieron libaciones; y
después de entonar el canto en honor del dios y
de cumplir con los demás ritos, se dispusieron a
beber.
15. Ya que están limpios ahora el suelo y las manos de todos,
y las copas; y hay uno que pone coronas
trenzadas, y otro que pasa un perfume oloroso en un frasco;
y se alza la cratera, llena hasta el borde de dicha;
y hay más vino en reserva, que dice que no habrá de faltarnos
nunca, y que huele a flores, suave en las jarras;
y difunde el incienso su santo aroma en el medio;
y fresca, dulce y limpia está el agua, y a mano
los rubios panes esperan y, tal que impone respeto,
la mesa, de queso y de miel suculenta cargada;
16. Jenófanes, fr. 1 West
y cubren el ara del centro por todas partes las flores;
y envuelven toda la casa el canto y la fiesta:
deben primero los comensales al dios entonarle
un himno con pías historias y puras palabras;
de hacer lo que es justo –eso, sin duda, es más propio–,
no hay abuso en beber hasta donde lo habido no impida
volver sin criado a casa, si no se es un anciano.
17. Platón el cómico, fr. 71 K.-A.
A. ¿Han terminado ya de comer?
B. Casi todos.
A. Bien. ¿Por qué no corres en seguida a quitar las mesas? Yo
mientras tanto vengo con agua y jabón.
B. Y yo barreré. Y después de las libaciones llevaré el kóttabos. La
muchacha ya tendría que estar preparada con la flauta en la mano
para calentarla. Es hora de que te des una vuelta para verter el
perfume egipcio, y luego el de iris; luego yo traeré las coronas y
daré una a cada invitado. ¡Que alguien prepare otro vino!
A. Hecho.
B. Vertiendo el incienso ha dicho [...]. La libación ya se ha hecho y
beben desde hace un rato; han cantado el escolio y el kóttabos sale
por la puerta.
Con la flauta una muchachita está cantando a los comensales una
melodía caria. He visto otra con un triángulo; acompañándose
cantaba una melodía jónica.
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34. Estratis, fr. 60 K.-A.
A nadie le gusta beber
vino caliente, sino que al contrario se prefiere
refrescado en una fuente o mezclado con nieve.
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37. Anacreonte, fr. 33 Gentili
Venga, tráenos, chico,
una jarra, que de golpe
beberé primero, vertiendo de agua diez
y de vino cinco
cacillos, para que sin barbarie
pueda divertirme otra vez.
38. Alceo, fr. 346 Voigt
¡Bebamos! ¿A qué esperar las luces? Queda un dedo de día.
Baja, amigo, las copas grandes decoradas,
que el vino nos lo ha dado el hijo de Sémele y de Zeus a los hombres,
como olvido de los males. Mezcla uno y dos y sírvelas
llenas hasta el borde. Y que una copa
empuje a la otra.
39. Eubulo, fr. 93 K.-A.
Sólo tres crateras mezclo
para los que son prudentes: la una, de salud,
la que apuran primero. La segunda,
de amor y placer. La tercera de sueño,
que al apurarla los invitados sabios
regresan a casa. La cuarta ya no
es nuestra, sino de la insolencia. La quinta, del griterío;
la sexta, de los bailes por la calle; la séptima, de los ojos
morados;
la octava, de los alguaciles; la novena, de la cólera;
la décima, de la locura, que también hace caer.
Pues si se vierte mucho en un solo vaso pequeño,
fácilmente echa la zancadilla a quienes lo han bebido.
40. Platón, Gorgias 451e
Supongo que habrás oído cantar en los
banquetes ese escolio en el que, al enumerar
los bienes humanos, se dice que «lo mejor es
tener salud; lo segundo, ser hermoso, y lo
tercero», como dice el poeta del escolio,
«adquirir riquezas sin fraude».
41. Aristófanes, Caballeros 526-530
Se acordaba también de Cratino, que, crecido del abundante elogio,
se desbordaba por los campos llanos y, saliéndose de madre,
arrastraba consigo de raíz, encinas, plátanos y enemigos.
En los banquetes no se cantaba otra cosa que «Doro de sandalias de
higo»
o «Artífices de himnos hechos por diestra mano»: tal era su éxito.
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47. Antífanes, Safo (fr. 194, 1-5 K.-A. )
Es una criatura femenina que protege a su prole en su
seno
y, pese a no tener voz, alza un grito sonoro
a través del oleaje marino y de toda la tierra firme
para quienes quiere de los mortales y, en cambio, a
quienes están a su lado
no les es posible oírlo, sino que tienen el sentido del
oído embotado.
48. Antífanes, Safo (fr. 194, 17-21 K.-A.
)
Pues bien, la criatura femenina es la carta
y los pequeñuelos que lleva de un lado a otro en su
interior, las letras.
Estas, pese a no tener voz, les hablan desde lejos a
quienes quieren.
En cambio, si por casualidad hay alguna otra persona
cerca del que la lee, no oirá nada.