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INTRODUCCION
Sócrates un individuo polémico en su tiempo; juzgado por algunos con la
superficialidad de apreciación de sus actitudes, propia de quienes no perciben
las diversidades y las sutilezas de las ideas y los desarrollos más elaborados
del intelecto.
Un aporte esencial de Sócrates al progreso del pensamiento y también de la
ciencia, lo constituye su descubrimiento y aplicación del método inductivo,
consistente en que, a partir de los conceptos individuales, particulares, se
llegue a obtener conceptos de validez universal.
Aunque formado en la sofística, Sócrates se convirtió finalmente en un
acérrimo crítico de los sofistas; a quienes expuso a su desprecio,
especialmente por recibir dinero por sus enseñanzas. Su pensamiento se
conoce solamente mediatizado por los relatos de sus discípulos, porque no
dejó ninguna obra escrita. En particular Platón en sus Diálogos es quien ha
expuesto sus ideas de una manera más completa.
La idea principal en que Sócrates se apartó radicalmente de los sofistas - al
menos respecto de los últimos representantes de la sofística - fue su afirmación
terminante acerca de la existencia del Bien y del Mal, sustentando la existencia
de valores absolutos, en contraposición con el relativismo de los sofistas; pero
igualmente consideró esencial mantener una actitud crítica como medio de
alcanzar el conocimiento de la verdad. Sostuvo la diferenciación entre el cuerpo
y el alma, considerando que ella es inmortal; y afirmó que existe una
inteligencia suprema que gobierna los destinos del mundo.
Pensaba Sócrates que era indispensable apartarse del relativismo postulado
por los sofistas, y que para ello era necesario descubrir la existencia de
algo universal y objetivo, que no estuviera sujeto a la opinión de los hombres
(lo que recuerda, sin duda, el mito de Protágoras). Surge de ello una inclinación
hacia la búsqueda de las definiciones de las cosas, tratando de enunciar a su
respecto un concepto de objetividad, de tal manera que conforme una unidad
que esté presente en la pluralidad; con lo que en cierto modo constituye un
retorno a las especulaciones presocráticas que buscaban una explicación
racional y única del Universo.
Una definición, según Sócrates, permitiría acceder a la esencia universal y
objetiva de las cosas. A la cuestión de cómo sería posible tener la certeza de
que esa definición fuera verdadera, respondía Sócrates afirmando que en el
alma de cada hombre están presentes de una manera originaria, innata, los
verdaderos conceptos de todas las cosas; de tal manera que mediante la
introspección es posible alcanzar a descubrir la verdad existente en el interior
de uno mismo.
La concepción del alma como aquello que fundamentalmente es el ser
humano, adquiere gran importancia en la filosofía de Sócrates; que la
considera el centro de la personalidad intelectual y moral del hombre. La
introspección es el medio de descubrir la verdad en el interior de uno mismo,
por lo cual Sócrates consideraba que su misión no consistía en enseñar
determinadas concepciones, sino en lograr que sus alumnos aprendieran a
conocerse a sí mismos, en ayudarlos a descubrir el contenido de su propio
espíritu para cuidarlo y cultivarlo.
SOCRATES Y SU CONTRIBUCION HISTORICA A LA ETICA
Sócrates (470-399a.C.), filósofo griego fundador de la filosofía moral, o axiología
que ha tenido gran peso en la filosofía occidental por su influencia sobrePlatón.
Nacido en Atenas, hijo de Sofronisco, un escultor, y de Fenareta, una
comadrona (lo que ha dado lugar a alguna comparación entre el oficio de su
madre y su actividad filosófica, pues ayudó, con su método, a "dar a luz" a las
ideas), recibió una educación tradicional en literatura, música y gimnasia. Más
tarde, se familiarizó con la retórica y la dialéctica de los sofistas, las
especulaciones de los filósofos jonios y la cultura general de la Atenas de
Pericles.
A diferencia de los sofistas, Sócrates intenta superar el relativismo y alcanzar
una verdad absoluta que sirva de fundamento a la ética personal y a la
organización política de la sociedad. A estos objetivos esta; orientada su
enseñanza, que pretende orientar a las personas en la búsqueda del bien y de la
justicia, convencido como estaba que la virtud puede enseñarse.
Sócrates identificaba la virtud con el conocimiento: no se puede hacer lo justo si
no se lo conoce, pero también es imposible dejar de hacer lo justo una vez que
se lo conoce. Según este intelectualismo moral, lo único que hace falta para
hacer a las personas virtuosas es enseñarles en que consiste la virtud
verdadera.
Además, Sócrates pensaba que toda persona tiene conocimiento pleno de la
verdad última contenida dentro del alma y que sólo necesita ser estimulada por
reflejos conscientes para darse cuenta de ella (mayéutica).Sócrates creía en la
superioridad de la discusión sobre la escritura, no dejó nada escrito, y por lo
tanto pasó la mayor parte de su vida de adulto en los mercados y plazas
públicas de Atenas, iniciando diálogos y discusiones con todo aquel que quisiera
escucharle, y a quienes solía responder mediante preguntas. Este
comportamiento correspondía a la esencia de su sistema de enseñanza, un
método denominado mayéutica, o arte de alumbrar los espíritus, es decir, lograr
que el interlocutor descubra sus propias verdades.
La contribución de Sócrates a la filosofía ha sido de un marcado tono ético.
La base de sus enseñanzas y lo que inculcó, fue la creencia en una
comprensión objetiva de los conceptos de justicia, amor y virtud y el
conocimiento de uno mismo. Creía que todo vicio es el resultado de la
ignorancia y que ninguna persona desea el mal; a su vez, la virtud es
conocimiento y aquellos que conocen el bien, actuarán de manera justa.
Según los testimonios de su época, Sócrates era poco agraciado y corto de
estatura, elementos que no le impedían actuar con gran audacia y gran dominio
de sí mismo. Apreciaba mucho la vida y alcanzó popularidad social por su viva
inteligencia y un sentido del humor agudo desprovisto de sátira o cinismo.
Las ideas principales de la filosofía socrática fueron:
1. El estudio propio de la filosofía es el hombre. Sócrates no se ocupaba de las
cuestiones metafísicas como tal. Él creía que la filosofía debe lograr resultados
prácticos en forma de un mayor bienestar para el hombre, el individuo y para la
humanidad en la sociedad. Por lo tanto, el estudio propio de la filosofía es el
hombre. En la búsqueda de este estudio, los intereses de Sócrates se centran
en la ética y la política.
2. Ética natural. Sócrates trató de establecer un sistema ético basado en la
razón humana, más que en las directivas teológicas.
3. Conocimiento y sabiduría. Sócrates afirmó que el mayor bien para cualquier
ser humano es la felicidad. Cualquiera que sea la acción que un hombre elige
está motivado por su deseo de felicidad. El conocimiento, la virtud y la sabiduría
son lo mismo, puesto que el hombre elige una acción de acuerdo a lo que cree
que le traerá la felicidad más grande. Por lo tanto, mientras mas sabiduría tenga
el hombre, mayor es su capacidad para razonar la elección correcta y elegir las
acciones que verdaderamente la felicidad para él.
4. Auto-conocimiento. El mayor conocimiento es poseído por esa persona que
realmente se conoce a sí mismo. Este conocimiento constituye la sabiduría
última. Se capacita al hombre para actuar de manera virtuosa en todo momento,
porque él sabe lo que le traerá la felicidad verdadera.
5. Política. Sócrates no estaba de acuerdo con la tiranía o la democracia. Él
creía que la mejor forma de gobierno era uno gobernado por un individuo que
posee la mayor capacidad, el conocimiento y la virtud.
La doctrina de Sócrates: Ética
En la ética, Sócrates no supero el prejuicio de la intelectualidad griega, que hizo
que la práctica dependa totalmente de la teoría. Es suficiente conocer la virtud
para ser virtuoso. Todo el mundo quiere ser feliz. Si no se alcanza la felicidad,
es porque no sabe el camino que conduce a la felicidad. En consecuencia, los
llamados hombres malos son en realidad sólo ignorantes, el mal se reduce a
error. Como vicio es sinónimo de ignorancia, de modo que el conocimiento del
bien es sinónimo de virtud. Así, es fácil ver por qué Sócrates, que pretende
formar a un joven virtuoso, restringiendo su enseñanza a la búsqueda de
conceptos morales.
La cuestión moral del conocimiento del bien estuvo en el centro de las
enseñanzas de Sócrates, con lo que imprimió un giro fundamental en la historia
de la filosofía griega, al prescindir de las preocupaciones cosmológicas de sus
predecesores. El primer paso para alcanzar el conocimiento, y por ende la virtud
(pues conocer el bien y practicarlo era, para Sócrates, una misma cosa),
consistía en la aceptación de la propia ignorancia.
Con su conducta, Sócrates se granjeó enemigos que, en el contexto de
inestabilidad en que se hallaba Atenas tras las guerras del Peloponeso,
acabaron por considerar que su amistad era peligrosa para aristócratas como
sus discípulos Alcibíades o Critias; oficialmente acusado de impiedad y de
corromper a la juventud, fue condenado a beber cicuta después de que, en su
defensa, hubiera demostrado la inconsistencia de los cargos que se le
imputaban. Según relata Platón en la apología que dejó de su maestro, éste
pudo haber eludido la condena, gracias a los amigos que aún conservaba, pero
prefirió acatarla y morir, pues como ciudadano se sentía obligado a cumplir la ley
de la ciudad, aunque en algún caso, como el suyo, fuera injusta. Peor habría
sido la ausencia de ley.
Sócrates no escribió ningún libro ni tampoco fundó una escuela regular de
filosofía. Todo lo que se sabe con certeza sobre su personalidad y su forma de
pensar se extrae de los trabajos de dos de sus discípulos más notables: Platón,
que atribuyó sus propias ideas a su maestro y el historiador Jenofonte, un
escritor prosaico que quizá no consiguió comprender muchas de las doctrinas de
Sócrates.
Sócrates contrapuso a la escala de valores tradicionales de los griegos antiguos
la fuerza física, la riqueza, la fama y el poder - un valor de índole espiritual
consistente en la obtención de la sabiduría por medio del conocimiento de la
propia alma.
Para Sócrates, la ciencia o sabiduría que busca el filósofo, es esencialmente
virtuosa, mientras que quien permanece en la ignorancia incurre en el vicio. El
primer paso para alcanzar esa virtud del saber, es reconocer la propia
ignorancia.
El obrar moral del hombre responde a los mandatos que cada uno lleva en su
alma. Pero Sócrates introdujo también el concepto de la jerarquía entre los
valores, considerando que existe una graduación interna de los valores. Por lo
tanto, para obrar justamente, es preciso atenerse a la tendencia del hombre a la
perfección que se consigue con el ejercicio de la virtud.
Actuar según la virtud es posible cuando se posee el conocimiento del Bien y del
Mal, porque, en tal posesión del saber, la práctica del bien es el resultado
espontáneo del obrar humano. El hombre que actúa mal, en consecuencia, no lo
hace por ser malo, sino porque está en la ignorancia de la virtud.
a moral que propone Sócrates se origina y se nutre en sí misma; en ella, el obrar
correctamente es resultado de la reflexión que el hombre hace sobre las
exigencias de su alma, de tal manera que esencialmente se convierte en juez de
sí mismo.
Esta concepción del llamado “intelectualismo moral”, es a menudo criticada en
función del concepto de voluntad. Pero no se puede perder de vista que, en
definitiva, su aporte a la concepción de la regla moral como algo absolutamente
íntimo y personal es sumamente valioso, y no significa para nada la
prescindencia de la consideración de la existencia de las reglas morales como
tale.
Enfrentado al problema religioso, que más tarde en Filosofía será “el problema
de Dios”, Sócrates percibe que no es admisible atribuir a los dioses todo el
poder y toda la razón.
Considera Sócrates que el hombre posee el poder propio de la razón humana;
pero que ésta tiene sus límites, mientras que sólo la razón divina es capaz de
pasar más allá de esos límites.
Sócrates critica a aquellos que niegan la existencia de una razón divina, que
preside todos los acontecimientos. Pero, en la medida en que considera
“insensato” consultar al Oráculo para resolver aquello que los hombres deben
resolver por sí mismos - y afirma que eso persigue eludir la propia
responsabilidad de decidir en relación a los acontecimientos de la propia
realidad - se anticipa a plantearse la cuestión del “libre albedrío”, que será tema
de gran importancia para las filosofías posteriores, sobre todo en el cristianismo.
A propósito de una lectura de Anaxágoras referente a su concepto del “Nous” o
inteligencia creadora, concluye que existe una inteligencia, que es una sabiduría
que habita en todo lo que existe, que ve todo lo que ocurre y que gobierna todas
las cosas. La inteligencia está en el origen y en el orden de todas las cosas,
como un opuesto al azar.
Percibe con ello la existencia de una gran armonía y coherencia en la
Naturaleza; con lo cual se encuentra a un paso de sustentar que existe una
inteligencia única y superior, lo que equivale a vislumbrar los fundamentos
filosóficos de las concepciones religiosas de base monoteísta. Desde este punto
de vista - si bien no fue éste el tema planteado en el proceso que le fue seguido
por impiedad - puede pensarse que, después de todo, realmente el pensamiento
socrático contenía una amenaza para la religión oficial de Atenas.
Sócrates centró su interés en la problemática del hombre, supo llegar al fondo
de la cuestión, como para admitir que era un sabio en esta materia: “Por la
verdad, ¡oh! atenienses, y por ninguna otra razón me he ganado este nombre,
si no es a causa de una cierta sabiduría. ¿Y cuál es esta sabiduría? Tal
sabiduría es precisamente la sabiduría humana (es decir, aquella que puede
tener el hombre sobre el hombre): y con esta sabiduría es verdaderamente
posible que yo sea sabio”. ¿Cuál es la naturaleza y la realidad última del
hombre? ¿Cuál es la esencia del hombre? Son las preguntas que trata de
responder Sócrates.
Finalmente se llega a una respuesta precisa e inequívoca: el hombre es su
alma, puesto que su alma es precisamente aquello que lo distingue de manera
específica de cualquier otra cosa. Sócrates entiende por alma nuestra razón y
la sede de nuestra actividad pensante y ética. En pocas palabras: el alma es
para Sócrates el yo consciente, es decir, la conciencia y la personalidad
intelectual y moral. En consecuencia, gracias a este descubrimiento “Sócrates
creó la tradición moral e intelectual de la que Europa ha vivido siempre, a partir
de entonces” (A. E. Taylor). Uno de los mayores historiadores del pensamiento
griego ha precisado aún más: “la palabra alma, para nosotros, debido a las
corrientes espirituales a través de las cuales ha pasado a lo largo de la historia,
siempre suena con un matiz ético y religioso; al igual que las palabras “servicio
de Dios” y “cura de almas” (también utilizadas por Sócrates), suena a cristiana.
Pero este significado superior lo adquirió por primera vez en la predicación
protréptica de Sócrates (W. Jaeger).
Es evidente que si el alma es la esencia del hombre, cuidar de sí mismo
significa cuidar no el propio cuerpo sino la propia alma, y enseñar a los
hombres el cuidado de la propia alma es la tarea suprema del educador, que
fue precisamente la tarea que Sócrates consideró haberle sido encomendada
por el Dios, como se lee en la Apología: “Que ésta… es la orden del Dios; y
estoy persuadido de que para vosotros no habrá mayor bien en la ciudad que
esta obediencia mía al Dios. En verdad, a lo largo de mi caminar no hago otra
cosa que persuadiros, a jóvenes y viejos, de que no es el cuerpo de lo que
debéis preocuparos ni de las riquezas ni de ninguna otra cosa, antes y más que
del alma, para que ésta se convierta en óptima y otra cosa, antes y más que
del alma, para que ésta se convierta en óptima y virtuosísima; y que la virtud no
nace de la riqueza, sino que la riqueza nace de la virtud, así como todas las
demás cosas que constituyen bienes para el hombre, tanto para los ciudadanos
individuales como para la polis”.
Uno de los razonamientos fundamentales realizado por Sócrates para probar
esta tesis es el siguiente. Uno es el instrumento del cual nos valemos y otro es
el sujeto que se vale de dicho instrumento. Ahora bien, el hombre se vale del
propio cuerpo como de un instrumento, lo cual significa que son cosas distintas
el sujeto –que es el hombre- y el instrumento, que es el cuerpo. A la pregunta
de ¿qué es el hombre?, no se podrá responder que es el cuerpo, sino que es
aquello que se sirve del cuerpo, la psyche, el alma (la inteligencia) es la que se
sirve del cuerpo, de modo que la conclusión es inevitable: “Nos ordena conocer
el alma aquel que nos advierte “Conócete a ti mismo”. Sócrates llevó esta
doctrina suya hasta tal punto de conciencia y de reflexión crítica, que logró
deducir todas las consecuencias que lógicamente surgen de ella, como
veremos en seguida.
En griego lo que nosotros llamamos “virtud” se dice areté y significa aquella
actividad y modo de ser que perfecciona a cada cosa, haciéndola hacer aquello
que debe ser. (Los griegos hablaban, por lo tanto, de una virtud de los distintos
instrumentos, de una virtud de los animales, etc.; por ejemplo, la virtud del
perro consiste en ser un buen guardián, la del caballo, en correr con rapidez, y
así sucesivamente). En consecuencia la virtud del hombre no podrá ser más
que lo que hace que el alma sea como debe ser, de acuerdo con su naturaleza,
es decir, buena y perfecta. En esto consiste, según Sócrates, la ciencia o
conocimiento, mientras que el vicio será la privación de ciencia y conocimiento,
es decir, la ignorancia.
De este modo Sócrates lleva a cabo una revolución en la tabla tradicional de
los valores. Los verdaderos valores no son aquellos que están ligados a las
cosas exteriores, como la riqueza, el poder o la fama, y tampoco aquellos que
están ligados al cuerpo, como la vida, la fuerza física, la salud o la belleza, sino
exclusivamente los valores del alma que se hallan todos incluidos en el
conocimiento. Por supuesto, esto no significa que todos los valores
tradicionales se conviertan en antivalores, sin más; significa sencillamente que
por sí mismos carecen de valor. Sólo se convertirán en valores si se utilizan
como lo exige el conocimiento, es decir, en función del alma y de su areté.
El proceso a Sócrates.
A mediados del Siglo V, en la época de Sócrates, los tiempos del apogeo de
Atenas estaban terminando. En el 431 A.C. estalló la guerra con Esparta, la
Guerra del Peloponeso, en medio de unas epidemias de peste que mataron a
una gran parte de su población, incluido el propio Pericles que era el símbolo
vivo de su grandeza.
Los primeros desenvolvimientos de la Guerra del Peloponeso no fueron
favorables a los atenienses. De tal manera, hacia el 415 A.C. se propusieron
realizar un gran movimiento estratégico y emprender la conquista de Sicilia
construyendo una gran flota. Comandaba la flota Alcibíades, un alumno de
Sócrates, que formaba parte de un grupo de jóvenes disolutos, ricos y
aristócratas, que se caracterizaban por cuestionar las tradiciones.
Pocos días antes de la fecha de partida de la flota, ocurrió que al amanecer se
advirtió en Atenas que todas las estatuas de los dioses habían sido mutiladas
de sus órganos masculinos; lo que fue tomado como un presagio de derrota.
Se culpó a Alcibíades, quien huyó a Esparta y se puso a su servicio. La
expedición a Sicilia, fue un fracaso.
En el 411 A.C., Atenas enfrentó una conspiración de la cual resultó el gobierno
de los Treinta Tiranos, entre ellos Critias y Carmónides. Su concepción era
restablecer en Atenas el respeto a las tradiciones. En 432 A.C., al principio de
la Guerra del Peloponeso, se había establecido en Atenas el delito
de asébeia o impiedad, que consistía en poner en cuestión la existencia de los
dioses. Esta ley se había aplicado a Anaxágoras y al gran escultor Fidias, autor
de los principales templos de la ciudad. Al primero por impartir enseñanzas
contrarias a la religión en cuanto al Sol y la Luna; y al segundo por haber
pretendido divinizarse al representarse a sí mismo, en una estatua de un
templo.
Por su calidad de ciudadano ateniense, parece que en varias oportunidades
correspondió a Sócrates ocupar los cargos públicos anuales, que se elegían
por sorteo. Cuenta Jenofonte que durante la Guerra del Peloponeso, habiendo
sido derrotada la flota ateniense, Sócrates se opuso, en nombre de las leyes de
la ciudad, a que se juzgara y condenara en conjunto a los jefes de la flota.
En 404 A.C., luego de la derrota por Esparta, el gobierno de los Treinta Tiranos
dispuso detener a un ciudadano llamado León de Salamina; para lo cual,
siguiendo las normas del caso, se designó por sorteo a 5 ciudadanos para ir a
arrestarlo, entre ellos Sócrates que, sin cumplir con ello, se volvió a su casa.
Sin embargo, al parecer eso no le ocasionó ningún contratiempo.
Finalmente, cinco años después los Treinta Tiranos habían sido derrocados por
el partido democrático de Atenas; restableciendo las antiguas instituciones de
la polis. Entre quienes más habían contribuido a ello, se contaba Anito. Según
la versión de Jenofonte, Anito había hecho fortuna con una curtiembre que,
como todas las actividades productivas atenienses, empleaba esclavos.
También Anito tenía un hijo, y al parecer Sócrates le reprochaba la forma en
que lo educaba, diciendo que lo estaba educando para ser un curtidor y no un
ciudadano de Atenas.
Ante un tribunal de 501 ciudadanos atenienses elegidos por sorteo, Sócrates
fue acusado por Meleto, “de no creer en los dioses en que cree la ciudad, de
introducir divinidades nuevas, y de corromper a los jóvenes”. La acusación fue
secundada por Licón y también por Anito, que parecería haber sido su
promotor. Se le imputaba el delito de impiedad; en caso de ser hallado
culpable, la sentencia era la muerte por medio de un veneno, la cicuta.
Nacido, criado, habitante y ciudadano de Atenas toda su vida, Sócrates era un
personaje absolutamente conocido en la ciudad. La “corrupción de los jóvenes”
que se le atribuía, no se refería a otra cosa que a su enseñanza contraria a las
tradiciones. Según cuenta Jenofonte, cuando Sócrates demandó a su acusador
que mostrara alguno de los por él corrompidos, Meleto mencionó a todos
aquellos que había convencido a seguir su autoridad en vez de la de sus
padres.
El proceso de Sócrates solamente es conocido por los relatos de Platón y
Jenofonte, sus amigos, que por supuesto le tienen simpatía. En el relato de
Platón, el discurso de defensa de Sócrates es la oportunidad de exponer su
doctrina, según la cual la virtud, la justicia y la verdad no son cuestiones que
puedan resolverse según las costumbres, sino conforme a las exigencias de la
razón.
En la primer votación, 280 jurados lo consideraron culpable y 211 inocente. Se
le requirió que propusiera una pena alternativa de la de muerte, como pagar
una multa. Sócrates, considerando que su enseñanza había sido en bien de la
ciudad, propuso que como a los campeones de las Olimpíadas, se le alojara en
un palacio y la ciudad pagara su sustento. Cuando se hizo la votación acerca
de la pena a aplicarle, 361 optaron por la pena de muerte, y 140 por la que
Sócrates propusiera como alternativa.
La sentencia de muerte no podía ejecutarse en Atenas hasta que volviera el
barco sagrado que había sido enviado a Delos para conmemorar el triunfo de
Teseo sobre el Minotauro. Pasaron 30 días, durante los cuales sus amigos le
instaron a fugarse bajo su protección; pero Sócrates sostuvo que el primer
deber del ciudadano ateniense era respetar sus leyes.
Conclusiones
Una de las razones que justifican el estudio de la filosofía es que nos enseña a
pensar con mayor claridad en un amplio conjunto de problemas.
Los métodos del pensamiento filosófico resultaran útiles en muchas
situaciones, porque el análisis de los argumentos en pro o en contra de una
determinada posición se puede aplicar a cualquier orden de la vida. Por lo tanto
la filosofía es una actividad humana que se motiva en la necesidad de
comunicar las particularidades de nuestra experiencia, ese vivir produce
asombro y el asombro es solo uno de los comienzos en que llegamos a
planteamos preguntas, las analizamos, las contestamos y argumentamos las
respuestas. Ahora bien, dicha actividad humana también se ocupa de examinar
cuidadosamente los conceptos y las estructuras conceptuales con base en las
cuales pensamos nuestra realidad que inducen o posibilitan los cambios
sociales, políticos, artísticos y morales, todo esto requiere de una actitud crítica,
la cual consiste en estar en disposición de examinar todas nuestras creencias,
la cual envuelve a su vez la actividad de razonar, que sencillamente nuestra
capacidad de comprender y evaluar razones mediante el argumento.
La disciplina que evalúa argumentos es la lógica, por lo tanto, para hacer
filosofía hay que comprender los procesos básicos de ella. El saber argumentar
pasa por las proposiciones, las premisas, la conclusión, la verdad, la validez y
su aplicabilidad, todo esto fue planteado por Sócrates y es por ello que
muchos filósofos concuerdan que él fundador de la filosofía moral, la cual ha
tenido peso en la filosofía occidental, incluso en nuestros días.
En la doctrina de Sócrates destacan los siguientes aspectos:
 El Conocimiento de sí mismo, es el primer principio de la filosofía socrática, así
que todo mortal que deseé ser sabio debe partir de su raíz, enfocando su
estudio y conocimiento del hombre como ser moral, llegándose a estudiar así
mismo. Sócrates será un escéptico con respecto al mundo y a las ciencias
físicas, expresándolo mediante el aforismo que repetía con cierta frecuencia:
Sólo sé que no sé nada.
 El método socrático tiene su punto de partida en la observación de los
fenómenos, en la reflexión y los análisis razonados. Por eso, la variabilidad y
flexibilidad de su método de enseñanza, hacía que el oyente o discípulo se
sintiera maravillado. A veces Sócrates aparentaba ignorancia del objeto en
cuestión, realizaba preguntas intencionadas y dialécticas, empleando a su
debido tiempo, la inducción y la analogía, esto provocaba dudas en el diálogo y
ahora, las cuestiones sencillas se empezaban a complicarse, sin embargo
Sócrates conducía insensiblemente a sus oyentes al conocimiento de la verdad
y esta a su vez salía espontáneamente del fondo de la conciencia. Sócrates
utilizó la técnica de la pregunta en su método, tales preguntas estaban
formuladas bajo el siguiente estilo: ¿Qué pretendes decir realmente con…?;
¿cómo llegas a esa conclusión?; ¿realmente qué estás diciendo?; ¿qué
consecuencias tendría sí fuese falso …?; ¿realmente dices la verdad?; ¿qué
tan importante es…?
 El ser humano está obligado a investigar el bien y conectarlo en su conducta,
una vez conocido. Debe alejarse de las pasiones y las malas inclinaciones,
sujetándolas a la razón para así conseguir la perfección moral cuya finalidad
verdadera es la felicidad del ser en el espacio y tiempo que lo rodea. Señala
Sócrates que lo importante no es el vivir, sino el vivir bien, conforme a
las normas morales y la justicia. Así que la armonía radica en obedecer dichas
normas y creer en la justicia, por lo tanto no se debe tomar venganza de las
injurias, ni devolver mal por mal, el llamado "ojo por ojo y diente por diente". Se
debe anteponer la justicia y el patriotismo, cumpliendo las leyes. Las virtudes
básicas como la prudencia, la justicia, la templanza y la fortaleza serán las
bases de la perfección moral del ser humano.
Bibliografía
Domínguez, L. (2004). Sócrates. Buenos Aires: Editorial Kapelusz.
Echegoyen, J. (2009). Historia de la Filosofía. Madrid: Editorial Paidos.
Guthrie, W. (2003). Historia de la Filosofía griega. Madrid: Editorial Gredos.
Pérez, C. (2007). Sócrates y los Sofistas, La Vida en La Polis. España:
Ediciones Hare.
Sobrino, L. 82008). Perfiles Filosóficos. El Salvador: Editorial Espíritu-Salt.
Real Academia Española. (2001). Diccionario de la Lengua Española.
Madrid: Editorial Espasa-Calpe

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Socrates

  • 1. INTRODUCCION Sócrates un individuo polémico en su tiempo; juzgado por algunos con la superficialidad de apreciación de sus actitudes, propia de quienes no perciben las diversidades y las sutilezas de las ideas y los desarrollos más elaborados del intelecto. Un aporte esencial de Sócrates al progreso del pensamiento y también de la ciencia, lo constituye su descubrimiento y aplicación del método inductivo, consistente en que, a partir de los conceptos individuales, particulares, se llegue a obtener conceptos de validez universal. Aunque formado en la sofística, Sócrates se convirtió finalmente en un acérrimo crítico de los sofistas; a quienes expuso a su desprecio, especialmente por recibir dinero por sus enseñanzas. Su pensamiento se conoce solamente mediatizado por los relatos de sus discípulos, porque no dejó ninguna obra escrita. En particular Platón en sus Diálogos es quien ha expuesto sus ideas de una manera más completa. La idea principal en que Sócrates se apartó radicalmente de los sofistas - al menos respecto de los últimos representantes de la sofística - fue su afirmación terminante acerca de la existencia del Bien y del Mal, sustentando la existencia de valores absolutos, en contraposición con el relativismo de los sofistas; pero igualmente consideró esencial mantener una actitud crítica como medio de alcanzar el conocimiento de la verdad. Sostuvo la diferenciación entre el cuerpo y el alma, considerando que ella es inmortal; y afirmó que existe una inteligencia suprema que gobierna los destinos del mundo. Pensaba Sócrates que era indispensable apartarse del relativismo postulado por los sofistas, y que para ello era necesario descubrir la existencia de algo universal y objetivo, que no estuviera sujeto a la opinión de los hombres (lo que recuerda, sin duda, el mito de Protágoras). Surge de ello una inclinación hacia la búsqueda de las definiciones de las cosas, tratando de enunciar a su respecto un concepto de objetividad, de tal manera que conforme una unidad que esté presente en la pluralidad; con lo que en cierto modo constituye un retorno a las especulaciones presocráticas que buscaban una explicación racional y única del Universo. Una definición, según Sócrates, permitiría acceder a la esencia universal y objetiva de las cosas. A la cuestión de cómo sería posible tener la certeza de que esa definición fuera verdadera, respondía Sócrates afirmando que en el alma de cada hombre están presentes de una manera originaria, innata, los verdaderos conceptos de todas las cosas; de tal manera que mediante la introspección es posible alcanzar a descubrir la verdad existente en el interior de uno mismo. La concepción del alma como aquello que fundamentalmente es el ser humano, adquiere gran importancia en la filosofía de Sócrates; que la considera el centro de la personalidad intelectual y moral del hombre. La introspección es el medio de descubrir la verdad en el interior de uno mismo, por lo cual Sócrates consideraba que su misión no consistía en enseñar
  • 2. determinadas concepciones, sino en lograr que sus alumnos aprendieran a conocerse a sí mismos, en ayudarlos a descubrir el contenido de su propio espíritu para cuidarlo y cultivarlo.
  • 3. SOCRATES Y SU CONTRIBUCION HISTORICA A LA ETICA Sócrates (470-399a.C.), filósofo griego fundador de la filosofía moral, o axiología que ha tenido gran peso en la filosofía occidental por su influencia sobrePlatón. Nacido en Atenas, hijo de Sofronisco, un escultor, y de Fenareta, una comadrona (lo que ha dado lugar a alguna comparación entre el oficio de su madre y su actividad filosófica, pues ayudó, con su método, a "dar a luz" a las ideas), recibió una educación tradicional en literatura, música y gimnasia. Más tarde, se familiarizó con la retórica y la dialéctica de los sofistas, las especulaciones de los filósofos jonios y la cultura general de la Atenas de Pericles. A diferencia de los sofistas, Sócrates intenta superar el relativismo y alcanzar una verdad absoluta que sirva de fundamento a la ética personal y a la organización política de la sociedad. A estos objetivos esta; orientada su enseñanza, que pretende orientar a las personas en la búsqueda del bien y de la justicia, convencido como estaba que la virtud puede enseñarse. Sócrates identificaba la virtud con el conocimiento: no se puede hacer lo justo si no se lo conoce, pero también es imposible dejar de hacer lo justo una vez que se lo conoce. Según este intelectualismo moral, lo único que hace falta para hacer a las personas virtuosas es enseñarles en que consiste la virtud verdadera. Además, Sócrates pensaba que toda persona tiene conocimiento pleno de la verdad última contenida dentro del alma y que sólo necesita ser estimulada por reflejos conscientes para darse cuenta de ella (mayéutica).Sócrates creía en la superioridad de la discusión sobre la escritura, no dejó nada escrito, y por lo tanto pasó la mayor parte de su vida de adulto en los mercados y plazas públicas de Atenas, iniciando diálogos y discusiones con todo aquel que quisiera escucharle, y a quienes solía responder mediante preguntas. Este
  • 4. comportamiento correspondía a la esencia de su sistema de enseñanza, un método denominado mayéutica, o arte de alumbrar los espíritus, es decir, lograr que el interlocutor descubra sus propias verdades. La contribución de Sócrates a la filosofía ha sido de un marcado tono ético. La base de sus enseñanzas y lo que inculcó, fue la creencia en una comprensión objetiva de los conceptos de justicia, amor y virtud y el conocimiento de uno mismo. Creía que todo vicio es el resultado de la ignorancia y que ninguna persona desea el mal; a su vez, la virtud es conocimiento y aquellos que conocen el bien, actuarán de manera justa. Según los testimonios de su época, Sócrates era poco agraciado y corto de estatura, elementos que no le impedían actuar con gran audacia y gran dominio de sí mismo. Apreciaba mucho la vida y alcanzó popularidad social por su viva inteligencia y un sentido del humor agudo desprovisto de sátira o cinismo. Las ideas principales de la filosofía socrática fueron: 1. El estudio propio de la filosofía es el hombre. Sócrates no se ocupaba de las cuestiones metafísicas como tal. Él creía que la filosofía debe lograr resultados prácticos en forma de un mayor bienestar para el hombre, el individuo y para la humanidad en la sociedad. Por lo tanto, el estudio propio de la filosofía es el hombre. En la búsqueda de este estudio, los intereses de Sócrates se centran en la ética y la política. 2. Ética natural. Sócrates trató de establecer un sistema ético basado en la razón humana, más que en las directivas teológicas. 3. Conocimiento y sabiduría. Sócrates afirmó que el mayor bien para cualquier ser humano es la felicidad. Cualquiera que sea la acción que un hombre elige está motivado por su deseo de felicidad. El conocimiento, la virtud y la sabiduría son lo mismo, puesto que el hombre elige una acción de acuerdo a lo que cree que le traerá la felicidad más grande. Por lo tanto, mientras mas sabiduría tenga el hombre, mayor es su capacidad para razonar la elección correcta y elegir las acciones que verdaderamente la felicidad para él. 4. Auto-conocimiento. El mayor conocimiento es poseído por esa persona que realmente se conoce a sí mismo. Este conocimiento constituye la sabiduría última. Se capacita al hombre para actuar de manera virtuosa en todo momento, porque él sabe lo que le traerá la felicidad verdadera. 5. Política. Sócrates no estaba de acuerdo con la tiranía o la democracia. Él creía que la mejor forma de gobierno era uno gobernado por un individuo que posee la mayor capacidad, el conocimiento y la virtud. La doctrina de Sócrates: Ética En la ética, Sócrates no supero el prejuicio de la intelectualidad griega, que hizo que la práctica dependa totalmente de la teoría. Es suficiente conocer la virtud para ser virtuoso. Todo el mundo quiere ser feliz. Si no se alcanza la felicidad, es porque no sabe el camino que conduce a la felicidad. En consecuencia, los llamados hombres malos son en realidad sólo ignorantes, el mal se reduce a error. Como vicio es sinónimo de ignorancia, de modo que el conocimiento del bien es sinónimo de virtud. Así, es fácil ver por qué Sócrates, que pretende
  • 5. formar a un joven virtuoso, restringiendo su enseñanza a la búsqueda de conceptos morales. La cuestión moral del conocimiento del bien estuvo en el centro de las enseñanzas de Sócrates, con lo que imprimió un giro fundamental en la historia de la filosofía griega, al prescindir de las preocupaciones cosmológicas de sus predecesores. El primer paso para alcanzar el conocimiento, y por ende la virtud (pues conocer el bien y practicarlo era, para Sócrates, una misma cosa), consistía en la aceptación de la propia ignorancia. Con su conducta, Sócrates se granjeó enemigos que, en el contexto de inestabilidad en que se hallaba Atenas tras las guerras del Peloponeso, acabaron por considerar que su amistad era peligrosa para aristócratas como sus discípulos Alcibíades o Critias; oficialmente acusado de impiedad y de corromper a la juventud, fue condenado a beber cicuta después de que, en su defensa, hubiera demostrado la inconsistencia de los cargos que se le imputaban. Según relata Platón en la apología que dejó de su maestro, éste pudo haber eludido la condena, gracias a los amigos que aún conservaba, pero prefirió acatarla y morir, pues como ciudadano se sentía obligado a cumplir la ley de la ciudad, aunque en algún caso, como el suyo, fuera injusta. Peor habría sido la ausencia de ley. Sócrates no escribió ningún libro ni tampoco fundó una escuela regular de filosofía. Todo lo que se sabe con certeza sobre su personalidad y su forma de pensar se extrae de los trabajos de dos de sus discípulos más notables: Platón, que atribuyó sus propias ideas a su maestro y el historiador Jenofonte, un escritor prosaico que quizá no consiguió comprender muchas de las doctrinas de Sócrates. Sócrates contrapuso a la escala de valores tradicionales de los griegos antiguos la fuerza física, la riqueza, la fama y el poder - un valor de índole espiritual consistente en la obtención de la sabiduría por medio del conocimiento de la propia alma. Para Sócrates, la ciencia o sabiduría que busca el filósofo, es esencialmente virtuosa, mientras que quien permanece en la ignorancia incurre en el vicio. El primer paso para alcanzar esa virtud del saber, es reconocer la propia ignorancia. El obrar moral del hombre responde a los mandatos que cada uno lleva en su alma. Pero Sócrates introdujo también el concepto de la jerarquía entre los valores, considerando que existe una graduación interna de los valores. Por lo tanto, para obrar justamente, es preciso atenerse a la tendencia del hombre a la perfección que se consigue con el ejercicio de la virtud. Actuar según la virtud es posible cuando se posee el conocimiento del Bien y del Mal, porque, en tal posesión del saber, la práctica del bien es el resultado espontáneo del obrar humano. El hombre que actúa mal, en consecuencia, no lo hace por ser malo, sino porque está en la ignorancia de la virtud. a moral que propone Sócrates se origina y se nutre en sí misma; en ella, el obrar correctamente es resultado de la reflexión que el hombre hace sobre las
  • 6. exigencias de su alma, de tal manera que esencialmente se convierte en juez de sí mismo. Esta concepción del llamado “intelectualismo moral”, es a menudo criticada en función del concepto de voluntad. Pero no se puede perder de vista que, en definitiva, su aporte a la concepción de la regla moral como algo absolutamente íntimo y personal es sumamente valioso, y no significa para nada la prescindencia de la consideración de la existencia de las reglas morales como tale. Enfrentado al problema religioso, que más tarde en Filosofía será “el problema de Dios”, Sócrates percibe que no es admisible atribuir a los dioses todo el poder y toda la razón. Considera Sócrates que el hombre posee el poder propio de la razón humana; pero que ésta tiene sus límites, mientras que sólo la razón divina es capaz de pasar más allá de esos límites. Sócrates critica a aquellos que niegan la existencia de una razón divina, que preside todos los acontecimientos. Pero, en la medida en que considera “insensato” consultar al Oráculo para resolver aquello que los hombres deben resolver por sí mismos - y afirma que eso persigue eludir la propia responsabilidad de decidir en relación a los acontecimientos de la propia realidad - se anticipa a plantearse la cuestión del “libre albedrío”, que será tema de gran importancia para las filosofías posteriores, sobre todo en el cristianismo. A propósito de una lectura de Anaxágoras referente a su concepto del “Nous” o inteligencia creadora, concluye que existe una inteligencia, que es una sabiduría que habita en todo lo que existe, que ve todo lo que ocurre y que gobierna todas las cosas. La inteligencia está en el origen y en el orden de todas las cosas, como un opuesto al azar. Percibe con ello la existencia de una gran armonía y coherencia en la Naturaleza; con lo cual se encuentra a un paso de sustentar que existe una inteligencia única y superior, lo que equivale a vislumbrar los fundamentos filosóficos de las concepciones religiosas de base monoteísta. Desde este punto de vista - si bien no fue éste el tema planteado en el proceso que le fue seguido por impiedad - puede pensarse que, después de todo, realmente el pensamiento socrático contenía una amenaza para la religión oficial de Atenas. Sócrates centró su interés en la problemática del hombre, supo llegar al fondo de la cuestión, como para admitir que era un sabio en esta materia: “Por la verdad, ¡oh! atenienses, y por ninguna otra razón me he ganado este nombre, si no es a causa de una cierta sabiduría. ¿Y cuál es esta sabiduría? Tal sabiduría es precisamente la sabiduría humana (es decir, aquella que puede tener el hombre sobre el hombre): y con esta sabiduría es verdaderamente posible que yo sea sabio”. ¿Cuál es la naturaleza y la realidad última del hombre? ¿Cuál es la esencia del hombre? Son las preguntas que trata de responder Sócrates.
  • 7. Finalmente se llega a una respuesta precisa e inequívoca: el hombre es su alma, puesto que su alma es precisamente aquello que lo distingue de manera específica de cualquier otra cosa. Sócrates entiende por alma nuestra razón y la sede de nuestra actividad pensante y ética. En pocas palabras: el alma es para Sócrates el yo consciente, es decir, la conciencia y la personalidad intelectual y moral. En consecuencia, gracias a este descubrimiento “Sócrates creó la tradición moral e intelectual de la que Europa ha vivido siempre, a partir de entonces” (A. E. Taylor). Uno de los mayores historiadores del pensamiento griego ha precisado aún más: “la palabra alma, para nosotros, debido a las corrientes espirituales a través de las cuales ha pasado a lo largo de la historia, siempre suena con un matiz ético y religioso; al igual que las palabras “servicio de Dios” y “cura de almas” (también utilizadas por Sócrates), suena a cristiana. Pero este significado superior lo adquirió por primera vez en la predicación protréptica de Sócrates (W. Jaeger). Es evidente que si el alma es la esencia del hombre, cuidar de sí mismo significa cuidar no el propio cuerpo sino la propia alma, y enseñar a los hombres el cuidado de la propia alma es la tarea suprema del educador, que fue precisamente la tarea que Sócrates consideró haberle sido encomendada por el Dios, como se lee en la Apología: “Que ésta… es la orden del Dios; y estoy persuadido de que para vosotros no habrá mayor bien en la ciudad que esta obediencia mía al Dios. En verdad, a lo largo de mi caminar no hago otra cosa que persuadiros, a jóvenes y viejos, de que no es el cuerpo de lo que debéis preocuparos ni de las riquezas ni de ninguna otra cosa, antes y más que del alma, para que ésta se convierta en óptima y otra cosa, antes y más que del alma, para que ésta se convierta en óptima y virtuosísima; y que la virtud no nace de la riqueza, sino que la riqueza nace de la virtud, así como todas las demás cosas que constituyen bienes para el hombre, tanto para los ciudadanos individuales como para la polis”. Uno de los razonamientos fundamentales realizado por Sócrates para probar esta tesis es el siguiente. Uno es el instrumento del cual nos valemos y otro es el sujeto que se vale de dicho instrumento. Ahora bien, el hombre se vale del propio cuerpo como de un instrumento, lo cual significa que son cosas distintas el sujeto –que es el hombre- y el instrumento, que es el cuerpo. A la pregunta de ¿qué es el hombre?, no se podrá responder que es el cuerpo, sino que es aquello que se sirve del cuerpo, la psyche, el alma (la inteligencia) es la que se sirve del cuerpo, de modo que la conclusión es inevitable: “Nos ordena conocer el alma aquel que nos advierte “Conócete a ti mismo”. Sócrates llevó esta doctrina suya hasta tal punto de conciencia y de reflexión crítica, que logró deducir todas las consecuencias que lógicamente surgen de ella, como veremos en seguida.
  • 8. En griego lo que nosotros llamamos “virtud” se dice areté y significa aquella actividad y modo de ser que perfecciona a cada cosa, haciéndola hacer aquello que debe ser. (Los griegos hablaban, por lo tanto, de una virtud de los distintos instrumentos, de una virtud de los animales, etc.; por ejemplo, la virtud del perro consiste en ser un buen guardián, la del caballo, en correr con rapidez, y así sucesivamente). En consecuencia la virtud del hombre no podrá ser más que lo que hace que el alma sea como debe ser, de acuerdo con su naturaleza, es decir, buena y perfecta. En esto consiste, según Sócrates, la ciencia o conocimiento, mientras que el vicio será la privación de ciencia y conocimiento, es decir, la ignorancia. De este modo Sócrates lleva a cabo una revolución en la tabla tradicional de los valores. Los verdaderos valores no son aquellos que están ligados a las cosas exteriores, como la riqueza, el poder o la fama, y tampoco aquellos que están ligados al cuerpo, como la vida, la fuerza física, la salud o la belleza, sino exclusivamente los valores del alma que se hallan todos incluidos en el conocimiento. Por supuesto, esto no significa que todos los valores tradicionales se conviertan en antivalores, sin más; significa sencillamente que por sí mismos carecen de valor. Sólo se convertirán en valores si se utilizan como lo exige el conocimiento, es decir, en función del alma y de su areté. El proceso a Sócrates. A mediados del Siglo V, en la época de Sócrates, los tiempos del apogeo de Atenas estaban terminando. En el 431 A.C. estalló la guerra con Esparta, la Guerra del Peloponeso, en medio de unas epidemias de peste que mataron a una gran parte de su población, incluido el propio Pericles que era el símbolo vivo de su grandeza. Los primeros desenvolvimientos de la Guerra del Peloponeso no fueron favorables a los atenienses. De tal manera, hacia el 415 A.C. se propusieron realizar un gran movimiento estratégico y emprender la conquista de Sicilia construyendo una gran flota. Comandaba la flota Alcibíades, un alumno de Sócrates, que formaba parte de un grupo de jóvenes disolutos, ricos y aristócratas, que se caracterizaban por cuestionar las tradiciones. Pocos días antes de la fecha de partida de la flota, ocurrió que al amanecer se advirtió en Atenas que todas las estatuas de los dioses habían sido mutiladas de sus órganos masculinos; lo que fue tomado como un presagio de derrota. Se culpó a Alcibíades, quien huyó a Esparta y se puso a su servicio. La expedición a Sicilia, fue un fracaso. En el 411 A.C., Atenas enfrentó una conspiración de la cual resultó el gobierno de los Treinta Tiranos, entre ellos Critias y Carmónides. Su concepción era restablecer en Atenas el respeto a las tradiciones. En 432 A.C., al principio de la Guerra del Peloponeso, se había establecido en Atenas el delito
  • 9. de asébeia o impiedad, que consistía en poner en cuestión la existencia de los dioses. Esta ley se había aplicado a Anaxágoras y al gran escultor Fidias, autor de los principales templos de la ciudad. Al primero por impartir enseñanzas contrarias a la religión en cuanto al Sol y la Luna; y al segundo por haber pretendido divinizarse al representarse a sí mismo, en una estatua de un templo. Por su calidad de ciudadano ateniense, parece que en varias oportunidades correspondió a Sócrates ocupar los cargos públicos anuales, que se elegían por sorteo. Cuenta Jenofonte que durante la Guerra del Peloponeso, habiendo sido derrotada la flota ateniense, Sócrates se opuso, en nombre de las leyes de la ciudad, a que se juzgara y condenara en conjunto a los jefes de la flota. En 404 A.C., luego de la derrota por Esparta, el gobierno de los Treinta Tiranos dispuso detener a un ciudadano llamado León de Salamina; para lo cual, siguiendo las normas del caso, se designó por sorteo a 5 ciudadanos para ir a arrestarlo, entre ellos Sócrates que, sin cumplir con ello, se volvió a su casa. Sin embargo, al parecer eso no le ocasionó ningún contratiempo. Finalmente, cinco años después los Treinta Tiranos habían sido derrocados por el partido democrático de Atenas; restableciendo las antiguas instituciones de la polis. Entre quienes más habían contribuido a ello, se contaba Anito. Según la versión de Jenofonte, Anito había hecho fortuna con una curtiembre que, como todas las actividades productivas atenienses, empleaba esclavos. También Anito tenía un hijo, y al parecer Sócrates le reprochaba la forma en que lo educaba, diciendo que lo estaba educando para ser un curtidor y no un ciudadano de Atenas. Ante un tribunal de 501 ciudadanos atenienses elegidos por sorteo, Sócrates fue acusado por Meleto, “de no creer en los dioses en que cree la ciudad, de introducir divinidades nuevas, y de corromper a los jóvenes”. La acusación fue secundada por Licón y también por Anito, que parecería haber sido su promotor. Se le imputaba el delito de impiedad; en caso de ser hallado culpable, la sentencia era la muerte por medio de un veneno, la cicuta. Nacido, criado, habitante y ciudadano de Atenas toda su vida, Sócrates era un personaje absolutamente conocido en la ciudad. La “corrupción de los jóvenes” que se le atribuía, no se refería a otra cosa que a su enseñanza contraria a las tradiciones. Según cuenta Jenofonte, cuando Sócrates demandó a su acusador que mostrara alguno de los por él corrompidos, Meleto mencionó a todos aquellos que había convencido a seguir su autoridad en vez de la de sus padres. El proceso de Sócrates solamente es conocido por los relatos de Platón y Jenofonte, sus amigos, que por supuesto le tienen simpatía. En el relato de Platón, el discurso de defensa de Sócrates es la oportunidad de exponer su doctrina, según la cual la virtud, la justicia y la verdad no son cuestiones que puedan resolverse según las costumbres, sino conforme a las exigencias de la razón.
  • 10. En la primer votación, 280 jurados lo consideraron culpable y 211 inocente. Se le requirió que propusiera una pena alternativa de la de muerte, como pagar una multa. Sócrates, considerando que su enseñanza había sido en bien de la ciudad, propuso que como a los campeones de las Olimpíadas, se le alojara en un palacio y la ciudad pagara su sustento. Cuando se hizo la votación acerca de la pena a aplicarle, 361 optaron por la pena de muerte, y 140 por la que Sócrates propusiera como alternativa. La sentencia de muerte no podía ejecutarse en Atenas hasta que volviera el barco sagrado que había sido enviado a Delos para conmemorar el triunfo de Teseo sobre el Minotauro. Pasaron 30 días, durante los cuales sus amigos le instaron a fugarse bajo su protección; pero Sócrates sostuvo que el primer deber del ciudadano ateniense era respetar sus leyes. Conclusiones Una de las razones que justifican el estudio de la filosofía es que nos enseña a pensar con mayor claridad en un amplio conjunto de problemas. Los métodos del pensamiento filosófico resultaran útiles en muchas situaciones, porque el análisis de los argumentos en pro o en contra de una determinada posición se puede aplicar a cualquier orden de la vida. Por lo tanto la filosofía es una actividad humana que se motiva en la necesidad de comunicar las particularidades de nuestra experiencia, ese vivir produce asombro y el asombro es solo uno de los comienzos en que llegamos a planteamos preguntas, las analizamos, las contestamos y argumentamos las respuestas. Ahora bien, dicha actividad humana también se ocupa de examinar cuidadosamente los conceptos y las estructuras conceptuales con base en las cuales pensamos nuestra realidad que inducen o posibilitan los cambios sociales, políticos, artísticos y morales, todo esto requiere de una actitud crítica, la cual consiste en estar en disposición de examinar todas nuestras creencias, la cual envuelve a su vez la actividad de razonar, que sencillamente nuestra capacidad de comprender y evaluar razones mediante el argumento. La disciplina que evalúa argumentos es la lógica, por lo tanto, para hacer filosofía hay que comprender los procesos básicos de ella. El saber argumentar pasa por las proposiciones, las premisas, la conclusión, la verdad, la validez y su aplicabilidad, todo esto fue planteado por Sócrates y es por ello que muchos filósofos concuerdan que él fundador de la filosofía moral, la cual ha tenido peso en la filosofía occidental, incluso en nuestros días. En la doctrina de Sócrates destacan los siguientes aspectos:  El Conocimiento de sí mismo, es el primer principio de la filosofía socrática, así que todo mortal que deseé ser sabio debe partir de su raíz, enfocando su estudio y conocimiento del hombre como ser moral, llegándose a estudiar así mismo. Sócrates será un escéptico con respecto al mundo y a las ciencias físicas, expresándolo mediante el aforismo que repetía con cierta frecuencia: Sólo sé que no sé nada.  El método socrático tiene su punto de partida en la observación de los fenómenos, en la reflexión y los análisis razonados. Por eso, la variabilidad y flexibilidad de su método de enseñanza, hacía que el oyente o discípulo se sintiera maravillado. A veces Sócrates aparentaba ignorancia del objeto en
  • 11. cuestión, realizaba preguntas intencionadas y dialécticas, empleando a su debido tiempo, la inducción y la analogía, esto provocaba dudas en el diálogo y ahora, las cuestiones sencillas se empezaban a complicarse, sin embargo Sócrates conducía insensiblemente a sus oyentes al conocimiento de la verdad y esta a su vez salía espontáneamente del fondo de la conciencia. Sócrates utilizó la técnica de la pregunta en su método, tales preguntas estaban formuladas bajo el siguiente estilo: ¿Qué pretendes decir realmente con…?; ¿cómo llegas a esa conclusión?; ¿realmente qué estás diciendo?; ¿qué consecuencias tendría sí fuese falso …?; ¿realmente dices la verdad?; ¿qué tan importante es…?  El ser humano está obligado a investigar el bien y conectarlo en su conducta, una vez conocido. Debe alejarse de las pasiones y las malas inclinaciones, sujetándolas a la razón para así conseguir la perfección moral cuya finalidad verdadera es la felicidad del ser en el espacio y tiempo que lo rodea. Señala Sócrates que lo importante no es el vivir, sino el vivir bien, conforme a las normas morales y la justicia. Así que la armonía radica en obedecer dichas normas y creer en la justicia, por lo tanto no se debe tomar venganza de las injurias, ni devolver mal por mal, el llamado "ojo por ojo y diente por diente". Se debe anteponer la justicia y el patriotismo, cumpliendo las leyes. Las virtudes básicas como la prudencia, la justicia, la templanza y la fortaleza serán las bases de la perfección moral del ser humano. Bibliografía Domínguez, L. (2004). Sócrates. Buenos Aires: Editorial Kapelusz. Echegoyen, J. (2009). Historia de la Filosofía. Madrid: Editorial Paidos. Guthrie, W. (2003). Historia de la Filosofía griega. Madrid: Editorial Gredos. Pérez, C. (2007). Sócrates y los Sofistas, La Vida en La Polis. España: Ediciones Hare. Sobrino, L. 82008). Perfiles Filosóficos. El Salvador: Editorial Espíritu-Salt. Real Academia Española. (2001). Diccionario de la Lengua Española. Madrid: Editorial Espasa-Calpe