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¿CONOZCO A DIOS?
Edición en español publicada por
Editorial Vida – 2009
Miami, Florida
© 2009 por Editorial Vida
Originally published in English under the title:
Do I Know God? By Tullian Tchividjian
©2007 by Tullian Tchividjian
Published by Multnomah Books
an imprint of The Crown Publishing Group, a division of Random House, Inc.
12265 Oracle Boulevard, Suite 200
Colorado Springs, Colorado 80921 USA
All non-English language rights are contracted through:
Gospel Literature International
P.O. Box 4060, Ontario, California 91761-1003 USA
This translation published by arrangement with Multnomah Books,
An imprint of The Crown Publishing Group, a division of Random House, Inc.
Traducción: Marcela Robaina
Edición: José Ruiz
Diseño interior: Cathy Spee
Diseño de cubierta: Base Creativa
RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS. A MENOS QUE SE INDIQUE
LO CONTRARIO, EL TEXTO BÍBLICO SE TOMÓ DE LA SANTA BIBLIA
NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL. © 1999 POR LA SOCIEDAD BÍBLICA
INTERNACIONAL.
ISBN: 978-0-8297-5556-5
CATEGORÍA: Vida cristiana/Crecimiento espiritual
IMPRESO EN ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA
PRINTED IN THE UNITED STATES OF AMERICA
09 10 11 12 ___ ___ 6 5 4 3 2 1
La misión de Editorial Vida es ser la compañía líder en comunicación
cristiana que satisfaga las necesidades de las personas, con recursos
cuyo contenido glorifique a Jesucristo y promueva principios bíblicos.
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Contenido
Prólogo por Billy Graham 11
1. La esperanza de la certeza 13
¿Es realmente posible conocer a Dios?
2. Una verdadera relación con Dios 25
¿Qué significa conocer de verdad a Dios?
3. Cómo no quedar entre los «muchos» 41
La Biblia advierte sobre la falsa seguridad,
¿cómo puedo saber a ciencia cierta que
no me estoy engañando?
4. La promesa de la proximidad 55
Si soy sinceramente religioso y espiritual,
¿significa eso que conozco a Dios?
5. Esforzarse para, esforzarse en 65
¿Cuál es la relación entre la fe que
salva y las buenas obras?
6. El valor de su Palabra 83
¿De qué manera creer en las promesas
de Dios me da la certeza de mi salvación?
7. La sensación de la presencia divina 101
¿De qué manera mis sentimientos
me convencen de mi salvación?
8. Pruebas exteriores de hechos interiores 113
¿De qué manera mi obediencia me
da la certeza de mi salvación?
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9. La búsqueda práctica de la certeza 129
¿Qué puedo hacer para experimentar la
certeza de mi salvación?
10. El conocimiento de Dios en la noche oscura 143
¿Cómo puedo tener la certeza de
la presencia de Dios cuando lo que
más siento es su ausencia?
11. Lo mejor está aún por venir 155
¿Qué promete para mi eternidad el
saber que pertenezco a Dios?
Reconocimientos 169
Guía de estudio 173
Notas 185
Índice temático 190
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Prólogo
El libro que tienes en tus manos contiene el mensaje que lle-
vo proclamando desde hace más de sesenta años. Desde mi
primer libro, Paz con Dios, publicado en 1953, hasta el más
reciente, The Journey [El viaje], mi objetivo ha sido ayudar
a las personas a entender cómo pueden verdaderamente co-
nocer a Dios.
Hacia el final de mi vida en este mundo, mi oración más
sentida ha sido que Dios levantara una nueva generación de
voces comprometidas con la proclamación de las buenas nue-
vas que, en la persona de Jesucristo, Dios vino a este mundo
perdido a rescatar a los pecadores de su pecado, a convertir a
los esclavos en sus hijos. Este libro, escrito por mi nieto Tu-
llian Tchividjian, es una respuesta a mi oración. Dios levantó
a Tullian para un momento como el que nos toca vivir, para
proclamar con valor a la presente generación que no hay nada
que sea más importante que conocer a Dios.
Como encontrarás en las siguientes páginas, Tullian tuvo
sus luchas en su juventud, antes de que Dios le hiciera llegar
a esta conclusión. Aunque Tullian se crió en un amante ho-
gar cristiano, estuvo decidido a alejarse de todo lo que Dios
le había dado. Después de vagar alejado de Dios y buscar
durante años la satisfacción y la seguridad, Dios respondió a
nuestras oraciones y le devolvió la vista a Tullian para ayu-
darlo a comprender que solo una relación con Dios puede
saciar nuestra sed de contentamiento.
Casi de la noche a la mañana, mi esposa y yo vimos un
cambio radical en Tullian. Su búsqueda de la verdad, inspira-
da por Dios, nos contagió a todos. Él pasó los siguientes siete
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¿Conozco a Dios?12
años de su vida en la universidad y el seminario, estudiando
la Biblia, filosofía, nuestra cultura, la historia de la iglesia,
teología y las lenguas bíblicas. Siguió el consejo de mi amigo
John Stott, de ser un hombre con dos oídos: para estar atento
tanto a las interrogantes del mundo como a las respuestas de
la Palabra de Dios.
Su combinación singular de experiencias de vida y ca-
pacidad teológica lo convierten en un prudente consejero bí-
blico para su generación. Tullian es un predicador dinámico,
ha formado una iglesia, y ahora plasma sus pensamientos en
estas páginas. Presenta su caso con claridad y convocatoria y,
lo que es más importante, con fundamento bíblico.
Mi oración es que tú, lector, escuches con mucha aten-
ción a lo que mi nieto dice aquí. Después de la Biblia, posi-
blemente este sea el libro más importante que podrías leer,
porque te ayudará a responder a la pregunta más importante
que podrías hacerte: ¿Conozco a Dios?
— Billy Graham
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1
La esperanza de la
certeza
¿Es realmente posible
conocer a Dios?
Sé en quién he creído, y estoy seguro de que tiene
poder para guardar hasta aquel día lo que le he
confiado.
El apóstol Pablo (2 Timoteo 1:12)
Era la semana después de Navidad; la oficina estaba en si-
lencio. La mayoría de nuestros trabajadores de la Iglesia
New City se habían ido de la ciudad o estaban en sus hogares
con su familia. Yo también me había tomado esa semana de
vacaciones, pero una mañana pasé por la oficina para recoger
unos libros. Haría solo unos minutos que había llegado cuan-
do una persona traspasó el umbral. Se llamaba Mike. Hacía
un tiempo que él y su familia asistían a la Iglesia New City.
Qué importaba que estuviéramos de vacaciones, Mike tenía
una pregunta que no admitía demora.
Se dejó caer en una silla junto a la ventana. Me confesó
que llevaba más de una hora sentado en el estacionamiento,
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¿Conozco a Dios?14
debatiendo en su interior si se decidía a entrar y conversar
conmigo. Finalmente se animó y entró con el fin de plan-
tearme una pregunta: «¿Cómo puedo saber que conozco a
Dios?».
Mientras hablábamos, me resultó claro que hacía por lo
menos un año, desde que yo había predicado un sermón sobre
Mateo 7, que Mike vivía angustiado por esta pregunta. Se
trata del capítulo en que Jesús advierte que habrá muchos que
atraviesan la vida creyendo que conocen a Dios, solo para
ser recibidos por Dios en la eternidad con las palabras esca-
lofriantes: «Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de
maldad!» (versículo 23).
Esas nueve palabras, «Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí,
hacedores de maldad!», atormentaban a Mike. Estaba ator-
mentado por la tragedia simple y llana que transmiten: que
un individuo puede estar tan equivocado sobre su percepción
de una relación importante que puede transitar por la vida
creyendo que conoce a Dios solo para escuchar una frase ate-
rradora cuando llegue el final.
«¿Es siquiera posible, Tullian, conocer a Dios?», pregun-
tó Mike. «Quiero decir, realmente conocerlo».
Mike explicitó más su pregunta: Si conocer a Dios en
esta vida determina si somos o no dignos de una bienvenida
eterna, lo que está en juego es aún más importante. «¿Cómo
puedo saber que conozco a Dios?», preguntó.
Bastaba mirar el rostro de Mike para entender que no ha-
bía venido a mi oficina durante la semana de Navidad solo
para «disparar contra el predicador», con el afán de importu-
narme con preguntas. Mike estaba confundido y angustiado,
hostigado por sus dudas. Quería respuestas. Es más, necesi-
taba respuestas.
Detrás de esta historia hay otra historia que tal vez con-
venga que sepamos, algo que obligaba a Mike a llegar al fon-
do de esta cuestión de conocer a Dios. Antes de comenzar a
asistir a la Iglesia New City, Mike era una persona que con-
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151. La esperanza de la certeza
curría asiduamente a la iglesia. Eso cambió cuando Mike en-
fermó de cáncer. El primer domingo que Mike vino a nuestra
iglesia, se presentó y me puso al tanto de su grave enferme-
dad. Mi pidió que oráramos con él y con su familia, y así lo
hicimos. Hoy, podemos estar agradecidos de que el cáncer
de Mike está en remisión. Sin embargo, cualquiera que haya
tenido un roce con la muerte está más propenso a pensar en
profundidad y plantearse con valor las preguntas importantes
de la vida.
Por supuesto, Mike no está solo. Conozco personas casi
todos los días que se preguntan si Dios es cognoscible y, si lo
fuera, qué significa tener una relación con él. Hace poco, re-
cibí un correo electrónico de un amigo llamado Curt. Aunque
él dice que es cristiano, hace ya un tiempo que él y su novia
luchan por integrar su relación individual con Dios a la rela-
ción que tienen entre ellos. Hace poco rompieron. Desolado
y confundido, Curt no deja de preguntarse desde entonces si
la relación que él tiene con Dios es genuina. Cuando se enteró
de que yo estaba escribiendo este libro, me escribió:
Desde que Jill y yo rompimos, tengo la sensación
de que me estoy alejando de Dios; necesito ayuda.
Cuando leí su correo en el que nos describía el
libro que está escribiendo, casi no pude llegar al
final de la carta, pero algo me dijo que continuara
leyendo. No puedo dejar de pensar que Dios quie-
re que tome un poco más en serio mi relación con
él. Hace tiempo que quiero concertar una entre-
vista con usted, pero soy demasiado orgulloso y
me cuesta admitir algo: conozco a Dios menos de
lo que me agrada pensar que lo conozco. Sé que
usted está muy ocupado, pero cuando las cosas
se calmen un poco, me pondré en contacto con
usted.
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¿Conozco a Dios?16
EL ANSIA HUMANA DE CONOCER
Las preguntas que inquietan a Mike y Curt me llevaron a
plantearme una observación elemental pero crítica: en el cur-
so de la historia las personas se dividen en dos grupos: las
que conocen a Dios y las que no lo conocen. Así de simple.
Tan cierto como devastador.
Gracias a Dios, ese no es el fin de la historia. De nin-
gún modo. Por ejemplo, la Biblia deja bien claro que si uno
no sabe a qué grupo pertenece, no tiene necesidad de seguir
confundido. Si tienes una relación con Dios, él quiere que lo
sepas. De igual modo, si no tienes una relación con Dios, él
también quiere que lo sepas.
La Biblia además nos muestra que la otra cara de la mo-
neda de estas afirmaciones categóricas también se cumple.
Dios no quiere que creas que tienes una relación con él si
no la tienes efectivamente, como tampoco quiere que pienses
que no tienes una relación con él si la tienes.
En estas cuestiones, la ignorancia no es sinónimo de feli-
cidad. Pero no es necesario permanecer en la ignorancia.
En el fondo, tú y yo fuimos creados para anhelar y nece-
sitar a Dios. De hecho, como veremos en las páginas a con-
tinuación, él nos formó específicamente para tener una rela-
ción íntima y llena de vida con él. Por eso, cuando nuestra
relación con él se enfría o no estamos seguros de cómo es
nuestra relación con él, nos sentimos inquietos, apagados,
como si nos faltara algo. No importa quiénes somos ni cuán
seguros nos sintamos en otras áreas de la vida, como seres
creados a la imagen de Dios, anhelamos el tipo de certeza
que solo es posible cuando tenemos una auténtica relación
con Dios.
¿Te identificas con esta profunda necesidad humana de
claridad y de certeza con respecto a una relación con Dios?
De ser así, este libro está dirigido a ti. Mi propósito fue res-
ponder a la pregunta fundamental de Mike, Curt y de todos
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171. La esperanza de la certeza
los que buscan sinceramente respuestas espirituales fiables a
la pregunta más importante de la vida: «¿Conozco a Dios?».
NUESTRA GENERACIÓN DUDOSA
Debemos reconocer algo desde el principio: la mayoría de la
gente hoy en día es extremadamente suspicaz con respecto
a la palabra certeza. Por una parte, parecería que ya no es
posible tener certezas. Nuestro mundo está asolado por las
guerras, las revoluciones sociales, los desastres naturales, las
epidemias recurrentes, la discriminación racial y la violencia
clasista, y el terrorismo. La lista podría continuar. Por otra
parte, a nivel más personal, hay millones de personas que lu-
chan día tras día con la inseguridad laboral, las separaciones
familiares, los matrimonios rotos, las dificultades económi-
cas y el temor.
En un mundo tan inestable, es difícil creer que podamos
estar seguros de algo en particular. O, para ser sinceros, que
tener certezas sea algo positivo y deseable.
Todos aprendimos que las certezas religiosas pueden con-
ducir al fanatismo que provoca atentados terroristas, como
los del 11 de septiembre de 2001. Con razón hemos llegado a
desconfiar y temer a quienes actúan guiados por cualquier có-
digo absoluto y extremo, especialmente si es de inspiración
religiosa. A nadie extraña que nuestra generación se sienta
más cómoda con el pluralismo, la tolerancia y el lenguaje de
los datos estadísticos.
No estaríamos muy alejados de la verdad si dijéramos que
la duda es el nuevo absoluto. Un artículo de la revista Time
hace poco sugería que adoptar la duda espiritual es la clave
para distender las tensiones políticas y culturales entre el Oc-
cidente y el Oriente. Al fin de cuentas, el escritor concluyó
que la duda espiritual es la única posición sincera porque «si
Dios trasciende nuestras categorías, no hay manera de com-
prender a Dios de manera segura».
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¿Conozco a Dios?18
¿Será esto con lo que tú y yo tendremos que conformar-
nos cuando buscamos certezas en Dios? ¿No podremos tener
otra convicción que la duda espiritual? Dado que Dios es in-
finito y nosotros somos criaturas finitas, dado que él es per-
fecto y que nosotros somos imperfectos, ¿es posible llegar a
tener una certeza absoluta cuando se trata de conocer a Dios?
Además, Isaías 55:8-9 dice:
«Porque mis pensamientos no son los de ustedes,
ni sus caminos son los míos —afirma el Señor—.
Mis caminos y mis pensamientos son más altos
que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre
la tierra!»
Mi primera respuesta a la pregunta que este libro se plan-
tea es una historia verdadera. Es la historia de un genio que
dijo: «No es seguro que todo sea inseguro». Se llamaba Blas
Pascal.
UN FILÓSOFO Y SU ENCUENTRO CON EL FUEGO
El 19 de agosto de 1662, el matemático, físico y filóso-
fo francés, Blas Pascal, murió a la temprana edad de treinta
y nueve años. Pascal, según el investigador inglés Malcolm
Muggeridge fue «sin lugar a duda uno de los más grandes
intelectos jamás salidos de Europa». Después de su muerte,
el criado de Pascal descubrió un trozo de pergamino cosido
cuidadosamente a su saco. En la parte superior del pergamino
estaba grabada una cruz y a continuación aparecían las si-
guientes palabras, que hoy se conocen como su «Memoria»:
En el año de gracia de 1654
Lunes, 23 de noviembre…
Entre aproximadamente las diez y media de la no-
che hasta pasada la medianoche.
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191. La esperanza de la certeza
Fuego
El «Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de
Jacob» [Éxodo 3:6], no el de los filósofos y
eruditos.
Certeza, certeza, sentida en el corazón, gozo, paz.
Dios de Jesucristo…
«Mi Dios, que es Dios de ustedes» [Juan 20:17].
«Tu Dios será mi Dios» [Rut 1:16].
El mundo en el olvido, todo olvidado excepto
Dios.
Él sólo puede ser hallado como nos enseñan los
Evangelios.
La grandeza del alma humana.
«Padre justo, aunque el mundo no te conoce, yo sí
te conozco, y éstos reconocen que tú me enviaste»
[Juan 17:25].
Gozo, gozo, gozo, lágrimas de gozo,
…....................
¡Que nunca me separe de él!
Solo lo puedo tener conforme a las enseñanzas del
evangelio.
Entrega dulce y completa.
Sumisión total a Jesucristo, mi director.
Gozo perdurable a cambio de un día de esfuerzo
en el mundo.
«Jamás olvidaré tu palabra» [Salmo 119:16]
¡Amén!1
¿A qué se debió esta efusión? El 23 de noviembre de
1654, Pascal se había salvado de la muerte cuando su carrua-
je casi se cae de un puente. Quince días después de su roce
con la muerte, Pascal tuvo un encuentro personal con Dios,
de tal magnitud, tan potente y poderoso, que lo plasmó con
esas palabras. Por el resto de su vida, Pascal las mantuvo cer-
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¿Conozco a Dios?20
ca de su corazón (literalmente) para nunca olvidar su «noche
de fuego», la noche en que su vida cambió para siempre.
El estar al borde de la tragedia condujo a Pascal a una
experiencia gozosa con la presencia de Dios: «Gozo, gozo,
gozo, lágrimas de gozo… ¡Que nunca me separe de él!». Pero
lo que siempre me fascinó de esta «Memoria» de Pascal es la
manera en que vinculó su experiencia de gozo y paz con la
certidumbre. Por ejemplo, descubrió la certidumbre del va-
lor supremo de Dios: «El mundo en el olvido, todo olvidado
excepto Dios». Estaba seguro de la gracia y de la compasión
de Dios. Estaba seguro del amor y del favor de Dios. Estaba
seguro de la bondad y de la misericordia de Dios. Estaba se-
guro de su recompensa futura como resultado de la completa
sumisión a Cristo: «Gozo perdurable a cambio de un día de
esfuerzo en el mundo». Conoció a Dios y sabía que había
conocido a Dios, y no al dios «de los filósofos y eruditos»,
sino al Dios vivo. Esa certeza dotó a su vida con la plenitud y
la grandeza del alma, que hasta entonces no había tenido.
Pocos hombres en la historia han ahondado tanto en la
naturaleza de la realidad como Pascal. Robert E. Coleman,
del Seminario Teológico Gordon Conwell, señala: «En una
época en que otras personas apenas habían comenzado a vis-
lumbrar la luz, [Pascal] ya había completado el ciclo del co-
nocimiento humano y al contemplar su vacío, dirigió el resto
de su energía a conocer a aquel en quien está escondida toda
la sabiduría y la gloria de Dios».2
Pascal descubrió en aquella noche de fervor algo simple:
el hombre o la mujer pueden conocer a Dios. Y saber que
conocemos a Dios cambia todo.
DIOS NO ESTÁ EN SILENCIO
Por supuesto, seguramente no seamos físicos, filósofos
ni matemáticos geniales como Pascal. Pocos quizás hayamos
vivido una noche de fervor con Dios. Por lo tanto, es lógico
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211. La esperanza de la certeza
que nos preguntemos: ¿La certeza de Dios es algo que está
disponible para la gente común y corriente que debe sopor-
tar límites muy reales?
Nuevamente, la respuesta de la Biblia es alentadora, por-
que este Dios quiere que lo conozcan y optó por revelarse a
nosotros. Como lo expresó bien Francis Schaeffer en el tí-
tulo de un libro: Dios está presente y no está callado. Por
supuesto, no podremos conocer todo sobre Dios, pero lo que
debemos conocer, podremos conocerlo. Como lo expresó el
teólogo R. C. Sproul:
La incomprensibilidad de Dios no significa que no sepa-
mos nada sobre Dios. Por el contrario, significa que nuestro
conocimiento de Dios es parcial y limitado, y que no pue-
de ser total e integral. El conocimiento que Dios nos da de
su persona, por medio de la revelación, es real y útil. Pode-
mos conocer a Dios en la medida que él decida revelarse a
nosotros.3
La propia naturaleza es el primer lugar donde Dios se re-
vela. En la antigüedad, los judíos consideraban que el mundo
físico eran las vestiduras de Dios: una piel luminosa, a veces
aterradora que cubría pero al mismo tiempo revelaba parcial-
mente el infinito divino. David, el salmista, escribió:
Los cielos cuentan la gloria de Dios,
el firmamento proclama la obra de sus manos.
Un día comparte al otro la noticia,
una noche a la otra se lo hace saber.
(Salmo 19:1-2)
Las huellas divinas se ven en todo: en los agujeros ne-
gros, en las nebulosas, en las salamandras rosadas, en los
cristales de hielo, en los botones de las hojas que se abren en
la primavera, en los hongos, en las partículas atómicas, en el
llanto de un bebé, en el rostro de un abuelo, en ti, en mí. C.
S. Lewis lo expresó bien: «Podemos ignorar la presencia de
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¿Conozco a Dios?22
Dios, pero nunca la podremos evadir. El mundo está lleno de
su presencia».
Toda la naturaleza apunta a un Dios radiante, bueno y
glorioso. Pablo describió la revelación de la que todos los
paganos del imperio romano habían sido testigos: «Lo que se
puede conocer acerca de Dios es evidente para ellos, pues él
mismo se lo ha revelado. Porque desde la creación del mundo
las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder
y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de
lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa» (Romanos
1:19-20).
Como todo lo creado revela de algún modo al Creador,
podemos decir con absoluta confianza que Dios se ha ma-
nifestado. Pero la revelación más indispensable y precisa de
Dios está en su Palabra, en la Biblia.
Si bien Dios se nos manifiesta generalmente en la natura-
leza y en todo lo bueno y verdadero que hay, Dios se revela
de manera particular en las Escrituras. La creación es una
manifestación de la grandeza divina; la Biblia no se limita a
mostrar su grandeza y nos revela cómo tú y yo podemos co-
nocer a este grandioso Dios. La Biblia es la historia de Dios.
En sus páginas aprendemos cómo Dios nos revela su plan
para restaurar a un mundo corrompido. La Biblia revela a
Dios «más que como un lejano arquitecto cósmico… o una
fuerza vital impersonal. Él es el Dios vivo, presente y activo
en todo lugar».4
Al leer la Biblia, nos encontramos con que la figura cen-
tral en el plan de Dios, el héroe de la historia de Dios, es el
propio Hijo de Dios, Jesús. Según Hebreos 1:3: «El Hijo [Je-
sús] es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo
que él es». Él es el Salvador que Dios envió para restablecer
el bien, reparar todo lo que se había roto, y reconciliar con
Dios a los seres humanos caídos y alejados de él, entre los
que estamos tú y yo. De la naturaleza aprendemos que somos
criaturas que dependen de un Creador. Las Escrituras nos en-
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231. La esperanza de la certeza
señan que somos pecadores que dependemos de un Salvador
(retomaremos este punto en el capítulo 2).
En la persona de Jesús, aprendemos algo vital sobre Dios:
Él quiere tener una relación con los seres humanos. Tan pro-
fundo es este deseo que pagó el precio más alto para que
pudiéramos tener una relación genuina e inconmovible con
él, y para toda la eternidad.
El ancla firme de tu ser
A medida que exploremos las respuestas a la pregunta
«¿Conozco a Dios?», examinaremos qué significa en reali-
dad tener una relación con Dios, cómo podemos tener una
relación auténtica con él, y qué podemos esperar de ella tanto
para el presente como para el porvenir. Dado que existe mu-
cha confusión en la actualidad con respecto a qué significa
ser espiritual o religioso, este libro también identificará seis
formas en que la gente se engaña creyendo que conocen a
Dios cuando en realidad no lo conocen.
En segundo lugar, este libro nos ayudará a examinarnos
para ver si estamos «en la fe» (2 Corintios 13:5), a fin de ase-
gurarnos «del llamado de Dios, que fue quien [nos] eligió» (2
Pedro 1:10). Para los cristianos, el resultado de esta rigurosa
verificación personal es poder gozar de una esperanza «como
firme y segura ancla del alma» que una verdadera relación
con Dios nos promete (Hebreos 6:19).
Por último, este libro sugiere algunos ejercicios devo-
cionales prácticos que nos ayudarán no solo a mantener esta
relación tan importante sino a prosperar emocional y es-
piritualmente en ella. Les animo a usar la guía de estudio
paralela a este libro, ya sea para su provecho personal como
para beneficio de un grupo de personas con inquietudes
similares.
Conocer a nuestro Creador, saber que él nos ama, y saber
que lo conocemos… esa es la promesa sencilla pero profunda
que este libro propone. Cuando finalmente comprendas esa
verdad, tu vida se transformará. Mi oración, mientras lees
55565_conozco a Dios_Int.indd 2355565_conozco a Dios_Int.indd 23 7/2/2009 9:45:44 AM7/2/2009 9:45:44 AM
¿Conozco a Dios?24
estas páginas, es que cuando acabes la lectura puedas decir
de corazón y con absoluta certeza:
Bendita certeza: ¡mío es Jesús!
dulce anticipo de gloria sin par.
Salvo por gracia, comprado por Dios;
su sangre preciosa me redimió.
Esta es mi historia, es mi canción.5
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Conozco a Dios Tullian Tchividjian

  • 1. 55565_conozco a Dios_Int.indd 355565_conozco a Dios_Int.indd 3 7/2/2009 9:45:42 AM7/2/2009 9:45:42 AM
  • 2. ¿CONOZCO A DIOS? Edición en español publicada por Editorial Vida – 2009 Miami, Florida © 2009 por Editorial Vida Originally published in English under the title: Do I Know God? By Tullian Tchividjian ©2007 by Tullian Tchividjian Published by Multnomah Books an imprint of The Crown Publishing Group, a division of Random House, Inc. 12265 Oracle Boulevard, Suite 200 Colorado Springs, Colorado 80921 USA All non-English language rights are contracted through: Gospel Literature International P.O. Box 4060, Ontario, California 91761-1003 USA This translation published by arrangement with Multnomah Books, An imprint of The Crown Publishing Group, a division of Random House, Inc. Traducción: Marcela Robaina Edición: José Ruiz Diseño interior: Cathy Spee Diseño de cubierta: Base Creativa RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS. A MENOS QUE SE INDIQUE LO CONTRARIO, EL TEXTO BÍBLICO SE TOMÓ DE LA SANTA BIBLIA NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL. © 1999 POR LA SOCIEDAD BÍBLICA INTERNACIONAL. ISBN: 978-0-8297-5556-5 CATEGORÍA: Vida cristiana/Crecimiento espiritual IMPRESO EN ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA PRINTED IN THE UNITED STATES OF AMERICA 09 10 11 12 ___ ___ 6 5 4 3 2 1 La misión de Editorial Vida es ser la compañía líder en comunicación cristiana que satisfaga las necesidades de las personas, con recursos cuyo contenido glorifique a Jesucristo y promueva principios bíblicos. 55565_conozco a Dios_Int.indd 455565_conozco a Dios_Int.indd 4 7/2/2009 9:45:42 AM7/2/2009 9:45:42 AM
  • 3. Contenido Prólogo por Billy Graham 11 1. La esperanza de la certeza 13 ¿Es realmente posible conocer a Dios? 2. Una verdadera relación con Dios 25 ¿Qué significa conocer de verdad a Dios? 3. Cómo no quedar entre los «muchos» 41 La Biblia advierte sobre la falsa seguridad, ¿cómo puedo saber a ciencia cierta que no me estoy engañando? 4. La promesa de la proximidad 55 Si soy sinceramente religioso y espiritual, ¿significa eso que conozco a Dios? 5. Esforzarse para, esforzarse en 65 ¿Cuál es la relación entre la fe que salva y las buenas obras? 6. El valor de su Palabra 83 ¿De qué manera creer en las promesas de Dios me da la certeza de mi salvación? 7. La sensación de la presencia divina 101 ¿De qué manera mis sentimientos me convencen de mi salvación? 8. Pruebas exteriores de hechos interiores 113 ¿De qué manera mi obediencia me da la certeza de mi salvación? 55565_conozco a Dios_Int.indd 955565_conozco a Dios_Int.indd 9 7/2/2009 9:45:43 AM7/2/2009 9:45:43 AM
  • 4. 9. La búsqueda práctica de la certeza 129 ¿Qué puedo hacer para experimentar la certeza de mi salvación? 10. El conocimiento de Dios en la noche oscura 143 ¿Cómo puedo tener la certeza de la presencia de Dios cuando lo que más siento es su ausencia? 11. Lo mejor está aún por venir 155 ¿Qué promete para mi eternidad el saber que pertenezco a Dios? Reconocimientos 169 Guía de estudio 173 Notas 185 Índice temático 190 55565_conozco a Dios_Int.indd 1055565_conozco a Dios_Int.indd 10 7/2/2009 9:45:43 AM7/2/2009 9:45:43 AM
  • 5. Prólogo El libro que tienes en tus manos contiene el mensaje que lle- vo proclamando desde hace más de sesenta años. Desde mi primer libro, Paz con Dios, publicado en 1953, hasta el más reciente, The Journey [El viaje], mi objetivo ha sido ayudar a las personas a entender cómo pueden verdaderamente co- nocer a Dios. Hacia el final de mi vida en este mundo, mi oración más sentida ha sido que Dios levantara una nueva generación de voces comprometidas con la proclamación de las buenas nue- vas que, en la persona de Jesucristo, Dios vino a este mundo perdido a rescatar a los pecadores de su pecado, a convertir a los esclavos en sus hijos. Este libro, escrito por mi nieto Tu- llian Tchividjian, es una respuesta a mi oración. Dios levantó a Tullian para un momento como el que nos toca vivir, para proclamar con valor a la presente generación que no hay nada que sea más importante que conocer a Dios. Como encontrarás en las siguientes páginas, Tullian tuvo sus luchas en su juventud, antes de que Dios le hiciera llegar a esta conclusión. Aunque Tullian se crió en un amante ho- gar cristiano, estuvo decidido a alejarse de todo lo que Dios le había dado. Después de vagar alejado de Dios y buscar durante años la satisfacción y la seguridad, Dios respondió a nuestras oraciones y le devolvió la vista a Tullian para ayu- darlo a comprender que solo una relación con Dios puede saciar nuestra sed de contentamiento. Casi de la noche a la mañana, mi esposa y yo vimos un cambio radical en Tullian. Su búsqueda de la verdad, inspira- da por Dios, nos contagió a todos. Él pasó los siguientes siete 55565_conozco a Dios_Int.indd 1155565_conozco a Dios_Int.indd 11 7/2/2009 9:45:43 AM7/2/2009 9:45:43 AM
  • 6. ¿Conozco a Dios?12 años de su vida en la universidad y el seminario, estudiando la Biblia, filosofía, nuestra cultura, la historia de la iglesia, teología y las lenguas bíblicas. Siguió el consejo de mi amigo John Stott, de ser un hombre con dos oídos: para estar atento tanto a las interrogantes del mundo como a las respuestas de la Palabra de Dios. Su combinación singular de experiencias de vida y ca- pacidad teológica lo convierten en un prudente consejero bí- blico para su generación. Tullian es un predicador dinámico, ha formado una iglesia, y ahora plasma sus pensamientos en estas páginas. Presenta su caso con claridad y convocatoria y, lo que es más importante, con fundamento bíblico. Mi oración es que tú, lector, escuches con mucha aten- ción a lo que mi nieto dice aquí. Después de la Biblia, posi- blemente este sea el libro más importante que podrías leer, porque te ayudará a responder a la pregunta más importante que podrías hacerte: ¿Conozco a Dios? — Billy Graham 55565_conozco a Dios_Int.indd 1255565_conozco a Dios_Int.indd 12 7/2/2009 9:45:43 AM7/2/2009 9:45:43 AM
  • 7. 1 La esperanza de la certeza ¿Es realmente posible conocer a Dios? Sé en quién he creído, y estoy seguro de que tiene poder para guardar hasta aquel día lo que le he confiado. El apóstol Pablo (2 Timoteo 1:12) Era la semana después de Navidad; la oficina estaba en si- lencio. La mayoría de nuestros trabajadores de la Iglesia New City se habían ido de la ciudad o estaban en sus hogares con su familia. Yo también me había tomado esa semana de vacaciones, pero una mañana pasé por la oficina para recoger unos libros. Haría solo unos minutos que había llegado cuan- do una persona traspasó el umbral. Se llamaba Mike. Hacía un tiempo que él y su familia asistían a la Iglesia New City. Qué importaba que estuviéramos de vacaciones, Mike tenía una pregunta que no admitía demora. Se dejó caer en una silla junto a la ventana. Me confesó que llevaba más de una hora sentado en el estacionamiento, 55565_conozco a Dios_Int.indd 1355565_conozco a Dios_Int.indd 13 7/2/2009 9:45:43 AM7/2/2009 9:45:43 AM
  • 8. ¿Conozco a Dios?14 debatiendo en su interior si se decidía a entrar y conversar conmigo. Finalmente se animó y entró con el fin de plan- tearme una pregunta: «¿Cómo puedo saber que conozco a Dios?». Mientras hablábamos, me resultó claro que hacía por lo menos un año, desde que yo había predicado un sermón sobre Mateo 7, que Mike vivía angustiado por esta pregunta. Se trata del capítulo en que Jesús advierte que habrá muchos que atraviesan la vida creyendo que conocen a Dios, solo para ser recibidos por Dios en la eternidad con las palabras esca- lofriantes: «Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!» (versículo 23). Esas nueve palabras, «Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!», atormentaban a Mike. Estaba ator- mentado por la tragedia simple y llana que transmiten: que un individuo puede estar tan equivocado sobre su percepción de una relación importante que puede transitar por la vida creyendo que conoce a Dios solo para escuchar una frase ate- rradora cuando llegue el final. «¿Es siquiera posible, Tullian, conocer a Dios?», pregun- tó Mike. «Quiero decir, realmente conocerlo». Mike explicitó más su pregunta: Si conocer a Dios en esta vida determina si somos o no dignos de una bienvenida eterna, lo que está en juego es aún más importante. «¿Cómo puedo saber que conozco a Dios?», preguntó. Bastaba mirar el rostro de Mike para entender que no ha- bía venido a mi oficina durante la semana de Navidad solo para «disparar contra el predicador», con el afán de importu- narme con preguntas. Mike estaba confundido y angustiado, hostigado por sus dudas. Quería respuestas. Es más, necesi- taba respuestas. Detrás de esta historia hay otra historia que tal vez con- venga que sepamos, algo que obligaba a Mike a llegar al fon- do de esta cuestión de conocer a Dios. Antes de comenzar a asistir a la Iglesia New City, Mike era una persona que con- 55565_conozco a Dios_Int.indd 1455565_conozco a Dios_Int.indd 14 7/2/2009 9:45:43 AM7/2/2009 9:45:43 AM
  • 9. 151. La esperanza de la certeza curría asiduamente a la iglesia. Eso cambió cuando Mike en- fermó de cáncer. El primer domingo que Mike vino a nuestra iglesia, se presentó y me puso al tanto de su grave enferme- dad. Mi pidió que oráramos con él y con su familia, y así lo hicimos. Hoy, podemos estar agradecidos de que el cáncer de Mike está en remisión. Sin embargo, cualquiera que haya tenido un roce con la muerte está más propenso a pensar en profundidad y plantearse con valor las preguntas importantes de la vida. Por supuesto, Mike no está solo. Conozco personas casi todos los días que se preguntan si Dios es cognoscible y, si lo fuera, qué significa tener una relación con él. Hace poco, re- cibí un correo electrónico de un amigo llamado Curt. Aunque él dice que es cristiano, hace ya un tiempo que él y su novia luchan por integrar su relación individual con Dios a la rela- ción que tienen entre ellos. Hace poco rompieron. Desolado y confundido, Curt no deja de preguntarse desde entonces si la relación que él tiene con Dios es genuina. Cuando se enteró de que yo estaba escribiendo este libro, me escribió: Desde que Jill y yo rompimos, tengo la sensación de que me estoy alejando de Dios; necesito ayuda. Cuando leí su correo en el que nos describía el libro que está escribiendo, casi no pude llegar al final de la carta, pero algo me dijo que continuara leyendo. No puedo dejar de pensar que Dios quie- re que tome un poco más en serio mi relación con él. Hace tiempo que quiero concertar una entre- vista con usted, pero soy demasiado orgulloso y me cuesta admitir algo: conozco a Dios menos de lo que me agrada pensar que lo conozco. Sé que usted está muy ocupado, pero cuando las cosas se calmen un poco, me pondré en contacto con usted. 55565_conozco a Dios_Int.indd 1555565_conozco a Dios_Int.indd 15 7/2/2009 9:45:43 AM7/2/2009 9:45:43 AM
  • 10. ¿Conozco a Dios?16 EL ANSIA HUMANA DE CONOCER Las preguntas que inquietan a Mike y Curt me llevaron a plantearme una observación elemental pero crítica: en el cur- so de la historia las personas se dividen en dos grupos: las que conocen a Dios y las que no lo conocen. Así de simple. Tan cierto como devastador. Gracias a Dios, ese no es el fin de la historia. De nin- gún modo. Por ejemplo, la Biblia deja bien claro que si uno no sabe a qué grupo pertenece, no tiene necesidad de seguir confundido. Si tienes una relación con Dios, él quiere que lo sepas. De igual modo, si no tienes una relación con Dios, él también quiere que lo sepas. La Biblia además nos muestra que la otra cara de la mo- neda de estas afirmaciones categóricas también se cumple. Dios no quiere que creas que tienes una relación con él si no la tienes efectivamente, como tampoco quiere que pienses que no tienes una relación con él si la tienes. En estas cuestiones, la ignorancia no es sinónimo de feli- cidad. Pero no es necesario permanecer en la ignorancia. En el fondo, tú y yo fuimos creados para anhelar y nece- sitar a Dios. De hecho, como veremos en las páginas a con- tinuación, él nos formó específicamente para tener una rela- ción íntima y llena de vida con él. Por eso, cuando nuestra relación con él se enfría o no estamos seguros de cómo es nuestra relación con él, nos sentimos inquietos, apagados, como si nos faltara algo. No importa quiénes somos ni cuán seguros nos sintamos en otras áreas de la vida, como seres creados a la imagen de Dios, anhelamos el tipo de certeza que solo es posible cuando tenemos una auténtica relación con Dios. ¿Te identificas con esta profunda necesidad humana de claridad y de certeza con respecto a una relación con Dios? De ser así, este libro está dirigido a ti. Mi propósito fue res- ponder a la pregunta fundamental de Mike, Curt y de todos 55565_conozco a Dios_Int.indd 1655565_conozco a Dios_Int.indd 16 7/2/2009 9:45:43 AM7/2/2009 9:45:43 AM
  • 11. 171. La esperanza de la certeza los que buscan sinceramente respuestas espirituales fiables a la pregunta más importante de la vida: «¿Conozco a Dios?». NUESTRA GENERACIÓN DUDOSA Debemos reconocer algo desde el principio: la mayoría de la gente hoy en día es extremadamente suspicaz con respecto a la palabra certeza. Por una parte, parecería que ya no es posible tener certezas. Nuestro mundo está asolado por las guerras, las revoluciones sociales, los desastres naturales, las epidemias recurrentes, la discriminación racial y la violencia clasista, y el terrorismo. La lista podría continuar. Por otra parte, a nivel más personal, hay millones de personas que lu- chan día tras día con la inseguridad laboral, las separaciones familiares, los matrimonios rotos, las dificultades económi- cas y el temor. En un mundo tan inestable, es difícil creer que podamos estar seguros de algo en particular. O, para ser sinceros, que tener certezas sea algo positivo y deseable. Todos aprendimos que las certezas religiosas pueden con- ducir al fanatismo que provoca atentados terroristas, como los del 11 de septiembre de 2001. Con razón hemos llegado a desconfiar y temer a quienes actúan guiados por cualquier có- digo absoluto y extremo, especialmente si es de inspiración religiosa. A nadie extraña que nuestra generación se sienta más cómoda con el pluralismo, la tolerancia y el lenguaje de los datos estadísticos. No estaríamos muy alejados de la verdad si dijéramos que la duda es el nuevo absoluto. Un artículo de la revista Time hace poco sugería que adoptar la duda espiritual es la clave para distender las tensiones políticas y culturales entre el Oc- cidente y el Oriente. Al fin de cuentas, el escritor concluyó que la duda espiritual es la única posición sincera porque «si Dios trasciende nuestras categorías, no hay manera de com- prender a Dios de manera segura». 55565_conozco a Dios_Int.indd 1755565_conozco a Dios_Int.indd 17 7/2/2009 9:45:43 AM7/2/2009 9:45:43 AM
  • 12. ¿Conozco a Dios?18 ¿Será esto con lo que tú y yo tendremos que conformar- nos cuando buscamos certezas en Dios? ¿No podremos tener otra convicción que la duda espiritual? Dado que Dios es in- finito y nosotros somos criaturas finitas, dado que él es per- fecto y que nosotros somos imperfectos, ¿es posible llegar a tener una certeza absoluta cuando se trata de conocer a Dios? Además, Isaías 55:8-9 dice: «Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos —afirma el Señor—. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!» Mi primera respuesta a la pregunta que este libro se plan- tea es una historia verdadera. Es la historia de un genio que dijo: «No es seguro que todo sea inseguro». Se llamaba Blas Pascal. UN FILÓSOFO Y SU ENCUENTRO CON EL FUEGO El 19 de agosto de 1662, el matemático, físico y filóso- fo francés, Blas Pascal, murió a la temprana edad de treinta y nueve años. Pascal, según el investigador inglés Malcolm Muggeridge fue «sin lugar a duda uno de los más grandes intelectos jamás salidos de Europa». Después de su muerte, el criado de Pascal descubrió un trozo de pergamino cosido cuidadosamente a su saco. En la parte superior del pergamino estaba grabada una cruz y a continuación aparecían las si- guientes palabras, que hoy se conocen como su «Memoria»: En el año de gracia de 1654 Lunes, 23 de noviembre… Entre aproximadamente las diez y media de la no- che hasta pasada la medianoche. 55565_conozco a Dios_Int.indd 1855565_conozco a Dios_Int.indd 18 7/2/2009 9:45:43 AM7/2/2009 9:45:43 AM
  • 13. 191. La esperanza de la certeza Fuego El «Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob» [Éxodo 3:6], no el de los filósofos y eruditos. Certeza, certeza, sentida en el corazón, gozo, paz. Dios de Jesucristo… «Mi Dios, que es Dios de ustedes» [Juan 20:17]. «Tu Dios será mi Dios» [Rut 1:16]. El mundo en el olvido, todo olvidado excepto Dios. Él sólo puede ser hallado como nos enseñan los Evangelios. La grandeza del alma humana. «Padre justo, aunque el mundo no te conoce, yo sí te conozco, y éstos reconocen que tú me enviaste» [Juan 17:25]. Gozo, gozo, gozo, lágrimas de gozo, ….................... ¡Que nunca me separe de él! Solo lo puedo tener conforme a las enseñanzas del evangelio. Entrega dulce y completa. Sumisión total a Jesucristo, mi director. Gozo perdurable a cambio de un día de esfuerzo en el mundo. «Jamás olvidaré tu palabra» [Salmo 119:16] ¡Amén!1 ¿A qué se debió esta efusión? El 23 de noviembre de 1654, Pascal se había salvado de la muerte cuando su carrua- je casi se cae de un puente. Quince días después de su roce con la muerte, Pascal tuvo un encuentro personal con Dios, de tal magnitud, tan potente y poderoso, que lo plasmó con esas palabras. Por el resto de su vida, Pascal las mantuvo cer- 55565_conozco a Dios_Int.indd 1955565_conozco a Dios_Int.indd 19 7/2/2009 9:45:44 AM7/2/2009 9:45:44 AM
  • 14. ¿Conozco a Dios?20 ca de su corazón (literalmente) para nunca olvidar su «noche de fuego», la noche en que su vida cambió para siempre. El estar al borde de la tragedia condujo a Pascal a una experiencia gozosa con la presencia de Dios: «Gozo, gozo, gozo, lágrimas de gozo… ¡Que nunca me separe de él!». Pero lo que siempre me fascinó de esta «Memoria» de Pascal es la manera en que vinculó su experiencia de gozo y paz con la certidumbre. Por ejemplo, descubrió la certidumbre del va- lor supremo de Dios: «El mundo en el olvido, todo olvidado excepto Dios». Estaba seguro de la gracia y de la compasión de Dios. Estaba seguro del amor y del favor de Dios. Estaba seguro de la bondad y de la misericordia de Dios. Estaba se- guro de su recompensa futura como resultado de la completa sumisión a Cristo: «Gozo perdurable a cambio de un día de esfuerzo en el mundo». Conoció a Dios y sabía que había conocido a Dios, y no al dios «de los filósofos y eruditos», sino al Dios vivo. Esa certeza dotó a su vida con la plenitud y la grandeza del alma, que hasta entonces no había tenido. Pocos hombres en la historia han ahondado tanto en la naturaleza de la realidad como Pascal. Robert E. Coleman, del Seminario Teológico Gordon Conwell, señala: «En una época en que otras personas apenas habían comenzado a vis- lumbrar la luz, [Pascal] ya había completado el ciclo del co- nocimiento humano y al contemplar su vacío, dirigió el resto de su energía a conocer a aquel en quien está escondida toda la sabiduría y la gloria de Dios».2 Pascal descubrió en aquella noche de fervor algo simple: el hombre o la mujer pueden conocer a Dios. Y saber que conocemos a Dios cambia todo. DIOS NO ESTÁ EN SILENCIO Por supuesto, seguramente no seamos físicos, filósofos ni matemáticos geniales como Pascal. Pocos quizás hayamos vivido una noche de fervor con Dios. Por lo tanto, es lógico 55565_conozco a Dios_Int.indd 2055565_conozco a Dios_Int.indd 20 7/2/2009 9:45:44 AM7/2/2009 9:45:44 AM
  • 15. 211. La esperanza de la certeza que nos preguntemos: ¿La certeza de Dios es algo que está disponible para la gente común y corriente que debe sopor- tar límites muy reales? Nuevamente, la respuesta de la Biblia es alentadora, por- que este Dios quiere que lo conozcan y optó por revelarse a nosotros. Como lo expresó bien Francis Schaeffer en el tí- tulo de un libro: Dios está presente y no está callado. Por supuesto, no podremos conocer todo sobre Dios, pero lo que debemos conocer, podremos conocerlo. Como lo expresó el teólogo R. C. Sproul: La incomprensibilidad de Dios no significa que no sepa- mos nada sobre Dios. Por el contrario, significa que nuestro conocimiento de Dios es parcial y limitado, y que no pue- de ser total e integral. El conocimiento que Dios nos da de su persona, por medio de la revelación, es real y útil. Pode- mos conocer a Dios en la medida que él decida revelarse a nosotros.3 La propia naturaleza es el primer lugar donde Dios se re- vela. En la antigüedad, los judíos consideraban que el mundo físico eran las vestiduras de Dios: una piel luminosa, a veces aterradora que cubría pero al mismo tiempo revelaba parcial- mente el infinito divino. David, el salmista, escribió: Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. Un día comparte al otro la noticia, una noche a la otra se lo hace saber. (Salmo 19:1-2) Las huellas divinas se ven en todo: en los agujeros ne- gros, en las nebulosas, en las salamandras rosadas, en los cristales de hielo, en los botones de las hojas que se abren en la primavera, en los hongos, en las partículas atómicas, en el llanto de un bebé, en el rostro de un abuelo, en ti, en mí. C. S. Lewis lo expresó bien: «Podemos ignorar la presencia de 55565_conozco a Dios_Int.indd 2155565_conozco a Dios_Int.indd 21 7/2/2009 9:45:44 AM7/2/2009 9:45:44 AM
  • 16. ¿Conozco a Dios?22 Dios, pero nunca la podremos evadir. El mundo está lleno de su presencia». Toda la naturaleza apunta a un Dios radiante, bueno y glorioso. Pablo describió la revelación de la que todos los paganos del imperio romano habían sido testigos: «Lo que se puede conocer acerca de Dios es evidente para ellos, pues él mismo se lo ha revelado. Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa» (Romanos 1:19-20). Como todo lo creado revela de algún modo al Creador, podemos decir con absoluta confianza que Dios se ha ma- nifestado. Pero la revelación más indispensable y precisa de Dios está en su Palabra, en la Biblia. Si bien Dios se nos manifiesta generalmente en la natura- leza y en todo lo bueno y verdadero que hay, Dios se revela de manera particular en las Escrituras. La creación es una manifestación de la grandeza divina; la Biblia no se limita a mostrar su grandeza y nos revela cómo tú y yo podemos co- nocer a este grandioso Dios. La Biblia es la historia de Dios. En sus páginas aprendemos cómo Dios nos revela su plan para restaurar a un mundo corrompido. La Biblia revela a Dios «más que como un lejano arquitecto cósmico… o una fuerza vital impersonal. Él es el Dios vivo, presente y activo en todo lugar».4 Al leer la Biblia, nos encontramos con que la figura cen- tral en el plan de Dios, el héroe de la historia de Dios, es el propio Hijo de Dios, Jesús. Según Hebreos 1:3: «El Hijo [Je- sús] es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es». Él es el Salvador que Dios envió para restablecer el bien, reparar todo lo que se había roto, y reconciliar con Dios a los seres humanos caídos y alejados de él, entre los que estamos tú y yo. De la naturaleza aprendemos que somos criaturas que dependen de un Creador. Las Escrituras nos en- 55565_conozco a Dios_Int.indd 2255565_conozco a Dios_Int.indd 22 7/2/2009 9:45:44 AM7/2/2009 9:45:44 AM
  • 17. 231. La esperanza de la certeza señan que somos pecadores que dependemos de un Salvador (retomaremos este punto en el capítulo 2). En la persona de Jesús, aprendemos algo vital sobre Dios: Él quiere tener una relación con los seres humanos. Tan pro- fundo es este deseo que pagó el precio más alto para que pudiéramos tener una relación genuina e inconmovible con él, y para toda la eternidad. El ancla firme de tu ser A medida que exploremos las respuestas a la pregunta «¿Conozco a Dios?», examinaremos qué significa en reali- dad tener una relación con Dios, cómo podemos tener una relación auténtica con él, y qué podemos esperar de ella tanto para el presente como para el porvenir. Dado que existe mu- cha confusión en la actualidad con respecto a qué significa ser espiritual o religioso, este libro también identificará seis formas en que la gente se engaña creyendo que conocen a Dios cuando en realidad no lo conocen. En segundo lugar, este libro nos ayudará a examinarnos para ver si estamos «en la fe» (2 Corintios 13:5), a fin de ase- gurarnos «del llamado de Dios, que fue quien [nos] eligió» (2 Pedro 1:10). Para los cristianos, el resultado de esta rigurosa verificación personal es poder gozar de una esperanza «como firme y segura ancla del alma» que una verdadera relación con Dios nos promete (Hebreos 6:19). Por último, este libro sugiere algunos ejercicios devo- cionales prácticos que nos ayudarán no solo a mantener esta relación tan importante sino a prosperar emocional y es- piritualmente en ella. Les animo a usar la guía de estudio paralela a este libro, ya sea para su provecho personal como para beneficio de un grupo de personas con inquietudes similares. Conocer a nuestro Creador, saber que él nos ama, y saber que lo conocemos… esa es la promesa sencilla pero profunda que este libro propone. Cuando finalmente comprendas esa verdad, tu vida se transformará. Mi oración, mientras lees 55565_conozco a Dios_Int.indd 2355565_conozco a Dios_Int.indd 23 7/2/2009 9:45:44 AM7/2/2009 9:45:44 AM
  • 18. ¿Conozco a Dios?24 estas páginas, es que cuando acabes la lectura puedas decir de corazón y con absoluta certeza: Bendita certeza: ¡mío es Jesús! dulce anticipo de gloria sin par. Salvo por gracia, comprado por Dios; su sangre preciosa me redimió. Esta es mi historia, es mi canción.5 55565_conozco a Dios_Int.indd 2455565_conozco a Dios_Int.indd 24 7/2/2009 9:45:44 AM7/2/2009 9:45:44 AM