Capítulo XIII del libro Histéricas historias de piratas y filósofos. Apuntes personales del profesor Ángel Luis del Barco para la asignatura Historia de la filosofía
1. HANNAH ARENDT. Pongamos una mujer en
nuestra historia.
Contexto político, social y cultural.
La derrota y capitulación alemanas en la IGM (1914-1918) signifcarán unas enormes
compensaciones a las potencias vencedoras que supondrán un agravio difícil de superar. Se hablará
de la generación perdida, la generación de entre guerras, de los miles y miles de personas que
podían haber aportado un gran potencial intelectual y artístico a la humanidad. Ese mundo en crisis
es el caldo de cultivo para extremismos peligrosos y revueltas sociales como la que sucedió en Berlín
en enero de 1919; el 15 de enero de ese año son asesinados Rosa Luxemburgo1
, y Karl Liebknecht2
.
En los años veinte se dan ya muestras de antisemitismo y de una gran insatisfacción social y
política.
En 1920 se funda el Partido Nacionalsocialista alemán de los trabajadores, los
nazis, partido de extrema derecha cargado de antisemitismo y pangermanismo que pretende
aglutinar a la masa obrera para la causa nacionalista alemana. En 1923 Hitler3
, el líder de los nazis,
es detenido por intentar un golpe de Estado, pero únicamente estará ocho meses en la cárcel.
Durante los primeros años treinta los nazis serán la primera fuerza política y asumirán el poder bajo
la dirección espiritual e ideológica de Adolf Hitler.
Comienzan las persecuciones de comunistas y minorías étnicas, especialmente los judíos. El
1 Róża Luksemburg, más conocida en España como Rosa Luxemburgo, nació el 5 de marzo de 1871 en Zamość,
imperio ruso; morirá el 15 de enero de 1919 en Berlín, capital de la entonces república de Weimar. Esta mujer,
desde luego, rompió con la imagen femenina de su época al liderar los movimientos marxistas alemanes, fundando
la Liga Espartaquista, grupo marxista que sería el origen del Partido comunista alemán. Fue asesinada junto con
otros cientos de marxistas por su participación en la frustrada revolución de 1919 en Berlín. Actualmente, en Berlín,
el día 15 de enero se celebra el día de Rosa Luxemburgo.
2 Nació en Leipzig, Reino de Sajonia (actual Alemania), el 13 de agosto de 1871; murió en Berlín el 15 de enero de
1919, asesinado junto a Rosa Luxemburgo y otros cientos de militantes marxistas por su participación en la
revolución de 1919. Su vida política y pensamiento es paralelo al de Rosa Luxemburgo, y con ella fundo la liga
espartaquista y el partido comunista alemán.
3 Adolf Hitler nació el 20 de abril de 1889 en Braunau am Inn, imperio austrohúngaro; se suicidó el 30 de abril de
1945 en Berlín, Alemania. En 1921 se convirtió en el líder del Partido nacionalista alemán de los trabajadores, los
nazis, y en 1933 es nombrado canciller de Alemania (cargo que en estos momentos tiene Angela Merkel, para que lo
pilléis) tras ganar las elecciones. Posteriormente da un golpe de Estado desde el poder y se autoproclama presidente
de Alemania, líder único, más conocido como Führer. Su odio exacerbado a los judíos (a quienes culpaba de todos
los males que azotaban a Alemania) le llevó a ser la causa última de 17 millones de asesinatos, incluyendo seis
millones de judíos y 1,5 millones de gitanos. Hitler, sin embargo, en su maldad absoluta nos enseña algo, que ganar
unas elecciones no es sinónimo de democracia, aquella vieja lección que ya vimos con Platón.
2. régimen totalitario extremará las medidas y pondrá en marcha una maquinaria de terror y
exterminio. Entrará en guerra en 1939 con Europa. Japón se aliará con Alemania, que así mismo
tendrá la colaboración de Italia y España; posteriormente entrarán en la guerra Rusia (al ser
invadida por Alemania), y los Estados Unidos, (al producirse un ataque de la aviación japonesa, y
una posterior declaración de guerra de Alemania). La victoria fnal de los aliados sobre Alemania y
Japón dejará a Europa destruida y dividida en dos grandes bloques, el occidental dirigido por
Estados Unidos, Gran Bretaña, y Francia (bloque capitalista); y el oriental, dirigido por Rusia
(comunista). Japón recibirá las consecuencias del lanzamiento de dos bombas atómicas por parte de
Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki.
En Rusia, en el año 1917 la revolución bolchevique dirigida por Lenin4
se hace con el poder
y derroca al poder zarista. Comienza la expansión y anexión de repúblicas formando la URSS
(Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). Después de la muerte de Lenin y de luchas internas en
el Partido Comunista, Stalin5
se hace con el poder en 1924, hasta su muerte en 1953. Stalin signifcó
el fnal de la revolución y el establecimiento de una dictadura y un régimen totalitario, aunque se
seguía manteniendo la terminología revolucionaria y el nombre de Partido Comunista. A partir de
ese momento el mundo estará dividido en dos bloques antagónicos dirigidos por dos potencias:
Estados Unidos por un lado, representando al capitalismo; y la URSS por el otro, representando al
comunismo.
En flosofía se manifesta una crisis del humanismo y un regreso al problema del ser humano:
la fenomenología de Husserl, el existencialismo, con Heidegger, Jaspers, y Sartre; la
flosofía analítica c o n Russell y Wittgenstein; e l neopositivismo, l a Escuela de
Frankfurt y su Teoría Crítica de carácter marxista; el pensamiento de Popper, y de la
discípula de Jaspers, Hannah Arendt. También aparecerán corrientes de otros campos como el
4 Vladímir Ilich Uliánov, conocido como Lenin, en ruso Владимир Ильич Ленин, nació en Simbirsk (Rusia) el 22
de abril de 1870; murió en Gori Léninskiye (Rusia), el 21 de enero de 1924. Fue el líder de la facción bolchevique
del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia. Los bolcheviques, con Lenin al frente, liderarán la Revolución de
Octubre, que fnalizará con el derrocamiento del Zar y la instauración de la Unión Soviética, de la que Lenin será el
primer dirigente. Sus aportaciones ideológicas al pensamiento marxista se consideraron tan importantes que desde
entonces se habla de marxismo-leninismo.
5 Iósif Vissariónovich Dzugashvili, en ruso Иосиф Виссарионович Джугашвили, y en georgiano ი ო ს ე ბ
ბ ე ს ა რ ი ო ნ ი ს ძ ე ჯ უ ღ ა შ ვ ი ლ ი , conocido como Stalin, o José Stalin, nació en Gori, Gubernia de
imperio ruso, el 18 de diciembre de 1878; murió en Moscú (Unión Soviética), el 5 de marzo de 1953. Stalin se hizo
con el poder soviético tras la muerte de Lenin, quitándose de en medio a viejos dirigentes revolucionarios, como
Trotski, e instaurando una férrea dictadura de líder único en la que Stalin fue el responsable último de entre 1 y 8
millones de asesinatos.
3. estructuralismo6
, el psicoanálisis, el conductismo7
, o escuelas sociológicas como la de Chicago8
.
Vida
Hannah Arendt, nació en Linden-Limmen, Hannover, Alemania, el 14 de octubre de 1906,
y murió en Nueva York, EEUU, el 4 de diciembre de 1975.
Esta pensadora política, de origen judío, puede ser vista como una de las más infuyentes en
el siglo XX.
Estudió flosofía con Heidegger, (con quien tendrá, además, una relación amorosa que
acabará de mala manera debido a la afliación nazi del profesor); y con Jaspers, quien fue su tutor
en su tesis universitaria, titulada El amor en San Agustín, y amigo durante toda la vida.
Comenzó de profesora en la universidad, pero la privación de derechos y la persecución en
Alemania de personas de origen judío a partir de 1933, la obligaron a emigrar a Francia; cuando los
nazis ocuparon este país fue detenida y encarcelada en un campo, de donde pudo escapar y emigrar
defnitivamente a los Estados Unidos. El régimen nazi le retiró la nacionalidad en 1937, lo que la
convertía en una apátrida hasta que consiguió la nacionalidad estadounidense en 1951. Se instaló
en Nueva York, donde trabajó, entre otras cosas, como periodista y maestra de escuela, mientras
publicaba algunas obras importantes sobre flosofía política. Finalmente consiguió ser profesora de
las universidades de Berkeley, Princeton, Columbia, y Chicago.
A pesar de su formación y trabajo, Arendt rechazaba ser clasifcada como flósofa, y gustaba
de distanciarse del término flosofía política; prefería que sus publicaciones fueran clasifcadas dentro
de la teoría política.
A pesar de todo, a menudo continúa siendo estudiada como flósofa (tal y como podemos ver
en nuestro plan de estudios), en gran parte a causa de sus discusiones críticas de flósofos como
Sócrates, Platón, Aristóteles, Kant, Heidegger, o Jaspers, además de representantes importantes de
la flosofía política moderna como Maquiavelo y Montesquieu. En defnitiva, y siguiendo mis
conceptos, que esta mujer no gustaba de ser vista como una profesional de la flosofía, pero era una
flósofa como la copa de un pino. Lo realmente curioso de todo este asunto, si entendéis bien el
párrafo presente, es que los profesionales de la flosofía la denominan flósofa exactamente por las
razones por las cuales ella no quisiera ser considerada flósofa, pues esas razones la convierten, (y
6 El estructuralismo es una corriente flosófca surgida a partir de una corriente lingüística que parte de la obra de
Ferdinand de Saussure. Básicamente consiste en un modo de afrontar las ciencias humanas que trata de analizar un
campo específco como un sistema complejo de partes relacionadas entre sí. Por tanto, en términos amplios y básicos
el estructuralismo busca las estructuras a través de las cuales se produce el signifcado dentro de una cultura.
7 El conductismo fue fundado por John Watson, psicólogo estadounidense. Se trata de una visión de la psicología, o
una escuela psicológica, como se prefera, que defende una manera de estudiar lo psicológico desde la perspectiva
de una ciencia de la conducta, sin mentalismo (atribuciones dualistas extramateriales como el alma o la mente), ni
reduccionismos (utilizar explicaciones tomadas de disciplinas como la neurología, la lógica, la sociología o el
procesamiento de información).
8 En sociología, la Escuela de Chicago se refere al primer corpus principal de trabajos que emergieron en los años 20
y 30 del siglo XX, especializados en sociología urbana y la investigación hacia el entorno urbano combinando la
teoría y el estudio de campo etnográfco en la ciudad de Chicago (EEUU).
4. ella debía pensar algo cercano a mis ideas) en una profesional de la flosofía, pero no en una flósofa.
Obra escogida
• 1951: Los orígenes del totalitarismo.
• 1958: Rahel Varhagen: vida de una mujer judía.
• 1958: La condición humana.
• 1963: Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal.
• 1963: Sobre la revolución.
• 1968: Hombres en tiempos de oscuridad.
• 1970: Sobre la violencia.
• 1972: Crisis de la República.
Perspectiva política de H. Arendt
Política y acción
Arendt no quiere ver la política desde la clásica visión flosófca, de ahí su lapidaria sentencia
antiflosófca: Yo no soy flósofa. Conoce la tradición flosófca, pero quiere separarse de ella para
mirar la política. En realidad se puede decir que Hannah Arendt quiere hacer flosofía de una forma
diferente a la especulación en la que había aprendido flosofía. Supongo que si esta mujer hubiese
estudiado flosofía con un pensador materialista no se sentiría tan alejada de la flosofía.
Pensar, (la flosofía), signifcaba para Hannah Arendt un cierto distanciamiento respecto de
las cosas, respecto de los hechos. Para esta pensadora la tradición flosófca es un proceso de
distanciamiento del mundo de las apariencias, un alejamiento del mundo común. Y eso no le gusta.
La política sería, precisamente, todo lo contrario, el mundo de las apariencias, el mundo de
los hechos, el mundo de lo que se manifesta entre los hombres, no de los hombres, es el espacio
público.
En la tradición flosófca clásica existe un distanciamiento entre la flosofía y la política,
incluso en Platón, constructor a través de la flosofía de un sistema político, el prisionero de la
caverna salía de ella en solitario.
El ámbito de la política es el ámbito de lo común, de las apariencias. Arendt tomará
como imagen la natalidad, no la mortalidad del ser humano; los humanos son seres natales
precisamente por ser la natalidad el aparecer a la existencia. Aparecer es la actividad propia y la
política es el espacio de las apariencias. El espacio entre los individuos es aquello que los separa,
pero al mismo tiempo los relaciona y los pone en común. Es en este espacio público y común donde
tienen lugar las cosas que los humanos ven y sienten.
5. La modernidad es, para Hannah Arendt, la progresiva pérdida del espacio de las apariencias,
de la esfera pública. Es esta visión lo que permite entender que diga, yo no soy flósofa.
La acción es individual, pero al mismo tiempo exige la concertación con los otros, porque
implica una pluralidad de actores, cada uno con intereses propios.
El criterio político es el de la opinión o el juicio, este es diferente del conocimiento objetivo
(propio de la ciencia), así como de la evaluación moral fundada en valores que se pretenden eternos
(propio de la flosofía).
En política no están en juego ni el saber ni la verdad, sino el juicio y la decisión. El juicio
político instituye un mundo común y convoca a una comunidad de ciudadanos; la decisión ha de
estar fundada con el acuerdo común con los otros.
Filosofía moral y política
La tarea de reincorporar la flosofía moral al pensamiento político tiene uno de sus puntos de
partida en el pensamiento y la obra de Hannah Arendt. Para esta autora, el desarrollo de las
ciencias sociales se había realizado prescindiendo de toda consideración moral en sus análisis.
Tomar conciencia se había convertido en un ejercicio positivista, conductista, y empirista, ajeno a la
condición esencialmente moral de los seres humanos. Este cientifsmo era incapaz de comprender
nada de aquello que realmente nos hace humanos, es decir, responsables. Las ciencias sociales
pretendían obtener el carácter de ciencia emulando a las ciencias naturales, y debido a ello se hacía
uso de una presunta imparcialidad ética.
Por otra parte, las ideologías que habían comenzado a aparecer después de la Gran Guerra
hacían uso de un lenguaje que se pretendía moralista, no siendo más que la vulgaridad ideológica
que ocultaban el fascismo y el estalinismo. Los grandes precursores de la política y la sociología,
como son Maquiavelo, Adam Smith, Marx, o Max Weber, estaban siendo degradados.
Hannah Arendt restituyó la fbra moral a la flosofía política mediante un camino de
innovación en el que se recogía de la tradición el elemento de preocupación moral esencial (a partir
de Aristóteles y San Agustín, por ejemplo), pero en una tarea heterodoxa, impaciente, e
inclasifcable.
Método: partir de los hechos, después las teorías.
Para entenderla hay que retener de antemano un elemento epistemológico crucial que parte
de su época y sus maestros, Husserl, Heidegger, y Jaspers. Tratara del tema específco que tratara,
Arendt parte de los hechos, las cosas, los acontecimientos, nunca de una teoría previa general (puro
materialismo). Este método fenomenológico (a partir de los fenómenos) le permitió llegar a
conclusiones tan obvias como que la situación totalitaria es la base del totalitarismo, y que en esta
base se identifcan el nazismo y el estalinismo.
No parte de una teoría, por ejemplo: el imperialismo capitalista y nacionalista, o el
6. anarquismo libertario, etc... para después comprobar cómo se comportan sus representantes o
instituciones. Lo importante es el fenómeno que se ha de entender y explicar, cuando se le
identifque en otro momento y lugar será posible su generalización, aunque lleve un nombre
diferente. Extendió este fórmula a otros procesos, además del fascismo y el estalinismo, como el
imperialismo liberal capitalista, el colonialismo europeo...
Su idea de buena sociedad (un concepto que hereda de Aristóteles y de San Agustín) tiene la
implicación de su flosofía moral pública. La ética moderna había derivado hacia un análisis de los
dilemas morales individuales y de buena conducta personal; para Arendt lo más importante es que
los valores morales se encuentren en la esfera pública y puedan ser compartidos por la conversación,
el diálogo que permite este espacio, que es precisamente la política.
A partir del pensamiento de Arendt, una flosofía práctica (ética) que concentre sus esfuerzos
sobre la moral de la modernidad y que identifque el deber moral de nuestro orden cívico, político y
económico, tiene más posibilidades de aportar algo en el terreno moral a nuestra vida común que
otras vías más orientadas al individuo y a la subjetividad.
L a vida común, y no solamente en común, es una noción clave de Arendt. Los dilemas
morales individuales pueden llegar a tener su consuelo flosófco, ahora bien, nuestros infortunio y
desastres de la vida social, los defectos de la democracia, de la justicia, o la barbarie, quizá puedan
encontrar algún remedio en la flosofía política pública, o de la vida común, en la restauración de
la moral en la flosofía política que es lo que preocupó a Hannah Arendt.
El republicanismo cívico.
Toda república es democrática, pero no toda democracia es republicana. Arendt quiso
mantener siempre esta distinción entre república y democracia, y en la segunda advirtió un potencial
para la demagogia9
(algo que ya vio Aristóteles en su día), la manipulación de la ciudadanía –por
seducción, propaganda, o distracción consumista– y la degradación del hombre libre en hombre masa.
Por eso Arendt se decantó hacia la tradición flosófca del republicanismo, (una tradición donde
encontramos a gente como Tucídides, Cicerón, Maquiavelo, los frmantes de la declaración de
independencia de los Estados Unidos...).
Hannah Arendt es, ya se ha dicho, inclasifcable: bastante existencialista, un poco
fenomelógica, de izquierdas pero con tintes conservadores, de derechas pero muy progresista, judía
pero antisionista, universalista pero relativista, etc... Ahora bien, de lo que no cabe ninguna duda es
de que Arendt era republicana.
La flosofía política republicana contemporánea tiene dos sendas que llevan a universos
opuestos: a) por un lado la de Robespierre, que lleva a la destrucción y al terror, incluso en nombre
de la libertad, igualdad, fraternidad; b) por otro está el republicanismo cívico, que pretende ser
9 La demagogia es una idea política que consiste en recurrir a emociones (sentimientos, amores, odios, miedos,
deseos) para ganar el apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la retórica y la propaganda.
7. compatible con el liberalismo, el socialismo democrático, y el igualitarismo participativo.
La amenaza inherente a toda democracia no proviene solamente de sus enemigos externos,
sino de los propios defensores de la democracia: los promotores autóctonos de la domesticación de
la ciudadanía.
Ante la desconfanza democrática Hannah Arendt se engancha a la profunda convicción
republicana de que el hombre es capaz del autogobierno y merecedor moral de ejercerlo10
. Esta
convicción reposa en el principio universalmente compartido por todos los republicanos: el de la
confanza aristotélica en la capacidad de los hombres para practicar la virtud política y la
concordia civil o amor a la cosa pública (la res publica), cuando la condición social lo permite.
En términos de nuestras tradiciones de pensamiento político estas defniciones
tienen mucho a su favor. No sólo se derivan de la antigua noción del poder absoluto que
acompañó a la aparición de la Nación-Estado soberana europea, cuyos primeros y más
importantes portavoces fueron Jean Bodin, en la Francia del siglo XVI, y Thomas
Hobbes en la Inglaterra del siglo XVII, sino que también coinciden con los términos
empleados desde la antigüedad griega para defnir las formas de gobierno como el
dominio del hombre sobre el hombre —de uno o de unos pocos en la monarquía y en la
oligarquía, de los mejores o de muchos en la aristocracia y en la democracia—. Hoy
debemos añadir la última y quizá más formidable forma de semejante dominio: la
burocracia o dominio de un complejo sistema de ofcinas en donde no cabe hacer
responsables a los hombres, ni a uno ni a los mejores, ni a pocos ni a muchos, y que
podría ser adecuadamente defnida como el dominio de Nadie. (Si, conforme al
pensamiento político tradicional, identifcamos la tiranía como el Gobierno que no está
obligado a dar cuenta de sí mismo, el dominio de Nadie es claramente el más tiránico de
todos, pues no existe precisamente nadie al que pueda preguntarse por lo que se está
haciendo. Es este estado de cosas, que hace imposible la localización de la
responsabilidad y la identifcación del enemigo, una de las causas más poderosas de la
actual y rebelde intranquilidad difundida por todo el mundo, de su caótica naturaleza y
de su peligrosa tendencia a escapar a todo control, al enloquecimiento).
Para Arendt, la constitución de un espacio público compartido, de ciudadanía, constituye
la condición primera del republicanismo y de la democracia. Las repúblicas realmente existentes,
como la norteamericana, restringen la soberanía cívica mediante la desigualdad o exclusión
étnica (esclavitud de negros o leyes de discriminación racial posteriores a la abolición de la
esclavitud) o incluso el exterminio (como el llevado a cabo hacia los indios de las praderas en el siglo
10 La absoluta actualidad de estas ideas la podéis encontrar en las reclamaciones de movimientos como 15M;
Democracia Real Ya; Otro Mundo es posible, etc...
8. XIX).
E l espacio público se asume solamente cuando es materialmente posible el acceso al
ejercicio de la fraternidad, única vía para el ejercicio de la acción en el sentido que presenta esta
autora. Se trata de una acción enraizada en el principio del comportamiento racional de los
hombres libres, lo que es absolutamente distinto de cualquier ideal impuesto que nos diga lo que es
el Bien absoluto.
La virtú republicana mana del hombre y no de la doctrina. Incluye la preocupación por el
espacio público y común. Para Arendt la virtud cívica es la forma primigenia de toda virtud.
Nuestra pensadora defende el concepto de pluralismo en el ámbito político, que trata más
de pluralidad de pensamiento que de pluralidad de partidos políticos, porque piensa que
únicamente este pluralismo tiene el potencial de la libertad y la igualdad política entre las personas.
Se convierte, a partir de esas ideas, en una defensora de la democracia directa y de la democracia
participativa, manteniendo una actitud crítica ante la democracia representativa. Los políticos
profesionales de las democracias representativas no son los indicados para hacer política tal y como
la entiende. Es más, ellos son lo que privan a los ciudadanos de hacer política. Actualmente sólo se
puede hacer en los márgenes democráticos, en los espacios comunes de protesta, tal como los
movimiento de protesta citados en la nota 388.
El Totalitarismo. Los orígenes del totalitarismo.
Los tres volúmenes de Los orígenes del totalitarismo están dedicados, básicamente, a estudiar el
antisemitismo, el imperialismo, y el racismo, desde la perspectiva de la radical novedad del
fenómeno totalitario.
Arendt intenta algo tan sencillo y complicado a la vez como comprender qué ha pasado en el
mundo que permita explicar esta monstruosa novedad del totalitarismo. Es signifcativo que haga
referencia a los orígenes y no a las causas. Los orígenes son documentables, las causas resultan muy
complicadas de averiguar; las causas de los fenómenos políticos son ideológicas en el sentido de que
permiten sospechar de las apariencias de las cosas, pero nunca una causa explica del todo el
problema. No se puede, piensa Arendt, considerar como causas del totalitarismo a las ideologías
nacionalistas del XIX, ni al cientifsmo darwinista, ni al idealismo flosófco, aunque estos
fenómenos estén en su base.
En la tradición que venía desde la Política de Aristóteles había tres formas básicas de
gobernar rectamente, así como sus formas corruptas: la monarquía, que se puede corromper en
tiranía; la aristocracia, que se corrompe en oligarquía; y la democracia, cuya corrupción se
denomina demagogia. El totalitarismo es una forma nueva, contemporánea, sin precedentes, sin
parecido alguno con los tres modelos aristotélicos. El totalitarismo aparece como un sistema en el
que la culpa y la inocencia se vuelven nociones sin un sentido claro; en consecuencia, únicamente se
9. puede ser ejecutor o víctima.
No es la novedad del fenómeno del totalitarismo lo que llama la atención de Arendt, sino la
destrucción de nuestras formas de pensamiento, de nuestros criterios de juicio. Siempre ha habido
antisemitismo, piensa Arendt, pero nunca ha habido un intento científco y sistemático por la
aniquilación de un pueblo. Dice nuestra autora:
El absurdo ideológico que los provocó, la mecanización de su ejecución y la
institución programada de un mundo moribundo en el que nada tiene sentido, eso es lo
que no tiene precedentes.
El terror y la ideología son las herramientas básicas del totalitarismo. Con la unión de
represión (campos de concentración, exterminio masivo...) y propaganda ideológica
(adoctrinamiento obligatorio, politización de la vida cotidiana, pensamiento único, fanatismo...) se
crea un clima social de una brutalidad extrema.
Es un fenómeno tan nuevo que rompe con todas las formas anteriores y pone en cuestión la
humanidad del hombre. La locura de querer crear un hombre nuevo, un hombre total, lleva a la
destrucción pura y simple de la humanidad: el totalitarismo no tiende a un reino despótico sobre los
hombres, sino hacia un sistema en el que los hombres sobran. Por eso Arendt defne el totalitarismo
como el mal absoluto.
En la interpretación del totalitarismo, todas las leyes se convierten en leyes de
movimiento. Cuando los nazis hablaban sobre la ley de la Naturaleza o cuando los
bolcheviques hablan sobre la ley de la Historia, ni la Naturaleza ni la Historia son ya la
fuente estabilizadora de la autoridad para las acciones de los hombres mortales; son
movimientos en sí mismas. Subyacente a la creencia de los nazis en las leyes raciales
como expresión de la ley de la Naturaleza en el hombre, se halla la idea darwiniana del
hombre como producto de una evolución natural que no se detiene necesariamente en la
especie actual de seres humanos, de la misma manera que la creencia de los bolcheviques
en la lucha de clases como expresión de la ley de la Historia se basa en la noción marxista
de la sociedad como producto de un gigantesco movimiento histórico que corre según su
propia ley de desplazamiento hasta el fn de los tiempos históricos, cuando llegará a
abolirse por sí mismo.
Precisamente esa novedad lleva al totalitarismo a que pueda darse tanto en el fascismo nazi
como en el comunismo estalinista, regímenes enfrentados ideológica y bélicamente.
Las masas, siempre difusas, ofrecen su apoyo a los totalitarismos en momentos de difcultades
económicas, cuando el descontento con las formas tradicionales es absoluto y aparece un hueco
espiritual en las ideas políticas11
.
11 El ejemplo de la crisis de 1929 que siempre se usaba a la hora de estudiar estos acontecimientos, se le añade la crisis
10. La propaganda y el adoctrinamiento realizan su función, creando la fcción de un mundo
perfecto, puro, ideal, donde los males que afectan a la población desaparecen. Se crean
movimientos y organizaciones que van alimentando la doctrina totalitaria, a menudo paramilitares.
Se busca la instauración del partido único, dominado totalmente por el líder, portador del
pensamiento único, que pasa a ser la doctrina. El ideal es crear una nueva humanidad, ya sea
a través de un concepto u otro, pero hay que anular la individualidad, el campo del pensamiento
donde el yo se enfrenta a las ideas aberrantes que se le presentan.
Aparece el control total; exterminando cualquier disidencia, oposición, o revisión de la
doctrina, con métodos violentos, crueles, y brutales. No hay lugar para la crítica ni para el
cuestionamiento, ni se han de esperar argumentaciones racionales que lo justifquen. Se crea un
clima social donde todo el mundo es considerado culpable mientras no se demuestre lo contrario, y
esta forma de pensar se extiende a todos los aspectos de la vida: social, político, económico, cultural,
intelectual, artístico, espiritual, etc.
La acción. La condición humana.
La condición humana
Es signifcativo que Arendt hable de la condición y no de la naturaleza del hombre. La
naturaleza humana existe, pero lo que le interesa no es esta cuestión, sino un análisis de lo que
signifca vivir políticamente en una sociedad moderna.
El libro tiene como objetivo, según Arendt, defnir qué se entiende por pensamiento
político en la modernidad y que se caracteriza por haber puesto en cuestión el sentido común
tradicional. De hecho, según Arendt, hasta la llegada de la modernidad no se puede hablar
propiamente de sociedad.
Con la modernidad, la actividad humana ha quedado absorbida por el trabajo; las exigencias
del trabajo y de la producción se han extendido a toda la sociedad y esto ha tenido como
consecuencia una situación de desolación humana (que no hay que confundir con la soledad, pues
una realidad del mundo contemporáneo es la difcultad que tiene el ser humano para estar solo). La
modernidad social ha implicado una profunda degradación de las condiciones de la existencia
humana.
Trabajo, obra, y acción.
Arendt distingue, en las diversas actividades humanas, entre trabajo, obra (o producto), y
acción.
El trabajo es entendido como la actividad propia del animal laborans, sirve para la subsistencia
del individuo y de la especie. Pertenece, por lo tanto, necesariamente a la vida humana, pero no de
una manera diferente a como lo hace en otros seres vivos.
comenzada en 2007 del sistema fnanciero y que se extendió a las economías de todo el mundo, afectando
especialmente al viejo continente europeo, donde renacieron grupos extremistas de ideología nazi o similares.
11. El trabajo es visto por nuestra pensadora (en lo que podría verse como una interpretación
muy latina), como algo que nos acerca a los estratos biológicos; no es una condición de libertad, sino
una coacción12
para conservar la vida.
El producto del trabajo son los bienes de consumo, aquello que es consumido. El consumo
aparece así como una dimensión ligada a la necesidad de abastecer la subsistencia de la especie. Es
una actividad repetitiva, no deja rastros, pues el resultado del trabajo es consumido y desaparece:
trabajar y consumir es el ciclo de la vida, y no el que aparece en el Rey León. Este ciclo resulta
oculto a nuestra visión, siempre ha sido hecho por esclavos y mujeres, lo único importante era que
alguien lo realizara.
El animal laborans puede laborar en grupo pero no genera ningún espacio común, no produce
más que vida biológica.
En la antigüedad el trabajo del hombre era para proporcionar alimentos y garantizar la
supervivencia del individuo, el trabajo de la mujer era la procreación y la superviviencia de la
especie, la condición que le corresponde es la vida misma, la vida biológica.
La obra o producto, en cambio, es propia del homo faber, nos acerca a la artesanía, al buen
ofcio, al arte, a la construcción, y se refere a aquellos productos que son necesitados o
usados (que tienen valor de uso).
La obra de nuestras manos, a diferencia del trabajo de nuestros cuerpos –el
homo faber que hace y literalmente obra sobre, en contraste con el animal laborans que
trabaja y se mezcla con–, fabrica la interminable variedad de cosas, la suma de las cuales
constituye el artefacto humano. Son mayoritariamente, pero no exclusivamente, objetos
de uso y poseen la durabilidad que Locke necesitaba para establecer la propiedad, el
valor que Adam Smith necesitaba para el mercado de intercambio, y son testimonio de
la productividad, la cual Marx creía que era la prueba de la naturaleza humana. Su uso
adecuado no comporta la desaparición y dan al artefacto humano la estabilidad y la
solidez (...).
El homo faber es quien consigue la obra ejerciendo una cierta violencia sobre la naturaleza. El
mundo creado así no es todavía un espacio de libertad, es producción, uso. La condición que le
corresponde es la mundanidad.
L a acción, por su parte, sirve para la fundamentación y conservación de la
comunidad política, y crea las condiciones para la continuidad entre generaciones y para la
historia.
Se realiza en el espacio público (como en el ágora griega, que es su referente principal)
12 A fn de cuentas la palabra 'trabajo' procede del la palabra latina 'tripalium', que resultaba ser un castigo reservado
para esclavos.
12. transcurre entre los individuos y muestra, a la vez, la singularidad y la pluralidad del ser humano.
Sin acción, sin vita activa, el individuo no será reconocido como tal por los demás. El trabajo y
l a obra se pueden dar en tiranías y en sistemas políticos de cualquier tipo, pero la acción
únicamente puede forecer en la república, que hace posible la participación política. En este
ámbito es política el pensamiento que se encuentra lo más cerca de la acción posible; en el
espacio de acción abierto para la palabra.
L a acción, para Hannah Arendt, es exactamente lo contrario de la dominación.
Cuando el individuo moderno se aleja de la política se llega al fenómeno de la sociedad de
masas y se acentúa la tendencia al despotismo.
Pero esto no signifca que la acción se confunda con el pensamiento. Arendt rechaza la
tradición flosófca en la medida que siempre ha subordinado la acción al pensamiento. No está
tampoco, sin embargo, de acuerdo con quienes en la modernidad han considerado que el
pensamiento se debía dedicar a transformar el mundo, como Marx. Por esto, entre la tradición
flosófca clásica (Platón, Descartes, Kant, Heidegger...) y la tradición marxista y materialista
contemporáneas, Arendt busca un camino original. Dicho de otra manera, Arendt elabora su obra
contra la flosofía política y contra la teoría social, y critica igualmente las concepciones
platónica y aristotélica, que entendían el pensamiento como observación pasiva, el
cristianismo, que convirtió la flosofía en mera contemplación, y la modernidad, en la que el
pensamiento sirve principalmente a la ciencia.
Acción y política
Para explicar la política, Arendt rechaza al mismo tiempo el esquema intencional de la
tradición flosófca, y el esquema funcionalista propio de las ciencias sociales.
Según el esquema intencional, la política habría de ser juzgada por las motivaciones
conscientes del agente (tesis que hace abstracción de las circunstancias concretas en que se inscribe
la acción política).
Según el esquema funcionalista (propio de las ciencias sociales), los humanos nunca son
libres, sino que están determinados por estructuras sociales básicamente impersonales y ciegas; cosa
que hace imposible cualquier juicio (y especialmente, cualquier juicio moral).
La alternativa de nuestra pensadora es pensar la política desde la acción, que
constituye el mundo común de los hombres. La acción es siempre política en la medida en que se inscribe
en la red de relaciones humanas.
El mundo únicamente se muestra habitable cuando trasciende el mundo del trabajo, eso se
da cuando aparecen la acción y la palabra, lo único que da sentido a nuestras vidas.
E l homo loquens, el hombre que habla, tiene la natalidad como característica, no la
mortalidad, y su condición es la pluralidad, los hombres, no el hombre.
13. El ser humano es individual, pero a la vez que expresa la singularidad propia, también pide
concertación con los demás, porque implica una pluralidad de actores, cada uno de ellos con
intereses distintos. La pensadora alemana señala dos características básicas que se derivan de este
hecho:
1) La acción es imprevisible. Es enormemente frágil y se caracteriza por la
impredecibilidad de sus consecuencias. La acción cae en una red de acciones y
reacciones no previsibles; de aquí el absurdo de teorías políticas que pretendan ser
proféticas.
2) La acción es irreversible. Una vez iniciada una acción no podemos volver atrás,
podemos pedir perdón, pero no borrarla. De aquí la necesidad de una perspectiva
prudente y responsable. La acción siempre pone más de lo que el agente había
previsto porque cae en una red de relaciones. Únicamente cuando la acción ha
llegado a su fnal podemos saber su resultado.
Asumir las responsabilidades es aceptar los riesgos que comportan nuestras acciones (tanto por
acción como por omisión, porque en política el simple hecho de no hacer nada signifca actuar). No
vale ocultarse en falsos pretextos como la buena voluntad, la obediencia, o el respeto al deber (porque el
primer deber en política es ser conscientes del valor de los deberes y por tanto ser lúcidos respecto a
ellos).
La acción humana es inicio de todo, es natalidad, (un concepto que debe recordarnos a la
voluntad de Kant), la capacidad de hacer aparecer lo que es inédito, lo nuevo. Es la libertad, el
comienzo. Únicamente es acción si va acompañada de palabra, de discurso.
El discurso y la acción revelan esta única cualidad de ser distinto. Mediante ellos,
los seres humanos se presentan unos a otros, no como objetos físicos, sino como
hombres. Esta apariencia, diferenciada de la mera existencia corporal, se basa en la
iniciativa; pero en una iniciativa (el appetitus beatitudinis) que ningún ser humano
puede detener y seguir siendo humano. […]
Con respecto a este alguien que es único cabe decir verdaderamente que nunca
nadie estuvo allí antes que él. Si la acción como comienzo corresponde al hecho de nacer
(como un yo), si es la realización de la condición humana de la natalidad, entonces el
discurso corresponde al hecho de la distinción y es la realización de la condición humana
de la pluralidad, es decir, de vivir como ser distinto y único entre iguales.
La sociedad contemporánea está preocupada por las consecuencias que puede tener la labor
destinada al consumo, esta es la característica de la sociedad contemporánea, está organizada como
labor, todo está destinado a ser consumido rápidamente. Estamos ante un desmesurado avance
14. natural en términos de labor. Hay una reinterpretación actual de la labor. La raíz de esta
reinterpretación se encuentra en la transformación de la política en economía.
Actualmente se ha producido la invasión de la labor en términos públicos. La economía
moderna ha sustituido la labor en el lugar que ocupaba la obra y la acción. Es en el mundo obrero
donde puede volver a aparecer la obra y la acción. Los ofcios nos clasifcan y condicionan, y nos
alejan de la libertad.
En 1945 Hannah Arendt escribió:
La sociedad de cada época, a través de la desocupación, frustra al hombre
humilde en su actividad normal diaria y en su autorespeto, lo prepara para este último
estadio en el que asumirá sin decir ni pío cualquier función, incluso la de verdugo.
Para esta flósofa el espacio público no es el Parlamento, el Congreso, sino que el espacio
público está en las manifestaciones de la sociedad, en los ámbitos de la protesta y los disidentes.
Trabajo Obra Acción
Propio de... Homo laborans Homo faber Homo loquens
Producto Bienes de consumo Objetos de uso Política
Dimensión La necesidad La habitabilidad Espacio común de acción
comunicativa. Natalidad
Condición Vida biológica Mundanidad Pluralidad. Los hombres.
La banalidad del mal. Eichmann en Jerusalén.
Entre abril y junio de 1961, Arendt asiste como periodista de la revista The New Yorker al
juicio que tuvo lugar en Jerusalén contra Adolf Eichmann, un criminal de guerra nazi que había
sido secuestrado en Argentina por los servicios secretos israelíes (Mossad), donde se ocultaba.
Escuchando a Adolf Eichmann en el juicio tuvo la idea de su teoría sobre la banalidad del mal.
Fue como si en aquellos últimos minutos (Eichmann) resumiera la lección que su
larga carrera de maldad nos ha enseñado, la lección de la terrible banalidad del mal, ante
la cual las palabras y el pensamiento se sienten impotentes.
Para la opinión pública de su tiempo, el proceso de Adolf Eichmann se presentaba bajo la
forma de una alternativa maniquea. O el criminal nazi estaba movido por una maldad diabólica y
por un odio anti judío brutal, de manera que era culpable sin discusión posible, o era simplemente
una pieza de un mecanismo que él no controlaba en un sistema burocrático.
Arendt se encuentra entre dos opciones y no puede sorprender que fuese mal entendida por
viejos amigos, como el historiador del judaísmo Gershom Scholem. Eichmann había sido
secuestrado por el Mossad el 11 de mayo de 1960 y llevado en secreto a Israel, violando todas las
leyes internacionales que se podían violar en este caso. De hecho, estaba condenado a muerte
15. mucho antes del juicio, y el libro de nuestra pensadora no pudo ser publicado en Israel hasta el año
1966.
En su interrogatorio, Eichmann alegó que él simplemente cumplía órdenes, con una
obediencia de cadáver, hecho imprescindible en una guerra que necesita disciplina; incluso usó el
pensamiento de Kant, afrmando que toda su vida había vivido bajo los preceptos morales
kantianos, intentando justifcar su acción.
Para Arendt, Eichmann no es culpable, en un cierto sentido, porque, efectivamente, es cierto
que únicamente cumplía órdenes, y porque, efectivamente también, era una pieza menor, sólo
era el responsable de los transportes de judíos, pero no decidió ninguna decisión fnal.
¿De qué es culpable Eichmann? Pues, simplemente, de banalidad, de no haber entendido
nada, de haber dejado de pensar mientras cumplía las órdenes. Paradójicamente, se puede ser
culpable por no haber sabido escuchar la propia subjetividad, por no haber sido capaz de
juzgar, de pensar, por sí mismo. En realidad, por lo tanto, por no haber cumplido con el ideal
kantiano.
Como dice Salvador Giner, la originalidad del texto de Arendt consiste en mostrar que la
mayoría de los humanos no son héroes y que en el ánimo de muchos habita una inclinación a la
obediencia maligna (...) Lo que Arendt demostró es cómo la mediocridad moral, la cobardía de los
débiles y la fácil obediencia rutinaria es lo que transforma a la gente corriente en mansos brazos de
brutalidad y de la barbarie totalitaria.
La banalidad del mal
Es el concepto más conocido de su libro sobre el juicio a Eichmann, y provocó muchos
malentendidos, que en cierta manera todavía perviven hoy en día. ¿En qué sentido se puede
decir que el mal es banal sin disminuir en nada su responsabilidad?
Según Arendt el celoso funcionario del Tercer Reich pretendía obrar con buena conciencia,
cumplía con su deber, cumplía con las leyes. Media docena de psiquiatras declararon también que
Eichmann no era un psicópata, ni siquiera un desequilibrado, incluso se consideró su actitud
respecto a su familia y amigos como deseable.
Pero cuando Arendt habla sobre banalidad, no pretende disminuir o relativizar el mal que
había hecho Eichmann. No hay duda que había participado en el holocausto, pero la paradoja está
en que su maldad ni siquiera era demoníaca, era banal; es la maldad del hombrecito insignifcante que
cumple órdenes estúpidamente, sin preguntarse ni por un momento qué sentido tienen esas órdenes.
El mal absoluto al que se refere en el libro Los orígenes del totalitarismo, por lo tanto, resulta
posible gracias a que millones y millones de personas ejercen un mal banal, una absoluta
incapacidad de pensar desde el punto de vista de los otros, un mal sin profundidad; un mal
16. simplemente imbécil y que pueden practicar sin sentirse mal personalmente también los buenos, los
cultos, los kantianos.
Ahora bien, también es banal el mal de la gente que no resiste y se deja llevar estúpidamente
al matadero en lugar de luchar. En este sentido, también los judíos caen en el ámbito de la
banalidad del mal13
.
Algunos han querido ver en el concepto de la banalidad del mal una desautorización del
pensamiento moral de Kant, quien había afrmado que la moralidad consiste en el cumplimiento de
la ley por puro respeto a la ley.
Pero lo que Arendt nos dejó es que conviene que previamente nos preguntemos si la ley es
respetable o si cumplirla nos deshumaniza. Únicamente las leyes respetables han de ser respetadas.
Necesitaríamos otra vez a Kant y su idea de un juicio refexivo, que evalúe las acciones del mundo
común y asuma como guía de la acción la facultad del juicio que es propia de los seres humanos.
Cuando dejamos de juzgar, cuando nos situamos en un punto de desinterés por la política, en tanto
que la res publica, fácilmente podemos acabar en un mal banal que nos haga cómplices del mal
absoluto.
13 En primer lugar los miembros de los Consejos judíos que creían posible negociar con Hitler, que elaboraban listas de
miembros de la comunidad que después servían a la Gestapo para llevarlos a los campos de concentración y exterminio.