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EL HIJO
El pequeño apartamento está vacío, el piso todavía manchado de golpes de
escoba en las esquinas. No poseo nada para llenar el espacio, excepto mi
ropa de Abnegación, que está metida en la parte inferior de la bolsa a mi
lado. La arrojo al colchón desnudo y reviso los cajones debajo de la cama
en busca de sábanas.
El sorteo de Osadía fue amable conmigo, porque ocupé el primer lugar, y
porque a diferencia de mis compañeros iniciados salientes, quería vivir
solo. Los otros, como Zeke y Shauna, crecieron rodeados de la comunidad
de Osadía, y para ellos el silencio y la quietud de vivir solos serían
insoportables.
Hago la cama rápidamente, tensando la sábana, ya que apenas tiene
esquinas. Las sábanas están lullidas en algunos lugares, de las polillas o
de un uso anterior, no estoy seguro. La manta, una colcha azul, huele a
cedro y polvo. Cuando abro la bolsa que contiene mis escasas
pertenencias, sostengo frente a mí la camisa de Abnegación… desgarrada,
de donde tuve que arrancar la tela para atar la herida en mi mano. Parece
pequeña, dudo incluso que pudiera caber en ella si intentara ponérmela en
este momento, pero no lo intento, solo la doblo y la dejo caer en el cajón.
Oigo un golpe, y digo: “¡Adelante!” Pensando que es Zeke o Shauna. Pero
Max, un hombre alto, de piel oscura y nudillos magullados, entra en mi
apartamento, con las manos cruzadas delante de él. Inspecciona la
habitación una vez y tuerce su labio con disgusto por los pantalones grises
doblados sobre la cama. La reacción me sorprende un poco, no hay
muchos en esta ciudad que elegirían Abnegación como su facción, pero no
hay muchos que la odien, tampoco. Al parecer, he encontrado a uno de
ellos.
Me pongo de pie, sin saber qué decir. Hay un líder de facción en mi
apartamento.
—Hola —digo.
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—Perdón por la interrupción —dice—. Me sorprende que no eligieras la
habitación con tus antiguos compañeros iniciados. Hiciste algunos amigos,
¿no es así?
—Sí —le digo—. Esto solo se siente más normal.
—Supongo que te llevará algún tiempo dejar de lado a tu antigua facción.
—Max roza el mostrador en mi pequeña cocina con un dedo, mira el polvo
que recoge, y a continuación, se limpia la mano en sus pantalones. Él me
da una mirada crítica, una que me dice que deje de lado mi vieja facción
más rápido. Si fuera todavía un iniciado, puede ser que me preocupe por
esa mirada, pero ahora soy un miembro de Osadía, y no puede quitarme
eso, sin importar cuán “Estirado” parezca.
¿Oh, sí puede?
—Esta tarde vas a elegir tu trabajo —dice Max—. ¿Tenías algo en mente?
—Supongo que depende de lo que está disponible —le digo—. Me gustaría
hacer algo con la docencia. Como lo que hizo Amar, tal vez.
—Creo que el iniciado con la primera posición puede hacerlo un poco
mejor que un “instructor de iniciación”, ¿no crees? —Las cejas de Max se
levantan, y me doy cuenta que una no se mueve tanto como la otra, está
cruzada con una cicatriz—. He venido porque una oportunidad se ha
abierto.
Él saca una silla de debajo de la mesa pequeña cerca de la encimera de la
cocina, la gira, y se sienta en ella de revés. Sus botas negras están
cubiertas de barro de color marrón claro y los cordones están anudados y
deshilachados en los extremos. Él podría ser la persona más antigua de
Osadía que he visto en mi vida, pero puede también estar hecho de acero.
—Para ser honesto, uno de mis compañeros líderes de Osadía se está
poniendo un poco viejo para el trabajo —dice Max. Me siento en el borde
de la cama—. Los otros cuatro de nosotros pensamos que sería una buena
idea conseguir un poco de sangre nueva en el liderazgo. Nuevas ideas para
nuevos miembros de Osadía e iniciados, específicamente. Esa tarea se da
generalmente al líder más joven de todos modos, así que es un buen
ajuste. Estábamos pensando en elaborar, a partir de la más reciente clase
de iniciados, un programa de entrenamiento para ver si alguien es un
buen candidato. Tú eres una elección natural.
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De repente, siento como si mi piel fuera demasiado apretada para mí.
¿Realmente está sugiriendo que a la edad de dieciséis años yo podría
calificar como un líder de Osadía?
—El programa de formación tendrá una duración de al menos un año —
dice Max—. Va a ser riguroso y pondrá a prueba tus habilidades en
muchas áreas. Los dos sabemos que vas a hacerlo muy bien en la parte
del pasaje del miedo.
Asiento sin pensar. No debe importarle mi confianza en mí mismo, porque
sonríe un poco.
—No tendrás que ir a la reunión de selección de trabajo el día de hoy —
dice Max—. La capacitación se iniciará muy pronto: mañana por la
mañana, de hecho.
—Espera —le digo, un pensamiento rompiendo a través de la confusión en
mi mente—. ¿No tengo opción?
—Por supuesto que tienes opciones. —Él se ve perplejo—. Supuse que
alguien como tú preferiría entrenar para ser un líder que pasar todo el día
de pie alrededor de una valla con una pistola en el hombro, o enseñándole
a los iniciados una buena técnica de lucha. Pero si me he equivocado…
No sé por qué estoy dudando. No quiero pasar mis días custodiando la
valla, o patrullando la ciudad, o incluso caminando por el piso de la sala
de entrenamiento. Puede que tenga una aptitud para la lucha, pero eso no
quiere decir que quiero hacerlo todo el día, todos los días. La oportunidad
de hacer una diferencia en Osadía está apelando a las partes de
Abnegación en mí, las partes que están flotando alrededor, muchas veces
exigiendo atención.
Creo que simplemente no me gusta cuando no me dan otra opción.
Niego con la cabeza.
—No, no estabas equivocado. —Me aclaro la garganta y trato de sonar más
fuerte, más decidido—. Quiero hacerlo. Gracias.
—Excelente. —Max se levanta y hace sonar uno de los nudillos
perezosamente, como si fuera un viejo hábito. Él extiende su mano para
estrechar la mía, y yo la tomo, aunque el gesto es aún desconocido para
mí, en Abnegación las personas nunca se tocan entre sí con tanta
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indiferencia—. Ven a la sala de conferencias cerca de mi oficina mañana
por la mañana a las ocho. Está en la Espira. Décimo piso.
Él se va, esparciendo trozos de tierra seca de la suela de sus zapatos
mientras sale. Los barro con la escoba que se apoya contra la pared cerca
de la puerta. No es hasta que estoy poniendo rápidamente la silla debajo
de la mesa que me doy cuenta: si me convierto en un líder de Osadía, un
representante de mi facción, voy a tener que encontrarme cara a cara con
mi padre de nuevo. Y no solo una vez, sino constantemente, hasta que
finalmente se retire a la oscuridad de Abnegación.
Mis dedos empiezan a entumecerse. Me he enfrentado a mis temores
tantas veces en las simulaciones, pero eso no quiere decir que estoy listo
para enfrentarme a ellos en la realidad.
—¡Amigo, te lo perdiste! —Zeke está con los ojos abiertos, preocupado—.
Los únicos puestos de trabajo que quedaron para el final fueron los
puestos de trabajos asquerosos, ¡como fregar los baños! ¿Dónde estabas?
—Está bien —le digo mientras llevo mi bandeja de vuelta a nuestra mesa
cerca de las puertas. Shauna está allí con su hermana menor, Lynn, y la
amiga de Lynn: Marlene. Cuando las vi por primera vez allí, quise dar la
vuelta y salir de inmediato; Marlene es demasiado alegre para mí, incluso
en un buen día, pero Zeke ya me había visto, así que era demasiado tarde.
Detrás de nosotros, Uriah trota para ponerse al día, su plato cargado con
más comida de la que, posiblemente, puede meter en su estómago—. No
me perdí nada, Max vino a verme antes.
Al tomar nuestros asientos en la mesa, bajo una de las brillantes lámparas
azules que cuelgan de la pared, le hablo de la oferta de Max, cuidando de
no hacer que suene muy impresionante. Apenas acabo de encontrar
amigos; no quiero crear tensión celosa entre nosotros sin ninguna razón.
Cuando termino, Shauna inclina su rostro con una de sus manos
cubriéndolo a medias y le dice a Zeke:
—Creo que deberíamos haberlo intentado con más ahínco durante la
iniciación, ¿eh?
—O matarlo antes de que pudiera tomar su examen final.
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—O las dos cosas. —Shauna me sonríe—. Felicidades, Cuatro. Te lo
mereces.
Siento los ojos de todos sobre mí como inconfundibles y poderosos rayos
de calor, y me apresuro en cambiar de tema.
—¿Dónde terminaron ustedes?
—Sala de control —dice Zeke—. Mi madre solía trabajar allí, y me enseñó
más de lo que voy a necesitar saber ya.
—Estoy en el liderazgo de la patrulla de rastrear… cosas —dice Shauna—.
No es el trabajo más emocionante de la historia, pero por lo menos voy a
llegar a estar fuera.
—Sí, quiero oírte decir eso en pleno invierno cuando estés caminando a
través de un centenar de nieve y hielo —dice Lynn con amargura. Ella
apuñala un montón de puré de patatas con el tenedor—. Será mejor que lo
haga bien en la iniciación. No quiero quedar atrapada en la valla.
—¿No hablamos de esto? —dice Uriah—. No digas la palabra con “I” hasta
un máximo de dos semanas antes de que suceda. Me dan ganas de
vomitar.
Miro a la pila de alimentos en su bandeja.
—Aunque, ¿abarrotarte hasta el cuello con comida, está bien?
Él pone los ojos en blanco y se inclina sobre su bandeja para seguir
comiendo. Me asomo sobre la mía, no he tenido ningún apetito desde esta
mañana, demasiado preocupado por mañana como para mantenerme con
el estómago lleno.
Zeke ve a alguien al otro lado de la cafetería.
—Ya vuelvo.
Shauna lo observa cruzar la habitación para saludar a algunos miembros
jóvenes de Osadía. No se ven mucho mayor que él, pero yo no los
reconozco de la iniciación, por lo que deben ser mayores un año o dos.
Zeke dice algo al grupo —compuesto sobre todo de chicas— que las envía a
un ataque de risa, y pincha a una de las chicas en las costillas, haciéndola
chillar. A mi lado, Shauna echa chispas por los ojos y falla su boca con el
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tenedor, untando salsa de pollo por toda su mejilla. Lynn resopla en su
comida, y Marlene la patea, audiblemente, debajo de la mesa.
—Entonces —dice Marlene en voz alta—. ¿Sabes de alguien más que esté
haciendo el programa de liderazgo, Cuatro?
—Ahora que lo pienso, tampoco vi a Eric allí hoy —dice Shauna—. Tenía la
esperanza de que hubiera tropezado y caído en el abismo, pero…
Me meto un bocado de comida en la boca y trato de no pensar en ello. La
luz azul hace que mis manos también se vean azules, como las manos de
un cadáver. No he hablado con Eric desde que lo acusé de ser
indirectamente responsable de la muerte de Amar; alguien reportó la
consciencia durante la simulación de Amar a Jeanine Matthews, líder de
Erudición y como un antiguo miembro de Erudición, Eric es el sospechoso
más probable. No sé lo que haré la próxima vez que tenga que hablar con
él. Golpearlo de nuevo no va a demostrar que es un traidor de facción.
Tendré que encontrar la manera de conectar sus actividades recientes con
Erudición y llevar la información a uno de los líderes de Osadía, Max,
probablemente, ya que lo conozco mejor.
Zeke camina de regreso a la mesa y se desliza en su asiento.
—Cuatro. ¿Qué harás mañana por la noche?
—No lo sé —digo—. ¿Nada?
—Ya no —dice él—. Vienes conmigo en una cita.
Me ahogo con mi próximo bocado de patatas.
—¿Qué?
—Um, odio decirte esto, hermano mayo —dice Uriah—, pero se supone que
vas solo a las citas, no llevas a un amigo.
—Es una cita doble, obviamente —dice Zeke—. Le pedí salir a María, y dijo
algo acerca de que encontrara una cita para su amiga Nicole, y le indiqué
que tú estarías interesado.
—¿Cuál de ellas es Nicole? —dice Lynn, estirando el cuello para mirar al
grupo de chicas.
—La pelirroja —dice Zeke—. Así que, a las 8 en punto. Estás dentro, ni
siquiera te lo estoy pidiendo.
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—Yo no… —digo. Miro a la chica pelirroja al otro lado de la habitación. Es
de piel clara, con grandes ojos delineados de negro, y lleva una camiseta
apretada, la cual muestra la curva de su cintura y… otras cosas que el
chico de Abnegación en mi interior me dice que no note. Lo hago de todos
modos.
Nunca he estado en una cita, gracias a los estrictos rituales de cortejo de
mi antigua facción, que implican participar en actos de servicios juntos y
tal vez, tal vez, cenar con la familia de otra persona y ayudarles a limpiar
después. Ni siquiera he pensado en si quería salir con alguien; era tan
imposible.
—Zeke, yo nunca he…
Uriah frunce el ceño y empuja mi brazo, duro, con un solo dedo. Alejo su
mano.
—¿Qué?
—Oh, nada —dice Uriah alegremente. —Solo estabas sonando más
Estirado que de costumbre, así que me pareció buena idea comprobar…
Marlene se ríe.
—Sí, claro.
Zeke y yo intercambiamos una mirada. Nunca hablamos explícitamente de
no compartir mi facción de origen, pero que yo sepa, él nunca se lo había
mencionado a nadie. Uriah lo sabe, pero a pesar de ser un bocón, parece
entender cuándo retener información. Aun así, no estoy seguro por qué
Marlene no lo ha descubierto, tal vez no es muy observadora.
—No es gran cosa, Cuatro —dice Zeke. Devora su último bocado de
comida—. Irás, hablarás con ella como si fuera un ser humano normal, lo
cual es, tal vez ella te permita… jadear… tomar su mano…
Shauna se levanta de repente, su silla chilla en el piso de piedra. Ella
coloca su cabello detrás de una oreja y camina hacia el retenedor de
bandejas, con la cabeza baja. Lynn mira furiosa a Zeke, lo cual apenas se
ve diferente de su normal expresión facial, y sigue a su hermana a través
de la cafetería.
—Está bien, no tienes que tomar la mano de nadie —dice Zeke, como si
nada hubiera pasado—. Solo ve, ¿de acuerdo? Te deberé una.
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Miro a Nicole. Está sentada en una mesa cerca del retenedor de bandejas y
riéndose otra vez de la broma de alguien. Tal vez Zeke tenga razón, quizá
no sea gran cosa, y tal vez esta es otra manera en que puedo olvidar mi
pasado de Abnegación y aprender a aceptar mi futuro en Osadía. Y
además… ella es bonita.
—Está bien —digo—. Voy a ir. Pero si haces alguna broma sobre tomarse
de manos, voy a romperte la nariz.
Cuando regreso a mi apartamento esa noche, todavía huele a polvo y una
pizca de moho. Enciendo una de las lámparas, y un rayo de luz se refleja
en la encimera. Recorro mi mano sobre ella, y un pequeño trozo de vidrio
se clava en mi dedo, haciéndolo sangrar. Lo pellizco con las puntas de mis
dedos y lo llevo al bote de basura, al cual le puse una bolsa esta mañana.
Pero descansando ahora en la parte inferior de la bolsa hay un montón de
fragmentos en forma de un vaso.
No he usado uno de ésos todavía.
Un escalofrío recorre mi espina dorsal, y analizo el resto del apartamento
en busca de signos de alteración. Las sábanas no están revueltas, ninguno
de los cajones están abiertos, ninguna de las sillas parecen haberse
movido. Pero sabría si hubiera roto un vaso esa mañana.
Entonces, ¿quién estuvo en mi apartamento?
No sé por qué, pero lo primero que encuentran mis manos en la mañana
siguiente cuando llego al cuarto de baño es el conjunto de tijeras que
obtuve ayer con mis créditos de Osadía. Y aunque aún estoy parpadeando
contra la nubosidad de mis ojos, las abro y llevo a mi cabeza de la manera
que he hecho desde que era joven. Inclino mi oreja hacia delante para
protegerla de las cuchillas; sé cómo girar y cambiar para así poder ver
tanto de la parte posterior de mi cabeza como sea posible. El ritual calma
mis nervios, me hace sentir enfocado y estable. Me cepillo los cabellos
recortados de mi cuello y hombros, y los barro hacia la papelera.
Es una mañana típica de Abnegación. Una ducha rápida, un desayuno
sencillo, una casa limpia. Excepto que estoy usando botas, pantalones,
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camisa y chaqueta negra de Osadía. A mi salida evito mirarme en el espejo
y eso me hace apretar los dientes, sabiendo cuán profundo van estas
raíces Estiradas, y cuán difícil será extirparlas de mi mente, tan enredadas
en todo como están. Dejé ese lugar de miedo y desafío, y eso lo hace más
difícil de asimilar de lo que nadie sabe, más si en realidad hubiera elegido
Osadía por las razones correctas.
Camino rápidamente hacia el Pozo, emergiendo a través de un arco a
mitad de la pared. Me mantengo alejado del borde de la ruta, aunque los
niños de Osadía, riendo a carcajadas, a veces corren a lo largo de ella, y yo
debería ser más valiente de lo que ellos son. No estoy seguro de si la
valentía es algo que adquieres más con la edad, como la sabiduría, pero
quizá aquí, en Osadía, la valentía es la forma más elevada de la sabiduría,
el reconocimiento de que la vida puede y debe vivirse sin temor.
Es la primera vez que me encuentro siendo reflexivo sobre la vida en
Osadía, así que me aferro al pensamiento mientras subo los senderos
alrededor del Pozo. Llego a la escalera que cuelga del techo de vidrio y
mantengo mis ojos en alto, lejos del espacio abierto debajo de mí, de modo
que no empiece a entrar en pánico. Pero de todas maneras, mi corazón
está palpitando fuertemente al momento que llego a la cima; puedo
sentirlo en mi garganta. Max dijo que su oficina estaba en el décimo piso,
por lo que tomo el ascensor con un grupo de Osadía que van a trabajar. No
todos parecen conocerse los unos a otros, a diferencia de Abnegación; no
es tan importante para ellos memorizar nombres, rostros, necesidades y
deseos, así que tal vez solo lo dejan para sus amigos y familiares,
formando comunidades ricas pero separadas dentro de su facción. Como
la que yo estoy formando.
Cuando llego a la décima planta, no estoy seguro de a dónde ir, pero luego
veo una cabeza de cabello oscuro girar en una esquina frente a mí. Eric. Lo
sigo, en parte porque probablemente sabe a dónde va, pero en parte
porque quiero saber lo que está haciendo, incluso si no va al mismo lugar
que yo. Pero cuando doy vuelta en la esquina, veo a Max de pie en una
sala de conferencias que tiene paredes de vidrio, rodeado de jóvenes de
Osadía. El más viejo quizás tiene veinte, y los más jóvenes probablemente
no son mucho mayores que yo. Max me ve a través del vidrio y me hace un
ademán para que entre. Eric se sienta cerca de él, lame botas, pienso, pero
yo me siento en el otro extremo de la mesa, entre una chica con un aro a
través de sus fosas nasales y un chico cuyo cabello es de un matiz verde
tan brillante que no puedo mirarlo directamente. Me siento simple en
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comparación, puede que me haya tatuado las llamas de Osadía en mi
costado durante la iniciación, pero no es como si estén exhibidas.
—Creo que todo el mundo ya está aquí, así que vamos a empezar. —Max
cierra la puerta de la sala de conferencias y se para delante de nosotros.
Parece extraño en un entorno tan ordinario, como si estuviera aquí para
romper todos los vidrios y causar caos en lugar de dirigir esta reunión—.
Todos ustedes están aquí porque han demostrado potencial, en primer
lugar, pero también porque han demostrado entusiasmo por nuestra
facción y su futuro. —No sé yo cómo lo he hecho—. Nuestra ciudad está
cambiando, más rápido que nunca antes, y con el fin de continuar con
ello, también tendremos que cambiar. Tendremos que ser más fuertes,
más valientes, mejor de lo que somos ahora. Y entre ustedes están las
personas que nos pueden llevar ahí, pero tenemos que averiguar quiénes
son. Les haremos una combinación de instrucciones y pruebas de
habilidades en los próximos meses, para enseñarles lo que necesitarán
saber si logran pasar a través de este programa, pero también para ver qué
tan rápido aprenden. —Eso suena un poco como algo que los de Erudición
valorarían, no los de Osadía… qué extraño.
—Lo primero que van a hacer es llenar esta hoja de información —dice, y
casi me rio. Hay algo ridículo en un rudo, endurecido, guerrero de Osadía
con un montón de papeles que llama “hoja de información”, pero por
supuesto algunas cosas tienen que ser ordinarias, porque así es más
eficiente. Coloca la pila alrededor de la mesa, junto con un manojo de
plumas—. Todo esto va a hacernos saber más sobre ustedes y nos dará un
punto de partida para medir su progreso. Así que por su bien sean
honestos, y no se hagan ver mejor de lo que son.
Me siento inquieto, mirando fijamente la hoja de papel. Lleno mi nombre,
la cual es la primera pregunta, y mi edad, la segunda. La tercera pregunta
es sobre mi facción de origen, y la cuarta pregunta es sobre mi número de
miedos. La quinta pregunta cuáles son esos temores.
No sé cómo describirlos. Los dos primeras son fáciles, las alturas, el
confinamiento, ¿pero la siguiente? ¿Y qué voy a escribir sobre mi padre,
que tengo miedo de Marcus Eaton? Eventualmente garabateo perder el
control para mi tercer temor y amenazas físicas en espacios confinados
para mi cuarta, sabiendo que eso está lejos de ser verdad.
Pero las siguientes preguntas son extrañas, confusas. Son declaraciones,
astutamente redactadas, con las que se supone que debo estar de acuerdo
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o en desacuerdo. Está bien robar si es para ayudar a alguien más. Bueno,
eso es bastante fácil: estoy de acuerdo. Algunas personas merecen más
recompensas que otros. Tal vez. Depende de las recompensas. El poder
debería darse solo a aquellos que lo ganan. Las circunstancias difíciles
forman personas más fuertes. No sabes cuán fuerte es una persona
realmente hasta que son puestas a prueba. Miro alrededor de la mesa hacia
los demás. Algunas personas parecen desconcertadas, pero nadie se ve
como yo me siento: perturbado, casi con miedo de encerrar una respuesta
debajo de cada declaración.
No sé qué hacer, así que encierro “de acuerdo” para cada una y paso mi
hoja de vuelta con la de todos los demás.
Zeke y su cita, María, están recostados presionados entre sí contra la
pared en un pasillo al lado del Pozo. Puedo ver sus siluetas desde aquí.
Parece como si aún estuvieran estando presionados uno contra el otro
como lo estaban hace cinco minutos cuando llegaron en un principio hasta
aquí, riendo como idiotas todo el tiempo. Cruzo mis brazos y miro hacia
atrás a Nicole.
—Entonces —le digo.
—Entonces —dice ella, inclinándose hacia delante sobre las puntas de sus
pies y regresando a sus talones de nuevo—. Esto es un poco raro, ¿no?
—Sí —le digo, aliviado—. Lo es.
—¿Cuánto tiempo has sido amigo de Zeke? —dice—. No te he visto mucho
por aquí.
—Unas pocas semanas —digo—. Nos conocimos durante la iniciación.
—Oh —dice ella—. ¿Eres un transferido?
—Um… —No quiero admitir que me transferí de Abnegación, en parte
porque cada vez que admito eso, la gente empieza a pensar que soy un
estirado, y en parte porque no me gusta tirar indirectas sobre mi filiación
cuando puedo evitarlo. Decido mentir—. No, simplemente… supongo que
lo mantuve para mí mismo antes de eso.
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—Oh. —Ella entrecierra los ojos un poco—. Debes haber sido muy bueno
en eso.
—Una de mis especialidades —digo—. ¿Cuánto tiempo has sido amiga de
María?
—Desde que éramos niñas. Ella podría tropezar, caer y aterrizar en una
cita con cualquiera —dice Nicole—. Algunos otros de nosotros no somos
tan talentosos.
—Sí. —Niego con la cabeza—. Zeke tuvo que empujarme un poco en esto.
—En serio. —Nicole levanta una ceja—. ¿Al menos te mostró lo que te
esperaba?
Ella se señala a sí misma.
—Um, sí —le digo—. No estaba seguro de que fueras mi tipo, pero pensé
que tal vez…
—No tu tipo. —De repente suena fría. Trato de dar marcha atrás.
—Quiero decir, no creo que eso sea tan importante —le digo—. La
personalidad es mucho más importante que…
—¿Que mi apariencia insatisfactoria? —Ella levanta las cejas.
—Eso no es lo que dije —le digo—. Yo soy… realmente terrible en esto.
—Sí —dice ella—. Lo eres.
Agarra el pequeño bolso negro que descansaba contra sus pies y lo mete
bajo su brazo.
—Dile a María que tenía que ir a casa temprano.
Se aleja furiosa de la barandilla y desaparece en uno de los caminos
próximos al Pozo. Yo suspiro y miro a Zeke y María una vez más. Me doy
cuenta por los tenues movimientos que soy capaz de detectar que ellos no
han bajado el ritmo en absoluto. Golpeo mis dedos contra la barandilla.
Ahora que nuestra cita doble se ha convertido en una incómoda cita
triangular, debe estar bien que me vaya.
Veo a Shauna saliendo de la cafetería y saludo hacia ella.
—¿No es esta noche tu gran noche de cita con Ezekiel? —dice.
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—Ezekiel —digo, estremeciéndome—. Olvidé que ese era su nombre
completo. Sí, mi cita acaba de salir corriendo.
—Buena esa —dice, riendo—. ¿Cuánto duraste, diez minutos?
—Cinco —digo, y me encuentro riendo también—. Al parecer, soy
insensible.
—No —dice ella con fingida sorpresa—. ¿Tú? ¡Pero si eres tan sentimental
y dulce!
—Qué graciosa —le digo—. ¿Dónde está Lynn?
—Comenzó a discutir con Héctor. Nuestro hermano menor —dice—. He
estado escuchándolos hacer eso por, oh, mi vida entera. Así que me fui.
Pensé en ir a la sala de entrenamiento, hacer algo de ejercicio. ¿Quieres ir?
—Sí —respondo—. Vamos.
Nos dirigimos hacia la sala de entrenamiento, pero luego me doy cuenta
que tenemos que caminar por el mismo pasillo que Zeke y María ocupan
en estos momentos para llegar allí. Trato de parar a Shauna con una
mano, pero es demasiado tarde, ella ve sus dos cuerpos apretados entre sí,
sus ojos se abren de par en par. Se detiene por un momento, y oigo ruidos
de besos que deseo no haber oído. Entonces ella avanza por el pasillo otra
vez, caminando tan rápido que tengo que correr para alcanzarla.
—Shauna…
—Sala de entrenamiento —dice ella.
Cuando llegamos allí, comienza inmediatamente con el saco de boxeo, y
creo que nunca la había visto antes golpearlo tan fuerte.
—Aunque pueda parecer extraño, es importante para las personas de
Osadía de alto nivel entender cómo funcionan algunos programas —dice
Max—. El programa de supervisión en la sala de control es algo evidente,
un líder de Osadía a veces tiene que vigilar las cosas que suceden en la
facción. Luego están los programas de simulación, los cuales tienen que
entender con el fin de evaluar a los iniciados en Osadía. También el
programa de seguimiento, el cual mantiene el negocio en nuestra facción
funcionando sin problemas, entre otros. Algunos de estos programas son
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bastante sofisticados, lo que significa que tendrán que ser capaces de
aprender habilidades de computación con facilidad, si aún no las tienen.
Eso es lo que estaremos haciendo hoy.
Él hace un gesto a la mujer de pie cerca de su hombro izquierdo. La
reconozco del juego de Reto. Es joven, con vetas de color púrpura en su
cabello corto y con más piercings de los que puedo fácilmente contar.
—Lauren aquí estará enseñándoles algunos de los conceptos básicos, y
luego vamos a evaluarlos —dice Max—. Lauren es uno de nuestros
instructores de iniciación, pero en su tiempo de inactividad trabaja como
técnico informático en la sede de Osadía. Es un poco Erudito de ella, pero
vamos a dejar pasar eso por el bien de la conveniencia.
Max le guiña un ojo, y ella sonríe.
—Adelante —dice él—. Estaré de vuelta en una hora.
Max se va, y Lauren aplaude con sus manos.
—Muy bien —dice ella—. Hoy vamos a hablar sobre cómo programamos
trabajos. Aquellos de ustedes que ya tienen alguna experiencia con esto,
por favor no duden en desconectarse. El resto, es mejor que mantengan la
concentración porque no voy a repetir. Aprender estas cosas es como
aprender un idioma: no es suficiente memorizar las palabras; también
tiene que entender las reglas y por qué funcionan como lo hacen.
Cuando era más joven, hice voluntariado en los laboratorios de
computación en los niveles superiores del edificio para cumplir con mis
horas reglamentarias de voluntariado en la facción, y para salir de casa; y
aprendí a cómo desarmar la computadora y volverla a armar. Pero nunca
aprendí de esto. La siguiente hora transcurre rápidamente con términos
técnicos que apenas puedo seguir el ritmo. Trato de apuntar algunas notas
en un trozo de papel que encontré en el suelo, pero ella se mueve tan
rápido que es difícil para mi mano mantenerse al día con mis oídos, así
que abandono el esfuerzo después de un par de minutos y solo trato de
prestar atención. Ella muestra ejemplos de lo que está hablando en una
pantalla en la parte delantera de la sala, y es difícil no distraerse con las
vistas desde las ventanas detrás de ella: desde este ángulo, la Espira
muestra el horizonte de la ciudad, las cúspides del Centro de Actividad
perforando el cielo, el pantano asomándose entre los edificios relucientes.
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No soy el único que parece abrumado, los otros candidatos se inclinan uno
hacia otro para susurrar frenéticamente, pidiendo las definiciones que se
han perdido. Sin embargo, Eric se sienta cómodamente en su silla,
dibujando en la palma de su mano. Sonriendo. Reconozco esa sonrisa. Por
supuesto que ya sabe todo esto. Él debe haberlo aprendido en Erudición,
probablemente cuando era un niño, o de lo contrario no se vería tan
petulante.
Antes de que realmente pueda registrar el paso del tiempo, Lauren está
presionando un botón de visualización en la pantalla para guardarla en el
techo.
—En el escritorio de su ordenador, encontrará un archivo marcado
“Examen de programación” —dice ella—. Ábranlo. Tomarán un examen
cronometrado. Irán a través de una serie de pequeños programas y
marcarán los errores que encuentren que están causando un mal
funcionamiento. Podrían ser cosas realmente grandes, como el orden del
código, o cosas muy pequeñas, como una palabra fuera de lugar o el
marcaje. No tienen que arreglarlos en este momento, pero tienen que ser
capaces de detectarlos. Habrá un error por cada programa. Comiencen.
Todo el mundo comienza frenéticamente a tipear en sus pantallas. Eric se
inclina hacia mí y me dice:
—¿Siquiera tienes una computadora en tu Estirada casa, Cuatro?
—No —le digo.
—Bueno, verás, así es como abres un archivo —dice con un toque
exagerado en el archivo en su pantalla—. ¿Ves? Parece papel, pero en
realidad es solo una imagen en una pantalla; sabes lo que es una pantalla,
¿no?
—Cállate —le digo mientras abro el examen.
Me quedo mirando el primer programa. Es como aprender un idioma, me
digo a mí mismo. Todo tiene que empezar en el orden correcto y terminar en
el orden inverso. Solo asegúrate de que todo está en el lugar correcto.
No empiezo por el principio del código y hago mi camino a partir de ahí, en
su lugar, busco el núcleo más íntimo del código dentro de todas las
envolturas. Allí, me doy cuenta que la línea de código termina en el lugar
equivocado. Marco el punto y pulso el botón de la flecha que me permitirá
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continuar el examen si no me equivoco. La pantalla cambia, mostrándome
un nuevo programa.
Levanto mis cejas. Debo haber absorbido más de lo que pensaba.
Empiezo el siguiente en la misma forma, moviéndome desde el centro del
código en la parte exterior, comprobando la parte superior del programa
con la parte inferior, prestando atención a las comillas, los puntos y las
barras invertidas. Buscar errores de código es extrañamente
tranquilizador, solo una manera de asegurarse de que el mundo se
encuentra todavía en el mismo orden en que se supone está, y mientras
así sea, todo funcionará sin problemas.
Me olvido de todos los que me rodean, incluso del horizonte más allá de
nosotros, sobre lo que significará terminar este examen. Solo me centro en
lo que está delante de mí, en la maraña de palabras en mi pantalla. Noto
que Eric termina primero, mucho antes que alguien parezca listo para
terminar su examen, pero trato de no dejar que eso me preocupe. Incluso
cuando decide permanecer a mi lado y mirar por encima de mi hombro
mientras trabajo.
Finalmente toco el botón de flechas y una nueva imagen aparece. EXAMEN
COMPLETO, dice.
—Buen trabajo —dice Lauren, cuando viene para comprobar mi pantalla—
. Eres el tercero en terminar.
Me vuelvo hacia Eric.
—Espera —le digo—. ¿No estabas a punto de explicar lo que era una
pantalla? Obviamente no tengo conocimientos de informática en absoluto,
así que realmente necesito tu ayuda.
Me mira furioso, y yo sonrío.
La puerta de mi apartamento está abierta cuando regreso. Solo una
pulgada, pero sé que la cerré antes de irme. La empujo para abrirla con la
punta de mi zapato y entro con mi corazón retumbando, esperando
encontrar a un intruso rebuscando entre mis cosas, aunque no estoy
seguro de quién… tal vez sea uno de los lacayos de Jeanine, buscando
pruebas de que soy diferente de la misma manera que Amar lo era, o Eric,
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buscando una manera de emboscarme. Pero el apartamento está vacío y
sin cambios.
Sin cambios… a excepción de la hoja de papel sobre la mesa. Me acerco
lentamente, como si pudiera estallar en llamas, o disolverse en el aire. Hay
un mensaje escrito en ella con una pequeña caligrafía cursiva.
El día que más odiabas.
En el momento en que ella murió.
En el lugar de tu primer salto.
Al principio las palabras no tienen ningún sentido para mí, y creo que es
una broma, algo dejado para perturbarme, y funcionó, porque me siento
inestable sobre mis pies. Me siento en una de las sillas destartaladas,
rígido, sin apartar los ojos del papel. Lo leo una y otra vez, y el mensaje
comienza a tomar formar en mi mente.
En el lugar de tu primer salto. Eso debe significar la plataforma del tren que
ascendí apenas después de que me uniera a Osadía.
En el momento en que ella murió. Solo hay un “ella” que podría ser: mi
madre. Mi madre murió en medio de la noche, de modo que para cuando
desperté, su cuerpo ya se había ido, mi padre y sus amigos de Abnegación
se lo llevaron lejos. Se estimó que la hora de su muerte fue alrededor de
las dos de la mañana, según él.
El día que más odiabas. Esa es la más difícil, ¿es en referencia a un día del
año, un cumpleaños o un día festivo? Ninguno de esos vendrá pronto, y no
veo por qué alguien dejaría una nota con tanta antelación. Debe estar
refiriéndose a un día de la semana, pero, ¿qué día de la semana es el que
más odio? Eso es fácil: el día de reunión del consejo, porque mi padre
regresaba a casa tarde y de mal humor. Los miércoles.
Miércoles, dos de la mañana, en la plataforma del tren cerca del Centro de
Actividad. Es esta noche. Y solo hay una persona en el mundo que sabe
toda esa información: Marcus.
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Estoy aferrando la hoja doblada en mi puño, pero no puedo sentirla. Mis
manos hormiguean y prácticamente están entumecidas desde la primera
vez pensé su nombre.
Dejé la puerta del apartamento abierta, y mis zapatos están desatados. Me
muevo a lo largo de las paredes del Pozo sin darme cuenta de la altura y
corro por las escaleras hasta la Espira sin siquiera sentirme tentado a
mirar hacia abajo. Zeke mencionó al pasar hace unos días, la ubicación
del cuarto de control. Solo puedo esperar que todavía esté allí, porque voy
a necesitar su ayuda si quiero acceder a las imágenes del pasillo fuera de
mi apartamento. Sé dónde está la cámara, oculta en la esquina donde
creen que nadie la nota. Bueno, yo me di cuenta.
Mi madre también solía notar cosas como esas. Cuando caminábamos a
través del sector de Abnegación solo nosotros dos, apuntaba a las
cámaras, ocultas en las burbujas de vidrio oscuro o fijadas a los bordes de
los edificios. Nunca dijo nada acerca de ellas, o parecía preocuparle, pero
siempre sabía dónde estaban, y cuando las pasaba, las miraba
directamente con toda intención, como si dijera: También te veo. Así que
crecí buscando, explorando, observando detalles en mi entorno.
Paseo en el ascensor hasta el cuarto piso, luego sigo las indicaciones hacia
la sala de control. Es por un pasillo corto y al girar la esquina, la puerta
está de par en par. Una pared de pantallas me recibe, algunas personas se
sientan detrás de ella, en escritorios, y a continuación hay otras mesas a
lo largo de las paredes donde más personas se sientan, cada uno con una
pantalla propia. Las imágenes rotan cada cinco segundos, mostrando
diferentes partes de la ciudad: los campos de Cordialidad, las calles
alrededor del Centro de Actividad, la sede de Osadía, incluso el Mercado
del Martirio, con su gran vestíbulo. Vislumbro el sector de Abnegación en
una de las pantallas, y luego me repongo del aturdimiento, en busca de
Zeke. Está sentado en un escritorio en la pared derecha, escribiendo algo
en un cuadro de diálogo en la mitad izquierda de su pantalla, mientras
que imágenes del Pozo se reproducen en la otra mitad. Todos en la
habitación están usando auriculares; escuchando, supongo, lo que se
supone que deben estar mirando.
—Zeke —digo en voz baja. Algunos de los otros me miran, como si me
regañaran por entrometerme, pero nadie dice nada.
—¡Oye! —dice—. Me alegro de que hayas venido, estoy aburrido de mi…
¿qué pasa?
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Mira de mi rostro a mi puño, todavía apretado alrededor de la hoja de
papel. No sé cómo explicarlo, así que no lo intento.
—Necesito ver imágenes desde el pasillo fuera de mi apartamento —digo—.
A partir de las últimas cuatro horas o más. ¿Puedes ayudarme?
—¿Por qué? —dice Zeke—. ¿Qué pasó?
—Alguien estaba en mi lugar —le digo—. Quiero saber quién era.
Mira a su alrededor, vigilando para asegurarse de que nadie está mirando.
O escuchando.
—Escucha, no puedo hacer eso… incluso no se nos permite detener la
imagen en cosas específicas a menos que veamos algo raro, está todo en
rotación…
—Me debes un favor, ¿recuerdas? —le digo—. Nunca te preguntaría si no
fuera importante.
—Sí, lo sé. —Zeke mira a su alrededor de nuevo, luego cierra el cuadro de
diálogo que tenía abierto y abre otro. Observo el código que teclea para
acceder a las imágenes correctas, y me sorprende encontrar que entiendo
algo de eso, después de un día de lección. Aparece una imagen en la
pantalla, de uno de los pasillos de Osadía cerca de la cafetería. Lo señala,
y otra imagen la reemplaza, ésta es una del interior de la cafetería; la
siguiente es de la tienda de tatuajes, luego el hospital.
Sigue desplazándose por la sede de Osadía, y observo las imágenes a
medida que pasan, mostrando destellos momentáneos de la ordinaria vida
en Osadía, gente jugando con sus piercings mientras esperan en la fila
para la ropa nueva, personas que practican golpes en la sala de
entrenamiento. Veo un destello de Max en lo que parece ser su oficina,
sentado en una de las sillas, una mujer está sentada frente a él. Una
mujer con el cabello rubio recogido en un moño apretado. Pongo mi mano
en el hombro de Zeke.
—Espera. —El trozo de papel en mi puño parece un poco menos urgente—.
Regresa.
Lo hace, y confirmo lo que sospechaba: Jeanine Matthews está en la
oficina de Max, una carpeta en su regazo. Sus ropas están perfectamente
planchadas, su postura recta. Tomo los auriculares de la cabeza de Zeke, y
él me frunce el ceño, pero no me detengo.
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Las voces de Jeanine y Max son bajas, pero todavía se puede oír.
—Lo he reducido a seis —dice Max—. Diría que eso es bastante bueno
para, ¿qué? ¿El segundo día?
—Esto es ineficiente —dice Jeanine—. Ya tenemos el candidato. Me
aseguré de ello. Este fue siempre el plan.
—Nunca se me pidió mi opinión sobre el plan, y ésta es mi facción —dice
Max secamente—. No me gusta, y no quiero pasar toda mi vida trabajando
con alguien que no me gusta. Así que tendrás que dejarme por los menos
tratar de encontrar a otra persona que cumpla con todos los requisitos…
—Bien. —Jeanine se pone de pie, apretando la carpeta en su estómago—.
Pero cuando no lo hagas, espero que lo admitas. No tengo paciencia para
la soberbia de Osadía.
—Sí, porque los de Erudición son la imagen de la humildad —dice Max con
amargura.
—Oye —sisea Zeke—. Mi supervisor está mirando. Devuélveme los
auriculares.
Los arrebata de mi cabeza, y en el proceso chasquean en mis oídos,
haciéndolos picar.
—Tienes que salir de aquí o perderé mi trabajo —dice Zeke.
Parece serio y preocupado. No me opongo, aunque no encontré lo que
necesitaba saber, de todos modos, era mi culpa por distraerme. Me deslizo
fuera de la sala de control, mi mente acelerada, una parte de mí todavía
está aterrorizada ante la idea de que mi padre estaba en mi apartamento,
que quiere que me encuentre con él a solas en una calle abandonada en el
medio de la noche, la otra mitad confundida por lo que acabo de escuchar.
Ya tenemos el candidato. Me aseguré de ello. Deben haber estado hablando
sobre el candidato para el liderazgo de Osadía.
Pero, ¿por qué Jeanine Matthews le preocupa quién es designado como el
próximo líder de Osadía?
Regreso hasta mi apartamento sin darme cuenta, luego, me siento en el
borde de la cama y miro fijamente a la pared de enfrente. No dejo de tener
pensamientos distintos pero igualmente frenéticos. ¿Por qué Marcus quiere
reunirse conmigo? ¿Por qué los de Erudición están involucrados en la política
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de Osadía? ¿Marcus quiere matarme sin testigos, o quiere advertirme de
algo, o amenazarme…? ¿Quién era el candidato del que estaban hablando?
Aprieto las palmas de las manos en mi frente y trato de calmarme, aunque
siento cada pensamiento nervioso como un cosquilleo en mi nuca. No
puedo hacer nada al respecto acerca de Max y Jeanine ahora mismo. Lo
que debo decidir ahora es si voy a la reunión de esta noche.
El día que más odiabas. Nunca supe que Marcus incluso se daba cuenta,
notaba las cosas que me gustaban u odiaba. Solo parecía verme como un
inconveniente, una molestia. Pero no descubrí hasta unas semanas atrás
que él sabía que las simulaciones no funcionarían en mí, ¿y trató de
ayudarme a estar fuera de peligro? Quizás, a pesar de todas las cosas
horribles que hizo y me dijo, hay una parte de él que realmente es mi
padre. Tal vez esa es la parte de él que me invitó a esta reunión, y está
tratando de demostrármelo al decirme que me conoce, que sabe lo que
odio, lo que amo, lo que me asusta.
No estoy seguro de por qué ese pensamiento me llena de tanta esperanza,
cuando lo he odiado durante mucho tiempo. Pero quizás, como hay una
parte de él que en efecto es mi padre, también hay una parte de mí que
realmente es su hijo.
El calor del sol aún está saliendo del pavimento a la una y media de la
mañana cuando dejo la sede de Osadía. Puedo sentirlo sobre mis dedos. La
luna está cubierta de nubes, por lo que las calles lucen más oscuras de lo
normal, pero no le tengo miedo a la oscuridad, o a las calles, ya no. Esa es
una de las cosas que golpear fuertemente a los iniciados de Osadía puede
enseñarte.
Respiro el olor del asfalto caliente y me pongo en marcha en una carrera
lenta, mis zapatillas golpeando el suelo. Las calles que rodean el sector de
Osadía de la ciudad están vacías; la vida de mi facción se desarrolla unida,
como una jauría de perros durmiendo. Es por eso, me doy cuenta, Max
parecía tan preocupado por mi vida solitaria. Si realmente soy de Osadía,
¿no debería querer que mi vida se uniera con la de ellos tanto como fuera
posible, no debería estar buscando maneras de acercarme a mí mismo a
mi facción hasta que seamos inseparables?
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Lo considero mientras corro. Tal vez él tenga razón. Quizás no estoy
haciendo un muy buen trabajo integrándome; tal vez no estoy
presionándome lo suficiente. Encuentro un ritmo constante, entrecerrando
mis ojos antes las señales de la calle mientras las paso, para seguir el
rastro de a dónde voy. Reconozco cuando alcanzo el círculo de edificios que
los de Sin Facción ocupan, porque puedo ver sus sombras moviéndose
alrededor detrás de las ventanas ocultas y cubiertas. Me muevo para
correr bajo las vías del tren, la madera enrejada extendiéndose muy por
delante de mí y curvándose lejos de la calle.
El Centro de Actividad se agranda más y más en mi vista mientras me
acerco. Mi corazón está latiendo con fuerza, pero no creo que sea por la
carrera. Me detengo abruptamente cuando llego a la plataforma del tren, y
a medida que me detengo ahí en la escalera, recuperando el aliento,
recuerdo cuando por primera vez subí estos escalones, el mar de ruidosos
de Osadía moviéndose a mí alrededor, apresurándome hacia delante. Fue
fácil ser llevado por su impulso en ese momento. Ahora tengo que llevarme
a mí mismo hacia delante. Empiezo a subir, mis pasos haciéndose eco
sobre el metal, y cuando llego arriba, verifico mi reloj.
Las dos en punto.
Pero la plataforma está vacía.
Camino de un lado para el otro sobre la misma, para asegurarme de que
no hay figuras oscuras que están ocultándose en rincones oscuros. Un
tren se mueve a lo lejos, y me detengo para mirar la luz fija que está en la
punta. No sabía que los trenes se utilizaran hasta tan tarde, toda la
energía en la ciudad se supone que fue apagada después de la media
noche, para ahorrar energía. Me pregunto si Marcus le pidió a los Sin
Facción un favor especial. Pero, ¿por qué viajaría en tren? El Marcus
Eaton que conozco nunca se atrevería a asociarse tan estrechamente con
Osadía. Preferiría caminar descalzo por las calles.
La luz del tren parpadea, solo una vez, antes de seguir corriendo más allá
de la plataforma. Golpeando y agitándose, reduciendo la velocidad, pero
sin detenerse, y veo una persona brincando desde el segundo al último
vagón, delgada y ágil. No es Marcus. Es una mujer.
Aprieto el papel más fuerte en mi puño, y aún más, hasta que me duelen
mis nudillos.
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La mujer camina a zancadas hacia mí, y cuando está a pocos pies de
distancia, puedo verla. Cabello largo y rizado. Prominente nariz aguileña.
Pantalones negros de Osadía, blusa gris de Abnegación, botas marrones de
Cordialidad. Su rostro luce arrugado, cansado y delgado. Pero la conozco,
nunca podría olvidar su cara, mi madre, Evelyn Eaton.
—Tobias —suspira, sus ojos muy abiertos, como si estuviera tan aturdida
por mí como yo lo estoy por ella, pero eso es imposible. Sabía que estaba
vivo, pero yo recuerdo cómo se veía la urna que contenía sus cenizas
mientras estaba sobre la repisa de la chimenea de mi padre, manchado
con sus huellas dactilares.
Recuerdo el día que me desperté por un grupo de caras serias de
Abnegación en la cocina de mi padre, y cómo todos ellos levantaron la vista
cuando entré, y cómo Marcus me explicó, con la simpatía que sabía que no
sentía, que mi madre había fallecido en medio de la noche, por
complicaciones de un parto prematuro y un aborto involuntario.
¿Estaba embarazada?, recuerdo que pregunté.
Por supuesto que lo estaba, hijo. Giró hacia las otras personas en nuestra
cocina. Solo está conmocionado, por supuesto. Estaba destinado a ocurrir,
con algo como esto.
Recuerdo sentarme con un plato lleno de comida, en la sala de estar, con
un grupo de Abnegación susurrando a mí alrededor, todo el vecindario
llenando mi casa a rebosar y nadie diciendo algo que me importara.
—Sé que esto debe ser… inquietante para ti —dice ella. Apenas reconozco
su voz; es más baja, más fuerte y más dura que en mis recuerdos de ella, y
así es como sé que los años la han cambiado. Siento demasiadas cosas
para controlarlo, demasiado poderosas para manejar, y entonces, de
repente, no siento nada en lo absoluto.
—Se supone que estás muerta —digo, apagado. Es una cosa estúpida para
decir. Una cosa tan estúpida para decirle a tu madre cuando regresa de
entre los muertos, pero es una estúpida situación.
—Lo sé —dice, y creo que hay lágrimas en sus ojos, pero está demasiado
oscuro para decirlo—. No lo estoy.
—Obviamente. —La voz que sale de mi boca es sarcástica, informal—.
¿Incluso alguna vez estuviste embarazada?
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—¿Embarazada? ¿Es eso lo que te dijeron, algo acerca de morir en el
parto? —Niega con su cabeza—. No, no lo estaba. Había estado planeando
escaparme por meses… necesitaba desaparecer. Pensé que él podría
contártelo cuando fueras lo suficientemente mayor.
Solté una risa corta, como un ladrido.
—Pensaste que Marcus Eaton admitiría que su esposa lo dejó. A mí.
—Eres su hijo —dice Evelyn, frunciendo su ceño—. Te ama.
Entonces, toda la tensión de las últimas horas, las últimas semanas, los
últimos años levantándose en mí interior, es demasiado como para
contenerla, y realmente me rió, pero sale sonando extraño, mecánico. Me
asusta incluso pensar que lo estoy haciendo.
—Tienes el derecho a estar enojado porque te hubieran mentido —dice—.
Yo también estaría enojada. Pero Tobias, tenía que irme, sé que entiendes
por qué…
Se acerca a mí, y agarro su muñeca, alejándola.
—No me toques.
—Está bien, de acuerdo. —Levanta sus palmas en alto y se aleja—. Pero
entiéndelo, tienes que hacerlo.
—Lo que entiendo es que me dejaste solo en una casa con un maníaco
sádico —digo.
Se ve como si algo en su interior estuviera derrumbándose. Sus manos
caen a sus costados como dos pesos. Sus hombros caen. Incluso su rostro
se afloja, mientras empieza a entender lo que quiero decir, a lo que debo
referirme. Cruzo mis brazos y empujó mis hombros hacia atrás, tratando
de verme tan grande, fuerte y duro como sea posible. Es más fácil ahora,
en negro Osadía, que en lugar de gris Abnegación, y quizás es por eso que
escogí a Osadía como refugio. No por querer hacer daño, no para lastimar
a Marcus, sino porque sabía que esta vida me enseñaría una manera de
ser más fuerte.
—Yo… —comienza a decir.
—Deja de perder mi tiempo. ¿Qué estamos haciendo aquí? —Lanzo la
arrugada nota al suelo entre nosotros y levanto mis cejas—. Han pasado
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siete años desde que moriste, y nunca antes trataste de hacer esta
dramática revelación, así que, ¿qué es diferente ahora?
Al principio no responde. Luego se recompone, visiblemente, y dice:
—Nosotros, los Sin Facción, nos gusta mantener un ojo sobre las cosas.
Cosas como la Ceremonia de Elección. Esta vez, nuestro ojo me contó que
elegiste Osadía. Habría ido personalmente, pero no quería correr el riesgo
de encontrarme con él. Me he convertido… en una especie de líder para los
Sin Facción, y es importante no exponerme a mí misma.
Sentí algo amargo.
—Bien, bueno —digo—. Qué padres tan importantes tengo. Soy muy
afortunado.
—Tú no eres así —dice—. ¿Incluso hay una parte de ti feliz de verme otra
vez?
—¿Feliz de verte otra vez? —digo—. Apenas te recuerdo, Evelyn. Casi he
vivido tanto tiempo sin ti como contigo.
Su rostro se contorsiona. La lastimé. Me alegro.
—Cuando elegiste Osadía —continúa lentamente—, sabía que era el
momento de acercarme a ti. Siempre estuve planeando encontrarte,
después que eligieras y estuvieras por tu cuenta, así podría invitarte a que
te unas a nosotros.
—Unirme a ti —digo—. ¿Convertirme en un Sin Facción? ¿Por qué querría
hacer eso?
—Nuestra ciudad está cambiando, Tobias. —Es lo mismo que Max dijo
ayer—. Los Sin Facción están uniéndose, así como también lo están
haciendo Osadía y Erudición. En algún momento, pronto, todos tendrán
que elegir un lado, y conozco uno en el cual preferirías estar. Creo que
realmente puedes hacer una diferencia con nosotros.
—¿Tú sabes en cuál preferiría estar? En serio —digo—. No soy un traidor a
la facción. Elegí Osadía; ahí es donde pertenezco.
—No eres uno de esos tontos locos imprudentes —espeta—. Como no eras
un Estirado asfixiado y esclavo. Puedes ser más que cualquiera, más que
cualquier facción.
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—No tienes idea de lo que soy o de lo que puedo ser —digo—. Fui el
primero en la clasificación de los iniciados. Quieren que sea un líder de
Osadía.
—No seas ingenuo —dice, entrecerrando sus ojos—. No quieren un nuevo
líder; quieren a un peón que puedan manipular. Es por eso que Jeanine
Matthews frecuenta la sede de Osadía, es por eso que sigue colocando
secuaces en tu facción para informarse sobre su comportamiento. ¿No te
has dado cuenta que parece ser consciente de cosas que no tiene derecho
a saber, que siguen cambiando el entrenamiento de Osadía,
experimentando con ellos? Como si Osadía cambiaría incluso algo como
eso por su propia cuenta.
Amar nos dijo que los pasajes del miedo no solían venir al principio en la
iniciación de Osadía, que se trataba de algo nuevo que estaban probando.
Un experimento. Pero ella tiene razón; los de Osadía no hacen
experimentos. Si estuvieran realmente preocupados por la practicidad y
eficiencia, no se molestarían en enseñarnos a lanzar cuchillos.
Y luego está Amar, apareciendo muerto. ¿No fui yo el que acusó a Eric de
ser un informante? ¿No he sospechado por semanas que él todavía estaba
en contacto con los de Erudición?
—Incluso si tienes razón —digo, y toda la maliciosa energía ha
desaparecido de mí. Me acerco más a ella—. Incluso si tienes razón sobre
Osadía, nunca me uniría a ti. —Trato de evitar que mi voz vacile cuando
agrego—: Jamás quiero volver a verte.
—No te creo —dice ella en voz baja.
—No me importa lo que creas.
Me muevo más allá de ella, hacia las escaleras que subí para llegar hasta
la plataforma.
Ella grita detrás de mí:
—Si cambias de opinión, cualquier mensaje dado a uno de los Sin Facción
irá a mí.
No miro hacia atrás. Bajo rápidamente las escaleras y corro a toda
velocidad por la calle, lejos de la plataforma. Ni siquiera sé si me estoy
desplazando en la dirección correcta, solo que quiero estar lo más lejos
posible de ella.
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No duermo.
Camino de un lado a otro por mi apartamento, frenético. Saco de mis
cajones los restos de mi vida en Abnegación y los echo a la basura, la
camisa rota, los pantalones, los zapatos, los calcetines, incluso mi reloj.
En algún momento cerca del amanecer, arrojo la máquina de afeitar
eléctrica contra la pared de la ducha, y ésta se rompe en varios pedazos.
Una hora después del alba, camino a la tienda de tatuajes. Tori ya está
ahí… bueno, “ahí” podría ser una palabra demasiado fuerte, porque sus
ojos están hinchados por el sueño y desenfocados, y ella acaba de empezar
su café.
—¿Ocurre algo? —dice—. No estoy realmente aquí. Se supone que debo ir
a correr con Bud, ese maniático.
—Espero que hagas una excepción —digo.
—No mucha gente viene aquí con solicitudes de tatuajes urgentes —dice
ella.
—Siempre hay una primera vez para todo.
—Está bien. —Se reacomoda en el asiento, más alerta ahora—. ¿Tienes
algo en mente?
—Tenías un dibujo en tu apartamento cuando pasamos por ahí hace unas
semanas. Era de todos los símbolos de las facciones juntos. ¿Todavía lo
tienes?
Ella se pone rígida.
—No se suponía que vieras eso.
Sé por qué no se suponía que lo viera, por qué ese dibujo no es algo que
ella quiera hacer público. Sugiere inclinaciones hacia otras facciones en
lugar de afirmar la supremacía de Osadía, como se supone que lo hagan
sus tatuajes. Incluso los miembros establecidos de Osadía están
preocupados por parecer lo suficiente de Osadía, y no sé por qué es así,
qué tipo de amenazas son lanzadas a las personas que podrían ser
llamadas “traidores a la facción”, pero eso es exactamente por lo que estoy
aquí.
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—En cierto modo ese es el punto —digo—. Quiero ese tatuaje.
Pensé en ello de camino a casa, mientras le daba vueltas a lo que dijo mi
madre, una y otra vez. Tú puedes ser más que cualquiera, más que
cualquier facción. Ella pensaba que con el fin de ser más que cualquier
facción, yo tendría que abandonar este lugar y a las personas que me han
acogido como a uno de los suyos; tendría que perdonarla y permitirme
tolerar sus creencias y su estilo de vida. Pero no tengo que irme, y no
tengo que hacer nada que no quiera hacer. Puedo ser más que cualquier
facción justo aquí en Osadía; tal vez ya soy más, y es hora de demostrarlo.
Tori mira a su alrededor, con los ojos saltando a la cámara en la esquina,
una que noté cuando entré. Ella es el tipo de persona que también se fija
en las cámaras.
—Era solo un estúpido dibujo —dice en voz alta—. Ven, claramente estás
molesto… podemos hablar de eso, encontrar algo mejor que ponerte.
Me hace señas hacia la parte posterior de la tienda, pasando por la sala de
almacenamiento detrás de ésta, y entrando a su apartamento de nuevo.
Caminamos por la destartalada cocina hacia la sala de estar, donde sus
dibujos aún están apilados en la mesa de café.
Revisa las páginas hasta que encuentra un dibujo como del que yo estaba
hablando, las llamas de Osadía siendo ahuecadas por las manos de
Abnegación, las raíces del árbol de Cordialidad creciendo por debajo de un
ojo de Erudición, el cual está equilibrado bajo las balanzas de Verdad.
Todos los símbolos de las facciones apilados uno encima del otro. Ella lo
sostiene, y yo asiento.
—No puedo hacer esto en un lugar que la gente vea todo el tiempo —dice
ella—. Eso te convertirá en un objetivo andante. Un presunto traidor a la
facción.
—Lo quiero en mi espalda —digo—. Cubriendo mi columna.
Las heridas de mi último día con mi padre ahora están curadas, pero
quiero recordar donde estaban; quiero recordar de lo que me escapé por el
resto de mi vida.
—Realmente no haces las cosas a medias, ¿cierto? —Ella suspira—.
Tomará mucho tiempo. Varias sesiones. Tendremos que hacerlo aquí,
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fuera de las horas de trabajo, porque no voy a dejar que esas cámaras lo
capten, incluso si no se molestan en mirar aquí la mayor parte del tiempo.
—Bien —digo.
—Sabes, el tipo de persona que se hace este tatuaje es probablemente del
tipo que debería mantenerlo muy escondido —dice ella, mirándome por el
rabillo del ojo—. O alguien más comenzará a pensar que es Divergente.
—¿Divergente?
—Es una palabra que tenemos para las personas que están conscientes
durante las simulaciones, las que se niegan a una categorización —dice
ella—. Una palabra que no dices descuidadamente, porque esas personas
a menudo mueren en circunstancias misteriosas.
Ella tiene sus codos apoyados en las rodillas, casualmente, mientras
esboza el tatuaje que quiero en papel transparente. Nuestros ojos se
encuentran, y me doy cuenta: Amar. Él estaba consciente durante las
simulaciones, y ahora está muerto.
Amar era Divergente.
Y yo también.
—Gracias por la lección de vocabulario —digo.
—No hay problema. —Ella vuelve a su dibujo—. Tengo la sensación de que
disfrutas sometiéndote a situaciones desagradables.
—¿Y? —digo.
—Nada, es solo una cualidad bastante de Osadía para alguien que obtuvo
un resultado de Abnegación. —Su boca se contrae—. Vamos a empezar. Le
dejaré una nota a Bud; él puede correr solo por esta vez.
Quizás Tori tiene razón. Tal vez disfruto “sometiéndome a situaciones
desagradables”; tal vez hay una vena masoquista dentro de mí que usa el
dolor para lidiar con el dolor. El débil ardor que me sigue al siguiente día
de entrenamiento de liderazgo sin duda hace que sea más fácil centrarme
en lo que estoy a punto de hacer, en lugar de la voz baja y fría de mi madre
y en la forma en que la aparté cuando trató de consolarme.
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En los años después de su muerte, solía soñar que ella volvía a la vida en
mitad de la noche y pasaba la mano por mi cabello y decía algo
reconfortante pero sin sentido, como: “Va a estar bien” o “Mejorará algún
día”. Pero luego dejé de permitirme soñar, porque era más doloroso
anhelar cosas y nunca conseguirlas que lidiar con lo que sea que estuviera
frente a mí. Incluso ahora no quiero imaginar cómo sería reconciliarme con
ella, cómo sería tener una madre. Ya estoy demasiado viejo para escuchar
tonterías reconfortantes. Demasiado viejo para creer que todo va a estar
bien.
Compruebo la parte superior de la venda que sobresale por encima de mi
cuello para asegurarme de que está asegurada. Tori delineó los dos
primeros símbolos esta mañana, el de Osadía y el de Abnegación, que
serán más grandes que los demás, ya que son la facción que elegí y la
facción para la que en realidad soy apto, respectivamente… al menos, creo
que tengo aptitudes para Abnegación, pero es difícil estar seguro. Ella me
dijo que los mantuviera cubiertos. La llama de Osadía es el único símbolo
que se muestra con mi camisa puesta, y no me encuentro en la posición de
quitarme la camisa en público muy a menudo, así que dudo que eso sea
un problema.
Todos los demás ya están en la sala de conferencias, y Max les está
hablando. Siento una especie de fatiga irreflexiva mientras camino por la
puerta y tomo mi asiento. Evelyn estaba equivocada acerca de bastantes
cosas, pero no estaba equivocada sobre Osadía: Jeanine y Max no quieren
un líder de Osadía, quieren un peón, y es por eso que lo están
seleccionando entre los más jóvenes de nosotros, porque los jóvenes son
formados y moldeados más fácilmente. No seré moldeado y formado por
Jeanine Matthews. No seré un peón, ni para ellos ni para mi madre ni para
mi padre; no perteneceré a nadie más que a mí mismo.
—Qué amable de tu parte el unirte a nosotros —dice Max—. ¿Acaso esta
reunión interrumpe tu sueño?
Los demás se ríen tontamente, y Max continúa.
—Como estaba diciendo, hoy me gustaría conocer su opinión acerca de
cómo mejorar a Osadía: la visión que tienen para nuestra facción en los
próximos años —dice—. Me reuniré con ustedes en grupos según la edad,
primero los mayores. El resto de ustedes, piensen en algo bueno que decir.
PÁGINA32
Él se va con los tres candidatos más antiguos. Eric está justo enfrente de
mí, y me doy cuenta que tiene incluso más metal en su rostro que la
última vez que lo vi: ahora hay aros atravesando sus cejas. Pronto va a
parecerse más a un alfiletero que a un ser humano. Tal vez ese es el
punto: estrategia. Nadie que lo vea ahora podría confundirlo jamás con ser
de Erudición.
—¿Mis ojos me engañan, o de verdad llegaste tarde porque estabas
haciéndote un tatuaje? —dice, señalando la esquina de la venda que es
visible justo por encima de mi hombro.
—Perdí la noción del tiempo —digo—. Una gran cantidad de metal parece
haberse adherido a tu rostro recientemente. Puede que quieras que te
revisen eso.
—Gracioso —dice Eric—. No estaba seguro de que alguien con tus
antecedentes alguna vez pudiera desarrollar un sentido del humor. Tu
padre no parece ser la clase de persona que lo permita.
Siento una punzada de miedo. Él está extremadamente cerca de decir mi
nombre en frente de esta sala llena de gente, y quiere que lo sepa: quiere
que recuerde que él sabe quién soy, y que puede usarlo en mí contra
cuando le plazca.
No puedo fingir que no me importa. La dinámica de poder ha cambiando y
no puedo hacer que cambie de vuelta.
—Creo que se quién te dijo eso —digo—. Jeanine Matthews sabe tanto mi
nombre como mi apodo. Debe de haberte dado ambos.
—Ya estaba bastante seguro —dice en voz baja—. Pero mis sospechas
fueron confirmadas por una fuente creíble, sí. No eres tan bueno
guardando secretos como piensas, Cuatro.
Lo amenazaría, le diría que si revela mi nombre a los de Osadía, yo
revelaría su conexión duradera con Erudición. Pero no tengo evidencia, y
en Osadía sienten más aversión por Abnegación que por Erudición de
todas formas. Me siento de nuevo en la silla a esperar.
Los otros salen en fila cuando son llamados, y pronto somos los únicos
que quedan. Max baja por el corredor, y nos llama desde la puerta, sin una
palabra. Lo seguimos hasta su oficina, la cual reconozco por la grabación
PÁGINA33
de ayer de su reunión con Jeanine Matthews. Uso mi recuerdo de esa
conversación para prepararme para lo que viene.
—Entonces. —Max dobla sus manos en su escritorio, y de nuevo estoy
impresionado por lo extraño que es verlo en un ambiente tan limpio y
formal. Él pertenece en una sala de entrenamiento, golpeando un saco, o
junto al Pozo, inclinándose sobre la baranda. No sentado en una mesa
baja de madera, rodeado de papeleo.
Miro por la ventana de la Espira al sector de Osadía en la ciudad. Unos
cuantos metros más allá puedo ver el borde del agujero al que salté la
primera vez que escogí Osadía, y la azotea en donde estuve antes de eso.
Escogí Osadía, le dije a mi madre ayer. Ahí es donde pertenezco.
¿Es eso verdad?
—Eric, empecemos contigo —dice Max—. ¿Tienes ideas acerca de lo que
puede ser bueno para Osadía, para avanzar?
—Las tengo. —Eric se sienta—. Creo que necesitamos hacer algunos
cambios, y creo que deberían empezar durante la iniciación.
—¿Qué clase de cambios tienes en mente?
—Osadía siempre ha adoptado un espíritu de competencia —dice Eric—.
La competencia nos hace mejores; saca a relucir las mejores partes de
nosotros, las más fuertes. Creo que la iniciación debe fomentar más ese
sentido de competencia de lo que lo hace actualmente, para que produzca
los mejores iniciados posibles. En este momento, los iniciados están
compitiendo únicamente contra el sistema, esforzándose para obtener una
puntuación particular para avanzar. Creo que deberían competir entre
ellos para lugares en Osadía.
No puedo evitarlo; me doy vuelta y lo miro fijamente. ¿Un número limitado
de lugares? ¿En una facción? ¿Después de solo dos semanas de
entrenamiento de los iniciados?
—¿Y si no obtienen un lugar?
—Se convierten en Sin Facción —dice Eric. Me trago una risa burlona. Eric
continúa—. Si creemos que Osadía es en verdad la mejor facción a la que
unirse, que sus metas son más importantes que las metas de otras
facciones, entonces convertirse en uno de nosotros debe ser un honor y un
privilegio, no un derecho.
PÁGINA34
—¿Estás bromeando? —digo, incapaz de contenerme por más tiempo—. La
gente escoge una facción porque valoran las mismas cosas que valora la
facción, no porque sean competentes en lo que enseña una facción.
Estarías echando a las personas de Osadía por no ser lo suficientemente
fuertes para saltar a un tren o ganar una pelea. Favorecerías a los
grandes, fuertes y despiadados más que a los pequeños, inteligentes y
valientes… no estarías mejorando a Osadía en absoluto.
—Estoy seguro que los pequeños e inteligentes estarían mejor en
Erudición, o como pequeños Estirados vestidos de gris —dice Eric con una
sonrisa torcida—. Y no creo que les estés dando suficiente crédito a
nuestros potenciales nuevos miembros de Osadía, Cuatro. Este sistema
favorecería solo a los más determinados.
Miro a Max. Espero que no se vea impresionado por el plan de Eric, pero
no es así. Se está inclinando hacia delante, concentrado en el rostro
perforado de Eric como si algo en él lo hubiera inspirado.
—Este es un debate interesante —dice Max—. Cuatro, ¿cómo mejorarías
Osadía, al no hacer la iniciación más competitiva?
Sacudo mi cabeza, mirando por la ventana de nuevo. No eres uno de esos
locos tontos imprudentes, me dijo mi madre. Pero esas son las personas
que quiere Eric en Osadía: locos tontos imprudentes. Si Eric es uno de los
lacayos de Jeanine, ¿entonces por qué Jeanine lo estimularía para que
propusiera este tipo de plan?
Oh. Porque los locos tontos imprudentes son más fáciles de controlar, más
fáciles de manipular. Obviamente.
—Mejoraría Osadía promoviendo la verdadera valentía en lugar de la
estupidez y brutalidad —digo—. Quiten el lanzamiento de cuchillos.
Preparen a la gente física y mentalmente para defender a los débiles de los
fuertes. Eso es lo que nuestro manifiesto incentiva: actos ordinarios de
valentía. Creo que deberíamos volver a eso.
—Y luego todos podemos tomarnos de las manos y cantar una canción
juntos, ¿verdad? —Eric pone sus ojos en blanco—. Quieres transformar
Osadía en Cordialidad.
—No —digo—. Quiero asegurarme que todavía sepamos cómo pensar por
nosotros mismos, pensar más que solo sentir la próxima oleada de
PÁGINA35
adrenalina. O solo pensar, punto. De esa manera no podríamos ser
superados o… controlados del exterior.
—Suena un poco a Erudición para mí —dice Eric.
—La habilidad para pensar no es exclusiva de Erudición —estallo—. La
habilidad de pensar en situaciones llenas de tensión es lo que se supone
que las simulaciones de miedo desarrollan.
—De acuerdo, de acuerdo —dice Max, levantando sus manos. Se ve
turbado—. Cuatro, perdona por decir esto, pero suenas un poco paranoico.
¿Quién nos superaría, o trataría de controlarnos? Las facciones han
coexistido pacíficamente por más tiempo del que llevas vivo, no hay razón
por la que cambie eso ahora.
Abro mi boca para decirle que está equivocado, que en el segundo que dejó
a Jeanine Matthews involucrarse en los asuntos de nuestra facción, al
segundo que dejó que introdujera transferidos leales a Erudición en
nuestro programa de iniciación, al segundo que empezó a consultar con
ella sobre a quién designar como el siguiente líder de Osadía, comprometió
el sistema de frenos y contrapesos que nos ha permitido coexistir
pacíficamente por tanto tiempo. Pero entonces me doy cuenta que decirle
todas esas cosas sería acusarlo de traición, y revelaría lo mucho que sé.
Max me mira, y veo decepción en su rostro. Sé que le agrado, le agrado
más que Eric, al menos. Pero mi madre tenía razón ayer, Max no quiere a
alguien como yo, alguien que puede pensar por sí mismo, desarrollando su
propia agenda. Quiere a alguien como Eric, quien lo ayudará a establecer
la nueva agenda de Osadía, quien será fácilmente manipulable,
simplemente porque está bajo el pulgar de Jeanine Matthews, alguien con
quien Max está estrechamente aliado.
Mi madre me presentó dos opciones ayer: ser un peón de Osadía, o
volverme un Sin Facción. Pero hay una tercera opción: no ser ninguno.
Aliarme con nadie en particular. Vivir bajo el radar, y libre. Eso es lo que
realmente quiero: quitar todas las personas que quieren darme forma, una
por una, y aprender en su lugar a darme forma a mí mismo.
—Para ser honesto, señor, no creo que este sea el lugar adecuado para mí
—digo calmadamente—. Le dije la primera vez que me preguntó que me
gustaría ser un instructor, y creo que cada vez más me doy cuenta que ahí
es donde pertenezco.
PÁGINA36
—¿Eric, nos permites un momento, por favor? —dice Max. Eric, apenas es
capaz de suprimir su júbilo, asiente y se va. No lo veo irse, pero apostaría
todo mi crédito de Osadía que hay un pequeño salto en sus pasos mientras
camina hasta la puerta.
Max se levanta y se sienta a mi lado, en la silla que Eric acaba de
desocupar.
—Espero que no estés diciendo esto porque te acusé de estar paranoico —
dice Max—. Solo estaba preocupado por ti. Me temía que la presión te
estuviera afectando, que no estuvieras pensando bien. Sigo pensando que
eres un fuerte candidato para el liderazgo. Encajas en el perfil correcto,
has demostrado suficiente competencia con todo lo que te hemos
enseñado; y más allá de eso, francamente, eres más agradable que algunos
de nuestros otros candidatos prometedores, lo que es importante en un
ambiente cerrado de trabajo.
—Gracias —digo—. Pero tienes razón, la presión me está afectando. Y la
presión si fuera un líder sería mucho peor.
Max asiente tristemente.
—Bueno. —Asiente de nuevo—. Si quieres ser un instructor de iniciados,
arreglaré eso para ti. Pero ese es un trabajo de temporada, ¿en dónde
quieres ser colocado por el resto del año?
—Estaba pensando en la sala de control —digo—. He descubierto que
disfruto trabajar con computadoras. No creo que disfrute tanto patrullar.
—De acuerdo —dice Max—. Considéralo hecho. Gracias por ser honesto
conmigo.
Me levanto, y todo lo que siento es alivio. Él parece preocupado,
comprensivo. No receloso de mí, mis motivos o mi paranoia.
—Si alguna vez cambias de opinión —dice Max—, por favor no dudes en
decirme. Siempre ocuparíamos a alguien como tú.
—Gracias —digo, y aunque sea el peor traidor a la facción de los que he
conocido, y probablemente responsable al menos en parte de la muerte de
Amar, no puedo evitar sentirme un poco agradecido porque me dejara ir
tan fácilmente.
PÁGINA37
Eric me está esperando a la vuelta de la esquina. Cuando trato de pasarle,
me agarra el brazo.
—Cuidado, Eaton —murmura—. Si algo de mi participación con Erudición
se te escapa, no te va a gustar lo que te va a pasar.
—Tampoco te va a gustar lo que va a pasar contigo si alguna vez me
llamas por ese nombre otra vez.
—Pronto seré uno de tus líderes —dice Eric, sonriendo con suficiencia—. Y
créeme, voy a vigilarte muy, muy de cerca para ver qué tan bien
implementas mis nuevos métodos de entrenamiento.
—No le agradas, ¿lo sabías? —digo—. A Max, me refiero. Preferiría tener a
cualquiera, menos a ti. No te va a dar más que una pulgada en cualquier
dirección. Así que, buena suerte con tu corta correa.
Arranco mi brazo de su agarre y camino hacia los elevadores.
—Hombre —dice Shauna—. Eso es un mal día.
—Sí.
Ella y yo estamos sentados junto al abismo con nuestros pies sobre el
borde. Descanso mi cabeza sobre las barras de la baranda de metal que
evita que caigamos a nuestras muertes, y siento el rocío del agua contra
mis tobillos mientras una de las olas más grandes golpea una pared.
Le conté acerca de mi salida del entrenamiento de liderazgo, y la amenaza
de Eric, pero no le dije nada acerca de mi madre. ¿Cómo le dices a alguien
que tu madre volvió de los muertos?
Toda mi vida, alguien ha estado tratando de controlarme. Marcus era el
tirano de nuestra casa, y nada pasaba sin su permiso. Y luego Max quiere
reclutarme como su adulador en Osadía. E incluso mi madre tiene un plan
para mí, para que me una a ella cuando llegara a una edad determinada
para trabajar en contra del sistema de facciones contra el que ella tiene
una venganza, por cualquier razón. Y justo cuando pensé que había
escapado del control completamente, Eric se lanza a recordarme que si él
se convierte en un líder de Osadía, estará vigilándome.
PÁGINA38
Me doy cuenta que todo lo que tengo son pequeños momentos de rebelión
que soy capaz de manejar, justo como cuando estaba en Abnegación,
recolectando objetos que encontraba en la calle. El tatuaje que Tori está
dibujándome en la espalda, el que podría declararme Divergente, es uno de
esos momentos. Tengo que seguir buscando más de ellos, más breves
momentos de libertad en un mundo que se rehúsa a permitirlo.
—¿Dónde está Zeke? —digo.
—No lo sé —dice ella—. No he querido pasar mucho rato con él
últimamente.
La miro de reojo.
—Puedes solo decirle que te gusta, ¿sabes? Honestamente creo que no
tiene ni idea.
—Eso es obvio —dice, con un bufido—. Pero, ¿y si esto es lo que quiere,
solo rebotar de chica en chica por un rato? No quiero ser una de esas
chicas a las que rebota.
—Dudo seriamente que lo seas —digo—, pero es suficientemente justo.
Nos sentamos en silencio por unos segundos, ambos mirando fijamente a
las violentas aguas abajo.
—Serás un buen instructor —dice—. Fuiste muy bueno enseñándome.
—Gracias.
—Ahí están —dice Zeke detrás de nosotros. Está cargando una botella
llena de alguna clase de líquido marrón, sosteniéndola por el cuello—.
Vamos. Encontré algo.
Shauna y yo nos miramos entre sí y nos encogemos de hombros, luego lo
seguimos a las puertas al otro lado del Pozo, las que atravesamos después
de saltar a la red. Pero en lugar de dirigirnos a la red, nos lleva a través de
otra puerta, la cerradura está tapada con cinta adhesiva, y más allá un
negro corredor y un tramo de escaleras colgantes.
—Debería estar llegando… ¡Ay!
—Perdón, no sabía que te ibas a detener —dice Shauna.
—Esperen, ya casi lo tengo…
PÁGINA39
Él abre una puerta, dejando entrar una luz tenue de modo que podemos
ver en dónde estamos. Estamos al otro lado del abismo, a unos cuantos
pies sobre el agua. Sobre nosotros, el Pozo parece continuar
indefinidamente, y las personas moviéndose cerca de la baranda se ven
pequeñas y oscuras, imposibles de distinguir a esta distancia.
Me río. Zeke acaba de guiarnos a otro pequeño momento de rebelión,
probablemente sin intención de hacerlo.
—¿Cómo encontraste este lugar? —dice Shauna con obvio asombro
mientras salta a una de las rocas más bajas. Ahora que estoy aquí, veo un
camino que nos llevaría hacia arriba y a través de la pared, si quisiéramos
caminar al otro lado del abismo.
—Esa chica María —dice Zeke—. Su mamá trabaja en el mantenimiento
del abismo. No sabía que hubiera una cosa así, pero aparentemente sí la
hay.
—¿Todavía la estás viendo? —pregunta Shauna, tratando de ser casual.
—Nah —dice Zeke—. Cada vez que estaba con ella, seguía sintiendo la
necesidad de estar con amigos en su lugar. Esa no es una buena señal,
¿verdad?
—No —concuerda Shauna, y parece estar más feliz que antes.
Desciendo más cuidadosamente a la roca donde Shauna está de pie. Zeke
se sienta al lado de ella, abriendo su botella y pasándola.
—Escuché que estás fuera del entrenamiento —dice Zeke cuando me la
pasa a mí—. Pensé que podrías necesitar beber.
—Sí —digo, y luego tomo un trago.
—Consideren este acto de ebriedad pública una gran… —Hace un gesto
obsceno hacia el techo de vidrio sobre el Pozo—. Ya saben, por Max y Eric.
Y Evelyn, pienso, mientras tomo otro trago.
—Estaré trabajando en la sala de control cuando no esté entrenando
iniciados —digo.
—Genial —dice Zeke—. Será bueno tener a un amigo ahí. En este
momento nadie me habla.
PÁGINA40
—Suena como yo en mi vieja facción —digo con una risa—. Imaginen todo
un período de almuerzo en el que nadie siquiera te mira.
—Ay —dice Zeke—. Bueno, entonces apuesto a que estás feliz de estar
aquí ahora mismo.
Tomo la botella de él de nuevo, bebo otro trago de alcohol punzante y
abrasador, y limpio mi boca con el dorso de mi mano.
—Sí, lo estoy.
Si las facciones se están deteriorando, como mi madre me quiere hacer
creer, este no es un mal lugar para verlas desmoronarse. Al menos aquí
tengo amigos para hacerme compañía mientras eso pasa.
Es apenas después del anochecer, y tengo puesta mi capucha para
esconder mi rostro mientras corro a través del área de los Sin Facción de
la ciudad, justo en la frontera que comparte con el sector de Abnegación.
Tengo que llegar a la escuela para orientarme, pero ahora recuerdo en
dónde estoy, y a dónde corrí ese día cuando irrumpí en un almacén de los
Sin Facción, en búsqueda de una brasa moribunda.
Alcanzo la puerta que atravesé cuando salí, y la golpeo con mi primer
nudillo. Puedo escuchar voces un poco más allá y huelo comida de una de
las ventanas abiertas, donde el humo del fuego de dentro se cuela al
callejón. Pasos, mientras alguien viene a ver de qué se tratan los golpes.
Esta vez el hombre está usando una camiseta roja de Cordialidad y
pantalones negros de Osadía. Todavía tiene una toalla metida en su
bolsillo trasero, la misma de la última vez que hablé con él. Abre la puerta
apenas para verme, y no más.
—Bueno, mira quién hizo un cambio —dijo, observando mis ropas de
Osadía—. ¿A qué se debe esta visita? ¿Extrañaste mi encantadora
compañía?
—Sabías que mi madre estaba viva cuando nos conocimos —digo—. Así es
como me reconociste, porque has pasado tiempo con ella. Así fue como
supiste lo que había dicho acerca de la inercia que la había llevado a
Abnegación.
PÁGINA41
—Sí —dijo el hombre—. No pensé que fuera asunto mío ser el que te dijera
que estaba viva todavía. ¿Estás aquí para exigir una disculpa o algo?
—No —digo—. Estoy aquí para entregar un mensaje. ¿Se lo darás?
—Sí, claro. La veré en los próximos dos días.
Alcanzo mi bolsillo y saco un pedazo de papel doblado. Se lo ofrezco.
—Adelante, léela, no me importa —digo—. Y gracias.
—No hay problema —dice—. ¿Quieres entrar? Empiezas a parecer más
uno de nosotros que uno de ellos, Eaton.
Sacudo mi cabeza.
Me devuelvo por el callejón, y antes de doblar por la esquina, lo veo
abriendo la nota para leer lo que dice.
Evelyn,
Algún día. Aún no.
—4
P.D: Me alegra que no estés muerta.
FIN
PÁGINA42
SOBRE LA AUTORA
Veronica Roth es una escritora estadounidense nacida el 19 de agosto de
1988 en Chicago, Illinois. Ya en su juventud se sintió familiarizada con la
literatura, por lo que le gustaba escribir y leer en sus tiempos libres;
después de terminar sus estudios académicos, su familia tuvo conciencia
del talento para escribir que tenía, la animó para que se matriculara en la
prestigiosa Universidad Northwestern para estudiar “Escritura Creativa”
donde se graduó y fue licenciada en dicha carrera. Estudiando en ella se
sintió inspirada para escribir su primer libro. Es conocida por su novela
debut, best-seller del The New York Times, Divergente, y su secuela
Insurgente. Roth ha ganado el reconocimiento de Goodreads al Libro
Favorito de 2011 y a la mejor historia de Fantasía y Ciencia ficción para
jóvenes adultos en 2012.
Historias de Cuatro:
1. El Transferido
2. El Iniciado
3. El Hijo
4. El Traidor
Trilogía Divergente:
1. Divergente
2. Cuatro Cuenta Su Historia
3. Insurgente
4. El Camino a Leal
5. Leal
PÁGINA43
CRÉDITOS
MODERADORAS:
LizC
Mari NC
Traductores:
Isa 229
Itorres
IvanaTG
Jadasa
Youngblood
Mari NC
Otravaga
Shilo
Correctores:
LizC
Revisión y Recopilación:
LizC
Diseño:
PaulaMayfair
PÁGINA44
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#0.3. El Hijo - Verónica Roth.

  • 2. PÁGINA2 EL HIJO El pequeño apartamento está vacío, el piso todavía manchado de golpes de escoba en las esquinas. No poseo nada para llenar el espacio, excepto mi ropa de Abnegación, que está metida en la parte inferior de la bolsa a mi lado. La arrojo al colchón desnudo y reviso los cajones debajo de la cama en busca de sábanas. El sorteo de Osadía fue amable conmigo, porque ocupé el primer lugar, y porque a diferencia de mis compañeros iniciados salientes, quería vivir solo. Los otros, como Zeke y Shauna, crecieron rodeados de la comunidad de Osadía, y para ellos el silencio y la quietud de vivir solos serían insoportables. Hago la cama rápidamente, tensando la sábana, ya que apenas tiene esquinas. Las sábanas están lullidas en algunos lugares, de las polillas o de un uso anterior, no estoy seguro. La manta, una colcha azul, huele a cedro y polvo. Cuando abro la bolsa que contiene mis escasas pertenencias, sostengo frente a mí la camisa de Abnegación… desgarrada, de donde tuve que arrancar la tela para atar la herida en mi mano. Parece pequeña, dudo incluso que pudiera caber en ella si intentara ponérmela en este momento, pero no lo intento, solo la doblo y la dejo caer en el cajón. Oigo un golpe, y digo: “¡Adelante!” Pensando que es Zeke o Shauna. Pero Max, un hombre alto, de piel oscura y nudillos magullados, entra en mi apartamento, con las manos cruzadas delante de él. Inspecciona la habitación una vez y tuerce su labio con disgusto por los pantalones grises doblados sobre la cama. La reacción me sorprende un poco, no hay muchos en esta ciudad que elegirían Abnegación como su facción, pero no hay muchos que la odien, tampoco. Al parecer, he encontrado a uno de ellos. Me pongo de pie, sin saber qué decir. Hay un líder de facción en mi apartamento. —Hola —digo.
  • 3. PÁGINA3 —Perdón por la interrupción —dice—. Me sorprende que no eligieras la habitación con tus antiguos compañeros iniciados. Hiciste algunos amigos, ¿no es así? —Sí —le digo—. Esto solo se siente más normal. —Supongo que te llevará algún tiempo dejar de lado a tu antigua facción. —Max roza el mostrador en mi pequeña cocina con un dedo, mira el polvo que recoge, y a continuación, se limpia la mano en sus pantalones. Él me da una mirada crítica, una que me dice que deje de lado mi vieja facción más rápido. Si fuera todavía un iniciado, puede ser que me preocupe por esa mirada, pero ahora soy un miembro de Osadía, y no puede quitarme eso, sin importar cuán “Estirado” parezca. ¿Oh, sí puede? —Esta tarde vas a elegir tu trabajo —dice Max—. ¿Tenías algo en mente? —Supongo que depende de lo que está disponible —le digo—. Me gustaría hacer algo con la docencia. Como lo que hizo Amar, tal vez. —Creo que el iniciado con la primera posición puede hacerlo un poco mejor que un “instructor de iniciación”, ¿no crees? —Las cejas de Max se levantan, y me doy cuenta que una no se mueve tanto como la otra, está cruzada con una cicatriz—. He venido porque una oportunidad se ha abierto. Él saca una silla de debajo de la mesa pequeña cerca de la encimera de la cocina, la gira, y se sienta en ella de revés. Sus botas negras están cubiertas de barro de color marrón claro y los cordones están anudados y deshilachados en los extremos. Él podría ser la persona más antigua de Osadía que he visto en mi vida, pero puede también estar hecho de acero. —Para ser honesto, uno de mis compañeros líderes de Osadía se está poniendo un poco viejo para el trabajo —dice Max. Me siento en el borde de la cama—. Los otros cuatro de nosotros pensamos que sería una buena idea conseguir un poco de sangre nueva en el liderazgo. Nuevas ideas para nuevos miembros de Osadía e iniciados, específicamente. Esa tarea se da generalmente al líder más joven de todos modos, así que es un buen ajuste. Estábamos pensando en elaborar, a partir de la más reciente clase de iniciados, un programa de entrenamiento para ver si alguien es un buen candidato. Tú eres una elección natural.
  • 4. PÁGINA4 De repente, siento como si mi piel fuera demasiado apretada para mí. ¿Realmente está sugiriendo que a la edad de dieciséis años yo podría calificar como un líder de Osadía? —El programa de formación tendrá una duración de al menos un año — dice Max—. Va a ser riguroso y pondrá a prueba tus habilidades en muchas áreas. Los dos sabemos que vas a hacerlo muy bien en la parte del pasaje del miedo. Asiento sin pensar. No debe importarle mi confianza en mí mismo, porque sonríe un poco. —No tendrás que ir a la reunión de selección de trabajo el día de hoy — dice Max—. La capacitación se iniciará muy pronto: mañana por la mañana, de hecho. —Espera —le digo, un pensamiento rompiendo a través de la confusión en mi mente—. ¿No tengo opción? —Por supuesto que tienes opciones. —Él se ve perplejo—. Supuse que alguien como tú preferiría entrenar para ser un líder que pasar todo el día de pie alrededor de una valla con una pistola en el hombro, o enseñándole a los iniciados una buena técnica de lucha. Pero si me he equivocado… No sé por qué estoy dudando. No quiero pasar mis días custodiando la valla, o patrullando la ciudad, o incluso caminando por el piso de la sala de entrenamiento. Puede que tenga una aptitud para la lucha, pero eso no quiere decir que quiero hacerlo todo el día, todos los días. La oportunidad de hacer una diferencia en Osadía está apelando a las partes de Abnegación en mí, las partes que están flotando alrededor, muchas veces exigiendo atención. Creo que simplemente no me gusta cuando no me dan otra opción. Niego con la cabeza. —No, no estabas equivocado. —Me aclaro la garganta y trato de sonar más fuerte, más decidido—. Quiero hacerlo. Gracias. —Excelente. —Max se levanta y hace sonar uno de los nudillos perezosamente, como si fuera un viejo hábito. Él extiende su mano para estrechar la mía, y yo la tomo, aunque el gesto es aún desconocido para mí, en Abnegación las personas nunca se tocan entre sí con tanta
  • 5. PÁGINA5 indiferencia—. Ven a la sala de conferencias cerca de mi oficina mañana por la mañana a las ocho. Está en la Espira. Décimo piso. Él se va, esparciendo trozos de tierra seca de la suela de sus zapatos mientras sale. Los barro con la escoba que se apoya contra la pared cerca de la puerta. No es hasta que estoy poniendo rápidamente la silla debajo de la mesa que me doy cuenta: si me convierto en un líder de Osadía, un representante de mi facción, voy a tener que encontrarme cara a cara con mi padre de nuevo. Y no solo una vez, sino constantemente, hasta que finalmente se retire a la oscuridad de Abnegación. Mis dedos empiezan a entumecerse. Me he enfrentado a mis temores tantas veces en las simulaciones, pero eso no quiere decir que estoy listo para enfrentarme a ellos en la realidad. —¡Amigo, te lo perdiste! —Zeke está con los ojos abiertos, preocupado—. Los únicos puestos de trabajo que quedaron para el final fueron los puestos de trabajos asquerosos, ¡como fregar los baños! ¿Dónde estabas? —Está bien —le digo mientras llevo mi bandeja de vuelta a nuestra mesa cerca de las puertas. Shauna está allí con su hermana menor, Lynn, y la amiga de Lynn: Marlene. Cuando las vi por primera vez allí, quise dar la vuelta y salir de inmediato; Marlene es demasiado alegre para mí, incluso en un buen día, pero Zeke ya me había visto, así que era demasiado tarde. Detrás de nosotros, Uriah trota para ponerse al día, su plato cargado con más comida de la que, posiblemente, puede meter en su estómago—. No me perdí nada, Max vino a verme antes. Al tomar nuestros asientos en la mesa, bajo una de las brillantes lámparas azules que cuelgan de la pared, le hablo de la oferta de Max, cuidando de no hacer que suene muy impresionante. Apenas acabo de encontrar amigos; no quiero crear tensión celosa entre nosotros sin ninguna razón. Cuando termino, Shauna inclina su rostro con una de sus manos cubriéndolo a medias y le dice a Zeke: —Creo que deberíamos haberlo intentado con más ahínco durante la iniciación, ¿eh? —O matarlo antes de que pudiera tomar su examen final.
  • 6. PÁGINA6 —O las dos cosas. —Shauna me sonríe—. Felicidades, Cuatro. Te lo mereces. Siento los ojos de todos sobre mí como inconfundibles y poderosos rayos de calor, y me apresuro en cambiar de tema. —¿Dónde terminaron ustedes? —Sala de control —dice Zeke—. Mi madre solía trabajar allí, y me enseñó más de lo que voy a necesitar saber ya. —Estoy en el liderazgo de la patrulla de rastrear… cosas —dice Shauna—. No es el trabajo más emocionante de la historia, pero por lo menos voy a llegar a estar fuera. —Sí, quiero oírte decir eso en pleno invierno cuando estés caminando a través de un centenar de nieve y hielo —dice Lynn con amargura. Ella apuñala un montón de puré de patatas con el tenedor—. Será mejor que lo haga bien en la iniciación. No quiero quedar atrapada en la valla. —¿No hablamos de esto? —dice Uriah—. No digas la palabra con “I” hasta un máximo de dos semanas antes de que suceda. Me dan ganas de vomitar. Miro a la pila de alimentos en su bandeja. —Aunque, ¿abarrotarte hasta el cuello con comida, está bien? Él pone los ojos en blanco y se inclina sobre su bandeja para seguir comiendo. Me asomo sobre la mía, no he tenido ningún apetito desde esta mañana, demasiado preocupado por mañana como para mantenerme con el estómago lleno. Zeke ve a alguien al otro lado de la cafetería. —Ya vuelvo. Shauna lo observa cruzar la habitación para saludar a algunos miembros jóvenes de Osadía. No se ven mucho mayor que él, pero yo no los reconozco de la iniciación, por lo que deben ser mayores un año o dos. Zeke dice algo al grupo —compuesto sobre todo de chicas— que las envía a un ataque de risa, y pincha a una de las chicas en las costillas, haciéndola chillar. A mi lado, Shauna echa chispas por los ojos y falla su boca con el
  • 7. PÁGINA7 tenedor, untando salsa de pollo por toda su mejilla. Lynn resopla en su comida, y Marlene la patea, audiblemente, debajo de la mesa. —Entonces —dice Marlene en voz alta—. ¿Sabes de alguien más que esté haciendo el programa de liderazgo, Cuatro? —Ahora que lo pienso, tampoco vi a Eric allí hoy —dice Shauna—. Tenía la esperanza de que hubiera tropezado y caído en el abismo, pero… Me meto un bocado de comida en la boca y trato de no pensar en ello. La luz azul hace que mis manos también se vean azules, como las manos de un cadáver. No he hablado con Eric desde que lo acusé de ser indirectamente responsable de la muerte de Amar; alguien reportó la consciencia durante la simulación de Amar a Jeanine Matthews, líder de Erudición y como un antiguo miembro de Erudición, Eric es el sospechoso más probable. No sé lo que haré la próxima vez que tenga que hablar con él. Golpearlo de nuevo no va a demostrar que es un traidor de facción. Tendré que encontrar la manera de conectar sus actividades recientes con Erudición y llevar la información a uno de los líderes de Osadía, Max, probablemente, ya que lo conozco mejor. Zeke camina de regreso a la mesa y se desliza en su asiento. —Cuatro. ¿Qué harás mañana por la noche? —No lo sé —digo—. ¿Nada? —Ya no —dice él—. Vienes conmigo en una cita. Me ahogo con mi próximo bocado de patatas. —¿Qué? —Um, odio decirte esto, hermano mayo —dice Uriah—, pero se supone que vas solo a las citas, no llevas a un amigo. —Es una cita doble, obviamente —dice Zeke—. Le pedí salir a María, y dijo algo acerca de que encontrara una cita para su amiga Nicole, y le indiqué que tú estarías interesado. —¿Cuál de ellas es Nicole? —dice Lynn, estirando el cuello para mirar al grupo de chicas. —La pelirroja —dice Zeke—. Así que, a las 8 en punto. Estás dentro, ni siquiera te lo estoy pidiendo.
  • 8. PÁGINA8 —Yo no… —digo. Miro a la chica pelirroja al otro lado de la habitación. Es de piel clara, con grandes ojos delineados de negro, y lleva una camiseta apretada, la cual muestra la curva de su cintura y… otras cosas que el chico de Abnegación en mi interior me dice que no note. Lo hago de todos modos. Nunca he estado en una cita, gracias a los estrictos rituales de cortejo de mi antigua facción, que implican participar en actos de servicios juntos y tal vez, tal vez, cenar con la familia de otra persona y ayudarles a limpiar después. Ni siquiera he pensado en si quería salir con alguien; era tan imposible. —Zeke, yo nunca he… Uriah frunce el ceño y empuja mi brazo, duro, con un solo dedo. Alejo su mano. —¿Qué? —Oh, nada —dice Uriah alegremente. —Solo estabas sonando más Estirado que de costumbre, así que me pareció buena idea comprobar… Marlene se ríe. —Sí, claro. Zeke y yo intercambiamos una mirada. Nunca hablamos explícitamente de no compartir mi facción de origen, pero que yo sepa, él nunca se lo había mencionado a nadie. Uriah lo sabe, pero a pesar de ser un bocón, parece entender cuándo retener información. Aun así, no estoy seguro por qué Marlene no lo ha descubierto, tal vez no es muy observadora. —No es gran cosa, Cuatro —dice Zeke. Devora su último bocado de comida—. Irás, hablarás con ella como si fuera un ser humano normal, lo cual es, tal vez ella te permita… jadear… tomar su mano… Shauna se levanta de repente, su silla chilla en el piso de piedra. Ella coloca su cabello detrás de una oreja y camina hacia el retenedor de bandejas, con la cabeza baja. Lynn mira furiosa a Zeke, lo cual apenas se ve diferente de su normal expresión facial, y sigue a su hermana a través de la cafetería. —Está bien, no tienes que tomar la mano de nadie —dice Zeke, como si nada hubiera pasado—. Solo ve, ¿de acuerdo? Te deberé una.
  • 9. PÁGINA9 Miro a Nicole. Está sentada en una mesa cerca del retenedor de bandejas y riéndose otra vez de la broma de alguien. Tal vez Zeke tenga razón, quizá no sea gran cosa, y tal vez esta es otra manera en que puedo olvidar mi pasado de Abnegación y aprender a aceptar mi futuro en Osadía. Y además… ella es bonita. —Está bien —digo—. Voy a ir. Pero si haces alguna broma sobre tomarse de manos, voy a romperte la nariz. Cuando regreso a mi apartamento esa noche, todavía huele a polvo y una pizca de moho. Enciendo una de las lámparas, y un rayo de luz se refleja en la encimera. Recorro mi mano sobre ella, y un pequeño trozo de vidrio se clava en mi dedo, haciéndolo sangrar. Lo pellizco con las puntas de mis dedos y lo llevo al bote de basura, al cual le puse una bolsa esta mañana. Pero descansando ahora en la parte inferior de la bolsa hay un montón de fragmentos en forma de un vaso. No he usado uno de ésos todavía. Un escalofrío recorre mi espina dorsal, y analizo el resto del apartamento en busca de signos de alteración. Las sábanas no están revueltas, ninguno de los cajones están abiertos, ninguna de las sillas parecen haberse movido. Pero sabría si hubiera roto un vaso esa mañana. Entonces, ¿quién estuvo en mi apartamento? No sé por qué, pero lo primero que encuentran mis manos en la mañana siguiente cuando llego al cuarto de baño es el conjunto de tijeras que obtuve ayer con mis créditos de Osadía. Y aunque aún estoy parpadeando contra la nubosidad de mis ojos, las abro y llevo a mi cabeza de la manera que he hecho desde que era joven. Inclino mi oreja hacia delante para protegerla de las cuchillas; sé cómo girar y cambiar para así poder ver tanto de la parte posterior de mi cabeza como sea posible. El ritual calma mis nervios, me hace sentir enfocado y estable. Me cepillo los cabellos recortados de mi cuello y hombros, y los barro hacia la papelera. Es una mañana típica de Abnegación. Una ducha rápida, un desayuno sencillo, una casa limpia. Excepto que estoy usando botas, pantalones,
  • 10. PÁGINA10 camisa y chaqueta negra de Osadía. A mi salida evito mirarme en el espejo y eso me hace apretar los dientes, sabiendo cuán profundo van estas raíces Estiradas, y cuán difícil será extirparlas de mi mente, tan enredadas en todo como están. Dejé ese lugar de miedo y desafío, y eso lo hace más difícil de asimilar de lo que nadie sabe, más si en realidad hubiera elegido Osadía por las razones correctas. Camino rápidamente hacia el Pozo, emergiendo a través de un arco a mitad de la pared. Me mantengo alejado del borde de la ruta, aunque los niños de Osadía, riendo a carcajadas, a veces corren a lo largo de ella, y yo debería ser más valiente de lo que ellos son. No estoy seguro de si la valentía es algo que adquieres más con la edad, como la sabiduría, pero quizá aquí, en Osadía, la valentía es la forma más elevada de la sabiduría, el reconocimiento de que la vida puede y debe vivirse sin temor. Es la primera vez que me encuentro siendo reflexivo sobre la vida en Osadía, así que me aferro al pensamiento mientras subo los senderos alrededor del Pozo. Llego a la escalera que cuelga del techo de vidrio y mantengo mis ojos en alto, lejos del espacio abierto debajo de mí, de modo que no empiece a entrar en pánico. Pero de todas maneras, mi corazón está palpitando fuertemente al momento que llego a la cima; puedo sentirlo en mi garganta. Max dijo que su oficina estaba en el décimo piso, por lo que tomo el ascensor con un grupo de Osadía que van a trabajar. No todos parecen conocerse los unos a otros, a diferencia de Abnegación; no es tan importante para ellos memorizar nombres, rostros, necesidades y deseos, así que tal vez solo lo dejan para sus amigos y familiares, formando comunidades ricas pero separadas dentro de su facción. Como la que yo estoy formando. Cuando llego a la décima planta, no estoy seguro de a dónde ir, pero luego veo una cabeza de cabello oscuro girar en una esquina frente a mí. Eric. Lo sigo, en parte porque probablemente sabe a dónde va, pero en parte porque quiero saber lo que está haciendo, incluso si no va al mismo lugar que yo. Pero cuando doy vuelta en la esquina, veo a Max de pie en una sala de conferencias que tiene paredes de vidrio, rodeado de jóvenes de Osadía. El más viejo quizás tiene veinte, y los más jóvenes probablemente no son mucho mayores que yo. Max me ve a través del vidrio y me hace un ademán para que entre. Eric se sienta cerca de él, lame botas, pienso, pero yo me siento en el otro extremo de la mesa, entre una chica con un aro a través de sus fosas nasales y un chico cuyo cabello es de un matiz verde tan brillante que no puedo mirarlo directamente. Me siento simple en
  • 11. PÁGINA11 comparación, puede que me haya tatuado las llamas de Osadía en mi costado durante la iniciación, pero no es como si estén exhibidas. —Creo que todo el mundo ya está aquí, así que vamos a empezar. —Max cierra la puerta de la sala de conferencias y se para delante de nosotros. Parece extraño en un entorno tan ordinario, como si estuviera aquí para romper todos los vidrios y causar caos en lugar de dirigir esta reunión—. Todos ustedes están aquí porque han demostrado potencial, en primer lugar, pero también porque han demostrado entusiasmo por nuestra facción y su futuro. —No sé yo cómo lo he hecho—. Nuestra ciudad está cambiando, más rápido que nunca antes, y con el fin de continuar con ello, también tendremos que cambiar. Tendremos que ser más fuertes, más valientes, mejor de lo que somos ahora. Y entre ustedes están las personas que nos pueden llevar ahí, pero tenemos que averiguar quiénes son. Les haremos una combinación de instrucciones y pruebas de habilidades en los próximos meses, para enseñarles lo que necesitarán saber si logran pasar a través de este programa, pero también para ver qué tan rápido aprenden. —Eso suena un poco como algo que los de Erudición valorarían, no los de Osadía… qué extraño. —Lo primero que van a hacer es llenar esta hoja de información —dice, y casi me rio. Hay algo ridículo en un rudo, endurecido, guerrero de Osadía con un montón de papeles que llama “hoja de información”, pero por supuesto algunas cosas tienen que ser ordinarias, porque así es más eficiente. Coloca la pila alrededor de la mesa, junto con un manojo de plumas—. Todo esto va a hacernos saber más sobre ustedes y nos dará un punto de partida para medir su progreso. Así que por su bien sean honestos, y no se hagan ver mejor de lo que son. Me siento inquieto, mirando fijamente la hoja de papel. Lleno mi nombre, la cual es la primera pregunta, y mi edad, la segunda. La tercera pregunta es sobre mi facción de origen, y la cuarta pregunta es sobre mi número de miedos. La quinta pregunta cuáles son esos temores. No sé cómo describirlos. Los dos primeras son fáciles, las alturas, el confinamiento, ¿pero la siguiente? ¿Y qué voy a escribir sobre mi padre, que tengo miedo de Marcus Eaton? Eventualmente garabateo perder el control para mi tercer temor y amenazas físicas en espacios confinados para mi cuarta, sabiendo que eso está lejos de ser verdad. Pero las siguientes preguntas son extrañas, confusas. Son declaraciones, astutamente redactadas, con las que se supone que debo estar de acuerdo
  • 12. PÁGINA12 o en desacuerdo. Está bien robar si es para ayudar a alguien más. Bueno, eso es bastante fácil: estoy de acuerdo. Algunas personas merecen más recompensas que otros. Tal vez. Depende de las recompensas. El poder debería darse solo a aquellos que lo ganan. Las circunstancias difíciles forman personas más fuertes. No sabes cuán fuerte es una persona realmente hasta que son puestas a prueba. Miro alrededor de la mesa hacia los demás. Algunas personas parecen desconcertadas, pero nadie se ve como yo me siento: perturbado, casi con miedo de encerrar una respuesta debajo de cada declaración. No sé qué hacer, así que encierro “de acuerdo” para cada una y paso mi hoja de vuelta con la de todos los demás. Zeke y su cita, María, están recostados presionados entre sí contra la pared en un pasillo al lado del Pozo. Puedo ver sus siluetas desde aquí. Parece como si aún estuvieran estando presionados uno contra el otro como lo estaban hace cinco minutos cuando llegaron en un principio hasta aquí, riendo como idiotas todo el tiempo. Cruzo mis brazos y miro hacia atrás a Nicole. —Entonces —le digo. —Entonces —dice ella, inclinándose hacia delante sobre las puntas de sus pies y regresando a sus talones de nuevo—. Esto es un poco raro, ¿no? —Sí —le digo, aliviado—. Lo es. —¿Cuánto tiempo has sido amigo de Zeke? —dice—. No te he visto mucho por aquí. —Unas pocas semanas —digo—. Nos conocimos durante la iniciación. —Oh —dice ella—. ¿Eres un transferido? —Um… —No quiero admitir que me transferí de Abnegación, en parte porque cada vez que admito eso, la gente empieza a pensar que soy un estirado, y en parte porque no me gusta tirar indirectas sobre mi filiación cuando puedo evitarlo. Decido mentir—. No, simplemente… supongo que lo mantuve para mí mismo antes de eso.
  • 13. PÁGINA13 —Oh. —Ella entrecierra los ojos un poco—. Debes haber sido muy bueno en eso. —Una de mis especialidades —digo—. ¿Cuánto tiempo has sido amiga de María? —Desde que éramos niñas. Ella podría tropezar, caer y aterrizar en una cita con cualquiera —dice Nicole—. Algunos otros de nosotros no somos tan talentosos. —Sí. —Niego con la cabeza—. Zeke tuvo que empujarme un poco en esto. —En serio. —Nicole levanta una ceja—. ¿Al menos te mostró lo que te esperaba? Ella se señala a sí misma. —Um, sí —le digo—. No estaba seguro de que fueras mi tipo, pero pensé que tal vez… —No tu tipo. —De repente suena fría. Trato de dar marcha atrás. —Quiero decir, no creo que eso sea tan importante —le digo—. La personalidad es mucho más importante que… —¿Que mi apariencia insatisfactoria? —Ella levanta las cejas. —Eso no es lo que dije —le digo—. Yo soy… realmente terrible en esto. —Sí —dice ella—. Lo eres. Agarra el pequeño bolso negro que descansaba contra sus pies y lo mete bajo su brazo. —Dile a María que tenía que ir a casa temprano. Se aleja furiosa de la barandilla y desaparece en uno de los caminos próximos al Pozo. Yo suspiro y miro a Zeke y María una vez más. Me doy cuenta por los tenues movimientos que soy capaz de detectar que ellos no han bajado el ritmo en absoluto. Golpeo mis dedos contra la barandilla. Ahora que nuestra cita doble se ha convertido en una incómoda cita triangular, debe estar bien que me vaya. Veo a Shauna saliendo de la cafetería y saludo hacia ella. —¿No es esta noche tu gran noche de cita con Ezekiel? —dice.
  • 14. PÁGINA14 —Ezekiel —digo, estremeciéndome—. Olvidé que ese era su nombre completo. Sí, mi cita acaba de salir corriendo. —Buena esa —dice, riendo—. ¿Cuánto duraste, diez minutos? —Cinco —digo, y me encuentro riendo también—. Al parecer, soy insensible. —No —dice ella con fingida sorpresa—. ¿Tú? ¡Pero si eres tan sentimental y dulce! —Qué graciosa —le digo—. ¿Dónde está Lynn? —Comenzó a discutir con Héctor. Nuestro hermano menor —dice—. He estado escuchándolos hacer eso por, oh, mi vida entera. Así que me fui. Pensé en ir a la sala de entrenamiento, hacer algo de ejercicio. ¿Quieres ir? —Sí —respondo—. Vamos. Nos dirigimos hacia la sala de entrenamiento, pero luego me doy cuenta que tenemos que caminar por el mismo pasillo que Zeke y María ocupan en estos momentos para llegar allí. Trato de parar a Shauna con una mano, pero es demasiado tarde, ella ve sus dos cuerpos apretados entre sí, sus ojos se abren de par en par. Se detiene por un momento, y oigo ruidos de besos que deseo no haber oído. Entonces ella avanza por el pasillo otra vez, caminando tan rápido que tengo que correr para alcanzarla. —Shauna… —Sala de entrenamiento —dice ella. Cuando llegamos allí, comienza inmediatamente con el saco de boxeo, y creo que nunca la había visto antes golpearlo tan fuerte. —Aunque pueda parecer extraño, es importante para las personas de Osadía de alto nivel entender cómo funcionan algunos programas —dice Max—. El programa de supervisión en la sala de control es algo evidente, un líder de Osadía a veces tiene que vigilar las cosas que suceden en la facción. Luego están los programas de simulación, los cuales tienen que entender con el fin de evaluar a los iniciados en Osadía. También el programa de seguimiento, el cual mantiene el negocio en nuestra facción funcionando sin problemas, entre otros. Algunos de estos programas son
  • 15. PÁGINA15 bastante sofisticados, lo que significa que tendrán que ser capaces de aprender habilidades de computación con facilidad, si aún no las tienen. Eso es lo que estaremos haciendo hoy. Él hace un gesto a la mujer de pie cerca de su hombro izquierdo. La reconozco del juego de Reto. Es joven, con vetas de color púrpura en su cabello corto y con más piercings de los que puedo fácilmente contar. —Lauren aquí estará enseñándoles algunos de los conceptos básicos, y luego vamos a evaluarlos —dice Max—. Lauren es uno de nuestros instructores de iniciación, pero en su tiempo de inactividad trabaja como técnico informático en la sede de Osadía. Es un poco Erudito de ella, pero vamos a dejar pasar eso por el bien de la conveniencia. Max le guiña un ojo, y ella sonríe. —Adelante —dice él—. Estaré de vuelta en una hora. Max se va, y Lauren aplaude con sus manos. —Muy bien —dice ella—. Hoy vamos a hablar sobre cómo programamos trabajos. Aquellos de ustedes que ya tienen alguna experiencia con esto, por favor no duden en desconectarse. El resto, es mejor que mantengan la concentración porque no voy a repetir. Aprender estas cosas es como aprender un idioma: no es suficiente memorizar las palabras; también tiene que entender las reglas y por qué funcionan como lo hacen. Cuando era más joven, hice voluntariado en los laboratorios de computación en los niveles superiores del edificio para cumplir con mis horas reglamentarias de voluntariado en la facción, y para salir de casa; y aprendí a cómo desarmar la computadora y volverla a armar. Pero nunca aprendí de esto. La siguiente hora transcurre rápidamente con términos técnicos que apenas puedo seguir el ritmo. Trato de apuntar algunas notas en un trozo de papel que encontré en el suelo, pero ella se mueve tan rápido que es difícil para mi mano mantenerse al día con mis oídos, así que abandono el esfuerzo después de un par de minutos y solo trato de prestar atención. Ella muestra ejemplos de lo que está hablando en una pantalla en la parte delantera de la sala, y es difícil no distraerse con las vistas desde las ventanas detrás de ella: desde este ángulo, la Espira muestra el horizonte de la ciudad, las cúspides del Centro de Actividad perforando el cielo, el pantano asomándose entre los edificios relucientes.
  • 16. PÁGINA16 No soy el único que parece abrumado, los otros candidatos se inclinan uno hacia otro para susurrar frenéticamente, pidiendo las definiciones que se han perdido. Sin embargo, Eric se sienta cómodamente en su silla, dibujando en la palma de su mano. Sonriendo. Reconozco esa sonrisa. Por supuesto que ya sabe todo esto. Él debe haberlo aprendido en Erudición, probablemente cuando era un niño, o de lo contrario no se vería tan petulante. Antes de que realmente pueda registrar el paso del tiempo, Lauren está presionando un botón de visualización en la pantalla para guardarla en el techo. —En el escritorio de su ordenador, encontrará un archivo marcado “Examen de programación” —dice ella—. Ábranlo. Tomarán un examen cronometrado. Irán a través de una serie de pequeños programas y marcarán los errores que encuentren que están causando un mal funcionamiento. Podrían ser cosas realmente grandes, como el orden del código, o cosas muy pequeñas, como una palabra fuera de lugar o el marcaje. No tienen que arreglarlos en este momento, pero tienen que ser capaces de detectarlos. Habrá un error por cada programa. Comiencen. Todo el mundo comienza frenéticamente a tipear en sus pantallas. Eric se inclina hacia mí y me dice: —¿Siquiera tienes una computadora en tu Estirada casa, Cuatro? —No —le digo. —Bueno, verás, así es como abres un archivo —dice con un toque exagerado en el archivo en su pantalla—. ¿Ves? Parece papel, pero en realidad es solo una imagen en una pantalla; sabes lo que es una pantalla, ¿no? —Cállate —le digo mientras abro el examen. Me quedo mirando el primer programa. Es como aprender un idioma, me digo a mí mismo. Todo tiene que empezar en el orden correcto y terminar en el orden inverso. Solo asegúrate de que todo está en el lugar correcto. No empiezo por el principio del código y hago mi camino a partir de ahí, en su lugar, busco el núcleo más íntimo del código dentro de todas las envolturas. Allí, me doy cuenta que la línea de código termina en el lugar equivocado. Marco el punto y pulso el botón de la flecha que me permitirá
  • 17. PÁGINA17 continuar el examen si no me equivoco. La pantalla cambia, mostrándome un nuevo programa. Levanto mis cejas. Debo haber absorbido más de lo que pensaba. Empiezo el siguiente en la misma forma, moviéndome desde el centro del código en la parte exterior, comprobando la parte superior del programa con la parte inferior, prestando atención a las comillas, los puntos y las barras invertidas. Buscar errores de código es extrañamente tranquilizador, solo una manera de asegurarse de que el mundo se encuentra todavía en el mismo orden en que se supone está, y mientras así sea, todo funcionará sin problemas. Me olvido de todos los que me rodean, incluso del horizonte más allá de nosotros, sobre lo que significará terminar este examen. Solo me centro en lo que está delante de mí, en la maraña de palabras en mi pantalla. Noto que Eric termina primero, mucho antes que alguien parezca listo para terminar su examen, pero trato de no dejar que eso me preocupe. Incluso cuando decide permanecer a mi lado y mirar por encima de mi hombro mientras trabajo. Finalmente toco el botón de flechas y una nueva imagen aparece. EXAMEN COMPLETO, dice. —Buen trabajo —dice Lauren, cuando viene para comprobar mi pantalla— . Eres el tercero en terminar. Me vuelvo hacia Eric. —Espera —le digo—. ¿No estabas a punto de explicar lo que era una pantalla? Obviamente no tengo conocimientos de informática en absoluto, así que realmente necesito tu ayuda. Me mira furioso, y yo sonrío. La puerta de mi apartamento está abierta cuando regreso. Solo una pulgada, pero sé que la cerré antes de irme. La empujo para abrirla con la punta de mi zapato y entro con mi corazón retumbando, esperando encontrar a un intruso rebuscando entre mis cosas, aunque no estoy seguro de quién… tal vez sea uno de los lacayos de Jeanine, buscando pruebas de que soy diferente de la misma manera que Amar lo era, o Eric,
  • 18. PÁGINA18 buscando una manera de emboscarme. Pero el apartamento está vacío y sin cambios. Sin cambios… a excepción de la hoja de papel sobre la mesa. Me acerco lentamente, como si pudiera estallar en llamas, o disolverse en el aire. Hay un mensaje escrito en ella con una pequeña caligrafía cursiva. El día que más odiabas. En el momento en que ella murió. En el lugar de tu primer salto. Al principio las palabras no tienen ningún sentido para mí, y creo que es una broma, algo dejado para perturbarme, y funcionó, porque me siento inestable sobre mis pies. Me siento en una de las sillas destartaladas, rígido, sin apartar los ojos del papel. Lo leo una y otra vez, y el mensaje comienza a tomar formar en mi mente. En el lugar de tu primer salto. Eso debe significar la plataforma del tren que ascendí apenas después de que me uniera a Osadía. En el momento en que ella murió. Solo hay un “ella” que podría ser: mi madre. Mi madre murió en medio de la noche, de modo que para cuando desperté, su cuerpo ya se había ido, mi padre y sus amigos de Abnegación se lo llevaron lejos. Se estimó que la hora de su muerte fue alrededor de las dos de la mañana, según él. El día que más odiabas. Esa es la más difícil, ¿es en referencia a un día del año, un cumpleaños o un día festivo? Ninguno de esos vendrá pronto, y no veo por qué alguien dejaría una nota con tanta antelación. Debe estar refiriéndose a un día de la semana, pero, ¿qué día de la semana es el que más odio? Eso es fácil: el día de reunión del consejo, porque mi padre regresaba a casa tarde y de mal humor. Los miércoles. Miércoles, dos de la mañana, en la plataforma del tren cerca del Centro de Actividad. Es esta noche. Y solo hay una persona en el mundo que sabe toda esa información: Marcus.
  • 19. PÁGINA19 Estoy aferrando la hoja doblada en mi puño, pero no puedo sentirla. Mis manos hormiguean y prácticamente están entumecidas desde la primera vez pensé su nombre. Dejé la puerta del apartamento abierta, y mis zapatos están desatados. Me muevo a lo largo de las paredes del Pozo sin darme cuenta de la altura y corro por las escaleras hasta la Espira sin siquiera sentirme tentado a mirar hacia abajo. Zeke mencionó al pasar hace unos días, la ubicación del cuarto de control. Solo puedo esperar que todavía esté allí, porque voy a necesitar su ayuda si quiero acceder a las imágenes del pasillo fuera de mi apartamento. Sé dónde está la cámara, oculta en la esquina donde creen que nadie la nota. Bueno, yo me di cuenta. Mi madre también solía notar cosas como esas. Cuando caminábamos a través del sector de Abnegación solo nosotros dos, apuntaba a las cámaras, ocultas en las burbujas de vidrio oscuro o fijadas a los bordes de los edificios. Nunca dijo nada acerca de ellas, o parecía preocuparle, pero siempre sabía dónde estaban, y cuando las pasaba, las miraba directamente con toda intención, como si dijera: También te veo. Así que crecí buscando, explorando, observando detalles en mi entorno. Paseo en el ascensor hasta el cuarto piso, luego sigo las indicaciones hacia la sala de control. Es por un pasillo corto y al girar la esquina, la puerta está de par en par. Una pared de pantallas me recibe, algunas personas se sientan detrás de ella, en escritorios, y a continuación hay otras mesas a lo largo de las paredes donde más personas se sientan, cada uno con una pantalla propia. Las imágenes rotan cada cinco segundos, mostrando diferentes partes de la ciudad: los campos de Cordialidad, las calles alrededor del Centro de Actividad, la sede de Osadía, incluso el Mercado del Martirio, con su gran vestíbulo. Vislumbro el sector de Abnegación en una de las pantallas, y luego me repongo del aturdimiento, en busca de Zeke. Está sentado en un escritorio en la pared derecha, escribiendo algo en un cuadro de diálogo en la mitad izquierda de su pantalla, mientras que imágenes del Pozo se reproducen en la otra mitad. Todos en la habitación están usando auriculares; escuchando, supongo, lo que se supone que deben estar mirando. —Zeke —digo en voz baja. Algunos de los otros me miran, como si me regañaran por entrometerme, pero nadie dice nada. —¡Oye! —dice—. Me alegro de que hayas venido, estoy aburrido de mi… ¿qué pasa?
  • 20. PÁGINA20 Mira de mi rostro a mi puño, todavía apretado alrededor de la hoja de papel. No sé cómo explicarlo, así que no lo intento. —Necesito ver imágenes desde el pasillo fuera de mi apartamento —digo—. A partir de las últimas cuatro horas o más. ¿Puedes ayudarme? —¿Por qué? —dice Zeke—. ¿Qué pasó? —Alguien estaba en mi lugar —le digo—. Quiero saber quién era. Mira a su alrededor, vigilando para asegurarse de que nadie está mirando. O escuchando. —Escucha, no puedo hacer eso… incluso no se nos permite detener la imagen en cosas específicas a menos que veamos algo raro, está todo en rotación… —Me debes un favor, ¿recuerdas? —le digo—. Nunca te preguntaría si no fuera importante. —Sí, lo sé. —Zeke mira a su alrededor de nuevo, luego cierra el cuadro de diálogo que tenía abierto y abre otro. Observo el código que teclea para acceder a las imágenes correctas, y me sorprende encontrar que entiendo algo de eso, después de un día de lección. Aparece una imagen en la pantalla, de uno de los pasillos de Osadía cerca de la cafetería. Lo señala, y otra imagen la reemplaza, ésta es una del interior de la cafetería; la siguiente es de la tienda de tatuajes, luego el hospital. Sigue desplazándose por la sede de Osadía, y observo las imágenes a medida que pasan, mostrando destellos momentáneos de la ordinaria vida en Osadía, gente jugando con sus piercings mientras esperan en la fila para la ropa nueva, personas que practican golpes en la sala de entrenamiento. Veo un destello de Max en lo que parece ser su oficina, sentado en una de las sillas, una mujer está sentada frente a él. Una mujer con el cabello rubio recogido en un moño apretado. Pongo mi mano en el hombro de Zeke. —Espera. —El trozo de papel en mi puño parece un poco menos urgente—. Regresa. Lo hace, y confirmo lo que sospechaba: Jeanine Matthews está en la oficina de Max, una carpeta en su regazo. Sus ropas están perfectamente planchadas, su postura recta. Tomo los auriculares de la cabeza de Zeke, y él me frunce el ceño, pero no me detengo.
  • 21. PÁGINA21 Las voces de Jeanine y Max son bajas, pero todavía se puede oír. —Lo he reducido a seis —dice Max—. Diría que eso es bastante bueno para, ¿qué? ¿El segundo día? —Esto es ineficiente —dice Jeanine—. Ya tenemos el candidato. Me aseguré de ello. Este fue siempre el plan. —Nunca se me pidió mi opinión sobre el plan, y ésta es mi facción —dice Max secamente—. No me gusta, y no quiero pasar toda mi vida trabajando con alguien que no me gusta. Así que tendrás que dejarme por los menos tratar de encontrar a otra persona que cumpla con todos los requisitos… —Bien. —Jeanine se pone de pie, apretando la carpeta en su estómago—. Pero cuando no lo hagas, espero que lo admitas. No tengo paciencia para la soberbia de Osadía. —Sí, porque los de Erudición son la imagen de la humildad —dice Max con amargura. —Oye —sisea Zeke—. Mi supervisor está mirando. Devuélveme los auriculares. Los arrebata de mi cabeza, y en el proceso chasquean en mis oídos, haciéndolos picar. —Tienes que salir de aquí o perderé mi trabajo —dice Zeke. Parece serio y preocupado. No me opongo, aunque no encontré lo que necesitaba saber, de todos modos, era mi culpa por distraerme. Me deslizo fuera de la sala de control, mi mente acelerada, una parte de mí todavía está aterrorizada ante la idea de que mi padre estaba en mi apartamento, que quiere que me encuentre con él a solas en una calle abandonada en el medio de la noche, la otra mitad confundida por lo que acabo de escuchar. Ya tenemos el candidato. Me aseguré de ello. Deben haber estado hablando sobre el candidato para el liderazgo de Osadía. Pero, ¿por qué Jeanine Matthews le preocupa quién es designado como el próximo líder de Osadía? Regreso hasta mi apartamento sin darme cuenta, luego, me siento en el borde de la cama y miro fijamente a la pared de enfrente. No dejo de tener pensamientos distintos pero igualmente frenéticos. ¿Por qué Marcus quiere reunirse conmigo? ¿Por qué los de Erudición están involucrados en la política
  • 22. PÁGINA22 de Osadía? ¿Marcus quiere matarme sin testigos, o quiere advertirme de algo, o amenazarme…? ¿Quién era el candidato del que estaban hablando? Aprieto las palmas de las manos en mi frente y trato de calmarme, aunque siento cada pensamiento nervioso como un cosquilleo en mi nuca. No puedo hacer nada al respecto acerca de Max y Jeanine ahora mismo. Lo que debo decidir ahora es si voy a la reunión de esta noche. El día que más odiabas. Nunca supe que Marcus incluso se daba cuenta, notaba las cosas que me gustaban u odiaba. Solo parecía verme como un inconveniente, una molestia. Pero no descubrí hasta unas semanas atrás que él sabía que las simulaciones no funcionarían en mí, ¿y trató de ayudarme a estar fuera de peligro? Quizás, a pesar de todas las cosas horribles que hizo y me dijo, hay una parte de él que realmente es mi padre. Tal vez esa es la parte de él que me invitó a esta reunión, y está tratando de demostrármelo al decirme que me conoce, que sabe lo que odio, lo que amo, lo que me asusta. No estoy seguro de por qué ese pensamiento me llena de tanta esperanza, cuando lo he odiado durante mucho tiempo. Pero quizás, como hay una parte de él que en efecto es mi padre, también hay una parte de mí que realmente es su hijo. El calor del sol aún está saliendo del pavimento a la una y media de la mañana cuando dejo la sede de Osadía. Puedo sentirlo sobre mis dedos. La luna está cubierta de nubes, por lo que las calles lucen más oscuras de lo normal, pero no le tengo miedo a la oscuridad, o a las calles, ya no. Esa es una de las cosas que golpear fuertemente a los iniciados de Osadía puede enseñarte. Respiro el olor del asfalto caliente y me pongo en marcha en una carrera lenta, mis zapatillas golpeando el suelo. Las calles que rodean el sector de Osadía de la ciudad están vacías; la vida de mi facción se desarrolla unida, como una jauría de perros durmiendo. Es por eso, me doy cuenta, Max parecía tan preocupado por mi vida solitaria. Si realmente soy de Osadía, ¿no debería querer que mi vida se uniera con la de ellos tanto como fuera posible, no debería estar buscando maneras de acercarme a mí mismo a mi facción hasta que seamos inseparables?
  • 23. PÁGINA23 Lo considero mientras corro. Tal vez él tenga razón. Quizás no estoy haciendo un muy buen trabajo integrándome; tal vez no estoy presionándome lo suficiente. Encuentro un ritmo constante, entrecerrando mis ojos antes las señales de la calle mientras las paso, para seguir el rastro de a dónde voy. Reconozco cuando alcanzo el círculo de edificios que los de Sin Facción ocupan, porque puedo ver sus sombras moviéndose alrededor detrás de las ventanas ocultas y cubiertas. Me muevo para correr bajo las vías del tren, la madera enrejada extendiéndose muy por delante de mí y curvándose lejos de la calle. El Centro de Actividad se agranda más y más en mi vista mientras me acerco. Mi corazón está latiendo con fuerza, pero no creo que sea por la carrera. Me detengo abruptamente cuando llego a la plataforma del tren, y a medida que me detengo ahí en la escalera, recuperando el aliento, recuerdo cuando por primera vez subí estos escalones, el mar de ruidosos de Osadía moviéndose a mí alrededor, apresurándome hacia delante. Fue fácil ser llevado por su impulso en ese momento. Ahora tengo que llevarme a mí mismo hacia delante. Empiezo a subir, mis pasos haciéndose eco sobre el metal, y cuando llego arriba, verifico mi reloj. Las dos en punto. Pero la plataforma está vacía. Camino de un lado para el otro sobre la misma, para asegurarme de que no hay figuras oscuras que están ocultándose en rincones oscuros. Un tren se mueve a lo lejos, y me detengo para mirar la luz fija que está en la punta. No sabía que los trenes se utilizaran hasta tan tarde, toda la energía en la ciudad se supone que fue apagada después de la media noche, para ahorrar energía. Me pregunto si Marcus le pidió a los Sin Facción un favor especial. Pero, ¿por qué viajaría en tren? El Marcus Eaton que conozco nunca se atrevería a asociarse tan estrechamente con Osadía. Preferiría caminar descalzo por las calles. La luz del tren parpadea, solo una vez, antes de seguir corriendo más allá de la plataforma. Golpeando y agitándose, reduciendo la velocidad, pero sin detenerse, y veo una persona brincando desde el segundo al último vagón, delgada y ágil. No es Marcus. Es una mujer. Aprieto el papel más fuerte en mi puño, y aún más, hasta que me duelen mis nudillos.
  • 24. PÁGINA24 La mujer camina a zancadas hacia mí, y cuando está a pocos pies de distancia, puedo verla. Cabello largo y rizado. Prominente nariz aguileña. Pantalones negros de Osadía, blusa gris de Abnegación, botas marrones de Cordialidad. Su rostro luce arrugado, cansado y delgado. Pero la conozco, nunca podría olvidar su cara, mi madre, Evelyn Eaton. —Tobias —suspira, sus ojos muy abiertos, como si estuviera tan aturdida por mí como yo lo estoy por ella, pero eso es imposible. Sabía que estaba vivo, pero yo recuerdo cómo se veía la urna que contenía sus cenizas mientras estaba sobre la repisa de la chimenea de mi padre, manchado con sus huellas dactilares. Recuerdo el día que me desperté por un grupo de caras serias de Abnegación en la cocina de mi padre, y cómo todos ellos levantaron la vista cuando entré, y cómo Marcus me explicó, con la simpatía que sabía que no sentía, que mi madre había fallecido en medio de la noche, por complicaciones de un parto prematuro y un aborto involuntario. ¿Estaba embarazada?, recuerdo que pregunté. Por supuesto que lo estaba, hijo. Giró hacia las otras personas en nuestra cocina. Solo está conmocionado, por supuesto. Estaba destinado a ocurrir, con algo como esto. Recuerdo sentarme con un plato lleno de comida, en la sala de estar, con un grupo de Abnegación susurrando a mí alrededor, todo el vecindario llenando mi casa a rebosar y nadie diciendo algo que me importara. —Sé que esto debe ser… inquietante para ti —dice ella. Apenas reconozco su voz; es más baja, más fuerte y más dura que en mis recuerdos de ella, y así es como sé que los años la han cambiado. Siento demasiadas cosas para controlarlo, demasiado poderosas para manejar, y entonces, de repente, no siento nada en lo absoluto. —Se supone que estás muerta —digo, apagado. Es una cosa estúpida para decir. Una cosa tan estúpida para decirle a tu madre cuando regresa de entre los muertos, pero es una estúpida situación. —Lo sé —dice, y creo que hay lágrimas en sus ojos, pero está demasiado oscuro para decirlo—. No lo estoy. —Obviamente. —La voz que sale de mi boca es sarcástica, informal—. ¿Incluso alguna vez estuviste embarazada?
  • 25. PÁGINA25 —¿Embarazada? ¿Es eso lo que te dijeron, algo acerca de morir en el parto? —Niega con su cabeza—. No, no lo estaba. Había estado planeando escaparme por meses… necesitaba desaparecer. Pensé que él podría contártelo cuando fueras lo suficientemente mayor. Solté una risa corta, como un ladrido. —Pensaste que Marcus Eaton admitiría que su esposa lo dejó. A mí. —Eres su hijo —dice Evelyn, frunciendo su ceño—. Te ama. Entonces, toda la tensión de las últimas horas, las últimas semanas, los últimos años levantándose en mí interior, es demasiado como para contenerla, y realmente me rió, pero sale sonando extraño, mecánico. Me asusta incluso pensar que lo estoy haciendo. —Tienes el derecho a estar enojado porque te hubieran mentido —dice—. Yo también estaría enojada. Pero Tobias, tenía que irme, sé que entiendes por qué… Se acerca a mí, y agarro su muñeca, alejándola. —No me toques. —Está bien, de acuerdo. —Levanta sus palmas en alto y se aleja—. Pero entiéndelo, tienes que hacerlo. —Lo que entiendo es que me dejaste solo en una casa con un maníaco sádico —digo. Se ve como si algo en su interior estuviera derrumbándose. Sus manos caen a sus costados como dos pesos. Sus hombros caen. Incluso su rostro se afloja, mientras empieza a entender lo que quiero decir, a lo que debo referirme. Cruzo mis brazos y empujó mis hombros hacia atrás, tratando de verme tan grande, fuerte y duro como sea posible. Es más fácil ahora, en negro Osadía, que en lugar de gris Abnegación, y quizás es por eso que escogí a Osadía como refugio. No por querer hacer daño, no para lastimar a Marcus, sino porque sabía que esta vida me enseñaría una manera de ser más fuerte. —Yo… —comienza a decir. —Deja de perder mi tiempo. ¿Qué estamos haciendo aquí? —Lanzo la arrugada nota al suelo entre nosotros y levanto mis cejas—. Han pasado
  • 26. PÁGINA26 siete años desde que moriste, y nunca antes trataste de hacer esta dramática revelación, así que, ¿qué es diferente ahora? Al principio no responde. Luego se recompone, visiblemente, y dice: —Nosotros, los Sin Facción, nos gusta mantener un ojo sobre las cosas. Cosas como la Ceremonia de Elección. Esta vez, nuestro ojo me contó que elegiste Osadía. Habría ido personalmente, pero no quería correr el riesgo de encontrarme con él. Me he convertido… en una especie de líder para los Sin Facción, y es importante no exponerme a mí misma. Sentí algo amargo. —Bien, bueno —digo—. Qué padres tan importantes tengo. Soy muy afortunado. —Tú no eres así —dice—. ¿Incluso hay una parte de ti feliz de verme otra vez? —¿Feliz de verte otra vez? —digo—. Apenas te recuerdo, Evelyn. Casi he vivido tanto tiempo sin ti como contigo. Su rostro se contorsiona. La lastimé. Me alegro. —Cuando elegiste Osadía —continúa lentamente—, sabía que era el momento de acercarme a ti. Siempre estuve planeando encontrarte, después que eligieras y estuvieras por tu cuenta, así podría invitarte a que te unas a nosotros. —Unirme a ti —digo—. ¿Convertirme en un Sin Facción? ¿Por qué querría hacer eso? —Nuestra ciudad está cambiando, Tobias. —Es lo mismo que Max dijo ayer—. Los Sin Facción están uniéndose, así como también lo están haciendo Osadía y Erudición. En algún momento, pronto, todos tendrán que elegir un lado, y conozco uno en el cual preferirías estar. Creo que realmente puedes hacer una diferencia con nosotros. —¿Tú sabes en cuál preferiría estar? En serio —digo—. No soy un traidor a la facción. Elegí Osadía; ahí es donde pertenezco. —No eres uno de esos tontos locos imprudentes —espeta—. Como no eras un Estirado asfixiado y esclavo. Puedes ser más que cualquiera, más que cualquier facción.
  • 27. PÁGINA27 —No tienes idea de lo que soy o de lo que puedo ser —digo—. Fui el primero en la clasificación de los iniciados. Quieren que sea un líder de Osadía. —No seas ingenuo —dice, entrecerrando sus ojos—. No quieren un nuevo líder; quieren a un peón que puedan manipular. Es por eso que Jeanine Matthews frecuenta la sede de Osadía, es por eso que sigue colocando secuaces en tu facción para informarse sobre su comportamiento. ¿No te has dado cuenta que parece ser consciente de cosas que no tiene derecho a saber, que siguen cambiando el entrenamiento de Osadía, experimentando con ellos? Como si Osadía cambiaría incluso algo como eso por su propia cuenta. Amar nos dijo que los pasajes del miedo no solían venir al principio en la iniciación de Osadía, que se trataba de algo nuevo que estaban probando. Un experimento. Pero ella tiene razón; los de Osadía no hacen experimentos. Si estuvieran realmente preocupados por la practicidad y eficiencia, no se molestarían en enseñarnos a lanzar cuchillos. Y luego está Amar, apareciendo muerto. ¿No fui yo el que acusó a Eric de ser un informante? ¿No he sospechado por semanas que él todavía estaba en contacto con los de Erudición? —Incluso si tienes razón —digo, y toda la maliciosa energía ha desaparecido de mí. Me acerco más a ella—. Incluso si tienes razón sobre Osadía, nunca me uniría a ti. —Trato de evitar que mi voz vacile cuando agrego—: Jamás quiero volver a verte. —No te creo —dice ella en voz baja. —No me importa lo que creas. Me muevo más allá de ella, hacia las escaleras que subí para llegar hasta la plataforma. Ella grita detrás de mí: —Si cambias de opinión, cualquier mensaje dado a uno de los Sin Facción irá a mí. No miro hacia atrás. Bajo rápidamente las escaleras y corro a toda velocidad por la calle, lejos de la plataforma. Ni siquiera sé si me estoy desplazando en la dirección correcta, solo que quiero estar lo más lejos posible de ella.
  • 28. PÁGINA28 No duermo. Camino de un lado a otro por mi apartamento, frenético. Saco de mis cajones los restos de mi vida en Abnegación y los echo a la basura, la camisa rota, los pantalones, los zapatos, los calcetines, incluso mi reloj. En algún momento cerca del amanecer, arrojo la máquina de afeitar eléctrica contra la pared de la ducha, y ésta se rompe en varios pedazos. Una hora después del alba, camino a la tienda de tatuajes. Tori ya está ahí… bueno, “ahí” podría ser una palabra demasiado fuerte, porque sus ojos están hinchados por el sueño y desenfocados, y ella acaba de empezar su café. —¿Ocurre algo? —dice—. No estoy realmente aquí. Se supone que debo ir a correr con Bud, ese maniático. —Espero que hagas una excepción —digo. —No mucha gente viene aquí con solicitudes de tatuajes urgentes —dice ella. —Siempre hay una primera vez para todo. —Está bien. —Se reacomoda en el asiento, más alerta ahora—. ¿Tienes algo en mente? —Tenías un dibujo en tu apartamento cuando pasamos por ahí hace unas semanas. Era de todos los símbolos de las facciones juntos. ¿Todavía lo tienes? Ella se pone rígida. —No se suponía que vieras eso. Sé por qué no se suponía que lo viera, por qué ese dibujo no es algo que ella quiera hacer público. Sugiere inclinaciones hacia otras facciones en lugar de afirmar la supremacía de Osadía, como se supone que lo hagan sus tatuajes. Incluso los miembros establecidos de Osadía están preocupados por parecer lo suficiente de Osadía, y no sé por qué es así, qué tipo de amenazas son lanzadas a las personas que podrían ser llamadas “traidores a la facción”, pero eso es exactamente por lo que estoy aquí.
  • 29. PÁGINA29 —En cierto modo ese es el punto —digo—. Quiero ese tatuaje. Pensé en ello de camino a casa, mientras le daba vueltas a lo que dijo mi madre, una y otra vez. Tú puedes ser más que cualquiera, más que cualquier facción. Ella pensaba que con el fin de ser más que cualquier facción, yo tendría que abandonar este lugar y a las personas que me han acogido como a uno de los suyos; tendría que perdonarla y permitirme tolerar sus creencias y su estilo de vida. Pero no tengo que irme, y no tengo que hacer nada que no quiera hacer. Puedo ser más que cualquier facción justo aquí en Osadía; tal vez ya soy más, y es hora de demostrarlo. Tori mira a su alrededor, con los ojos saltando a la cámara en la esquina, una que noté cuando entré. Ella es el tipo de persona que también se fija en las cámaras. —Era solo un estúpido dibujo —dice en voz alta—. Ven, claramente estás molesto… podemos hablar de eso, encontrar algo mejor que ponerte. Me hace señas hacia la parte posterior de la tienda, pasando por la sala de almacenamiento detrás de ésta, y entrando a su apartamento de nuevo. Caminamos por la destartalada cocina hacia la sala de estar, donde sus dibujos aún están apilados en la mesa de café. Revisa las páginas hasta que encuentra un dibujo como del que yo estaba hablando, las llamas de Osadía siendo ahuecadas por las manos de Abnegación, las raíces del árbol de Cordialidad creciendo por debajo de un ojo de Erudición, el cual está equilibrado bajo las balanzas de Verdad. Todos los símbolos de las facciones apilados uno encima del otro. Ella lo sostiene, y yo asiento. —No puedo hacer esto en un lugar que la gente vea todo el tiempo —dice ella—. Eso te convertirá en un objetivo andante. Un presunto traidor a la facción. —Lo quiero en mi espalda —digo—. Cubriendo mi columna. Las heridas de mi último día con mi padre ahora están curadas, pero quiero recordar donde estaban; quiero recordar de lo que me escapé por el resto de mi vida. —Realmente no haces las cosas a medias, ¿cierto? —Ella suspira—. Tomará mucho tiempo. Varias sesiones. Tendremos que hacerlo aquí,
  • 30. PÁGINA30 fuera de las horas de trabajo, porque no voy a dejar que esas cámaras lo capten, incluso si no se molestan en mirar aquí la mayor parte del tiempo. —Bien —digo. —Sabes, el tipo de persona que se hace este tatuaje es probablemente del tipo que debería mantenerlo muy escondido —dice ella, mirándome por el rabillo del ojo—. O alguien más comenzará a pensar que es Divergente. —¿Divergente? —Es una palabra que tenemos para las personas que están conscientes durante las simulaciones, las que se niegan a una categorización —dice ella—. Una palabra que no dices descuidadamente, porque esas personas a menudo mueren en circunstancias misteriosas. Ella tiene sus codos apoyados en las rodillas, casualmente, mientras esboza el tatuaje que quiero en papel transparente. Nuestros ojos se encuentran, y me doy cuenta: Amar. Él estaba consciente durante las simulaciones, y ahora está muerto. Amar era Divergente. Y yo también. —Gracias por la lección de vocabulario —digo. —No hay problema. —Ella vuelve a su dibujo—. Tengo la sensación de que disfrutas sometiéndote a situaciones desagradables. —¿Y? —digo. —Nada, es solo una cualidad bastante de Osadía para alguien que obtuvo un resultado de Abnegación. —Su boca se contrae—. Vamos a empezar. Le dejaré una nota a Bud; él puede correr solo por esta vez. Quizás Tori tiene razón. Tal vez disfruto “sometiéndome a situaciones desagradables”; tal vez hay una vena masoquista dentro de mí que usa el dolor para lidiar con el dolor. El débil ardor que me sigue al siguiente día de entrenamiento de liderazgo sin duda hace que sea más fácil centrarme en lo que estoy a punto de hacer, en lugar de la voz baja y fría de mi madre y en la forma en que la aparté cuando trató de consolarme.
  • 31. PÁGINA31 En los años después de su muerte, solía soñar que ella volvía a la vida en mitad de la noche y pasaba la mano por mi cabello y decía algo reconfortante pero sin sentido, como: “Va a estar bien” o “Mejorará algún día”. Pero luego dejé de permitirme soñar, porque era más doloroso anhelar cosas y nunca conseguirlas que lidiar con lo que sea que estuviera frente a mí. Incluso ahora no quiero imaginar cómo sería reconciliarme con ella, cómo sería tener una madre. Ya estoy demasiado viejo para escuchar tonterías reconfortantes. Demasiado viejo para creer que todo va a estar bien. Compruebo la parte superior de la venda que sobresale por encima de mi cuello para asegurarme de que está asegurada. Tori delineó los dos primeros símbolos esta mañana, el de Osadía y el de Abnegación, que serán más grandes que los demás, ya que son la facción que elegí y la facción para la que en realidad soy apto, respectivamente… al menos, creo que tengo aptitudes para Abnegación, pero es difícil estar seguro. Ella me dijo que los mantuviera cubiertos. La llama de Osadía es el único símbolo que se muestra con mi camisa puesta, y no me encuentro en la posición de quitarme la camisa en público muy a menudo, así que dudo que eso sea un problema. Todos los demás ya están en la sala de conferencias, y Max les está hablando. Siento una especie de fatiga irreflexiva mientras camino por la puerta y tomo mi asiento. Evelyn estaba equivocada acerca de bastantes cosas, pero no estaba equivocada sobre Osadía: Jeanine y Max no quieren un líder de Osadía, quieren un peón, y es por eso que lo están seleccionando entre los más jóvenes de nosotros, porque los jóvenes son formados y moldeados más fácilmente. No seré moldeado y formado por Jeanine Matthews. No seré un peón, ni para ellos ni para mi madre ni para mi padre; no perteneceré a nadie más que a mí mismo. —Qué amable de tu parte el unirte a nosotros —dice Max—. ¿Acaso esta reunión interrumpe tu sueño? Los demás se ríen tontamente, y Max continúa. —Como estaba diciendo, hoy me gustaría conocer su opinión acerca de cómo mejorar a Osadía: la visión que tienen para nuestra facción en los próximos años —dice—. Me reuniré con ustedes en grupos según la edad, primero los mayores. El resto de ustedes, piensen en algo bueno que decir.
  • 32. PÁGINA32 Él se va con los tres candidatos más antiguos. Eric está justo enfrente de mí, y me doy cuenta que tiene incluso más metal en su rostro que la última vez que lo vi: ahora hay aros atravesando sus cejas. Pronto va a parecerse más a un alfiletero que a un ser humano. Tal vez ese es el punto: estrategia. Nadie que lo vea ahora podría confundirlo jamás con ser de Erudición. —¿Mis ojos me engañan, o de verdad llegaste tarde porque estabas haciéndote un tatuaje? —dice, señalando la esquina de la venda que es visible justo por encima de mi hombro. —Perdí la noción del tiempo —digo—. Una gran cantidad de metal parece haberse adherido a tu rostro recientemente. Puede que quieras que te revisen eso. —Gracioso —dice Eric—. No estaba seguro de que alguien con tus antecedentes alguna vez pudiera desarrollar un sentido del humor. Tu padre no parece ser la clase de persona que lo permita. Siento una punzada de miedo. Él está extremadamente cerca de decir mi nombre en frente de esta sala llena de gente, y quiere que lo sepa: quiere que recuerde que él sabe quién soy, y que puede usarlo en mí contra cuando le plazca. No puedo fingir que no me importa. La dinámica de poder ha cambiando y no puedo hacer que cambie de vuelta. —Creo que se quién te dijo eso —digo—. Jeanine Matthews sabe tanto mi nombre como mi apodo. Debe de haberte dado ambos. —Ya estaba bastante seguro —dice en voz baja—. Pero mis sospechas fueron confirmadas por una fuente creíble, sí. No eres tan bueno guardando secretos como piensas, Cuatro. Lo amenazaría, le diría que si revela mi nombre a los de Osadía, yo revelaría su conexión duradera con Erudición. Pero no tengo evidencia, y en Osadía sienten más aversión por Abnegación que por Erudición de todas formas. Me siento de nuevo en la silla a esperar. Los otros salen en fila cuando son llamados, y pronto somos los únicos que quedan. Max baja por el corredor, y nos llama desde la puerta, sin una palabra. Lo seguimos hasta su oficina, la cual reconozco por la grabación
  • 33. PÁGINA33 de ayer de su reunión con Jeanine Matthews. Uso mi recuerdo de esa conversación para prepararme para lo que viene. —Entonces. —Max dobla sus manos en su escritorio, y de nuevo estoy impresionado por lo extraño que es verlo en un ambiente tan limpio y formal. Él pertenece en una sala de entrenamiento, golpeando un saco, o junto al Pozo, inclinándose sobre la baranda. No sentado en una mesa baja de madera, rodeado de papeleo. Miro por la ventana de la Espira al sector de Osadía en la ciudad. Unos cuantos metros más allá puedo ver el borde del agujero al que salté la primera vez que escogí Osadía, y la azotea en donde estuve antes de eso. Escogí Osadía, le dije a mi madre ayer. Ahí es donde pertenezco. ¿Es eso verdad? —Eric, empecemos contigo —dice Max—. ¿Tienes ideas acerca de lo que puede ser bueno para Osadía, para avanzar? —Las tengo. —Eric se sienta—. Creo que necesitamos hacer algunos cambios, y creo que deberían empezar durante la iniciación. —¿Qué clase de cambios tienes en mente? —Osadía siempre ha adoptado un espíritu de competencia —dice Eric—. La competencia nos hace mejores; saca a relucir las mejores partes de nosotros, las más fuertes. Creo que la iniciación debe fomentar más ese sentido de competencia de lo que lo hace actualmente, para que produzca los mejores iniciados posibles. En este momento, los iniciados están compitiendo únicamente contra el sistema, esforzándose para obtener una puntuación particular para avanzar. Creo que deberían competir entre ellos para lugares en Osadía. No puedo evitarlo; me doy vuelta y lo miro fijamente. ¿Un número limitado de lugares? ¿En una facción? ¿Después de solo dos semanas de entrenamiento de los iniciados? —¿Y si no obtienen un lugar? —Se convierten en Sin Facción —dice Eric. Me trago una risa burlona. Eric continúa—. Si creemos que Osadía es en verdad la mejor facción a la que unirse, que sus metas son más importantes que las metas de otras facciones, entonces convertirse en uno de nosotros debe ser un honor y un privilegio, no un derecho.
  • 34. PÁGINA34 —¿Estás bromeando? —digo, incapaz de contenerme por más tiempo—. La gente escoge una facción porque valoran las mismas cosas que valora la facción, no porque sean competentes en lo que enseña una facción. Estarías echando a las personas de Osadía por no ser lo suficientemente fuertes para saltar a un tren o ganar una pelea. Favorecerías a los grandes, fuertes y despiadados más que a los pequeños, inteligentes y valientes… no estarías mejorando a Osadía en absoluto. —Estoy seguro que los pequeños e inteligentes estarían mejor en Erudición, o como pequeños Estirados vestidos de gris —dice Eric con una sonrisa torcida—. Y no creo que les estés dando suficiente crédito a nuestros potenciales nuevos miembros de Osadía, Cuatro. Este sistema favorecería solo a los más determinados. Miro a Max. Espero que no se vea impresionado por el plan de Eric, pero no es así. Se está inclinando hacia delante, concentrado en el rostro perforado de Eric como si algo en él lo hubiera inspirado. —Este es un debate interesante —dice Max—. Cuatro, ¿cómo mejorarías Osadía, al no hacer la iniciación más competitiva? Sacudo mi cabeza, mirando por la ventana de nuevo. No eres uno de esos locos tontos imprudentes, me dijo mi madre. Pero esas son las personas que quiere Eric en Osadía: locos tontos imprudentes. Si Eric es uno de los lacayos de Jeanine, ¿entonces por qué Jeanine lo estimularía para que propusiera este tipo de plan? Oh. Porque los locos tontos imprudentes son más fáciles de controlar, más fáciles de manipular. Obviamente. —Mejoraría Osadía promoviendo la verdadera valentía en lugar de la estupidez y brutalidad —digo—. Quiten el lanzamiento de cuchillos. Preparen a la gente física y mentalmente para defender a los débiles de los fuertes. Eso es lo que nuestro manifiesto incentiva: actos ordinarios de valentía. Creo que deberíamos volver a eso. —Y luego todos podemos tomarnos de las manos y cantar una canción juntos, ¿verdad? —Eric pone sus ojos en blanco—. Quieres transformar Osadía en Cordialidad. —No —digo—. Quiero asegurarme que todavía sepamos cómo pensar por nosotros mismos, pensar más que solo sentir la próxima oleada de
  • 35. PÁGINA35 adrenalina. O solo pensar, punto. De esa manera no podríamos ser superados o… controlados del exterior. —Suena un poco a Erudición para mí —dice Eric. —La habilidad para pensar no es exclusiva de Erudición —estallo—. La habilidad de pensar en situaciones llenas de tensión es lo que se supone que las simulaciones de miedo desarrollan. —De acuerdo, de acuerdo —dice Max, levantando sus manos. Se ve turbado—. Cuatro, perdona por decir esto, pero suenas un poco paranoico. ¿Quién nos superaría, o trataría de controlarnos? Las facciones han coexistido pacíficamente por más tiempo del que llevas vivo, no hay razón por la que cambie eso ahora. Abro mi boca para decirle que está equivocado, que en el segundo que dejó a Jeanine Matthews involucrarse en los asuntos de nuestra facción, al segundo que dejó que introdujera transferidos leales a Erudición en nuestro programa de iniciación, al segundo que empezó a consultar con ella sobre a quién designar como el siguiente líder de Osadía, comprometió el sistema de frenos y contrapesos que nos ha permitido coexistir pacíficamente por tanto tiempo. Pero entonces me doy cuenta que decirle todas esas cosas sería acusarlo de traición, y revelaría lo mucho que sé. Max me mira, y veo decepción en su rostro. Sé que le agrado, le agrado más que Eric, al menos. Pero mi madre tenía razón ayer, Max no quiere a alguien como yo, alguien que puede pensar por sí mismo, desarrollando su propia agenda. Quiere a alguien como Eric, quien lo ayudará a establecer la nueva agenda de Osadía, quien será fácilmente manipulable, simplemente porque está bajo el pulgar de Jeanine Matthews, alguien con quien Max está estrechamente aliado. Mi madre me presentó dos opciones ayer: ser un peón de Osadía, o volverme un Sin Facción. Pero hay una tercera opción: no ser ninguno. Aliarme con nadie en particular. Vivir bajo el radar, y libre. Eso es lo que realmente quiero: quitar todas las personas que quieren darme forma, una por una, y aprender en su lugar a darme forma a mí mismo. —Para ser honesto, señor, no creo que este sea el lugar adecuado para mí —digo calmadamente—. Le dije la primera vez que me preguntó que me gustaría ser un instructor, y creo que cada vez más me doy cuenta que ahí es donde pertenezco.
  • 36. PÁGINA36 —¿Eric, nos permites un momento, por favor? —dice Max. Eric, apenas es capaz de suprimir su júbilo, asiente y se va. No lo veo irse, pero apostaría todo mi crédito de Osadía que hay un pequeño salto en sus pasos mientras camina hasta la puerta. Max se levanta y se sienta a mi lado, en la silla que Eric acaba de desocupar. —Espero que no estés diciendo esto porque te acusé de estar paranoico — dice Max—. Solo estaba preocupado por ti. Me temía que la presión te estuviera afectando, que no estuvieras pensando bien. Sigo pensando que eres un fuerte candidato para el liderazgo. Encajas en el perfil correcto, has demostrado suficiente competencia con todo lo que te hemos enseñado; y más allá de eso, francamente, eres más agradable que algunos de nuestros otros candidatos prometedores, lo que es importante en un ambiente cerrado de trabajo. —Gracias —digo—. Pero tienes razón, la presión me está afectando. Y la presión si fuera un líder sería mucho peor. Max asiente tristemente. —Bueno. —Asiente de nuevo—. Si quieres ser un instructor de iniciados, arreglaré eso para ti. Pero ese es un trabajo de temporada, ¿en dónde quieres ser colocado por el resto del año? —Estaba pensando en la sala de control —digo—. He descubierto que disfruto trabajar con computadoras. No creo que disfrute tanto patrullar. —De acuerdo —dice Max—. Considéralo hecho. Gracias por ser honesto conmigo. Me levanto, y todo lo que siento es alivio. Él parece preocupado, comprensivo. No receloso de mí, mis motivos o mi paranoia. —Si alguna vez cambias de opinión —dice Max—, por favor no dudes en decirme. Siempre ocuparíamos a alguien como tú. —Gracias —digo, y aunque sea el peor traidor a la facción de los que he conocido, y probablemente responsable al menos en parte de la muerte de Amar, no puedo evitar sentirme un poco agradecido porque me dejara ir tan fácilmente.
  • 37. PÁGINA37 Eric me está esperando a la vuelta de la esquina. Cuando trato de pasarle, me agarra el brazo. —Cuidado, Eaton —murmura—. Si algo de mi participación con Erudición se te escapa, no te va a gustar lo que te va a pasar. —Tampoco te va a gustar lo que va a pasar contigo si alguna vez me llamas por ese nombre otra vez. —Pronto seré uno de tus líderes —dice Eric, sonriendo con suficiencia—. Y créeme, voy a vigilarte muy, muy de cerca para ver qué tan bien implementas mis nuevos métodos de entrenamiento. —No le agradas, ¿lo sabías? —digo—. A Max, me refiero. Preferiría tener a cualquiera, menos a ti. No te va a dar más que una pulgada en cualquier dirección. Así que, buena suerte con tu corta correa. Arranco mi brazo de su agarre y camino hacia los elevadores. —Hombre —dice Shauna—. Eso es un mal día. —Sí. Ella y yo estamos sentados junto al abismo con nuestros pies sobre el borde. Descanso mi cabeza sobre las barras de la baranda de metal que evita que caigamos a nuestras muertes, y siento el rocío del agua contra mis tobillos mientras una de las olas más grandes golpea una pared. Le conté acerca de mi salida del entrenamiento de liderazgo, y la amenaza de Eric, pero no le dije nada acerca de mi madre. ¿Cómo le dices a alguien que tu madre volvió de los muertos? Toda mi vida, alguien ha estado tratando de controlarme. Marcus era el tirano de nuestra casa, y nada pasaba sin su permiso. Y luego Max quiere reclutarme como su adulador en Osadía. E incluso mi madre tiene un plan para mí, para que me una a ella cuando llegara a una edad determinada para trabajar en contra del sistema de facciones contra el que ella tiene una venganza, por cualquier razón. Y justo cuando pensé que había escapado del control completamente, Eric se lanza a recordarme que si él se convierte en un líder de Osadía, estará vigilándome.
  • 38. PÁGINA38 Me doy cuenta que todo lo que tengo son pequeños momentos de rebelión que soy capaz de manejar, justo como cuando estaba en Abnegación, recolectando objetos que encontraba en la calle. El tatuaje que Tori está dibujándome en la espalda, el que podría declararme Divergente, es uno de esos momentos. Tengo que seguir buscando más de ellos, más breves momentos de libertad en un mundo que se rehúsa a permitirlo. —¿Dónde está Zeke? —digo. —No lo sé —dice ella—. No he querido pasar mucho rato con él últimamente. La miro de reojo. —Puedes solo decirle que te gusta, ¿sabes? Honestamente creo que no tiene ni idea. —Eso es obvio —dice, con un bufido—. Pero, ¿y si esto es lo que quiere, solo rebotar de chica en chica por un rato? No quiero ser una de esas chicas a las que rebota. —Dudo seriamente que lo seas —digo—, pero es suficientemente justo. Nos sentamos en silencio por unos segundos, ambos mirando fijamente a las violentas aguas abajo. —Serás un buen instructor —dice—. Fuiste muy bueno enseñándome. —Gracias. —Ahí están —dice Zeke detrás de nosotros. Está cargando una botella llena de alguna clase de líquido marrón, sosteniéndola por el cuello—. Vamos. Encontré algo. Shauna y yo nos miramos entre sí y nos encogemos de hombros, luego lo seguimos a las puertas al otro lado del Pozo, las que atravesamos después de saltar a la red. Pero en lugar de dirigirnos a la red, nos lleva a través de otra puerta, la cerradura está tapada con cinta adhesiva, y más allá un negro corredor y un tramo de escaleras colgantes. —Debería estar llegando… ¡Ay! —Perdón, no sabía que te ibas a detener —dice Shauna. —Esperen, ya casi lo tengo…
  • 39. PÁGINA39 Él abre una puerta, dejando entrar una luz tenue de modo que podemos ver en dónde estamos. Estamos al otro lado del abismo, a unos cuantos pies sobre el agua. Sobre nosotros, el Pozo parece continuar indefinidamente, y las personas moviéndose cerca de la baranda se ven pequeñas y oscuras, imposibles de distinguir a esta distancia. Me río. Zeke acaba de guiarnos a otro pequeño momento de rebelión, probablemente sin intención de hacerlo. —¿Cómo encontraste este lugar? —dice Shauna con obvio asombro mientras salta a una de las rocas más bajas. Ahora que estoy aquí, veo un camino que nos llevaría hacia arriba y a través de la pared, si quisiéramos caminar al otro lado del abismo. —Esa chica María —dice Zeke—. Su mamá trabaja en el mantenimiento del abismo. No sabía que hubiera una cosa así, pero aparentemente sí la hay. —¿Todavía la estás viendo? —pregunta Shauna, tratando de ser casual. —Nah —dice Zeke—. Cada vez que estaba con ella, seguía sintiendo la necesidad de estar con amigos en su lugar. Esa no es una buena señal, ¿verdad? —No —concuerda Shauna, y parece estar más feliz que antes. Desciendo más cuidadosamente a la roca donde Shauna está de pie. Zeke se sienta al lado de ella, abriendo su botella y pasándola. —Escuché que estás fuera del entrenamiento —dice Zeke cuando me la pasa a mí—. Pensé que podrías necesitar beber. —Sí —digo, y luego tomo un trago. —Consideren este acto de ebriedad pública una gran… —Hace un gesto obsceno hacia el techo de vidrio sobre el Pozo—. Ya saben, por Max y Eric. Y Evelyn, pienso, mientras tomo otro trago. —Estaré trabajando en la sala de control cuando no esté entrenando iniciados —digo. —Genial —dice Zeke—. Será bueno tener a un amigo ahí. En este momento nadie me habla.
  • 40. PÁGINA40 —Suena como yo en mi vieja facción —digo con una risa—. Imaginen todo un período de almuerzo en el que nadie siquiera te mira. —Ay —dice Zeke—. Bueno, entonces apuesto a que estás feliz de estar aquí ahora mismo. Tomo la botella de él de nuevo, bebo otro trago de alcohol punzante y abrasador, y limpio mi boca con el dorso de mi mano. —Sí, lo estoy. Si las facciones se están deteriorando, como mi madre me quiere hacer creer, este no es un mal lugar para verlas desmoronarse. Al menos aquí tengo amigos para hacerme compañía mientras eso pasa. Es apenas después del anochecer, y tengo puesta mi capucha para esconder mi rostro mientras corro a través del área de los Sin Facción de la ciudad, justo en la frontera que comparte con el sector de Abnegación. Tengo que llegar a la escuela para orientarme, pero ahora recuerdo en dónde estoy, y a dónde corrí ese día cuando irrumpí en un almacén de los Sin Facción, en búsqueda de una brasa moribunda. Alcanzo la puerta que atravesé cuando salí, y la golpeo con mi primer nudillo. Puedo escuchar voces un poco más allá y huelo comida de una de las ventanas abiertas, donde el humo del fuego de dentro se cuela al callejón. Pasos, mientras alguien viene a ver de qué se tratan los golpes. Esta vez el hombre está usando una camiseta roja de Cordialidad y pantalones negros de Osadía. Todavía tiene una toalla metida en su bolsillo trasero, la misma de la última vez que hablé con él. Abre la puerta apenas para verme, y no más. —Bueno, mira quién hizo un cambio —dijo, observando mis ropas de Osadía—. ¿A qué se debe esta visita? ¿Extrañaste mi encantadora compañía? —Sabías que mi madre estaba viva cuando nos conocimos —digo—. Así es como me reconociste, porque has pasado tiempo con ella. Así fue como supiste lo que había dicho acerca de la inercia que la había llevado a Abnegación.
  • 41. PÁGINA41 —Sí —dijo el hombre—. No pensé que fuera asunto mío ser el que te dijera que estaba viva todavía. ¿Estás aquí para exigir una disculpa o algo? —No —digo—. Estoy aquí para entregar un mensaje. ¿Se lo darás? —Sí, claro. La veré en los próximos dos días. Alcanzo mi bolsillo y saco un pedazo de papel doblado. Se lo ofrezco. —Adelante, léela, no me importa —digo—. Y gracias. —No hay problema —dice—. ¿Quieres entrar? Empiezas a parecer más uno de nosotros que uno de ellos, Eaton. Sacudo mi cabeza. Me devuelvo por el callejón, y antes de doblar por la esquina, lo veo abriendo la nota para leer lo que dice. Evelyn, Algún día. Aún no. —4 P.D: Me alegra que no estés muerta. FIN
  • 42. PÁGINA42 SOBRE LA AUTORA Veronica Roth es una escritora estadounidense nacida el 19 de agosto de 1988 en Chicago, Illinois. Ya en su juventud se sintió familiarizada con la literatura, por lo que le gustaba escribir y leer en sus tiempos libres; después de terminar sus estudios académicos, su familia tuvo conciencia del talento para escribir que tenía, la animó para que se matriculara en la prestigiosa Universidad Northwestern para estudiar “Escritura Creativa” donde se graduó y fue licenciada en dicha carrera. Estudiando en ella se sintió inspirada para escribir su primer libro. Es conocida por su novela debut, best-seller del The New York Times, Divergente, y su secuela Insurgente. Roth ha ganado el reconocimiento de Goodreads al Libro Favorito de 2011 y a la mejor historia de Fantasía y Ciencia ficción para jóvenes adultos en 2012. Historias de Cuatro: 1. El Transferido 2. El Iniciado 3. El Hijo 4. El Traidor Trilogía Divergente: 1. Divergente 2. Cuatro Cuenta Su Historia 3. Insurgente 4. El Camino a Leal 5. Leal
  • 43. PÁGINA43 CRÉDITOS MODERADORAS: LizC Mari NC Traductores: Isa 229 Itorres IvanaTG Jadasa Youngblood Mari NC Otravaga Shilo Correctores: LizC Revisión y Recopilación: LizC Diseño: PaulaMayfair