2. Nasrudín estaba caminando por un camino solitario una
noche a la luz de la luna cuando escuchó un ronquido, en
algún lugar, que parecía estar abajo suyo. De repente, le
dio miedo y estaba a punto de salir corriendo cuando
tropezó con un derviche acostado en una celda que se
había excavado para él, en una parte subterránea--¿Quién
eres? -preguntó al sabio.- Soy un derviche, y este es
mi lugar de contemplación.-Vas a tener que dejarme
compartirlo. Tu ronquido me asustó demasiado y no puedo
seguir adelante esta noche.- Toma la otra punta de esta
manta -dijo el derviche sin entusiasmo- y acuéstate aquí.
Por favor, permanece en silencio, porque estoy
manteniendo una vigilia. Es una parte de una complicada
serie de ejercicios. Mañana tengo que cambiar la rutina y no
puedo soportar la interrupción. Nasrudín se durmió por un
buen rato. Luego se despertó, muy sediento.-Tengo sed -le
dijo al derviche.-Entonces, vuelve por el camino, donde hay
un arroyo.-No, todavía tengo miedo.-Entonces, tengo que ir
yo en tu lugar -dijo el derviche-, después de todo, proveer
agua es una obligación sagrada.-No, no vayas, voy a tener
miedo si me quedo solo.
3. -Toma este cuchillo para defenderte -dijo el derviche.
Cuando Nasrudín se quedó solo se asustó todavía más,
cayendo en una ansiedad que trató de contrarrestar
imaginándose cómo atacaría a cualquier demonio que lo
amenazara. En ese momento volvió el derviche.-Mantén tu
distancia o te mato -dijo Nasrudín.-Pero soy el derviche -
dijo el hombre.-No me importa quién eres, puedes ser un
demonio disfrazado.-¡Pero vine a traerte agua! No te
acuerdas, tenías sed.-¡No trates de congraciarte conmigo,
demonio!-Pero esa es mi celda, la que estás ocupando.-
Mala suerte para ti, ¿no es así? Vas a tener que
encontrarte otra.-Supongo que sí -dijo el derviche-, pero
estoy seguro de que no sé qué pensar de todo esto.-Te
puedo decir una cosa -dijo Nasrudín-, el miedo es
multidireccional.-Ciertamente parece ser más fuerte que la
sed, o la salud, o la propiedad ajena -dijo el derviche.-Y no
tienes que tenerlo tú mismo para sufrir por su causa -dijo
Nasrudín.